Dark Chat

jueves, 18 de noviembre de 2010

Pecados Carnales

Capítulo 9 Dolorosa Espera


- ¿Vas a salir otra vez?

- Sí

Me contesto tomando su chaqueta, me quede ahí plantada a mitad observando como juntaba sus cosas, tomaba las llaves del auto y caminaba para abrir la puerta.

- Edward son las doce de la noche, ¿Dónde vas?

Le pregunté tratando de mantener la calma y contener las lágrimas.

- Tengo que grabar unas escenas, son de noche

- No me mientas

- Entonces no me pidas explicaciones

Me contestó de vuelta cerrando la puerta tras de él. Me lleve la mano a mi vientre que estaba bastante abultado para los cinco meses que ya tenía. Trague aire en un intento de poder hacer que las lágrimas se retrajeran. Era tercera noche seguida que él salía y seguro volvería de madrugada.

Este era como mi infierno personal, lejos de ser la pareja perfecta nos habíamos transformado en dos completos extraños. Él hacía su vida y yo seguía con la mía acompañándolo, siendo igual que otro objeto más en aquella casa. Me quede sentada en la mitad de nuestra cama que casi no compartíamos, el prefería dormir en el sofá, o en alguna otra casa pensé con tristeza ante lo que leía constantemente en las revistas o veía en la televisión. Yo seguía oculta como algo de lo que él se avergonzaba, nadie sabía de mi existencia y tampoco de la existencia de su futuro hijo, a los ojos de todos, él seguía siendo el soltero británico más codiciado de todo el mundo. Y quise reclamárselo tantas veces pero me detenía el hecho de que yo había estado en contra de esta publicidad desde el principio, contado a que mi madre me había suplicado mantenerlo en secreto al menos hasta que ella pudiera preparar a todas sus amistades.

Además tenía ese sentimiento de culpa, me lo merezco me repetía una y otra vez mientras deslizaba mis dedos por la fotografía que había aparecido de él junto a una chica la semana pasada. ¿Será su novia? Era el titulo de la revista y la sonrisa que él estaba dando era demasiado para soportarlo, esa sonrisa jamás me la había vuelto a dar a mí, hacía tanto tiempo que sus sonrisas conmigo eran fingidas, totalmente actuadas.

Como quisiera que fueras mejor actor susurré cerrando la revista y mirando por la ventana. Eran las cuatro y media de la madrugada y él aún no aparecía. Me recosté en la cama y cerré mis ojos para tratar de controlar la rabia que me invadía, pensé en cosas positivas, en que tal vez luego que nuestro hijo naciera y todo se supiera él cambiaría. – Son amigas Bella, cuantas veces tiene que repetírtelo – me dije a mi misma recordando sus explicaciones para cada una de las fotografías que aparecían. Estaba cayendo en un sueño profundo cuando sentí el ruido de los neumáticos y abrí mis ojos presurosa, me levanté en el acto y baje las escaleras casi corriendo. El alzo su vista cuando me vio despierta.

- ¿Qué haces levantada a esta hora?

Me pregunto molesto.

- Te estaba esperando

Le contesté con una media sonrisa. Él se quedo pensando en que responder y dejo las llaves de su auto en la mesa de arrimo.

- Eso no le hace bien a mi hijo

Me contesto y yo me quede de una pieza - Su hijo - porque todo giraba en torno a su hijo, que yo estaba pintada acaso. Ni una pizca de preocupación para mí pensé enojada.

- Tal vez si tú no salieras a la mitad de la noche yo podría dormir tranquila no te parece.

Le contesté de vuelta y era la primera vez que le alzaba la voz desde el día del incidente y desde que todo esto había comenzado.

- ¿Qué parte de la palabra reposo tu no entiendes Bella?

Me preguntó enojado abriendo sus ojos inquisidoramente.

- ¿Por qué me haces esto?

Le reproche y él bajo la vista, se concentro en sus propios zapatos. Me acerque a él pero antes que pudiera tocarlo se separó de mi, como lo había hecho durante todos estos meses. Lo detuve y lo besé, correspondió el beso pero su mente no estaba ahí, estaba actuando otra vez. Comencé a buscar su cuerpo y traté de quitarle la polera para provocarlo, en todo este tiempo no me había tocado y parecía no querer estar conmigo en ninguna forma. Metí mis manos bajo su ropa tocándolo e iba a desabotonar su pantalón cuando él me tomo las manos y se separo.

- Es tarde

Protesto caminando hasta la escalera y eso era suficiente para mí, yo podía sentir culpa pero él estaba siendo demasiado cruel, eso no me lo merecía.

- Para revolcarte con ella no es tarde ¿o sí?

Le recriminé y él detuvo el paso a la mitad de la escalera. Se giró a mirarme y ahora sí no estaba ocultado ni reprimiendo nada, su mirada era de odio uno que jamás pensé podría tenerme. Me asustó.

- Yo no soy el culpable de esto, estas cosechando lo que sembraste

Me contestó sujetándome por el brazo.

- Te he pedido perdón millones de veces, que quieres que haga, que te lo suplique

Le conteste arrodillándome ante sus pies. Pero él me levanto en seguida.

- No voy a discutir contigo, no otra vez. Es tarde, tienes que dormir.

Agregó dándome un pequeño empujón para que subiera, puse mi pie en el escalón cuando sentí un dolor incesante en el vientre y me retorcí.

- ¿Bella?

Preguntó en pánico atrayéndome hacía él

- Suéltame

Chillé tratando de sentarme en los peldaños de la escalera pero era peor, el dolor fue más fuerte.

- ¿Qué pasa, qué sientes?

Me preguntó y era primera vez que sus ojos se tornaban otra vez limpios, la irá se había ido y claro era su hijo el que estaba sufriendo, como no iba a sentirse desesperado.

- Nada, no me pasa nada

Le conteste alzando mi cuerpo para subir y refugiarme en la cama pero trastabille por la punzada que me dio.

- Siéntate en el sofá, llamaré a Emmett

Me dijo tomándome entre sus brazos para luego ponerme en el sofá de la sala de estar. Me miró preocupado y llamó a Emmett. No alcanzaron a pasar quince minutos cuando el médico arribo, me examino y entre los dos me llevaron hasta la habitación en el segundo piso.

- No has hecho reposo ¿verdad? – me cuestionó y yo baje la vista, ahora si terminaba por odiarme pensé esquivando la mirada de Edward – no fue nada sólo una pequeña contracción pero es importante que te mantengas recostada el mayor tiempo posible, así evitaremos este tipo de síntomas

Agregó y otra vez devuelta a la prisión, ya no sabía que era peor, si estar acostada o metida en esta casa junto a él.

- Estarás bien, ya verás, ese niño no va a nacer todavía le falta un montón.

Concluyó levantándose de la cama, ambos salieron de la habitación pero dejaron la puerta entre abierta y yo me había puesto experta en espiar lo que Edward hacía.

- ¿Y ahora que paso?

Le preguntó Emmett a Edward.

- Nada

Contesto Edward rehuyendole la mirada, este le sujeto por el brazo para hacer que lo mirara a los ojos

- Nada… es la cuarta vez que tengo que venir a mitad de noche por nada durante esta semana, la próxima vez será por el nacimiento prematuro de tu hijo, si no te controlas las cosas no terminarán bien

Le reprendió enérgico y este solo miró al suelo. Yo me volví a la cama desesperada y con el corazón roto, a los pocos minutos Emmett se fue y Edward subió pero no entró a la habitación, como era su costumbre, me quede dormida gracias al tranquilizante que su amigo me había administrado sino hubiera permanecido despierta como lo había hecho durante muchas noches.

Al día siguiente desperté temprano, demasiado temprano para haberme dormido pasadas las cinco, eran cerca de las diez de la mañana y no había ruido, pensé que él se había ido ya pero cuando lo advertí dormido en el sofá de la sala se me ocurrió una idea para tratar de reconquistarlo. No sacaba nada con discutirle y recriminarle cosas, eso sería peor, lo estaba alejando a pasos agigantados, le iba a mostrar que yo lo amaba con todo mí ser y que lo necesitaba, que necesitaba que él me perdonara para que fuéramos la familia feliz por la que tanto él había luchado.

Preparé el desayuno y lo despertaría con la mejor de las sonrisas, cambiaría mi y haría todo lo que estuviera a mi alcance para que él desistiera de su actitud. Estaba por llevarle el desayuno cuando entró a la cocina.

- Buenos días mi amor

Le dije tomando entre mis manos un vaso de jugo y dándoselo con la mejor sonrisa como si nada hubiera pasado esta madrugada. Iba a recibirlo y lo supe porque lo pillé desprevenido con mi actitud, sus ojos por al menos un minuto entero habían vuelto a ser ingenuos, cariñosos y hasta compasivos pero algo nublo su mente y estos se tornaron de un verde apagado, apagados por la rabia y la ira.

- Estoy retrasado, nos vemos más tarde

Fue todo lo que me dijo mientras sacaba una manzana y se iba sin despedirse. Me quede con el vaso en la mano y el desayuno preparado. Ni siquiera yo tenía ganas de desayunar después de su actitud. El dolor de la espera era demasiado y un castigo que no merecía. ¿Cuándo iba a terminar de redimir mis pecados? Me pregunté