Dark Chat

viernes, 7 de mayo de 2010

Light in the Darkness

Cap.4.-Vampiro

El dolor era tan intenso que no prestaba atención a lo que ocurría a mi alrededor. De pronto estaba siendo depositada en el piso, no estaba segura de mantenerme de pie, me sentía muy débil, y al parecer Edward tampoco lo creía porque sus brazos seguían aferrados a mi cintura, soportando la mayor parte de mi peso. Intenté concentrarme, y me di cuenta que estábamos en otro lugar, parecía una habitación, una que yo nunca había visto.

-Bella –Edward tenía el rostro contorsionado de la preocupación-. Bella por favor no cierres los ojos, ahora no.

-¿Dónde… estoy? –mi propia voz sonaba inestable, luego solté un gemido de dolor, mi boca ardía, mis dientes… mis caninos estaban. ¿Creciendo?

Con una de sus manos Edward me tomó del pelo y condujo delicadamente mi cabeza hacia su cuello.

-Muerde –ordenó.

Yo intenté retroceder, pero sus brazos me retenían firmemente. ¿Qué demonios? ¿Acaso Edward había perdido la cabeza? ¿Por qué no me había llevado a un hospital? El dolor se hacía más intenso y para mi sorpresa me sentí tentada a hacer lo que pedía… ¿Qué? ¡No!

-No –musité.

-Bella por favor, tienes que hacerlo –sonaba desesperado-. Tus energías se acaban sino bebes –se puso tenso-. Morirás… y si tu mueres, yo no podré soportarlo… yo no puedo vivir sin ti, Bella…

Sus palabras sonaron tan sinceras y con tanto sufrimiento… yo no podía pensar, estaba confundida, por el cansancio, la agonía… el miedo… ¿Lo que él decía era cierto? ¿Yo iba a morir? No, no quería morir… Tal vez todo era un sueño, sí, eso debía ser, pero entonces ¿Por qué parecía tan real?

-Bella por favor –suplicó, inclinando mi cabeza un poco más hacia él.

Yo tenía la boca pegada a su cuello y olía tan bien… no lo soporté más, mis colmillos se hundieron en su piel y comencé a beber. Lo sentí estremecerse, por un momento pensé que lo había lastimado y que me apartaría, pero hizo todo lo contrario, me estrechó más contra él. Cuando sentí que era suficiente me aparté y vi como la pequeña herida que le había provocado se curaba rápidamente.

-Ahora tienes que descansar –me dijo Edward, quien para mi tranquilidad se veía bien. Suspiré, tenía miedo de haber tomado demasiado.

Entonces me di cuenta que el dolor estaba disminuyendo, pero mis párpados me pesaban cada vez más, tenía tanto sueño. Edward me levantó y me depositó con cuidado en una cama, luego se acostó a mi lado y rodeó mi cintura con su brazo.

-Duerme mi amor –dijo-. Pues ésta será la última vez que lo hagas.

No hice mucho caso a lo que dijo, el cansancio ya me había vencido…

Abrí los ojos. Que sueño más extraño había tenido, quise levantarme de la cama cuando me di cuenta que había alguien a mi lado.

-Bella –susurró Edward.

Salté de la cama con una agilidad impresionante, parpadeé sorprendida. Era de noche, lo sabía y sin embargo veía todo con una claridad asombrosa… ¿Qué estaba sucediendo?

Edward estuvo junto a mí en un segundo y me abrazó.

-¿Dónde estoy? –pregunté observando la habitación.

-En mi departamento –contestó sonriendo.

Comencé a frotarme las sienes, intentando recordar que había sucedido antes de quedarme dormida… unas imágenes llegaron a mi mente, no podía verlas claramente pero logré distinguir unos colmillos, mis colmillos, yo estaba… Oh no.

-¿Te lastimé? –le cuestioné frenetica-. ¿Te hice daño verdad?

-No Bella –contestó-. Todo esta bien, tranquila, es muy confuso al principio pero…

-¿Al principio? –lo interrumpí y me aparté. Toqué mis dientes, mis colmillos estaban ahí, pero no estaban extendidos, me estremecí-. ¿Qué está pasando conmigo?

-Eres un vampiro Bella

Una risa nerviosa salió de mis labios. Esto no podía estar pasando.

-¿Esto es un sueño no? Si, eso es –dije-. En cualquier momento me despertaré.

Edward suspiró, me tocó la mejilla.

-Esta es la realidad

-No –repliqué, pero una parte de mí estaba de acuerdo con él.

Escuché golpes, alguien estaba tocando la puerta.

Edward salió de la habitación, yo lo seguí, pasamos por una pequeña sala, frunció el ceño y abrió la puerta.

-¿A que debo su inesperada visita? –preguntó un poco irritado. Vi a Jasper y Alice cruzar la sala.

-Seguramente ya escuchaste mis pensamientos –contestó Alice-. Así que ya sabes a lo que vinimos.

¿Edward podía leer la mente? Este sueño cada vez se volvía más confuso.

-Yo puedo explicarle todo a Bella –dijo Edward-. No tienes que venir tú…

-Es mejor que eso me lo dejes a mí –replicó Alice, se volvió hacia mí y me sonrió.

-¿Tu también eres un… -no logré terminar la frase, me senté en un sillón, necesitaba algo en lo que apoyarme.

Alice asintió. Jasper se sentó a mi lado y puso una mano en mi hombro.

-Tranquilízate Bella –me dijo. Y yo como niña obediente asentí, e inmediatamente comencé a relajarme.

-Edward sal de aquí –habló Alice.

-No –él gruñó-. Quiero estar con Bella.

-Pero tienes que irte –replicó Alice-. No quiero verte de mal humor cuando le hable a Bella sobre su alimentación.

Edward apretó los puños.

-Hazle caso a Alice –intervino Jasper-. Puedo sentir tus emociones desde aquí.

-Esta bien –cedió-. Pero no puedo alejarme mucho…

-Lo sé –lo interrumpió Alice-. Eso es lo que pasa cuando estas vinculado.

-Yo nunca imaginé que se sintiera así –Edward se fijó en mi y sonrió-. Nunca pensé que fuera algo tan fuerte.

-No es lo mismo verlo en otros que experimentarlo por ti mismo –Alice se fijó en Jasper y a ambos se les iluminó el rostro. Ella volvió a fijarse en su hermano-. Edward es mejor que ya te vayas.

Edward asintió, pero sus ojos no se apartaban de mí.

-Volveré pronto Bella –dijo antes de salir.

-Quiero que pongas atención –habló Alice-. Es importante que sepas que todo lo que te pasó fue real, tú eres un vampiro Bella, como nosotros…

Negué con la cabeza y fruncí el ceño. Jasper presionó ligeramente mi hombro.

-Nosotros nacemos siendo humanos, pero llega un momento, al llegar a cierta edad en la que nos transformamos –continuó ella-. La edad varía de un vampiro a otro, pero tan sólo por unos cuantos años… ¿Cuántos años tienes?

-Diecinueve –contesté.

Alice asintió.

-Yo me transformé a los veintidós –comentó-. Edward a los veiticinco, tú eres bastante joven para haber cambiado, pero supongo que eso se debió a la vinculación que mi hermano tiene contigo…

-¿Vinculación? –pregunté confundida-. ¿Qué es eso?

Ella hizo una mueca.

-Creo que eso te lo explicaré después, es… creo que aún no estar lista

-¿Qué tiene que ver Edward? –la interrumpí y luego me lleve una mano a la frente-. ¿Es porque tomé de su sangre verdad? Por eso me convertí en…

-No –dijo Alice-. Tú ya estabas destinada a esto, la sangre de Edward sólo te ayudó a sobrevivir –Ella suspiró-. Verás cuando uno de nosotros está pasando por la transición necesita sangre de otro vampiro, esa es la única manera de completar el cambio.

Me quedé quieta, comenzaba a comprender, todo era real.

-Entonces Edward me salvó

Alice sonrió.

-Sí, él daría su vida por ti

La observé durante un rato, ella parecía tan segura de lo que acababa de decir. ¿Cómo podía importarle tanto a alguien que apenas me conocía? Sacudí mi cabeza, éste no era el momento de pensar en eso.

-¿Y mi hermana? –pregunté-. Ella es...

-No, ella es humana completamente, ella no se transformará –me contestó.

-¿Por qué?

Alice se puso tensa, parecía pensar sobre lo que diría a continuación.

-Es complicado Bella, creo que no es el momento –dijo después de un rato-. No puedo agobiarte con tanta información en un solo día.

No insistí más, pero no esperaría mucho tiempo para volver a preguntar.

-Ahora tienes que saber algo más importante, nosotros no nos alimentamos de sangre humana.

Arqueé las cejas.

-Sí podemos… pero como los humanos son muy débiles y pueden quedar mal heridos con una mordida o hasta morir, la mayoría de nosotros optamos por alimentarnos de los de nuestra propia raza –explicó-. Esa sangre nos proporciona más energía que la humana…

-¿A que te refieres con algunos? –la interrumpí.

Alice se encogió de hombros.

-Hay vampiros que piensan que los humanos son inferiores y no les importa hacerles daño.

Resoplé enojada.

-Pero como ya te dije Bella, la mayoría no les causamos daño –dijo Alice.

Yo en momento estaba enojada y al siguiente me sentí completamente relajada.

-Jasper creo que ya no es necesario –Alice vio al vampiro rubio y éste retiró su mano de mi hombro y se colocó a un lado de ella.

Me sentía tan confundida, aunque aceptaba mi situación, aún era difícil pensar que todo era real.

-Como tienes poco siendo vampiro –dijo Alice-. Tendrás que alimentarte con más frecuencia que el resto de nosotros… cuando pasen nueve o diez años podrás resistir hasta dos semanas.

-¿Cada cuanto? –pregunté.

-Dos o tres días –contestó ella-. Puedes alimentarte de cualquier vampiro del sexo opuesto, claro cualquiera que no tenga compañera, porque los compañeros sólo se alimentan entre ellos.

-¿Cualquiera? –me froté las sienes, esto era tan complicado.

-Sí, a ellos no les molestará que tomes de su sangre, todos los vampiros sin compañero, saben que tienen que ayudar a otro que necesite alimentarse –continuó ella-. Y cuando un macho tenga que alimentarse y pida tu ayuda tu tienes que dársela, es algo así como una regla que tenemos nosotros.

Me estremecí.

-¿Tendré que dejar que me muerdan? –pregunté un poco nerviosa.

-No Bella, te explicaré –Alice me mostró su muñeca, me miró y sonrió pero esta vez fue diferente, porque vi sus colmillos extenderse, se inclinó y perforó su muñeca. Yo solté un grito ahogado, todo era demasiado nuevo para mí, aún no lograba acostumbrarme.

Alice retiró su boca de la herida, después de unos minutos comenzó a sanar.

-Después de que te hagas el corte –continuó como si yo nunca hubiera gritado-. Tienes que ofrecerle la sangre al vampiro, él sólo puede beber, pero no puede morderte, sólo los compañeros pueden hacerlo. Es lo mismo en caso de que tú seas la que se alimenta, el otro vampiro te ofrecerá su muñeca, con la herida ya hecha, pero tú no puedes morderlo, sería como una falta de educación.

Una imagen vino a mi mente y me quedé rígida por un momento.

-¡Pero yo mordí a Edward! –exclamé intentando recordar, pero todo era muy borroso.

Alice frunció el ceño.

-Tengo que hablar seriamente con él –dijo cruzándose de brazos, su expresión se volvió más dulce cuando su mirada se posó en mi-. No te preocupes Bella, tu no sabías, además estoy segura que mi hermano estuvo demasiado de acuerdo con eso, tú no hiciste nada malo.

-¿Qué significa eso de los compañeros? –pregunté de pronto.

Alice sonrió.

-Dos vampiros del sexo opuesto se pueden hacer compañeros cuando los dos beben directamente del cuello de su pareja –explicó-. Es como el matrimonio para nosotros, bueno es un lazo más fuerte, porque no hay nada que lo destruya –Alice se rió-. Es decir que no hay divorcio…

-¿Jasper es tu compañero? –pregunté.

Ella lo vio y ambos sonrieron, Jasper la abrazó. Me sentí incomoda, por un momento pensé que se habían olvidado de que yo seguía ahí.

-Sí –Alice suspiró y recargó su cabeza en el pecho de su compañero.

La puerta se abrió de pronto, Andrew entró, atravesó la sala y se arrodilló a los pies del sillón en frente de mí. Carlisle entró poco después y cuando me vio parpadeó sorprendido.

-El tenía razón –murmuró para si mismo.

-Bella ¿Estas bien? -Andrew tomó mi mano, sus ojos verdes sólo me veían a mí-. Fue hace tantos siglos que ya no recuerdo que se siente en la transformación… ¿Te dolió mucho?

Asentí, demasiado confundida por su reacción como para hablar.

-Debí estar contigo en el momento de tu transición, yo debí estar ahí para cuidarte –Andrew acarició mi mejilla-. ¿Cómo te sientes?

-Bien –admití-. Sólo que aún no logro adaptarme…

-Eso es normal al principió –me sonrió.

-¿Cómo llegaron aquí? –preguntó Alice-. No los vi venir…

-Fue Andrew, el dijo que sentía a Bella, sintió que ya se había trasformado –contestó Carlisle-. Estaba desesperado por encontrarla, nunca yo nunca había visto a un vampiro en ese estado…

La atención de Alice y Jasper se posó en Andrew, pero el no lo notó, estaba más ocupado observándome a mí.

-¿El es el amigo que dijiste que vendría? –preguntó Jasper.

Carlisle asintió.

Andrew se sentó a mi lado, pero esta vez se dirigió a los demás.

-Me llamo Andrew Lennox –se presentó.

-Soy Alice Cullen –dijo ella.

-Y yo Jasper Hale

Los ojos verdes volvieron a mí, pero me miraban confundidos, Andrew parecía no poder explicarse algo.

-No logro entender –me dijo-. Lo mucho que me cuesta estar lejos de ti, eres como un imán para mí –me guiñó un ojo y volvió a tomar mi mano, yo no hice ademán de apartarla, pero me sentía muy extraña con su actitud, me sentía nerviosa.

Carlisle miraba de Andrew a mí.

-No puedo creerlo creo amigo mío –dijo hablando para Andrew-. Creo que estás… creo que te vinculaste de Bella.

Andrew miró a Carlisle, estaba completamente perplejo.

-Después de tanto tiempo, yo creía que nunca… -no terminó su mirada otra vez estaba en mí, pero esta vez vi un extraño brillo en sus ojos verde intenso-. Parece que por fin te encontré –añadió sonriendo.

Carlisle, Jasper y Alice veían en nuestra dirección, pero ellos no parecían tan entusiasmados con la idea como él, estaban completamente tensos. En cuanto a mí, como era de esperarse no tenía la menor idea de lo que sucedía.

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Cap.5.-Doble Vinculación.

Alice se frotaba las sienes, caminaba de un lado a otro, eso me inquietó. Me levanté y me dirigí a ella, quería saber que estaba mal.

-¿Qué pasa? –le pregunté.

Pero ella sólo me ignoró, sus ojos se clavaron en Carlisle.

-Eso sólo ha pasado una vez… bueno eso es lo que he escuchado –le dijo-. Dime que pasó. ¿Tú recuerdas algo de eso?

Carlisle negó con la cabeza.

-Se lo mismo que tú Alice, eso pasó hace casi quinientos años, yo sólo tengo trescientos, son dos siglos de diferencia, es bastante tiempo…

Abrí los ojos de par en par. ¿Carlisle tenía tres siglos? ¡Pero si se veía mucho más joven que mi padre!

-Pero conozco a otro vampiro mucho más viejo que yo –dijo sonriendo un poco. Tres pares de ojos se posaron detrás de mí, por acto reflejo volteé en la misma dirección, todos veían a Andrew.

Tragué. ¿Pues cuantos años tendría Andrew? Lo vi fruncir el ceño, no era la única que se había perdido con la conversación.

-¿Has escuchado algo sobre la doble vinculación? –preguntó Alice-. Dicen que sucedió una vez en Francia… otros dicen que sólo fue un invento, una leyenda que se extendió en los de nuestra especie.

Andrew me miró a mí y luego a Alice.

-Fue completamente cierto –contestó-. Yo lo presencié –una leve nota de tristeza tiñó su voz.

-¿Qué pasó? –preguntó Jasper.

-Primero necesito saber porque es tan importante para ustedes –dijo de manera que dejaba claro que no aceptaba réplicas.

-Creo que está pasando otra vez –respondió Alice con la mirada fija en mí.

Esa respuesta no me aclaró nada, pero Andrew pareció comprender, porque de pronto se tensó.

-¿Qué pasó? –Alice repitió la pregunta de Jasper.

-Todo terminó de la peor manera –contestó, su mandíbula se tensó y añadió:- ¿Quién es él?

-Pero la historia no tiene porque repetirse –esta vez habló Carlisle-. Eso pasó hace mucho tiempo, los vampiros se dejaban llevar por sus instintos más salvajes. Tú no lo harás… te conozco has cambiado mucho amigo mío…

-No, no lo haría –respondió Andrew aún tenso-. Pero supongo que en cuanto lo vea, no lo soportaré. ¿Quién es?

-Es Edward –contestó Carlisle-. Es mi hijo, no lo olvides.

Andrew se sorprendió con la respuesta.

-Tenemos problemas –dijo Alice-. Edward regresará en cualquier momento –ella cruzó la habitación elegantemente y se puso a mi lado.

-¿Qué pasa? –la miré confundida-. No entiendo nada.

-Ahora no Bella –me contestó tocando mi hombro-. No es momento de respuestas.

La puerta se abrió y vi a Edward en el umbral, me sonrió no parecía notar la repentina tensión en la habitación, sólo me veía a mí. Caminó hacia donde estaba, pero Alice hizo un movimiento con la mano indicándole que se detuviera.

-Edward…

-No me importa que no hayas acabado de explicarle Alice –la interrumpió irritado-. Ya no puedo soportar más estar lejos de ella –dio un paso más hacia nosotras.

Un gruñido detuvo su avance.

-Cuidado –advirtió Jasper, su mirada estaba fija en Andrew. El vampiro de ojos verdes tenía el ceño fruncido y sus labios fuertemente apretados, entonces comprendí que el gruñido había salido de él.

-¿Quién eres tú? –preguntó Edward.

-Es amigo mío –le respondió Carlisle-. Se llama Andrew Lennox, ya les había hablado de él.

Edward asintió, pero no parecía estar muy contento con la presencia del otro vampiro.

-¿Qué haces aquí? –preguntó sin ninguna cortesía.

-Estoy aquí porque quiero estar cerca de Bella –le contestó Andrew.

Yo di un respingo y Edward frunció el ceño.

-Escucha hermanito –la voz de Alice era calculadora-. El también está vinculado de Bella…

Edward rugió, y al mismo tiempo los dos vampiros dejaron al descubierto sus colmillos. Jasper se colocó junto a su hermano, Carlisle se colocó junto a Andrew.

En ese momento tuve el presentimiento que todo el alboroto había sido culpa mía, suspiré, yo siempre arruinaba las cosas. Por lo menos, después de ver esto, ya tenía una idea aproximada de lo que era vinculación…

-¿Podrían comportarse? –Alice casi gritó y fue suficiente para captar la atención de los demás-. Esa historia no se repetirá… ¿Me escucharon? Los dos se van a controlar…

Jasper sonrió al escuchar el tono autoritario de Alice. Debía admitir que para ser muy pequeña sabía intimidar…

Los dos vampiros dejaron de gruñir, pero ninguno de los dos se relajó.

-Creo que todo mejoraría si Bella escogiera compañero –dijo Carlisle, parecía ansioso por que todo volviera a estar más tranquilo.

Edward y Andrew me voltearon a ver al mismo tiempo y yo me encogí. No podía tener un compañero… no estaba lista, sabía por Alice que ese era una unión muy fuerte… hice una mueca, a mi siempre me habían aterrado los compromisos, definitivamente no estaba lista para eso, no aún. Ni siquiera estaba segura sentir algo por alguno de aquellos vampiros que no apartaban sus ojos de mí, no podía elegir entre ellos.

-¡Ya basta! –Alice gruñó hacia ellos y me abrazó-. Bella no puede tomar una decisión, está muy confundida, apenas tiene pocas horas como uno de nosotros… no voy a dejar que la presionen –frunció el ceño-. Además ambos saben que no es lo mismo con las hembras, nosotras no nos vinculamos a primera vista como los machos, ella necesita tiempo…

No sabía si los vampiros podían marearse, pero lo cierto es que yo lo estaba. Sentí que se acercaba el amanecer… ¡Oh no! ¡Tenía que regresar con Lena! No tardaría en llegar y si no me encontraba…

-Mi hermana –musité-. Tengo que ir con ella…

Alice asintió.

-Te sentirás cansada de día, pero eso es normal –distinguió la preocupación en mi expresión porque añadió-. No Bella, el sol no nos quema. Puedes correr hasta tu casa, descubrirás que llegarás más rápido que en carro –me guiñó un ojo-. Y recuerda que deberás alimentarte pronto… puedes alimentarte de cualquier macho…

Andrew y Edward gruñeron al unísono.

Alice me acompañó hasta la puerta.

-Y una cosa más Bella –me dijo-. Debes tener cuidado, tu hermana es doctora y notará el cambio en tu temperatura y tu falta de pulso, así que mejor evita tener contacto con ella.

Asentí, me despedí y salí corriendo. Fue una sensación increíble, de libertad absoluta, las calles y casas pasaban a una velocidad increíble frente a mis ojos. Llegué al departamento en unos minutos.

Las luces estaban apagadas, todavía el sol no aprecía, perfecto eso significaba que Lena aún no llegaba.

Me acosté en mi cama, intenté dormir, pero no pude… y comprendí, nunca iba a dormir otra vez, suspiré, iba a ser difícil adaptarme a esto. Escuché la puerta, cerré los ojos y comencé a respirar tranquilamente, por lo menos podía fingir ante Lena.

-¡Hey dormilona! –exclamó-. ¡Ya deberías estar desayunando! –la escuché entrar al cuarto.

Me removí, fingiendo estar molesta por haberme despertado. Cuando la vi, noté las sombras azules bajo sus ojos y fruncí el ceño.

-¡Y tú deberías ir a descansar! –la regañé.

Bostezó y se dirigió a su habitación sin protestar.

Preparé el desayuno, jugo de naranja, pan tostado y huevo, todo para ella, porque yo apenas podría soportar el olor, ese era el fin a la alimentación humana. Entré en su habitación y dejé la comida en su tocador. Ella estaba buscando ropa en el closet y se giró para verme.

-Gracias Bella –me sonrió-. Pero no deberías cuidarme tanto, se supone que yo soy la mayor.

Puse los ojos en blanco. Ahora que yo era un vampiro, las cosas iban a cambiar.

Cuando llegué a la Universidad, me encontré con otra sorpresa. Vi a Lila caminar hacia mí, tenía el ceño fruncido, estaba muy enojada, pero eso no fue lo que llamó mi atención, sino el hecho de que no escuché su corazón latir, me fijé en su piel, tan pálida como la mía… ¡Ella también era un vampiro!

-¡Tú! –exclamamos al unísono.

-¡Me prometiste avisarme cuando volvieras a sentirte mal! –hizo una mueca-. ¡Pudo haberte pasado algo durante la transformación!

-¡Lo sabías! –la acusé-. ¿Por qué no me advertiste? ¿Por qué no me dijiste que tu también eras un… diferente?

-Porque no podía decírtelo, es una regla, no hasta que se completara el cambio –se calmó-. Estaba preocupada, yo pude traerte a un vampiro para que te diera su sangre… lo bueno es que encontraste a alguien para que te ayudara…

-Más bien él me encontró a mí –admití.

Lila asintió y luego sonrió.

-Ahora podemos hablar sin problemas –dijo-. Debes tener muchas dudas, y para tu suerte yo responderé a todas las que quieras.

Le devolví la sonrisa. Sí, eso quería, respuestas.

-¿Qué es la vinculación? –le pregunté. Tenía alguna idea, pero necesitaba saber con exactitud.

Ella arqueó una ceja.

-Apenas te acabas de convertir y ya me preguntas eso…

-¿Está mal que lo pregunté? –cuestioné encogiéndome de hombros.

-No, es sólo que… es extraño, normalmente esa pregunta se hace cuando ya has escuchado de ello o cuando ya alguien se ha vinculado de ti –contestó-. Lo cual no creo que te haya ocurrido porque normalmente pasan varios años antes de que alguien se vincule de ti…

Hice una mueca. ¿Por qué siempre tenía que haber algo raro en mí?

-La vinculación es algo muy fuerte –me miró-. Podría decirse que es a lo que los humanos llaman amor, los machos se vinculan a primera vista… después de eso, no pueden permanecer mucho tiempo alejados de la hembra a la que se vincularon…

¿Amor? Me estremecí, me costaba creer que dos vampiros estuvieran enamorados de mí.

-Y ya no pueden ni desean alimentarse de otra hembra que no sea de la que están vinculados…

-¿Qué? –balbucí.

-Sólo se alimentarán de una –repitió Lila-. Ninguna otra sangre será igual para ellos, ninguna esencia los atraerá con la misma fuerza.

Inconscientemente comencé a frotar mi muñeca.

-¿Y que sabes sobre la doble vinculación?

Lila se sorprendió ante mi pregunta.

-Sabes Bella, haces unas preguntas muy raras –dijo-. Eso sucedió hace mucho tiempo… creo que en París, dos machos se vincularon de la misma hembra –su voz fue perdiendo volumen.

-¿Qué pasó? –le pregunté.

-Ella aún no tenía compañero, aún no había escogido –continuó ella-. Ninguno los dos

vampiros no se soportaban, ninguno estaba dispuesto a cederla… se destrozaron entre ellos…

¡No! Esto no me podía estar pasando a mí. Esa historia no se iba a volver a repetir… no podía volver a pasar…

-Dicen que ella no lo soportó y encontró la manera de acabar con su propia vida –un escalofrió recorrió a Lila, luego sacudió la cabeza, como si quisiera quitarse esa imagen de la cabeza-. ¿Por qué tanta curiosidad por eso?

-Es que se vincularon a mí –contesté

-¡Tienes que contarme todo! –exclamó ella sonriendo, pero su expresión cambió muy pronto-. Espera… dijiste ¿vincularon?

Asentí.

-Oh –Lila parpadeó-. Creo que tienes un pequeño problema amiga.

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Cap.6.-Sangre.

-¿Crees que puede haber una forma de evitar una tragedia? –le pregunté esperanzada.

-Bueno –dijo Lila-. Supongo que si tu eliges a uno y te conviertes en su compañera…

Suspiré, lo mismo había dicho Carlisle.

-Entonces tengo que elegir pronto –me llevé las manos a la cabeza. Todo esto era tan complicado y yo apenas estaba asimilando que era un vampiro.

-¡No Bella! –exclamó Lila-. No puedes forzarte, eso tiene que ser natural, espera hasta que te hayas vinculado… si eliges antes, puedes cometer un error y ligarte a alguien que no amas, sufrirás mucho si lo haces…

Hice una mueca.

-¡Entonces no puedo hacer nada! –exclamé frustrada.

-Bella, no creo que la historia se repita –me tranquilizó Lila-. Ahora es diferente, nuestra raza no es tan impulsiva como antes, debes de darles un poco de crédito, no creo que lleguen a matarse entre los dos.

-Tienes razón –concedí-. Debo confiar en ellos.

Al día siguiente en la tarde decidí hacer una visita al hospital, necesitaba un consejo desesperadamente y la persona que más confiaba se encontraba en el departamento de cardiología.

-¿Por qué la visita? –preguntó Lena al verme entrar en la pequeña oficina.

-Necesito hablar –musité. No pensaba decirle que me había convertido en un vampiro, pero si una verdad parcial de lo que me ocurría.

-¿Qué ocurre? –Lena se preocupó al ver mi expresión.

-Es… yo sólo…

-¿Tiene algo que ver con el hijo del doctor Cullen? –Lena arqueó las cejas.

-Algo así –concedí-. El y alguien más…

Lena asintió.

-Dos chicos, los dos se interesan en ti y no sabes por cual decidirte…

Puse los ojos en blanco, en estos casos pensaba que mi hermana era una adivina o algo parecido.

-Sí

-¿No pierdes el tiempo verdad hermanita? –bromeó Lena, parecía sumamente divertida con la situación.

Le saqué la lengua. Si ella supiera todos los problemas que tenía, no estaría tan sonriente.

-No te enojes Bella –dijo Lena-. Sólo debes ser paciente, lo sabrás… tarde o temprano. Además esas cosas ocurren todo el tiempo, no se porque estás tan nerviosa, no es como si fuera algo de vida o muerte ¿o si?

Mi hermana se acercaba bastante a la verdad de lo que ella creía. A pesar que una parte de mí quería confiar en ellos, había otra que tenía un mal presentimiento y eso no me dejaba estar tranquila. Sentí un ardor en la garganta pero decidí ignorarlo, había cosas más importantes que una simple molestia.

Cuando llegó la noche y escuché la lenta respiración de mi hermana, decidí salir del departamento. Ahora que no podía dormir, los días se volvían muy largos.

Me sorprendí al ver a Alice esperándome afuera.

-Hola –me saludó alegremente.

-¿Qué haces aquí? –le pregunté.

-Esperando a que salieras –me contestó-. Aún quedan cosas que tengo que contarte.

-¿Pero como supiste que iba a salir? –le pregunté. Ella comenzó a caminar y yo la seguí.

-Porque puedo ver el futuro –contestó-. Después de que pasa cierto tiempo de que nos trasformamos, normalmente son algunos años, algunos de nosotros presentamos ciertas habilidades… Edward puede escuchar el pensamiento de los demás…

Me quedé petrificada.

-¿Eso quiere decir que él sabe lo que pienso?

Alice sonrió.

-No Bella, tú eres la única excepción –contestó.

-¿La única? –pregunté-. ¿Por qué?

La vi encogerse de hombros

-No lo sé –respondió-. Nadie lo sabe.

Entonces se me ocurrió una idea.

-Si puedes ver el futuro, podrías decirme quien será mi compañero…

Alice negó con la cabeza.

-Aunque no me gusta admitirlo –dijo haciendo una mueca-. Mi visión tiene fallos y en cuanto a la vinculación se refiere son tan ciega como cualquiera.

Suspiré, nada iba a ser sencillo.

Alice sonrió de pronto y sus ojos hicieron contacto con los míos.

-Pronto tendremos compañía –dijo.

Y tan sólo unos minutos después Edward se reunió con nosotros trayendo una ráfaga de viento consigo, la cual despeinó mi cabello.

-Bella –dijo mi nombre como si fuera la palabra más hermosa que se pudiera pronunciar.

-Lo viste en mi mente –lo acusó Alice.

-Sí –admitió el vampiro sonriendo-. Sabía que ibas a ver a Bella y no pude resistirme, tenía que verla también.

Alice puso los ojos en blanco.

-Bella –dijo-. Te dejo en buena compañía –prácticamente desapareció de lo rápido que corría.

-Vamos a dar un paseo –Edward me sonrió y me pasó un brazo por los hombros.

Llegamos a un parque y nos sentamos en el césped, observando como la Luna cubría con destellos plateados el hermoso lugar. Me sentí más tranquila, no era tan malo tener insomnio.

El día siguiente fue un poco más aprisa, las clases pasaron casi sin sentirlas, todo parecía ir mejor, hasta que iba de camino al departamento. Mi garganta comenzó a quemar, era un dolor terrible, casi insoportable, tenía sed. Había cometido un error al ignorar el ardor que me había dado el día anterior… ahora no podía controlarlo.

-¿Señorita se siente bien? –un hombre de mediana edad se acercó a mí. Podía escuchar su corazón latir, escuchar como la sangre corría por sus venas…

-Sí –logré decir con mi garganta seca-. Aléjese de mí, no lo necesito.

Por fortuna me hizo caso, si hubiera permanecido cerca un segundo más, habría saltado sobre él, me estremecí ante ese pensamiento. Tenía que encontrar a un vampiro y rápido.

Sólo que en está ocasión no contada con toda la velocidad de la que era capaz, ya que era de día y el sol, aunque estuviera oculto tras las nubes, me debilitaba.

-Bella te encontré –escuché una voz detrás de mí-. Sentí que algo malo te pasaba… ¿Qué te ocurre?

Me di la vuelta y agradecí ver a Andrew, aunque lo primero que vi fue su cuello, sentí mis colmillos crecer detrás de mis labios.

-Ayúdame –le pedí.

El me abrazó y sentí que girábamos, cerré los ojos ante esa sensación de mareo y cuando los abrí, vi que estábamos en una enorme sala.

-¿Dónde estamos? –musité.

Me ofreció su cuello.

-Primero debes alimentarte –dijo.

Estuve a punto de morderlo, cuando recordé las normas que me había explicado Alice.

-Debe ser de la muñeca –le recordé.

Andrew sonrió y vi un brillo pícaro en sus ojos verdes.

-A mi no me molesta que te alimentes de mi cuello –comentó.

-Pero a mí si –le dije-. Yo respeto las reglas.

-Si eso es lo que quieres –extendió sus colmillos y se hizo una herida en la muñeca.

Cuando extendió su brazo hacia mí, no lo pensé dos veces y bebí de él. El alivio llegó a mí en cuanto el líquido recorrió mi garganta y me relajé. Sentí que Andrew acariciaba mi cabello, fue un gesto tierno de su parte.

Después de un rato me retiré, su herida sanó poco después de que mis labios se separaran de él.

-Gracias –le dije.

Andrew me rodeó con sus brazos y depositó un beso en mi frente.

-Un placer –contestó.

-¿Dónde estamos? –repetí al ver el lugar.

-En mi casa

Arquee las cejas, eso no era una casa, era una mansión. Comencé a recorrer el lugar, me encantó la decoración, parecía un estilo antiguo, sonreí, viniendo de un vampiro con tantos años no debería sorprenderme.

-¿Te gusta? –me preguntó al percatarse de mi expresión.

Le sonreí.

-Sí

-La compre al llegar aquí, hace unas cuantas semanas –continuó-. Al principio no estaba seguro de quedarme mucho tiempo, pero no pude resistirme y veo que no me equivoqué en hacerlo…

Estaba caminando por la sala, cuando recordé algo y me detuve.

-¿Cómo llegamos tan rápido? –le pregunté. Sabía que los vampiros tenían una velocidad sorprendente, pero ni siquiera me había dado cuenta cuando entramos en la mansión.

-Nos transporté aquí –contestó.

Parpadeé. Así que esa era su habilidad. ¿Qué nunca iban a terminar las sorpresas?