Dark Chat

martes, 13 de abril de 2010

Marca de Eternidad

Capítulo 9. Café derramado

Bella jamás se había sentido tan nerviosa en toda su vida, como aquella mañana de nubes grises y brisa fría.


La cafetería estaba medio vacía, lo que era un alivio para ella, ya que no creía que podría concentrarse mucho en el trabajo en las condiciones en las que se encontraba. Pero en el momento que le había cruzado eso por la mente, un grupo de chicas habían entrado a la cafetería.


Con un suspiro cansado, fue a tenderlas. Después de tener que repetirle tres veces el pedido, las chicas no quedaron muy contentas con ella. Se disculpó por su falta de concentración y fue por los cafés.


Se quemó varias veces con el agua caliente, pero logró poner los cuatro en la bandeja. Sólo pudo dar unos pasos, pues sus manos temblaban y las tazas tintineaban al chocar unas con otras.


-Dame eso –Yadhira llegó y tomó la bandeja-. Yo la llevaré, tú siéntate un momento por favor.


La vio caminar ágilmente entre las mesas, y entregar los cafés. Después la morena regresó hasta el lugar donde ella esta, y Bella sabía por el brillo de sus ojos que quería respuestas.


-Ahora, escupe todo –le dijo, en un tono que pareció un tipo de orden.


Bella suspiró. Tenía tantas cosas que le preocupaban torturando su mente, pero no podía decirle nada.


Stein había prometido llegar a la cafetería, y Bella tenía tanto miedo que Edward hiciera lo mismo, no quería que ninguno de los dos se viera de frente, eso generaría problemas, ella lo sabía.


Entonces, ante la insistente mirada de su amiga, se le ocurrió que tal vez podía contarle algo, y es que en verdad ya no podía con todo aquello quemándola por dentro.


-Tenías razón –por fin soltó.


-¿En qué? –la urgió Yadhira.


-Creo que Edward siente algo por mí –las palabras salieron de sus labios le supieron extrañas, pues ella aún dudaba de ello.


Su amiga puso los ojos en blanco.


-¡Claro que sí! –exclamó ella-. Yo lo supe desde el momento en que te llevó a mi casa.


-¿Cómo? –Bella le preguntó, y sus ojos hicieron contacto con los de ella.


Lo que hizo que Yadhira, sin darse cuenta, dijera toda la verdad.


-La forma en la que te mira –respondió-. Cada vez que lo hace casi parece gritarte silenciosamente lo que siente por ti. Te ve como si fueras lo más hermoso en el mundo.


Bella sintió sus mejillas calentarse, y se removió incómoda en el asiento.


-Y tu pareces simplemente ignorarlo –siguió su amiga-, a veces pienso que te hacen falta unos lentes. Pero dime ¿Cómo fue que por fin te diste cuenta?


La joven tomó el filo de la blusa de su uniforme entre sus manos, y comenzó estirarla constantemente, prueba de su creciente nerviosismo. Necesitaba decirle más a su amiga, una parte de la verdad no afectaría.


-En cierta forma, él me lo dijo


Yadhira sacudió su cabeza.


-Ya decía yo que era muy extraño que te hubieras dado cuenta sola –comentó la morena-. ¿Cómo te lo dijo?


-El me dijo que estaba celoso.


Los ojos de Yadhira se agrandaron, y soltó una especie de exclamación, como si se encontrara ante un programa muy interesante.


-¿Pero porque te dijo eso? ¿Qué fue lo que pasó? ¿Conoció a Stein?


Bella dejó escapar el aliento contenido, y le contó lo que había ocurrido la noche anterior, como mucho cuidado de no revelarle para qué había sido la reunión en casa de Stein, ni el encuentro que habían tenido Edward y ella con el vampiro.


-Yo sabía que eso pasaría –comentó Yadhira.


-Pero hoy va a venir Stein –continuó Bella-, y no sé si Edward también lo haga, y no quiero que se encuentren.


-Algún día lo van a hacer –respondió su amiga-, y tú tienes que decidirte por uno.


-Stein no…


Pero Yadhira interrumpió las protestas de Bella con un movimiento de su mano.


-No digas nada –le dijo-, que ya deberías haber aprendido, que en cuestiones de amor yo se más que tú, y si te digo que a Stein le gustas es porque así es.


Bella se mordió el labio.


-No tienes porque estar nerviosa –continuó la morena-, no creo que se vayan a golpear por eso.


Bella no creía que ellos empezaran una pelea por ella, pero cuando Stein viera a Edward, él iba a saber que era un vampiro. Eso si podría generar un pleito, y Bella no quería eso.


-¡Bella! –escuchó una voz masculina detrás de ella, y momentos después era envuelta en unos fuertes brazos.


-Stein –la joven se estremeció, y se alejó de él para girarse.


El le regaló una amplia sonrisa y la tomó de las manos.


-¿Me extrañaste? –bromeó Stein.


Pero Bella no respondió a esa pregunta, porque estaba demasiado ocupada observando la entrada de la cafetería, pues pensaba que en cualquier momento vería entrar a Edward.


-Escucha Stein…


El joven acercó su rostro al de ella, como si quisiera escuchar mejor, y sus labios quedaron a pocos centímetros de distancia.


-¿Si?


Bella se sacudió sus manos y dio un paso atrás, porque no podía estando tan cerca.


-Tienes que irte.


Stein la miró confundido.


-Pero si acabo de llegar…


-Lo sé –lo interrumpió-, pero creo que ahora no es el mejor momento, creo que debes marcharte.


Stein parecía un poco herido por sus palabras, pero en ese instante lo que más le importaba a Bella era sacarlo de ahí, no quería arriesgarse a que ellos se vieran.


-¿Por qué?


Pero antes de que los labios de Bella se despegaran para formar una respuesta falsa, fue interrumpida por su amiga.


-Porque ella cree que hoy también vendrá Edward.


Stein observó a la morena, y se relajó un poco.


-¿Mi competencia? –preguntó algo sonriente.


Yadhira asintió.


-No es…


Pero Bella fue interrumpida de nuevo.


-¿Por qué no quieres que me vea?


-Ella no quiere que haya problemas –contestó su amiga por ella.


Stein asintió, y después una sonrisa se dibujó en su rostro.


-No te preocupes Bella, me comportaré –le aseguro-. Pero no me voy a ir, ya que quiero conocerlo.


-¡No! –Bella exclamó, y con ello asustó a los dos jóvenes, tanto la morena como el rubio la observaron con cierto recelo.


-Ya te dije que no va a pasar nada –intentó tranquilizarla Yadhira.


Pero no sirvió de nada, Bella estaba a punto de explotar.


La tarde se pasó lenta, como una tortura, mientras Bella, por todos los medios intentaba convencer a Stein que se fuera, por supuesto sin éxito alguno.


Sólo hasta que llegó la hora de cerrar, Bella pudo respirar de nuevo, después de todo, Edward no vendría.


-Es una lástima –dijo Stein-, yo tenía ganas de cruzar unas cuantas palabras con él.


-No lo creo –musitó Bella, pero fue tan bajito que nadie la escuchó.


Stein se acercó a ella y la abrazó.


-El hecho de que él no haya llegado y yo esté aquí ¿Me hace ganar puntos? –sonrió.


-No creo que se le pueda llamar puntos a lo que tengo planeado para ti, sino la sueltas en este momento.


Bella tembló entre los brazos de Stein, y asomó la cabeza sobre el hombro de él, sólo para comprobar que el que había llegado era Edward.


-Tú no me das órdenes –dijo Stein entre dientes, pero seguía dándole la espalda.


Bella sintió que él la soltaba lentamente y lo vio girarse hacia Edward. Notó el cambio en Stein cuando los ojos de los dos se encontraron, la espalda del humano se tensó y con un brazo puso a Bella detrás de él.


Stein lo sabía.


-¿El es Edward? –le preguntó a Bella, sin apartar los ojos del vampiro.


-Ese es mi nombre –contestó el vampiro, quien tenía los puños apretados.


-¿Por qué no me lo dijiste, Bella? –cuestionó Stein.


Pero la joven no tuvo tiempo de responder, porque Edward comenzó a avanzar hacia ellos.


-No te acerques a nosotros o te arrepentirás, vampiro –soltó Stein.


Bella se alegró que la cafetería estuviera vacía, y que Yadhira estubiera segura en el almacén, acomodando las bolsas de café.


Edward se quedó petrificado unos momentos, su mirada iba de Stein a Bella.


-Eres uno de ellos –dijo-, tú puedes distinguirnos.


-Sí, y yo seré el que te destruirá sino te alejas de ella –lo amenazó Stein.


Los ojos de Edward parecían llamear de furia.


-No permitiré que nadie me separe de Bella –gruñó el vampiro.


El corazón de Bella dio una fuerte sacudida en su pecho, y ella no pudo encontrar una explicación a eso.


Ni siquiera tubo tiempo para analizarlo, porque en ese momento, Stein golpeó a Edward y él vampiro salió volando por los aires, chocando contra unas mesas del fondo.


-¡No! –Bella gritó, pero nadie la escuchó.


Edward se levantó, y le mostró los colmillos a Stein.


-Al parecer Bella no es la única con dones –comentó Edward y en un segundo estuvo junto a Stein, lo tomó de los hombros y lo lanzó al suelo de la cafetería.


El humano soltó un quejido de dolor, pero logró ponerse en pie.


Bella ya no podía soportarlo más, así que se interpuso entre los dos.


-Deténganse, por favor –suplicó.


-Pero Bella, él es un vampiro…


-Lo sé, Stein –le interrumpió ella-, pero él protege a mi familia y a mí.


El joven se quedó observándola unos instantes.


-Hiciste un trato con él.


Aunque Bella sabía que no era una pregunta, de todas formas respondió.


-Sí.


-¿Por qué Bella? ¿Qué te hizo prometerle?


-Ese es un asunto entre Bella y yo –respondió Edward, dando un paso adelante, más cerca de ella.


Bella sabía que para evitar más problemas, tenía que decirle adiós a Stein, y a todos los que eran como ella.


-Creo que es mejor que no me busques más.


-El te tiene amenazada ¿verdad?


-No, Stein yo…


-No te preocupes Bella, encontraré la forma de liberarte –dijo Stein mientras fulminaba con la mirada a Edward-. Te veré de nuevo, vampiro.


-Estaré esperando –contestó Edward.


En ese momento, Stein se fue, y Bella no pudo hacerle cambiar de opinión, le preocupaba lo que planeaba hacer.


-Stein… -musitó.


Edward la tomó de los hombros y la giró suavemente para poder verla directamente. Los ojos del vampiro reflejaban tanta agonía, que Bella se asustó al pensar que podría decirle.


-Sabes que es verdad cuando digo que no soportaría alejarme de ti, pero si lo que quieres es tu libertad puedo dártela, sólo tienes que pedirlo –el la envolvió entre sus brazos posesivamente, contradiciendo sus palabras con ese simple gesto.


Bella vio tanta soledad en sus ojos, que supo que no sería capaz de dejarlo, tal vez se estaba volviendo loca, pero se empezaba a preocupar por ese vampiro.


-No, así estoy bien –le aseguró.


-¿Segura? –insistió Edward-. Puedes irte con él, si eso es lo que deseas... Dilo ahora, porque no creo ser capaz de volver a hacerte este ofrecimiento.


-No cambiaré de opinión –ella le aseguró.


Los ojos de Edward, parecieron brillar de nuevo, y una sonrisa se dibujó en su rostro, una que esta vez si afectó a Bella, porque sintió sus mejillas arder. ¿Qué le ocurría?


-Perdóname –dijo Edward, de pronto.


-¿Por qué?


-Por lo que voy a hacer –contestó.


Bella no tuvo tiempo de hacer otra pregunta, porque Edward se inclinó sobre ella y la besó. Sus labios se movían sobre los de ella con ternura y cariño, y Bella terminó correspondiendo a ese beso. Edward pareció entusiasmarse por su respuesta, porque sus manos bajaron hasta su cintura, y la acercó más a él para profundizar el beso.


El mundo de Bella parecía dar vueltas, fue una sensación un tanto mareante, pero ella no podía negar que fue bastante agradable.


Edward se separó de ella lentamente, y por sus ojos Bella supo que quería decir algo, algo importante.


Pero fue interrumpido por unos pasos que surgieron detrás de ellos, y una especie de chillido incoherente.


-¿Qué demonios? –soltó Yadhira-. ¿Qué ocurrió aquí?


-Una pelea –respondió Bella.


La morena la observó, y también a Edward.


-Parece que hubo un terremoto –comentó ella, y se dejó caer en la silla más próxima, parecía a punto de estallar en llanto.


-Yo pagaré los daños –le aseguró el vampiro.


-Todo quedará como antes Yadh, yo te ayudaré a arreglar, pero no llores –dijo Bella.


La morena frunció el ceño.


-¡No estoy triste por eso! –exclamó.


-Entonces ¿Por qué? –cuestionó Bella.


-¡Me perdí de todo!




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Capítulo 10. Nubes negras


Bella y Edward ayudaron a acomodar un poco la cafetería. La joven sabía que él podía hacer más, pero con la presencia de Yadhira no era posible que el vampiro utilizara todo su poder.


-Ya no está tan mal –dijo finalmente la morena, después de un rato-. Creo que Bella y yo continuaremos mañana. Gracias por la ayuda Edward.


-No tienes que agradecer –contestó el vampiro-, después de todo gran parte de esto fue mi culpa.


Yadhira hizo un mohín con la boca, y resopló.


-Y me lo perdí todo –musitó-. Bueno, ya no importa, pero cuando vayan a pelearse de nuevo me hablas Bella.


-No lo harán –la joven frunció el ceño.


Yadhira se encogió de hombros y en su rostro se dibujó media sonrisa, dando a entender que ella no creía eso.


-Ya es tarde, tenemos que irnos –dijo la morena de pronto, observando su reloj.


Bella fue la primera en salir, seguida de Edward. Se sentía inquieta, su mente no podía dejar de pensar en Stein y lo que planeaba hacer.


-Te llevaré a tu casa –dijo el vampiro.


La joven levantó el rostro, sus ojos se cruzaron con los de él por unos instantes antes de que ella desviara la mirada. A pesar de la amenaza que había hecho Stein, en esos momentos, había algo que le preocupaba más.


El beso que le había dado Edward, y al que ella había correspondido. No debió hacerlo, porque ellos eran completamente diferente, era una locura. Aún le costaba trabajo creer que él sintiera algo por ella. Y ni siquiera sabía que esperaba él después de eso.


Toda ella estaba hecha un lío.


Edward extendió sus brazos hacia ella, pero no se movió, permitiéndole a la joven tomar la decisión.


Bella se acercó lentamente, confundida por tantos pensamientos que abrumaban su mente, pero cuando se sintió rodeada por los brazos de Edward, se olvidó de todo y se rindió a la sensación de seguridad y bienestar que la llenó. Todo eso era tan nuevo para ella, no sabía porque un vampiro la hacía sentir de esa forma.


Al llegar a la vieja casa de Bella, el vampiro la dejó en el suelo suavemente, al pie de la gran puerta de madera.


-Bella –él le acarició el cabello con suavidad-, no me arrepiento de lo que hice.


La joven se removió incómoda entre sus brazos e intentó separarse de él, pero Edward no se lo permitió.


-Por favor, déjame terminar –pidió-. Sé que tú, por el contrario, si lo estás, y tal vez me odies por haberte robado ese beso…


Bella intentó protestar, pero él la interrumpió.


-Necesito decirte, yo…. Eres muy importante para mí –soltó de pronto, aunque ella pensaba que eso no era exactamente lo iba a decir, pero también sonaba como verdad.


-No lo entiendo –dijo ella-, yo sólo soy una simple humana.


-Para mí –el continuó-, eres lo más hermoso que jamás he visto.


Bella se ruborizó, sin saber que decir ante eso.


-Te protegeré, a ti y a tu familia –prometió él-. Y aunque tu nunca sientas lo mismo, sólo te pido que me des tiempo y no te alejes de mí.


Bella se conmovió ante las palabras que llegaban a ella llenas de profunda sinceridad.


-Yo… Edward yo seguiré aquí… contigo –fue todo lo que dijo Bella.


-Sé que él es cómo tú y que te sientas mejor estando a su lado –dijo el vampiro-, pero no te vayas con él.


-No lo haré.


Edward acercó su rostro al de ella, pero sus labios sólo rozaron ligeramente su frente, después se separó lentamente y enmarcó su rostro con sus dedos.


-Descansa, Bella.


La joven se sintió muy fría ante la separación, y no se explicaba porqué, como tampoco podía entender porque quería volver a sus brazos con tanta desesperación.


Tal vez estaba muy cansada e imaginaba cosas que no sentía en verdad.


Lo vio alejarse, y ella, tras un suspiro agotado, entró en la casa.


La noche avanzó rápidamente, mientras el viento acariciaba la casa con fuerza, y las nubes negras anunciaban que se avecinaba una tormenta. Gotas gruesas de lluvia comenzaron a caer sobre el techo anciano de la casa, y los rayos iluminaron el cielo.


Las manecillas del reloj apuntaban al número doce, mientras las nubes negras continuaban llorando con fiereza, en un intento de alertar a las tres mujeres que dormían en aquella casa, que los problemas se avecinaban.


Por supuesto, ninguna se despertó a tiempo.


El sonido de un rayo, hizo que los ojos de Bella se abrieran, no podía ver nada entre tanta oscuridad, así que a tientas se levantó y buscó el apagador.


Para su fortuna la electricidad aún funcionaba.


-Espero que hayas tenido dulces sueños, inmunda humana, porque lo que te espera en el mundo real se convertirá en una pesadilla.


Bella se horrorizó al ver a Clío de pie, ante su cama, su rostro estaba descompuesto en una mueca de odio, y sus relucientes colmillos relucían debajo de sus labios rojos.


-Mi hermano no estará contento con tu muerte… pero no importa, sólo quiero que desaparezcas de una vez por todas de la vida de MI Edward –gruñó ella.


La joven observó a la vampiresa con atención, intentando pensar en alguna forma de llegar hasta su madre y su tía… o tan sólo llegar hasta el teléfono. Tenía que llamar a Edward.


Pero hubo algo que hizo que Bella se olvidara de todo. El grito sincronizado de dos mujeres, desesperación y terror sonaron al mismo tiempo.


-¡No! –gritó Bella.


Clío se río.


-Mi hermano está jugando un poco con ellas, pero no te preocupes… pronto dejarán de sufrir.


-¡No! –repitió Bella y corrió hacia la puerta, pero no logró llegar a ella.


-Tú te quedas aquí –Clío la tomó del brazo y la tiró contra la pared. La espalda de Bella golpeó con fuerza y finalmente cayó al suelo.


Un gemido de dolor escapó de sus labios.


-Tan frágiles… los humanos son tan débiles, y tan inservibles –la vampiresa hizo una mueca de repulsión.


Tras el sonido de otro relámpago las luces se apagaron. Bella ya no podía distinguir nada, y lo peor de todo era que para su atacante, la falta de iluminación no suponía ninguna diferencia.


-Todo terminará pronto, Bella


Escuchó los tacones de Clío acercarse, los suaves dedos de la vampiresa le aprisionaron de la garganta y la levantó del suelo.


Bella luchó con todas sus fuerzas para liberarse, sin poder conseguir nada.


-Si no te hubieras acercado a él, nada de esto te estaría pasando, humana.


La respiración de Bella comenzaba a faltar, y sus pulmones necesitaban el aire que les era negado… si la vampiresa seguía presionando moriría pronto…


Entonces la casa se volvió a iluminar, el foco encima de ellas brilló con tal fuerza que por un momento los ojos de Bella se cegaron, así que no alcanzó a ver cuando el foco estalló sobre ella.


Escuchó un fuerte ruido en la otra habitación, seguido de un gruñido. Poco después la vampiresa la liberó y Bella volvió a caer al suelo.


-Tenemos que salir de aquí Clío –se escuchó una voz, que Bella reconoció como la de Anker-, he tenido un enfrentamiento con un humano, uno de ellos.


-Tú no eres de los que le teme a lo humanos, hermano –dijo Clío.


-No tengo miedo –gruñó él-. Pero son demasiados y nos causarán problemas, en estos momentos no puedo ocuparme de ellos, estoy más concentrado en quitar de en medio a Edward.


-¡Dijiste que no le harías daño!


-¡Déjate de sentimentalismos! –le gruñó Anker-. Ya te había dicho que sólo quiero dañarlo un poco…


-Pero, ella…


-¡Ya cállate, tenemos que irnos!


Bella escuchó como los pasos se alejaban de ella, intentó ponerse de pie, pero fue inútil, no tenía fuerzas para nada, y la visión se volvía borrosa… ¿Dónde estarían Reneé y Megan?


Logró distinguir el sonido de alguien corriendo, alguien llegaba a la habitación. Bella se estremeció e intentó cubrirse pensando que era alguno de los vampiros, dispuesto a terminar con ella.


-¿Estás bien? ¡Bella!


Levantó la vista y logró reconocer a Stein en la oscuridad, él se veía un poco herido… Se acercó y la levantó en brazos.


-Estarás bien, Bella.


-Mi mamá… mi tía…


Pero sus labios no se pudieron mover más, ya que ella se desmayó.


Cuando los ojos de Bella volvieron a abrirse, se encontró en una habitación amplia, y que por supuesto no reconocía…


-¡Bella, despertaste!


La joven casi salta al reconocer la voz de Megan, la mujer se sentó al borde de la cama, se veía cansada, y su brazo estaba firmemente cubierto con vendas blancas… pero parecía estar bien.


Eso arrancó un suspiro de alivio de los labios de Bella.


-¿Y mamá? ¿Dónde está?


-Está descansando en otro cuarto, no sufrió ninguna herida grave… pero creo que el susto le hizo daño a su corazón –informó Megan, los ojos de la mujer revelaban tristeza-. Pero mientras la cuidemos… ella estará bien, es muy fuerte.


Bella se tranquilizó un poco, pues sabía que la salud de Reneé no era muy estable, pero mientras el vampiro no le hubiera hecho mucho daño, podría recuperarse.


Stein y su padre entraron en la habitación, él joven sonrió al verla, y se arrodilló junto a la cama.


-Me alegra que te encuentres mejor, Bella.


-Las personas de la comunidad nos salvaron –intervino Megan-, estamos vivas gracias a ellos, sobre todo Stein y Ryan.


-Gracias –dijo Bella.


-Lo que sea por ti –le contestó el joven.


-Por supuesto –lo secundó su padre, se paseó por la habitación un momento hasta sentarse en una silla-. Lamento interrumpir tu descanso, Bella, pero me temo que tengo que discutir algo de suma importancia contigo y tu tía.


El hombre cerró la puerta, y Bella intentó incorporarse, pero Stein se lo impidió.


-Todavía no estás completamente bien –le dijo él-, necesitas descansar lo más posible.


-Mi hijo me ha dicho que te encuentras en una peligrosa situación –comenzó Ryan tranquilamente-, me informó que has hecho un trato con un vampiro.


Megan soltó una exclamación de horror y observó a su sobrina.


-Bella… ¿Por qué? ¿Te ha hecho daño?


La joven simplemente negó con la cabeza, no se sentía muy bien como para contestar.


-Normalmente no permitiría que una persona en tal situación estuviera dentro de la comunidad, pero mi hijo me ha hecho cambiar de opinión. Sé perfectamente que cuando un vampiro te ofrece un trato no se tiene otra opción, así que he decidido ayudarte.


-¡Oh, Bella! –sollozó su tía-. ¡Por eso nos han atacado esta noche! ¡Ese vampiro nos quiere muertas!


-Después de un tiempo los vampiros se cansan de los humanos con los que hicieron su trato y los matan –dijo Ryan, como si fuera algo natural-, tu tía tiene razón él probablemente los envió…


-¡Edward no haría eso!


-Los vampiros no tienen sentimientos, Bella –intervino Stein.


Bella se sentía mareada y muy cansada, su vista volvía a nublarse.


-¡Ustedes no entienden, él no… él… no me haría daño!


El hombre la observó por un momento como si estuviera loca.


-Debes estar confundida por el golpe que recibió…


-No estoy…


-El temor es normal –la interrumpió Ryan-, pero el ya no te hará daño, encontraremos la forma de terminar con el trato.


El hombre dijo algo más, pero Bella no pudo escucharlo porque volvió a perder la conciencia.




YA QUEDAN SOLO TRES CAP PARA EL FINAL MIS ANGELES POR FISS DEJEN SUS COMENTARIOS AL FINAL .

Nuestra Nueva Familia

hello mis angeles hermosos al fin ya tengo mi pc y el internet en mi casita  , ahora si de verdad no mas atrazos mil disculpas a todas por los retrazos en los fics .  y aqui ya poniendome al corriente les dejo estos cap
les mando mil besitos a todas las quiero y muchas gracias por seguir el sitio .
Angel of the dark
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CAPITULO 22: DESCONTROL


BELLA POV

¡NO! ¡No! ¿Qué haces? ¡Apártalo! ¡Todo el salón los esta viendo! …¡Bella!


¡No! ¡No!... No lleves tus manos hacia sus cabellos… ¡Bella! ¡Deja de besarlo!


¡Bella! ¡No le acaricies el rostro! ¡Te están viendo, Bella!


¡Noo! ¡No dejes que te acueste en el suelo! ¡Bella estás en el maldito salón de clases con más de veinte pares de ojos mirándote!


¡No!... ¡Bella reacciona! ¡Es tu hermanastro!


Apenas y era conciente de la vocecita que gritaba en alguna parte muy perdida y lejana de mi mente…


"¡De ninguna manera!" – fue lo ultimo que alcancé a escuchar antes de que aquellos deliciosos labios se encontraran con los míos.


La fuerza de voluntad y la cordura me abandonaron en cuanto sentí sus manos aferrar imperiosamente mi rostro mientras su boca se abrió paso entre la mía…


¿Acaso esta loco? ¿Qué pretende?... ¿Qué…?...


Había perdido noción del tiempo y del espacio, (y estoy segura que a él le paso exactamente lo mismo) Mis manos habían envuelto su cuello, mis dedos se habían aferrado a sus cabellos, y podía sentir mi espalda ahora recargada en algo liso, frío y completamente plano: supuse que era el suelo


Debí de haberme sentida aliviada cuando Edward dejó libre mi boca y pude respirar, pero sus pupilas brillaban como una esmeralda fundiéndose en el fuego y me miraban fijamente. No lo pude soportar tener a ese muchacho lejos de mí. Con un movimiento inconciente, casi automático, lo jalé de vuelta hacia mis labios. Y él no se opuso. Sus manos volvieron a atrapar mi rostro mientras que yo enrollé fuertemente su cuello con mis brazos


Tal vez el silencio del exterior era parte de mi loca obsesión por Edward (la cual me impedía sentir otra cosa que no fueran sus manos, su respiración y su boca en el momento que estábamos así de cerca), tal vez siempre hubieron sonidos: gritos ahogados, los típicos carraspeos para llamar la atención, risitas disimuladas… o tal vez (y muy probablemente) nuestra reacción (empezando con la de Edward y terminando con la mía) los había dejado estáticos y mudos durante todo ese tiempo


Cuánto hubiera dado por que el silencio (ya sea mental o real), hubiera durado toda la eternidad para nunca tener que separarme de él.


"¡Bueno ya basta!" – chilló a lo lejos la inconfundible voz de Lauren – "se toman muy en serio los castigos…"


"Creo que para ser un castigo lo están disfrutando mucho…" – dijo alguien, creo que fue Ángela… o no sé


"Y eso que Bella no quería" – terció otra persona.


Y no me importaba lo que yo hubiera o no dicho antes. No me importaba lo que pudieran pensar ellos ahora. Como respuesta al cuchicheó apreté mas mis dedos a los cabellos de Edward y él respondió intensificando el beso


"¡Ya fue suficiente!" – nuestras bocas fueron separadas violentamente de un solo movimiento. La mirada asesina que le dediqué a Lauren fue la misma que Edward le dedicó a Jacob, ambos se habían coordinado perfectamente para separarnos.


Y no fue hasta que vi a mi alrededor, que la conciencia regresó a mi débil mente dominada por el amor. Mis mejillas se encendieron cuando las miradas y risitas insinuantes se posaron en nosotros. Había cometido un error, el más grave de todos, y no sabía que decir al respecto. No sabía cómo poder justificar semejante acción. Podría pegarle una cachetada al atrevido de mi hermanastro pero, ¿Qué caso tenía? si lo había disfrutado de manera descarada…


Miré a Edward, su rostro estaba serio y un ligero rubor se asomaba a sus mejillas. Sus pupilas eran cautelosas, seguramente esperaba mi feroz reacción. Me controlé para no lanzarme de nuevo a sus labios, húmedos y tentadores. Tuve que obligarme a girar mi rostro hacia otro lado para deshacerme de la idea.


"¿Van a seguir con el juego o no?" – pregunté al fin, luchando por que mi voz saliera natural.


Todos se miraron entre sí. Algunos pocos, como Ángela y Ben, se veían divertidos y sus gestos denotaban una picara sospecha, a diferencia de otros como Mike, Jacob, Lauren y Jessica, quienes tenían la piel roja a causa de la molestia. Y para suerte, muchos de los presentes parecían haberse tomado eso de manera natural. Un arranque de pasión y solamente eso, nada de lo cual con que clavarse.


"Creo que el juego ha terminado por mi parte" – murmuró Edward mientras se ponía de pie. Mis ojos lo siguieron de manera inconciente, lamentándose el no poder traspasar las paredes para seguir viéndole mientras salía del salón


"¿Por qué no vas con él?" – preguntó Ángela con voz tan bajita para que nada más yo la escuchara. Aún así, me hallaba tan perdida pensando en él, que su voz me hizo saltar ligeramente – "puede que tengan mucho que platicar después de esto" - clavé mi mirada en sus gentiles ojos castaños, y me reflejé en ellos. Me sorprendí al ver un rostro completamente diferente al que yo conocía. Un rostro de una completa y loca enamorada.


El juego entre los adolescentes seguía ajeno a nuestra conversación.


"No tenemos nada de que hablar" – murmuré y mi compañera negó lentamente con la cabeza y después me dedicó una sonrisa amable


"Tal vez muchos no se dieron cuenta, pero yo si" – dijo tomándome de la mano – "ustedes dos se aman" – aseguró mientras se inclinaba y soltaba las palabras en mi oído de manera confidencial – "es una canción demasiado alta como para no escucharla, si le prestas atención" – se separó de mí, mientras mis mejillas se ponían rosadas


"Yo…" – pensaba negar lo que ella había dicho pero no encontré las palabras para hacerlo. Ángela seguía sonriendo y en ese momento la botella apuntó en su dirección. No escuché el castigo que se le había impuesto, ya que mi mente estaba procesando cada palabra antes mencionada


"Bella, yo te quiero… acepta tu también este sentimiento…"


"nosotras no podemos fijarnos en los Cullen"…


"ustedes dos se aman, es una canción demasiado alta como para no escucharla si le prestas atención"


"Una canción que algún día no podremos cantar más en voz baja…" – musité para mí


"¿Dijiste algo, Bella?" – preguntó Jacob. Tal parecía el coraje se le había pasado. Negué con mi cabeza y me paré enérgicamente del uniforme circulo formado en el suelo – "¿A dónde vas?"


"Tengo una cosa pendiente que hacer" – respondí y sentí las miradas clavadas de varios de mis compañeros, pero a la única que le di importancia fue a la de Ángela, la cual me gritó "¡Ve!" – "nos vemos" – me despedí y salí corriendo por los pasillos (claro, tropecé varias veces pero eso no me detuvo)


Salí hacia el patio de la escuela y lo busqué con desesperación. No tenía idea de dónde podía estar. Habían muchas opciones: el carro, el patio trasero, las canchas… bendito el cielo, no necesité buscar mucho, mis ojos visualizaron aquel despeinado cabello cobrizo a pocos metros. Mis pies se plantaron por un momento en el lugar, negándose a caminar.


"nosotras no podemos fijarnos en los Cullen"…


¡Al carajo con lo que este bien o mal!


Lo amaba. Tal vez siempre lo hice. Tal vez lo amé desde el primer momento… y nunca, hasta ese instante, había estado dispuesta a aceptarlo abiertamente. Y eso era lo importante en ese momento, hacérselo saber… eso era lo importante: el hoy, el ahora… ¿Qué debería importarme más: defraudar a mis hermanas, a Carlisle y a Esme, o defraudarme a mí misma?


Comencé a mover mis pies hacia dónde el estaba. Tenía su rostro entre las manos y estaba sentado en un banco debajo de unos madroños. Aún no me había visto, y no se percató de mi presencia hasta que mis pasos estuvieron lo suficientemente cerca para que los pudiera escuchar chapotear entre los charcos de agua formados por la lluvia nocturna.


Cuando me miró, se puso de pie rápidamente y mi corazón comenzó a latir de un modo frenético mientras caminaba los últimos metros que me separaba de él. Bajé mi mirada hacia el suelo en cuanto lo tuve frente a frente. Tardamos un buen tiempo para romper el silencio


"Lo siento" – comenzó a decir y levanté la mirada para ver su expresión, la cual denotaba un gran abatimiento – "merezco y estoy dispuesto a escuchar todos los reclamos e insultos que estés dispuesta a darme"


"No vengo a reclamarte ni mucho menos a insultarte" – mi voz apenas y salía con fuerza ya que los nervios me habían cerrado la garganta.


"¿No?" – inquirió con gran confusión. Negué con la cabeza mientras reunía valor para decir aquellas palabras. Mis piernas comenzaron a temblar, al igual que las manos, y la respiración se me estaba volviendo difícil. Debía apresurarme ya que si comenzaba a hiperventilar, mi confesión se iba a ir a la ruina inmediatamente.


"No" – afirmé y él esperó con gesto cauteloso, aunque podía ver un brillo impaciente en su mirada – "yo no venía a reclamarte" - ¡Maldición! ¡Eso ya lo había dicho! – "yo… tampoco venía a insultarte" – ¡Eso también ya lo habías dicho, Bella!


"Entonces… ¿A qué has venido?" – formuló la pregunta de manera suave y pausada, sabía que él ya podía predecir lo que venía.


"Yo…" – pensé que los dientes me empezarían a castañear por el temblor que sentía en mi cuerpo – "yo…" - ¡Mierda, dilo ya! – "¿Por qué me besaste frente a todo el salón?" – no sabía bien el por qué habían salido esas palabras en lugar de las que en realidad quería decir.


Pude leer la desilusión en su mirada y pensé que se iba a marchar de ahí, molesto por mi estupida imposibilidad de confesarme, pero no fue así.


"Por que te quiero como un imbecil" – respondió y sentí mi pecho llenarse de algo muy calido – "ya te lo he dicho antes, pero parece que te lo tengo que decir mil veces para que lo entiendas" – rió tristemente – "o tal vez no lo quieres entender" – aventuró frunciendo los labios


"Pregunta contestada" – continuó ante mi silencio – "Te pido otra vez mis disculpas. Soy pésimo para cumplir promesas así que no puedo decir: no volverá a pasar, sería mentirte, pero…"


"No quiero que lo intentes" – interrumpí… ¡Díselo! ¡Ya no sirve más el callarlo! - "Yo te quiero, Edward" – solté cerrando los ojos en un movimiento reflejo. Antes de que pudiera abrirlos, sentí una tierna presión contra mis labios, los cuales se abrieron para recibir aquel dulce sabor.


Mis manos aún seguían temblando, pero eso no impidió llevarlas hacia su cabello. Su boca se movió con dulce impaciencia sobre la mía y…


… que bien se sintió el saber que después de este beso, no abría pelea o excusa para el hecho.


ALICE POV


Por más que luchaba, mi mente no podía extraer aquella imagen.


En todo el resto de la tarde, sentí la mirada de Jasper clavada en mí. Sabía que él no había tenido culpa alguna pero… eso no contrarrestaba el dolor que me daba el recordar como aquella chica había posado sus labios en los de él. En los labios de mi novio.


Tal vez… solo tal vez, si María hubiera sabido que nosotros teníamos una relación, ella no hubiera hecho semejante acción. Lo peor es que no la podía culpar. Ahí, la única culpable era yo, por no tener el valor suficiente que necesitaba para poder decirle a todo el mundo lo que pasaba entre nosotros.


¿Y si el beso le había gustado? ¿Y si después de eso él ya no me quería más?... no pude contener las lagrimas, el solo pensarlo me dolía demasiado como para poder soportarlo


"Alice" – dijo Bella con mucha preocupación – "Estas llorando otra vez, no has hecho otra cosa que no sea llorar desde que venimos de la escuela"


Me pasé rápidamente la mano en mis ojos para secar las gotas saladas que caían de estos.


"No es nada" – dije por décima vez –


"¿Segura que ese chico solo te molestó?" – preguntó Emmet con voz contenida – "si te hizo algo más, debes decirlo para poder aclarar las cosas con él"


Negué con la cabeza mientras me llevaba a la boca un poco alimento. El momento de la comida era demasiado malo para llorar. Luché fuertemente por no seguir derramando lágrimas.


"Ali ¿Ya no vas a comer más?" – preguntó doña Chonita cuando levantó mi plato casi intacto de la mesa. Negué con la cabeza. Esa tarde, ambos: Jasper y yo, habíamos olvidado el repudio que sentíamos por el objeto. Sentí las preocupadas miradas de mis hermanos sobre mí. traté de calmarles con una sonrisa, pero el gesto se me quedó atorado en el intento.


Cuando todos nos pusimos de pie, me dirigí rápidamente hacia mi cuarto. No quería arruinarles más la tarde con mi tonta actitud. Sentí como la mano de Jasper rozaba la mía en el momento en que comencé a caminar hacia las escaleras, tal vez quiso impedir que yo me marchara, pero ignoré el gesto.


Ahí en mi cama, ya no tuve que fingir, abracé a mi almohada que pronto se humedeció con mis lágrimas. ¿Y si después de eso ya no me quería más? ¿Y si el beso de María le había gustado más que los míos? Después de todo, yo solía ser muy inexperta para ese tipo de cosas. No sería difícil de suponer que Jazz ya estuviera aburrido de mi comportamiento infantil e inocente


No soportaba la idea de poder perderlo. No podía soportar el pensar que él podría fijarse en otra que no fuera yo. Me hervía la sangre nada más el pensarlo, y la única idea que la calmaba era la de golpear a esa tal María…


¿Qué era este sentimiento tan fuerte y tortuoso? Jamás lo había sentido antes. Bueno, jamás había sentido muchas cosas hasta que conocí a Jazz. Pero nunca pensé que algunas fueran a ser tan dolorosas y aflictivas, ¿Acaso eran celos? Pensé que eso solo les pasaba a las parejas protagonistas de las telenovelas… pero ¿Qué otro nombre darle si no ese? Celos…


Un leve toqué de nudillos sobre mi puerta hizo ponerme de pie. Mientras caminaba, me limpié las lágrimas, no me preocupé por lo hinchado de mis ojos, sabía que eso no tenía remedio.


"Jazz" – murmuré sorprendida de que mi novio se adentrara rápidamente a mi habitación en cuanto abriera la puerta. Me sentí asustada, eso era algo que jamás habíamos hecho (descartando la ocasión en la que él estaba hirviendo de fiebre)


"No me importa si estas enojada conmigo" – comenzó a decir con murmullos muy rápidos y afligidos – "solo quiero explicarte que yo no quise que pasara eso… yo…" – se paró en seco y su voz bajó aún más de volumen, sus ojos se clavaron en los míos y vi, con profunda tristeza, como se llenaban de lagrimas – "yo no quiero perderte por eso, Alice, no quiero" – una lagrima cristalina corrió por sus mejillas y todo dolor sentido antes fue remplazado por uno nuevo y más poderoso: el suyo


"No llores" – pedí mientras me aventaba a sus brazos los cuales me apretaron muy fuerte, como nunca lo habían hecho


"No te quiero perder, Alice" – volvió a repetir mientras su rostro se hundía en mis cabellos – "perdóname, por favor" – yo también lo apreté muy fuerte, lo más que pude, y después me separé para poder ponerme de puntitas y alcanzar sus labios.


No tuve que esforzarme mucho ya que al entender lo que quería hacer, inclinó su cuerpo y sus manos apretaron levemente mi cintura mientras sus labios se unían con los míos. Yo llevé mis manos hacia sus húmedas mejillas y comencé a secarlas con caricias suaves y tiernas. Sus labios se movieron de una manera diferente a la que se habían movido antes. Eran tiernos, pero profundos y muy deliciosos.


"Perdóname, por favor" – musitó mientras me besaba – "perdóname mi niña, perdóname" – tuve que separarme de sus labios (con suma tristeza) para poder contestarle. Iba a resultar imposible decirle algo coherente en esa situación. Leí el miedo en su mirada ante mi gesto. Sonreí. Era un tonto ¿cómo podía pensar que yo era capaz de dejarlo?


"No tengo nada que perdonarte, Jazz" – le dije mientras pasaba la yema de mis dedos por sus pómulos – "siento haberme portado así… no estaba enojada contigo, si no conmigo"


"No entiendo" – admitió mientras fruncía el ceño


"Más que enfado… sentía miedo" – admití y no pude evitar entristecerme otra vez – "tengo miedo de que te haya gustado el beso de María… de que ella te guste más que yo…"


"¿Estas tontita?" – interrumpió – "¿Cómo se puede ocurrir eso, Alice?" – me encogí de hombros mientras bajaba la mirada y veía mis pies


"Es bonita… además, no tendrías por que esconderte si estas con ella… también parece que no es tan infantil y…"


"Alice, yo te amo" – volvió a interrumpir mientras alzaba suavemente mi quijada con un dedo, para poder examinar mis ojos con los suyos – "para mí, tu eres la más bonita, la más dulce… no hay, ni habrá nadie más"


"¿No te has cansado de mí?" – pregunté temerosa. Él se acercó y besó cariñosamente mi frente


"¿Cansarme?" – sonrió tristemente – "¿De dónde han venido esas ideas, Alice? ¿Cómo puedes dudar de lo mucho que te quiero, de lo mucho que significas para mí?"


"A veces siento que te puedes fastidiar de estar todo el tiempo escondidos"


"Ya te lo dije antes: haría todo lo que me pidieras. Todo lo que tu quieras para ser feliz, si puedo dártelo, te lo daré. No te preocupes, niña bonita, me escondería toda la vida si así tu lo prefieres"


"Gracias, Jazz" – susurré mientras lo abrazaba. Sentí como sus manos se pasaban por mis cabellos y otro besó era depositado en mi cabeza – "te quiero mucho, mucho"


"¿Eso significa que si me perdonas?" –


"Ya te dije que no hay nada que perdonar" – bajé la mirada. Se me había ocurrido una idea la cual me había hecho ruborizar – "aunque…" – callé repentinamente. Tal vez no era el momento correcto: estábamos en mi habitación.


"¿Aunque qué?" – insito él


"No sé…" – me debatía por decirle o no lo que quería – "si tu quieres… podrías darme otro beso" – sentí que mis pómulos iban a explotar de tanta sangre que se estaba acumulando en ellos – "como el que me diste al entrar a mi cuarto" – escuché como mi novio se reía entre dientes y sin decir palabra alguna, me tomó entre sus brazos y comenzó a besarme con la misma intensidad que antes.


Yo me limité a cerrar mis ojos mientras me dejaba llevar por la sensación de cosquilleo en mi estomago. Atrapé su cuello con mis brazos y dejé que sus labios guiaran los míos


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CAPITULO 23: INESPERADO


ROSE POV


"¡Emmet!""¡Quieto!" – ordené emitiendo varias risitas. Realmente no quería que sus manos dejaran de acariciar mi cuerpo, pero estábamos en la casa y no era de noche, eso no era nada seguro para ambos


"Lo siento, lo siento" – dijo mientras se separaba de mí dejando en el transcurso pequeños besos. Le sonreí tiernamente cuando al fin dejó de besarme mientras pasaba mi mano por sus mejillas


"Yo lo siento aún más" – el sonrió ampliamente y sus ojos tomaron un brillo pícaro.


Faltaban solo tres días para que nuestros padres llegaran. Tres días para que nuestra relación se hiciera publica. Siendo sincera, me sentía muy nerviosa, no podía predecir la reacción de Esme o Carlisle y mucho menos la reacción de mis hermanas o del resto de los Cullen.


"Rose" – nuestros rostros se descompusieron en una mueca de horror al escuchar aquella vocecilla al otro lado de la puerta


"Alice" – murmuró Emmet con voz nerviosa


"Ya lo sé" –


"Rose" – volvió a llamar mi hermana


"¿Qué hacemos?" – inquirió mi novio


"¡Métete debajo de la cama!" – ordené y el chico obedeció sin protestar


"Rose, ¿Estas ahí?"


"Si" – contesté – "pasa" – mi hermana entró a la habitación. Me alegró el ver que había recuperado su ánimo – "¿Qué pasa?" – pregunté tratando de disimular mi nerviosismo


"¿Recuerdas que ayer vine a tu recamara para experimentar con tu maquillaje?" – asentí aún sintiéndome confundida. Alice no era de las que se pintaba y, sin embargo, ayer me había pedido permiso para tomar prestadas mis cosas


"¿Quieres que te ayude en algo?"


"Si, pero en este momento no vengo a eso" – respondió mientras miraba hacia todos lados – "Creo que se me perdió un anillo aquí en tu cuarto" – Oh. Oh


"¿Estas segura?" – pregunté poniéndome rápidamente frente a ella – "yo no he visto nada"


"Tal vez rodó debajo de la cama"


"¡NO!" – exclamé en cuanto mi hermana se inclinó para poner sus rodillas en el suelo


"¿Por qué no?" – preguntó sorprendida al ver que mi mano le impedía bajar – "Rose ¿Qué pasa? Estas pálida"


"¿Ali, por qué no vas a tu recamara y traes ropa para que así yo pueda decirte como combinarla con el maquillaje?" – ofrecí y mi hermana negó con la cabeza


"Solo quiero encontrar el anillo" – repuso – "Iré con Edward a la academia de arte" – apreté los ojos y empuñé las manos cuando mi hermana bajó su cuerpo hasta el suelo.


Un grito ahogado salió de su pecho


"¡Emmet!" – exclamó y por poco sentí desmayarme. Tenía que actuar rápido, demasiado rápido. Todavía no estaba preparada para enfrentar a mis hermanas


"¡¿Quién?!" – inquirí de forma inocente


"Emmet esta debajo de tu cama" – informó mi hermana con los ojos dilatados. Me hice la ofendida y la enojada


"¡¿Qué has dicho?!" – volví a preguntar dilatando mis ojos de manera exagerada


"Que Emmet esta debajo de tu cama" – me incliné a la altura de mi hermana y lo vi. Mi novio se encontraba hecho bolita en el rincón más lejano que le permitía la pared, tratando, inútilmente, de esconderse


"¡Enfermo!" – grité salvajemente mientras alargaba mi brazo para cogerle de la camisa y jalarlo hacia fuera – "¡¿Me puedes decir que diablos haces en mi recamara y debajo de mi cama?!" – si. Como era de esperarse, mi novio no tenía ni idea de qué decir. Mi pequeña hermana observaba la escena con interés. Necesitaba convencerla de que realmente yo no estaba enterada de que el mayor de los Cullen estaba debajo de mi cama, así que, con todo el dolor de mi corazón, le pegué una cachetada


"¡Auch!" – exclamó. Me tuve que contener demasiado para no comérmelo a besos para remediar el golpe. Le miré a los ojos. La idea era matarlo con la mirada pero estoy segura de que en mis ojos solamente había una enorme disculpa


"¡Lárgate de mi cuarto!" – ordené y el chico no protestó. Azoté la puerta en cuanto solo habíamos quedado Alice y yo. Miré a mi hermana que estaba tan sorprendida que casi tenía el semblante ido.


"¿Alice?" – llamé temerosa ¿Y si no se había creído todo el numerito? – "¿Estas bien?"


"¿Qué hacía Emmet debajo de tu cama?" - ¡Mierda!


"No sé, Ali…" - ¿Qué le digo? ¿Qué le digo? ¡Piensa Rose!


"Es extraño, ¿no? – asentí nerviosamente. Incapaz de decir algo a mi favor – "¿no será que… le gustas a Emmet?" – me mordí el labio nerviosamente y desvié mi mirada de los oscuros ojos de mi hermana


"¿Cómo puedes pensar eso?" – dije – "Es ridículo…"


"¿Por qué ridículo?" – contradijo – "eres una muchacha hermosa… cualquier chico podría sentirse atraído hacia ti" - ¡Mierda Rose! Tienes que decir algo, RAPIDO. Mi ardilla comenzó a correr fuertemente en mi cabeza y ¡Pum! La idea perfecta llegó a mi mente. Sonreí a mis adentros


"Tu misma lo has dicho" – comencé a decir brindándole a mi voz un acento enigmático y confidencial. Mi hermana movió su cabeza y me acercó su oído, en respuesta a mi repentina actitud – "Cualquier chico" – enfaticé sus palabras – "pero Emmet NO es cualquier chico" – mi hermana se alejó con actitud contrariada


"No entiendo" – admitió. Le hice señas con mi dedo para que se volviera a acercar


"Emmet no es un chico" – susurré y el confuso rostro de duendecillo se agudizo aún más – "Es Gay" – solté rezando por que me creyera. Por sus dilatados ojitos tal parecía que si.


"¿Gay?" – repitió mi hermana sin voz


"¡Alice! ¡Ya es tarde, date prisa!" – ¡Uf! ¡Bella te amo!


"No digas nada" – me apresuré a decir – "cuando vengas, te explicaré"


Mi hermana asintió aún sin recuperar el asombro y se marchó. Cuando la perta se cerró y quedé sola, me deje caer en la cama y di un suspiro profundamente largo. No tenía ni la más mínima idea de cómo decirles a mis hermanas que me había enamorado perdidamente del más odiado de mis hermanastros y que ahora, para colmo, resultaba ser gay.


BELLA POV


Tuvimos suerte de que Alice (quien por cierto había venido muy callada en el camino) haya preferido ir a pasear por la academia de arte. Así, Edward y yo habíamos quedado solos.


"¿Y tu maestro?" – pregunté mientras caminábamos hacia el piano de cola, tomados de la mano


"Esta dando instrucciones a un principiante que se encuentra en el otro salón" – informó sentándose en el banco y atrayéndome junto a él. Unió su mirada con la mía y la sostuvo mientras su dedo rozaba mi mejilla – "aún no puedo creerlo" – murmuró y mis mejillas ardieron. Tuve que desviar mis ojos de sus verdes esmeraldas para poder respirar


"Yo tampoco" – admití y miré fijamente nuestras manos unidas.


Había pasado ya cinco días desde que Edward y yo éramos… novios. El pensar la palabra me hacía estremecer.


"¿Pasa algo, Bella?" – cuestionó tratando de mirarme a los ojos, no se lo permití


"No" – mentí.


"Te conozco" – dijo – "Dime que te pasa… ¿Acaso no estas feliz conmigo?"


"No, Edward"- me apresuré a decir mientras negaba enérgicamente con la cabeza ¿Cómo podía pensar eso? – "no seas absurdo"


"Bueno… desde que estamos juntos no has hecho nada más que estar triste y pensativa todo el tiempo… Bella" – llamó mientras apretaba dulcemente mi mano – "si no te sientes bien a mi lado, dímelo, prefiero que seas sincera y no…"


"Edward deja de decir estupideces" – interrumpí molesta.


"Es lo que siento, Bella" – dijo con voz serena. Me sentí frustrada y mal al mismo tiempo. ¿Cómo explicarle si ni yo misma entendía mis sentimientos? Estaba feliz, por supuesto que si. ¿Cómo no estarlo? Pero también me sentía egoísta, irresponsable e inmadura. Sentía que les estaba fallando a nuestros padres y a nuestros hermanos…


"Edward, yo te quiero" – era la segunda vez que se lo decía – "solo que me siento… confundida" – exacto. Esa era la palabra correcta


"¿Confundida?" – repitió – "¿Por qué?"


"Por todo" – respondí – "por mi mamá, por Esme, por nuestros hermanos" – un largo silencio nos invadió por varios segundos. Seguramente Edward no quería hablar hasta que estuviera más calmada. Era estupido de mi parte el ponerme así justamente ahora que podíamos estar un momento a solas.


"Lo siento" – susurré al fin, mirando hacia el suelo. Un dedo gentil levantó mi quijada y unos dulces ojos verdes me miraron fijamente


"Tranquila" – dijo con voz suave – "veras que todos entenderán nuestra situación… fue algo que no pudimos evitar" – la yema de su dedo se posicionó frágilmente sobre mis labios – "Además, esteremos juntos en esto" – aseguró y yo sonreí, aliviada por sus palabras. Con Edward a mi lado, enfrentaría lo que fuera


"Te quiero" - Cada vez me costaba menos confesarle mis sentimientos, y que bien se sentía… Edward sonrió de lado y sus ojos brillaron cautivadoramente


"Yo también" – dijo mientras su mano capturaba una de mis mejillas y acercaba su rostro para rozar suavemente mis labios.


Nos separamos rápidamente al escuchar el toque de unos nudillos en la puerta. Era el profesor Vulturi. Agradecí fervientemente el que Edward hubiera tomado la precaución de asegurar la puerta al entrar


"¡Bella!" – exclamó el señor en cuanto me vio, ajeno a lo que había pasado antes – "¡Que gusto el verte de nuevo por aquí!"


"Buenas tardes, profesor" – saludé sonriendo de manera amable – "tenía curiosidad de saber como avanza Edward con sus clases"


"¿Por qué no lo compruebas por ti misma?" "Edward, ¿Por qué no tocas esa hermosa canción que tiene poco has compuesto" – propuso


"¿Una canción?" – pregunté asombrada. Hasta donde sabía, Edward solo había compuesta una melodía, dedicada a su madre.


"Son pocas estrofas…" – dijo mi novio quitándole importancia al asunto – "nada fuera del otro mundo…"


"Demasiado modesto, hijo" – interrumpió el maestro – "¿Por qué no dejas que Bella de su opinión? Toca para ella" – insistió y Edward me miró de manera vacilante.


"Estoy esperando" – le dije con una sonrisa enorme y con la curiosidad expectante en mis ojos.


"Esta bien" – suspiró derrotado y posicionó sus dedos en las teclas del piano. Me levanté del asiento para darle su espacio y, antes de que pudiera incorporarme completamente, su mano sujetó la mía – "quédate a mi lado, por favor" – pidió mirándome a trabes de esas largas y oscuras pestañas. Obedecí inmediatamente, hipnotizada por la inconciente seducción de sus palabras


Edward unió fuertemente su mirada con la mía y, por un momento, me olvidé de que alguien más que nosotros se encontraba en esa habitación oscura, iluminada solamente por pequeñas lámparas de reflejos broncíneos. Mi novio también pareció olvidarse un momento de eso, ya que levantó mi mano y depositó un beso en ella de manera tan suave y pausada que el simple gesto me hizo sentir un fuerte mariposeo en el estomago.


En ese momento, me importó poco si la caricia había sido demasiado obvia para los ojos del profesor Vulturi, quien permanecía en total silencio, sentado sobre un elegante sillón de cuero, esperando a que su alumno comenzara a tocar.


"Esta canción, la hice pensando en ti" – su voz fue tan bajita que apenas y la escuché yo.


Y después, sus manos dejaron sueltas las mías y se dedicaron a bailar en las teclas de aquel piano. Al pasar varios segundos, los sonidos se volvieron más suaves y Edward cantó, de una manera tierna y suave. Su voz, única en el mundo, apenas y era un murmullo que se podría confundir con el canto del viento. Yo me encontraba perdida en las notas y en las letras de la música, sintiendo cada palabra rozar y penetrar mi piel. Amor, pasión, odio, deseo, angustia, dolor y rechazo eran los ingredientes principales de aquellos versos emitidos solamente para mí, lo podía sentir, esa canción era exclusiva para nosotros, relataba nuestra historia, nuestro amor…


Me di cuenta de que la canción había terminado por que el aliento de Edward rozando mis mejillas me hizo abrir los ojos para encontrarme con los suyos que brillaban con una deliciosa intensidad


"¡Que hermosa!" – exclamó Alice haciéndome saltar del asiento. Jasper venía detrás de ella. Me alejé de mi novio lo más que me permitió el banco


"Alice, Jasper" – dije en forma de saludo


"Que bonita canción, ¿De qué artista es?" – preguntó la pequeña


"Edward la compuso" – informé mientras me ponía de pie


"¡Wow!" – exclamó mi hermana – "¿dedicado para alguna chica en especial?"


"Si" – respondió Edward sin poder evitar mirarme


"Mi hermano esta enamorado" – comentó Jasper sonriendo – "¿La conozco?"


"Si" – Mi novio bajó la mirada hacia las teclas del piano


"¿En serio?" – terció Alice – "¿La conozco también yo?" – el entrevistado asintió sin mirar al frente – "¿Cómo se llama?" – las piernas se me aflojaron y esperé la respuesta


"Algún día lo sabrán" – respondió Edward sonriendo tristemente – "o al menos, eso espero"


ALICE POV


Durante el camino había venido pensando sobre lo que me había dicho Rose... "Emmet es gay"… No lo podía creer pero ¿Por qué me mentiría Rose en algo así?


Suspiré. "Al fin de cuentas, sigue siendo Emmet" me dije mentalmente y también me pregunté si Edward y Jasper estarían enterados de la situación. No quería cometer una imprudencia, así que decidí olvidarme del tema hasta que llegara a casa y Rose pudiera contarme bien sobre el asunto…


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"¿Por qué no me dejas ver el cuadro?" – reproche mientras hacía un puchero. Mi novio rió entre dientes


"¿Sabías que eres adorable cuando te enojas?" – preguntó mientras me abrazaba por la espalda y su aliento rozo mi cuello. Abrí más mis ojos, mis mejillas se encendieron y el corazón comenzó a palpitar fuertemente


"N…no" – dije y la voz se me cortó por la repentina ola de nervios. Jasper no alejaba sus labios de mi cuello y su risa provocó un extraño estremecimiento en mi cuerpo. La sensación me asustaba, pero me gustaba a la vez, y no fui capaz de alejarme


"Jazz" – murmuré – "los cuadros…" – mi novio se alejó como si mi cuerpo le hubiera transmitido una fuerte descarga eléctrica


"Si" – dijo y pude sentir la congoja en su voz – "Los cuadros…" – giré mi cuerpo para encararlo. Estaba sonrojado, al igual que yo, sus ojos me miraron de manera culpable – "Ali, disculpa si te incomodé…" – negué con la cabeza y bajé la mirada para hablar


"No es eso, Jazz" – interrumpí y comencé a balbucear… pero, suponía que esas palabras no eran malas si se las dices a tu novio ¡Cuánta falta me hacía platicar con mis hermanas para pedirles consejos de cómo tratar a un niño! – "me… me gusta" – admití y comencé a mover mis dedos nerviosamente – "me gusta que me beses… y que me acaricies…" - ¡Alice! ¿Qué haces? ¿Cómo le vas a decir eso, tonta? ¡Seguramente lo vas a asustar! – "solamente que me da… me da pena". Un largo silencio nos invadió y no me atreví a levantar la vista para ver la expresión de mi novio. ¡Excelente, Alice! ¡Seguramente ahora esta pensando en salir corriendo pensando que te quieres aprovechar de él!


"¿En serio te gusta?" – la voz de Jasper fuera de escucharse asustada, se escuchó complacida y me alentó a verle. Su rostro estaba envuelto en una contenida mueca de emoción, timidez y… ¿autosuficiencia? Asentí. Tal vez había exagerado con mis miedos – "Es bueno saberlo" - sonrió ampliamente y me volví a sonrojar


"¿Me vas a mostrar el cuadro si ó no?" – pregunté para cambiar el tema y lo logré. Jasper se había empecinado en no mostrarme aquel dibujo con el cual concursaría


"Pronto lo veras" – repuso – "solo faltan dos semanas ¿Qué tanto puede ser?" – bufé y traté de mirarle de manera asesina pero mi gesto solo pareció divertirle. Acercó su rostro hacia el mío y nuestros labios se rozaron levemente, quebrando todo tipo de "posible" enojo manifestado hacia él


"Eso es hacer trampa" – acusé pero mis brazos atraparon su cuello y lo atraje hacia mí para no separar su boca de la mía


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"Te gustó mucho la canción" – señaló Bella cuando ya íbamos camino hacia la casa ya que en todo el viaje la había venido tarareando. Asentí sonriendo ampliamente


"Es una canción realmente bella, ¿Se la has dedicado ya a la muchacha que la inspiró?" – Edward asintió mientras miraba hacia la carretera – "seguramente le ha encantado"


Al llegar a casa, Rose estaba hablando con mamá por teléfono. Me alegraba y me ponía nerviosa el hecho de que en tres días llegarían. La había extrañado mucho. Emmet bajó por las escaleras y las palabras de mi rubia hermana vinieron automáticamente en cuanto lo vi. Me concentré como nunca lo había hecho en sus movimientos, demasiado varoniles, pensé


"Hola, Alice" – saludó con su extensa sonrisa desdibujadle de su rostro. Una sonrisa muy masculina, al igual que su voz gruesa y ronca – "¿Te pasa algo?" – salté. Me había olvidado en responder


"Estoy un poco distraída" – defendí y el paso uno de sus músculos brazos a mi alrededor


"Ay esa hermanita tan soñadora" – acuso con tono juguetón mientras me levantaba en el aire – "Espero que no sea por algún chico eh" "Soy un hermano muy celoso" – reí divertida. Tal vez era por su complexión alta y fornida; por ese carácter tan divertido y un tanto brusco, lo que me impedía verle de una manera diferente. Y fuera como fuera, Emmet era mi hermanastro preferido.


Pero de todos modos, tenía que platicar con Rose. ¿Cómo sabía ella sobre la preferencia sexual del muchacho? ¿Y qué relación tenía eso con que él estuviera en su recamara?


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"¿Y bien?" – insistí cuando estaba ya en la recamara de mi hermana, a punto de ir a dormir


"¿Y bien qué, Alice?" – preguntó


"¿Me vas a explicar por qué dices que Emmet es… es… gay"


"Es su preferencia sexual, no lo juzgues"


"¡No lo estoy juzgando!" – discutí – "solo quiero saber cómo es que tu sabes eso… te llevas muy mal con él ¿Cómo te lo pudo confiar?"


"No me lo confió" – fruncí el ceño – "yo me di cuenta, y cuando le pregunté, no le quedó de otra más que admitirlo"


"¿Y cómo te diste cuenta de eso?" "Yo jamás lo hubiera pensando de él, sus actitudes son demasiado… varoniles"


"No te das cuenta por que eres muy distraída" – la miré a los ojos y mi hermana no me sostuvo la mirada – "esta bien. Te contaré" – emitió un profundo suspiró antes de continuar – "¿Recuerdas cuando Emmet salió con Victoria el mismo día que yo salí con James?" – asentí – "pues resulta que ese día, Emmet no salió con Victoria, si no con un chico al cual no conozco. Nos topamos en un restaurante y lo vi… eso es todo"


"¿Lo viste con un chico?" – mi hermana asintió severamente. Le creí, la historia tenía lógica – "¿Edward y Jasper están… enterados de esto?


"¡No!" – dijo rápidamente – "no lo saben, ni deben de enterarse hasta que Emmet decida hacerlo publico" – volví a asentir con la cabeza. completamente de acuerdo. Después, recordé el punto principal que quería tener claro – "pero… ¿Qué hacía Emmet en tu recamara?" – mi hermana tardó en contestar. ¿Me imaginé el nerviosismo en su rostro?


"Bueno… eso es algo que no sé" – comenzó a explicar – "seguramente… quería mis maquillajes o alguna tanga..." "Ya sabes, frustraciones personales, tal vez" – la miré con los ojos dilatados y con una mueca de asco. Una cosa era que Emmet tuviera otras preferencias sexuales y otra, muy diferente, era que quisiera usar las cosas de mi hermana (incluyendo su ropa intima)


Emmet con tanga… eso si resultaba algo grotesco de imaginar




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CAPITULO 24: CELOS


ALICE POV


Me miré por última vez en el espejo. No pude evitar el hacer una mueca al ver mi reflejo, lucía… extraña.


Tal vez si me quito el brillo de los labios…


"Alice, ¿puedo entrar?" – salté en mi asiento


"Adelante, Bella" – respondí mientras le daba la espalda a la puerta


"Ya es hora de irnos" – anunció mi hermana y sentí sus pasos acercarse hacia mí – "¿Qué té pasa?" – preguntó al notar que no la encaraba


"Nada" – dije – "en seguida bajo"


Una mano se apoyó sobre mi hombro


"¿Estas bien?" – insistió mientras me obligaba amablemente a verle – "Alice, ¿por qué no quieres que te vea?" – negué con la cabeza aún dándole la espalda


"Te vas a burlar en cuanto me mires" – predije mientras encogía más mi cuerpo para ocultar mejor mi rostro. Escuché el suspiró desconcertado de mi hermana detrás de mí


"Alice, mírame" – ordenó con voz seria mientras hacía girar mi banquito para, al fin, tenerme frente a frente. Mi reacción fue el cubrirme la cara con mis manos, las cuales fueron retiradas por los pacientes dedos de mi hermana. Sentí mis mejillas arder en cuanto sus ojos color chocolate se clavaron en mis facciones


"Me miro horrible y ridícula" – me adelanté a decir. Bella me dedicó una mirada desaprobatoria segundos antes de tornarla dulce y amable


"¿Cómo puedes decir eso? Te ves muy linda" – dijo y sentí como mis ojos se dilataban ilusionados por sus palabras


"¿Por qué esa repentina preocupación por tu apariencia física?" – inquirió con verdadero interés y no la culpaba, realmente, jamás me había sentido preocupada por maquillar mi rostro o verme atractiva, hasta hacía unos cuantos días. Pero, obviamente, no le podía decir el verdadero motivo: Jasper Cullen.


Aunque mi novio me había asegurado que me quería, y que no había alguien más bonita que yo para sus ojos, me había prometido y dispuesto, a mi misma, que no por eso iba a bajar la guardia para que esa tal María (o cualquier otra) tuviera la más mínima posibilidad de quitármelo.


No señor, Jasper era mío y haría cualquier cosa para que él no pudiera fijarse en alguien más que no fuera yo.


"¿Se debe a un chico especial?" – insistió Bella sacándome de mis cavilaciones


"S… si" – respondí mientras inclinaba mi cabeza hacia abajo, no podía mentirle en ese aspecto, ya que, no la lograría engañar, eso estaba claro, Bella era muy perspicaz


"Ohhh" – dijo mientras me miraba con complicidad – "¿Tu novio o…?"


"¡No!" – interrumpí rápidamente. Si le decía que sí, tendría que conseguir un novio postizo y eso no me resultaba agradable (y estaba segura de que a Jazz tampoco le gustaría la idea) – "Solamente me gusta" – aclaré – "pero tengo miedo de que no le guste así como voy" – comenté mientras me veía de nueva cuenta en el espejo


"Tendría estar loco para que no le gustaras" – dijo mi hermana mientras se ponía de pie – "no tardes" – pidió antes de salir


"No" – Suspiré para adquirir valor. ¿Qué pensaría Jasper al respecto? Bajé las escaleras repitiéndome la misma pregunta con temor. Los demás ya estaban esperándome en el carro y, cuando pude reconocer el cabello miel de mi novio, casi me di media vuelta para regresar a mi recamara, quitarme el maquillaje y ponerme algo más cómodo.


Se fuerte, Alice me repetí mientras caminaba con vacilación los últimos pasos que me separaban del auto.


"Buenos días" – saludé sin levantar la vista y me acomodé en el asiento trasero, a un lado de Rose, quien a su vez (y raramente) iba al lado de Emmet. Edward iba en el volante, con Bella de copiloto y Jasper, del quien podía sentir su mirada fija en mí, iba hasta el otro extremo mío


"¡Wow! ¡Hermanita, que bien te ves!" – exclamó Emmet en cuanto entré, aunque el comentario no resultó muy alentador. "Después de todo, es Emmet" dije mentalmente… la visión de un chico heterosexual a uno que no lo era, podía cambiar radicalmente ¿no? Aún así, asentí con una sonrisa tímida como forma de agradecimiento


Lo más difícil llegó al tener que bajar del carro para ir a nuestras clases.


"Rose tiene razón. Te ves muy bien" – dijo el muchacho de ojos verdes con voz amable. Eso me dio un poco más de valor. Dudaba que Edward también tuviera tendencias hacia los hombres, aunque bien podía haberlo dicho nada más por simple cortesía. Con un pesado y resignado suspiro caminé hacia el salón, sentí como Jazz venía detrás de mí, sin embargo, aún no tenía el valor suficiente para encararlo, así que apresuré el paso para dejarle atrás.


Al entrar al aula, la congoja subió hasta completar el cien por ciento ya que sentí varias miradas posadas en mí. No era de las que agachaban la cabeza para caminar, pero aquella vez me vi obligada a hacerlo y caminé rápidamente hacia mi asiento. En ese momento fue cuando más deseé desmaquillarme e ir a casa para ponerme una playera sport en lugar de la blusa de tirantes que llevaba


"¡Alice, que bien te ves!" – exclamó Peter, un chico al cual solo reconocía por ser el típico "pesadito" de la clase


"Gracias" – respondí sin verle mientras seguía caminando. Por primera vez, no me había detenido a saludar a mis compañeras con las que mejor me llevaba, lo haría después, tal vez al final de la jornada. Cuando estaba a punto de llegar a mi lugar de clases, me vi bloqueada repentinamente por una masa de cuerpo que había aparecido frente a mí de un salto


"Te ves preciosa" – desvié la mirada del rostro del chico que estorbaba mi camino – "El cambio te ha sentado muy bien" – prosiguió – "no es que me hayas parecido fea antes pero… desde luego que hoy te ves mucho mejor" – asentí sin decir palabra alguna, pidiéndole con la mirada que dejara mi camino libre, pero tal parecía que el lenguaje físico era mucho para su pequeño cerebro


"¿Me das permiso?" – pregunté con voz neutra y con gesto contraído debido a la enorme incomodidad


"¿Qué te parece si salimos?" – soltó de repente, ignorando mi petición, justamente en el momento en que Jasper traspasaba la puerta del salón. Mis ojos se dilataron por dos cosas: una, la repentina proposición del chico y dos: por que no sabía que reacción esperar de mi novio – "¿Qué dices?" – insistió Peter ante mi silencio. No pude evitar girar mi rostro para ver a Jazz quien venía en camino hacia nosotros con un semblante que jamás en la vida le había visto antes.


"Ehh… no creo que sea posible" – contesté


"¿Por qué no?" – preguntó con voz un poco petulante – "vamos, Ali, acepta" – negué con la cabeza mientras pensaba una manera educada pero definitiva de cortar la… ¿platica?


"¿Me permites?" – salté, pese a que me esperaba tener a Jasper detrás de mí en pocos segundos, puesto que su tranquilo timbre de voz se había descompuesto en un sonido muy severo con el cual no estaba familiarizada.


"¡Jasper!" – dijo el chico en forma de saludo mientras se hacía a un lado para permitirle el paso – "¡Oye, que suerte tienes, ehh!" – comentó frenando la marcha de mi novio – "¡Cómo me gustaría tener yo una hermanita así de linda!" – mis ojos se clavaron fijamente en el semblante del chico de ojos color miel (los cuales esta de más decir que me volvían loca) y me pareció ver que estos le flamearon por un momento


"Lastima que tu suerte sea así de mala" – respondió tajantemente – "en verdad, lo siento mucho" – me quedé boquiabierta. Jasper jamás se había dado a conocer por su falta de cordialidad, al contrario, resultaba ser un chico amable, dulce, tímido y carismático, cualidades que claramente habían sido olvidadas en ese momento.


"Entonces, ¿Qué dices, Ali?" – volvió a preguntar Peter, tal parecía, le era fácil ignorar los pequeños detalles importantes de la vida, como el rechazo dado de manera sutil o las amenazas de muerte dadas con una simple mirada. Viajé mi vista una vez más hacia Jazz, quien ya se había sentado en la banca, con las manos empuñadas y el rostro endurecidamente inclinado en nuestra dirección


"No" – respondí esta vez con voz un poco más firme – "gracias" – esperaba que el chico se hiciera un lado, pero parecía que sus pies se habían quedado estancados en el suelo. Al menos había quedado un espacio más amplio después de que Jazz pasara entre nosotros, así que me moví entre esa brecha y al fin pude acomodarme en mi asiento. Agradecí en el momento en que la maestra entró hizo acto de presencia y llamó al salón para que se guardara silencio.


El resto de la clase estuve esperando a que Jasper desempuñara sus manos, más no lo hizo. Por un momento, me pareció escuchar un pequeño gruñido emitido por él cuando Peter se giró en plena clase para guiñarme un ojo de una manera que, se suponía, debía ser coqueta. Lo ignoré tantas veces hizo lo mismo


"Jazz" – llamé cuando fue la hora de salida. No solía hacer eso, para cubrir las apariencias, pero sentí una necesidad muy fuerte de preguntar si se sentía bien ya que la actitud distante (no solo conmigo, si no con todos) me había dejado preocupada – "¿Estas bien?" – pregunté en cuanto se detuvo y lo pude alcanzar


"No" – respondió con aquella voz tan poco familiar – "no lo estoy" – sus ojos se clavaron en mí, pero no de esa manera calurosa que hacía que mi sangre se acumulara en mis mejillas, no. Sus pupilas se mostraban claramente endurecidas, provocando que renaciera en mí, la inseguridad que traía el haberme maquillado esa mañana ¿Y si para él me veía mal? Después de todo, eso era lo que en realidad me preocupaba: su opinión


"¿Por qué?" – pregunté temerosa y no recibí respuesta alguna. Jasper simplemente había clavado su mirada en la pared color crema que se levantaba detrás de mí, con gesto distante – "¿No te gustó el cómo me veo maquillada, verdad?" – aventuré logrando que sus ojos dejara de ver a la masa de cemento para verme


"¿Qué?" – inquirió de forma incrédula


"Ya no te gusto" – dije murmurando para que mi voz no se quebrara – "¡Sabía que no era buena idea…!"


"Alice" – interrumpió recuperando aquel timbre de voz dulce – "¿Crees que estoy molesto por que no me gusta el como te ves?" – asentí con la cabeza mientras miraba mis pies. Un par de gentiles manos se posaron en mi rostro, levantándolo con delicadeza – "¿Cómo puedes pensar eso, tontita?" – preguntó clavando la miel derretida de sus ojos en los míos


"¿No es eso?" – él negó levemente con la cabeza – "¿Entonces…?"


"Alice" – volvió a interrumpir – "¿Acaso no te he dicho ya que para mi eres la más hermosa de todas?" "Por supuesto que me fascina el como te miras hoy, y seguiría igual de fascinado si vinieras sin maquillaje o sin arreglarte… Ali, mi niña, estoy enamorado de tu personalidad, no de tu físico, que igualmente me resulta maravilloso. Pero, aún si tuvieras el pelo enmarañado y con tubos en el, lo que siento por ti no cambiaría en lo más mínimo ¿Por qué no entiendes eso?" – me quedé sin palabras mientras las suyas penetraban y se instalaban en lo más profundo de mi ser con un calido y reconfortante sentimiento. Me amaba, y no por ser bonita o no, si no por que, raramente, le gustaba mi personalidad: tonta y aniñada, pero al fin de cuentas, adorable para él. Me amaba, eso era todo y era más que suficiente.


"Discúlpame" – continuó – "no quería que mal interpretaras mi actitud, aunque realmente jamás imaginé que fueras a llegar a pensar eso" – sonrió – "nunca podría enojarme contigo ¿No recuerdas la promesa que te hice?" – claro que la recordaba, había sido tenía ya varias semanas, cuando apenas y mis sentimientos por Jasper empezaban a tomar forma, cuando creía que él jamás se podría fijar en mí y me conformaba al pensar que, al menos, podría llegar a ser una buena amiga para él – "Estaba… más bien estoy molesto, si, pero no contigo"


"¿Con quién entonces?" – pregunté frunciendo el ceño. Mi novio suspiró antes de contestar


"Con Peter" – respondió y su voz se volvió a endurecer levemente – "me sentí extraño al escuchar cómo te pedía que salieran juntos… supongo que me puse celoso… y mucho"


Entonces, entendí todo. Comprendía como se había sentido. Seguramente, fue algo muy parecido a lo que yo había sentido por María ese día en el que sus labios se habían pegado con los de mi novio. Me dieron ganas de abrazarlo fuertemente para dejarle en claro (como él lo había hecho en su momento) que ningún otro, más que él, me gustaba ni me gustaría, pero varios alumnos comenzaban a recorrer ya los pasillos, así que me limité a acariciar su mejilla por un momento mientras le susurraba, muy bajito que le quería


EDWARD POV


Eran las dos de la mañana y no podía dormir. Suspiré mientras somataba mi cabeza contra la almohada… "¡No, Edward!" Me repetía mentalmente una y otra vez. "¿Y si tampoco ella tiene sueño y esta despierta?"... fruncí los labios al escuchar la otra parte de mi conciencia, a la que, obviamente preferí obedecer.


Caminé de puntitas hacia su habitación "al fin de cuentas, esta frente a la tuya, eso es una buena señal…". No sé por qué, tuve la necesidad de mirar hacia todos lados al salir de mi cuarto. ¡Vamos, tus hermanos no son como tu!, ¿Qué podrían estar haciendo a esta hora despiertos?"


¿Debo tocar? Fue lo primero que me pregunté al estar frente a la puerta "Si esta dormida, la despertaras" suspiré y me decidí por probar con la suerte. Estaba abierta. Fui entrando poco a poco en la habitación, cerrando la puerta detrás de mí. Sonreí al recordar la primera vez que había hecho algo similar y repentinamente me llené de inseguridad ¿Y si se molestaba?...


Me acerqué para verle mejor. Estaba dormida y cubierta por las cobijas hasta medio cuerpo. Era una noche fría y me dio miedo el que se enfermara, cuidadosamente, lleve mis manos hacia las sabanas y las subí suavemente hasta cubrir todo su cuerpo. Bella sonrió, seguramente estaba soñando, la observé durante otros segundos, contemplando la tranquila serenidad de su rostro pálido. Mis ojos recorrieron lentamente cada una de sus facciones, memorizando una y otra vez cada ángulo de su rostro delicado y suave; sus pómulos sobresalientes y rosados como pétalos de flor; sus grandes y expresivos ojos cerrados y las pestañas gruesas y largas que los adornaban; su nariz, pequeña y fina; sus deliciosos labios entreabiertos los cuales deseé besar, pero me contuve ya que no quería interrumpir sus sueños. Me incliné con la intención de depositar un beso en su frente antes de irme, cuando comenzó a despertarse.


Contemplé maravillado como sus ojos color chocolate se iba abriendo poco a poco con delicadeza hasta que se percataron de mi rostro a pocos centímetros de ellos


"¡¿Edward?!" – exclamó con un murmuró y toda somnolencia se fue de su expresión


"Bella" – dije sonriendo en la oscuridad. Esperé por su reacción, aún temiendo de que fuera a enojarse, más pude ver expandirse una sonrisa en su rostro mientras acomodaba su cuerpo para poder sentarse


"¿Qué haces aquí?" – preguntó divertida. Me senté frente a ella y busqué sus manos


"Te extrañaba" – admití viendo nuestra unión – "no podía dormir, por pensar en ti… espero no te moleste mi atrevimiento"


"¿Molestarme?" – repitió – "No lo creo. Has hecho que el sueño que tenía hace unos minutos se volviera realidad, en parte" – fruncí el ceño – "estaba soñando contigo" – explicó, haciéndome sonreír complacido


"¿En serio?" – asintió. Aún en la oscuridad pude percatarme de su sonrojo. Eran tan… maravilloso – "¿Y que soñabas, precisamente?" – quise saber. Mi novia negó con la cabeza


"No te lo voy a decir"


"¿Por qué no?"


"Es un sueño demasiado ridículo, por no decirle de otra forma"


"No importa" – discutí – "de todas formas, quiero saberlo" – Bella volvió a negar – "Por favor" – suplique y, tras varios segundos, se rindió


"Soñé que nuestros hermanos también estaban juntos y que ya no había motivo para escondernos, al menos de ellos" - dijo rápidamente, casi de forma inteligible. Pude darme cuenta como su semblante se entristecía, al mismo tiempo que el mío – "te dije que era ridículo" – apreté mis manos alrededor de las suyas


"Claro que no" – me apresure a decir – "podría existir la posibilidad, aunque claro, sería algo un poco… extraño" – mi novia rió sin humor


"Muy extraño en realidad…" – acordó. Me acerqué más a ella, al no tener más que decir al respecto, y la tomé entre mis brazos. Sentí como su cabeza se recargaba en mi pecho y como su calor se combinaba con el mío de manera reconfortante. Yo me limité a hundir mi rostro en sus cabellos y cerré los ojos, sintiéndome extrañamente bien al poder estar de esa forma con ella. A los pocos minutos, Bella emitió un pequeño bostezo sin intención


"Descansa" – murmuré y ella se negó con un movimiento de cabeza


"No quiero que te vayas" – reí entre dientes y apreté más mis brazos a su alrededor


"No me iré" – prometí – "me quedare a tu lado, y velaré tus sueños" – pasé mis dedos suavemente por sus cabellos, sintiendo la textura sedosa de estos mientras hablaba – "Duerme" – pedí mientras lentamente, y con delicadeza, movía su cuerpo para que se acostara sobre la cama. Bella no se opuso al movimiento, más su mano no soltó la mía y, entre sueños, pidió:


"Acuéstate conmigo"


Sonreí abiertamente ante sus palabras y acomodé mi cuerpo hasta quedar completamente encima de la pequeña cama, a su lado. Instantáneamente, Bella, quien ya había cerrado por completo sus ojos, pasó uno de sus brazos alrededor de mi cintura, mis brazos también buscaron su lugar y se dirigieron hacia su espalda


"Que tengas buenas noches" – le deseé mientras depositaba un ligero beso en la coronilla de su cabeza y, como respuesta, sentí como su rostro se apretaba contra mi pecho e inhalaba profundamente, mientras se entregaba completamente a los brazos de Morfeo, con una pequeña sonrisa dibujada en sus labios