Dark Chat

martes, 4 de enero de 2011

Máscara de odio

Cap.21. Edward Cullen

Agosto

Luche por controlarme para no saltar encima de ellos, para entrar a la unidad de Bella, estaba desesperado por verla despierta y ver sus ojos volviendo a mirarme. Escuchar su voz volviendo a hablarme.

Sentía que podía estar preparado para que esos mismos ojos se pintaran de odio, del odio que merecía, pero el que iba a cambiar tan pronto como pudiera hablarle de mis sentimientos.

Ella podía pegarme, podía lanzarme cosas, podría llamarme cualquier cantidad de guarradas y aun así permanecería frente a ella, soportando estoicamente hasta que se ablandara, así demorara años, ella lo valía.

Por Dios que lo hacía.

Alice me miraba como si comprendiera lo que pasaba por mi mente, de pie casi a mi lado pero en una posición que dejaba claro que quería interponerse, Jacob aun tenía una de sus manazas en mis hombros evitando que avanzara hacia donde se encontraba ella. Lo mire exasperado y suplicante a la vez. El dejo caer su mano y controle nuevamente el infantil impulso de salir corriendo, esto debía pensarse y hacerse con cabeza fría.

Alice asintió lentamente, pero ahora fue mi turno de leerle la expresión del rostro y tal vez un poco de la mente, ella temía por como Bella pudiera reaccionar al verme y si eso la afectaría, y por lo que podía leer de Jacob, él pensaba exactamente lo mismo.

Intente serenarme a pesar de que sabía que ellos tenían razones de sobra para creer lo peor, yo mismo lo hacía, pero esto iba mas allá de los sentires y los pensamientos pronósticos de otros, yo simplemente no podía dejar de entrar a verla, así fuera solo un vistazo.

No, no sería solo un vistazo y me conocía lo suficientemente bien para afirmarlo, yo tenía que hablarle, tenía que escuchar su voz, después de privarme de ella por cinco meses, yo debía…

Respire profundamente, "cálmate", pensé para mí mismo.

- ella estará bien – afirme a Alice y Jacob – intentare… no hare nada para perturbarla.

No parecía que eso les valiera, pero yo no podía esperar más, no podía perder más tiempo, tiempo valioso, tiempo en el que podía hallar mil maneras de decirle que la amaba, que la necesitaba, y que estaba dispuesto a todo por recuperar su amor.

Me di la vuelta y enfile mis pasos hacia la unidad de Bella.

Abrí lentamente la puerta, era un vestigio de las miles de visitas anteriores que le había hecho en donde procuraba hacer el menor ruido para dejarla tranquila.

Debía cruzar una pared que hacía las veces de pequeño lavamanos para poder verla directamente así que di los pasos restantes sintiendo como mi propio corazón volvía a saltar a la vida de manera fuerte y rápida.

Estaba tenuemente iluminado, como siempre, parecía que este tipo de luz daba algúna relajación.

Apreté mis manos en sendos puños cuando una ráfaga de su olor penetro por mi nariz como siempre lo hacía, mientras más me acercaba.

La pared dejo de ser un obstáculo…

Y allí estaba ella, tan pálida y delicada como siempre, con los ojos abiertos mirando hacia el techo de la habitación.

Las grandes lagunas de color marrón no tenían el brillo característico que recordaba demasiado bien en mi memoria, de los días en los que habíamos sido felices, porque si lo habíamos sido, así yo no pensara de esa manera en ese entonces, ahora eran solo dos lagunas marrón frías...Sin vida…vacías.

Los ojos permanecían fijos, como si de alguna manera algo absolutamente interesante estuviera pasando en el techo…como si hubiera enloquecido.

Su nombre se me atoro en la garganta y solo pude verla y como había hecho miles de veces, empaparme de su mirada, y sentirme aliviado, profundamente aliviado de que se encontrara en ese estado de salud, viva, con el corazón palpitando.

Di unos pasos mas para acercarme más a su olor, a su figura…a su misma esencia.

Lentamente, como si de alguna manera estuviera poseída, los ojos se movieron hacia mí, de pie a los pies de su cama.

Ninguna emoción se entreveía en ellos, era como si se tratara de un cuerpo sin alma…un zombi.

- Bella….- murmure, apreté el nombre entre mis labios con ansiedad contenida… la fijeza de su mirada era incomoda… hubiera dado todo lo que tenía por poseer el don de leerle la mente, así podría saber que estaba pensando en esos momentos y si me estaba reconociendo, o si estaba empezando a orientarse, a recordarme…y a odiarme.

Pero no decía nada, solo me miraba así, como si no reconociera a nadie y a nada.

Me acerque más intentando buscar una reacción más definitoria, algo que me dijera más que el hecho de que estaba despierta, algo que me dijera que podía reconocerme, que me odiaba, que había intentado suicidarse por la pena de perder a nuestros hijos…algo.

Me incline en la cama y puse mi rostro a centímetros del de ella, muriendo lentamente por besar sus labios y acariciar su rostro, pero refrene mis impulsos primarios mientras volvía a tener su rostro a un palmo de distancia, tenía sus ojos clavados en los míos.

Subiendo mi rostro, deseando demasiado inclinarlo para besarla como realmente quería hacerlo, pose mis labios en su frente, con todo el amor que sentía por ella desbordándose de mi cuerpo, tratando de transmitírselo a ella de manera brutalmente poderosa, pero que solo se concentraba en el gesto que estaba teniendo lugar.

- Bella…- volví a susurrar mientras la boca se me llenaba del dulce sabor de su nombre – No sabes…cuanto…cuanto me alivia que estés bien, cuanto necesitaba verte…sentirte – roce nuevamente su frente con mis labios- saber que estas viva.

Ella siguió sin moverse, y pensé que tal vez estuviera dormida, con los ojos abiertos…

-Te amo….te amo…- repetí esas palabras en su cara dispuesto a repetirlas durante el resto de mi vida si era necesario.

Erguí mi estatura sin retirar mis ojos de ella, intentando hacerle saber por medio de esa mirada que esas dos palabras eran tan ciertas como precisas… mas adelante pediría perdón…tanto como le diría que la amaba

Escuche un movimiento detrás de mí, se trataba de Alice que se `puso a mi lado y soltó un casi imperceptible gemido de angustia al mirar la expresión totalmente confundida y perdida de Bella…

Sus ojos nos miraron otra vez y siguieron su entorno de manera lenta y detallada, como si no supiera la razón de su estancia aquí.

Cuando termino cerró los ojos y su pecho comenzó a agitarse con espasmos casi dolorosos, me encogí ante su acción dando por sentado que a su mente habían vuelto los recuerdos que vivió la última vez.

Los sollozos continuaron en aumento como en desesperación, Alice se volvió hacia mi suplicante…

- ve a llamar al médico Emmet…- sus ojos también se llenaron de lagrimas aunque no sabía la razón, estaba desolado, y mi felicidad se había esfumado un tanto ante esto, aun debía aclarar con el médico cual era la situación de Bella….

Mientras salía escuché que Alice le decía

- Bella…cálmate – en tono maternal ante los desgarradores sollozos de esta.

Cerré la puerta con la misma suavidad con la que la abrí, pero sintiéndome infinitamente peor, al final todos los miedos de Alice se cumplían.

Jacob esperaba en la estancia y supuse que al ver mi cara saco sus propias conclusiones.

Le encargue mi labor porque, como me había pasado muchas veces antes, no tuve el valor de irme lo bastante lejos así sus reacciones hacia mi fueran de repulsa. Enterré la cabeza en las manos y sentí mis pensamientos fluir con toda la rapidez que podían haciéndome sentir ligeramente mareado.

Me encontraba demasiado atado de manos, no se me ocurría que hacer para manejar esta situación. Pocas eran las veces que las situaciones se me salían de las manos, pero esto había sobrepasado los límites desde la primera vez que la vi.

Escuche los pasos de Emmet un momento después, me miro de manera que me pareció algo reprobatoria, pero ¿qué podía saber el de mi perniciosa necesidad y de las ansias que me consumían?

Alice salió de la habitación, por la expresión de su rostro me pregunte si sería prudente siquiera hablarle. Pero ella se acerco, parecía entender, también esta vez, cada uno de mis pensamientos.

- se ha tranquilizado en cuanto saliste…pero….no ha mencionado ni media palabra –

- se lo dijiste a Brandon?- le pregunte aclarándome la garganta un segundo.

-sí, la está revisando…creo que no demorara en salir a darnos noticias.

Parecía que habíamos retrocedido en el tiempo, en aquel mes en donde todo fue negro y oscuro y la vida de Bella estaba tan en peligro como al principio, y dependíamos enteramente de lo que Emmet Brandon pudiera encontrar de positivo en la situación de Bella.

Volví a negar con la cabeza mientras esperaba que el médico saliera pronto.

Solo hasta después de media hora hizo su aparición el Dr. Emmet.

- ¿qué paso?- pregunto Alice inmediatamente sin darme tiempo para hablar.

- físicamente todo parece estar bien, aunque tendremos que hacer algunos estudios complementarios para su cerebro…el caso es que…no pronuncia palabra…se expresa en silencio. Pareciera ser esa, al menos por el momento, la única secuela neurológica a gran escala, pero debemos estudiarla y también interconsulta la con psiquiatría… - su voz pareció alterarse un momento al mencionar esa especialidad, pero se repuso rápidamente - ellos también deben valorarla, es posible que, debido a su intento de suicidio, se encuentre en un estado grave de alteración emocional y pueda atentar contra su vida nuevamente.

- ¿volverá a hablar? – pregunte sin poder evitarlo, aunque eso no me importaría demasiado si en realidad ocurriera.

- de acuerdo a como salgan los estudios y su avance, y la valoración con el psiquiatra `podremos identificar si su mudez nace a partir de alguna secuela fisiológica por la hipoxia cerebral o si su trauma se manifiesta de esa manera, quedándose sin habla, en ambos casos, se estudiaran todas las posibilidades para dar solución al problema de la manera en que mas la beneficie. Pero debemos tener en cuenta que la mudez puede ser uno de muchos signos de que su respuesta neurológica se haya alterado.

Estudios y más estudios, ¿no se suponía que los médicos lo sabían todo?

¿Para qué más estudios?

Debía controlar mi propia necesidad de más antes de estropearlo todo con mi volátil carácter. Asentí en silencio tan resignado como era posible pero teniendo grabada a fuego la expresión de Isabella al mirarme por primera vez, si me bañe en el chocolate de su mirada, aun a pesar de su carencia de brillo sus ojos tristes volvieron a atraparme.

- tienes que tener fe… - susurro Alice mirándome de frente – creo que ha pasado lo peor…-

Lo peor para ella, pero para mí empezaba, en esos momentos comenzaba mi lucha para rescatar nuestro amor. Debía pegarme de su recuperación y convencerla de mi amor por todos los medios posibles.

Media hora, mas tarde pudimos entrar a verla de nuevo, estaba sedada para evitar agitaciones y ya había sido participe de otro examen, según Emmet estaría sedada hasta que el psiquiatra pudiera valorarla.

Me senté en la silla que se encontraba en el cabezal, el aspecto de Bella había mejorado un poco, tal vez tuviera que ver el hecho de que las enfermeras habían hecho lo suyo para que ella ingiriera algo de comer desde que había despertado, yacía nuevamente dormida, como la Bella durmiente de mis sueños infantiles, tan real y física que podía tocarla…pero debía abstenerme, aunque el ansia por ella comenzaba a regresar con refuerzos después de nuestros meses de separación.

Me quede mirándola durante mucho, mucho tiempo, en ocasiones sus parpados de movían rápidamente, como si estuviera soñando con algo, o alguien…seguramente soñaba con nuestros hijos perdidos…aquellos a los que pensaba repetir la visita por la paz que me traían.

Alice dio media vuelta para retirarse entendiendo que necesitaba estar con ella a solas.

No era algo bueno el hecho de que Bella no pudiera hablar ya que suponía que ella esperaba descargar todo su dolor gritando y más. Levante mi mano y la deslice suavemente por su mejilla sintiendo cosquillas y picor en los dedos como sensación alterna. Toque su frente y palpe delicadamente cada contorno de su rostro volviendo a llenar mi mente de rezos para que ella se pusiera bien del todo, para que pudiera escucharme y pudiera recuperar su confianza… y su voz.

Salí casi una hora después por respeto a Alice, en el momento en que Salí ella se encontraba con Jasper, parecía estarle contando los avances de Bella.

- Jacob llamo hace unos momentos – comento cuando me vio acercarme, recordé que después de haber entrado a ver a Bella, bajo su tutelar mirada, no había vuelto a verlo cerca – tuvo que hacer un viaje de urgencias con Leah pero regresara en unos días.

Asentí sin mayores entusiasmos preguntándome que haría Bella si hubiese sido Jacob la persona a la que vio acercarse a su cama.

De pronto volvía a la vida mi faceta de celoso pendenciero, pero no tenía derecho a sentirme celoso así estuviera muriendo por dentro.

Alice volvió a la habitación de Bella y yo espere que saliera. Eran casi las cinco de la tarde cuando lo hizo.

Era mi turno de quedarme esa noche. Lo eran todas las noches, momentáneamente habia olvidado mi propio concepto de casa, a la cual acudia solo a bañarme y cambiarme de ropa, mi casa ahora estaba al lado de Bella.

Sentía una sensación de paz infinita cuando entraba a la ahora habitación…perfumada con su esencia, combinada con los medicamentos que tomaba y el aire que circulaba por una ventana enrejada. No me importaba quedarme atado a una silla siempre que pudiera verla.

¿Sabes? – susurre lentamente dejando mi mirada sobre ella de manera obsesa – desde que te fuiste de mi oficina no he dejado de pensar en ti en un solo momento. Hice algo de lo que me arrepiento – podía estar hablando conmigo mismo, ella podía no estar escuchándome pero sentía que podía contarle todo, tal vez nunca me perdonara a mí, pero sentía que podía al menos justificar mis actos con mis sentimientos. – encontré el diario que te regale hace algunos meses….aquel en donde decías en cada página lo mucho que me amabas - sonreí tristemente al recordar sus hermosas palabras – te eche de menos…de una manera compulsiva…me di cuenta de la verdad demasiado tarde…y aquí estamos…tu, tan cerca de la muerte y yo… - no había poder o inteligencia humana que pudiera definirme, al fin de cuentas me había convertido en un animal, en un cuervo sin alma.

Escuche un ligero toque en la puerta. Volví mi mirada procurando esconder las traicioneras y bienvenidas lágrimas de mis ojos.

Entro una medico que no reconocí…una muchacha joven y pálida, rubia y angelical.

- es usted familiar de la señorita Swan? - pregunto con voz ronqueta

-La señora Cullen – corregí automatamente, sonando un poco grosero - lo siento...- me disculpe, mi personalidad había cambiado demasiado – ella es mi esposa. – no pude abstenerme de señalarle. Al menos a los ojos de la ley ella aun me pertenecía.

La mujer no se inmuto por mi falta de serenidad ni de buenos modales, solamente extendió la mano y estrecho la mía.

- Mi nombre es Rosalie Hale….soy la psiquiatra de este hospital…su esposa fue pasada a mi lista de consulta… tengo entendido que tuvo un intento severo de suicidio…- la mirada de la medica se torno demasiado suspicaz para mi gusto, como si, mágicamente, tuviera el conocimiento de que el intento de suicidio de mi mujer había sido mi real culpa. Me amedrente un poco ante la frialdad que adquirieron los que, hasta ese momento, me parecieron angelicales ojos. Tuve la necesidad de justificarme.

- fue un malentendido – ok, esa era una excusa demasiado patética pero no conocía lo suficiente a la Dra. Hale como para relatarle los pormenores, esos que no se podían poner en las historias clínicas. – tuvimos unas palabras y…- pero de repente no pude justificarme, porque en el fondo no había justificación posible. Negué con la cabeza y volví a sentarme. Pero debía ser demasiado obvio que mis sentimientos habían cambiado, solo basto con que la Dra. Hale presenciara el momento en que deslizaba sobre Isabella la mirada que contenía mi amor, el deseo de protegerla, el deseo por ella, y la tristeza que sentía por su actual situación, para que su mirada volviera a ser la del principio.

- lo siento mucho – murmuro ella luego de un momento.

Se acerco a la cama de Bella, pude ver que vestía una bata que ocultaba un cuerpo menudo y bien formado. Levanto los parpados de Bella para iluminarlos con una luz, valorando sus reflejos oculares, luego miro la dosis de sedación que estaba siendo aplicada.

En ese momento la puerta volvió a abrirse y por ella entro el Dr. Emmet. Se quedo quieto, parado en la estancia mirando con demasiado calor a la Dra. Hale.

Vaya, vaya.

- Ah, Dr. Brandon – dijo Rosalie mirándolo brevemente,- justamente iba a buscarlo…necesito que disminuya, o retire la dosis de sedación de la paciente. Vendré en una hora a verla nuevamente y requiero que este consiente. – hablaba muy profesionalmente, tal como Emmet.

Este asintió silenciosamente, ante las frías palabras de la Dra. Hale.

Lo que Emmet no vio fue que en el momento en que lo paso la mirada de la Dra. se enfoco en él mientras caminaba hacia la salida.

Me sentía un poco incomodo ante ese intercambio de voluntades que parecía, por lo poco que había podido ver, bastante frecuente.

Sonreí un poco al pensar en el frio y practico Dr. Emmet, seducido por la angelical y también bastante fría Dra. Hale.

Sacudí un poco la cabeza ante mi recién descubierta habilidad observadora, antes jamás se me hubiera ocurrido pensar en la atracción existente entre dos médicos, y sí en lo atractiva que me parecería la Dra. Hale si no estuviera enamorado de Bella.

Nos quedamos en silencio por espacio de 10 minutos. El médico me miraba regularmente, era como si quisiera decirme algo pero no se atreviera. Me atreví yo a mirarlo a la cara y preguntarle.

- ¿sucede algo? –

- creo que es más que obvio…- dijo acercándose a Bella y comenzando a modificar el goteo que le estaba pasando a una cantidad mínima, supuse que ese sería el sedante… se me oprimió dolorosamente el pecho al pensar en que estaría consiente otra vez pero lo reprimí un poco para no quedar tan en evidencia.

- no comprendo.- dije aunque creía saber de qué iba el asunto…

- se que no tenemos la suficiente confianza…-

- usted salvo la vida de mi mujer – dije rotundamente sin dejarlo hablar, para aclarar cuan agradecido estaba – creo que la confianza se forjo desde que me trato a mi -

Sonrió de lado, se notaba algo deprimido.

- vio a la Dra. que salió hace un momento, ¿verdad? – cuando asentí el continuo hablando, aunque al mismo tiempo poso su estetoscopio sobre el tórax de Bella para examinar su corazón y pulmones – hemos trabajado en este hospital desde hace aproximadamente tres años…y… estoy perdido por ella…y….ella no lo sabe…- suspiro el decepcionado.

Me sentí un poco intimidado ante lo que me estaba diciendo, aunque lo había podido ver desde antes.

Como era de esperarse no era un as con eso del romanticismo ya que había tenido muy poco tiempo para aprender lo que Bella pudo haberme enseñado, pero de una cosa estaba seguro ahora. Si pudiera hacer algo para que Isabella Swan escuchara algo de mis labios lo haría sin dudar, por eso el único concejo que pude aportar al Dr. Brandon fue.

- ¿por que no le dice lo que siente?, míreme a mi…mírela a ella –señale con un gesto de la mano a Bella – mire lo que el silencio de ella, y el mío propio hicieron con nuestras vidas…ella me va a odiar toda la vida por el dolor que le cause…nada volverá a ser lo mismo por habernos quedado callados…nunca volveré a mirarme a un espejo sin sentirme como un monstruo por lo que hice…- trague en seco ante la continua opresión de mi pecho. – ¿y que si el día de mañana la Dra. Hale sube a un autobús?…¿y este se accidenta y la Dra. Hale piensa que su vida paso sin tener a alguien que la quisiera?…dígaselo, es todo lo que puedo decirle.

El Dr. Brandon me miraba fijamente como si estuviera sopesando cada palabra que pronunciaba. Luego sonrió otra vez solo que esa sonrisa estaba plagada de emoción. Asintiendo y tragando el salió de la habitación sin decirme nada más.

Me sentí brevemente con el buen samaritano. Si mi nueva observación era correcta y la Dra. Hale correspondía a los sentimientos del Dr. Brandon acaba de cerrar el círculo de un idilio no consumado.

Que sensación de bienestar podía llegar a producir esa simple acción.

"¿Ves?" pensé para mí mismo. "Aun puedes ser bueno".

Salí de la habitación pero no vi a Alice cerca, así que supuse que estaría tomando algo con Jasper, mis pasos volvieron a llevarme inequívocamente al sitio que había erigido como templo de desahogo y donde podía sentirme un poco en paz consigo mismo.

El mismo Cristo volvió a darme la bienvenida, me recibía en silencio, con los brazos abiertos, como si de verdad me considerara un hijo más aunque estaba lejos de ser un hijo ejemplar.

Me puse de rodillas y bendije mi cuerpo para empezar a orar devocionalmente. Rece con tanto fervor como siempre desde que había descubierto esta nueva modalidad de alcanzar algo de paz. Después comenzaba a pedir. Como siempre. Como no tenía derecho a hacerlo.

"Señor. Debo agradecer todo lo que has hecho hasta ahora por Bella, no por mí, por ella. Y agradezco ínfimamente que la hayas seleccionado para seguir viviendo. Te pido, ahora que se que interviniste por ella, que no la dejes caer, no la dejes sufrir, ha tenido bastante con todo lo que le ha pasado. Por favor. Que no tenga nada en su cuerpo ni en su mente que pueda perjudicarla."

Cerré los ojos y seguí orando por ello. Mi madre estaría contenta. Decidí que el día que visitara nuevamente a mis hijos iría a verlos a ellos, a mis padres.

Como hacía mucho tiempo no lo hacía.

Volví a perder la noción del tiempo como ocurría a menudo, para cuando me levante de la silla era casi de noche. Realice a James la llamada de rigor en donde me volvió a comunicar que todo marchaba bien. Por este espacio de tiempo invite a James a que viviera en la mansión con su adorada hija. Confiaba en Laurent y en Victoria pero por encima de todo confiaba ciegamente en James.

Me puse de pie dando gracias silenciosamente por ser recibido. Camine hacia la salida y enfile, como costumbre hacia el piso donde se encontraba Bella.

En el momento en que iba pasando por el estar de las enfermeras escuche brevemente que la figura masculina que se inclinaba allí estaba indagando por la habitación de Bella Swan. Completamente intrigado y sin poder verlo directamente seguí derecho esperando no ser reconocido y me escondí en la pared opuesta asomándome brevemente para mirar.

Me quede de piedra cuando reconocí la cara del periodista. El mismo hombre que había tratado de violar a Bella en el orfanato. Ben Chenney. Ojeroso, pálido y con ojos de rata. E indagando por ella como lo haría un familiar.

Una ira corrosiva, como jamás había sido presa de mi, recorrió cada centímetro de mi cuerpo, exigiendo que matara a ese maldito de una vez, para que dejara en paz a mi mujer.

Lo seguí lentamente mientras caminaba, con ese aire despreocupado de delincuente hacia la habitación de Bella, la que habia señalado la enfermera. No entendía que hacia ese hombre ahí, pero planeaba averiguarlo y torturarlo a la vez lenta y dolorosamente, parecía que la estancia en la cárcel no había hecho nada por aplacarla al malnacido.

Vi que la puerta se cerró y me adelante antes de que nadie me viera por el pasillo. Accione el picaporte pero estaba cerrado con seguro, maldita sea.

Corrí hasta donde la enfermera y le dije que un delincuente acababa de colarse en la unidad de Bella Swan. Ella activo la alarma silenciosa de código azul y llamo inmediatamente a los de seguridad. Camine rápidamente hacia la puerta sin esperar a los de seguridad y la aporree con tanta fuerza que se rompió a la primera, no me importaba pasar por encima de las estúpidas reglas lo único que me importaba era lograr que de una vez por todas Ben Chenney dejara de rondar a Bella Swan.

Para siempre. Muerto.

En el momento en que entre como un bólido lo primero que vi fue a Ben, con una almohada en la mano y casi subido encima de la cama sobre ella.

Ella tenía la mirada perdida y parpadeaba sin comprender nada, aunque el horror que súbitamente tiñó su cara al mirar lentamente la cara de Ben, me dio lo que necesitaba, sus manos temblorososas subieron a ocultar su rostro, mientras se agitaba silenciosamente.

Aunque supuse que la lentitud de sus movimientos era efecto de la sedación, pero no me iba a quedar parado para averiguarlo, sin mediar mas y antes de que el celador pudiera llegar y detenerme me abalance sobre él, el culpable de toda mi desgracia, el culpable de que hiriera de la manera en que lo hice a Bella. El había destruido todo lo que quería y consideraba mío, con mi inestimable ayuda, ahora era tiempo de vengarme como en la cárcel seguramente no hicieron.

-¡aparta tus manos de ella, cabrón! – rugí antes de lanzarme hacia él y tomarlo de la camisa, botarlo contra el piso al mismo tiempo que descargaba toda la fuerza de mi puño en su mandíbula de rata. Aulló como `perro pero no podía importarme menos, al fin y al cabo el era mucho más animal que yo y solo quería cobrar venganza por no haber podido tomar el cuerpo de mi esposa, supuse que sería el único que no había podido tomar y por eso estaba obsesionado, el muy puerco.

Lo levante de la camisa otra vez para estrellarlo contra el lavamanos de la pared nuevamente haciendo que se le rompiera la nariz.

Yo había violado a Bella, si, pero yo la amaba, este lo hacía por el simple hecho de el miedo que inspiraba en las mujeres a las que violaba, su perfil desde el orfanato había sido el de un perturbado mental.

Volví a lanzarle un `puño mientras el empezaba a lloriquear como niña. Cuando estuvo en el piso comencé a patearlo sin piedad mientras cobraba por cada golpe las lagrimas que le había hecho derramar a ella, por su culpa, por mi culpa, pero yo podía seguir pagando, al lado de ella, este animal ni siquiera quedaría de una pieza, cuando acabara con el terminaría respirando por una pajilla.

- ¡DETENGASE MALDITO, SOY AMIGO DE BELLA!- rugió el muy miserable, sin haberme reconocido.

- sé quién eres, pedazo de mierda inservible – lance otra patada que casi me hizo trastabillar – eres el maldito que viola muchachas, eres quien destruyo mi matrimonio por no haberte podido acostar con mi mujer, eres el piojo más sucio y vil que una vez piso la tierra, y voy a acabar contigo… por el simple placer de ver cómo te retuerces como mariquita. –

Parecía que hablar como un hombre de la calle canalizaba mi ira un poco, pero nada podía detenerme de querer acabar con este malnacido sin más reservas. De repente un par de brazos se aferraron a mí y muy a mi pesar fueron lo suficientemente fuertes para apartarme.

- suéltame – gruñí a quien fuera que me tuviera sujeto – tengo que acabar con esta mierda…- dije escupiendo hacia la figura de Ben que parecía estar riendo un poco al mismo tiempo que se toqueteaba la nariz que había comenzado a inflamarse.

- está loco – dijo mirando a todos en la habitación y luego a mi desde el piso – solo me equivoque de habitación…

- mientes, maldito pedazo de mierda , ya lo sé todo, periodista de pacotilla, tu…tu tuviste la culpa de todo.-

Hice el mayor esfuerzo que pude para soltarme pero debía darle crédito a los brazos que me sostenían.

Se escucharon unos pasos a tropel y entro la policía apuntándonos con armas, el levanto los brazos lanzando a gritos que era inocente.

- ¡miente! – dije desde el reten de Emmet, como me di cuenta tiempo después. – intentaba matarla…- señale a la cama en donde Bella no se encontraba. En esos momentos se hallaba en los brazos de Jasper que la había tomado para protegerla. Parecía hallarse confusa, y no retiraba sus ojos de mí a pesar de tener la cabeza apoyada en el hombro de Jasper.

Grite a todo pulmón todo lo que sabía de ese perro y de su cómplice Mike Newton, el que supuse que se encontraría con él y hacia las averiguaciones para enterarse de los paraderos de Bella.

El policía me dijo que me llevaría a la comisaria a declarar y yo le dije que tenía todas las pruebas y que tenía que llamar a mi abogado para corroborar la situación.

Cuando me esposaron me sentí como un criminal, pero sabía que no debía haber hecho esto…dentro la habitación de Bella, enferma.

Cuando me volví hacia ella para llevarme su imagen en la memoria, vi que ella susurraba algo a Jasper y que este volvía a mirarme completamente extrañado. Ardía en deseos de preguntarle que pasaba pero el policía ya estaba llevándome tras de Ben, quien gritaba que necesitaba atención médica inmediata.

- te será provista en la estación de policía. – murmuro uno de ellos

Seguía gimiendo y diciendo que el no había hecho nada pero algo me decía que esta vez no iba a escaparse tan fácilmente.

Me metieron en una patrulla. A una estación de policía. Nunca había provocado estropicios y nuca había visitado una pero soportaría cualquier cosa con tal de defender a Bella.

Cuando llegamos a la comisaria fui enjaulado cual mico en una celda que olía a chango y estaba más sucia que una porqueriza.

Me vi separado de mis objetos personales por los policías para que no se extraviara. Al perro lo pusieron en otra.

Vague por la celda poniéndome cada vez más nervioso y ansioso por saber que había pasado con Bella.

Pasaron más de tres horas sin que pudiera hacer la llamada a la que sabía que tenía derecho, grite e hice bulla pero solo me gane las miradas reprobatorias de los policías y los abucheos de los que se encontraban en la siguiente celda.

A las casi cuatro de la madrugada escuche que alguien abría la reja.

-Cullen…- dijo la voz oscura del guardia – está libre.

Parpadee un poco cuando me ilumino con una linterna y lo seguí después de que Salí de la celda.

- donde esta…el hombre que entro conmigo.

- está en una celda de alta seguridad. Ha sido denunciado en más de 7 estados por homicidio y violación en serie.

Ojala fuera condenado a cadena perpetua. Eso sería menos que suficiente.

Fui conducido a la entrada de la comisaria a que me devolvieran mis cosas cuando vi que James se encontraba ahí, me dirigió una mirada de divertida reprobación mientras señalan que tenía en su poder mis cosas y me llamaba para que fuera a su lado para salir de ahí.

- ¿cómo supiste? – le pregunte simplemente, el me dirigió una mirada socarrona.

- el señor Withlock me llamo al móvil. Se metió usted en un buen lio.

- ¿sabes de quien se trata?- hice un gesto con la cabeza hacia la comisaria.

- si, reconocí la cara en el informe que le envié. Agregue esa información con la que aporto el departamento de policía de Maine, Seattle y Port Ángeles. Parece que ha estado haciendo de las suyas allí y no habían podido capturarlo.

Eso me dio un poco de alivio pero no el que quería.

-¿te dijo Jasper como se encontraba Bella?

- todo parece indicar que bien, no se altero por que esta algo confusa aun.

- debo ir inmediatamente – dije bajando las escaleras y dejándolo atrás.

- con todo el respeto que merece, señor, creo que debería ir a la casa a arreglarse un poco, asearse…cualquiera que lo viera y no solo la señorita Swan, creería que es usted un….indigente – tosió ocultando una risa irónica, y solo me vasto con una mirada rápida sobre mi mismo para saber que tenía razón. Suspire exasperado ya que no me importaba en lo mas mínimo, quería regresar al hospital ya.

James condujo el auto de vuelta a la mansión, cuando entramos Victoria nos recibió mirándome de reojo, a ella también se le escapo una risita y supe que James la había hecho participe de todo.

Todos en contra mía. Genial.

Subí las escaleras de dos en dos hasta llegar a mi habitación, allí saque del armario la ropa que usaría y me metí rápidamente a la ducha sin importarme si el agua se calentó de prisa.

Salí me medio seque y baje rápidamente.

- he, he, he, – dijo Victoria cortándome el paso cuando estaba a punto de saltar los dos últimos escalones de la escalera principal, casi saltándole encima a entendía por que demonios estaba despierta a esta hora. – siento mucho tener que hacer esto pero si no come usted algo hare que Laurent cierre todas las entradas de esta casa y usted no pueda salir.

- no te comportes como mi madre- le susurre mirándola receloso, el comentario pareció dolerle un poco pero ni por eso se amilano – ya quisiera haber podido tener hijos, y si así hubiera sido, si fuera como usted, lo tendría con la rienda más corta que la de un poni. Desafortunadamente a veces las cosas no son como queremos, y aun a riesgo de que me eche usted de esta casa como perro, no dejare que siga alimentándose como lo hace.

Su comentario, aunque no quería admitirlo me recordó un poco a mi madre y a Bella, ambas habían intentado cuidar de mí y yo no había querido que lo hicieran, y aun así la sensación era bastante cómoda así que volviendo a mirarla de manera exasperada ralentice finalmente mis pasos y me dirigí al comedor, donde estaba sentado James, volvió a reír y me senté a la cabecera de esa mesa que solo recordaba haber compartido con Bella.

En el momento en que íbamos por lo que en una cena normal y no esta hora hubiera significado el postre sonó el teléfono.

Victoria me lo acerco.

- ¿Hola?- dije.

- ¿Edward? – escuche la voz al otro lado del teléfono – creí que estabas en prisión.

- Mi abogado pago una fianza, no era yo quien debía estar en prisión.

- que bien – dijo ella suspirando – creí que debías saber que…Bella acaba de terminar sesión con la psiquiatra, finalmente pudo valorarla.

- ¿qué le dijo?- pregunte súbitamente ansioso.

-no…es fácil decirte esto pero, la Dra. Hale dice que Bella necesita ser hospitalizada en una clínica de reposo.

Me quede callado por unos momentos, sin saber que decir luego solo pude preguntarle.

- ¿por qué? –

- dice que…se encuentra en un alto riesgo de autoagresión…y cree que los niños aun están vivos.

Se me retorcieron las entrañas ante la mención de ese hecho.

-¿perdió la memoria?- pregunte, ya que era la única justificación que se me ocurría para ello.

-no exactamente – dijo Alice, al parecer ella había estado presente en toda la valoración de la psiquiatra, y esta se había dado precisamente cuando yo no podía estar cerca - dice que se encuentra en la etapa de negación, de su diagnostico y del trauma que supuso la pérdida de los bebes. Dice que no sabe cuánto más pueda durar, y que por eso necesita reposo y tranquilidad, para asegurar que no…lo tome tan mal…como la primera vez. El resto de los exámenes de su cerebro saliero bien, todo parec eindicar, como dijo el Dr Brandon, que el hecho de que no hable se trata de algo psicológico.

Su cerebro y toda ella se encontraban bien, al menos físicamente se encontraba bien.

Respecto a lo primero saque la ligera conclusión que lo que Alice quería decir era que no querían que intentara matarse nuevamente y esta vez sí lo lograra.

Ahora si no pude hablar, Alice entendió y me dijo que me contaría el resto de la información, que no era tan importante, en cuanto llegara a la clínica. Dijo que la Dra. Hale quería hablar conmigo.

Había comido pero querría no haberlo hecho. No sabía cuáles eran las posibilidades de calidad de vida para Bella, cuando finalmente aceptara que se había quedado sin nuestros hijos. Me di cuenta tardíamente que no le pregunte a Alice si ella…me había mencionado… me llene de ansiedad otra vez y deje el plato del postre, Victoria podría perdonarme que dejara ese final.

- volveré al hospital – dije James quien me miro interrogante – luego te pondré al tanto.

- claro señor – dijo asintiendo.

- hasta pronto- me despedí de él y su hija y corrí hasta el auto estacionado en el antejardín de la casa.

Conduje como un loco, afortunadamente sin encontrarme con nadie de transito. Estacione de la misma manera en el hospital y casi volé hasta el piso siguiendo mi trayecto matinal.

Vi que Alice, como siempre, se encontraba en la sala de espera de visitantes.

- hola – salude apenas llegue – ¿qué paso?-

- nada nuevo aparte de lo que dije – señalo las bolsas que tenia a un lado de su cuerpo – espero que no te moleste –

- ¿qué es eso?- dije sin comprender.

-es ropa de bebe, la que adquirimos con Bella, la Dra. dice que es bueno para ella verla, para que así pueda…asimilarlo., dice que tenemos que llevarle la idea…-

Parecía como si estuviera hablando de una pasada mental, una loca.

Pero yo sabía que era muy probable, ahora que Alice lo mencionara, que el dolor, la traición y todo lo que le había hecho hubiera contribuido a que Bella perdiera la razón.

Con un nudo en la garganta metí una de mis manos en la bolsa y saque lo primero que toque, un pequeño, diminuto pijama de lana de color rosa.

Era impresionante darse cuenta de cuan pequeños éramos cuando nacíamos, cuan imposible parecía que en algún momento de nuestra vida fuéramos capaces de caber en algo tan pequeño como ese mitón que sostenía entre mis manos. L

o apreté inconscientemente contra mi pecho sintiendo un dolor muy agudo, por los cuatro, por Bella, yo y los bebes, por la oportunidad que habíamos tenido de ser una familiar y la manera en que la habíamos perdido. Luego de ese ligero ensueño me volví hacia Alice y le pregunte lo que más me moría por saber.

-¿Ha…ella ha…mencionado mi nombre? – no parecía lógico que hubiera preguntado por mi teniendo en cuenta el tiempo en el que parecían haberse detenido sus recuerdos…cuando sabía que iba a tener dos hijos.

Alice me miro con ojos tristes, luego negó con la cabeza.

Quise entrar, pero caí, repentinamente, en cuenta de que no sabía que haría Bella si me viera. No debía forzarla. Y no lo haría, por más que lo deseara. Primero debía hablar con la psiquiatra, ella seguramente me ayudaría a abordar a Bella de la mejor manera posible….

Eso esperaba.

Te Presento A Mi Amante

Capitulo 20: El juicio II

Bella POV

La cara de Tanya no tenia precio, era una mezcla de confusión, sorpresa, enojo y frustración. Quise sonreír, pero no lo hice, sin embargo Edward si lo hizo.

Expliqué con lujo de detalles, lo sucedido entre Edward y yo, desde como nos conocimos, hasta como terminamos por no poder estar el uno sin el otro. Y aunque delante del juez y de los dos abogados me daba pena, a fin de cuentas era la amante, estaba feliz por fin de poder decir lo que sentía, y así Charlie no tendría nada que hacer aquí, si Tanya lo quería para que dijera que me acostaba con su marido, pues aquí estaba yo para demostrarle que no era necesario.

También nos evitábamos el mal trago de ver a la señora Stanley a su hija y a Lauren, quienes contarían la historia a su manera. El abogado rubio de Tanya se levantó y aun con cara de desconcierto y se acercó a mi pensativo.

— ¿Usted admite haber tenido una relación amorosa con el esposo de mi cliente?

— Si, lo he dicho como diez veces — respondí cansada, en verdad quería que ya terminara, sino el juicio al menos mi turno, no quería seguir mas en el ojo del huracán, además aun había muchas cosas por decir.

— ¿Sabiendo que era casado?

— Lo supe desde que lo conocí, así que cuando empecé una relación con él, era obvio que lo sabia.

— Eres una descarada Isabella, no, ¡eres una zorra! — Gritó Tanya desde su lugar — destruiste mi matrimonio.

— Guarde silencio señora Cullen — ordenó de nuevo el juez.

— No tengo mas preguntas señor juez — el abogado de Tanya se sentó junto a ella y la regañó con la mirada.

— Esta corte entra en sesión treinta minutos, y espero que la señora Cullen se calme — el juez asesinó con la mirada a Tanya, yo me puse de pie y junto con la familia de Edward y mi hermano, salimos a tomar algo de agua.

— Será mejor que te traiga algo de comer — dijo Esme con esa forma tan cariñosa de hablar.

— La verdad Esme, no tengo hambre, tengo el estomago revuelto.

— Hija debes comer, recuérdalo.

— Claro, es cierto, entonces te acompaño — aun me era un poco difícil hacerme a la idea de que estaba embarazada, ahora lo que hiciera o comiera no solo era para mi, también era para él o ella.

Me imaginé su carita, independientemente de si era un niño o niña, tenía que parecerse a Edward, me emocionaba la idea de verme reflejada en unos ojos como lo de él, verdes y llenos de inocencia. Claro si todo salía como lo teníamos planeado. Aun había una cosa por la cual preocuparnos y que Tanya pudiera usar, pudiera que no en el juicio, pero si en Forks, en la universidad, además de mi hermano y mis amigos nadie sabia lo que ocurría, pero si se enteraban, a Edward seguramente lo correrían y posiblemente a mi me pasaría lo mismo, aunque yo podría entrar a cualquier otra, él posiblemente no.

— ¿Vieron la cara de Tanya? — Preguntó Alice detrás de nosotras — no tenia precio, lo que hubiera dado por poder sacar mi celular y tomarle una foto.

— Alice ¿qué te he dicho sobre burlarte de las demás personas? — regaño Esme.

— Que no debo hacerlo, pero Tanya no es una persona, es una…

— Como sea Alice, por favor.

— Está bien mamá, ¿cómo te sientes Bella?

— Parecerá extraño, pero me siento bien, creí que iba a desmayarme o a vomitar enfrente de todos, pero creo que esto puedo funcionar.

Tanya POV

— No tiene caso Tanya — me dijo por tercera vez el estúpido de James.

— De algo nos tiene que servir.

— Esos testigos eran para comprobar que tu marido tiene una relación con esa mujer, y ella misma lo ha puesto en evidencia, no es necesario que el señor Swan suba a declarar.

— No importa, quiero ver a esa humillada — no soportaba la idea de tener que desperdiciar esta oportunidad.

— ¿Por qué te importa tanto? — Me preguntó James tocándome la pierna, alejé su mano con un manotazo y él se rió — en verdad lo que quieres es dinero, con esa declaración tu marido tendrá que pagarte mucho, que mas da si esa chiquilla es humillada o no.

— Pero, ¿por qué demonios declaró en contra de Edward?

— ¿A quien le importa?

— A mi — le contesté furiosa.

— Tal ves es igual de interesada que tu, y le quiso quitar unos cuantos dólares por declarar lo contrario y como el tacaño de tu marido no quiso, pues lo hundió.

— ¿Me dices interesada a mi? — Me reí — eres un cínico, si esperas que le saqué mucho a Edward para poder irnos a Europa juntos.

— Bueno mi amor, si además de tu excelente compañía puedo disfrutar del dinero de tu ex marido, bienvenido sea.

Quiso meter su mano debajo de mi falda, pero no lo deje, ese no era el momento de ninguna demostración de cariño con ningún hombre, mucho menos con mi abogado.

Se me hizo eterna la espera del dichoso receso, quería regresar a la sala y terminar con esto, seguía Edward por declarar y ¿qué podía decir? Si ya la zorra de Isabella lo había dicho todo. Lo de mi embarazo, bueno eso ya no me preocupaba, James se había encargado de sobornar al medico que me había practicado el aborto y de haber quemado, el mismo mi expediente. ¿Qué podía salir mal? La respuesta era fácil: NADA. Probablemente mañana, y si tenia suerte, hoy mismo tendría la sentencia del juez, donde mi querido esposo tendría que pagarme una multa multimillonaria por el daño moral que su infidelidad me había causado, y en unos días, estaría en Europa, probablemente Paris o Milán, comprando todo lo que estuviera a mi alcance, y ¿por qué no? Buscando un hombre mejor que James, quien solo era mi vía de escape de este desastroso matrimonio y mi pase de abordar hacia una mejor vida, con un mejor hombre, con una mejor cuenta de banco.

Bella POV

Ahí estábamos, de nuevo en la sala, sentados en el mismo lugar, a excepción de Edward, quien ahora estaba en el banquillo de los testigos, esta vez las manos me sudaban y mi corazón latía con demasiada fuerza, afortunadamente Carlisle era doctor, si me daba un paro cardiaco sabia que al menos haría algo por salvarme. El abogado de Tanya se puso de pie y comenzó a interrogar a Edward.

— Señor Cullen ¿es verdad lo que dijo la señorita Swan acerca de ustedes dos?

— Si, es verdad — declaró con firmeza, podría decir que hasta orgulloso.

— Así que mientras mi cliente estaba de viaje, usted sostenía un romance extramarital, ¿sabe las consecuencias de eso?

— Si, las tengo muy claras y estoy dispuesto a enfrentarlas.

— No tengo mas preguntas — el abogado, que hasta antes de mi declaración parecía arrogante, ahora estaba confundido, parecía que no tenia nada más que preguntar, así que rápidamente J.J tomo el control del interrogatorio.

— Señor Cullen, ¿qué paso exactamente en estos siete u ocho meses de matrimonio con su esposa?

— Nos casamos y al los días ella se fue de luna de miel, no pude acompañarla por que tenia asuntos que atender en mi universidad, acababa de graduarme, además me ofrecían trabajo como profesor y tenia que arreglar ese aspecto de mi vida — Edward tomó aire y continuó — después de que regreso se volvió a ir, y otras dos veces después de esa, en esta ultima fue cuando comencé a dar clases y ahí conocí a Isabella.

— ¿Y cuando la señora Cullen regresó? — preguntó J.J.

— Claramente se dio cuenta de lo que pasaba y yo tampoco se lo negué, así que me confeso que en su viaje me había sido infiel y estaba embarazada.

La cara de Tanya era de odio, lo miraba como si quisiera atravesarle la cabeza, y agradecí a Dios que eso no fuera posible, vi a su abogado poner su mano sobre la pierna de ella, en un gesto tranquilizador para que no se levantara y gritara y por consecuencia, la sacaran, pero había algo mas en ese gesto, me estremecí. Era increíble que, de ser cierto lo que pensaba, ella estuviera involucrada con su abogado. Aunque, ¿quién era yo para juzgar? Si me había metido con un hombre casado, ese me convertía en una especie de "zorra" como me llamaba Tanya, por que había sido por amor, si, pero eso no quitaba que todo en esta sala, y mi padre afuera en algún lugar, incluso yo misma, me viera como la otra.

— Entonces ¿qué paso? — prosiguió J.J.

— Me pidió hacerme cargo del bebé a cambio de que ella no dijera nada sobre lo mío con Isabella, yo no quería que el pueblo se enterara, sobre todo por ella, así que accedí, nos vinimos a Nueva York y con ella embarazada pensé en poner la demanda de divorcio, pero como verá, se me adelanto — el rostro de Edward era indescriptible, había infinidad de emociones en ese ceño fruncido, mientras miraba a Tanya.

— ¿Y que pasó con el bebé?

— Lo abortó.

— Objeción señor juez, esas con conjeturas que el propio señor Cullen se esta haciendo, por no decir que es mentira.

— Ha lugar — dijo el juez — sin pruebas, son conjeturas.

— Bien, no tengo mas preguntas para el señor Cullen, pero me gustaría llamar a mi ultimo testigo, Eleazar Buring.

Y ahí estaba yo, a punto de sonreír como nunca antes, este era nuestro as bajo la manga. Me pregunté si estaría mal alegrarme por que el matrimonio en el que me había metido estuviera a punto de terminar, pero decidí que me respondería más tarde, y ahora disfrutaría la cara de Tanya.

La puerta de la sala se abrió y entró un hombre, que por obvias razones no había estado presente en todo el juicio, debía tener unos treinta y pocos años, de cabello castaño, caminó con seguridad por el pasillo y tomó asiento en el lugar donde antes había estado Edward. No lo pude evitar así que miré a Tanya quien tenia los ojos sumamente abiertos y miraba a su abogado como exigiéndole una explicación. Pero no la tenia, así que J.J tomó la palabra.

— Doctor Buring, ¿conoce a la señora Cullen?

— Si, la semana pasada acudió a mi consultorio.

— ¿Cuál es su especialidad?

— Obstetricia.

— ¿Y puede decirnos para que lo visito la señora Cullen?

— Objeción señor juez — se levantó el rubio — lo que pasó entre mi cliente y el medico es confidencial.

— No ha lugar — dijo el juez — aquí nos interesa saber para que fue la señora Cullen a ver al doctor, responda señor Buring.

— Fue a pedirme que le practicara un aborto.

— ¿Y lo hizo? — preguntó J.J ante la mirada de terror de Tanya.

— Si, específicamente fue el miércoles de la semana pasada, le pedí que se quedara en el hospital la noche para que descansara pero ella se negó.

— Tengo en mis manos — dijo J.J al tomar de su escritorio un folder amarillo — el expediente de la señor Cullen, si me hace favor señor juez — se lo entregó y el juez comenzó a hojearlo — como verá la señora Cullen tenia nueve semanas de embarazo, lo que nos da mas de dos meses de embarazo, y en esas fechas la señora estaba en las playas de España y mi cliente aquí en el país, por lo tanto ese hijo no podría ser del señor Cullen. Por lo tanto la señora acudió al legrado para desparecer la evidencia de su infidelidad, sin contar con que trató de sobornar al medico ¿no es así doctor Buring?

— Así es, el viernes por la tarde el abogado de la señora me visitó con esto — del bolsillo interior del saco, extrajo un sobre amarillo — una fuerte cantidad en efectivo para que le diera el expediente y no dijera nada si los tribunales me citaban a declarar. Licenciado Branner, le regresó su dinero, no tomé ni un dólar.

Tengo que decir que la palidez del abogado ya no era natural, pero si era impagable el rostro de derrota, en el de Tanya simplemente era… espectacular.

— ¿Y por que no aceptó el dinero? — pregunto J.J, en realidad yo también quería saberlo, si bien Edward me había dicho parte del plan de su abogado, no me lo había contado con lujo de detalles.

— Por que no soy ese tipo de personas, además el nombre de la señora se me hacia conocido, y claro, es la nuera de quien alguna vez fue mi profesor, el señor Carlisle Cullen, de hecho asistí a la pequeña boda, pero parece que la señora Cullen no me reconoció, mi deber como medico era la confidencialidad de mi paciente, pero cuando el abogado fue a sobornarme supe que algo andaba mal, así que me puse en contacto con el doctor Cullen.

— No tengo mas preguntas — dijo J.J y tomó asiento.

— ¿Licenciado Branner? — lo llamó el juez cuando el rubio no se levantó de su asiento.

— No tengo preguntas señor juez — dijo en voz baja.

— ¿Cómo demonios no tienes preguntas? — Gritó Tanya y se puso de pie — eso que esta diciendo es mentira, que no ve que es amigo de mi suegro, seguramente él le dio una cantidad más grande de la que nosotros le dimos.

Y ahí, la misma Tanya cavó su tumba.

— Te quieres callar de una vez por todas — le gritó su abogado.

— Silencio los dos — ordenó el juez — señora Cullen, gracias por su declaración. Entraremos en un receso de quince minutos para dar la sentencia del caso.

El juez le pegó al escritorio con ese pequeño martillo que solo había visto por televisión y todos nos pusimos de pie. Alice comenzó a dar saltitos a mi lado, emocionada y quise hacer lo mismo pero me contuve, aun debía tener un poco de respeto por la aun señora Cullen.

— Esto salió de maravilla — mi hermano me tomó en sus enormes brazos y me levantó en el aire — y lo mejor es que Charlie no tendrá que venir, tal como lo queríamos.

— De hecho debe estar afuera junto con los otros testigos — dijo Carlisle — será mejor que vaya a ver.

— Yo te acompaño — dijo Esme.

— Mejor voy yo — dije, todos me miraron — tal vez sea mi única oportunidad de hablar con él.

— Si, si ve — dijo Alice — pero procura estar aquí para ver como la arpía es pisoteada.

— Eres una maldita enana insoportable — le gritó Tanya desde su lugar, pensé por un momento que se habían ido pero no fue así, ahí estaban los dos, molestos, aunque el abogado salió y le dejó sola.

— Lo se — dijo Alice sin caer en las provocaciones de su cuñada.

— Voy a ver a Charlie.

— ¿Quieres que te acompañe? — pregunto Edward.

— No, lo haré sola.

Respiré hondo y salí de la sala, ahí estaba la señora Stanley, su hija y Lauren con el abogado de Tanya, y alejado, sentado en una banca, estaba mi padre. Se me hizo un nudo en el estomago y otro en la garganta, me armé de valor y caminé hasta él, a unos pasos de distancia se percató de mi presencia y levantó la mirada.

— Papá — dije, él se puso de pie.

— ¿Ya me toca? — preguntó nervioso, al igual que yo, no le gustaba ser el centro de atención.

— No, no será necesaria tu declaración, te querían solo para que… bueno para que confirmaras que soy la amante de Edward pero yo sola lo hice.

— ¿Lo hiciste? — preguntó sorprendido.

— Si, papá sé que estas enojado pero, aunque hice las cosas mal, lo amo, y él me ama por eso estamos aquí, es un error del que tal vez algún día me voy a arrepentir pero, tu no tienes por que cargar con el.

— Estoy enojado — dijo Charlie.

— Lo se, y se que tal vez pasará mucho tiempo antes de que ese enojo se borre de tu mirada, pero… — no dije nada mas, en nudo en mi garganta no me dejó, las lágrimas rápidamente se acumularon en mis ojos y no tardaron en desbordarse por mis mejillas. Cerré los ojos, pues las lágrimas borraban mi vista, pero sorprendentemente los abrí al sentir los brazos de Charlie rodeándome.

— Eres una tonta Bella, una tonta por meterte con ese hombre, pero también eres valiente, y aunque no apruebo que te hayas involucrado con él, sé que lo amas, y quiero que sepas que hoy vine dispuesto a mentir por ti — me limpié las lagrimas y me separé para verlo a los ojos — pero no fue necesario por que mi niña afronto la situación sola.

Sus ojos brillaban, aun estaba ese enojo, que como le había dicho no iba a desaparecer tan pronto, pero ya no había decepción, había amor, cariño y un poco de comprensión.

— Eso significa…

— Que puedes volver a la casa, que te quiero; pero con una condición.

— La que quieras papá — le dije sin dudarlo.

— No veras a ese chico hasta que este divorciado, al menos no en mi casa, a ti te perdono por que eres mi hija, pero a él le podría meter un tiro entre ceja y ceja.

— Está bien, no lo veré en la casa — dije, podría sonar a broma su amenaza, pero podía también ser muy cierta.

Charlie me acompañó de regreso a la sala y se sentó junto a mi, a mi otro costado estaba mi hermano, y frente a mi mis futuros suegros y Alice, ella independientemente de todo ya era de mi familia. Las manos comenzaron a sudarme cuando el juez apareció, junto con él venia la decisión de todo este embrollo, en realidad confiaba en que el divorcio se llevaría a cabo, pero ¿a favor de quien fallaría el juez? Tanya y Edward junto con sus abogados se pusieron de pie.

— Bien, esta claro que lo que vi aquí no es un matrimonio feliz, así que la demanda de divorcio se la concedo a la señora Cullen.

— ¡Si! — gritó Tanya, mientras el juez la mandó callar con la mirada.

— Sin embargo, no hay hijos de por medio, están casados en sociedad conyugal, por lo cual debería dividir los bienes que hayan adquirido mientras estaban casados pero no hubo ninguno, así que el señor Cullen no esta obligado a pagarle nada a la señora. Ahora el estado de Nueva York sanciona el acto de la infidelidad, por lo tanto el señor Cullen tendría que pagarle una indemnización a la señora Cullen por ochocientos mil dólares.

— Eso es muy poco señor juez, debería darme mínimo ocho millones.

— Si me dejara terminar, sabría que la multa también le aplica a usted puesto que también hubo infidelidad de su parte por lo que anulo la sanción. Esa es mi sentencia.

— ¿Qué? — Gritó Tanya— ¡esta usted loco, me esta diciendo que mi marido será libre y además podrá revolcarse con esta zorra, y a mi no me va a dar ni un centavo, es usted un idiota, seguro lo compró!

Tanya estaba totalmente fuera de si, pero poco me importaba, la sonrisa de mi rostro no la podía borrar nada ni nadie. Todo había salido bien, bueno eso no aplicaba para Tanya.

— Oficial, arreste a la señora Cullen por insultar a la autoridad y sáquela de aquí por el amor de Dios.

— Quíteme las manos de encima — se necesitaron dos guardias para sacar a Tanya de la sala, ya que pataleaba y arañaba — ¡James! ¡Ayúdame idiota!

Sus gritos, solo se calmaron cuando la sacaron de la sala, el juez también salió y por fin me levante y corrí a los brazos de Edward. Me tomó en sus brazos y me levantó para después besarme como nunca lo había echo, seria quizás que ya no había peligro de que alguien nos viera, que mi padre parecía estar algo de acuerdo con esta relación, que aunque estaba casado, el proceso de divorcio se estaba llevando a cabo y que no habría problemas para que él, nuestro hijo y yo estuviéramos juntos. Me aferré a él, a ese beso tan lleno de libertad, de amor y de pasión, sus manos se aferraban a mi cintura acercándome mas a él. Hasta que mi hermano carraspeó detrás de nosotros.

Nos separamos y tomamos aire, miré a mi familia, Emmett sonreía junto con Alice quien daba saltitos de alegría, Esme y Carlisle estaba abrazados y también sonreían, detrás de ellos estaba Charlie, quien era el único que me miraba serio, pero él había dicho que no me quería ver con Edward en la casa, y aquí no estábamos en casa, sin embrago me guiñó un ojo y una sonrisa fugaz cruzó por sus labios, entonces supe que todo estaba bien y que por fin todo encajaba donde debía.