Dark Chat

viernes, 26 de febrero de 2010

Robert y Kristen se roban algunos calientes y sensuales besos en taberna de Londres



Gracias a HollywoodLife;





¿Puedes creer que una de las parejas más difíciles de alcanzar han estado besándose como locos en todos los bares de Londres esta semana?


Ahora que Robert Pattinson ha admitido públicamente (NT: no exactamente) que su co-estrella de Twilight, Kristen Stewart, es su novia, no ha perdido tiempo en decirle al mundo lo juntos que están. De hecho, Robsten está activamente haciendo alarde de su amor, ¡siendo vistos en varias tabernas de Londres toda la semana!


Primero, el par "bajo llave" fue visto besándose en un bar local de Londres, el Marquis of Granby, despuás de que Kristen, de 19 años, asistiera al show de Burberry Prorsum Catwalk el 23 de Febrero.


Luego, el 24 de Febrero, RPattz de 23 años, y KStew pasaron la noche abrazándose en una taberna del suroeste de Londres llamada Halfmoon, donde apoyaron a la hermana de Rob, Lizzy. Fue la telonerade la banda Starsailor.


"Pasaron desapercibidos. No hubieras adivinado nunca que era una de las parejas más famosas del mundo," dice el vocalista de Starsailor, James Walsh, a The Sun.


Se ha informado que K.Stew y R.Pattz se han "escondido" en el hotel de Rob desde el sábado, tomando un muy merecido y romántico descanso. Ja Ja Ja. Los dos, de quienes se ha dicho que están saliendo desde que grabaron Twilight en 2008, han evitado ser captados juntos lo más posible. Deben de estar muy aliviados al haber hecho su romance público después de todo el acoso, ¿no creen?


¿Estás agradecido de que Rob y Kristen finalmente hayan admitido que están juntos?

Besos de Sangre EX- ONE SHOT

Hello !!! mis angeles hermosos , no se si recuerden este one shot . mi querida CUNNING ANGEL decidio agregar mas cap, asi que aqui les dejo el segundo cap de este fic dejen suss comentarios por fiss son muy inportantes para mi
mil besitos
Angel of the dark
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Cap. 2

"Mátame" su lengua acarició mi cuello, tan fría y exquisita que mi boca despertó emitiendo un jadeo.



Aun narcotizada bajo el embrujo de sus besos fui capaz de negar, en parte conciente en parte no. Sólo había un pensamiento en mi interior… Le necesitaba.


"Entonces déjame ir" susurró esa voz: dulce y angelical, su trino sabía a miel y no pude más que asentir embobada ante la ternura y devoción que destilaba esa suplica, mas sin siquiera saberlo yo había renunciado a él.


Cuando abrí los ojos ya era tarde… Edward se había ido.i


Inhalé y exhalé un par de vez, débil e incrédula.


¿Cómo pude dejarle ir?, ¿cómo pude consentir su partida?


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"Debes mantenerte en secreto, ¿Comprendes? Si pasaras todo un año en mi compañía, deberás mantenerte escondido." le advertí observando el oleaje,el rugir del mar sólo conseguía evocar los increibles sucesos recientemente acontecidos.


"Y porque mejor no vienes tú conmigo, podríamos viajar, salir, ¿no querías mostrarme lo hermoso de vivir…?" musitó con sarcasmo, pero aquello no podía importarme menos, él… él hablaba de-


"¿Me estás pidiendo que huyamos juntos?"


"Es una sugerencia, después de todo me da igual; no hay lugar que valga la pena al que no haya ido. Además sea como sea acabaré del mismo modo: Muerto, menuda ironía."


Sacudí los restos de arena de mi cuerpo, y me preparé para dar el sí, no podía creerlo…Tanto tiempo inmersa en una vida tediosa y cotidiana y de pronto un ángel descendía del cielo para hacerme compañía.


"Hey, lamento estropear tu fantasía, pero estoy lejano a ser un ángel, créeme, soy un demonio. Esto no es más que un disfraz, bastante útil por cierto, pero no deja de ser eso. Además, sabes a la perfección que mi afán no es hacerte compañía, quiero que me mates; el año que te doy no es más que un pago, una prenda. Nunca olvides que me diste tu palabra, estoy confiando en ti frágil humana. Estoy depositando mi vida en tus manos de un modo literal, sólo que en este caso, todo cuando anhelo es que te desprendas de ella."


"Huiré contigo" articulé autómata en modo de respuesta y una risotada brotó desde lo más hondo de su pecho.


Antes de poder advertirlo, Edward me tenía cargada en sus brazos, y presionaba suavemente sus labios sobre los míos. En su rostro bailaba una mueca de pura diversión.


"Cariño, no seas tan melodramática, dicho así parece sacado de una novela".


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Mis rodillas ardieron al caer rendidas sobre la fría arena, sintiendo como en carne viva el dolor de su partida, encontrándole el sentido oculto a sus anteriores palabras, y necesitándole más que nunca.


¿Qué haría ahora?, no tenía una razón para seguir, para continuar con vida. Edward siempre me había tildado de melodramática, pero ¿Qué otra cosa podrías esperar de una mujer enamorada?


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"¿Estás nerviosa?" su voz sonaba suave, segura, no existía en él un ápice de nerviosismo, y sólo ahora comenzaba a comprender la seriedad de mi obrar. Estaba en el interior de un avión, rumbo a Sudamérica, huyendo de casa con un perfecto desconocido, perfecto en el sentido literal de la palabra,… y no me molestaba en absoluto.


"No"


Él rió con tono malicioso, y su mano se acomodó bajo mi mejilla, sus ojos, ellos volvieron a hacerlo: no entendía como, mucho menos el porqué, sólo me sabía adicta a ellos, esclava definiría mejor mi estado.


"¿Olvidas que puedo leer tu mente?" inquirió a modo de susurro; acercándose peligrosamente a mi oído, para depositar finalmente un casto beso sobre él.


"Tranquila, no dejaré que nada te pase" prometió, y no me preocupé más, sólo porque sabía que me necesitaba, no porque le importase mi persona, sino porque habíamos hecho un trato. Debía matarle.


Era extraño, pero lejos de sentirme preocupada, comenzaba a albergar un inexplicable alivio, un buen presentimiento comenzaba a hinchar mi pecho, como si de pronto todo frente a mi se volviese de un monótono y común gris, a un perfecto y sublime blanco. En efecto, un buen augurio se venía por delante, le demostraría lo mucho que perdería al dejar este mundo, Edward no desearía ni siquiera oír la palabra suicidio cuando le hubiese mostrando las exquisiteces que podría perder.


Antes de un año Edward admitiría que yo siempre había estado en lo cierto, que su plan era absurdo y exclamaría que me estaría eternamente agradecido.


"Niña, duerme; ¿no es eso lo que hacen los humanos?, por todos los cielos, hace sólo unas horas te hice el amor en repetidas veces, deberías dormir ya se te está sobrecalentado el cerebro, mira que pensar que cambiaría de idea, no albergues falsas esperanzas pequeña, sólo conseguirías convertir nuestro acuerdo en algo más difícil, y tal y como está yo lo veo sencillo y ajeno a fallas. "


Ignoré su comentario y seré mis ojos, era cierto, habíamos hecho el amor, demonios, en verdad lo había hecho ¡Y con un vampiro!, eliminé ese pensamiento al instante, era difícil recordar que ahora carecía de privacidad inclusive en lo que respectaba mis pensamientos.


Oí un leve murmullo, y no fue necesario girarme hacia la izquierda para comprobar que Edward reía, un súbito rubor se alojó en mis mejillas al comprender el motivo.


Su brazo rodeó mi hombro y me atrajo hacia su pecho, frío, duro y silencioso, mas no vacío, no podía estar vacío, lo sabía, él tarde o temprano despertaría de ese letargo de disconformidad al que lo había sometido su existencia, lo haría, yo me encargaría de eso.


"Y eso que sólo fue tu primera vez, ya sabes lo que se dice: la practica hace la perfección." masculló contra mi cabello, dándome a entender que obviamente no le habían pasado por alto mis cavilaciones anteriores. El calor en mis mejillas no se hizo esperar.


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Mi nariz ardía, húmeda y rota de tanto llorar; los sollozos no cesaban de brotar desde lo más hondo de mi pecho.


¿Por qué lo hizo?, por que debía de ser tan malditamente obstinado. Sólo un vampiro te podrá amar eternamente…


"¡Menuda idiotez Edward Cullen!" mi grito fue más un sollozo que una exclamación, uno más uno menos, de todos modo no haría la diferencia. En eso se había convertido él, en sólo palabras, vacías, muertas, como todo en él.


Mientras intentaba ponerme en pie lentamente se me hizo inevitable recordar, sus besos, sus palabras, la extraña forma en que me miraba cada vez que hacíamos el amor, la primera vez que dijo que me quería, el primer día en que le vi, hermoso, sobrenaturalmente hermoso. El instante en que tomó mi virginidad, y el patético modo en que no opuse resistencia, porque era suya y siempre lo sería.


Desde mucho antes de conocerle, ya le amaba, había sido creada para él, y nada de lo que el o yo dijese cambiaría eso. Edward tenía que darse cuenta, sólo me quedaba rezar porque no lo hiciese demasiado tarde.


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"¿Dónde estamos?" pregunté mientras observaba por la ventana; un hermoso río surcaba toda la ciudad, pasivo y elegante y bordeando ambos lados de este, se mostraban delgados senderos iluminados; espacios instalados para que las personas-sobre todo parejas de jóvenes enamorados- disfrutasen de la belleza natural que propinaba el paisaje.


"En Asia" soltó sin tapujos. Mi rostro ha de haber sido un poema, porque al instante la mirada pícara refulgió en sus orbes, como el astro rey a pleno día, glorioso, siempre revestido con esa apariencia de sapiencia y serenidad.


"Estamos en el fin del mundo, donde el planeta llega a su termino, casi al borde del infierno"


"¿Argentina?" respondí; ignorando su intento de chiste tétrico, y agradeciendo como nunca haber tomado la asignatura de geografía. Había oído hablar enumerada ocasiones sobre Buenos Aires, la hermosa capital de ese país.


"Casi le aciertas, pero te he traído al otro extremo de la cordillera. No estaremos mucho tiempo aquí, pero me pareció una buena idea, ya que había estado aquí antes y se parece mucho a Forks, no será idéntico, pero al menos te hará sentir como en casa, llévese tanto o más que allá, te hará bien."


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Arranqué es pensamiento de mi mente y dolió al instante, había pecado de ingenua; porque en ese entonces ignoraba demasiadas cosas, en ese entonces… yo creí que le acababa de conocer, nunca fue así, con Edward no existían coincidencias.


Fui una idiota, mientras él desde un comienzo mostró detalles conmigo yo me dediqué a creer en cada uno de ellos.


Fue tan fácil para él, tan malditamente fácil; no me amó nunca, de eso no tenía dudas, pero aún así, ¿Qué más se le podía pedir a quien no había recibido un ápice de cariño genuino en más de un siglo?


Solo, siempre solo; y aun así se había tomado la molestia de llevarme hasta Valdivia, él quería hacerme sentir en casa y lo había logrado.


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"Cierra los ojos" musité; mientras me deleitaba al oír el familiar trino de la lluvia al caer, imponente y furiosa.


Ya llevábamos un mes viviendo juntos, desearía poder decir que extrañaba a mis padres, más aquello sería lo más cercano a blasfemas, no tenía tiempo para eso, la verdad no tenía tiempo ni siquiera para pensar, al menos nada que no se refiriese a mi vampiro.


Edward poseía una lujosa cabaña en una zona un tanto alejada de la ciudad, Niebla. Un pueblito en el cual el aire marino se gobernada sin tapujos, todo en aquel sitio gritaba vida, pese a la nubosidad que reinaba en los cielos, observar la playa a diario desde la comodidad de la cama era algo que simplemente no tenía precedentes. Aquello convertía la experiencia en algo mucho más que idílico, lo hacía mágico.


La luz de un relámpago iluminó todo el salón, antes alumbrado únicamente por velas decorativas, esta noche quería hacerla especial. Había asumido que Edward y yo compartiríamos la condición de amantes, y aquello me agradaba, pero aún así no era suficiente, yo necesitaba más que el placer que me otorgaban sus besos, sus manos, su cuerpo, yo necesitaba su corazón.


"¿No crees que estoy un poco viejo para jugar a las escondidas?"


"Y No crees tú que eres un poco viejo para arruinarle el juego a una niña? Sólo cierra los ojos Edward, deja que te muestre uno de los tantos motivos por los que no has de morir. Permite que esta vez sea yo quien te enseñe"


"Te amaba y seguiré haciéndolo hasta que mi corazón libere su último latido… "


"¡¿Cómo pudiste no entenderlo?!" posiblemente él ya se encontrase a cientos de kilómetros, posiblemente ya hubiese dejado de oírme hace minutos. Aún así grité una vez más, esta vez no para él sino porque sí, porque me hacía falta, ya no era un capricho, era una necesidad.


"¿Cómo pudiste no creerlo? ; ¿Cómo pudiste dudar?."


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