Dark Chat

martes, 2 de agosto de 2011

Vida: Dulce Inmortalidad

Capitulo Décimo octavo: Una razón más para desearme

Estos de las negruras repentinas estaban fastidiándome un montón, era desagradable volver a ser frágil una vez más mientras todos los que me rodeaban eran fuertes como un roble. Sentí a lo lejos un murmullo, era una voz dulce y melodiosa, cuando enfoque mi vista pude darme cuenta que era Alice, esta vez no había despertado me estaban despertando – Bella, despierta debes comer algo – me dijo mientras me ayudaba a sentar en la cama. Vi como me acerco una bandeja, que tenia un tazón de sangre, uno de leche y unos huevos revueltos. Era sorprendente como había cambiado mi dieta en cuestión de días. No era que me entusiasmarán los huevos pero el hambre me embargaba, así que comí sin chistar. Permanecimos en silencio mientras lo hacía.

- ¿Y Edward? Pregunté de repente.

- En la sala, con Carlisle… están evaluando llevarte a un hospital.

Cuando escuche la palabra hospital solté el cubierto de mi mano y la miré, Alice se acerco y tomo entre sus dedos el tenedor volviéndolo a levantar hasta mi boca.

- ¿Por qué? Dije desconcertada.

- Necesitas una transfusión, has perdido mucha sangre… aunque también podríamos ir con… pero su voz se apago.

- ¿con quién? Insistí. Pero ella solo me miró, pude ver la duda en sus ojos.

- Carlisle ha tratado por todos los medios de descubrir que sustancia te inyectaron pero sin el equipo adecuado es casi imposible analizar tu sangre y descubrir un remedio. Jasper y Emmett también han tratado de investigar por su cuenta, preguntando a nuestros contactos pero la verdad es que no han conseguido nada, nadie parece saber nada y al ritmo que tu cuerpo se esta deteriorando… no nos queda mucho tiempo antes que finalmente tú… su voz se apago.

- Muera.

Complete la frase que ella había dejado inconclusa. Asintió con su cabeza, quite la bandeja de mis piernas y comencé a levantarme, ella me ayudo para evitar que mi cuerpo cayera al suelo y me llevo hasta la sala. Edward se abalanzo sobre mí cuando me vio entrar en ella.

- Alice ¿Qué esas haciendo, te has vuelto loca?

Reprendió a su hermana pero yo lo detuve.

- Quiero ir con los Volturi.

Dije resuelta, si ellos habían sido los que me habían causado esto serían ellos los que lo resolverían.

- ¡Ellos no van a ayudarnos!.

Comenzó a decirme Edward

- Eso no lo sabes.

Discrepé insistiendo

- Tal vez si habláramos con esposa de Aro.

Interrumpió Carlisle

- Ellos la quieren como conejillo de indias.

Espetó Edward mirando a todos con evidente descontento. Tomé su mano y sonreí tratando de parecer calmada y resuelta.

- No tenemos alternativa… moriré de todos modos.

Le hice ver, el soltó mi mano y salio de la habitación.

Carlisle había hecho la llamada. La esposa de Aro había accedido a juntarse con él para hablar sobre la posibilidad de entregarme para tratar que él pudiera revertir el proceso, o al menos evitar que muriera. La reunión se realizaría en una zona alejada de donde estábamos a insistencia de Jasper, quién junto con Emmett lo acompañarían. Edward prefirió quedarse conmigo, por que estaba en desacuerdo de buscar ayuda en los Volturi.

Estábamos en la sala, mi mirada estaba absorta en la criatura que jugaba con Rosalie, era increíble la reacción que toda la familia Cullen estaba teniendo con aquel pequeño, todos parecían encantados con él y este parecía bastante cómodo con ellos. Esme estaba en la cocina preparando el biberón de nuestro pequeño huésped cuando de pronto me percaté que él se había llevado a la boca, en una distracción de Rosalie, un pequeño objeto, bastante pequeño que de seguro si no lo detenía se lo tragaría.

- ¡Edward no!

Grite sin reflexionar y me abalance sobre el niño, lo tomé en mi regazo y le quite de entre los dientes la pequeña pieza. Cuando me percaté de lo que había hecho, sentí la mirada de cuatro pares de ojos dorados evidentemente en estado de shock. Un par más que los otros estaban pidiéndome una explicación vehementemente.

- No sé su nombre y creó que tú tampoco, y considerando que me ha adoptado como su madre… y nosotros dos estamos casados… supongo que eso te convierte a ti en su padre… y a todos los hijos primogénitos les ponen el nombre del padre… entonces yo pensé que tal vez…

comencé a explicar pero a medida que mi explicación se enredaba más y carecía de lógica opte por callar.

El niño tenia una mano en su boca y con la otra me sujetaba mi cabello, con cierto recelo de su reacción vi como Edward se acerco hasta donde estábamos parados sin decirme nada y me sorprendió cuando con su mano quito de la frente del niño el mechón de cabello que estaba colgando sobre su rostro como lo hubiera hecho un padre cualquiera. Ese gesto me tranquilizo, mi esposo me devolvió una sonrisa inocente.

La reacción de Edward junior volvió a inquietarme, esté instantáneamente extendió sus manitas para que Edward lo tomará, mi corazón se contrajo por segunda vez. Yo no lo había visto interactuar con el pequeño desde que había vuelvo, por lo que no pude evitar sentir un sentimiento de aprehensión que se desvaneció por completo cuando él lo alzo y lo acomodo en su regazo, la escena me sobrecogió, Edward Junior se acomodo en el pecho de Edward como si nada, parecía no importarle o no notar el frío característico de su piel marmórea, en ese instante supe que mi esposo también lo había adoptado a él desde que había decidido traerlo consigo.

- Somos tías.

Chillo una emocionada Alice apretando el brazo de Rosalie, que puso sus ojos en blanco.

- Supongo que eso me convierte en abuela.

Dijo dulcemente Esme dándole el biberón a Edward. Contemple la escena extasiada, pero una pregunta vino a mi mente, ¿acaso sobreviviría lo suficiente para criar a mi recién adoptado hijo?

Las noticias que Carlisle y el resto habían traído no eran alentadoras, los Volturi y en especial Aro estaban buscándonos frenéticos y no precisamente para salvarme de una muerte segura. Les interesaba encontrarme para estudiar la reacción que había provocado el veneno en mí. La esposa se las había ingeniado para distraerlos pero francamente se estaban acabando los castillos donde buscar, así que tarde o temprano comenzarían la búsqueda en la ciudad, ella había confirmado a Carlisle que no era seguro tratar de tomar un avión, puesto que el aeropuerto era también un punto fijo de su constante vigilancia, por lo que las posibilidades de escapar eran nulas.

Habían transcurrido varios días desde que el veneno había entrado a mi cuerpo y aún permanecían los moretones y la fiebre, para Carlisle eso era confirmación que sea lo que hubieran utilizado había sido en una dosis concentrada. La esposa había ayudado a éste a conseguir equipo médico para poder hacerme una transfusión puesto que perdía sangre a montones, y se había comprometido también a conseguir los archivos de las investigaciones pero Aro mantenía todo con tal recelo que lo que había conseguido no era nada útil para ayudarme a detener lo que estaba sucediendo con mi cuerpo.

Estaba en el baño, el único lugar en el que podía tener un poco de privacidad sin que nadie estuviera pendiente de mí. Aunque sabía que Rosalie estaba afuera pues era su turno de vigilarme, al menos no tenía sus ojos sobre mí nunca. Estaba ahí contemplándome en el espejo, revisando el daño que estaba causando el veneno en mi cuerpo, cuando me percaté de algo inusual y raro.

Deslice mis manos por mi estomago hasta cerca de la ingle donde tenía un moretón bastante grande y del cual estaba completamente segura que no estaba ahí al menos el día anterior. Toque con la yema de mis dedos y no dolía, lo que era extraño. Volví a apretar y lo hice tantas veces para convencerme que no dolía cuando de pronto el moretón cambio de posición, salté del susto, este se había puesto en mi vientre, al medio de esté. Puse mi dedo índice sobre él y apreté fuertemente pero este desapareció de la misma forma en que había aparecido.

El golpe de la puerta me hizo volver a la realidad y baje de sopetón mi camisón ocultando mi cuerpo, vi el rostro de Rosalie mirarme como evaluando si algo me había pasado.

- ¿Te encuentras bien? Me pregunto

- Sí eso creo. Le respondí saliendo del baño.

Extrañamente, en los días venideros me sentía menos cansada, y los moretones estaban disminuyendo incluso mis horas de sueño habían disminuido, lo mismo que mi apetito por mi dieta humana, también parecía que recuperaba mis fuerzas y la fiebre definitivamente era menor, aunque aún persistía. Otra cosa que era una constante era aquel débil sonido en la mitad de mi pecho, aunque no era el sonido de un corazón normal latiendo, porque era irregular ese síntoma en particular no se podía olvidar.

Carlisle estaba obsesionado con su investigación, y yo me había transformado en su paciente estrella, corría y corría pruebas de toda índole y ese día no era la excepción estaba sentada en la cama y él tenia su estetoscopio en mi pecho, miraba su reloj contando los latidos, de pronto levanto su vista y comenzó a bajar su estetoscopio de posición, primero a mis pulmones, luego a un costado y me pregunté para que quería oír mi hígado hasta que llego a mi vientre y lo retiró de inmediato.

Se quedo pensando unos momentos pero nos interrumpió Edward Junior quien había entrado en la habitación llorando descontroladamente, vi a Edward entrar tras él.

- Se cayó y se golpeo las rodillas.

Me dijo pero cuando vio mi expresión de susto se defendió de inmediato

– pero no le paso nada

Me tranquilizo mientras yo lo tomaba en brazos. Lo acune y trate de hacerlo callar pero era imposible. Miré a Carlisle que seguía ensimismado.

- ¿Sucede algo?

Le pregunte mientras movía en mis brazos a mi pequeño hijo. Pero este no contestaba. De pronto se levanto y sus ojos reflejaron un haz de luz, como si hubiera encontrado la respuesta a una ecuación bastante difícil. Me quito al niño de los brazos y se lo entregó a Edward y me hizo sentarme en la cama, me extendió el brazo derecho y saco una jeringa, me dí cuenta de lo que quería, me extrajo sangre y salio raudo de la habitación. Edward y yo nos quedamos mirándonos sin entender mucho pero lo seguimos afuera.

Había montado gracias a la ayuda de Esposa y Cedric un minilaboratorio en la sala a un costado de la cocina, estaba ahí analizando mi sangre cuando de repente suspiro resignado.

- Era imposible. Dijo mientras miraba los resultados

- ¿Qué? Preguntamos al unísono Edward y yo.

- Nada… solo era una idea loca.

Contesto volviendo a mirar los resultados. De pronto le quite el papel y cuando vi el nombre del examen lo miré boquiabierta: Ganodotropina Coriónica Humana: resultado negativo. De pronto levante mi polera y ahí estaba el moretón en mi vientre, mire a Carlisle y corrí al baño tome un baso y luego volví.

- Hazlo de nuevo.

Le pedí entregando el recipiente. Edward nos miraba atontado, parecía no darse cuenta de algo demasiado evidente a esa altura. Tomo el papel que yo había dejado a un lado y lo sentí susurrar dejando a nuestro retoño en el suelo.

- Esto es imposible.

Le dijo a Carlisle quien lo ignoró mientras hacía nuevamente la prueba, los minutos se tornaron de pronto en una larga y tortuosa espera. De pronto la muestra de orina se torno azul, y retrocedí unos pasos con la mano en mi boca.

- Pero debió aparecer en la sangre. Reclamó un sorprendido Carlisle.

- No estoy muriendo… estoy embarazada.

Exclame mirando a Edward quien parecía no asimilar mis palabras.