Dark Chat

lunes, 10 de mayo de 2010

Noches de Italia

Capitulo 7. Desaparecido

Edward tomó mi rostro entre sus manos y me besó, eso me hizo olvidar por un momento mi preocupación por Mike. Cuando estaba con Edward todo parecía estar bien.


-No es por molestar, pero Bella recuerda que tienes que llegar temprano a tu siguiente clase –escuché la voz de Alice-. Sino el profesor no va a dejar entrar de nuevo.


Me separé de Edward. Fruncí el ceño al ver a Alice abrazada de Jasper. Ellos ya habían empezado a salir, aunque según ella, estaba segura que era su pareja eterna y por la forma en que Jasper la miraba era evidente que el también pensaba lo mismo. En cuanto a mí, me gustaba Edward, pero no creía que existiera la posibilidad entre nosotros.


-¿Y tú? –le pregunté-. ¿No tienes clase?


-Si –respondió. Luego levantó la vista a Jasper-. ¿Nos vamos?


-Cuando quieras.


Hice una mueca, había olvidado que les tocaba juntos. Edward sonrió y me besó en la mejilla.


-No te preocupes no veremos pronto –prometió.


Terminó la clase, y auque estuve sentada en la fila central, mi mente estaba muy lejos de allí. No había visto a Mike y quería hablar con él. El día anterior se había enojado conmigo y el problema era que no sabía porque. Era mi mejor amigo y me sentía mal al pelear con él. Aún era temprano, tal vez si me apuraba lograba interceptarlo en el pasillo que daba al salón de Literatura Internacional… pero no lo encontré, así que entré en el salón.


-Disculpa… ¿No ha llegado Mike? –le pregunté a una chica de corto cabello castaño.


Negó con la cabeza.


-El también comparte clase de Sociología conmigo –me dijo-. Y tampoco lo vi ahí.


-Gracias


¿A dónde había ido Mike? Pero no me iba a quedar así. ¡El tenía que hablar conmigo! Marqué a su celular, no me contestó.


-¡Maldición Mike, no me ignores! –exclamé. Marqué a su departamento, nada. Si no quería contestar entonces iría yo misma a su departamento.


-¡Mike! –grité poco después, en frente de la puerta de mi amigo-. ¡Abre!


Tal vez esa no era la mejor forma de arreglar los problemas. Suspiré. Pegué mi cabeza a la puerta.


-Escucha Mike, sólo quiero hablar contigo –le dije a la puerta-. Por favor, quiero saber que te pasa porque me importas…


La puerta permaneció cerrada.


-¡Mike! –exclamé enojada-. Sino me abres…


-El no está –escuché una voz a mis espaldas.


Me di la vuelta, para encontrarme con una mujer de mediana edad.


-¿Disculpe?


-No ha regresado desde ayer –informó la mujer.


-¿Está segura? –le pregunté desesperada-. ¿Qué tal si llegó mientras usted dormía? O tal vez…


-Mi departamento está en frente del suyo –interrumpió la mujer-. Ayer tuve insomnio por eso me di cuenta.


-¿Cuándo lo vio por última vez? –la cuestioné.


-Me topé con el cuando iba saliendo –dijo ella-. Creo que eran las cinco…


Había llegado a mi casa a las seis, a las ocho había salido… ¿Y desde entonces no había regresado a su departamento?


-¿Está segura que no volvió? –insistí.


La mujer frunció el ceño.


-Yo no entiendo a las chicas de hoy –dijo-. ¡Hace unos minutos lo querías matar!


-¡Eso no quiere decir que no me preocupe por él! –exclamé.


-Pues deja de hacerlo, seguramente… anoche tuvo una fiesta y se le pasaron las copas –dijo la mujer-. Tal vez está con otra. ¿Por qué sigues con él si te hace sufrir tanto?


-No es mi novio –dije-. Es mi amigo.


-Pues yo sólo quería decirte que dejaras de hacer escándalo, aquí habemos otras personas que no queremos alboroto –la mujer se alejó.


-¡Espere! –grité antes que ella se metiera en su departamento-. ¿No sabe de alguien que tenga copia de la llave de este departamento?


-El dueño del edificio –contestó-. Vive en la planta baja, el primer departamento.


Bajé las escaleras a toda prisa.


-¿Qué quieres? –un hombre regordete abrió la puerta después de unos minutos, me había encargado de golpear la puerta con mucha insistencia.


-Necesito la llave del departamento 21 –dije.


-¿Para que la quieres? –el señor frunció el ceño, no parecía confiar en mí.


-Mi amigo vive ahí, he tocado a su puerta muchas veces y no me abre, su vecina me dijo que no ha llegado desde ayer –las palabras salían con demasiada rapidez-. Por favor estoy preocupada, necesito estar segura que no está ahí.


-Esta bien –aceptó el hombre-. Espérame aquí.


Salió poco después con una llave en la mano, la tomé inmediatamente. Corrí escaleras arriba, me hubiera tomado menos tiempo destrozar la puerta con mis manos, pero con tantos humanos era imposible no ponerme en evidencia.


Entré en el departamento y lo llamé mientras recorría el lugar, no lo encontré, las sábanas no estaban desacomodadas, no había llegado a dormir. La desesperación se apoderó de mí. ¿Por qué no había llegado? ¿Por qué no respondía mis llamadas?


-Por favor –llamé al departamento de enfrente.


-¿Qué pasa? ¿Conseguiste la llave? –me preguntó la mujer al abrir la puerta.


-Sí, pero él no estaba –musité.


-Te digo muchachita, debe de estar en la casa de alguno de sus amigos –dijo la mujer-. Así son los jóvenes de hoy, se ponen a tomar y amanecen en otro lugar…


-Por favor, si llega… ¿puede llamarme a este teléfono? –le pedí.


-Esta bien –dijo después de un rato-. Sólo porque me recuerdas a una sobrina…


-¡Gracias!


Llegué a mi casa, Alice me estaba esperando.


-Te vi –dijo-. En el departamento de Mike… no te preocupes Bella, debe de estar con alguien, no te…


-¿Puedes verlo? –exigí-. Dime donde estará… ¿esta bien?


Alice se frotó las sienes.


-No es tan fácil Bella –contestó-. Los humanos son más difíciles de ver.


-¿No lo has visto? –insistí.


-No, pero lo he intentado –respondió.


Alice hizo una mueca, debía estar costándole mucho trabajo.


-¿Te duele? –pregunté.


-La cabeza –asintió-. Un poco.


-Déjalo, no sigas, no quiero que te desgastes –dije-. Lo buscaré…


-¿Tienes idea donde está?


-No, pero sospecho de alguien que puede saberlo… Alice ¿Me acompañarías al GOA?


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Capitulo 8. Preocupación

Llegamos a la discoteca, pero esta vez los guardias nos impidieron el paso.


-¿Por qué no podemos pasar? –pregunté, haciendo un gran esfuerzo por conservar la calma no estaba de humor para nada.


-Ese no era tu teléfono Melissa –me dijo uno de los guardias.


¿Melissa? ¿Por qué me llamaba así? Lo miré fijamente y lo recordé, era el guardia que había pedido mi teléfono la primera vez que había venido al GOA.


Le escribí mi número en la palma de su mano.


-¿Cómo se que este si es real? –preguntó.


Sonreí, tenía que calmarme si quería entrar.


-Prueba –dije. Y lo hizo. A los pocos minutos sonó mi celular-. ¿Lo ves? Ahora… ¿Podemos pasar?


El guardia parecía no estar muy convencido. Lo besé en la mejilla, tenía que entrar.


-¿Sí? –puse mi mejor cara de súplica.


-Lo que quieras –accedió, parecía algo aturdido.


-No te vayas a reír Alice –le advertí mientras pasábamos entre la gente.


-Creí que yo era la única que veía el futuro –dijo entre risas, pero luego cambió su expresión-. Bella no vayas a perder el control estamos entre humanos.


-Lo sé –rechiné mis dientes al ver a mi objetivo. Avancé rápidamente hasta el. Estaba sentado con otros tres vampiros, entre ellos una hembra, que parecía suplicar por un poco de atención pero el estaba más interesado en una conversación que tenía con otro vampiro-. ¡Julian!


El muy maldito vampiro rubio sonrió. La hembra me fulminó con la mirada, no parecía agradarle mi presencia.


-¡Bella! –exclamó cuando llegué hasta la barra-. Así que decidiste…


No pudo terminar porque lo tomé de la camisa y lo levanté. Los otros vampiros parecían disfrutar del espectáculo.


-¡Chica agresiva! –exclamó uno-. Me gusta


-Bella tranquila –escuché la voz de Alice-. Recuerda lo que te dije…


Con un movimiento rápido, Julian me tomó de las muñecas sin hacerme daño, pero con la suficiente fuerza para que no pudiera liberarme, él era un vampiro más fuerte que yo.


-Antes de la sentencia –dijo-. ¿Podrías decirme de que se me acusa?


-¡Ya lo sabes! –exclamé-. ¿Dónde está?


-No se de que me hablas


-¡No me mientas! –intenté zafarme de su agarre, pero no logré moverme-. ¡Tú tienes a Mike!


Me acercó a él, sus ojos azules estaban muy cerca de los míos.


-No se donde está tu amigo humano –dijo con firmeza, no vi ningún titubeo en sus ojos. Le creí. Y tal vez fue peor, porque ahora no tenía idea de que había sucedido con mi mejor amigo, estaba como al principio-. Está bien… ya puedes soltarme, ya no voy a gritarte…


Una sonrisa pícara apareció en los labios de Julian. Eso era una mala señal.


-Ya suéltame –repetí.


El vampiro rubio negó con la cabeza.


-Por fin te atrapé –dijo con sus labios sobre los míos y me besó. Sus manos soltaron mis muñecas y pasaron a ser como hierro sobre mi cintura.


Puse mis manos sobre su pecho y lo empujé lejos.


-¡Nunca vuelvas a hacer eso! –exclamé frunciendo el ceño.


-No puedo prometer eso –contestó sonriendo-. Además te gustó.


-¡No es cierto! –cada vez estaba más enojada-. ¡Hay que salir de aquí Alice!


-Espera –dijo Julian, quiso tomar mi mano, pero esta vez yo estaba preparada y lo esquivé-. ¿Estás segura que un vampiro se llevó a tu humano?


-Sí –no sabía porqué pero lo estaba.


-Te ayudaré a buscarlo


Arqueé las cejas, a él no le agradaban mucho los humanos.


-¿Lo dices en serio? –pregunté sorprendida.


-¿Por qué lo dudas? –frunció el ceño-. ¿En verdad me crees tan malo?


No contesté.


Hizo una mueca parecía algo herido.


-Te buscaré mañana en la Universidad –fue todo lo que dijo.


-Gracias –dije antes de irme.


-Sabes Bella creo que él…


Pero Alice no terminó la frase, las dos clavamos la vista en el volvo plateado que estaba estacionado a fuera de nuestra casa. Cuando entramos vimos a Edward y a Jasper esperando en la sala.


-Están preocupadas –afirmó Jasper.


-¿Cómo lo sabes? –pregunté.


Alice parecía igual de confundida que yo. Edward la vio detenidamente y luego una expresión de furia cruzó por su rostro.


-¿Julian te besó? –preguntó Edward entre dientes.


¿Cómo pudo saber eso?


-Ed, relájate –le dijo Jasper y como si hubiera sido una orden mi novio se tranquilizó. Yo misma me sentía más calmada sin saber porqué.


-¿Qué está pasando aquí? –exigió Alice.


-Puedo controlar las emociones –respondió Jasper-. Edward puede leer el pensamiento.


¿Podía leer mi mente? Eso no era bueno.


-¿Leíste mi mente? –le pregunté.


-¿Estabas pensando en eso? –tenía una expresión curiosa en la cara, pero no supe descifrar bien que era.


En realidad estaba pensando en que era mejor que no se enterara del beso, pero exactamente en lo que pasó. Sacudí la cabeza, todo se estaba poniendo muy confuso.


-No puedo leer tu mente –me dijo Edward después de un rato-. Es la única que no puedo.


-Quizás eso se deba a que Bella tiene la habilidad de crear un escudo –sugirió Alice.


-Ahora entiendo –dijo Edward sonriendo.


-¿Y tu Alice? –le preguntó Jasper.


-Yo puedo ver le futuro.


Mike seguía muy presente en mi mente. ¿Dónde estaría? Tenía que encontrarlo, haría lo que fuera para hacerlo.


-Siento que estás angustiada –me dijo Jasper.


Edward vio a Alice y luego a mí, seguramente ya sabía el motivo de mis preocupaciones gracias a los pensamientos de ella.


-Lo encontraremos –me abrazó.


Eso esperaba.


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