Dark Chat

domingo, 9 de mayo de 2010

Light in the Darkness

Cap.7.-Historia

-¿Por qué tanto alboroto? –preguntó Lila al día siguiente en la Universidad. Un grupo de chicas estaban platicando bastante entusiasmadas.

-No sé –contesté observando hacia donde veía mi amiga-. No te preocupes, no debe ser nada importante.

El grupo pasó cerca de nosotras y vi que se dirigían al edificio de la Universidad, distinguí entre ellas a Danna una compañera que iba conmigo en clase de historia.

-Bella, Lila –nos saludó sonriente-. ¿No van a entrar a Historia?

-¡Pero todavía falta mucho! –exclamó Lila.

-Sí –concedí. Hice una mueca-. Además es muy aburrido estar ahí.

-¿Es que todavía no saben? –preguntó Danna abriendo los ojos de par en par.

-¿Tiene algo que ver con el escándalo que estaban haciendo? –dijo Lila-. Pues no y queremos saber.

-¡El Sr. Monroe renunció y ya tenemos nuevo profesor! –exclamó radiante-. Ya lo vi, es bastante joven, debe ser unos cuantos años mayor que nosotras y lo mejor de todo es que está ¡guapísimo!

Otras chicas apoyaron tal afirmación con un profundo suspiro.

-Además tengo una amiga que ya tuvo su primera clase con él y dijo que habla de la historia con tal exactitud que parece que él mismo la vivió –continuó Danna con un suspiro-. ¡Guapo e inteligente! Yo quiero un novio así, no, mejor dicho lo quiero a él.

Puse los ojos en blanco, así que eso era todo.

-¡Pues yo lo vi primero! –exclamó otra chica y las demás comenzaron a protestar.

-Me voy al aula porque quiero ganar un lugar al frente –dijo Danna-. Quiero verlo de cerca –iba a dar media vuelta, pero se detuvo y nos vio-. ¿No vienen?

-No –contesté inmediatamente, la verdad no me importaba.

-Ustedes se lo pierden –dicho esto se fue.

Lila se rió.

-Así que eso era por lo que estaban tan emocionadas –dijo-. Bueno yo antes tendría curiosidad, pero después de conocer a Will, todo es distinto.

Arqueé las cejas.

-¿Quién es Will? –pregunté-. ¿Y por que no me habías dicho nada?

-Apenas lo conocí ayer –se excusó Lila y sonrió-. Es un vampiro estupendo y lo mejor es que se vinculó de mí –suspiró-. Y pronto me vincularé yo de él y nos convertiremos en compañeros.

Fruncí el ceño.

-Que fácil es para ti –comenté.

-Y también lo será para ti –me animó-. Sólo tienes que ser paciente, toma en cuenta que tu caso es fuera de lo común.

Asentí.

-Será mejor que ya nos vayamos a la clase –observó su reloj-. No sabemos que tan estricto será el nuevo profesor.

Llegamos unos minutos antes de que empezara la clase, el profesor todavía no llegaba.

-Todavía quedan las dos sillas de atrás –señaló Lila y nos dirigimos a ellos. En el salón se veía un extraño acomodo, las mujeres adelante y los hombres atrás, las únicas que desentonábamos éramos nosotras.

-Espero que la clase no sea igual de aburrida que con el Sr. Monroe –comenté a Lila y me puse a hacer unos garabatos en mi cuaderno.

-Por lo menos para ellas no lo será –contestó.

De pronto, las voces se apagaron y escuché unos cuantos suspiros, seguramente el profesor ya había llegado, pero no me importó y continué con mis dibujos.

-Como algunos seguramente ya saben su profesor el Sr. Monroe ha renunciado, así que de ahora en adelante yo les impartiré la clase de Historia Internacional

La voz me era muy conocida, levanté la vista de súbito y me quedé petrificada al ver al profesor.

-Me llamo Andrew Lennox –dijo él. Llevaba un traje negro, que lo hacía verse muy elegante, eso aumentaba de forma abrumadora su atractivo, ahora comprendía la reacción de las chicas.

-¿Podemos decirle Andrew? –preguntó Danna.

-En la Universidad se pueden dirigir a mí como Profesor Lennox –contestó él educadamente-. Pero si tengo la fortuna de encontrarlos en algún otro lugar pueden llamarme Andrew.

Danna asintió vigorosamente, emocionada por la respuesta.

Momentos después hice una seña a Lila para captar su atención.

-¿Qué pasa? –murmuró.

-¿Recuerdas el problema que tengo? –le dije, la vi asentir y añadí:- El es… él…

-Ya entendí –Lila me interrumpió-. Por eso no para de voltear para acá.

-Yo…

-Señorita Swan –los ojos verdes de Andrew se encontraron con los míos-. Veo que está más interesada en su plática que en mi clase. Creo que lo mejor será que se cambie de lugar, para vigilarla de cerca –señaló el lugar donde estaba Danna-. ¿Señorita podría cambiarle su lugar a ella?

Danna casi se derrite en la silla, pero logró articular un "Si" y acto seguido, se levantó de y se dirigió a mí.

Lila se cubrió la boca para evitar reírse y yo, después de tomar mis libros, la fulminé con la mirada. Me senté en mi nuevo lugar y me crucé de brazos. Andrew me dedicó una sonrisa deslumbrante y continuó con la clase.

-¿Señorita Swan podría quedarse un momento? –preguntó Andrew cuando finalizó la clase. Escuché varios murmullos de las chicas, de las cuales la mayoría quería estar en mi lugar.

-Con que vigilarla de cerca ¿eh? –dije cuando me aseguré que no había nadie más en el salón.

El sonrió.

-Estabas muy alejada de mí –contestó-. Tenía que hacer algo, sin levantar sospechas.

No pude evitar devolverle la sonrisa.

-¿Entonces darás clases aquí todo el día? –pregunté.

-No, sólo medio turno –me miró-. Estoy disponible por las tardes, pero si quieres puedo sacrificar mi tiempo libre y darte clases particulares –guiñó un ojo.

-No gracias –contesté-. Ahora si no tienes nada más que decir, me voy, no quiero llegar tarde a mi siguiente clase.

-Estaré cerca si me necesitas –dijo.

Asentí y salí rápidamente.

En la noche, después de asegurarme que Lena estuviera dormida, me dispuse a salir. Quería un paseo por Londres. Caminé lentamente, apreciando cada construcción que pasaba frente a mis ojos.

El tiempo pasó deprisa, llegué a un callejón desabitado y sin salida, quise cambiar de rumbo, pero tres hombres, mejor dicho, tres vampiros, se interpusieron en mi camino.

Un escalofrío recorrió mi espalda, algo andaba mal.

Un vampiro rubio de ojos grises me mostró sus colmillos.

-Creo que nos alimentaremos esta noche –dijo dirigiéndose a los demás.

-Perfecto –dijo otro pasándose la lengua por los labios.

Vi la sed en los tres pares de ojos, querían alimentarse de mí y estaba segura que lo harían hasta dejarme seca. No podía defenderme contra los tres, mi única opción era encontrar la manera de escapar. Busqué con la mirada algún hueco hacia el que pudiera huir.

-No hay escapatoria –dijo el vampiro rubio como si hubiera adivinado mis intenciones.

Ahora era mi turno de enseñar mis colmillos.

-Me gusta cuando la comida opone resistencia –comentó divertido.

Comenzaron su avance hacia mí y cuando lo creía todo perdido, escuché una especie de impacto y Andrew apareció a mi lado. Un rugido tan amenazador salió de su pecho, que me estremecí involuntariamente, extendió sus colmillos y se colocó en frente de mí, de manera que su cuerpo cubría el mío.

Los tres vampiros retrocedieron, intimidados por su presencia.

-No se atrevan a tocarla –gruñó Andrew, la ira teñía su voz.

-Un gusto volver a encontrarnos Andrew –dijo el vampiro rubio en un tono que daba a entender todo lo contrario.

-Maximilian ¿Acaso sigues bajo las órdenes de Talon?

-Sí, acabamos de llegar a Londres –contestó Maximilian manteniendo su rígida postura.

-Entonces hazle saber, que si él o alguno de ustedes le hace daño a Bella, me encargaré de destruirlo con mis propias manos.

Los vampiros retrocedieron aún más y una sobra de temor cruzó por sus rostros, incluso por el de Maximilian, que momentos después ocultó.

-Lo sabrá –prometió Maximilian y los tres vampiros desaparecieron de la vista momentos después.

Andrew me abrazó y sentí otra vez esa sensación de mareo, cuando me di cuenta ya estábamos en la enorme sala de su casa.

-¿Estas bien? –me preguntó ansioso y comenzó a evaluarme con la mirada en busca de algún daño.

-Sí –contesté. Aunque seguía asustada-. Gracias

-Lo que sea por ti.

-¿Quiénes eran ellos? –le cuestioné.

Frunció el ceño.

-Un grupo de vampiros que gozan de la crueldad y la violencia –respondió-. Hace tiempo tuve problemas con su líder, Talon, desde entonces evita encontrarse conmigo, ninguno soporta la presencia del otro.

Un temblor me recorrió de pies a cabeza.

-No te preocupes Bella –me rodeó con sus brazos-. No te harán daño, nunca lo permitiría.

Sus palabras lograron reconfortarme. Le sonreí. Sus ojos de color verde intenso, no se apartaban de mi rostro, vi un brillo en su mirada, cargada de una emoción que no supe reconocer. Sus manos descendieron hasta mi cintura y me atrajo más hacia él.

-Andrew yo…

Pero mis palabras fueron silenciadas cuando se inclinó y unió sus labios con los míos. Me besó como si estuviera sediento y mis labios fueran el agua que él tanto necesitaba. Después de un rato, él se apartó lentamente y me sonrió.

-Andrew aún no… no me he vinculado de ninguno de ustedes –le dije.

-Lo sé –acarició mi cabello-. Pero no pude resistirme. Eres tan hermosa –me miró-. Te he estado buscando durante mil doscientos años, lo supe cuando te vi por primera vez.

Me quedé sin palabras, no sabía que responderle.

-Creo que es hora de que regrese a casa –dije-. ¿Podrías llevarme?

-Pero si ya estás en casa –señaló a su alrededor.

-Esta no es mi casa –contesté, seguramente estaría bromeando.

-Pero lo será –murmuró. Me aprisionó entre sus brazos y poco después aparecimos afuera del departamento de Lena.

-Hasta pronto –besó mi mano y se fue.

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Cap.8.-Talento

-¿No quieres ir a un bar esta noche? –me preguntó Lila.

-No –respondí, no tenía ganas de nada.

-Will me invitó –continuó ella-. Dice que es fantástico y que…

-No, gracias

Lila frunció el ceño, conociéndola estaba pensando una forma de convencerme para ir, lástima que no lo iba a conseguir.

-También me dijo que los Licántropos…

-¿Licántropos? –pregunté-. Quieres decir ¿Hombres lobo? ¿Existen?

-¡Claro que sí! –dijo como si fuera algo obvio. Una sonrisa atravesó su rostro-. Ahí van muchos Licántropos, el mismo dueño es uno de ellos. Entonces ¿irás?

Me mordí el labio, tenía mucha curiosidad por conocer a un licántropo.

-Está bien –acepté al fin.

La sonrisa de Lila se hizo más amplia.

-¿Cómo son ellos? –cuestioné sin poder contenerme.

-Lucen igual que los humanos –contestó ella-. Sólo que se ven más altos y fuertes, supongo que es debido a su transformación.

-¿Luna llena?

Lila se rió.

-Debes de dejar de ver tantas películas Bella –contestó-. No, se transforman a voluntad.

-¿Cómo los reconoceré? –pregunté.

-Fácil –Lila tocó la punta de su nariz con el dedo.

-¿Por su olor? ¿A que huelen?

Lila negó con la cabeza.

-Todo lo contrario

-¿No tienen olor? –parpadeé.

-No exactamente –respondió Lila-. Para nosotros no huelen a nada, pero eso no quiere decir que no tengan olor, creo que los humanos si perciben su esencia. En caso contrario es lo mismo, tampoco pueden olernos, y ya que ellos dan mucha importancia al olfato por eso no confían en nosotros.

La miré.

-Pero eso no quiere decir que…

-No Bella –me interrumpió-. Hace muchos siglos que convivimos en paz, hay algunos licántropos que son bastante agradables con nosotros, pero ninguna raza pasa mucho rato con la otra –dijo-. En el bar habrá muchos vampiros y licántropos, pero casi nunca los verás juntos, cada uno se irá con los suyos.

-¿Alguna vez has visto a uno transformado? –le pregunté.

-No –contestó. Noté que se estremecía-. Y creo que es mejor así, porque dicen que se transforman en lobos tan grandes, que alcanzan el tamaño de un oso y es más fácil que pierdan el control.

Los ojos de Lila se fijaron en mi y luego sonrió.

-¿Por qué no invitas a alguien? –me sugirió.

Pensé en Edward, pero no estaba segura que fuera una buena idea. Me encogí de hombros.

-¿A que hora vamos por ti? –preguntó al ver que no decía nada.

-A las diez –respondí. Como Lena llegaba muy cansada, normalmente caía dormida a esas horas.

Eran las nueve y media y Lena ya estaba completamente inconsciente, yo observaba el teléfono fijamente. Me mordí el labio, quería hablarle a Edward, pero no sólo era para invitarlo, sino porque necesitaba verlo o tan sólo escuchar su voz. Descolgué el teléfono, pero cuando estaba a punto de marcar, tocaron la puerta.

-Edward –dije sorprendida al verlo en el umbral.

-Te necesito Bella

La frase no cobró sentido para mí, hasta que noté dos sombras oscuras alrededor de sus ojos. Llevé mi muñeca hasta mi boca, pero él me detuvo gentilmente y se acercó a mí.

Edward comenzó a besar mi cuello, yo me estremecí.

-Por favor Bella –lo escuché decir.

Pensé un momento en lo que me había dicho Alice, pero no sirvió de nada, no tardé mucho en rendirme.

-Sí –contesté casi en un suspiro y sentí como sus colmillos se hundían en mi garganta. No hubo dolor ni siquiera malestar mientras el bebía, todo lo contrario.

Se retiró poco después, y noté el cambio en su semblante, las sombras oscuras debajo de sus ojos habían desaparecido, una sonrisa deslumbrante cruzó por su rostro momentos antes de rodearme con sus brazos.

-¿Quieres ir a un bar conmigo esta noche? –le pregunté.

-A donde quieras –contestó.

Escuché un golpe en la puerta momentos después.

Lila entró, junto a ella estaba un vampiro alto de cabello castaño y ojos cafés, ese debía ser Will. Ella vio de Edward a mí y sonrió.

-¡Que bien, entonces seremos cuatro! –exclamó. Escuché que mi hermana se removía en su habitación.

-Lila –la regañé-. No hables tan fuerte, Lena está dormida.

-Lo siento

Lo primero que hice al llegar fue voltear en todas direcciones para ver si reconocía a algún licántropo, pero el lugar era tan grande y estaba tan lleno que no tuve éxito. Edward que estaba atento a mí, me cuestionó sobre mi reacción y yo le conté lo que me había dicho Lila en la mañana.

-Los licántropos son inestables –frunció el ceño-. No creo que sea buena idea que te acerques a uno.

-Sólo quería conocer a uno –repliqué.

-¿Por qué no vamos a bailar? –preguntó. Señalando la pista de baile.

Acepté, pero sabía perfectamente que quería distraerme. Tomó mi mano y me condujo allá, Lila y Will nos siguieron.

No pasó mucho tiempo, cuando noté un olor a bosque, pino y corteza de árbol, olía muy bien, algo que no había olido antes en ningún humano o vampiro, localicé a cinco hombres lejos de nosotros, parecían estar discutiendo, no podía equivocarme de ahí venía el olor. Lo supe con certeza, eran licántropos. Fruncí el ceño. Lila me había dicho que no olían a nada. ¿Por qué yo si podía olerlos?

Centré mi atención en los cinco licántropos, se veían jóvenes, calculaba entre veinte y veintitrés años. Ahora que me fijaba mejor, me había dado cuenta que los hombres no discutían, prácticamente estaban peleando, cuatro de ellos se veían furiosos con uno, y a pesar de todo, éste último no parecía intimidado.

-¿Qué te pasa Bella? –Edward me preguntó al ver que me detenía bruscamente.

-Edward tenemos que… -en ese momento, uno de ellos se había lanzado a los golpes con otro, y poco después, al ver que el primero no tenía oportunidad los otros tres había acudido en su ayuda. ¡Cuatro contra uno! ¡Lo más injusto que había visto!-. ¡No! –grité y corrí hacia allá.

-¡Bella! –escuché a Edward llamarme.

El bar se convirtió en caos.

Los otros licántropos llegaron antes que yo, y lograron detener a cuatro de ellos, el quinto estaba en el suelo, con una herida profunda en el pecho. Sin saber cómo, llegué hasta él y me arrodillé a su lado. Su piel era de un tono rojizo y su cabello era corto y negro, su cara estaba contorsionada en una mueca de dolor, pero aún así pude ver que tenía facciones bonitas.

Podía ver la sangre que salía de la herida, pero no produjo ningún efecto en mí, toda mi mente se concentraba en como hacer que se detuviera antes de que muriera desangrado.

¿Los licántropos no podían cerrar sus heridas como nosotros?

-No, es muy profunda, va a tardar para que pueda sanar solo –escuché una voz entre la multitud que nos rodeaba-. ¡Y no creo que resista mucho!

-¿Quién eres tú? –escuché la débil voz y me volteé hacia el licántropo.

-Bella –contesté-. Y no se cómo pero te ayudaré.

Las comisuras de su boca se curvaron hacia arriba, formando una sonrisa.

-Bella –repitió-. Soy Jacob.

Fue lo último que dijo antes de gemir de dolor. Me incliné y puse mis manos sobre su herida, haciendo presión para detener la hemorragia.

-¡Quítate! –escuché que alguien me gritaba-. ¡No haces más que estorbar! ¡Nosotros lo ayudaremos!

Pero no hice caso, si quitaba las manos, aunque sea unos segundos, volvería a salir la sangre. "Por favor no te mueras" pensé. Entonces sentí que mi energía se comenzó a reunir en mis manos, una luz blanca las iluminó y la herida comenzó a cerrarse. Cuando la sangre en el suelo y en mis manos desapareció y la herida se curó por completo, Jacob se levantó como si nada y me ayudó a ponerme de pie. Vi caras sorprendidas que me observaban fijamente.

-¡Váyanse de aquí! –escuché que alguien exclamaba. La multitud se empezó a dispersar.

Mis piernas no podían aguantar mucho más lo sabía, sentía como si la energía me hubiera abandonado. Todo comenzó a girar.

-¡Bella! –escuché la voz de Edward cerca de mí. Otras dos voces me llamaron, pero yo ya no podía más. Alguien me sostuvo antes de caer al suelo.

Mi conciencia regresó poco después.

-¿Ella es un vampiro? –escuché una voz masculina que preguntaba.

-Sí –respondió Lila.

-Pero ella si tiene olor –dijo otra voz-. Huele bien.

-Había escuchado que los vampiros tenían talentos, pero nunca había visto a uno mostrarlo –escuché una voz más gruesa, sonaba autoritaria.

-Está claro que ella es diferente –dijo otro.

Abrí los ojos, harta de no poder ver a los que hablaban. Fruncí el ceño. ¿Diferente? Eso me sonaba a sinónimo de raro. ¿Por qué yo siempre terminaba siendo la rara?

-¿Cómo te sientes Bella? –preguntó Edward. Me tenía abrazada, ahora ya recordaba quien me había sostenido antes de caer. Me puso de pie.

-Mejor –admití. Eché un vistazo a mi alrededor, estábamos en un cuarto que parecía oficina, la música se escuchaba muy cerca, todavía debíamos estar en el bar.

Vi a varios licántropos reunidos, y reconocí a Jacob, me miraba con profunda curiosidad, pero cuando notó que lo veía me sonrió.

-Gracias –dijo.

También vi a Lila y a Will, no se veían muy cómodos, seguramente porque nos rodeaban muchos licántropos.

-Bella –habló una voz, uno de ellos estaba sentado detrás del escritorio-. Soy Sam Uley líder de esta manada, y quiero agradecerte en nombre de todos que hayas salvado a Jacob.

Yo sonreí y me encogí de hombros.

-Ella me cae bien –escuché una vocecita, y rápidamente busqué a su dueña. Era una niña pequeña de pelo negro como el azabache y ojos oscuros almendrados, era el vivo retrato de su madre que la sostenía de la mano, claro que la mujer tenía una cicatriz en el rostro, tras la cual se perdía su belleza.

-A mi también –respondió su madre y me sonrió. Yo le devolví la sonrisa con gusto.

A Sam se le iluminó el rostro al ver a la mujer y a la niña, luego se volteó hacia mí.

-Mi esposa Emily y mi hija Molly –dijo.

-Creo que ya es hora de irnos –escuché a Edward, parecía estar incómodo, seguramente eso es de lo que hablaba Lila cuando decía que los licántropos y los vampiros no podían estar mucho rato juntos. Pero para ser sincera, yo me sentía bastante bien.

Sam asintió.

-Sólo algo más –se dirigió a mi-. Cualquier cosa que necesites Bella, no dudes en pedir nuestra ayuda, te has ganado nuestra confianza.

Lila y Will se dirigieron a la salida, Edward hizo lo mismo antes de tomarme del brazo y arrastrarme con él.

-Adiós Bella –escuché la voz de Jacob.

-Adiós –respondí.

-Parece que descubriste tu talento –dijo Edward una vez que salimos de ahí-. Pero tienes que practicar para que no consuma tu energía como esta vez.

Asentí, no quería volver a experimentar esa sensación de vacío.

-¿Segura que estás bien? –me preguntó.

-Sí

Me rodeó con sus brazos.

-Estaba muy preocupado –admitió.

Sonreí, mientras me abrazaba me embriagó una sensación de bienestar y seguridad que no había experimentado antes.

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Cap.9.-Culpabilidad

Alice me sonrió en cuanto abrió la puerta de su departamento. Era algo reconfortante no tener que hacer una llamada para visitarla, o avisar previamente que iría, ella siempre lo sabía.

-¿Así que ya has descubierto tu talento? –preguntó haciéndose a un lado para dejarme pasar.

-Sí –respondí, luego la miré con curiosidad-. ¿Qué no lo habías visto tú?

Suspiró. Su expresión se tornó frustrada.

-No, me enteré por Edward.

-Pero…

-No puedo ver a los lobos Bella –me explicó-. Si estás cerca de ellos, te pierdo, ya no puedo ver lo que pasa contigo.

Oh, eso era algo nuevo.

-Son agradables –comenté.

Frunció el ceño.

-Siendo sincera, espero que no pases mucho tiempo con ellos –caminó hacia mí, con la misma elegancia de siempre-. Me siento extraña cuando no puedo ver.

Me dirigí al sillón y me senté, no por cansancio, tan sólo simple costumbre que se me había quedado.

-Ahora hay algo importante que tengo que decirte –Alice me siguió hasta el sillón-. No te lo dije antes porque es algo no muy agradable de escuchar y también porque no lo sumamente necesario en el momento, ya que tú estás demasiado protegida.

Alcé la vista, no sabía a que se refería con eso.

-Hay una forma de destruirnos –dijo, tal vez no era consiente de lo que hacía, pero noté como el volumen de su voz bajaba considerablemente-. Atravesando nuestro corazón con un objeto hecho de hierro –hizo una mueca-. Aunque también los comillos de un licántropo harían una buena función en ese caso.

-Pero ellos no lo harían –repliqué inmediatamente, no sabía si lo que quería era defender a los licántropos o negar el hecho de que los vampiros estuviéramos en peligro por ellos.

-No, los dos bandos tienen un trato de paz desde hace muchos siglos –informó Alice-. Pero no está demás que lo sepas.

Puse una mano en mi corazón, uno que ya no latía, como si eso pudiera protegerme de algún futuro ataque.

Alice acercó otro mueble, una silla de madera y la colocó de manera que quedara frente a mí, su mirada se posó en mis ojos.

-Cuando sucede eso, no hay marcha atrás Bella –me veía como si quisiera hacerle comprender a un niño pequeño que es capaz de cometer una tontería en cualquier momento-. Tu poder de curación es asombroso, pero tiene sus límites –advirtió-. Si alguna vez intentas reparar una herida de esa magnitud, lo único que conseguirás es agotar tus energías y puede que provoques tu propia destrucción…

Genial, para mi había otra manera de dejar de existir y era gracias al uso excesivo de mi talento.

-No te preocupes –la tranquilicé-. No haré algo como eso –claro, porque nadie está muriendo en estos momentos. Pero… ¿Y si a alguien le ocurría algo? No podría desperdiciar mi habilidad, tal vez si aprendía a controlar la energía que escapaba de mi cuerpo… podría…

-Pon atención Bella –ella llamó mi atención-. No hay manera de curar una herida como esa ¿Me escuchaste?

Era como si hubiera adivinado mis pensamientos.

-¿Solo puedes ver el futuro cierto? –pregunté.

Ella se rió

-Es tu cara la que te delata Bella –respondió-. No puedo escuchar los pensamientos como lo hace mi hermano.

Fruncí el ceño. ¿Por qué tendrían que traicionarme mis propias expresiones?

-Bueno –dijo ella-. Estás aquí para que te ayude con tu habilidad ¿no?

Asentí.

-Entonces –su cabeza giró en distintas direcciones-. Tenemos que buscar algo con lo que comenzar a practicar.

-¿Practicar?

-Si –contestó-. ¿Cómo quieres desarrollar tu poder si no lo haces?

-De acuerdo

Salimos al parque, no tardamos en encontrar algo con lo que hacer una prueba, un pequeño gato de color marrón, se desplazaba lentamente debajo de un árbol, hasta que Alice lo atrapó.

Tenía una de sus patas rota.

-Vamos –me alentó ella, minutos después que estuvimos de regreso en su departamento.

Lo tenía aprisionado entre sus manos, noté el temor en los ojos ambarinos del gato, el animal no tenía idea que todo esto era para curarlo.

Cerré los ojos y coloqué mi mano en la extremidad dañada, me concentré. Una ligera calidez comenzó a recorrer mi brazo hasta quedarse en mi palma, cuando la sensación terminó, vi al gato, y para mi sorpresa estaba completamente bien.

-Estuvo bien –apremió Alice, se dirigió a la ventana y liberó a la criatura-. Pero toma en cuenta que el animal era pequeño por eso no gastaste mucha energía, en los humanos u hombres lobo, es un caso distinto.

Claro, esto no se comparaba con lo que había sentido cuando curé a Jacob.

-Alice…

No logré decir más. Su mirada se había vuelto hacia un punto muy lejos de mí, en ese momento no me oía, no me veía, su atención no era para mí. Extendió su mano hacia mí, como una invitación a tomarla. No lo hice. Tenía una sensación que algo andaba mal, Alice aún era consiente de lo que hacía.

-¿Estás bien? –musité con la esperanza de hacerla reaccionar.

Giró su cabeza hacia mí, sus ojos en blanco completamente, su mano se acercó varios centímetros más a mi, la palma estaba abierta… Tal vez si la tomaba ella volvería a reaccionar. Extendí mi brazo y cerré mi mano en torno a la de ella, como si fuera un saludo meramente cordial

Pero fue un error.

-¡Ah! –gemí cuando la oscuridad me envolvió. Me hundí en la marea negra, sin poder respirar, gritar o moverme.

Muchas imágenes cruzaron ante mí como relámpagos, no las podía apreciar concretamente, sólo destellos de ellas. Escuché una voz furiosa, una de hombre, pero no distinguí su contenido, vi colmillos, escuché gruñidos salvajes, los que avisan la venida de una pelea.

Entonces la voz de Alice se hizo presente, como narradora de las aterradoras imágenes.

-Se acerca una lucha –dijo sin emoción alguna, vacía.

El espacio negro se hizo presente de nuevo, nublando todo lo demás.

-Y tras ella siempre viene la muerte –finalizó la voz de Alice.

Distinguí un rostro, era el mío, estaba descompuesto en una mueca de sufrimiento, no estaba bien definido pero pude verlo.

-Lo siento –escuché a mi propia voz susurrar-. Es mi culpa.

Y tan pronto como entre, salí de las sombras, mi mano aferrada como acero alrededor de la de Alice se soltó al instante. Escuché el sonido de la puerta abrirse y al segundo siguiente logré ver a Jasper parado junto a ella.

-¿Estás bien? –le preguntó.

-Sí –contestó ella. El la abrazó, como si Alice fuera la vida entera.

Yo veía y escuchaba sin poder moverme, aún no lograba reaccionar.

-Pero ella no lo estará –sentenció Alice segundos después-. Bella lo que vimos…

-¿Así se ven tus visiones? –la interrumpí, sin siquiera moverme.

Negó con la cabeza.

-Las mías son claras –afirmó-. Es la primera vez que me pasa algo así, nunca había compartido una visión.

-¿Por qué dijiste todo eso?

-No quería hacerlo, pero las palabras salieron de mi boca y yo no podía detenerlas –admitió.

-¿Compartiste una visión con Bella? –escuché a Jasper preguntar.

-Muerte –dije-. Mi culpa –esas palabras colocadas en una misma oración no podían significar otra cosa que… la pelea de Edward y Andrew.

-Bella escucha no podemos confiar en lo que vimos –comenzó Alice-. Además no sabemos que es lo que significa así que…

-¡Claro que lo sabemos! –estallé-. Ellos se destruirán y todo por mí ¿No entiendes? ¡Todo esto es mi culpa!

-No Bella

-Debe haber algo que pueda hacer –me llevé las manos a la cabeza y la sostuve como si se fuera a caer en cualquier momento-. ¡Tengo que evitarlo!

-Jasper –escuché la voz de Alice angustiada.

Me estaba ahogando en mi culpa. ¿Cómo podía yo ser la causa de semejante atrocidad? Ojalá ninguno de los dos me hubiera conocido… ¿Por qué no pude quedarme en Forks? Por lo menos ahí no hubiera causado problemas…

Unas manos se posaron sobre mis hombros, estuve a punto de hacerlas a un lado, cuando sentí que algo luchaba contra mi culpa, una ola cálida me atravesó y en contra de mi voluntad me relajé.

Alice se acercó a mi con cautela.

-Bella no va a pasar nada, tengo más experiencia en esto, las cosas pueden cambiar –aseguró.

-Tengo que evitarlo –musité-. No quiero que peleen

-No lo harán –dijo Alice-. Ellos lo prometieron.

-¿Y si no pueden controlarse? –cuestioné.

-Tienen que hacerlo

-Me dijiste que si yo elegía esto podría terminar –le recordé.

-Eso es lo que creo –respondió-. Pero no se que pueda pasar en ese caso, recuerda que la otra vez –vio mi expresión-. No resultó bien, y no se que ocurrirá ahora, con las vinculaciones tampoco puedo ver.

-Pero existe la posibilidad de que acabe ¿no?

Frunció el ceño.

-No puedes elegir aún

-¿Por qué no? –pregunté exasperada, Jasper apretó ligeramente mis hombros y me volví a relajar.

-Aún no estás lista

-¿Cómo lo sabes?

-Por que se nota, tú aún no estás vinculada.

-No quiero que pase nada malo –dije asustada, sentía como Jasper intentaba relajarme.

-Todo va a estar bien…

-No lo sabes –la interrumpí.

Me miró fijamente, y me ofreció una sonrisa, era una máscara para ocultar sus verdaderos sentimientos, pero era demasiado tarde porque logré ver el destello de miedo atravesar los ojos de Alice.

-Tienes razón –admitió-. Por primera vez, lo ignoro por completo.

Cerré los ojos, esto no iba nada bien.