Dark Chat

martes, 28 de agosto de 2012

Rebelde

Hello mis angeles hermosos!!!
les traigo vicio , por fiss no abandonen el sitio aun sigo aqui con ustedes, les mando mil besitos a todas!!!!
Angel of the dark
*****************************************************************************

CAPÍTULO XIV.- ACERCAMIENTOS
EDWARD POV
Las semanas pasaron y la relación con mi hijo fue de poco a más, aún se mostraba un poco receloso conmigo, pero hablábamos en buenos términos. Después de haberlo dejado al cuidado de Bella para que terminara de recuperarse fui a hablar con mi familia, ellos esperaban ansiosos saber cómo se encontraba Jun y que les contará además cómo era que tuviera un hijo con Bella, obviamente sabían cómo había sido procreado, pero querían escuchar de mis labios si Bella me había dado información de todo lo que había ocurrido después de que la maté y cómo se había enterado que estaba embarazada.
No era mucho lo que podía decirles con respecto a ese tema, con Bella no hablamos mucho ya que Jun despertó y nos fue imposible, lo primero y más importante era que él se recuperara de lo que le había hecho, además yo también necesitaba tiempo para asimilar todo lo que había ocurrido. Muchas emociones recorrían mi cuerpo, saber que tenía un hijo con mi único y eterno amor, haberme metido en su mente y ver algunas cosas por las que había pasado, eran terribles imágenes que nunca podré desechar de mi mente.
El dolor que percibí en ella cuando asimiló lo que le había hecho, los gritos y llantos desesperados que salieron de su boca, el amor intenso que compartía con nuestro hijo, la aberración de su entrenamiento, tanta sangre, tanto dolor, tanta desesperación, incluso se habían colado algunas imágenes de ella con Ares, Dios, esto era demasiado.
Mi familia estaba feliz, más que feliz, estaban exultantes, rebosaban felicidad por cada uno de los poros de su cuerpo, Carlisle quería estudiar a mi hijo, saber exactamente sus dones, su fortaleza, ahora más que nunca quería saber todo sobre él, Esme lloraba, a pesar de la felicidad lloraba por Bella y lo que debió sufrir al saberse embarazada, sola y traicionada por mi, Rose me gritaba que no merecía tener un hijo, menos uno tan maravilloso como Jun, Jasper con su siempre tranquilidad mandaba ondas para que nos relajáramos y al mismo tiempo pensaba que le gustaría entrenar con Jun, era un excelente luchador y quería ver cómo le iba luchando con él, Alice revoloteaba diciendo que mi hijo era tan hermoso y a pesar de que la ropa no era de moda, le gustaba el estilo guerrero, Emmett estaba callado, eso era raro, leí su mente y se recriminaba no haber estado con Bella en todos estos años, pensaba que le había vuelto a fallar al no ayudarla a criar a Jun.
Tantos pensamientos me mareaban, pero todos llegaban a un mismo final: yo era el maldito culpable, les arrebaté a Bella y por consiguiente les quité la oportunidad de estar con Jun desde el principio.
Sentimientos de rencor hacia mi, pero ya había aprendido a vivir con ellos, total nadie más que yo me odiaba tanto por todos los errores cometidos, nunca la merecí a ella y nunca merecería a mi hijo.
Las conversaciones empezaron de a poco, pero era más de lo que merecía, Jun era un hombre sensacional y me costaba verlo y tratarlo como hombre, ya que su apariencia era apenas el de un muchacho de 17 años. En esas conversaciones me dijo que no me odiaba, ya no, en un principio lo había hecho con toda su alma, pero Bella a pesar del dolor que sentía le había dicho que yo era buena persona, pero de igual manera dijo que había algo que nunca olvidaría y me lo hizo saber con su don.
Caí en el suelo hecho un ovillo cuando terminó de transmitirme el dolor de Bella al momento de matarla, tanto sufrimiento, tanto dolor. Jun con apenas unas semanas de vida tuvo que madurar en el vientre para resucitarla, dijo que ni él sabía cómo lo había hecho, ya que había sido la única vez que ha podido hacer algo así, en sus poderes no estaba el de la resurrección, pero con su madre lo hizo, logró que su corazón volviera a latir. Nunca llegué a imaginar que ella pudiera sufrir tanto, su grito era desesperado, pero era un grito interno, ya que ella no lo hizo en ese momento, Jun dijo que ese grito era su alma gritando, siendo destruida por mi.
No puedo ni describir lo que sentí, era un dolor aplastante y terminé gritando con toda mi fuerza mientras me retorcía en el suelo, Jun me miraba sin emociones pintadas en su cara. Dijo que cuando dormía todavía escuchaba el dolor de su madre, eso dijo que nunca lo perdonaría, nunca.
Así fue como me fue enseñando imágenes de Bella cuando él nació, mi niña miraba a mi hijo con tanto amor, pero ella en el fondo estaba destruida, me faltaría aliento para pedir disculpas, me faltaría vida para pedir perdón, nunca nada sería suficiente.
Con Bella no tenía ningún contacto más que en el entrenamiento, y aún así ella evitaba mirarme y cruzar alguna palabra, Jun decía que lo dejara pasar, que ella aún quería matarme por lo que había hecho, pero estaba tratando de conciliar que él no quería que me matara, era muy duro saber que la persona a la que amas te quiere ver muerto, más que eso, que ella misma te quiere matar, se que si no fuera por mi hijo ya lo estaría, jamás podré olvidar la mirada de odio que me lanzó, la forma en que me atacó, ella me quería matar y se que no se hubiera lamentado nunca haberlo hecho. Era cierto, ella no me amaba, no sentía nada hacia mi y eso era lo peor que me pudo pasar nunca. Con el paso de los días ya ni siquiera con odio me miraba, sólo una indiferencia total que me mataba a cada segundo. Ella demostraba cada día que la única persona que le importaba era Jun.
Jun me explicó que en eso consistía el entrenamiento, a parte de fortalecer el cuerpo se fortalecía la mente, te arrancaban todo tipo de sentimientos, te dejaban vacío para que no tuvieras debilidades, para no flaquear en la batalla, a ella le quitaron todo menos el amor por su hijo, al igual que pasó con Jun, casi me morí cuando me mostró en extensión el entrenamiento tanto de Bella como el de él mismo, dijo que sin que nadie supiera él había presenciado a escondidas el entrenamiento de Bella, pero que no podía hacer nada, esa área era a prueba de poderes, además si intervenía a ella la mataban y de paso a él también.
Bella era tan fuerte que después de que la machacaban se escapaba a ver a nuestro hijo y llena de sangre y dolor le cantaba y lo arrullaba, tantas cosas malas por las que habían pasado para convertirse en las personas que ahora eran, fuertes, temidas, respetadas.
Los entrenamientos eran cada vez más duros y Bella gozaba cuando uno de los contrincantes caía al suelo, ella era despiadada. Sus hombres mostraban una adoración por ella tan grande y no era por miedo, la respetaban y la querían, era su líder y morirían por ella sin pensárselo dos veces, mi hijo también era muy querido por ellos, lo habían visto crecer y más de una vez le habían tapado sus travesuras con las ninfas para que su madre no le diera el castigo que según ella merecía por meterse con esas zorras.
Ares me molestaba sobremanera, siempre estaba cerca de Bella, y aunque no se mostraban cariñosos ni nada por el estilo todos sabían el tipo de relación que mantenían. Ardía de rabia al saber que ella le entregaba su cuerpo, ese que una vez fue sólo mío, ese cuerpo que yo enseñé a amar, a descubrirse. Jun por supuesto lo odiaba, decía que el tipo era odioso y él no le caía bien, pero a su madre la respetaba y eso era suficiente para no meterse mucho.
Claro que el maldito la respetaba, ella era sensacional, además le había vencido en más de una oportunidad, ella era la mejor en todo, el tipo incluso había dejado a la novia que tenía apenas Bella llegó a vivir a este lugar, le gustó con sólo verla y aunque años después, muchos años después recién iniciaron algo, él esperó y esperó para tenerla.
Jun por las noches que no salía a retozar con alguna muchacha me invitaba a comer en su casa y yo siempre iba, me encantaba cada día más pasar tiempo con él, pero muchas de esas veces salía con el corazón más destrozado. Bella nunca estaba y cuando le preguntaba a Jun, él me miraba y sólo decía Ares.
Ellos se revolcaban mientras nosotros cenábamos, para muchos a esta altura del partido ya estarían insensibilizados al dolor, pero no era así para mi, ella era mi cantante y cada día que pasaba la deseaba más, la sed nunca era apaciguada, la necesitaba tanto, su sangre, su cuerpo, su amor, si, su amor era lo que más necesitaba y sabía que todas esas cosas que necesitaba nunca más las tendría.
De a poco también Jun les dio la oportunidad a mi familia de conocerlo y visitarlo, decía que Bella siempre les habló muy bien de todos ellos, especialmente de Rose y Emmett, por eso cuando supo que estábamos prisioneros desobedeció a su madre y nos fue a salvar, decía que Bella tenía muy buenos recuerdos de ellos y cuando era pequeño reía bastante con las locuras de Emmett, aunque decía que nunca a pesar de su don había podido verla mucho en esos recuerdos, ella se los ocultaba, le decía que no quería que la viera cuando era humana.
Pero eso era lo que justamente Jun más deseaba y me pidió que le mostrara a su madre, quería saber todo de ella, así que lo hice.
Recordé todos y cada uno de los momentos desde que Bella llegó a nuestra vida. Cuando era pequeña y descubrí que era mi cantante, los años en que no la recordaba, cuando volvió a casa. Le mostré todo sin ocultarle mi desprecio de un principio, él quería verdad, la verdad le mostraría, claro que cuando llegábamos a los momentos de intimidad cerraba mi mente, él sonreía sabiendo lo que le ocultaba, decía que era mejor, no quería que se le achicharrara el cerebro con esas imágenes. Reía mientras veía a su madre peleando, insultando como marinero o pateándole las bolas a algún tipo, disfrutaba de su lengua cuando me mandaba a la mierda, yo reía con él, eran recuerdos tan hermosos. Cuando le mostré su talento en el escenario y sus risas cuando tonteaba cantando con Emmett lloró, pero me pidió que le mostrara más, así fue como le mostraba las veces que cantaba en ese roñoso bar y tocando la guitarra como la diosa que era, Jun estaba con la boca abierta y nuevamente lloraba. Decía que a pesar de que su madre era muy cariñosa nunca la había visto tan feliz como en los recuerdos que le mostré, decía que nunca había sonreído de verdad en todos esos años, pero verla tan humana, tan feliz, tan normal, era lo mejor que le pudiera regalar, decía que nunca supo que su madre cantara tan bien y mucho menos que tocara la guitarra.
Después le mostré cuando nos hicimos novios, cuando nos casamos, las risas, los paseos, las promesas de amor y después inevitablemente le mostré el resto de imágenes que llevaron a Bella a su muerte.
A pesar de estar agradecido por todo lo que le mostré de su madre y de que trató de cerrar su mente a mi alcancé a escuchar su reproche por haberle dado tanto para después quitárselo todo de cuajo, no me extrañaba que me culpara de todo, ya sabía que por mi culpa Bella nunca más había sonreído verdaderamente.
Cuando por casualidad le pregunté por su extraño nombre, sonrió diciendo que su nombre no era extraño, que era una abreviación. Quedé con la mandíbula desencajada cuando me dijo que se llamaba como yo, excepto el apellido claro, a pesar de no llevarlo me calentó mi roto corazón que a pesar de todo Bella le pusiera mi nombre.
Supe también la historia completa de Seth y Alizze, ellos siempre me parecieron raros, pero daba gracias a Dios que estuvieron cerca de Bella cuando más lo necesitó. Jun poco a poco se abría más a mi y me encantaba su espontaneidad y naturalidad, era un chico abierto aunque muy fuerte y decidido, tenía esa fortaleza que sólo conocí en Bella, él era como ella, fuerte, atrevido, justo y rebelde, justo como Bella cuando era completamente humana.
Mi primera oportunidad llegó como caída del cielo, había que salir a contactar con un clan de hechiceros que se encontraba hacia el norte, ellos eran solitarios y permanecían sólo con sus pares. Decían que eran muy desagradables con los demás, pero como siempre Bella era la diferencia, ellos la respetaban y era la única a la que recibían. Bella necesitaba algo de ellos, es por eso que se organizó el viaje. Lo bueno es que iríamos un grupo de seis personas, un número muy pobre, pero Bella decía que no corríamos peligro, los hechiceros sabían que ella iría y ellos pusieron la condición de seis personas máximo, ella aceptó.
Jun no iría, él quedaría a cargo de todo en ausencia de su madre, así que éramos Bella, Jasper, Carlisle, un humano llamado Brandon, otro llamado Collin y yo. Me alegró enormemente que Bella me escogiera para viajar con ella. Jun se acercó cuando estábamos por partir y me deseó suerte con Bella, él había aceptado que yo de verdad la amaba y me quería dar su apoyo, era difícil que ella me volviera a amar, pero algo debería intentar, no podía quedarme con las manos cruzadas.
BELLA POV
No me gustaba nada lo que tenía que hacer, ir donde los hechiceros no era de mi completo agrado, si bien es cierto con ellos me llevo relativamente bien y el ánimo entre nosotros es de respeto ahora tengo la sensación que no me tienen buenas noticias.
Muchas veces antes he recurrido a ellos para alguna pócima o algún dato, porque a pesar de que ellos viven distanciados de los demás siempre saben más que los otros, pero ahora me habían enviado a ver el futuro de la guerra que estaba ya próxima, entre ellos había un oráculo, el viejo era muy quisquilloso y nunca antes había necesitado sus palabras, pero ahora era una necesidad impuesta, Zeus pidió que fuera a consultarle. Nunca me han gustado esas mierdas de ver el futuro, antes me habían ofrecido verlo y siempre lo rechacé, pero ahora ¡maldita sea!, nadie debería tener conocimiento de las cosas o eventos que pasarán, es una información muy peligrosa, muy tentadora y no me quiero tentar con nada.
Bueno eso de las tentaciones no es del todo correcto, pero por más que ponía distancia, por más que me esforzaba en no mirar, en no ablandar mi coraza, ésta se estaba despedazando y aunque nunca lo admitiera en voz alta en mi interior ya había empezado el cambio.
Él no lo merecía, pero allí estaba como una espina clavada en mi costado, nuevamente estaba cayendo en su influjo maldito.
Nunca había follado tanto con Ares como ahora, pero no lograba sacarme los recuerdos que cada vez se estaban agolpando más en mi cabeza, recuerdos llenos de amor, llenos de pasión, una pasión que no he vuelto a encontrar, si bien es cierto que Ares es un amante excepcional, nunca nada se comparará con él.
Lo he ofendido, lo he ignorado, despreciado, golpeado, pero el muy maldito sigue allí, sigue mirándome como si fuera el mejor postre del mundo, sus ojos me siguen a donde voy, esa mirada de animal extasiado mirando su presa. Juro que trato de no mirarlo, pero los ojos se me han empezado a ir. Su olor dulce y afrodisíaco se arremolina en mi nariz y su cuerpo tentador y marcado después de los entrenamientos me recuerdan como se sentían esos músculos bajo mis caricias.
Él no deja de transmitirme que me ama, lo hace cada vez que me mira, no quiero creerle, no debo hacerlo, pero desde que compartimos nuestros pensamientos más ocultos en la burbuja de Jun, la verdad que siempre creí se empezó a tambalear. Él me había dicho que me amaba, que siempre lo había hecho, hace tanto tiempo que me había convencido que eso era todo mentira, pero acá estoy con la disputa entre mi cabeza y mi corazón, ese que había dejado de funcionar cuando me mató, cuando me traicionó.
Me traicionó, no puedo olvidar eso, ¿cómo puedo ser tan tonta de olvidar ese dolor?, no, no quiero creerle, no puedo confiar nuevamente en él, no puedo, no puedo.
Emprendimos el viaje y era tan cómico e irreal ver a Edward montado en caballo y vestido como nosotros con armadura, era lo más jodidamente sexy que jamás había visto, era más hermoso que los mismos dioses. De sólo verlo mi corazón palpitaba más rápido, seguramente se debía al acercamiento que él ha tenido con Jun, es inevitable negar que ama a nuestro hijo, además está el factor que me he ido acercando un poco a la familia Cullen, Jun me lo pidió y por él hago lo que sea, ellos se han mostrado muy contentos por mi acercamiento, aunque debo admitir que no ha sido como ellos deseaban, no podía cambiar de un día para otro, aún no sentía esa conexión que siempre sentí con ellos, no estaba curada y nunca lo estaría.
Ellos no tenían la culpa, pero yo estaba tan vacía y me asustaba hasta la muerte dejar de sentir ese vacío, esa inexpresividad de amor hacia los demás, eran demasiados años rota, fría, alejada, pero aún así las palabras que me dedicaron, palabras que de a poquito iban entrando en mi duro corazón. Me habían contado todo por lo que habían pasado, todo lo que Edward había sufrido, pero no los dejé terminar, no quería sentir lástima por él, él era el único culpable de lo que había pasado, no quería volver a caer con él, pero eso era justamente lo que estaba pasando.
Jun sabía, él era el que más me conocía y me alentaba a darle una oportunidad a su padre, le dije NO, NUNCA, pero Jun decía que Edward era bueno, que algo debía haber pasado, algo muy grande y misterioso para que su padre me hiciera lo que me hizo, cerré mi mente completamente, no quería que Jun supiera que yo sabía perfectamente lo que había pasado, yo sabía la verdad de esa mujer, la verdad de su traición, pero eso no quitaba el dolor que me causó. Pasaron muchos años para que supiera la verdad y cuando la supe no sentí nada, yo ya estaba vacía, muerta en vida.
Hicimos la primera parada en un claro hermoso y nos refugiamos bajo unos árboles, allí levantamos las tiendas y nos dispusimos a descansar. El fuego crepitaba alegremente mientras nos calentábamos. Después de atender los caballos me dispuse a pasear un momento, necesitaba pensar y allí no lo lograba con claridad, ya que a cada momento Edward trataba de entablar conversación. No soportaba verlo así, tan desesperado por mi atención, sentía su necesidad, sentía su anhelo, su deseo por mi, por mi sangre, yo seguía siendo su cantante, seguía deseando mi sangre y una mirada a su bulto dejaba claro que seguía deseando mi cuerpo.
Con sólo ver esa parte de su anatomía mi sexo palpitó, Dios, era igual que antes, sentía la lujuria creciendo segundo a segundo en mi interior y no quería flaquear, no podía.
Llevaba caminando apenas unos minutos y se que no estaba sola, lo sentía, él nunca respetaba mis deseos, no lo quería cerca, no quería sentirlo, verlo, olerlo.
- Maldita sea vampiro, quiero estar sola, lárgate
- No puedo Bella, no puedo más – miré su cara y era puro dolor, puro deseo insatisfecho
- No me mires así, no tienes derecho – le grité enfurecida
- Lo se, pero no puedo evitarlo, Bella por favor, ya no puedo aguantar más, ardo por dentro, me quemo, te amo tanto – sus palabras me estaban derritiendo
- No, no es amor, es deseo
- Es amor Bella, te dije, siempre te he amado
- Linda forma de demostrarlo
- Déjame demostrarte que lo que digo es verdad, se que también me deseas, te huelo – tenía razón
- Es lujuria, siempre funcionamos bien en ese plano, al menos eso creo
- Siempre fue así – confirmó
- Entonces ven y tómame
Si quería mi cuerpo lo tendría, porque yo también lo deseaba, pero nada más, no era la misma, ya no podía amar, no quería.
Con un gemido de completo anhelo Edward en menos de un segundo estaba devorando mi boca, hace tanto tiempo que no sentía ese fuego quemar mis entrañas, ese deseo desbocado que me dejaba sin respiración, sin pensamientos en la mente, sólo con él era capaz de sentir aquello tan arrebatador.
Su manos se movían por mi cuerpo de manera demandante, su boca se despegaba de la mía, sólo para mordisquear mi cuello, mientras un gruñido salvaje salía de su boca.
Me estrelló contra un árbol, antes el impacto me hubiera hecho mucho daño, pero ahora no, ahora mi cuerpo era fuerte, resistente, ahora podía aceptar la verdadera naturaleza de Edward, antes a pesar del salvajismo con el que acallamos el amor, él siempre debía controlarse para no terminar matándome, pero ahora las barreras no existían.
Parecíamos dos animales en celo, las ropas en segundos yacían rotas a nuestros pies, no me importaba, nuestros jadeos quebraban el místico silencio a nuestro alrededor.
- Oh Dios, te amo tanto, tanto, jamás pensé en tener la fortuna de tenerte nuevamente en mis brazos
Edward gemía mientras mi mano abarcaba su hinchada verga y la masajeaba sin pudor, su cabeza encontró cobijo entre mis pechos y devoró mis pezones duros.
- Bella, Bella, tesoro, si así, así mi niña, mi mujer
Una de sus manos se perdió en mi centro caliente mientras lamía mi cuello, se que deseaba mi sangre más que cualquier otra cosa, no estaba segura de permitirle beber de mi, estaba flaqueando, pero estaba tan perdida en las sensaciones que casi estaba a punto de gritarle que me drenara. Sentí las palabras antes de pensar, mierda lo había hecho, lo había dicho y sentí el placer crecer cuando sus dientes perforaron mi suave piel. Me dejé ir y acabé en sus dedos, mientras ejercía más presión y rapidez a los movimientos de mi mano, a los pocos segundos Edward se corrió y sentí su semen salir a borbotones y derramándose en mis dedos y vientre.
Su boca se despegó de mi cuello y sentí el lazo nuevamente entre nosotros.
Me tomó de las piernas y me impulsó a rodearle la cadera, lo hice mientras se restregaba contra mi. Nuevamente el deseo empezó a crecer, siempre había sido así entre nosotros, no necesitábamos minutos u horas para estar nuevamente preparados.
Estaba a punto de embestirme cuando con un gruñido me dejó en el suelo, estaba furioso y tomó algunas prendas de la rasgada ropa y me las pasó, no entendía nada hasta que dijo
- Jasper viene y es urgente, muy urgente
Tomé la ropa y como pude me vestí, él hizo lo mismo. A los pocos segundos llegó Jasper, se veía muy incómodo, pero a la vez preocupado.
Me adelanté a hablar y herví de rabia al saber las noticias funestas que traía. Corrí a toda velocidad hacia el campamento.
Al llegar dos ancianos estaban bastante malheridos, los dos hechiceros me miraron cuando llegué a su lado, estaban pálidos y temblorosos. Me dijeron que los habían atacado, ellos esperaban mi visita, pero habían llegado un grupo enorme de lobos y habían arrasado con todo, no lo podía creer, los lobos estaban en nuestro territorio, nunca antes había ocurrido por la simple razón que ellos no tenían acceso a nuestro mundo a no ser que alguien se los accediera, uno de los ancianos murió a los pocos minutos, no se pudo hacer nada, su cuerpo estaba muy débil para las heridas ocasionadas.
El otro hechicero estaba un poco mejor y quiso hablar conmigo a solas. Me dijo que todo había sido una emboscada, los lobos sabían que yo vendría hasta ellos, por lo tanto después del ataque se fueron directo a atacar al resto de mi gente, dijo que eran muchos y sedientos de sangre y muerte. Un pensamiento pasó por mi cabeza…JUN.
Antes de partir el viejo dijo que yo estaba destinada a la muerte, que ese nuevamente iba a ser mi final.
No quise oír más, ahora lo único importante era llegar a casa. Habíamos tardado tres días en llegar a este lugar y ahora no teníamos tiempo, así que dejamos los caballos y los vampiros nos transportaron, ellos eran mucho más rápidos.
Mientras iba en la espalda de Edward lo único en lo que podía pensar era en Jun, por los Dioses, esperaba que no le hubiera pasado nada, que esos animales no hubieran matado a tanta gente.
Edward iba muy serio, se que estaba igualmente preocupado por Jun, por nuestro hijo.