Dark Chat

jueves, 14 de enero de 2010

Renacer

Capítulo 7: Invitación


“¡Edward, suéltame! ¡Sabes que no me gusta la lluvia!”


Antes me gustaba el sol, a diferencia de Edward. Él disfrutaba de los días nublados y lluviosos. Se divertía cargándome y llevándome hacia los chorros de lluvia mientras yo intentaba inútilmente zafarme de sus brazos…


Ahora, me daba igual el clima.


Me desperté con un terrible sobresaltó y me tomó más de tres segundos el comprender que todo había sido un sueño. Un sueño muy doloroso, que me había dejado una terrible sensación de compresión en el pecho.


Inhalé aire profundamente en un intento de sofocar aquel repentino llanto que luchaba por salir. Tal vez me estaba volviendo loca. ¿Qué persona llora, así por que si, en las primeras horas del día? Salté de la cama al recordar lo que había pasado ayer por la noche, ¿Estaría Edward bien?


Solo sabría la respuesta llegando a la escuela. Corrí hacia la ducha y me cambié a velocidad record. Prendí la televisión para ver las noticias y escuché atentamente por si se reportaba algo sobre una pelea entre un licántropo y un vampiro… nada. Suspiré de alivio al mismo tiempo que me acaba mi jugo de naranja.


Me despedí de mi madre, ignorando todos sus consejos enfermizos. Fue entonces que recordé también a Jacob… mi amigo, ¿Cómo estaría? ¿Había sido mi imaginación o, aún bajo su forma lobuna, había podido leer en su mirada la decepción? Solo esperaba poder hablar pronto con él.


Llegué a la escuela demasiado temprano, no había ni un solo carro estacionado en la acera y a penas y alcancé a ver a tres alumnos caminando por los pasillos. Tomé asiento en una de las banquetas más aisladas y viajé mi vista de un lado hacia otro, buscando, con ella, a solo una persona.


“Bella” – salté ligeramente de mi lugar al escuchar aquella voz tan familiar. Giré mi vista y, ahí estaba, tan perfecto como siempre. – “Disculpa, ¿Te asusté?”


“No” – susurré, aún sin lograr poner en orden mis ideas.


Él se sentó a mi lado


“Toma” – indicó, al mismo tiempo que me daba la daga con que anoche le había amenazado


La cogí entre mis manos, un poco vacilante y avergonzada. Ya después me encargaría de devolversela a Jake o tirarla, si era necesario.


“Discúlpame” – murmuré, mientras la metía entre mi mochila – “Lo que hice ayer… lo siento…”


“No te preocupes, no pasó nada” – levanté la mirada y él me sonrió de manera amable. El corazón se me aceleró de manera frenética – “Están comenzando a llegar más alumnos” – informó, mientras se ponía de pie – “me tengo que ir”


“¿Por qué?” – pregunté, sin poderlo evitar. No me di cuenta del momento en que también yo me había puesto de pie y pude leer un leve deje de diversión en sus doradas pupilas-


“No te irá muy bien si te ven conmigo” –


“No me importa” – dije, de manera automática, y supe, sin saber cómo, que era una verdad absoluta.


Lo único que quería en ese momento, era estar con él, a su lado. No importaba nada más.


Él volvió a sonreír y levantó una de sus manos para rozar mis mejillas. Aquel movimiento de sus fríos dedos, sobre mi piel, lograba que olvidara que había un mundo exterior. Cerré mis ojos y me dejé llevar por el agradable cosquilleo que sentía en mi estomago


“Nunca cambiarás” – murmuró y, extrañamente, sus palabras no me resultaron ilógicas, si no más bien, ciertas – “No creo que a tu madre le haga mucha gracia el saber que has simpatizado con el vampiro que te sigue desde pequeña”


Abrí los ojos como si me hubieran pegado una fuerte descarga eléctrica. Tenía razón.


Dudaba que Dennis y Mike aceptaran de buena manera que, de un día a otro, me había hecho amiga de un vampiro. Seguramente, irían corriendo a decirle a mi madre, con el argumento de que estaba embrujada. Aunque, tal vez, tenían razón… después de todo, apenas tenía un día de haberle conocido y ya sentía la repentina y fuerte necesidad de estar con él… pero daba igual. Si estaba hechizada o no, no importaba. Me sentía feliz, plena y completa, como nunca pensé llegarme a sentir en mi vida.


Pero eso no bastaba por ahora, aun faltaba mucho tiempo para cumplir mi mayoría de edad y, hasta que esa fecha no llegara, yo era incapaz de deshacer aquella maldita orden de asilamiento que mi madre había levantado. Edward corría peligro estando a mi lado.


“Tienes razón” – susurré, sin poder ocultar la tristeza al hablar


“Alguien se acerca” – dijo y paseó una vez más sus dedos sobre mis pómulos – “Platicamos pronto” – aseguró y, cuando volví abrir mis ojos, ya no estaba.


Solamente había quedado su fresca fragancia impregnada en el viento y aquel extraño sentimiento de vacío me invadió casi al instante…


“¡Bella!” – exclamó Dennis, apareciendo detrás de mí – “No sabía que ya estabas acá”


“Acabo de llegar” – mentí, mientras me encogía de hombros para restarle importancia. Me percaté que viajaba su mirada de un lado a otro, de manera impaciente – “¿Qué te pasa?” – pregunté


“Estoy buscando a los chupa sangres. ¿Tu crees que la protesta de firmas haya funcionado y el director los haya expulsado de la escuela?”


“No lo creo” – dije, tratando de disimular mi enojo - “Pero, al fin de cuentas, ¿Por qué tanto desprecio? Ellos no han demostrado ser malos…”


Su mirada fría y mutiladora me silenció de manera automática


“No sabes lo que dices, Bella. Esos seres, son traicioneros y peligrosos. No deberías fiarte solamente por que tienen rostro de ángeles”


Al entrar al salón, lo primero que mis ojos buscaron fueron a aquel conjunto de cabellos despeinados. No fue difícil encontrarlo. Edward simplemente destacaba de toda esa multitud de personas - por algo era un hermoso vampiro -. Nuestras miradas se encontraron por un breve instante y pude percatarme de la pequeña sonrisa que me dedicaba.


Mi corazón se enloqueció con aquel simple gesto y, tan atontada estaba, que mis pies se enrollaron y di un fuerte tropezón


Todos en la clase rieron y lo único que fui capaz de hacer fue bajar la mirada y caminar lo más rápidamente posible hacia mi lugar. Paso lo mismo durante todo el día, en el cual Edward y yo intercambiamos furtivas miradas y sonrisas.


-“Soy una torpe”


-“No es cierto”


-“Claro que si, tropiezo con todo lo que me pone en el camino. Soy una vergüenza”


“-Para mí, eres lo más adorable que pueda existir en el mundo entero”


-“Lo dices por que eres mi novio”


-“Lo digo, por que te quiero”


“¡Bella!” – el gritó de Mike me despertó de mi ensueño


Me sentí repentinamente molesta de que su voz hubiera reemplazado a la que había en mi mente.


“¿Qué pasa, Mike?”


“¿Acaso no piensas comer?” preguntó, mientras señalaba la charola completamente llena de comida


Mis ojos se dilataron enormemente, ¿En qué momento había llegado a la cafetería? Antes de contestar a mi pregunta sin respuesta, paseé mi mirada por todo el alrededor… no estaba.


El desencanto que experimenté fue realmente preocupante.


Aunque claro, ¿Qué iba a hacer un vampiro en una cafetería en donde solamente vendían alimentos humanos?


“Bella, ¿No tienes hambre?” – volvió a insistir Mike y pegué otro brinquito


“La verdad es que no” – contesté


“Desde ayer te encuentras demasiado distraída” – recordó Brenda, con voz preocupada – “¿Segura que estas bien?”


“Lo estoy” – asentí y me llevé una manzana a la boca


“Entonces, ¿Aceptaras ir conmigo al baile?”


“¿Qué baile?”


“Hemos estado platicando de eso desde que llegamos” – señaló Dennis con voz desaprobatoria – “El fin de semana hay un baile por parte de la escuela. Iremos todos”


“No” – me negué, con una pequeña sonrisa – “Ya saben: los bailes no son objeto de mi atracción”


“¡Vamos, Bella!” – insistió Mike, tomándome las manos e incomodándome con el acto – “Se mi compañera”


“Lo siento, Mike” – dije, mientras trataba de librarme de sus manos – “No me gusta bailar. No puedo. Si voy, solamente te aburrirías conmigo”


“¿Aburrirme contigo? ¡Nunca! Vamos, di que si”


“No” – volví a repetir, con un poco más de firmeza. Agradecí que la alarma sonara en ese preciso momento y me puse de pie instantáneamente – “De todas formas, espero que se diviertan” – dije mientras, prácticamente, salía corriendo del lugar.


Mike siguió insistiendo durante el resto de la tarde, provocándome un terrible dolor de cabeza. De más esta decir que, las veces que él me pidió que aceptara ir al dichoso baile, fueron las veces que me negué de manera rotunda.


Tanta había sido la presión por parte del muchacho que, para tristeza mía, no me había percatado del momento en el que Edward se había ido. Mi humor y el dolor de cabeza empeoraron en ese instante.


Caminé hacia mi casa con mis dedos apretando mi sien en un intento de apaciguar el dolor. Frené mi marcha y me recargué debajo de un enorme árbol que se hallaba en el camino. De manera inconciente, llevé mis manos hacia mi mochila y extraje el pequeño cuadernito que tenía poco había comprado en una vieja libreria. Pasé mis dedos por su portada que, si bien era claro que tenía cierta antigüedad, se encontraba bien conservada. Me sentí un poco más tranquila cuando lo tuve entre mis manos. Había algo en ese objeto que me sosegaba con solo saber que lo tenía cerca. Cerré mis ojos y suspiré profundamente mientras esperaba a que la jaqueca disminuyera un poco.


Había encontrado aquella singular libretita en un paseo solitario que di por unas librerías de Forks. Había leido Cumbres Borrascosas alrededor de unas treinta veces, sin embargo, desde el primer momento en que había hojeado la primer página, tuve la ligera impresión de conocer cada detalle de aquella novela. Me seguía gustando mucho, si, pero quería algo nuevo. Fue así como llegué a un local de muy mala fachada (había recorrido cada una de las librerías de novedades y nada había captado mi atención), de esos típicos grandes cuartos que tienen ejemplares apilados unos sobre otros, hasta que la pasta del último topa con el techo.


Sonará extraño pero, en cuanto pisé el interior de aquel lugar, me sentí atraída, como por un imán. Caminé, movida por aquella fuerza extraña, hasta llegar a uno de los últimos pasillos y, cuando me hallé en medio de tantos anaqueles tapizados de libros empolvados, fuera de dar media vuelta e irme, comencé a buscar entre todos ellos. La libretita apareció de un momento a otro y, a pesar de tener un aspecto simple, la tomé sin vacilación alguna y la pegué fuertemente contra mi pecho, al mismo tiempo en que compenzaba a reír tontamente. Era algo así como si, en un pasado, hubiera significado mucho para mí y, de un momento a otro, la hubiera perdido y, por un milagro, la hubiera encontrado de nuevo. Si, creo que esa es la mejor explicación que puedo dar a lo que sentí en cuanto la miré y la tuve entre mis manos.


“¿Y esto?"


"Es un regalo, hoy cumplimos un año de novios. Ya se que no te gustan, pero, es algo hecho por mí, así no hay tanto problema ¿Verdad?... Ábrelo"


"Niña adorada, decid una palabra... una sola palabra" - leí la primera línea y su voz me acompañó después


"Aseguradme que puedo merecer vuestro corazón, y yo me encargo de los medios de conseguirlo"


Un pequeño cosquilleo sobre mi nariz, y parte de mis labios, me hizo abrir los ojos.


Sonreí al ver la pequeña rosa que se mostraba frente a mí y supe, por la oleada de tranquilidad que me embargó, que solamente se podía tratar de una persona. Solamente se podía tratar de él. Miré más allá del rojo capullo y me encontré con su rostro.


Era mágico el notar como el aire cambiaba con su sola presencia.


“Hola de nuevo” – saludó, ofreciéndome la flor, la cual tomé con mucho cuidado entre mis manos


“Hola” – contesté


“Te veías muy mal, ¿Ocurre algo?”


“Me duele un poco la cabeza” – confesé


“¿Es por el incesante acoso que recibiste por parte de Mike Newton?” – preguntó mientras llevaba doss dedos a ambos lados de mi sien y la apretaba ligeramente.


El dolor desapareció inmediatamente


“Supongo que no debe extrañarme el que hayas escuchado todo” – murmuré, aún con los ojos cerrados


“Hay cosas que preferiría no escuchar” – repuso


“Me imagino que ha de ser muy difícil para ti, y para tu familia, el tener un sentido de la audición tan desarrollado cuando la humanidad entera se la pasa señalándonos”


“Si, es molesto” – acordó – “pero no me refería precisamente a eso”


Abrí los ojos y el cesó de masajear mi cabeza, dejando caer sus manos sobre mis hombros


“¿Entonces a qué?”


Él me miró fijamente antes de contestar y, después, negó lentamente con la cebeza.


“No creo que sea buen momento” - susurró, como si estuviera hablando con él mismo, dejando caer sus manos a un costado. Antes de que pudiera insistir, bajó la mirada y noté un pequeño sobresaltó de su cuerpo al contemplar el cuadernito que en ellas había - "Bella, ¿Dónde conseguiste esta libreta?"


“Ah... ¿Te refieres a ésta?" - pregunté, levantando el pequeño objeto a la altura de sus ojos. Él asintió - "La compré en una vieja librería, no tiene mucho..."


"Ya veo" - musitó


"¿Por qué la pregunta?"


"Simple curiosidad" - contestó, con una pequeña sonrisa. Me sentí frustrada


"Hay muchas cosas que no entiendo al estar contigo" - admití - "Cosas que desconosco y, al mismo tiempo, sé"


Sus manos tomaron mis mejillas y me estremecí ante la ardiente y calida sensación que recorrió mi piel.


"Estoy seguro que un día todos tus pensamientos se aclararan. No te preocupes, no hay prisa. He esperado por ti década tras década. He estado un siglo, caminando sin tu presencia y, ahora, estás aquí, y eso es lo único que importa. No te inquietes, ni esfuerces a los recuerdos, ellos llegarán por si solos, en el momento adecuado..."


"¿Qué recuerdos?"


"El de una vida pasada"


"El de una vida pasada" - repetí y los labios de Edward dibujaron una pequeña sonrisa, casi imperceptible.


“¿Irías al baile conmigo, si te lo pidiera?” – soltó, cambiando radicalmente de tema, y sentí como la sangre huía de mi rostro – “¿Tan malo es?” – preguntó, al ver mi expresión.


Asentí, aun siendo incapaz de contestar. ¿Acaso estaba loco?


“No dejaré que te caigas a la hora de bailar” – prometió


¿Cómo sabía que era eso mi principal impedimento para aceptar ir a bailes?


Ignoré mi pregunta, y la guardé para otro momento, puesto que había algo más importante


“No es eso lo que me preocupa tanto” – logré decir y él esperó en silencio – “Si te ven entrar al baile conmigo…”


“Ah, te refieres a eso” – interrumpió


“¿Te parece poco?” – pregunté, frunciendo el ceño por su actitud tan despreocupada que poco encajaba en el momento


“Tengo un plan para que no nos descubran” – informó y sus dorados ojos chispearon


“¿Un plan? ¿Qué plan?”


“Dime si aceptas y, si así es, lo sabrás el sábado por la noche”


Lo miré fijamente durante varios segundos, intentado adivinar lo que tramaba… pero no descubrí nada en aquel brillo tan abrumador que, fuera de darme respuestas, me distorsionaba todo tipo de ideas coherentes. Suspiré profundamente. Aunque hubiera querido negarme, dudo mucho que mi voz interior me hubiese dejado, así que ¿Para qué luchar contra lo inevitable?


“Bien. Acepto” – dije y una enorme sonrisa se dibujo en aquel, increíblemente hermoso, rostro pálido.