Dark Chat

lunes, 8 de noviembre de 2010

Te Presento A Mi Amante

Capitulo 12: Tormenta

Edward POV

Tanya gateo por la cama hasta llegar a mí y me abrazo con fuerza, me queje en silencio.

—Lo siento, es que desde que regrese haz estado muy frío conmigo, parece que no te dio gusto que regresara.

—Claro que si —mentí y espere sonar convincente.

—Demuéstramelo —susurro en mi oído y sus labios se encontraron con los míos, se movían ardientes y deseosos, pero no despertó en mi ni la mínima parte de lo que lo había hecho Bella, sus manos intentaron sacarme la chamarra y yo lo evite alejándome de ella.

—Debo ayudarle a Alice con algebra.

—Bien, yo me daré un baño caliente, si quieres unirte… te espero —sus manos comenzaron a desabotonar la blusa— ¿sabes que estaba pensando?

— ¿Qué?

—Tener un hijo.

Juro que al escuchar la palabra 'hijo' la sangre abandono mi cuerpo y deje de respirar. Clave mis ojos en los suyos buscando un indicio de que esto fuera una broma pero no encontré nada, ni siquiera la alegría de una mujer deseosa de ser madre.

—No —fue la única palabra que mi cerebro proceso.

— ¿Por qué no? —alzo una ceja— ¿no quieres hijos?

—Claro que los quiero pero no ahora, tenemos unos meses de casados y pensé que eras tu la que no querías.

—Era… es que pensaba que soy muy joven, pero lo he pensado mejor… y quiero tener un hijo tuyo —su voz sonaba casi en un sexy susurro mientras se acercaba a mi e intentaba desabrocharse el sostén.

—Yo no quiero hijos aun —mi voz sonó tan firme como quise que fuera e intente mentirle lo más convincente posible— quiero disfrutar más mi matrimonio, ya luego vendrán los niños.

Salí del cuarto sin esperar una replica de su parte y me fui a sentarme frente al piano mientras empecé a tocar aquella melodía que ahora sabia había sido inspirada en Bella. Todos mis pensamientos viajaron hacia ella. Justo en este momento Tanya venia con la idea de que tuviéramos un hijo, ahora cuando estaba más seguro que nunca que no la quería, que mi mundo giraba en torno a Bella y que aunque yo quisiera que no fuera así, sabia que no podría ser de otra manera. A pesar de que decía amar a Tanya, hoy que conocía a Bella sabía con exactitud lo que es atracción física y lo que es amor. desde que conocí a Tanya me gusto, y hasta hoy no podía negarlo, era bonita, a cualquier hombre le gustaría, pero amaba a Bella y de eso no tenia dudas, sabia que pasara lo que pasara, conociera a la mujer que conociera, ninguna iba a despertar en mi el cariño, el amor y el deseo que siento por Bella. Y aunque Tanya intentara seducirme, y aunque haya regresado con la idea de ser la esposa linda y tierna dispuesta a darme un hijo, yo no estaba dispuesto a dejar a Bella y se lo iba a demostrar aunque tuviera que enfrentarme a Tanya, a mis padres y al suyo.

Bella POV

Había pasado ya un mes desde que Emmett se había enterado de lo mío con Edward. Al principio estaba un poco reacio, me parecía normal, pero al pasar de los días parecía que la actitud de Edward convencía a mi hermano de que en verdad me quería. Pasaba casi todas las tardes en mi casa, después de la escuela nos acompañaba, incluso muchas veces se nos unían Alice, Jasper y Rose y se iba unos minutos antes de que llegara Charlie y al llegar a casa le decía a Tanya que había salido con Emmett y Jasper a comer o a ver algún partido de béisbol en la televisión.

Sin embrago yo estaba preocupada, Tanya aun no se iba y parecía no tener planes de hacerlo. Según Alice entre un viaje y otro no habían pasado más de dos semanas y ahora después de un mes Tanya seguía en Forks. Tenia miedo que de alguna manera se hubiera enterado de lo mío con su marido, o tal vez era la actitud de Edward, este no la había recibido con los brazos abiertos como ella lo hubiera esperado, y el tiempo que pasaba con ella era muy poco, quizás esos pequeños detalles la habían hecho reaccionar y darse cuenta de que había tenido abandonado al hombre más perfecto sobre la tierra y quería de alguna forma enmendar su error. Y yo cada vez que me topaba con ella me sentía más mal, por más que buscaba en ella los defectos que Alice se encargaba de sacar a la luz yo no veía más que una mujer joven, bonita y simpática, estaba segura de que si la vida no nos hubiera puesto en esta situación quizás habríamos sido amigas.

Algunas noches mientras escribía o intentaba dormir me ponía a pensar en lo que Edward y yo le estábamos haciendo, me ponía en su lugar y recordaba lo que Rose me había dicho 'no hagas lo que no te gustaría que te hicieran' y a mi no me gustaría de ninguna manera que el hombre que amo me hiciera lo mismo. ¿Cuántas veces no había leído alguna novela donde el hombre le es infiel a su mujer e instintivamente me ponía del lado de la esposa? Por que ahí la victima era ella ¿no? La villana, la otra, la sinvergüenza se suponía era la amante, en este caso… yo.

Algunas lágrimas se escaparon de mis ojos aunque intente contenerlas. Llore como no lo había hecho desde que estaba con Edward y es que me sentía mal por ella, hasta ahora me había puesto a pensar en ella y en como se sentiría si supiera lo que le estábamos haciendo. Me concentre de nuevo en estudiar, estábamos a mitad de exámenes y necesitaba concentrarme en estos y dejar por un momento mis problemas de lado.

Desperté por el fuerte ruido de las gotas golpeando contra el techo, me levante de la cama y al mira por la ventana, el cielo parecía caerse y los fuertes truenos parecían darme la razón. Gemí molesta. Si había algo que odiara más que una tormenta, era una tormenta eléctrica. Me vestí lo más abrigada que pude y trate de acomodar mi cabello. Tras una pequeña discusión con mi hermano acerca de irme o no en mi pick up, accedí a irme con el en el jeep, los truenos me ponían nerviosa y además alego la inseguridad de estar yo frente al volante de una camioneta tan vieja y con este clima.

Al llegar a la universidad corrí inmediatamente a resguardarme en el calido edificio. Ahí me encontré con Angela y juntas caminamos a nuestra primer clase, la que más me gustaba, o digamos que la única que me gustaba.

— ¿Estudiaste? —pregunto mi amiga.

—Si, pero aun así no estoy segura de que mi mente logre darme las respuestas acertadas.

—Oh vamos, sabes que lo harás bien —se inclino un poco hacia mi y susurro— además estoy segura que el profesor estaría encantado de darte una segunda oportunidad.

Me sonroje. Había sido inevitable no contarle a Angela por que me entusiasmaba tanto la clase del profesor Cullen, además de lo obvio, así que un día decidí confesarle lo que pasaba entre nosotros y lo que hizo es digno de una gran amiga, me deseo que fuera feliz y cada que hablamos del tema procuraba no mencionar a Tanya, ella me había dicho que haría de cuenta que no existía y para no hacerme sentir 'la otra' procuraba no mencionarla. Aunque eso no me hacia olvidarme de ella.

Edward entro con ese paso firme y galante que lo distinguía y repartió los exámenes, teníamos una hora para terminarlo y cuando comencé a leer las preguntas automáticamente las respondía en mi cabeza. Me concentre en terminar el examen lo más pronto posible y salir a desayunar algo. Por los nervios no había podido probar bocado en la mañana y a estas alturas mi estomago exigía comida.

A veces levantaba la mirada solo para ver a Edward al frente del salón cuidando que nadie copiara las respuestas del de al lado, estaba serio mostrando la autoridad de un maestro, pero no por eso se veía menos sexy, paseaba la miradaza por todo el salón y de vez en cuando se topaba con la mía, ninguno sonreía, seria demasiado obvio ya que al menos en mi caso le sonreía como tonta, si como una tonta enamorada y me pondría en evidencia, sin embrago una mirada decía más que una sonrisa o incluso que las palabras.

Sentí un pequeño golpe en mi mano y concentre mi mirada en un pequeño papel el cual, pensando que era de Angela lo tome y desdoble, ahí estaban todas las respuestas al examen e inmediatamente lo arrugue ocultándolo en el puño de mi mano.

— ¡Profesor! Isabella tiene un acordeón.

Cuanto odiaba que me dijeran Isabella, y más que fuera una chismosa y mentirosa quien lo hacia. Mentirosa en cierta parte, si tenía un acordeón pero no lo estaba utilizando. Voltee a ver a la chica detrás de mi que me fulminaba con la mirada, quizás si se lo hubiera prestado no seria tan chismosa. Sentí la presencia de alguien a mi lado y como no… era Edward.

—N… no… yo no —tartamudeé.

—Lo tiene en la mano, yo vi cuando trato de esconderlo —abrí la mano y ahí estaba el cuerpo del delito, sentí mi rostro enrojecer de coraje y también de vergüenza.

—No es mío, alguien lo aventó y…

—Déme ese papel señorita Swan —la voz firme y fría de Edward me hizo enojar más, ¿Cómo podía pensar el que yo estaba haciendo trampa en su examen? Le di el papel y lo reviso por unos segundos— ahora déme su examen y salga de mi clase.

—Pero Ed… Ed… es injusto, eso no es mío, no es mi letra y… —me puse de pie haciendo señas con las manos exasperada.

—Pero estaba en sus manos, ahora salga del salón —Edward tomo el examen de mi mesa y camino hacia su escritorio.

— ¿Me va a reprobar? —lo seguí y me detuve frente a el, alzo la mirada y note en sus ojos cierta disculpa.

— ¿Qué quiere que haga entonces? —me estaba dando opción ¿en verdad?

—Déjeme demostrarle que no ocupo un acordeón para responder su examen, lo puedo hacer después cuando todos hayan terminado para que no despegue su mirada de mi y se de cuenta que no hago trampa.

Pareció pensarlo un momento y después respondió. —Esta bien Swan, mañana hará el examen en mi clase y les regalara la hora a sus compañeros, además también para mañana quiero un trabajo sobre la vida de Octavio Paz y diez de sus poemas traducidos.

Asentí molesta, regrese a mi lugar a tomar mis cosas y salí del salón directamente a la cafetería. Me molestaba que desconfiara de mi, aunque quien lo no haría si había encontrado ese papel en mi mano, pero el conocía mi letra y me conocía a mi, sabia que yo no era capaz de aprovecharme de nuestra relación para hacer trampa o pedirle una buena calificación si no me la merecía.

Pase casi todo el día en la biblioteca haciendo el maldito trabajo que me había pedido, solo salía a presentar mis exámenes y regresaba tan rápido como terminaba. La última hora tenia la practica con las porristas. Si, Rosalie había insistido en que lo hacia muy bien y me acepto aun cuando le recé a todos los santos que conocía por que no lo hiciera. Le conté mi trágica escena con el profesor Cullen y accedió a que faltara para que pudiera terminar mi trabajo.

Después de las clases la biblioteca seguía abierta, era en parte la biblioteca del pueblo y después de que Emmett vino a buscarme para irnos a casa, yo insistí en quedarme a terminar mi tarea en la biblioteca, sabia que si salía de ahí me toparía con Edward y la verdad hoy no tenia ganas de ver a ese estúpido profesor sexy y encantador que me tenia tan de malas.

Estaba tecleando con tanta fuerza que parecía a punto de quebrar el teclado pero no me importo. Todo lo que podía escuchar era el teclado y las gotas que seguían golpeando el techo del lugar, no había parado de llover desde la mañana y eso me ponía de peor humor. Sentí una mano sobre mi hombro y levante la vista, por encima del monitor vi el sitio vació, no había ni un estudiante más, solo la encargada quien estaba concentrada en su lectura. Entonces vi al dueño de esa mano cuando se sentó junto a mi, baje la mirada y seguí tecleando ignorando tanto como podía esos penetrantes ojos verdes.

— ¿Podrías detenerte? —me pidió en un susurro.

—No, aun tengo mucho por hacer y tengo que tenerlo listo para mañana.

—No tienes que…

—Si tengo… usted me lo pidió.

Entonces Word me pregunto si quería guardar el documento y después desapareció del monitor, vi la mano de Edward sobre el mouse, había cerrado mi documento borrando todo lo que tenia avanzado, que en verdad no era mucho.

— ¿Qué hiciste? —pregunte molesta.

—Te dije que no es necesario, yo se que no hiciste trampa en el examen.

—Pues hace unas horas parecías convenido y me pediste este estúpido trabajo y te lo voy a entregar.

— ¿Y que podía hacer Bella? Actué imaginando que eras una alumna más, te encontré con un acordeón con todas las respuestas del examen, no podía nada más ignorarlo, si yo lo hubiera visto no habría dicho nada, habría hablado contigo después, a solas, pero tu compañera lo vio y entonces tuve que actuar como lo que en ese momento éramos, un profesor y su alumna.

Medite sus palabras y me di cuenta que había exagerado en mi reacción, no tenia por que enojarme, no podía simplemente ignorar el hecho de haber encontrado ese papel en mis manos, hasta yo sospecharía si eso hubiera pasado con otro profesor y con otra alumna.

—Entonces…

—Entonces mañana haces el examen y listo, el trabajo no es necesario… puedes solo hacer la portada, una hoja introductoria y lo demás de chistes si así lo deseas —me sonrió de lado, y sentí mi corazón dispararse en una serie de latidos descontrolados— es imposible que tu hayas hecho ese acordeón.

—Lo se, no es por ser presuntuosa pero no me gusta hacer trampa, prefiero estudiar.

—No lo digo por eso.

— ¿Entonces?

—Esa letra era muy bonita, la tuya es digamos más… infantil —se rió entre dientes y yo fruncí el ceño.

—Muy gracioso profesor Cullen —me dedique a pagar la computadora mientras sentía la mirada de Edward sobre mí.

—Te ves adorable cuando estas enojada —sus adulaciones me hicieron sonrojar, pero no lo iba a perdonar tan pronto por faltarle el respeto a mi letra— Alice quiere verte, dice que en todo el día no pudo hablar contigo y quiere probarte varios vestidos para la fiesta.

Estábamos a dos semanas de la gran fiesta de disfraces de Alice y ya quería empezar a torturarme con sus diferentes diseños. Ni siquiera estaba segura de asistir vestida de una vampiriza sin chiste y torpe. Se suponía que un vampiro era hábil, fuerte y de belleza sobrehumana, y yo era todo lo contrario.

—No creo que…

—Estas bajo amenaza —sonrió y tomo mi mochila— sabes que si no vas hoy a ver a mi hermana tarde o temprano tendrás que hacerlo.

—Esta bien, llévame de una vez con la loca de tu hermana.

Edward POV

Aun era temprano pero parecía ser de noche, las nubes bajas y oscuras le daban a la tarde un toque casi nocturno, no paraba de llover y era un poco difícil manejar a mi manera, tuve que disminuir considerablemente la velocidad, sobre todo al salir del pueblo, la carretera que iba a mi casa estaba llena de curvas que hasta hoy no me había parecido peligrosas.

Sabía que a Bella no le gustaba la velocidad y tampoco la lluvia así que decidí no mezclar las dos cosas que más odiaba. Su vista iba clavada en la ventana, estaba muy pensativa y callada desde hacia unos días y deseé poder leerle el pensamiento y saber que era lo que la tenia así. Yo no había querido preocuparla con lo que Tanya me había pedido, no quería que se atormentara más de lo que ya estaba por la presencia de mi esposa.

Estaba tan absorto mirándola que no me di cuenta del camión que venia frente a mi, cuando clave la vista al frente lo vi muy cerca y lo único que hice fue dar un fuerte volantazo para no chocar con el. Me desvié hacia el bosque y chocamos contra un árbol. Inmediatamente me preocupe por Bella quien aparentemente se encontraba bien, solo su respiración era entrecortada y tenia las uñas clavadas en el asiento.

— ¿Estas bien?

—Si… ¿y tu?

—Si, lo siento, no lo vi, de repente apareció y no pude hacer nada más que esquivarlo así —me disculpe sabiendo por Emmett la forma en que su madre había fallecido.

—No te preocupes, lo bueno es que ambos estamos bien, será mejor que nos vayamos.

Asentí. Intente arrancar el auto pero no encendió, seguramente el golpe había provocado alguna falla mecánica y yo no sabia nada respecto a eso. Después de varios intentos más decidí dejarlo por la paz.

—Será mejor que llame a Rose —Bella saco su celular y marco el numero de su amiga, después corto la llamada— no tengo señal.

Saque mi celular y tampoco tenia señal. Bella abrió la puerta, estaba punto de bajarse del auto pero la detuve.

— ¿A dónde vas?

—Tenemos que irnos de aquí ¿o piensas que nos quedaremos aquí hasta que pare la lluvia?

— ¿Caminar hasta la casa? ¿Tienes una idea de lo lejos que estamos?

—Bien, dame otra solución genio —alzo una ceja retadoramente. Suspire derrotado, no tenia una mejor opción, pero caminar en medio de una tormenta por una carretera tan sola no se me hacia buena idea. Entonces sentí como si algo en mi cabeza hiciera clic.

Baje del auto y lo rodeé para tomar a Bella de la mano, el camino por el bosque no iba a ser fácil, y menos si la tierra estaba mojada.

—La carretera esta por el otra lado Edward.

—Lo se pero no vamos a irnos por la carretera.

— ¿Entonces?

— ¿Confías en mi?

—Absolutamente pero…

—Entonces camina lo más rápido que puedas y no me sueltes.

Apreté su mano contra la mía y la guié por el camino. A unos cuantos kilómetros de ahí estaba una pequeña cabaña que mi padre le compro a Esme, ahí venían cuando se querían escapar de mi hermana y de mi y rogaba a Dios que hoy no fuera uno de esos días. Después de caminar casi por media hora encontré en medio de la oscuridad la cabaña completamente oscura, señal de que no había nadie. Busque la llave que Esme había escondido en el alero y abrí la puerta, deja que Bella pasara y yo lo hice detrás de ella.

— ¿Dónde estamos? —pregunto Bella una vez dentro, mientras yo encendía las luces.

—Esta casa es de mi madre, digamos que Carlisle y Esme se escapan aquí solos de vez en cuando.

—Oh —fue todo lo que dijo, pero el rubor de sus mejillas me dio a entender que sabía a lo que me refería. Fui hasta el teléfono pero no había línea.

—Espérame aquí —fui a la habitación de mis padres y busque algo de ropa limpia de mi madre para darle a Bella y también algo para mí, también unas toallas para sacarnos. Regrese a la sala pero Bella no estaba ahí, las huellas de humedad en el piso de madre me señalaban la cocina. Al llegar ahí vi a Bella junto a la estufa calentando algo y buscando tazas en la alacena— ¿Qué haces?

—Ah, perdón es que hace frío y pensé preparar algo caliente.

—Esta bien, estas en tu casa —le extendí la toalla y comenzó a secarse el cabello— este ropa es de Esme, no creo que le moleste, ¿Por qué no te vas a cambiar mientras yo termino de preparar el chocolate?

Tomo la ropa de mi mano y se acerco a darme un beso en los labios, a pesar del frío estaban calidos y suaves y se amoldaron rápidamente a los míos. Termino el beso y desapareció por la puerta. Termine de hacer las dos tazas de chocolate y las lleva a la sala donde encendí la chimenea para entrar un poco más en calor. Entonces las luces se apagaron y maldije al servicio de luz eléctrica pero entonces la risita de Bella me hizo voltear, se encontraba junto al interruptor de la luz, llevaba puestos unos pantalones de mi madre que al parecer le quedaban algo grandes, y una suéter rosa que le quedaba perfecto.

—Siempre había querido una casa con chimenea y creo que se ve mejor sin luz ¿te molesta? —dijo mientras caminaba hacia mi mordiendo su labio inferior, sin zapatos, con el cabello mojado y desordenado, se veía condenadamente sexy y yo no podía despegar mi mirada de su cuerpo, sus labios y sus ojos.

—N… no —me sentí nervioso ante la idea de estar aquí solos, incomunicados y con ella luciendo tan tentadora— voy a… a cambiarme y ahí tienes tu chocolate.

Salto emocionada y me dio un beso en la mejilla para después acomodarse en el suelo frente a la chimenea y sorber un poco de chocolate. Sonreí por su inocencia, era tan sexy y ella ni siquiera hacia el intento por serlo, era tan natural su forma de ser y cada día me atraía más y entonces tuve miedo de nuevo. Estábamos solos, ante el recuerdo de aquella tarde en su casa, cuando Emmett nos descubrió me estremecí, yo sabia que de no haber llegado Emmett yo habría continuado, al menos hasta que Bella me pidiera lo contrario, y temía que hoy no fuera capaz de controlarme, si al besarla no podía detenerme.

Sacudí mi cabeza intentando alejar esos pensamientos, termine de cambiarme y saque algunas cobijas de la cama llevándolas conmigo a la sala. Bella seguía sentada entre algunos cojines en el suelo y sostenía su taza con ambas manos. Pase una cobija por sus hombros y otra la puse en sus piernas.

— ¿Cómo va lo del frío? —pregunte mientras me acomodaba a su lado.

—Mejor ahora que regresaste —sonrió y descansó su cabeza en mi hombro— intente llamar a mi hermano pero sigo sin señal ¿crees que dure mucho?

—No lo se, nunca había visto llover de esta manera —suspire— espero que termine pronto, no quiero que Emmett intente asesinarme por estar aquí solo contigo.

—No es tu culpa…

—No, no lo es pero eso a Emmett no le importara.

Sonrió si preocupación, acomode uno de mis brazos alrededor de su cintura y la acerque más a mi, inhale el aroma de su cabello, olía a fresas y a lluvia, hundí mi nariz en su pelo e inhale una vez más.

—No hagas eso —dio un golpe juguetón en mi pecho.

— ¿Por qué no?

—Mi cabello debe oler fatal.

—Huele a lluvia.

— ¿Pero bien o mal?

—De las dos formas —se alejo un poco de mi y enarco una ceja.

—Quiere decir que si huelo mal… lo sabía…

—Yo no dije eso…

—Pero… dijiste de las dos formas… —me miraba con el rostro confundido, pero como le explicaba que olía bien, pero también mal, mal por que me provocaba de una forma que no debería ser legal, y menos aquí, solos en medio del bosque.

Decidí besarla para acallar sus preguntas y dudas, puse mis labios lentamente sobre los de ella, sabían a chocolate y le abrí paso a mi lengua para disfrutar más el sabor ya de por si dulce de sus labios, su mano se poso sobre mi pecho y lo acaricio hasta llegar a mi cuello, sentí como se deshizo de las cobijas y se incorporo un poco para estar en una posición más cómoda, pero no pensé que fuera a poner sus piernas alrededor de mi cintura, me quede quieto ante su movimiento hasta que ella tomo mis manos con las suyas y las puso sobre sus caderas, rompí el beso para morder un poco su cuello, arqueo la espalda acercando su pecho al mío y sentí que mi cuerpo empezaba a reaccionar, sabia que esto estaba mal pero no quería romper el momento.

Mis dedos jugaban con la piel expuesta entre el pantalón y el suéter, mientras continuaba besando y mordiendo su cuello, los pequeños gemidos que soltaba me excitaban más y lo único que pensé en ese momento fue en quitarle la ropa y hacerla mía de todas las formas que se me ocurrieran. Ella pareció leer mis pensamientos ya que volvió a besar mis labios, tomo mis manos y las puso al borde el suéter, se separo un poco y me vio a los ojos, alzo ambos brazos mientras pronuncio las palabras que terminaron conmigo.

—Hazme el amor —pidió en un suave susurro y por más que una parte de mi me decía que me negara alcé el suéter observando cada centímetro de su cremosa piel mientras quedaba al descubierto, llegue al punto de ver el sostén azul y su pecho que subía y bajaba con cada respiración, termine de sacar el suéter y lentamente la recosté en el suelo.

—Bella… no… pídeme que me detenga —suplique.

—No quiero que te detengas —sus manos desabotonaron mi camisa y acaricio mi pecho con mucho cuidado, con timidez, una timidez que la hacia verse más sensual y que me hizo desearla más, pero también que me pedía que me detuviera, que no tenia derecho a hacerlo de esta forma, pero sus manos continuaron bajando el cierre de mi pantalón, haciendo que me olvidara de todo lo de más y que le hiciera caso.

En ese instante no hubo nadie más que ella y yo, volví a besar sus labios mientras la ayudaba a bajar mis pantalones, quede semidesnudo sobre ella y note como se sonrojaba pero eso no la detuvo, se incorporo un poco y yo la ayude sosteniéndola de la espalda y con sus manos abrió el broche del sostén y lentamente dejo caer la espalda contra el suelo.

Bese sus labios despacio; mis labios viajaron hasta su oreja y mordí el lóbulo de esta, mientras ella enredaba sus dedos en mi cabello, bese su cuello, deteniéndome unos segundos para morderlo y pasar mi lengua, saboreando la dulzura de su piel y me decidí a bajar por sus hombros, baje el tirante del sostén hasta deslizarlo por su brazo e hice lo mismo con el otro para quitarle la prenda por completo sin separar un segundo mis labios de su piel, pase mis labios por en medio de sus senos, despacio, lamiendo cada parte de su piel como respuesta Bella arqueo la espalda y lleve mis labios a uno de sus senos, lo acaricie con mis labios, lo bese y mordí despacio haciendo que Bella gimiera mi nombre, hice lo mismo con el otro seno y baje por su plano abdomen hasta toparme con su pantalón, esta vez sin pensarlo lo fui bajando mientras besaba su ombligo, quite por completo el pantalón y me arrodille admirando el cuerpo de Bella, su respiración era entrecortada y solo una prenda la cubría, puse mis manos sobre ella y la baje despacio, dejándome maravillar por cada centímetro que iba descubriendo hasta que la saque.

Bese sus piernas, subiendo lentamente hasta llegar a su entrepierna y delicadamente pose mis labios sobre su humedad, Bella gimió ante mi contacto y yo disfrute cada parte de su anatomía, bese, acaricie y saboree el aroma de Bella hasta que la sentí contraerse en mi boca, su cuerpo se tenso y un pequeño grito escapo de su boca haciéndola sentir su primer orgasmo.

Aproveche para quitar la ultima prenda de mi cuerpo y situarme entre ella, la bese en los labios y después la mire a los ojos.

—Aun puedes pedirme que no lo haga —susurre, aunque en el fondo yo deseaba lo contrario.

—No, quiero que me hagas tuya —sus ojos brillaron y lentamente comencé a entrar en ella.

—Te amo —susurre contra sus labios para después volver a besarla, sentí sus uñas clavarse en mi espalda, no rompí el beso, solo disminuí el ritmo y entre mas lento… dejando que su cuerpo se acoplara al mío, sentí como la presión de sus manos contra mi espalda disminuía y mientras ahogaba sus gemidos en mi boca comencé a aumentar el ritmo poco a poco para no lastimarla. Aunque estaba a punto de perder el control, estar haciéndole el amor a Bella simplemente me volvía loco, era la mejor sensación que había sentido en mi vida y era con la mujer que más amaba. Nuestros movimientos se acompasaron al grado de disfrutar ambos de nuestra entrega. De mis labios se escapaba su nombre y varios 'te amo' igual que de los de ella. Sentí su cuerpo tensarse una vez más y sus piernas rodearme para acercarme más a ella, si es que se podía, sentí su cuerpo temblar bajo el mío con su segundo orgasmo y entonces yo hice lo mismo.

Lentamente caí sobre ella besándola una vez más y a pesar del frío que hacia afuera, nuestros cuerpos estaban empapados en sudor, bese sus hombros y sus labios una vez más, antes de caer junto a ella y atraerla hacia mi, recostó su cabeza en mi pecho y cubrí nuestros cuerpos con una cobija.

—Te amo Edward.

—Lo se —ahora más que nunca lo sabia— y yo te amo a ti.