Dark Chat

sábado, 21 de noviembre de 2009

El trio en el show de Jimmy Kimmel

Taylor en el show de Jimmy Fallon

Fotos de Taylor para Hot Topic



Lo q hacen las twifans!

Robert Pattinson es el actor más deseado y en las últimas horas se dio cuenta de que hace lo que quiere. En broma le pidió a una joven que se quitara la ropa y ella obedeció sin titubear

Robert Pattinson se convirtió en la celebrity más buscada en las últimas semanas. Las mujeres deliran por su papel en la saga Crepúsculo y hacen lo imposible por llamar su atención.

Tal es así, que que una fanática suya comenzó a desnudarse frente a él tras una broma que le dijo.

“El incidente sucedió mientras me encontraba firmando autógrafos. Normalmente, uno tiene alrededor de 10 segundos con cada fan”, contó el astro en un reportaje.

“Una de ellas me preguntó qué es lo que ella podía hacer para llamar mi atención, y yo le dije que podía quitarse toda la ropa”, dijo.

Y terminó diciendo: “Después, miembros de seguridad se la llevaron fuera del edificio. Nunca me sentí peor en mi vida”.

Eclip & Amanecer


Luna Nueva se va a abrir hoy enormemente, sin duda alguna, por lo que nunca es demasiado pronto para mirar hacia adelante.
Recientemente, hemos charlado con el productor Bill Bannerman y la guionista Melissa Rosenberg sobre lo que los fans pueden esperar para Eclipse, el tercer film de la saga Twilight, por el próximo verano.

Muchos informes han llamado mucho más oscuro, con el nuevo director David Slade (Hard Candy, 30 Days of Night), por lo que preguntó si sera público todavía para mayores de 13 años.

Además, tenemos más actualizaciones para ustedes de Breaking Dawn ...

En primer lugar, Eclipse.

"Es un poco más afilado, sólo porque hay más acción en el libro tres," el productor Bannerman de Twilight y NM nos dice. "Tenemos el avance del ejército de recién nacidos, y nuestros Cullen tienen que defenderse, y los lobos se convierten en aliados. Esto no sucede en Luna Nueva, todavía".

No te preocupes, Rosenberg dijo que mantuvo la tercera secuencia de los libros muy fiel al libro.

"[La película] se expande en [el libro] en algunos aspectos-en una película uno puede irse desde el punto de vista de Bella. Así que podemos ir a ver lo que Victoria está haciendo. En cierto modo, llegamos a ver más de lo que el libro puede mostrar ".

En cuanto a si Slade, cambió el tono a todos? Melissa añade: "El libro es más oscuro, así que creo que la historia es más oscura. David es el director perfecto para llevar eso a la vida. Él tiene una gran sensibilidad intensa. Estoy deseando ver lo que hace."

Ahora sobre lo que la mayoría de nosotros estamos babeando por oír hablar: Breaking Dawn.

"Creo que los aficionados definirán la suerte de la franquicia," dice Bannerman. "No hay ningún guión, sin embargo, y si Melissa está trabajando en uno, no sé de eso. Ella es un punto importante, que sería la primera en contactar. Creo que todos quieren ver que sucede, si las ganancias van bien no me pregunto por que no (pasaría). "

En cuanto a que si serían una o dos peliculas finales: "No lo sé. El libro puede ser simplificado o se mantiene intacto. Es un libro más largo que los tres anteriores, es difícil saber lo que harán. Estoy esperando la sorpresa! "

B.D. Definitivamente va a suceder, podemos asegurarlo. Además, sabemos que ya está firmado Rosenberg va hacer los guiones para las peliculas de "Breaking Dawn", las fuentes se refieren a ellos.

Muy probablemente, el atraco es Rob, Kristen y el recientemente importante Taylor. Si están pensando en hacer dos películas más, el estudio no se perdera la oportunidad de cobrar el doble de tiempo, créanmelo. Pero de lo que hemos escuchado, es que hasta ahora sólo accedió a una más después de Eclipse.

También, las fuentes nos dicen lo bien que Luna Nueva en los cines influirá en muchas películas más de Twilight Summit querrá exprimir. El dinero habla ¿ya lo saben? Incluso los actores cansado y demasiado promovidos.

La segunda clase Twi niños esperan con ansiedad una decisión, también.

"No he recibido ninguna palabra de Summit sobre la cuarta película o lo que está pasando con Breaking Dawn", dijo Jackson Rathbone a Team Awful. "Tan pronto como yo sepa, se lo diré a todos!"

"Yo no sé nada de Breaking Dawn," Michael Welch también agregó. "Supongo que se hará. He oído el rumor de que podría hacerse en dos películas".

Traduccion por RobandKrisLatinoamerica

Sorprende final a fans!


"Todos solamente gritaron y estaban sorprendidos de cómo terminó."

Una twilighter nos reportó


El director de “New Moon” Chris Weitz, parece bastante complacido, con la manera en que terminó la segunda película de la saga de "Twilight".

Pero los fans que ya han tenido la oportunidad de ver la película tratan de recuperarse de la decisión del director Weitz. No fue mucho más. Pero algunos dijeron que no era la conclusión que habían esperado. "yo quede realmente sorprendida por el final, la forma en que nos mantuvo colgando de esa manera," Jordana de la Cruz de Rhode Island le dijo a MTV News, después de ver una proyección de la medianoche en Nueva York. "Lo odié, pero me gustó, al mismo tiempo".

Varios aficionados que habían leído las novelas de Stephenie Meyer consideran el final de la película la cual implica a Edward y Bella al borde de algo grande, en la mayor sorpresa de toda la película. “"El libro tenía más al final, y me gustó donde lo dejaron ahí, como un momento culminante para la siguiente película que está por venir, una Twilight mom Sandy Moffit de Illinois nos dijo

Jillian Rovrer de Daytona Beach, Florida, nos dijo que aunque quedó sorprendida con el final, “no fue tan emocionante como otras partes de la película, era de esperarse"

Aunque los fanáticos no quisieron dar demasiado detalles cuando se les preguntó al respecto, ellos pusieron de manifiesto que sus compañeros Twilighters van a tener que tirar la alfombra de debajo de ellos.” "Yo no. ... Es un spoiler, pero la manera en que terminó, lo que sucedió antes de que la pantalla se apagara, es la GRAN cosa,” Habiba Tinubu dijo. "Todos solamente gritaron y estaban sorprendidos de cómo terminó."

grax a Twilight Dulce Adiccion

Que estas viendo rob??

Alex Meraz en la premier

New moon rompio record!

Según lo que reportó Box office gurú via su twittter, New moon recaudó el viernes en los Estados Unidos, unos 72.7 millones de dólares, superando el record de Batman el caballero de la noche, que era de 67.2 millones.

Todavía faltan algunas confirmaciones, pero el estimado de Box office gurú para el primer fin se semana ahora sitúan a la película entre los 130 y 140 millones de dólares. El record de Batman en este caso, es de 158 millones en 3 días.

Realmente impresionante.

En la Argentina ya fue vista por 155.000 personas en solo dos días.

como debio de ser el final de twilight



gracias a luna nueva meyer
(

AMOR EN SILENCIO

HOLA mis angeles hermosos , al fin me llego la bendita inspiracion , jejeje una disculpa por la tardansa , en fin muchas gracias por leer mi fic , y por fisss chicas dejen sus comentarios de eso dependen los proximos cap, si ya se que suena a manipulacion, pero mis angeles bonitos ya nadien comenta nada , asi que si les gusta el cap y quieren mas ya sabes muchos comentarios para que me ponga muy contenta =D
ya no les hecho mas rollo
les mando mil besitos
a  si ,  se me olvidaba este cap tiene tres partes asi que aqui les dejo la primera
siss hermosa LIZ este va por ti , te quiero mucho
Angel of the dark

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Cap.11 el principio del fin.

Definitivamente hoy es el inicio de mi venganza la tonta e inmadura de Bella sabrá quién es Jessica


- Ah ¿sí? ¿Y quién es esa?


- Pues yo estúpida inciensa ¿quien más?


- ¿tu?, si ni siquiera puedes matar a una cucaracha sin gritar y golpearte tu misma?


- Cállate inciensa, que tengo que comenzar con mi plan.


- Claro, ese plan que de seguro es todo bobo, y que implica cortar el vestido de la poca cosa cierto?


- Como sabes tanto inciensa me sorprendes!


- Cariño alguna de las dos tenía que ser la que piensa, pero yo tengo una idea mejor.

Flash Back


Maldición porque demonios mi mamá me envió a vivir con esta vieja que ya hasta mastica el agua, es fastidiosa, quejona, y todo el tiempo me está sobando la barriga como si ahí hubiera algo, acaso no sabe que hay solo hay un montón de tripas, por dios que estúpida puede llegar a ser. Estos meses han sido los peores de toda mi vida, desde la última vez que estuve con Eddy y luego con Erick, me duele todo, me siento enferma, me mareo con facilidad y siempre devuelvo mi desayuno al retrete, porque será, creo que me estoy enfermando de vivir aquí, como estará mi Eddy bonito Teddy?, y la poca cosa, baja en autoestima y enormemente estúpida bella, de seguro lo tiene todo engatusado la zorra sin remedio esa, arg! Como el odio.

- Jajaja zorra sin remedio y todo, pero te logro arrancar de las manos a Eddy


- Cállate estúpida inciensa, no vez que me siento fatal, además no me arranco a mi Eddy bonito, solo estoy esperando un poco para atacarla y hacerle saber quién es mejor.


- O confirmar que ella gano, y tu perdiste todo Jess, que no vez?, ahora vives con una vieja decrepita en un pueblo de mala muerte, quieres confírmale que ella gano?


- He dicho que te calles imbécil, además sabes que no voy a discutir contigo porque….Ah maldición ahí va mi desayuno de nuevo, la verdad no sé porque siento tantos mareos, y vómitos tan seguidos, será que…, pero si yo no he…., cuando me vino la ultima vez?... Oh mierda!... no puede ser!


No puede ser maldita sea …..


Jajaja estúpida te acostaste con ellos y ni si quiera usaste protección, que no se supone que te estabas cuidando


Hay ya cállate, no me tomaba las pastillas porque me hacen engordar, y aparte Eddy prefiere usar condón si que no lo considere necesario


A no estúpida y con Erick que usaste??? Por supuesto que condón creo


Yo que tu. Mejor salgo corriendo a la farmacia por una prueba de embarazo, aunque honey creo que ya sabes la respuesta


RAYOS AHORA SI ESTOY COMPLETAMENTE JODIDA!!!!!!!


Anda toma tu bolso, rápido que la vieja duerme antes de que se despierte y te pida otro masaje de pies


Eso ni muerta no puedo, si le vuelvo a tocar sus asquerosos pies me muero , osea que no conoce el salon de belleza


Pues corre estúpida!!!!


Voy


Maneja rápido hasta la farmacia


Anda ya estamos aquí ten un poco de coraje y saca tu hermoso culo del auto y entra de una vez


Compra la que sea total yo sé lo que saldrá, y créeme te morirás del susto


Ya callateeeeee!!!!!! Déjame tranquila un segundo quieres


Ok honey


Segura que sabes cómo pagar


Arg!!! Lo sé ni que fuera tan estúpida


Ya en casa corrí hasta el baño


Anda tonta tienes que orinar sobre ella y recuerda una carita feliz no tienes bebe dos caritas si hay bebe


Suerte pequeña zorra


Que sea negativa


Santa petra la callosa que sea negativa


Honey ya es hora anda ve el resultado


No...No no no puede ser no no


Te desmayaste estúpida


Fin de flashback


Pero quién diría que tengo casi tres meses de embarazo y este bebe me ha caído como anillo al dedo


Querido Eddy teddy vas a ser papa


Ahora si Isabella esta jodida, porque conociendo a Eddy teddy seguro la deja, porque no creo que quiera ver como mato a su engendro, digo si he de perder mi figura al menos tengo que convertirme en la Sra. Cullen, no crees


Valla hasta que usas tu inteligencia honey y me escuchas ahora tienes que ser muy precavida y hacerme caso en todo lo que te diga me entendiste


Bueno lo primero que vas a hacer es meter tu hermoso culito al primer autobús que salga hacia forks, después honey tienes que hacerte la víctima con tu mami para que así te pueda ayudar a convencer a los padres de Eddy, y así ganar aliados


Me entendiste


Si


Tienes que actuar muy bien honey por que si la cagas te quedaras sola y con un engendro


Lo se


Ya faltan pocas horas para vernos de nuevo, si tan solo hubieras contestado mis llamadas Eddy bonito. Pero ahora serás para siempre mío.

lo se soy muy mala jejeje, chicas y agarrence por que viene lo mejor , yo se que quieren mas para cuando ,mmm eso no lo se depende de ustedes mis angeles bonitos
las quiero y por fisss no me odien

GHOTIKA

Capítulo 21: Confusión


“Bella, tranquila, soy yo” –


La gótica tardó más de dos segundos en reconocer aquella voz. No fue hasta que Edward le hizo dar media vuelta para encararlo y, así, poderse encontrar con sus doradas pupilas que brillaban aún en medio de la oscuridad, hasta que el intentó de gritar se desvaneció.


El vampiro se agitó al ver como las lágrimas tenían completamente bañado aquel rostro tan divino y, aún sabiendo que el peligro se encontraba cerca, se tomó un momento para envolver a Bella entre sus brazos


“Edward…” – musitó la muchacha, contra su pecho, ignorando que éste se encontraba completamente empapado – “Tenía tanto miedo… no sabes lo mucho que me alegra el que estés aquí”


“Si, estoy aquí. No temas. No dejaré que nada te haga daño”


“Pasa algo ¿verdad?” – inquirió, repasando los últimos detalles en voz alta – “No me avistaste de tu regreso, Alice me habló y me dijo que nos iríamos. Este presentimiento que tengo, no augura nada bueno. Edward, ¿Qué es lo que pasa?”


El muchacho fue tensando su cuerpo conforme las palabras de Bella salían disparadas en temerosos susurros. El momento de la verdad había llegado… Ya no se podía prolongar más. Abrió su boca, para decir solo unas cuantas frases, pero, en ese preciso momento, sus ojos se dirigieron hacia el reloj…


“Faltan diez minutos para la media noche” – murmuró, completamente aterrado


“¿De qué hablas?”


Tenían que darse prisa, ellos habían estado rondando la casa tenía pocos minutos. No tardarían en regresar de nuevo.


“Bella, sube a tu recamara y abrígate bien” – indicó – “Nos vamos de aquí. No hagas preguntas ahora, no hay tiempo para contestarlas. Solo, haz lo que te digo, por favor”


La muchacha asintió y, aún con el pasmo que aquellas palabras le habían dejado, subió lo más rápido que pudo hacia su recamara, se calzó sus botas, cambió su negra pijama por una blusa, una falda y unas mallas, todo del mismo color oscuro, tomó su capa entre sus manos y volvió abajo, encontrando a Edward de espaldas. En un principio, pensó que aquellos gruñidos eran emitidos por Niebla, pero, tras pensarlo bien, su gatita era incapaz de evocar semejante sonido. Prestó más atención en su novio y pudo notar que la posición de su cuerpo se mostraba un tanto extraña.


“¿Edward…?”


“No te muevas, Bella” – le ordenó éste.


Tragó saliva ruidosamente y la sangre se le congeló al ver como, rompiendo una de las ventanas, tres hombres entraban en ella, con movimientos que le parecieron casi invisibles.º


Ha de ser por la falta de luz, pensó. No había otro argumento para explicar el cómo habían llegado ahí en menos de un segundo. Pero, ¿Qué era lo que querían? ¿Robar? En realidad, no lo parecía…


“¡No te muevas!” – siseó Edward cuando apenas y había levantado uno de sus pies para caminar hacia el frente…


No fue tanto la orden lo que la dejó plantada en el lugar, si no el hecho de que su novio supiera, con tanta exactitud, que se había movido, cuando el desplazamiento apenas y había sido de un centímetro y él se mantenía aún de espaldas. Un fuerte gruñido le estremeció de pies a cabeza. Levantó la mirada y la fijó en los tres intrusos que se encontraban en frente. La respiración se le cortó cuando vio el rojo ardiente de sus pupilas brillar en aquella negrura. Uno de ellos le miró, a distancia, y la respiración se le atoró en el pecho.


“Danos a la humana” –


“¡No!” – bramó Edward


“Ella nos pertenece”


“De ninguna manera. Váyanse, no dejare que se la lleven”


Antes de que Bella pudiera preguntarse qué era lo que pasaba, y qué era lo que Edward tenía que ver con aquella situación, los tres jóvenes se lanzaran contra su novio, con los mismos movimientos casi invisibles con los que había penetrado su casa.


“¡Edward!” – exclamó, sin poder contenerse, al ver como el muchacho había sido estampado en una de las paredes.


Casi podía sentir que el corazón se le salía del pecho al advertir como el agraviado se incorporaba rápidamente – como si nada le hubiera pasado – como si en la pared no se hubiera abierto una grieta tras el impacto.


Aquello no era posible. ¿Cómo podía una persona levantarse tras recibir semejante golpe?


Edward gruñó fuertemente y se lanzó contra los tres hombres con una furia invisible. Los movimientos fueron tan veloces que Bella no los pudo presenciar. Parecía un viento que soplaba en varias direcciones por toda la pequeña estancia. Solamente los bramidos y chasquidos se alcanzaban a escuchar. Era como si, de un momento a otro, la casa hubiera estado habitada por fantasmas juguetones. El vampiro logró acabar con dos de ellos, lo cual había causado la cólera del último que quedaba. Los ojos del enemigo relampagueaban como vivas y malignas llamas de muerte. Un fuerte y atemorizante sonido salió de su garganta, el cual fue correspondido de la misma manera por el pálido joven que se agazapaba frente a él y frente a Bella.


La gótica se encontraba absorta mirando cada uno de los movimientos que le eran posibles captar. ¿Acaso estaría soñando? Eso era lo más seguro… Todo se trataba de una pesadilla. No podía haber más que esa realidad.


El resto de la acción pasó en menos de un segundo. El enorme vampiro se lanzó hacia ella, con un salto completamente imposible, lleno de gracia y poder y, antes de que pudiera terminar de comprender que, dentro de poco, sería agredida por esa enorme pálida masa de músculo, sintió como unos brazos le apartaban del camino.


Expulsó el aire de manera violenta al sentir sus pies otra vez en el suelo. Niebla saltó a sus brazos y ella la tomó de manera inconciente. Solamente tenía atención para el extraño comportamiento de su novio y de aquel hombre. Otro segundo significativo pasó. Edward empujó fuertemente al tipo que le atacaba y, después, sin previo aviso, tomó a Bella y la subió sobre su espalda. La muchacha no tuvo tiempo si quiera de protestar.


“Cierra los ojos” – fue lo último que escuchó y, al obedecer, solamente notó como su ropa comenzaba a empaparse y como un viento helado amenazaba con cortar sus mejillas.


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Jasper dejó de correr, había llegado al punto de encuentro.


“Ya deberían de estar acá” – murmuró


La pequeña humana cerró sus ojos y su cuerpo comenzó a temblar, debido a las numerosas imágenes que se le venían. Jasper la tomó por los hombros, en señal de apoyo.


“Ya vienen en camino… Alguien los sigue…”


“¿Crees que llegaran”


“Ya están aquí”


Edward apareció entre las ramas, con el enorme vampiro que les venía persiguiendo, pisándole los talones. Jasper se lanzó contra él y le tomó por detrás, enrollando, fuertemente, su cuello con uno de sus brazos.


“Jasper, aún no” – dijo Edward, depositando a su aturdida novia sobre el suelo y caminando hacia él.


El joven de cabello color cobre comenzó a leer la mente del furioso vampiro que se debatí para poder liberarse y que, poco a poco, fue cediendo ante el poder hipnótico y abriendo su conciencia de par en par.


“¿Qué pasa?” – preguntó Jasper, al notar como su hermano se alejaba en medio de jadeos y con la mirada desorbitada – “¡Edward! ¿Qué es lo que pasa?”


“Darío” – susurró éste – “Acaban de descubrir que Violeta también tiene un don”


“¿Qué don?”


“Tiene sus sentidos demasiado agudizados. Es una rastreadora”


“Una rastreadora…”


“Bella, Bella” – sacudió Alice a su amiga que se encontraba aún con la mirada pérdida en dirección hacia Edward


“¿Qué es lo que esta pasando aquí?” – preguntó, apenas de manera audible.


Lo único que podía hacer era pensar que todo se trataba de un sueño. Aún podía recordar como su novio se había desplazado por todo el bosque en un tiempo inasequible.


“No hay tiempo ahora” – dijo Jasper – “Darío está en problemas. Él no va a poder solo. Tenemos que ir en su búsqueda”


Edward solamente se limitó a asentir y, con pasos un tanto vacilantes, se acercó a Bella y le tomó la mano. La chica no opuso resistencia, pero, al encontrarse con su mirada le dolió ver tantas dudas y miedos en ella.


“Todo estará bien” – prometió, mientras le daba un apretón – “Confía en mi. Dentro de poco todas tus dudas serán resueltas”


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Darío tenía la mano de Violeta fuertemente apretada a la suya. El pequeño cuerpecito se estremecía todo el momento, pero, sin embargo, se sorprendió al no escuchar gritos o quejas. El miedo se filtró por él ¿Y si había hecho algo mal? Era la primera vez que convertía a un vampiro. La primera vez que su ponzoña era inyectada en otra piel…


¿Qué pasaba si, como todo él, también su veneno era diferente al resto de sus demás hermanos? Sentía un fuerte nudo en la garganta. ¿Y si en lugar de salvarla, le estaba provocando un daño mucho peor?


En ese instante, Violeta abrió los ojo, con un movimiento de parpados demasiado apresurado y vehemente. Darío se sobresaltó y dejó de respirar


“Alguien nos rodea” – soltó la pequeña y, después, volvió a caer en la inconciencia convulsiva.


Darío se puso de pie rápidamente y comenzó a inspeccionar el lugar con sus sentidos. Era fácil suponer que no se trataba de ningún humano. Se acercó hacia la ventana y, en cuanto su rostro se asomó hacia el horizonte, dos vampiros aparecieron frente a él. El pequeño gruñó fuertemente, enseñándole los dientes de manera feroz. Su mirada gris resplandeció con un toque carmesí por un segundo y su rostro aniñado adquirió una expresión inocentemente aterradora.


Los dos extraños se dejaron sorprender por un momento, pero, al ver que el inmortal solamente alcanzaba la altura de sus pechos, rieron mofadamente, pues no pensaron tener rival alguno en ello.


“Hazte a un lado y no nos hagas perder el tiempo” – aconsejó uno de ellos


Darío no se movió, así que, sin previo aviso, los dos intrusos se lanzaron contra él. El niño se limitó a clavar su mirada en ellos, obligándoles a retroceder el espacio que se habían osado en avanzar. Quizás su apariencia no era tan intimidante, pero el poder telequinetico que poseía era ilimitado. Los agresores fueron levantados por los aires estampados contra las paredes del edificio que se encontraba al frente. El sonoro ruido – como si dos hercúleas piedras hubieran sido arrematadas contra la construcción – logró despertar a los habitantes del lugar y las monjitas del orfanato.


Y lo peor: llamó la atención de los vampiros enemigos


Darío escuchó como las ancianitas se ponían de pie y unas se acercaban hacia la habitación. Miró a Violeta por un momento y, no lo pensó mucho tiempo, la tomó entre sus brazos y se dispuso a salir del lugar, saltando desde donde se encontraba, hasta caer, con un sonido sordo, en el suelo pedroso. Cubrió a Violeta del torrente lluvioso con su capa y comenzó a correr hacia el bosque. Sintió varias presencias extrañas detrás de sí, no perdió tiempo, dio media vuelta para atacarles


“¡Espera!” – exclamó una voz conocida – “Somos nosotros”


El pequeño sacó su nerviosismo con un sonoro suspiro


“Se encuentran buscándola” – continuó hablando Jasper


“Lo sé”


“¿Se encuentra dormida?”


Darío negó con la cabeza y bajó la mirada. Jasper pudo sentir su congoja en el aire y, movido por esa extraña emoción, se acercó hacia él. El niño no esperó a dar explicaciones, se limitó a dejar al descubierto el rostro de Violeta por un momento.


“La has convertido” – susurraron Edward y Jasper al unísono.


“Se estaba muriendo... Me dejé llevar…”


Mientras Darío intentaba explicarse, Bella observaba todo y, con cada segundo que pasaba, sus dudas se acrecentaban. Pero siempre, siempre, que estaba dispuesta a pedir explicaciones, algo pasaba. Aunque lo intentara, no podía acostumbrarse a la velocidad de los movimientos en Edward. Era algo completamente desconcertante el estar pisando el suelo un segundo antes de estar sobre su espalda.


“Se acercan, tenemos que irnos” –


Comenzaron a correr otra vez, ella solamente se limitaba a cerrar sus ojos. Se sintió cobarde, pero, ¿Quién no? Era demasiado para ella. ¿Cómo podía Darío ir corriendo a la par de sus hermanos, con una niña en sus brazos? ¿Qué eran ellos? Humanos, definitivamente no…


Edward no se encontraba mejor que la humana que reposaba sobre su espalda. Se encontraba aterrado, la actitud de Bella le ponía más ansioso. ¿Y si, después de todo, ella no le aceptaba por ser un monstruo? Temblaba nada más de imaginarse semejante situación. Él ya no podría vivir sin ella. La necesitaba, así como la sangre para vivir, ella era una medicina que había aliviado su soledad y dolor. Un fuerte jalón le hizo parar y rodar por todo el bosque.


“Bella” – llamó, rápidamente, levantándose del suelo. La chica se encontraba a varios metros de él. Corrió hacia ella, pero otra fuerza se lo impidió


Jasper se encontraba completamente rodeado por un numeroso grupo de enormes vampiros. Darío comenzaba a aventar a todos con su poder, pero parecía que no acabarían. No podía pelear, ya que tenía a Violeta entre sus brazos así que, por mucho que lanzara lejos a todos sus enemigos, éstos se levantaban y se arrojaban como balas furiosas contra sus hermanos, que intentaban cubrirle lo mejor posible. Edward estaba en la misma situación. El temor de ver a Bella tirada, sin aún levantarse, le desconcentraba demasiado, ganándose en su cuerpo alrededor de tres mordidas. La ponzoña resultaba molesta. Pero más molesto era el tener la susceptibilidad de saber que, el menor descuidado dado por él, le costaría lo más preciado que tenía, y tendría, en toda su eternidad.


“Tenemos que huir y escondernos” – murmuró Darío y, explotando su don al máximo, disparó a todos sus contrincantes con un solo movimiento de mirada y manos.


Entonces, aprovecharon la pequeña ventaja para correr. Edward tomó a Bella entre sus brazos y Jasper hizo lo mismo con Alice.


“Jasper” – llamó Darío – “Iré detrás de ustedes para alejarlos. Toma a Violeta”


El rubio vampiro asintió y se adelantó. Darío quedó detrás de ellos, impeliendo a los demonios que amenazaban con acercarse. De esa manera ellos pudieron escapar, para llegar hasta una vieja y abandonada casa. Bella comenzó a reaccionar cuando se empezaban a adentrar en la vivienda oculta entre los frondosos montes y árboles. Darío recostó a Violeta sobre el suelo y la cubrió lo mejor posible con su capa.


“¿Te encuentras bien?” – preguntó Jasper a Alice, mientras le tomaba de la mano y le miraba fijamente a los ojos


“Estoy bien” – le aseguró la muchacha – “¿Cómo esta Bella?”


“Está despertando” – susurró Edward, mientras paseaba sus dedos sobre el rostro de la chica


Bella abrió los ojos lentamente, encontrándose al instante a aquel par de pupilas doradas que le miraban de manera preocupada.


“Edward…” – musitó y, mientras se removía en el suelo, una de sus manas se ensartó, sin querer, en una gruesa astilla de madera que se encontraba cerca – “Ay” – gimió, mientras rasgaba su piel


Edward, automáticamente, retrocedió al oler y mirar la sangre que salía de ella. Jasper se incomodó un poco, pero dejó de respirar, eso fue suficiente para controlar su sed. Bella se fue incorporando lentamente, demasiado agobiada por el repentino alejamiento de su novio. Todas las miradas se encontraban puestas sobre Edward.


“Jasper…” – susurró Alice y, antes de poder decir más, el corazón se le paralizó al notar como el novio de su amiga se lanzaba hacia ella.


Bella se había quedado petrificada al tener a Edward frente a ella otra vez. El muchacho le había tomado la mano herida y la contemplaba con los ojos completamente negros. Acercó su nariz y olió la fresca sangre que de ella salía, la boca se le hizo agua y la garganta le ardió como si, dentro de ella, hubieran encendido una fogata.


“Jasper, haz algo” – pidió Alice y, cuando su novio daba un paso hacia el frente para detener a su hermano, éste salió, con Bella en brazos, hacia el denso bosque.


“Será imposible alcanzarlo” – informó Jasper, con los ojos desorbitados


“¿Le hará daño?” – preguntó Darío


Alice cerró los ojos e intentó concentrarse, más las imágenes que arribaban a su mente eran demasiad confusas, pues Edward no había tomado aún una decisión


“No logro ver qué es lo que pasara” – reconoció, con el temor fluyendo en sus palabras – “¿Qué vamos a hacer?”


“Esperar…” – contestó Jasper, mirando hacia el camino en el cual, su hermano se había perdido.

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Te necesito. No puedo perderte. Eres la única

compañera que he tenido en la inmortalidad"
Entrevista con el Vampiro - Anne Rice

Capítulo 22: Vampiro
 
Bella se encontraba atrapada entre un enorme árbol y el cuerpo de aquel descontrolado muchacho que tanto pasmo le causaba en ese momento. Los gruñidos que Edward emitía frente a ella eran perturbadores e intensificaban su confusión ya de por si muy agudizada.



¿Qué era lo que pasaba? Llevaba preguntándose lo mismo durante toda la noche y seguía sin encontrar una maldita respuesta. ¿Acaso era que Edward había sido poseído por un demonio? En otra situación, se hubiera partido de la risa por tan absurda suposición, pero, ¿Qué otra cosa podía ser?


“Ay” – gimió, al sentir como la mano que le tomaba del brazo le apretaba con mucha fuerza – “Edward, me estas lastimando”


El muchacho parecía no escucharle. Sus ojos seguían perdidos en aquel mar de sangre que salía de aquella mano. El olor le tenía idiotizado, el monstruo estaba deleitado con aquella esencia tan exquisita.


“¡Tómala!” – le ordenó, pero el vampiro no obedecía.


Si, lo deseaba, lo anhelaba con tantas fuerzas, pero, una parte de él, la pequeña parte humana que había despertado al enamorarse de Bella, le impedía mover su boca para enterrar los dientes en aquella delicada piel.


“No” – discutía él, mentalmente y, muy lejos de si, podía percatarse del temblor de aquel cuerpo humano – “No quiero hacerlo”


“¡Lo quieres! ¡Lo deseas! Jamás probaras sangre más fina y lo sabes”


“No…”


“Hazlo. Solo un poco…”


Bella dilató sus ojos al presenciar como su novio paseaba la lengua, con vehemencia, por la herida que tenía sobre la mano, y lamía el espeso fluido rojo que de ella salía. Volvió a gemir cuando su brazo fue ceñido, de nueva cuenta, para que más sangre saliera expulsada por la cortadura.


Bella se negó a creerlo, aunque sus ojos no podían mentirle: Edward estaba saboreando su sangre con deleite, con una necesidad tan intensa, como si fuera un...


¡No!


Aquello no podía ser cierto. No, no podía… Simplemente, ellos, no existían… Eran seres que solamente vivían en su alocada y tétrica imaginación


Era inverosímil. Él no podía ser un…


“Vampiro” – susurró y su voz llegó al descontrolado inmortal, haciéndole reaccionar un poco. Lo suficiente como para saberse descubierto.


Edward se separó, lentamente, aterrorizado, pues apenas acababa de estar conciente de lo que había estado haciendo los últimos minutos. Levantó la mirada y se arrepintió al instante al ver el miedo plasmado en aquellos ojos color marrón.


La gótica era incapaz de no mirar fijamente como aquellos labios se encontraban aún pintados de su sangre, y que ese mismo color carmesí viajaba hasta llegar hacia las pérdidas pupilas. Quería pensar algo coherentemente, pero le era imposible. Su mente se encontraba atrofiada por tanta confusión. Se sentía casi mareada y no encontraba forma de moverse o realizar alguna acción.


“Bella” – susurró Edward, dejando de respirar, después de limpiarse la boca con su muñeca. Estiró una de sus manos para tomar las de ella, y se sintió un poco más tranquilo al no verse rechazado, aunque, tampoco fue aceptado. Sencillamente, la chica se había convertido en una estatua con carne humana. El vampiro se obligó, a si mismo, a tragar toda la ponzoña que se había acumulado en su boca. El estomago le dolió al sentir el vacío que su hambre le otorgaba, pero, con una gran voluntad, pudo contenerse para contiuar hablando – “Perdóname”


La gótica tardó en contestar. La oscuridad del bosque era silenciosa. Ni un solo sonido le interrupia. No se escuchaban grillos, ni lechuzas, ni cuervos... Las espesas ramas de los árboles se agitaban, danzando de manera sigilosa. Solamente el látido de su corazón se elevaba por los aires y se convinaba con el viento que había quedado tras la inmensa lluvia que, hacía poco, había dejado de caer.


“Eres…"


“Un vampiro” – confesó él. Bella no supo de donde sacó fuerzas para no dejarse caer, pues sentía sus piernas demasiado flácidas y débiles


“No es cierto”


Edward desvió la mirada de aquella herida que le llamaba. Aún podía sentir el terrible ardor en la garganta. Aún estaba la voz del monstruo, gritándole en su cabeza que sustrajera hasta la última gota de aquella calida y deliciosa bebida. Estaba conciente de que Bella quería explicaciones, pero, necesitaban salir de ahí o, tal vez, nunca las tendría.


“Vamos de regreso con los demás. Estando solos, corres demasiado peligro”


“¿Me quieres matar?”


“Si” – reconoció él, bajando la mirada


Bella se quedó en silencio durante varios minutos y, aunque aún se encontraba demasiado desorientada por todo lo que, en menos de veinticuatro horas, había sucedido, sabía perfectamente que amaba a aquel chico y que confiaba ciegamente en él. No era necesario el ser muy inteligente como para comprender el por qué tanta inquietud - era lógico, él era un vampiro y ella se encontraba sangrando - Tampoco era necesario ser lectora de mentes como para entender que no era momento de adquirir un comportamiento infantil y obstinado. Si bien quería respuestas, no era la única que la estaba pasando mal.


“No me harás daño” – susurró, mientras, con una de sus mangas, se cubría la herida rápidamente.


Edward le miró, completamente asombrado


“¿No tienes miedo?”


“Ahora no” – confesó – “Aunque, debo admitir que si me encuentro muy anonada… Sigo creyendo que se trata de un sueño. No es un sueño ¿Verdad?”


El vampiro no pudo evitar soltar una risita ante todo esto… Debía admitir que Bella nunca le dejaría de sorprender.


“No es un sueño” – aseguró


Bella procesó, letra por letra, cada palabra y tragó saliva ruidosamente, mientras el pálido muchacho esperaba a que dijera algo más. ¿Qué podía soltar? ¿Acaso había mensajes para ese tipo de contextos? Ciertamente, la situación se comenzaba a presentar, frente a ella, con un toque de humor negro.


Edward era un vampiro…


¿Acaso no era eso lo que tanto había llegado a desear en un momento determinado de su vida? ¡Deseo concedido! Y no solamente era eso: Él la amaba. Ella se había convertido en la protagonista de su propia historia de amor sobrenatural. Frunció el ceño y apretó fuertemente los labios para no romper en una histérica carcajada. Aquello, fuera de resultarle maravilloso, le resultaba absurdo. Casi patético… Y no por el chico a quien quería, si no por ella.


¿Y si, tal vez, solamente se estaba volviendo loca? Le entró cierto miedo al concebir la idea de que todo ello se tratara de una ilusión de su mente contrariada. ¿Y si, después de todo, solamente se había quedado dormida sobre su cama tras leer una de sus novelas y su subconciente había registrado cada detalle y lo había transformado en lo que en ese momento sus creían ojos ver?


¿Y si Edward no era real?


“Bella…¿Qué pasa?”


Con un discreto movimiento, la chica se pellizcó una parte de su brazo. No, no era un sueño. Todo era real...


“Lo siento. Debí explicarte muchas cosas desde hace tiempo. Lo menos que quería es que te enteraras de esta manera… Yo…”


El inmortal dejó de hablar al sentir una cálida mano posada sobre su mejilla.


“No es culpa tuya. Dudo mucho que, aún si me hubiera enterado de una forma menos complicada, me hubiera sentido menos impactada. La noticia en sí ya es demasiada insólita, no creo que haya manera de hacerla menos desusada”


“Supongo que tienes razón” – acordó él, con una sonrisa triste y llena de vergüenza. Aún no se atrevía a mirar a los ojos a Bella. No cuando estuvo a punto de haberla matado hacía pocos segundos. No cuando su garganta aun reclamaba seguir saboreando aquella sangre.


“Perdóname” – volvió a suplicar


“No hay nada que perdonar” – susurró Bella, mientras alzaba sus brazos para llevarlos alrededor de él.


“No lo hagas” – interrumpió Edward, retrocediendo y esquivándola – “Es demasiado arriesgado el tenerte cerca ahora. Te quise matar. Te quiero matar” – corrigió, mientras sus manos se apretaban fuertemente sobre sus piernas – “No sabes lo arduamente que estoy luchando para no hacerlo"


Bella retrocedió los pasos que había dado, permitiéndole al muchacho tener más espacio y, aunque estaba conciente de que su rechazo había sido por su propia seguridad, no pudo evitar sentir un vacío entre sus brazos.


“Lo siento” – susurró el vampiro, al ver como aquella mirada luchaba por no ensombrecerse – “Has pasado tantas cosas desagradables, solamente por estar conmigo y haberme conocido”


“No digas eso”


“Lo digo por que hay razón. Me he convertido en el infierno para ti"


"Jamás imaginé que tendría el gusto de hallarme en ese lugar" - repuso Bella, intentando bromear - "Y, si ahora lo estoy, lo prefiero mil veces que el cielo"


"Dices eso por que desconoces un detalle que ha marcado tu vida"


“¿Un detalle?”


“Debemos regresar con los demás. Allá te contaré todo” – murmuró de repente, sanjando, por un momento, la conversación. Tomó a Bella de la mano y la llevó hacia su espalda – “Si estamos aquí, nos sometemos a muchas amenazas”


La chica asintió y él comenzó a correr – sin respirar en ningún momento.


“¡Bella!” – exclamó Alice, al ver a su amiga, lanzándose hacia ella


No había podido predecir nada, pues los pensamientos de Edward cambiaban a cada instante y de manera demasiado rotunda. Jasper, por su parte, se acercó hacia el sediento vampiro, y depositó su mano sobre su hombro, en una muestra de apoyo y respeto. Aquel autocontrol era algo del cual, estaba seguro, él no hubiera sido capaz de llevar a cabo.


“Ellos pueden estar cerca” –


“No podemos movernos, el sol se aproxima, destruyeron el carro y Darío no podrá correr”


“No saben que estamos acá” – informó Alice – “Están tomando la dirección opuesta”


Los tres vampiros suspiraron, completamente aliviados. Por un breve lapso de tiempo, todo quedó en silencio, el cual fue rotó por un pequeño gemido infantil. Los adolescentes voltearon a ver a Darío y a la pequeña niña que sostenía en brazos


“¿Qué le pasa?” – preguntó Bella


“Se esta convirtiendo” – contestó Jasper


La castaña contempló como el rostro de Darío se ensombrecía mientras su mirada se negaba a despegarse lejos del cuerpo tembloroso.


“¿Estará bien?”


“Si” – Alice fue la que contestó – “En unas cuantas horas despertara”


“Eso es imposible” – discutió Jasper, con un murmullo – “La ponzoña tarda, como mínimo, tres días para dispersarse”


“Pero Darío es diferente” – terció Edward – “Es lógico si comparamos esta transformaciones con todas las demás que hemos presenciado. Violeta, prácticamente, se encuentra en calma”


El pequeño vampiro paseó su manita sobre aquel rostro que, con cada segundo que pasaba, se iba tornando más pálido. La niña frunció el ceño, en un inextinto gesto de dolor.


“Todo estará bien, pronto todo terminará” – prometió su cuidador, con un pequeño susurro impregnado de tanta devoción, que los espectadores se vieron en la necesidad de dar media vuelta para no seguir posando sus entrometidas miradas sobre ellos


Alice se vio envuelta por los brazos de Jasper


“¿No te molesta tanto frío?”


“No siento frío estando a tu lado” – aseguró ella, cerrando sus ojos al momento en que un beso se depositaba sobre su mejilla


“Sabes lo que viene, ¿No es así?”


“Lo sé” – admitió ella – “Lo veo todo con mucha claridad ahora”


“Entonces…”


“Sé que, dentro de poco, seré como tú” – completó. Ambos se encontraban hablando en pequeños susurros, apartados del resto, metiéndose en su burbuja privada


“¿Y eso es lo que quieres?”


“Si no fuera así, simplemente, el futuro no se mostraría tan claro como esta ahora”


El rubio vampiro sonrió ante la respuesta y, sin decir más, dejó caer su cabeza sobre el hombro de su compañera, inhalando su dulce aroma e ignorando la sed que se le venía con ello.


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Mientras, en otro esquina de aquella casa, Bella y Edward se encontraban frente a frente, a pocos pasos de distancia. Él tenía la mirada puesta en el suelo. Ella tenía la mirada desviada hacia el lado derecho. Ninguno de los dos se atrevía a hablar. Ambos tenían tanto que decir y tanto que preguntar.


Él podía escuchar como su corazón latía desbocadamente. Lo que no podía era saber debido a qué era ¿Miedo? ¿Nervios? ¿O era acaso esa misma necesidad que él tenía de abrazarse y estar unidos?


El deseo de aquella sangre había sido olvidado. Pero el temor seguía latente en sus inmortales entrañas. Carcomiendo su muerto corazón.


Sabía que su pregunta no tendría respuesta hasta no atreverse a encontrarla en aquella mirada. Se armó de valor y levantó el rostro, Bella hizo lo mismo, como si sus mentes estuvieran conectadas, y sus pupilas se unieron a distancia. Él abrió la boca para decir algo, más no salieron palabras de su garganta. Solamente el silenció se levantó entre ambos. Ella se sentía estupida. Él se sentía indigno.


Ambos se sentían vacíos sin el otro a un lado.


“¿Me odias?” – se atrevió a preguntar el vampiro


“Te necesito” – obtuvo como respuesta


Edward sintió como sus pies se deshacían de una pesada y dolorosa carga, liberándole. De dos zancadas – demasiado rápidas, casi invisibles – llegó hacia Bella y la enrolló entre sus brazos


“Perdóname” – musitó, con su rostro hundido sobre el cabello color caoba, sintiendo como una mano se deslizaba por su espalda.


“Todo esta bien”


"Me porté como un animal contigo. Tienes todo el derecho de temerme y verme con repudio"


"¿Temerte?" - repitió ella - "Es tan absurdo pensar eso. Es como decirme que le temo a la noche. Es como decirte que la sangre te desvanece. ¿Temerte? ¿Cómo podría hacerlo, más ahora, cuando me has demostrado ser fuerte?"


“No soy fuerte" - discutió, estrechando sus brazos alrededor - "Ahora mismo me siento cobarde. Ahora mismo tiemblo de miedo”


“¿Miedo a qué?”


“A tantas cosas: a fallarte, al mentirte, al dejarme llevar por el ogoísmo para que no termines detestándome”


“¿Por qué habría de hacerlo?”


“Bella…” – susurró Edward, intentando centrar la fuerza necesaria para continuar hablando – “Tus padres fueron asesinados por unos vampiros”
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La sangre, después del placer,

se enfría y necesita alimento nuevo.
Otelo – W. Shakespeare

Capítulo 23: Despertar
Él esperaba, completamente inmóvil, por alguna reacción, que no llegó hasta al cabo varios y eternos minutos.




Cada palabra, cada letra, había llegado, una por una, a los oídos de la muchacha que se encontraba absorta en sus pensamientos y en su dolor. ¿Desde cuándo su vida había comenzado a cambiar tanto? Parecía que habían pasado meses, años, en lugar de horas, desde que, sentada en el interior de su casa, pensaba que su vida era normal.


Irónicamente, segundo tras segundo, comprendió que no era lo mismo el leer una novela sobrenatural, que vivirla en carne propia… Claro, todo era perfecto en un tiempo determinado por que, ni en sus más vagas pesadillas, llegó a imaginar que, las criaturas a las que tanto idolatraba, serían las causantes de la pérdida de aquellos seres a los que tanto amaba y extrañaba.


Entonces, entendió que todo tiene un precio y, en algunas ocasiones, la cuota resulta muy elevada para pagar. Los vampiros existían, su sueño se había vuelto realidad... Pero sus padres habían sido quienes habían sosegado aquella despiadada sed de sangre. Genial. La vida no le podía resultar más irónica de lo que ya era.


Cerró los ojos fuertemente y, aunque luchó arduamente por no llorar, no lo logró. El rostro de Charlie y la sonrisa de Renne llegaron a sus recuerdos, formando un nudo en su garganta e inundando su estomago de un vacío interminable que amenazaba con prolongarse si no encontraba una manera de impedirlo. Apretó los labios, empuñando sus manos a un costado. Sentía como sus piernas temblaban, ocultas por las negras botas de charol.


El vampiro contemplaba cada detalle, con el temor acrecentándose por todas sus secas venas, conforme los cambios rítmicos de aquel corazón aceleraban en un segundo y, al siguiente, parecían extinguirse. Su deseo de ir, y tomarla entre sus brazos, era reprimido por la inseguridad de causarle un mal mayor con su actitud. Así que, prefirió callar y esperar, recabando toda la paciencia que tenía, y un poco más que eso.


Darío, Alice y Jasper estaban concientes de la situación que se desenvolvía a pocos metros de ellos; pero, en un mutuo acuerdo, los tres habían optado por otorgarle a la pareja su espacio y privacidad, lo mejor posible.


Así pues, Edward y Bella se habían sumergido en su propia y privada burbuja. Sus miradas se mantenían unidas y distanciadas al mismo tiempo. Parecía un juego infantil, pero no lo era. Simplemente, ni uno, ni otro, era capaz de sostenerse la mirada por más de dos segundos.


Las manos de ella temblaban, haciendo reflejo de la innumerabilidad de pensamientos que acudían a su mente, cada uno combinado con otro, provocando una mezcla confusa de imágenes.


“Bella… di algo” – pidió el vampiro, ante aquel interminable silencio


La gótica bajó la mirada, concentrándola en el viejo y sucio suelo que yacía bajo sus pies, dio media vuelta y, dando tres pasos hacia el frente, se situó en la ventana que pintaba el horizonte grisáceo ante sus ojos. Sintió el sabor amargo y salado de sus lágrimas entrar por su boca. Saboreó cada una de ellas con un masoquismo apetito. Edward ya no volvió a insistir. Se atuvo a, simplemente, mantenerse en su lugar, soportando aquella infernal prorroga que le quemaba más que cualquier polidipsia sufrida en todas sus décadas.


Espero y siguió esperando, hasta que el amanecer llegó.


La madrugada se levantó entre los espesos bosques con un frío manto gris de perlas doradas que mojaban el suelo. Aquella lluvia había logrado eclipsar, completamente, al sol. Pareciera que aún seguía siendo de noche. Solamente las manecillas del reloj indicaban lo contrario.


“Alice” – susurró Jasper, al oído de la muchacha, mientras la cubría lo mejor posible con su capa, pues la temperatura estaba descendiendo de manera terrible – “¿Sabes qué es lo que pasara?”


“Ya ha despertado” – respondió la pequeña, con voz ausente y el cuerpo estremecido, sin ser conciente de la reciente pregunta que le acababan de formular.


“¿Despertado?” – repitió el rubio muchacho y, comprendiendo al instante a qué era lo que se refería, volvió su rostro hacia donde Darío se encontraba.


El pequeño vampiro había dejado de respirar conforme los ojos de la niña comenzaban a abrirse, de una manera lenta y delicada. El cambio era notorio. Su piel se había vuelto totalmente pálida y dura y, sus rasgos infantiles, habían adquirido una belleza mucho más marcada.


“Violeta” – musitó y su voz, infantilmente varonil, llegó como un llamado hacia ella, quien, sin demorar un segundo más, descubrió sus pupilas de aquellas ventanas cerradas.


Tardó tres segundos en comprender que lo que estaba pasando era verdad. Si. Ella podía ver. Y qué dicha tan más grande fue el encontrarse con aquel rostro blanquecino de mirada gris, a pocos centímetros del suyo.


“Darío” – musitó, sin duda alguna, pues aquel olor era único e irrepetible. Podía distinguirlo a la perfección de las otras esencias que su pequeña nariz lograba captar con suma facilidad.


Darío sonrió ligeramente al verla a los ojos – que se habían pintado de un verde esmeralda, con un nítido brillo fosforescente, que le otorgaba a su mirada una belleza turbadora. Violeta correspondió el gesto de la misma cálida manera. Sin embargo, sus sentidos se encontraban exageradamente desarrollados. Podía escuchar a la perfección dos distintos latidos humanos (uno mucho más aprisa que el otro). También podía apreciar cinco diferentes y exclusivas esencias y, de la misma manera, todos los sonidos parecían llegar a sus oídos de una manera sorprendente. Giró su rostro, en un movimiento reflejo, al sentir que algo se acercaba hacia ellos.


“No pasa nada” – calmó Darío, poniendo una de sus manos sobre sus hombros– “Son mis hermanos. No nos harán daño”


Violeta dilató sus ojos y mantuvo su gesto completamente serio y alerta, con una postura completamente erguida.


“Todo esta bien” – volvió a prometer, llamando la atención de la niña, quien volvió a clavar su mirada en la suya y, lentamente, fue disminuyendo la tensión de su cuerpo.


Suspiró profundamente, en un intento para relajarse. Grave error. El dulce y apetitoso olor a sangre inundó, por completo, sus sentidos de una manera turbadora. El color de sus ojos adquirió un extraño color carmesí en sus orillas, y sus pupilas se centraron con ahínco sobre Bella y Alice. Automáticamente, los adolescentes vampiros movieron sus cuerpos de tal manera en que sus espaldas formaron un escudo que cubría a las humanas. Aquel gesto molestó a la niña inmortal que, estirando sus labios y mostrando los dientes, emitió un gutural gruñido. Alice y Bella no pudieron evitar dar dos pasos hacia atrás.


“Violeta” – volvió a llamar Darío, cada vez más preocupado y situándose frente a ella, con su rostro a pocos centímetros del suyo.


La niña no lograba comprender por qué todo le parecía tan extraño. Desconocía de donde nacía aquel afán de ir hacia aquel par de muchachas y enterrarle los dientes en su garganta. Pero, sobre toda esa oleada de confusión, se encontraba contenta de poder tener a su Darío frente a ella, poder verlo y escucharle, con una claridad magnifica y única. Sus ojos se enterraron en aquellas gemas grisáceas, que le convidaban una enorme tranquilidad. Dejó perderse en aquel mar aperlado, para que las preguntas se aislaran de su mente, poco a poco.


“Lo siento. No debí…” – Darío se vio silenciado por aquellos pequeños deditos blancos, que se posaron sobre sus labios


“Estoy contigo. Estas conmigo. Eso es lo único que importa”


“Si. Eso es lo importante” – acordó, con una pequeña sonrisa, la cual se borró al ver como su compañera fruncía el ceño – “Tienes sed” – Aventuró.


“¿Sed?”


“Te arde la garganta” – Violeta asintió, por lo que él comenzó a explicarse – “Cuando te dije que podíamos estar juntos toda la eternidad, no era una exageración. Soy inmortal, por lo tanto, no soy humano, al igual que mis hermanos. Somos vampiros, o al menos, así nos llaman. Bebemos sangre, es nuestra única fuente de alimento. Jamás envejecemos, aún así pasen siglos. Y ahora tú… tú eres como yo. Lo siento mucho” – bajó la mirada hacia el suelo y la voz se le quebró – “Fui demasiado egoísta y ahora estas condenada…”


Bella, al igual que Violeta, escuchaba con atención todo lo dicho. Tenía sus brazos cruzados sobre su pecho y la imagen de sus padres aún danzaba en su mente. Había dejado de llorar tenía varios minutos. Solamente quedaba lo hinchado de sus ojos como prueba de su debilidad. Su vista viajó, por un momento, hacia Edward, quien, al mismo tiempo, había vuelto su rostro para hacer lo mismo. Ambos se perdieron en la mirada del otro. Su corazón de ella volvió a palpitar desenfrenadamente, mientras el temor en él parecía no conocer un límite. El gesto duró solo un par de segundos, pues ella rompió aquellos lazos y volvió a ver a Violeta. Se preguntó, mentalmente, qué era lo que ella iba a hacer.¿Cómo iba a tomar alguien tan pequeño una noticia de semejante magnitud?


Su pregunta fue contestada a los pocos segundos. Y cuán grande fue su sorpresa al ver cómo su pequeña manita se posaba sobre la pálida mejilla de Darío


“Gracias” – susurró Violeta – “Gracias por permitirme quedarme a tu lado”


Darío alzó sus brazos para rodearla fuertemente y atraerla hacia él. La castaña veía todo con detenimiento, con la respiración pausada y ojos discretos. Alice apretó sus dedos en la mano de Jasper y éste depositó un beso sobre su frente. El ver a tan pequeños cuerpos cargados de aquel infinito amor, transmitía un cálido y cautivador sentimiento. Violeta emitió un pequeño gruñido, ante la sed que no daba paso a ceder.


“Tienes que alimentarte” – le dijo Darío, mientras se alejaba de ella y le tomaba de la mano, para que se pusiera de pie – “Ven. Trata de no respirar hasta que estemos a varios kilómetros de aquí”


Violeta se dejó guiar. El vampiro agradeció fervientemente que el cielo se siguiera manteniendo igual de oscuro.


“¿No es muy riesgoso?” – inquirió Edward, con voz preocupada – “Ellos pueden estar cerca”


“Nos siguen buscando en la dirección contraria” – informó Alice – “Pero, intenten no demorar demasiado”


Darío asintió y, al segundo después, salió disparado, junto con Violeta, hacia el bosque. Llegaron al centro de éste en pocos segundos. Ella se encontraba maravillada con todo lo que podía apreciar con cada uno de sus sentidos. Su mirada, su nariz, su dura y fría piel. Suspiró profundamente y su garganta le agradeció aquel aire puro y desintoxicante que llegó con una mezcla combinada de madera y humedad. El niño viajaba su cabeza, de un lado a otro, intentando escuchar alguna presa disponible. Sin embargo, fue Violeta la que se movió primero.


“Por ahí” – señaló, con su dedito, mientras se pasaba, delicadamente, la lengua por sus labios rellenos


Ambos niños corrieron hacia la dirección indicada y llegaron a un pequeño campamento. Se ocultaron detrás de los árboles. Darío lo dudó por un momento, pues no sabía si aquellos hombres eran seres inocentes. Le invadió una chispa de remordimiento, que fue borrada, al instante, al ver a Violeta sonreír, complacidamente, mientras centraba su atención en un hombre de cuerpo enorme y piel bronceada


“Lo quiero” – siseó, con una voz que le resultó desconocida.


“Lo tendrás” – prometió Darío.


Comenzaron a caminar, lenta e inaudiblemente, hasta que llegaron a sus respectivas presas. La chiquilla inmortal enterró sus dientes, sin titubear, sobre aquella piel y, al sentir el dulce y calido sabor de la sangre acariciar su garganta y esparcirse por cada una de sus venas, calentando su cuerpo, disfrutó de un inmenso frenesí que le hizo gemir de placer. El hombre gruñía fuertemente, intentado, inútilmente, deshacerse de aquel infantil cuerpo que le aprisionaba contra el suelo. Los alaridos se alzaron por el viento, pidiendo una piedad que nunca llegó…


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Al llegar de vuelta a su guarida, el blanco camisón de Violeta se encontraba completamente manchado de sangre. Bajó la mirada, realmente apenada de que la vieran así, e intentó cubrir su rostro con su espeso cabello negro. Escuchó, claramente, como unos pasos humanos se le aproximaban, más no levantó su semblante. También se sentía avergonzada de haber intentado atacar a aquellas humanas que, según lo que Darío le había explicado en el camino, eran las compañeras de sus hermanos. Una mano se fue acercando, lentamente, hacia su quijada. El contacto de aquella piel le resultó muy calido y agradable.


“Creo que necesitas un cambio de ropa” – murmuró Bella – “Alice, ¿No sacaste de tu casa algo extra?”


“Solamente metí un vestido y una blusa” – contestó la aludida, mientras rebuscaba en su negra mochila y extraía las prendas antes mencionadas


Bella evaluó ambos vestuarios y, cuando se decidió por uno, caminó hacia su amiga y cogió la blusa de terciopelo negro para medírsela a la pequeña.


“Te quedara bien como un vestido” – afirmó con orgullo, mientras comenzaba a desabotonar los botones traseros del vestido blanco y Violeta no ponía resistencia alguna.


Los tres vampiros optaron por dar media vuelta y centrar la vista en el horizonte. Alice se unió a Bella, para ayudarle a acomodar la prenda en el menudo y fino cuerpecito, el cual estuvo envuelto en aquel manto oscuro en pocos segundos. Tal y como Bella había predicho, la blusa le había sentado, a la perfección, como un vestido que le cubría hasta la mitad de sus piernas.


“Te ves hermosa” – dijo Alice


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La tarde ya comenzaba a decaer y, con ello, todos tenían que partir hacia Volterra. Edward y Bella no habían hablando aún, lo cual otorgaba a él, una gran inquietud. Había estado pensando durante toda la tarde y, había llegado a la conclusión que, si Bella decidía no estar a su lado, haría hasta lo imposible por librarle de aquella condena. Aún así si tuviera que enfrentarse a toda su familia, él no permitiría que ella estuviera amarrada a aquel tipo de vida solamente por un capricho de sus maestros. Sintió un fuerte vacío interior en solo pensar dejarla ir. Su lado egoísta gruñía de frustración nada más al imaginarlo, pero su amor por ella no le permitiría dejarse llevar por la avaricia.


Faltaban pocos minutos para que se fueran, el crepúsculo estaba dando paso a la noche. Ninguna estrella se lograba ver en el cielo espesamente nublado y los vientos helados golpeaban a las cálidas pieles humanas cubiertas por las capas. Bella también había pensado mucho. Había reflexionado cada detalle de su vida, desde que era una niña y estaba con sus padres, hasta el momento en que los había perdido. Recordó también la primera vez que había visto a Edward y el cómo éste había estado ayudándola, siempre. Él la amaba, de eso no tenía ninguna duda. Ella lo amaba, tampoco reparaba en pensarlo. Entonces, ¿cuál era el problema?... Si, los vampiros habían matado a sus padres y él era uno de ellos… Pero, ¿Eso qué tenía de trágico? Si bien Edward era un ser inmortal, eso no le hacía culpable de la muerte de sus padres. Al fin y al cabo, ellos tenían que morir algún día. La eternidad no era para ellos. La eternidad no es para todos. Ella tenía que sufrir, tarde o temprano, aquella pérdida. Era estupido el condenar a quien era inocente. Era irracional el aislarse de él… Ilógico, tomando en cuenta que ella había nacido para estar a su lado, por siempre.


Edward no se merecía aquella actitud por parte de ella. Él no era culpable. Él no era como aquellas bestias sedientas que se alimentaron de su familia. Edward, era una de las personas más maravillosas e importantes que pudo (y podría) haber conocido. Edward, era el más importante para ella. Edward, era su vida…


Dio media vuelta, con su mente cargada de pura seguridad y confianza, y encaró al vampiro que, todo el tiempo, había permanecido detrás de ella. Sus miradas se encontraron y demasiado aturdidos estaban ambos, que tardaron más de lo debido en captar el mensaje que cada una de ellas transmitía. Ella sonrió, él también. No hacían falta las palabras, eso era el por qué se amaban tanto: no había necesidad de hablar para entenderse.


No supieron en qué momento fue, pero ella ya se encontraba entre sus brazos, con el rostro sumido en su pecho y con sus manos aferradas a la desgarrada camisa negra. Él inclinó su cabeza y besó sus cabellos, al mismo tiempo en que se permitía embriagar de aquella esencia que tanto amaba y, a la vez, le torturaba.


“Lo siento” – musitó Bella, muy bajito, mientras sentía como sus cabellos eran acariciados, suavemente, por una gentil mano.


Cerró sus ojos y se relajó en aquellos brazos, todo se le olvido, todo, menos él: su vampiro.


Un fuerte gemido le recordó en la realidad en la que se hallaban. Cuando Bella abrió los ojos, se dio cuenta que se encontraba lejos de Edward, tirada sobre el suelo. Sintió una pequeña punzada en el brazo y otra más en la cabeza, la cual se había golpeado contra una de las paredes que se alzaban en el lugar. Pero eso no era lo más importante. Ignoró el dolor y buscó a Edward, encontrándolo a pocos metros de ella, en compañía de Darío y de Jasper. Alice llegó hacia ella, con pasos lentos y la espalda pegada a la pared.


“Violeta, quédate detrás de mí” – pidió Darío, al ver que ésta tenía pensado unirse a la pelea que, dentro de poco, estaría por comenzar – “Ve con Bella y Alice, cuídalas, por favor”


La niña asintió y, con un rápido movimiento, apareció frente a las góticas que se encontraban en un rincón y, con notoria preocupación, contemplaban cada uno de los movimientos de sus respectivos compañeros.


Eran tres contra tres. Sin embargo, no había ningún tipo de ventaja.


“Es él” – señaló Alice, con voz temblorosa al ver al enorme vampiro de piel blanquecina que se levantaba frente a Jasper – “Él fue quien impidió que pudiera ver que se aproximaban”


“¿Cómo lo sabes?” – preguntó Bella


“No puedo ver su futuro… Seguramente uso su poder para cubrir a sus otros compañeros”


Bella dejó de poner atención en las palabras de Alice cuando vio como un hombre, de aspecto salvaje, se lanzaba contra Edward. Reprimió un fuerte gemido al ver como su novio era lanzado por los aires y traspasaba la pared, para caer fuera de la casa. El agresor le alcanzó y siguió golpeándole, sin darle oportunidad si quiera de un descanso.


“No te muevas” – frenó Violeta, cuando se disponía a ponerse de pie


Bella accedió, sabía que no ayudaría en nada si dejaba que el pánico le invadiera. Se volvió a sentar sobre el suelo y abrazó sus piernas, mientras cerraba sus ojos e intentaba no poner mucha atención a los sonidos que se escuchaban. Alice no se encontraba mejor, Jasper estaba siendo azotado por su agresor, el cual parecía tener el doble de su tamaño y el triple de su corpulencia. Por otra parte, Violeta, quien ocultaba a la perfección su nerviosismo, contemplaba como Darío luchaba contra su componente que, al igual que él, poseía la capacidad de telequinesia. Definitivamente, estos tres rivales presentaban un mayor problema a la docena que anteriormente les habían estado siguiendo.


El oponente de Darío lanzó lejos a Jasper, cuando éste quiso ayudar a su hermano. Darío hizo lo mismo, pero un fuerte golpe, directo a su rostro, le hizo perder la concentración por un momento, el cual fue bien aprovechado por su contrincante, quien corrió hacia Violeta, la lanzó lejos de su camino y cogió a Alice entre sus brazos.


“¡Suéltala!” – ordenó Jasper, mientras sus ojos brillaban en la ira pura


El inmortal sonrió de manera malévola, disfrutando de la furia impresa en aquella voz. Alice, por su parte, apretaba fuertemente sus labios para no gritar. Aunque, debía admitir que le dolía más el ver a Jasper con aquel rostro tan coléricamente desesperado que la fuerza que le comprimía y amenazaba con romper sus huesos.


Todo pasó de un momento a otro. Tan rápido, que casi pareció una vaga ilusión que se había disipado en el aire. Jasper había corrido para poder rescatar a Alice, él vampiro que le sostenía, con un movimiento vertiginoso, esquivó el golpe. Al segundo después, su secuestrador había sido arremetido por su novio. El impacto había sido tan fuerte, tan cargado de furor, que sus manos la soltaron, provocando que ella volara varios metros. Jasper dilató los ojos y gritó su nombre, con voz completamente vestida de agónica desesperación, la cual Alice no comprendió hasta que sintió, en medio del estomago, un fuerte dolor que le hizo gemir ahogadamente.


“¡Alice!” – exclamó Bella, quien, sin pensarlo más, corrió hacia su amiga, que se encontraba convulsionándose a varios metros de ella, con una gruesa madera podrida atravesándole el estomago.
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Quizá, por algún sublime milagro, la Muerte está viva

y nos toma en sus brazos, y esa figura que se acerca no es un vampiro,
si no la personificación misma del paraíso y sus bienaventuranzas
Lestat, el vampiro – Anne Rice

Capítulo 24: Voluntad

Jasper rugió fieramente, con un sonido tan gutural que parecía que la garganta se le iba a desgarrar. Sus ojos ennegrecidos brillaron con rabia sepulcral, advirtiendo del infierno que a su enemigo le deparaba. De un solo desplazamiento, cogió al vampiro entre sus manos y, descontrolado como estaba, tomó su cabeza y la hizo rodar, instantáneamente, por el suelo. Sus ojos negros contemplaron por un segundo su resarcimiento (que en nada le había sosegado el lacerante dolor que le oprimía el pecho). El gruñido de su garganta aún seguía emitiéndose, sin que él estuviera conciente de ello. Se encontraba agazapado y en alerta, con sus dientes mostrándose sin censura alguna, como una bestia salvaje y maligna. Su rubio cabello le caía por el rostro pálido, las uñas las tenía incrustadas en el inmóvil cráneo, que se mostraba con los ojos abiertos de par en par. Con toda la ira que sentía, apretó sus dedos alrededor, logrando que la masa blanquecina se esparciera, completamente desecha, por todo el suelo de madera.********************************************************             Qué grato era respirar el aire fresco, que no estaba cargado

con el hedor de la muerte!
Drácula - Bram Stoker

Capítulo 25: Volterra
 
Edward mantenía a Bella fuertemente tomada de la mano. No era necesario que ella lo dijera para que él supiera lo nerviosa que se encontraba. Lo hubiera sabido a la perfección, aún si hubiera estado sordo y ciego, pues todos sus sentimientos eran palpables en su silencio. Darío y Violeta iban detrás de ellos y Jasper a su costado. La morena dirigió su mirada hacia su amiga, que parecía estar muerta en los brazos de aquel muchacho que le cargaba, y después, la bajó hacia sus pies. Tropezó en varias ocasiones ante la poca visión que le otorgaba aquella oscuridad que reinaba en el túnel por el cual caminaban y escuchó las pequeñas risitas provocadas por Violeta, a quien le resultaba demasiado divertido aquel espectáculo.



Llegaron a una gigantesca puerta, la cual fue abierta por su novio y, al traspasarla, la castaña quedó idiotizada por lo que se presentaba frente a sus ojos. Por un momento pensó que, tal vez, se había logrado introducir a la dimensión paralela que se mostraba en las películas de Underworld. No se atrevió a seguir con la mirada en alto, pero, antes de inclinarla hacia abajo, logró contar, por lo menos, a una docena de vampiros, elegantemente vestidos con ropas negras que daban la impresión de estar todos pintados de la misma manera lúgubre. Sintió como su mano era apretada, afectuosamente, por la de Edward y, cuando comenzó a sentirse un poco más tranquila, una figura borrosa llegó hacia ella de manera inesperada. La muchacha no pudo evitar dar dos pasos hacia atrás y apretar los labios para no gritar.


“Aro, deberías de ser un poco más cauteloso” – comentó Edward, un poco molesto – “Tu actitud impaciente no ayuda mucho a Bella”


“En realidad lo siento mucho” – se disculpó el anciano vampiro – “Sabes perfectamente que no suelo ser una criatura pacienzuda y estas horas se me hicieron eternas. Sin embargo” – agregó, con voz repentinamente seria, mientras dirigía su mirada hacia Jasper y se encaminaba hacia él, olvidándose, por un momento, del resto de sus hijos – “Me temo que las cosas no salieron del todo bien…”


“Realmente no” – confesó el rubio – “Nos estuvieron siguiendo incesablemente. Cabe la gran posibilidad de que se trate de un ejercito demasiado grande, tal y como ustedes habían predicho”


“Es muy probable que así sea” – dijo Aro, resignadamente, mientras paseaba sus dedos por la mejilla de Alice – “Me enorgullece saber que has sido capaz de convertirla. No te ha de haber resultado nada fácil, sabiendo que es tu tua cantante. Pero pasa, llevala a tu habitación y ponla en algo más cómodo” – indicó, volviendo a su alegre estado anímico.


Jasper asintió y, despidiéndose del resto, se internó en uno de los pasillos de aquel castillo subterráneo. Todos los vampiros seguían completamente inmóviles, como hermosas estatuas talladas en mármol blanco, solamente sus pupilas cambiaban de dirección, contemplando cada movimiento que su maestro otorgaba.


“Bella” – dijo, el anciano, mientras miraba fija y afectuosamente a la castaña – “Es un placer muy grato el conocerte en persona”


“G-gracias” – balbuceó la gótica, incapaz de levantar su mirada a la altura de aquellos ojos rojos. Agradeció fervientemente cuando la atención del vampiro se fue hacia Violeta y Darío, quienes se encontraban a pocos metros de ella.


“¡Pero qué hermosa criatura es la que ven mis ojos!” – exclamó, mientras se ponía de rodillas para mantenerse a la altura de la pequeña con cabellos negros y perturbadora mirada verde – “Bienvenida seas a casa, mi querida niña”


“Muchas gracias” – contestó la aludida, con una cálida sonrisa.


Darío también sonrió y, al volver el rostro al sentir una atenta mirada sobre él, se encontró con los amorosos ojos de Marco, quien, a lo lejos, le sonreía de manera apenas y perceptible. Lo mismo pasó con Bella, quien se descubrió observada por una pareja de vampiros que se tomaban de la mano.


“Son mis padres” – informó Edward, hablándole al oído.


El rubio y elegante vampiro, en compañía de una mujer de cabellos color caramelo y rostro en forma de corazón, llegaron a ellos, con pasos intencionalmente pausados, para no atemorizar, más aún, a la humana que se encontraba entre ellos.


“Hola, Bella. Bienvenida a casa. Mi nombres es Carlisle y ella, es mi esposa, Esme”


“Mucho gusto” – dijo Bella, sintiéndose demasiado cohibida.


“Creo que necesitas un poco de oxígeno” – dijo Esme, con voz cariñosa y amable – “Edward, ¿Por qué no la llevas al jardín? Supongo que un poco de paz no les hará daño."


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“¿Te encuentras bien?” – preguntó Edward, mientras estrechaba las manos de Bella – “Discúlpame, sé que todo te ha de parecer demasiado extraño”


“No, soy yo la que te ofrece disculpas. Me estoy comportando como una cobarde”


“¿Cobarde?” – repitió – “¿Pero cómo dices eso?”


“Es la verdad”


“Bella, es muy normal que te sientas desorientada. Acabas de pasar por muchas cosas en tan poco tiempo y lo has tomado todo mejor de lo que llegué a imaginar. Eso solamente demuestra que eres mucho más fuerte de lo que pensé”


“Dices eso para que me sienta mejor”


“Digo eso por que es la verdad” – corrigió, mientras levantaba el rostro con la punta de su dedo y clavaba su mirada en el par de pupilas color café – “Te amo” – susurró, alzando sus brazos para rodearla con ellos. Bella hundió su cara en aquel pecho endurecido, deleitándose con aquel olor tan fresco que le caracterizaba


“Es un jardín muy bonito” – comentó, decidiendo cambiar de tema – “Tu madre fue muy amable en ofrecer que me trajeras hacia acá. Le estoy muy agradecida”


“Esme es una persona maravillosa y muy amorosa” – agregó Edward – “Éste lugar es su preferido. Yo solía pasar la mayoría del tiempo aquí, antes de conocerte, cuando no me encontraba dando caza humana. Los días que estuve lejos de ti, me la pasé acariciando los pétalos de las flores, recordando la suavidad de tu piel y el color de tus mejillas”


Bella bajó la mirada, al mismo tiempo que una ligera sonrisa le curvaba sus labios y el corazón le latía fuertemente. Aquel sonido no pasó desapercibido para el vampiro que, movido por la hermosa melodía natural, llevó sus manos hacia el rostro pálido y lo tomó entre ellas, para acercar su boca a los labios que le esperaban entreabiertos y dispuestos a aceptar su beso.


Ambos jóvenes cerraron los ojos y se dejaron llevar por las sensaciones que cada movimiento de sus labios les otorgaban. La muchacha suspiró y su cálido aliento rozó la garganta del vampiro, provocándole un delicioso ardor que le motivó a intensificar más aquella unión. Se separaron al cabo de unos minutos, cuando ambos se encontraban demasiado embriagados del sabor del otro, dejando sus frentes unidas y sus dedos entrelazados.


Unos pasos, los cuales Bella no escuchó, interrumpió a los pocos minutos.


“Hola” – saludó una voz femenina, delicada y sublime. Edward se puso de pie, sin dejar de sostener la mano de su amada – “Espero no interrumpir”


“Por supuesto que no, Heidi” – contestó el vampiro – “¿Te puedo ayudar en algo?”


“Solamente venía a presentarme” – contestó la hermosa muchacha, que no dejaba de ser admirada por Bella


“Bella, ella es Heidi” – informó Edward – “Heidi, te presento a Bella, mi novia”


“Mucho gusto” – murmuró Bella


“Igualmente. Es un honor conocer a quien ha logrado desarmar a este vampiro tan solitario y testarudo. No tienes idea de cuántas intentamos, por décadas, hacer lo que tú hiciste en meses” – confesó, con una extensa sonrisa estirando sus carnosos y delineados labios – “Edward” – continuó hablando, cambiando el tema de manera rotunda – “Aro ha mandado a instalar una cama en tu habitación, para que Bella se encuentre más cómoda”


“Hazle saber mi agradecimiento”


“Por supuesto” – contestó la mujer, mientras daba media vuelta y salía del lugar.


El vampiro, un poco incomodo por lo que su hermana acababa de decirle a su novia, decidió romper el silencio, y ofrecerle a Bella lo que, probablemente, necesitaba en ese momento


“Seguramente quieres tomar un baño y dormir un poco. Has de estar cansada”


“Si” – asintió Bella, con voz ligeramente ausente, pues su mirada aún se encontraba en dirección del sendero, en el cual, aquella vampira había entrado y salido – “Pero antes, me gustaría ver a Alice”


El inmortal joven la llevó hacia un largo y oscuro pasillo, donde, a la mitad, se encontraba la habitación de Jasper. Éste había estado, desde su llegada, todo el tiempo al lado de su amiga, con su mano fuertemente aferrada a la delgada muñeca que se iba endureciendo con cada segundo que pasaba.


“Hola” – saludó Edward a Jasper, quien se puso de pie para recibirlos


“Hola” – le contestaron – “Darío y Violeta se acaban de marchar”


“Supongo que, aprovechando que el sol se ha ocultado, irán a dar un paseo por las calles de Volterra” – afirmó Edward, sintiéndose feliz por su pequeño hermano.


“¿Cómo está Alice?” – terció Bella, mientras se inclinaba para acariciar la frente de su amiga y se percataba que, varias de las heridas (especialmente la de su estomago) se estaban secando a una velocidad sorprendente.


“No se ha movido ni un solo centímetro” – contestó Jasper, con manifiesta preocupación.


Aquel sonido, suave e inquieto, llegó a los oídos de la vidente, que, si bien tenía deseos de poder hacer algo para borrar la pesadumbres de aquella voz que representaba parte de quien era su vida, tampoco se atrevía a mover ni un solo dedo ya que, con ello, conllevaba a que el fuego infernal que parecía calcinar cada uno de sus poros, se expandiera y aumentara su temperatura. Le frustraba demasiado el saber que, las personas que se encontraban a su alrededor – especialmente Bella – se bañaban en angustia y ella no podía hacer nada por remediar aquel dolor.


“Pronto estaremos juntas” – susurró la castaña, mientras se acercaba para depositar un beso sobre su frente. Alice sonrió hacia sus adentros. Era agradable sentir a Bella de esa manera, como la hermana que siempre deseó tener.


Escuchó perfectamente cuando los pasos de su amiga abandonaban la habitación, en compañía de su novio, lo cual significaba que, de nuevo, había quedado a solas con Jasper. A pesar de todo lo que aquel ardor le estaba torturando, era capaz de experimentar ese agradable mariposeo en su estomago cuando sus manos eran cubiertas por las de él. Solamente su tacto era el único que lograba contrarrestar, aunque sea un poco, aquella tortura.


“Espero me perdones. Sé cuánto has de estar sufriendo en estos momentos; pero no podía permitir que te fueras de mi lado” – escuchó atentamente la suave voz que le susurraba – “Te convertiste en mi vida. Mi ángel oscuro… Ojala no me guardes rencor por lo que, durante estos días, tendrás que soportar”


“Vampiro tonto” – pensó ¿Cómo podía, si quiera pensar, en que ella le guardaría otra clase de sentimiento que no fuera su irrevocable amor que le profesaba?... ¡Cuántos deseos tuvo de poder mover los labios para que no dijera más aquellas sandeces! Pero, cuando lo intentó, se arrepintió al instante ya que, de lo único que fue capaz de expulsar fue un fuerte gemido que alarmó a su novio.


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Edward se encontraba en aquella habitación, con la mirada hacia la ventana que le permitía apreciar de los rayos de luna que se lograban filtrar por el suelo que yacía sobre su hogar. Meditaba sobre lo que la voz mental de Aro le había dicho, mientras se presentaba ante Bella.


¿Optarás por convertirla o quieres que yo lo haga?


Qué dilema tan más grande. Definitivamente, era algo que él desearía ser capaz de llevar a cabo; pero, tampoco quería correr un riesgo de tal magnitud. El olor de Bella aún le llamaba, con la misma fuerza que el primer día. El hecho de que su autocontrol se hubiera desarrollado en los últimos meses, no significaba que ya no representaba un peligro para ella. Es más, debía admitir que la ponzoña aún inundaba su garganta, tan solo al recordar la pequeña porción que había podido saborear, aquella madrugada, de su sangre.


No.


Era claro que él no se atrevería a probar su sangre una vez más…


Sus pensamientos se vieron interrumpidos al sentir como ese olor tan enloquecedor llegaba a su nariz, con una exquisita combinación de frescura y humedad. Volvió su cuerpo y cuál fue su sorpresa al encontrarse a Bella, envuelta simplemente con una toalla y con su espeso cabello húmedo, cayendo por toda su espalda y hombros, a pocos metros de él. La castaña dilató sus ojos y las mejillas se le enrojecieron por completó


“¡Edward! Lo siento, pensé que no estarías aquí” – susurró, mientras daba media vuelta, para volver al baño del que había salido. Una mano pálida se lo impidió y el ardiente choque eléctrico que ambos adolescentes experimentaron ante el contacto de sus pieles, fue abrumante.


Repentinamente, y sin explicación alguna, ambas respiraciones se habían vuelto pesadas. Sus pupilas se encontraron en aquella oscuridad y un deseo pasional se instaló en ambos corazones. La yema de unos blanquecinos dedos se paseó, en completo silencio, por las mejillas acaloradas, al mismo tiempo que los únicos latidos ahí existentes aumentaban su ritmo de manera considerable.


“Eres hermosa” – susurró, pues era la primera vez que veía a Bella sin una gota maquillaje sobre su rostro, que resultaba puramente angelical sin las sombras negras y, completamente hechizado por el embrujo del chocolate derretido de sus pupilas, se encadenó a los labios que se encontraban a pocos centímetros.


Bella se sorprendió por el arrebato deliciosamente inesperado, del cual fue fácil acostumbrarse al paso de unos pocos segundos. La humedad de su cabello mojó los dedos que en él se enrollaron y su cuerpo se curveó hacia atrás, ante la delicada impetuosidad que aproximaba su cuerpo a la figura masculina que no hacía más que despedir pequeñas descargas eléctricas que, de la misma manera que llegaron, se fueron, ante la súbita separación de su novio.


“Lo siento” – jadeó Edward – “Esto no está bien”


Bella no discutió. Sabía que sus razones debería de tener el muchacho para hablar de esa manera. Edward empuñó sus manos, en una muestra clara de la frustración que sentía, al verse divido en dos partes: La egoísta, que le incitaba a seguir con lo que había empezado, que le hacía volver el rostro para ver la delicada figura que aún se encontraba, simplemente envuelta por un pedazo de tela, llamándole con su calor. Y, la otra parte, la concienzuda, la que, sabía él, debería de oír; la que le decía que saliera del cuarto, para permitirle a Bella vestirse; la que le recordaba el daño que, aún siendo ella humana, le podía causar si se permitía dominar por su deseo. Inspiró profundamente, tratando de disimular, lo mejor posible, el debate emocional y tortuoso al que se encontraba sometido.


“Edward” – llamó Bella, con voz tímida y baja, tratando de olvidar lo que había pasado y concentrandose en el frío que comenzaba a sentir – “No tengo… no tengo ropa limpia”


“Iré con Esme, para que te pueda prestar algo apropiado” – murmuró él, saliendo a tal velocidad, que se volvió invisible para los ojos que le miraban. En realidad, estaba huyendo.


El vampiro regresó, apreciablemente más tranquilo, a la habitación con un largo vestido color negro. Bella no pudo evitar hacer una mueca al verlo.


“Sé que no será mucho de tu agrado” – dijo Edward, a modo de disculpa y con una pequeña sonrisa – “Pero era el único de color negro que Esme tenía”


La gótica cogió la prenda entre sus manos y, tras mirarla por un momento, agregó


“Haciéndole unos arreglos quedará perfecto”.


“Entonces, te dejo un momento para que te sientas más cómoda” – informó su novio, eludiendo, mentalmente, de aquella piel que le aclamaba – “Estaré cerca. Cuando estés lista, solamente llámame”


Bella tomó asiento, en la orilla de la cama, en cuanto se encontró sola. Rebuscó en su mochila y se alegró al encontrar su pequeño estuche de costura portátil. No requirió de mucho tiempo para cortar el vestido hasta una altura de varios centímetros arriba de sus rodillas y hacerle unos cuantos ajustes a la cintura y a las mangas. Se peinó el cabello, con un cepillo que encontró en el buró de al lado y se maquilló con el único juego de sombras negras que había logrado guardar.


“¿Edward?” – llamó, al estar completamente vestida.


El aludido llegó hacia ella, en un abrir y cerrar de ojos, mostrándose con una ropa diferente a la que tenía pocos minutos. Su desgarrada camisa negra había sido reemplazada por una playera de mangas cortas que se ajustaban a su bien formado pecho e iba cubierta por la típica gabardina negra con la que, en muchas ocasiones, le había visto. Sus pantalones, que guardaban cierta similitud entre ellos, ya no tenía las rupturas que el anterior había tenido y su cabello lucía húmedo y ligero.


“Ven” – dijo Edward, mientras le tomaba de la mano y la jalaba fuera de la habitación


“¿A dónde vamos?” – quiso saber


“Has de estar hambrienta. Debes comer” – expuso, llegando a una sala adornada por un ostentoso comedor de madera en el centro.


“¿Para qué querrían unos vampiros una mesa? Dudo mucho que se tomen la molestia de beber la sangre en platos y cubiertos” – bromeó Bella


“Usamos este lugar para debatir ciertas cosas” – explicó – “Será la primera vez, en décadas, que se use para lo que esta destinada”


Edward puso frente a ella un plato repleto de apetitosa comida, la cual fue devorada, poco a poco. Por su parte, él deleitaba su paladar con un poco de sangre que mojaba el interior de una gruesa copa de plata, la cual Bella miró con palpable curiosidad.


“¿Es sangre?” – inquirió, obteniendo una afirmación – “¿A qué sabe?” – quiso saber, mientras se paraba de su asiento y se acercaba hacia el vampiro


“¿Quieres probar?” – ofreció Edward, a modo de broma, por lo cual se asombró cuando la copa fue arrebatada de sus manos – “Puede que no te guste” – advirtió, claramente alarmado por lo que su novia estaba a punto de hacer


“No lo creo” – le discutieron – “Al final de cuentas, dentro de poco viviré a base de ella. Podemos ir entrenando desde ahora”


“Entonces, espera” – interrumpió, cuando los labios negros estaban a punto de saborear aquel elixir – “Aquí no. De esta forma no. Quiero que disfrutes de este sabor con deleite y suavidad. Sin ningún tipo de prisas”


“¿Y cómo piensas hacer eso?”


“Espera y lo verás” – prometió, desapareciendo de ahí y regresando a los pocos minutos – “Acompáñame” – pidió, llevando a Bella de vuelta a la recamara de la que habían salido, la cual se encontraba en el fondo del pasillo más largo de aquel castillo.


La gótica enmudeció al ver lo que Edward le había preparado. La habitación era la misma, pero al mismo tiempo no lo era. Sus cortinas blancas habían sido sustituidas por otras de terciopelo negro y la oscuridad que le otorgaban a la estancia era rota por un pequeño juego de velas negras, moradas y rojas que se esparcían por el suelo, iluminando algunas partes y ensombreciendo muchas otras más. La cama, se encontraba esparcida por pétalos oscuros y, en el buró de al lado, una botella de plata reposaba, junto a un par de copas del mismo material, además, a todo ese escenario, se le sumaba la canción de And Fall de February Snow de Nocturnal Depression, dándole un ambiente más nítidamente oscuro al lugar.


“¿Cómo es posible que hayas hecho todo esto en tan poco tiempo? ¿Es qué acaso de ser vampiro también eres mago?”


Edward sonrió un poco, para después llevar sus labios a las manos de la muchacha.


“Soy lo que me digas que sea” – murmuró, para que al instante después, la guiara hacia la cama – “¿Segura que quieres hacerlo?” – quiso asegurarse, por segunda vez.


“¿Ves algún tipo de indecisión en mis ojos?” – respondió ella. El vampiro le dedicó otra sonrisa, antes de volverse hacia el buró.


Se acercó, lenta (casi vacilantemente) a Bella, con una copa llena, a la mitad, de sangre en sus manos. La gótica esperaba en su lugar, un poco nerviosa, pero para nada asustada.


“Bebe” – indicó el joven con voz suave, mientras aproximaba el recipiente de plata a los labios que se abrieron, dispuestos y ansiosos, para probar aquel líquido desconocido.


Bella recibió el primer sorbo de esa esencia que le supo extrañamente deliciosa. La copa se inclinó más, otorgándole a su garganta una porción más grande que la anterior, para después abandonar sus labios. Los ojos del vampiro brillaron, excitados, al ver como de aquella boca humana se resbalaba un hilo de sangre


“¿No vas a beber tú?” – preguntó Bella, para lo que él, acercándose para que su lengua se paseara por la pequeña línea rojiza que se escurría de sus labios, respondiera:


“Prefiero tomarla directamente de tu boca”





No se tomó ni un solo segundo más en aquel cuerpo que había destazado él, cruelmente y sin el menor atisbo de piedad, con sus propias manos. Pensó, vagamente, en que su venganza no hubiera sido tan corta si no hubiera estado ella a pocos metros de él, con su vida pendiendo de un hilo. No. Si hubiera tenido más tiempo, le hubiera destazado cada extremidad, una por una, dejando la cabeza por último, para así poder disfrutar de los gritos pidiendo clemencia. Hubiera hundido sus manos en su estomago, para removerlas hasta extraer cada órgano de éste… Hubiera enterrado sus uñas en sus ojos, para arrancárselos lentamente… Hubiera… Hubiera hecho tantas cosas, que, sabía él, de nada le servirían para salvarla.


La sangre de Alice brotaba a borbotones por su estomago y boca. Su cuerpo se convulsionada, en medio de ahogados y quejosos gemidos. La sed de sangre del rubio vampiro fue suplantada, fácilmente, por la agónica desesperación.


Darío y Edward seguían luchando contra la poderosa telequinesia de su contrincante, solamente él era quien quedaba, el otro había sido aniquilado en el segundo anterior. Violeta caminó hacia una alejada pared, la cual fue su apoyo ante el deseo que en ella había nacido por probar aquella deliciosa sangre, que se presentaba frente a ellos como una fuente de espesa agua color carmesí.


Bella gimió ante la desesperación y la impotencia de ver a su amiga clavada en aquel podrido pedazp que absorbía su vida con cada segundo que pasaba. Jasper se acercó, ignorando la bestia interior que rogaba por probarla, reprimiendo sus instintos por el temor que se acrecentaba.


“Alice” – musitó Bella, poco conciente de que tenía compañía. De lo único que era capaz de contemplar era como su amiga se ahogaba entre el mar de sangre que sus labios expulsaban, de cómo la gruesa madera se apretaba contra su piel, de la cual habían salido volando, ante el impacto, pequeñas estructuras de ésta, esparciendose por todo el suelo.


Las rodillas de la humana, al igual que sus manos y medias, se encontraban bañadas en sangre. Sus lágrimas se fusionaban con el rojo derrame que se expandía por toda la superficie de madera. Aquello ya era demasiado… Había perdido a sus padres, ¿También iba a perder a su amiga, a su hermana?


“Alice” – volvió a musitar. La pequeña se había quedado completamente inmóvil, tras haber permanecido cerca de diez segundos entre poderosos y agitados espasmos


Violeta, al recuperar su autocontrol, se lanzó en ayuda de Darío y Edward. En el primer intentó, el rival logró detectar su presencia, por lo cual, cuando quiso atacarla, Darío se interpuso, recibiendo, él, la fuerte estampida mental. La niña inmortal profirió un gruñido sordo y delicado al ver a su compañero tendido sobre el suelo y, haciendo suya una furia que no conocía, se lanzó hacia el vampiro oponente para que, con rápidos, gráciles e invisibles movimientos, lograra enterrar sus dientes en la piel del hombro, mutilando, así, el brazo izquierdo. El vampiro gruñó al mismo tiempo en que propinaba a la pequeña un buen puñetazo sobre su rostro. Darío corrió para cogerla entre sus brazos e impedir que se estrellara contra el suelo. Edward aprovechó toda esta distracción y aprisionó, con sus brazos, la figura varonil y amenazante. No lo dudó ni un segundo e introdujo sus dientes en la piel del cuello, para que éste se despidiera del resto del cuerpo que, anteriormente, le sostenía.


Mientras tanto, Jasper se disponía a tomar a Alice entre sus brazos. Bella quiso cerrar los ojos para no ver cómo, para ello, él se veía en la obligación de separar su cuerpo de la madera que le perforaba. Sin embargo, no lo hizo; así que vio, a detalle, como la piel se desgarraba aún más al ser liberada. Reprimió un gemido al advertir el radio del agujero que en el centro plano había quedado. Agradeció mucho, en su interior, cuando los brazos de Edward le envolvieron y le ofrecieron un poco de apoyo. El chico de cabellos color cobre, al igual que Darío y Violeta, había dejado de respirar por completo. El olor a sangre era demasiado penetrante, tanto, que hasta Bella podía sentirlo. Jasper, por su parte, seguía con el rostro endurecido y el cuerpo claramente tieso y envarado. Dejó caer a Alice – quien había dejado de vomitar sangre – sobre un suelo más plano. Pasó sus dedos por su rostro embarrado de color carmín y jadeó, ante la pena.


“Hermano, debes convertirla” – dijo Darío, desde donde se encontraba – “Ahora mismo. Apenas y se alcanza a escuchar su corazón”


“No tengo valor para ello” – murmuró Jasper – “Tal vez, en lugar de salvarla, aceleraré su muerte”


“Entonces, eso ya supondrá un alivio” – interrumpió Bella, con voz entrecortada – “Jasper, no quiero perder a mi amiga, así como tu no quieres perder a la persona que amas; pero tampoco quiero verla agonizar segundo tras segundo. Si en todo caso, esta en el destino de Alice el morir, que sea de una forma que ella merece”


“Darío…” – llamó Jasper, en busca de ayuda, pues sabía que de los tres, su pequeño hermano era quien mejor autocontrol tenía. El aludido asintió y, soltando la mano de Violeta, caminó hacia él, dispuesto a interferir. Se hincó frente a la moribunda y desangrada chica y la contempló por un breve segundo. No lo pensó mucho tiempo, sabía que no era momento de meditaciones. Tomó uno de sus brazos y se lo llevó a la boca, en donde sus dientes tenían la intención de clavarse en la vena de su muñeca; sin embargo, una resistencia le hizo frenar.


Alice había abierto sus ojos, los cuales se mostraron completamente desorbitados. Todos habían quedado estupefactos, ante semejante y repentina reacción.


“No…” – Jadeó la vidente – “Jasper…” – fueron las únicas dos palabras que pudo pronunciar antes de que su boca volviera a convertirse en una imperiosa fuente de sangre.


Todos temblaron ante las agitadas y vigorosas convulsiones que revolvían a aquel cuerpo. La herida en el estomago parecía volverse más grande ante la fuerza que éste hacía. Toda la menuda figurilla de aquella chica se encontraba completamente pintada de rojo. Para Bella, jamás antes la sangre le había parecido algo tan…. aterrador.


“Jasper, date prisa” – pidió, con los ojos bañados en lágrimas – “Ella no quiere que otro, más que tu, la transforme”


El joven de cabellos color miel se acercó a Alice de inmediato. Estrechó sus manos con las suyas y, haciendo acopio de un valor y una resolución interna, se fue inclinado, lentamente, hacia el cuello de la humana. Dudó por un segundo, cuando sus labios se encontraban a menos de tres centímetros de aquella suave piel.


“No me condenes a un infierno, por favor” – susurró – “No sin ti…” y, con eso, cerró sus ojos y atravesó aquella fina membrana con sus dientes.


Cuando su garganta recibió el primer sorbo de sangre, todo su cuerpo se estremeció ante el exquisito placer que esto procreaba. Deliciosa, cálida, espesa, dulce… Tal y como, desde un principio, su esencia lo había prometido: La bebida más sublime que pudiera llegar a saborear en toda su eternidad.


El parar justo en el tiempo necesario, para no matarla, requirió de una lucha interna que solamente él sería capaz de entender. Levantó el rostro y se encontró con las miradas alegres de todos, felicitándole en silencio por su fortaleza. Después, se volvió hacia Alice, quien, dentro de poco, comenzaría a sentir los efectos ardientes de la ponzoña recorrer su cuerpo. Llevó una de sus manos hacia su rostro y lo acarició, lentamente, al mismo tiempo que suspiraba, aliviado.


“Tenemos que irnos” – soltó Violeta, a las pocas horas después, mientras inhalaba profundamente – “Puedo sentir sus olores, ellos se aproximan”


Edward, Darío y Jasper asintieron, éste último caminó hacia donde Bella se encontraba junto a Alice, removiendo, con un paño, toda la sangre pegada en su rostro y parte de su cuerpo.


“Tiene el cuerpo completamente erguido” – señaló, con preocupación


“Es debido a la ponzoña” – explicó Jasper – “El veneno es demasiado doloroso y puede crear dos reacciones al ser inyectado: Una, puede ser que el humano grite y se revuelque por todo el suelo, y la otra es que, al igual que Alice, se quede completamente inanimado; es un instinto de supervivencia, creen que entre menos se muevan el ardor será más noble con ellos”


Bella escuchaba todo con atención, mientras terminaba de limpiar el cuello de su amiga. A pesar de la explicación que Jasper le había dado, no podía imaginarse aquella situación que aún le seguía pareciendo un sueño… o una pesadilla… da igual.


Jasper tomó el cuerpo de Alice entre sus manos, lo más delicadamente que pudo, la acomodó sobre su espalda y Edward le ayudó a cubrirla con la capa


“Gracias” – musitó el rubio, mientras se volvía para ver a todos


“No tienes nada que agradecer” – dijo Edward – “Somos una familia y estamos aquí para ayudarnos. Ahora, lo importante es salir de aquí. No podemos seguir arriesgándonos”


Los primeros en retirarse fueron Violeta y Darío. La primera iba vigilando el camino con sus instintos de rastreadora y el segundo haciendo la tarea de un escudo. Jasper fue el segundo en seguirlos, dejando a Edward y a Bella solos, por un breve momento. Él caminó hacia ella y sostuvo una de sus manos


“¿Estas bien?” – quiso saber


“Te mentiría si te dijera que si. Han pasado tantas cosas en tan pocas horas…”


“Entiendo” – murmuró y, con cierta preocupación, agregó –“¿Tienes miedo? ¿Te arrepientes de haberme conocido?”


“No” – contestó ella, rápidamente, levantando el rostro para que sus miradas se unieran – “No digas eso, ni si quiera te atrevas a pensarlo. Por haberte conocido hubiera pagado cualquier precio. Hubiera sido capaz de besarle los pies al Diablo…”


“Mejor besa mis labios” – interrumpió él vampiro, inclinando su rostro y uniendo sus bocas con fervor.


Bella suspiró profundamente mientras levantaba sus brazos para envolver el cuello de su vampiro. Sus dedos se enrollaron en los cobrizos cabellos y su cuerpo se apretó hacia el suyo, frío, duro… inmejorable. Los blanquecinos dedos se perdieron en la caoba melena y una mano firme se aferró a la pequeña cintura. Parecía que habían pasado siglos desde que ella y él no se besaban, lo cual le otorgó al momento una delicia extra.


Sus bocas se aislaron, al pasar unos cuantos segundos. Se miraron a los ojos y se lamentaron, interiormente, el no tener tiempo para probar más de esa sensación.


“Es hora de irnos” – anunció Edward, Bella asintió y, al segundo después, se encontró aferrada a la espalda masculina – “Sujétate bien”


Darío y Violeta seguían yendo al frente de todos. La niña analizaba cada olor que su pequeña y respingada nariz pudiera llegar a detectar y, ante la mínima esencia extraña que pudiera llegar a divisar, se detenía para asegurarse de que no se trataba de ningún peligro. Darío le tomó por la mano y le sonrió, de manera afectiva.


“¿A dónde vamos?” – preguntó


“A Volterra, en donde se encuentra nuestra familia”


A Violeta le gustó aquel juego de palabras: “nuestra familia”… Sonrió, mientras sus deditos se apretaban a la mano de Darío.


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El viajé se realizó, prácticamente, de manera tranquila. No tuvieron ningún tipo de obstáculo, lo cual supuso un alivio que, sabían ellos, no dudaría por mucho tiempo. El peligro y la guerra apenas estaban por comenzar. El clan Rumano no mostraba, aún, sus verdaderos rostros. Era seguro que su sed de venganza, fuera de ser saciada, iba creciendo con cada minuto que pasaba.


Los ojos de la castaña se levantaron hacia los enormes edificios de apariencia gótica. Habían llegado a Volterra y el lugar le resultaba hermoso. Sus enormes construcciones barrocas de muros grisáceos, bajo el cielo nublado y seco, daban al sitio una apariencia mítica y lúgubre. Bella sonrió tristemente, al pensar en cómo hubiera sido el rostro de Alice al contemplar, al mismo tiempo que ella, aquel escenario.


Los vampiros se detuvieron en uno de los callejones cercanos a una enorme plaza. Edward le ayudó a bajar de su espalda y estrechó su mano, con delicadeza. Darío hizo lo mismo con Violeta, y Jasper acomodó a Alice en sus brazos, para llevar su rostro pegado a su pecho.


“Estamos en casa” – anunció Edward, volviéndose para mirar a Bella – “Vamos, es hora de que conozcas a nuestra familia”