Dark Chat

martes, 16 de agosto de 2011

Vida: Dulce Inmortalidad

Capítulo Vigésimo: Selección Natural

Por un callejón habíamos llegado a un conocido túnel, el olor a humedad y la oscuridad me comprobaron que o era el mismo por donde me había escapado la primera vez o uno muy parecido. Me planté en la mitad haciendo que Carlisle se acercará a mí de forma automática

- ¿Qué ocurre? Me pregunto cerca de mi oído.

- Necesito descansar.

Le conteste, poniéndome la mano en el pecho, cada vez era más difícil caminar y respirar, como si alguien estuviera quitándome todo el oxigeno que mis pulmones consumían.

Sentí como Félix que venia a nuestras espaldas resoplo molesto por la forzada escala que estaba causando. Carlisle sostenía pacientemente mi mano esperando que decidiera caminar nuevamente, pero lo cierto era que no podía dar ningún paso más sin desmayarme en el intento. Estaba inhalando profundamente cuando sentí los brazos de Carlisle levantarme del suelo en un afán lo que estaba temiendo, sin duda el se había dado cuenta que mi cuerpo había comenzado a tambalearse peligrosamente.

Me cargo todo el camino faltante, que a ratos se hacía interminable pero una luz tenue que se hizo más consistente a media que avanzábamos mostró el final del sendero. Ante nuestros ojos se mostró una habitación pequeña, parecida a una recepción, bastante simple para lo que me hubiera imaginado, a un costado estaba el ascensor con las puertas abiertas. Al entrar al ascensor, Carlisle me deposito en el suelo lentamente, paso su mano rápidamente por mi frente, comprobando mi temperatura que en los últimos minutos había subido considerablemente, nuestras miradas se encontraron y yo medio sonreí.

El viaje en ascensor no duro mucho para cuando las puertas se abrieron, el camino se dividía en dos direcciones, pude ver que Aro le dio una discreta mirada a Félix y este asintió llevándose con él a los otros dos vampiros desconocidos y La esposa de Aro por la mano derecha, me quede mirando un instante antes que Jane me conminara a caminar siguiendo a Aro quien ya estaba a mitad de pasillo de la mano izquierda esperándonos un poco impaciente.

Llegamos hasta donde se encontraba el vampiro, frente a él había una enorme puerta de doble hoja. Jane paso adelante y abrió la puerta para nosotros, estas sonaron ruidosamente como si les faltará aceite a la bisagras. Me quede boquiabierta cuando vi el contenido que se escondía tras aquellas paredes.

Era una habitación del doble del tamaño del departamento donde estábamos alojándonos, las paredes grises le daban un aire frío y oscuro, pero era todo lo contrario, estaba completamente iluminada, tenia pequeñas ventanas en la parte superior de la pared por donde se colaba la luz de la luna, aunque también había sutiles candelarias apostadas en las paredes, que ayudaban a darle un aspecto más calido a la habitación.

El suelo estaba alfombrado de pared a pared. A penas se sintió el chirrido de la puerta, las personas en su interior se giraron hacia el grupo recién llegado, de forma automática y rápida, el grupo al interior que había estado conversando ávidamente apago el bullicio de sus voces y se separaron instantáneamente mientras Aro caminaba entre ellos, haciendo una especie de pasillo. Vi como este se detuvo frente a dos hombres al final que permanecían sentados uno al lado del otro.

- Has vuelto. Dijo uno con tono apagado mirando hacia nosotros

- Y no lo has hecho sólo.

Noto el otro. Su piel era como la de Aro, de un blanco translucido, su pelo era Blanco y bestia un impecable traje negro. El otro también compartía el tono mortecino de la piel y la negrura de su cabello hacía juego con su vestimenta.

- Cayo, Marco… Mis queridos hermanos, tengo maravillosas noticias. Bella querida.

Me llamo extendiendo su mano.

Todos permanecían en un silencio sepulcral, a este punto solo podía sentirse el ensordecedor repiqueteo de mi corazón y la respiración agitada que comprobaba el terror que estaba sintiendo en ese momento. Jane que permanecía tras nosotros, me empujo levemente, al no ver movimiento alguno de mi parte, con su mano hacia delante, me gire a mirarla y me enarco una ceja sugiriéndome el camino. Pero aunque yo quisiera correr, en ese momento nisiquiera podía dar un pequeño pasito, mis pies estaban plantados y todo mi cuerpo temblaba sin control.

- ¿Carlisle?.

Exclamo Aro dándole una mirada penetrante. Este suavemente rodeo con su brazo mi cintura y me arrastro para que caminara, lo hicimos en silencio, hasta que el murmullo de algunos de los presentes se hizo más fuerte a medida que llegaban a nuestro destino, eran sonidos rápidos, siseos ininteligibles para mí, pero no tenía que entender darme cuenta que muchos por no decir todos se trataban de mí.

Una vez que estuve lo suficientemente cerca, fue el propio Aro quien me sujeto por el brazo y me puso delante de él, para que sus hermanos pudieran apreciarme con toda magnificencia, me arrebato de los brazos de Carlisle y aunque quise protestar por la mirada que éste me confino supe que hacerlo sería una mala idea. El vampiro de pelo negro fue el primero en levantarse y abrir sus ojos expectantes, al principio no entendí su reacción pero cuando las palabras brotaron de sus labios supe de lo que se trataba.

-¡Esto es imposible!

Chillo incrédulo mirando a Aro y acercándose a mí, vi como levanto su mano derecha y la acerco a mi vientre, habían descubierto mi secreto sin que yo hubiera siquiera pensado o exclamo nada. De pronto reflexione un segundo, Aro me había dado la mano y había exclamo un contundente interesante, tendría que ver eso, ¿acaso el podía leerme la mente?

- ¿Cómo?

Exigió saber dándole una mirada de reojo al vampiro que permanecía en la silla sigiloso.

- Selección Natural, estamos ante un milagro de la naturaleza.

Explico Aro mirando a todos, que devolvían sus miradas atónitas con lo que estaban presenciando.

- Yo no me emocionaría… aún…

Interrumpió de pronto el vampiro que permanecía sentado ausente hasta ahora, su cabello blanco como la nieve hacía contraste con sus ojos rojos como el fuego. Su expresión era de escepticismo ante lo dicho por Aro. Parecía que él no creía en la selección natural de la que hablaba su hermano

– considerando su estado actual, no aventuraría apuestas tan

Hizo una pausa mirándome con una sonrisa maquiavélica

- positivas, mírala… aún… y gracias a tu veneno… su cuerpo se debilita como un frágil mortal, que te hace pensar que será capaz de soportar todo esto.

- Ah mi querido Cayo tu siempre tan… positivo.

Reclamó Aro evidentemente molesto por la observación de su hermano, agito su cabeza mirando a Carlisle

– sobrevivirá y no sólo ha su embarazo, sino a todo, ella será la primera de su clase y su hija se convertirá en la primera criatura engendrada por una mujer semimortal.

Anuncio a todos levantando sus manos en jubilo, uno que aparentemente no compartía el vampiro cuyo nombre era Cayo, lo miró por unos instantes y se volvió a sentar en el asiento de madera maciza que me recordaba a los tronos de la época medieval para los reyes.

Tragué saliva ante el comentario de Aro, una palabra había atrapado mi atención – su hija – como podía el saber que mi bebe era una niña. De pronto vi como Cayo, se levanto e hizo un ademán hacia Félix de cuya presencia nisiquiera había estado conciente sino hasta ese minuto, miré confusa, pues no entendí el significado de dicho gente, hasta que sentí el crujido de la puerta nuevamente y vi como de forma grácil la habitación comenzaba a desalojarse de forma conveniente.

En un par de segundos quedamos sólo nosotros cinco y un grupo reducidos de vampiros que a juzgar por las posiciones que tomaron estaban oficiando de guardias. Pude ver a Jane tomar su lado a un costado de Aro, pero a los otros dos que estaban uno a cada lado de Cayo y Marco no los había visto antes, en especial a uno que a juzgar por su parecido físico era el hermano gemelo de Jane.

- Ahora que estamos solos – deslizo su mirada haciendo una pausa desde Carlisle, pasando por Aro, hasta detenerse en mi, está se hizo más profunda e inquietante y continuo - dejémoslos de esta tontería de la Selección Natural y dinos Aro, ¿este efecto que provoco en Bella podría repetirse en otro vampiro?.

Su pregunta era mordaz, a él no le interesaba en lo más absoluto mi extraño embarazo, lo que me tranquilizo un poco de momento.

- Creo que esa pregunta debería responderla Carlisle.

Sugirió mirándolo, estaba dándole el uso de la palabra.

- Por ahora sólo sabemos que es mortal para cualquier vampiro, tan mortal como ustedes querían que fuera.

Confirmó Carlisle con voz serena y tranquila, envidiaba la manera de mantener el control considerando la situación que estábamos viviendo. Cayo se sentó nuevamente y puso su mano debajo de su barbilla, en una actitud que denotaba que estaba evaluando la información entregada.

- Carlisle… ¿alguien más lo sabe? Pregunto de repente Marco con preocupación en su voz.

- No… hemos mantenido esto lo más reservado posible.

Respondió nuevamente Carlisle. De pronto comenzó a darme vueltas la habitación, y trastabille hacia un costado. Carlisle se aproximo a la velocidad de un rayo y me sujeto contra su cuerpo evitando mi caída. Marco y Aro se precipitaron también, el único que permaneció en su puesto fue Cayo quien puso sus ojos en blanco al ver la reacción de sus hermanos.

- No puedo respirar.

Balbucee con dificultad, sentí la mano de Carlisle sobre mis mejillas, sentí un leve apretón en ellas y luego la frente, se acerco hasta mi rostro y note que puso su oído cerca de mi nariz, como para comprobar que tan mal estaba respirando.

- Debemos ayudarla a respirar o morirá.

Informo de repente mirando a Cayo, quien evidentemente era el más renuente de todos a siquiera prestar ayuda.

- Tal vez debiéramos dejar que eso pase… después de todo no es selección natural. Exclamo con un dejo de ironía el aludido.

Antes que siquiera que terminara de pronunciar la frase se sintieron cuatro voces ahogadas y enérgicas gritar lo mismo.

- ¡No!.

Habían sido Carlisle, Aro, Marco y la última fue la que me hizo regresar de mi casi estado de inconciencia y esbozar una leve sonrisa. Por la forma en que Cayo se levanto abruptamente y a juzgar por la expresión de Jane, quien perdió la sonrisa que mantenía ante el comentario de su maestro, supe que había entrado en la habitación Edward.

- ¿Cómo han entrado?

Quiso saber Cayo al borde de la desesperación por estar repentinamente en números parejos. Miré de reojo y pude ver que no sólo estaba Edward sino que Alice, Jaspe y Emmett junto a él y habían entrado de improviso a la habitación, a jugar por los ojos desorbitados de Jasper y la expresión exaltada de Emmett su entrada en aquel edificio no había sido del todo pacifica.

Jane, Félix y los otros vampiros en un abrir y cerrar de ojos estaba frente a frente de cada uno de los integrantes de mi improvisada patrulla de rescate.

- No… por favor…

Suplique tomando la mano de Aro y abriendo mis ojos con terror, me miró por un momento y luego giro su vista a mi recién llegado esposo. Se separo de mí y pude ver que se puso delante de Jane quien era la más cercana a Edward levantando la mano, con la intensión de contener el inminente ataque.

- Edward… pero que modales son aquellos… hubiera bastando con tocar.

- ¡Devuélveme a mi esposa!

Espetó Edward frenético tratando de mantener el control de su temperamento, pero no pudo evitar que la voz fuera dura y desdeñosa. Sus labios estaban juntos hecho una línea y podía ver que su mandíbula estaba tensa, por medio segundo desvío su mirada de Aro, encontrándose con la mía y me dio una mirada torturada, que cambio a una de perdón… pero por qué podría pedirme perdón mi amado Edward si nada de lo que estaba sucediendo era su culpa.

Quise no dejar de mirarlo pero un dolor en mi pecho reclamo mi atención e hizo que un gemido se escapara de entre mis labios, no fue muy fuerte, pero todos los presentes lo habían escuchado, de eso estaba segura. Los ojos de Edward se hicieron frenéticos, y apretó los puños dando un pequeño movimiento hacia delante. Aro sonrío y con su brazo hizo que Jane retrocediera detrás de su cuerpo dejando la pasada libre. Enarcó su ceja sugerente a Edward quien lo miró con desconfianza.

- Por favor… me ofendes.

Balbuceo. Hubo un tenso silencio y antes que pudiera darme cuenta tenia el rostro de mi amado esposo frente a mis narices, tomo mi rostro entre sus manos y lo examino como si estuviera analizando el daño causado. Luego poso su mano sobre mi vientre y me sonrío levemente.

- Estamos bien

Fue lo único que alcance a decir antes que otro punzazo me hiciera contraerme de una manera salvaje, escapo de mis labios un jadeo de alivio cuando el dolor aminoro su intensidad. Vi como paso su pulgar sobre mis labios y miro a Carlisle con desesperación y desconcierto.

- Están azules

Le susurro mientras pasaba un brazo sobre mi espalda y otro debajo de mis piernas para tomarme en sus brazos.

- Aro por favor. Insistió Carlisle mirándolo, era evidente que estaba pidiéndole que nos dejará ir.

- No creo que sea tan buena idea Carlisle… creo que tal vez es mejor que Bella permanezca aquí.

Dijo y fue en ese minuto cuando sentí el rugido sordo y profundo en el pecho de mi esposo.

- ¡Me llevaré a mi esposa, aunque tenga que pasar sobre tu cadáver!.

Chillo con un tono amedrentador en su voz, caminando hacía Aro que permanecía reteniendo a Jane, los ojos de esta estaban destellaban ambiciosos por entrar en acción y dar el castigo por la insolencia mostrada.

- Tal vez no sea necesario llegar hasta ese extremo.

Interrumpió Marco poniendo una mano sobre el hombro de Carlisle quien evidentemente había tenido el impulso de retener a Edward, temiendo lo peor tal vez

– Tienes que perdonar la impertinencia de Cayo, verás la edad le ha quitado… como decirlo… la virtud de la paciencia, pero no significa que haya perdido la cordura, no queremos hacerle daño a nadie de tu familia

Agrego y mientras decía esto, su mirada se deslizaba por cada uno de los vampiros que permanecían en posición de ataque todavía, estos se relajaron de inmediato y pude ver que los Cullen también

– pero Aro no deja de tener razón, deberías permitirnos ayudarte. Finalizo dando un profundo suspiro.

Edward me miro compungido, miro a Alice como buscando ayuda para tomar la decisión, vi como esta se acerco a nosotros, me sonrío dulcemente y miro a Edward.

- Tendremos que confiar.

Fue todo lo que dijo. Edward se giro conmigo para darle la cara a Marco quien esperaba su decisión.

- Bien… ¿por donde?

Dijo resignado, el tono de voz tenía también un dejo de frustración y cólera. Marco cambio la expresión y le mostró el camino señalando con su mano una puerta a un costado de donde habían estado sentados.

Trate de mantenerme despierta pero fue casi imposible, poco a poco todo comenzó a distorsionarse, cada vez el aire se hacia mas pesado, difícil de inhalar, estaba perdiendo la batalla para no caer en inconciencia, pero era normal considerando que casi no tenia oxigeno en mi cerebro, me rendí finalmente cuando vi que nos hacían entrar en una habitación.

- Bella quédate conmigo… no te duermas...

Me susurro Edward acercando sus labios y dándome un pequeño beso en la frente, pero no podía cumplir sus deseos, poco a poco la luz se apago y fui perdiendo de vista aquellos hermosos y calidos ojos dorados.