Dark Chat

martes, 2 de noviembre de 2010

Mascara De Odio

Isabella Swan

29 de Julio de 2007

Había pasado una semana durante la cual mi vida había cambiado, aun no podía clasificar si radical o moderadamente, solo podía darme cuenta de las diferencias establecidas a partir del mismo hecho de haber afirmado que me quedaría acá, a su lado.

El primer evento estuvo relacionado con mi renuncia al café parís.

Era cierto que con mi jefe nos llevábamos bien, pero ella no se daba cuenta de lo que Jessica sentía por mí ni de lo que yo sentía por ella. Prefería que siguiera siendo de esa manera así que le dije lo primero que se me vino a la mente.

– - un familiar... -

– - pero creí que no tenias familia – afirmo ella cuando efectivamente había llegado con nada mas que mi experiencia manual a su negocio, sin ninguna referencia de nada ni nadie.

- eso creí yo también, señora, pero apareció, verdaderamente tengo algo mío – esas pequeñas frases salieron de la nada pero fueron lo bastante útiles cuando ella suspiro resignadamente.

– - me duele dejarte ir Isabella – yo sabia que lo que realmente le dolía era el bolsillo de su billetera, pero no podía quedarme, de ninguna manera podía acomodar mis apretados horarios y adaptarlos con la visita y los cuidados de Edward.

– - le agradezco por haberme dado una oportunidad, usted me ayudo bastante – continué.

– - no te veas en eso criatura, y quien se alegra de que por fin hayas encontrado algo de tus raíces soy yo-

Me sentí positivamente malvada ante sus buenos deseos, a pesar de ello había algo de verdad, y aunque no se trataba de mis raíces, era algo de igual o superior valor.

Había encontrado al hombre de mi vida.

Salí del Café París en dirección al hospital.

En esa semana Edward había tenido una sencilla cirugía para desluxar la pierna, aun no podía caminar y el medico aseguraba que al menos en dos semanas podría intentarlo y que probablemente su recuperación estaría completa en un mes.

En medio de todos estos hechos la duda de si había tomado o no la decisión adecuada rondaba en mi cabeza mientras veía los edificios pasar unos tras otros, en el bus en el que me direccionaba al hospital . ¿Cual era mi destino? Antes lo tenía claro, quedarme sola durante el resto de mi vida sin esperar por cosas que al final del camino me producirían apego. Trabajar para sobrevivir y esperar hasta que mi salud se deteriorara y muriera sin haber tenido una familia ni nada que se le pareciera.

No era un panorama agradable, pero al menos ahora lo veía menos lejano y borroso ante la presencia de Edward.

Baje del autobús con mis cosas, las que tenía en el café y entre al hospital.

Después de haber permanecido una semana con el sabia exactamente donde era la habitación a la que había sido trasladado después de la cirugía.

En cuanto entre a la habitación encontré Edward semisentado tomándose lo que parecía ser el desayuno, ya me había acostumbrado a ver su ceño fruncido ante la comida que le daban la cual, según el, parecía comida de conejo.

- no puedo esperar a llegar a casa y comer algo de verdad - cierto día dijo esas palabras y me miro fijamente, yo como grosera le sostuve la mirada, pero después de el ultimo encuentro con la pasión en el que ambos habíamos participado me parecía de doble cara dejarme ganar por la timidez cuando en alguna parte de mi ser, muy dentro de mi, el presentimiento de que iba a pertenecer a el hacia eco en todas mis terminaciones nerviosas.

Pero no todavía.

Me acerque sonriendo levemente y le di un beso en la frente.

El aparto la cuchara a un lado y me dijo.

– - el medico vino a verme hace poco – parecía que le agradaba el medico de la misma manera en que le agradaba el desayuno.- no podré caminar en al menos dos semanas.

Lo mire compasiva, para alguien como el, que yo suponía debía ser un adicto a la perfección y al trabajo, el hecho de quedarse en cama unas semanas no debía satisfacerse en absoluto.

– - al menos tengo el consuelo de tenerte – añadió después de unos momentos de silencio

Eso me hizo sonreír aun mas y lo mire antes de darme cuenta de que lo estaba diciendo en serio, ningún asomo de sonrisa se pintaba en su cara.

Eran ese tipo de comentarios en el los que me aturdían, hacían que la piel me ardiera y se consumiera en llamas por el. Estaba cegada ante su encanto el cual parecía encantado de derramar sobre mi.

La sonrisa resbalo por mis labios cuando sentí mi corazón romper contra el pecho. Aparte la mirada antes de saltarle encima y me senté en el mueble que había a un lado de la habitación.

– - Acabo de venir del café París – informe esperando que encontrara mi conversación lo suficientemente agradable como para olvidarse de su frustración ante comidas y tiempos de espera por recuperaciones - renuncie esta mañana – baje la cabeza cuando el recuerdo de mi jefe y todo lo que había hecho por mi entro por mi cabeza, me sentía egoísta y para nada justa.

– - gracias. - dijo el sencillamente, levante un poco mis ojos para enfocarlo y me di cuenta de que su ceño se había arrugado aun mas, como si la palabra recién pronunciada saliera trabajosamente de su cuerpo, luego continuo un poco mas seguro – en verdad aprecio que te quedes conmigo.

Yo sonreí otra vez, solo que con tristeza, definitivamente se estaba dando cuenta de el poder que ostentaba sobre mi y Dios sabia que quería confiar, pero algo me refrenaba, algo relacionado con el.

– - no me lo agradezcas – dije enfocando ahora mis ojos en otro lado – de todas maneras cambio un trabajo por otro - dije sin pensar recordando que el había prometido pagarme pero sin llegar a pensar realmente en ello. Era demasiado frustrante pensar en que hubiera hecho todo por el y de manera gratuita.

El se acomodo en la cama para poder quedar en mi mismo ángulo y me dijo con esa voz que solía utilizar

– - -¿acaso es un trabajo para ti cuidar de mi? - debajo de la frialdad de su pregunta creí identificar otro tipo de emoción relacionada con el dolor.

El pulso comenzó a temblarme.

– - ¿como puedes preguntarme algo así? - odiaba sentir las lagrimas venir, creí que el había llegado a conocerme un poco mas que eso. Trague en seco y trate de serenarme – creí haberte dicho que no seria una mantenida -

– - cuidarme no te hace una mantenida - replico el aun con dureza, su tono de voz, cada saliva en el estaba haciendo que mi cuerpo recibiera su mal genio en forma de profundos latigazos.

Suspire, conté hasta diez y me devolví.

– - no quiero discutir... solo pensé que deberías saber que ya no tengo un trabajo con el que sostenerme, y si cambiaste de opinión solo debes decírmelo...ya me las arreglare...- me levante dispuesta a huir como siempre pero el me dijo

– - ven aquí -

Esta escena me sonaba a eco en los días pasados cuando lo halle ahí, y una emoción oscura me atravesar el cuerpo. El hecho de haber sentido que lo perdía había despertado en mi los verdaderos sentimientos que albergaba hacia él entre los que se encontraban la pasión y el...amor.

Dios, era demasiado ridículo para siquiera pensar en seguir viva.

Me volví y lo mire, ahí en medio de la cama y con una pierna enyesada distaba de ser el ser frió e inamovible que vi la primera vez que nos cruzamos, mas la expresión en su cara no había cambiado del todo.

Resignada a no poder decirle que no a nada camine hasta que quede cerca de la cabecera de su cama. Extendió su mano esperando que yo la tomara, desconocía lo claro de sus intenciones, solo podía mirarlo a los ojos y esperar que me apartara finalmente y dejara de hacerme ilusiones con su persona.

Cuando tuvo mi mano en la suya tiro suavemente de mi hasta que me tuvo sentada a un lado de el.

– - tampoco quiero discutir contigo, no cuando acabas de hacer algo realmente valioso por mi.

No tenia sentido mentirle diciéndole que lo había hecho por una oferta de trabajo mejor, el sabia por completo que me habían movido todos los motivos relacionados con el hecho de que lo quisiera, mas que otras cosas.

– - ¿por que dices que fue por ti?- pregunte sin embargo, esperando que me soltara por mi falta de tacto.

Sus dedos se movieron por mi muñeca produciéndome más escalofríos hasta posarse en la parte posterior de esta.

– - si no hubiese sido por mi...no tendrías el pulso acelerado ni al piel temblorosa... tu no puedes mentirme...

Me molesto sobremanera el modo seguro en que dijo esas palabras. A cambio de eso le dije:

– - ¿como puedes conocerme tan bien? - sonaba derrotada lo que hizo que el sonriera con malicia. Su mano subió por mi brazo y halo de mi un poco mas hacia el, hasta que mi rostro estuvo casi al mismo nivel que el de el.

– - ¿crees que te conozco? - murmuro. Aun a esa distancia sentía el calor mortífero que desprendía de su boca.

– - no lo se...- dije tontamente viendo como sus pupilas se dilataban despaciosamente.

– - puede que conozca ciertos aspectos de tu carácter... pero no te conozco...a ti-

Como estaba pendiente de sus ojos vi que estos se movían por mi cuello y mi pecho de una manera prestamente lujuriosa. Trague mas saliva aun cuando sentía que la boca se me había convertido en un desierto. Antes sentía que cuando un hombre me miraba así debía correr, debía huir con todo el asco que esto me producía, pero con el era diferente, como todo. No podía desear que su mirada se perdiera en mi y que su veredicto fuera positivo, pero aun así lo hacia, ansiaba su aprobación, estar al mismo nivel que su tipo de mujer...

Luego me di cuenta de la ova inclinación sexual que tenían sus palabras...y su mirada...

El fuego en mi pareció quemar ahora mi pecho, el cual subía y bajaba sin control ante ese poder que había mencionado antes y que el tenia sobre mi.

Baje mi cabeza y tome la iniciativa para un beso corto. Los principios de su barba me picaron la mejilla dejándome una sensación de gloriosas cosquillas. Separe mis labios de los de el y dije.

– - lo siento...por lo de antes...no volverá a pasar -

Luego me aparte antes de cumplir con mis intenciones de saltar encima de el y besarlo hasta que me rogara piedad.

En ese momento entro una enfermera de las más risueñas.

– - buenos días señor Cullen, espero que haya dormido bien -

Me puse de pie inmediatamente esperando no entorpecer el trabajo de ella, se dirigió a la ventana y abrió las cortinas del todo haciendo que el cuarto se viera aun mas iluminado. Luego se volvió y me miro risueña

– - ah, usted debe ser la señorita que acompaña al señor, ¡que bien! hoy tendré ayuda en el baño.

Cuando menciono la palabra ayuda no me pareció mal, fue la palabra baño la que puso mi mundo de cabeza.

– - eehhh... ¿que? - pregunte acorralada mientras sentía la sangra bullir en mi cabeza

– - ¿tengo entendido que cuidara del señor Cullen en cuanto salga de aquí verdad?- pregunto ella rápidamente

– - si...- dije asombrada de que conociera esa información.

– - pues bien. No cree que sería idóneo que lo ayudara en su baño y aprendiera como debe lavarlo evitando mojar su yeso y su herida.

Ella tenía razón pero yo aun me sentía cohibida, habita tenido experiencia cuidando de Emmerald pero ella era una chica, y ella no despertaba las emociones prohibidas que Edward despertaba en mí. Ni mucho menos podía avergonzarme de verla cuando ella tenia lo mismo que yo, con él era demasiado diferente.

Asentí aunque no supe muy bien por que lo hice, en cuanto mire a Edward vi que tenía una sonrisa velada en los labios y negaba con la cabeza.

Me entraron ganas de preguntarle de que se reía pero me di cuenta de que la enfermera estaba ayudándolo a ponerse de pie, por honor no la deje sola con Edward y su risa mas me puse a su lado para evitar que se le rompieran sus bonitos dientes.

La enfermera puso su hombro debajo del brazo de el y me insto a hacer lo mismo del otro lado. Yo era demasiado raquítica así que no se me hubiera hecho raro que el apoyara todo su peso en ella ya que parecía ser la mas resistente.

Pero no fue de esa manera, o bien era un hombre demasiado pesado, lo cual parecía ser la excusa mas obvia, o bien quería bromear conmigo haciéndome todo el peso a mi, me volví unos centímetros a su rostro y vi que la velada sonrisa aun no se había ido de su rostro, no mas por ese pequeño hecho opte por la segunda opción, y me dieron ganas de darle un cocotazo, pero contrario a eso me reí de lejos y deje que se divirtiera a mi costa, sabia que no había tenido demasiadas oportunidades para reírse en esos días.

No había accedido a verlo sin ropas por lo que, una vez estuvo sentado en la silla de la ducha y sin nada mas que su ropa interior puesta, di media vuelta y me retire sin importarme realmente lo que ellos pensaran de mi condenada inocencia. Me senté en la silla intentando no pensar en lo que me produjo ver sus brazos y su amplio tórax desnudos musculosos y viriles, no había podido dejar de fijarme en la manera en que esos músculos se contraían aceptando el peso de el en el momento de sentarse en la silla de la ducha, ni de su estomago ondulado, libre de grasa y con los pectorales marcados. El era un dios... una simple mortal, como yo, no podía siquiera soñar con estar a su altura.

Enterré mi cabeza en las manos y nuevamente me pregunte ¿que demonios estaba haciendo?

Tres semanas después.

Cerre la puerta de mi apartamento en medio del revuelo de mi falda larga. Me di la vuelta con rapidez y baje las escaleras mientras los tacones medianos hacían todo el escándalo posible.

Iba camino al hospital como cosa rara dado que hoy daban el alta a Edward y debía estar con el para su traslado a casa.

No podía hacerme la tonta al pensar que no me había arreglado especialmente para el, en esos días habíamos llegado a una especie de tregua después del desastroso evento del baño, había conservado mi distancia con el por que no quería que creyera que ofrecía mis favores a cambio de algo. Era muy dificil interpretarlo pero eso me parecía a mi.

En cuanto estuve en el bus pensé en lo que me esperaba en los próximos días, no sabia lo que significaba vivir con una persona del sexo opuesto al que no conocías del todo.

Durante esas semanas, cuando me quede con el cuidando de sus necesidades, evidentemente las corporales no, me dedique a conocerle un poco mas. Hacia preguntas pequeñas y sin sentido tratando de sondearlo a mayor privacidad pero siempre sabia como detenerme. Habia averiguado muy poco desde lo poco que sabia antes. Lo unico importante era que le agradaba ser acariciado y abrazado aun cuando no lo demostrara, eso parecía mostrar algo de sensibilidad en el, algo que me hizo darle mi confianza ciega a expensas de que seria peligroso.

Baje del auto bus y las colaciones de harinas que tenia camufladas en mi bolsa se agitaron un poco, el día anterior el me había dicho.

– - si consumo una vez mas esta porquería – soltó la cuchara en el interior de un cuenco mediano que parecía contener agua turbia en vez de la deliciosa sopa que decía la enfermera – voy a morir de inanición.

– - no debes decir esas cosas – le dije en voz baja – hay personas allá afuera que desearían lo que rechazas ahora.

– - eso es lo que me molesta mas – dijo en voz enigmática pero de todas maneras mi argumento no fue lo suficientemente valido como para que tomara el bebido.

Se encontraba más quisquilloso que antes, soporte con paciencia por que sabía como eran los enfermos y por que sabía que si se quedaba un día más se iba a enloquecer.

Por suerte el medico le había informado que se le daría de alta al día siguiente, y que tendría que acudir algunos días a terapia y tendría que caminar con un bastón unos días mas.

Tratando de animar su estado obtuso le propuse algo.

– - tomate eso y mañana de daré algo que te guste al momento de salir -

Me miro con algo de sorpresa, como si de alguna manera le conmoviera mi infantil subversión. Lentamente tomo la cuchara y continúo bebiendo eso mirándome fijamente.

– - ten cuidado con lo que prometes – me dijo en cuanto termino, yo solo tome su frase como otro de sus juegos.

Abrí la puerta de la habitación sonriendo ante la felicidad que sentía mi pecho al verlo, solo que esta vez estaba acompañado.

Se encontraba en la silla donde yo solía sentarme, era un hombre de edad con ropa elegante, parecía ser del mismo círculo social de Edward.

El hombre se puso de pie y dijo

– - buenos días señorita -

– - buenos días – conteste yo, tenían ambos la expresión de que ocultaban algo.

– - Isabella, déjame presentarte a James, el abogado de mi familia.

Me pregunte breve mente la razón por la que podía necesitar un abogado pero me contuve, primero por que no era asunto mío y segundo por que si el estaba ahí debía ser para solucionar los eventos que habían acaecido desde el accidente de Edward.

El hombre tendió la mano y me miro de pies a cabeza, luego se fijo en mi cara y asintió levemente.

– - ya estaba por retirarme – anuncio el hombre mientras tomaba apresuradamente todos sus papeles y comenzaba a caminar hacia la puerta.- te llamare en cuanto este todo listo.

– - gracias – dijo Edward haciendo un gesto con la mano. Luego se volvió a dedicar toda su atención a mí – ¿como estas? Me pregunto tan subrepticia y escasamente que me sentí casi ofendida ya que nunca preguntaba sobre mis actividades tan de prisa, o tal vez se trataba de mi siendo paranoica, súbitamente me dio la sensación de que estaba ocultando algo pero yo no era nada ni nadie para andar indagando sobre la vida de el. Además parecía contento de poder abandonar el sitio.

En cuando James salio camine un poco hacia Edward y cuidando de no acercarme lo suficiente, le di un beso en la frente y retrocedí con rapidez, se que debía sonar y verme ridícula después de que habíamos compartido mucha menos distancia pero mi timidez con el surgía por momentos como ese, como todas las semanas anteriores en las que me negaba a otro tipo de contacto diferente al de ayudarlo a trasladar al baño.

– - tengo una sorpresa – dije lentamente alanzando la bolsa que colgaba de mi hombro y que ahora estaba siendo posicionada en la silla a ni mi lado

– Vi que hacia ademanes de ponerse de pie para alcanzaras pero levante una mano y le dije

– - aun no, son para cuando salgas de aquí – no quería sonar cantaletera como su madre pero quería cuidarlo y evitare problemas, no quería que estuviera enclaustrado mas tiempo por que parecía afectarle sobremanera.

Volvió a acomodarse en la cama y me miro con fijeza, sin ningún tipo de sonrisa compinche en su rostro.

– - ¿por que te encanta torturarme? - pregunto súbitamente haciéndome casi saltar, no podía creer que por el simple hecho de haberle negado el capricho de los dulces se pusiera de un humor tan tremendo.

– - ¿por que dices eso?- pregunte casi en un susurro buscando que no se enfadara y menos conmigo

La intensidad de su mirada no disminuyo, menos cuando la deslizo crudamente por toda la extensión de mi cuerpo.

– - has tratando de evitarme desde hace semanas, te alejas cundo quiero tocarte, ¿acaso te produzco rechazo?

¿De que estaba hablando?

Pero mientras me hacia la pregunta me di cuenta de que tenia razón, había evitado deliberadamente el contacto con el mas de lo necesario, pero no era por las razones de rechazo que el imaginaba.

– - ahora mismo – continuo usando su voz...aquella voz sacada de las cavernas oscuras de los príncipes. - quiero que me toques, que me beses. Solo me das ese casto contacto en la frente y ahora me prohíbes probarte aunque sea por medio de tus alimentos...-

– Debía condesar que tenia miedo, pero hacia mucho tiempo que mi miedo había dejad de ser por el, ahora era por todo lo que me producía, temía a lo que nos esperaba una vez cruzáramos esa puerta. Juntos.

– - yo no...He tratado de evitarte – pero mientras las palabras salían de mi boca me daba cuenta de cuan falsas sonaban.

– - ah ¿no?- pregunto el suavemente – entones ven aquí-

Era un reto, lanzado a la cara, me estaba pidiendo que me retractara de mis afirmaciones anteriores. ¿Acaso tenia que ir siempre a el cada vez que tenia una duda?-

– -¿por que?- me trefile a preguntar

El se rió de lado, como si se burlara de si mismo al decir lo que iba a decir, enfoco su mirada intensa en mí y me dijo sin ningún tapujo

– por que quiero un beso -

Definitivamente debía darle crédito a su sinceridad, de la que pocas personas eran participes, el era de los que no temían expresar sus deseos con palabras.

M e acerque a su cama como el insecto a la llama en busca de calor. Me senté a un lado lo más alejada posible, tanto así que me tuve que preguntar por que no me caía. Levanto una mano en un pedido silencioso de que la tomara can la mía, me encontraba hipnotizada por sus ojos por lo que no ví el momento en el que le di mi propia mano y el tiro de mi, pero no para que quedara acostada sobre el, de alguna manera se las apaño para ponerme de espaldas en la cama y el se puso casi encima mío, sin aplastarme, pero se notaba la gran ventaja que tenia al no tener la escayola en la pierna.

Cerré los ojos incapaz de mirarlo por mas tiempo mientras sentía un dechado de emociones conocidas apoderarse de mi ser. Luego sentí su boca ansiosa sobre la mía besandome con fuerza, movía la cabeza de un lado a otro como buscando el mejor ángulo para meterme la lengua entre boca, abrí mis labios incapaz de detenerlo ahora y profundizo en mi boca aprovechando de la ventaja que le otorgue, parecía poseído por algún espíritu urgente que le obligaba a usar la fuerza que no necesitaba conmigo pero que necesitaba para sofocar su pasión.

La palma caliente de su mano cayo sobre mi muslo que se había descubierto bajo la precaria posicion en la que me encontraba con las piernas abiertas y con el acomodador entre ellas.

Intente empujarlo con menos fuerza de la que pretendía pero el no se retiro, por el contrario asalto mi boca aun mas fuertemente.

Estaba haciendo lo posible por no dejarme llevar de él y el cúmulo de sentimientos prohibidos que hacia aflorar en mi, pero el estaba haciendo añicos mi voluntad con su mano subiendo por mi pierna desnuda. Lo agarre de los cabellos y tire de ellos con fuerza mientras dos conflictos explotaban en mi cabeza haciéndome doler.

El dejo de besarme unos momentos, mas su mano, que ya se encontraba bastante arriba de mi muslo se detuvo en la región de mi cadera.

– Déjame...- pidió con voz agónica – por favor déjame...- gruñía como un animal – no te puedes imaginar por lo que he tenido que pasar sin ti, sin esto...tienes que dejarme...-

Me quede petrificada ante la abierta ansia de su voz que no había tenido oportunidad de conocer, el estaba culpándome a mi de su estado...y tal vez tenia razón, yo me había encargado de evitar el contracto entre nosotros, pero no sabia que hacerlo iba a acarrearle a el este tipo de emoción...

Caí en un abismo con todas mis barreras encima, el se vino abajo también pero sobre mi cuando se dio cuenta de que mi cuerpo se relajaba contra el de el.

Volvió a atacarme con su cuerpo y con su boca, me vencí al impulso esperando poder detenerlo cuando sintiera que se me salía de las manos. Me arquee hacia el y metí mis dedos entre su pelo apretando su cabeza contra mi cuerpo febril, sentí el palpitar de su pulso en el y cerré los ojos fuertemente aunque no me sirvió de nada, con los ojos cerrados podía percibir a un grado mas alto cada toque que repartía sobre mi. Fui cociente del calor abrasador de su mano torturarte sobre mi abdomen bajo la blusa que portaba, de ahí subió más y más hasta cerrarse con fuerza sobre mi seno izquierdo.

Una aguda sensación parecida a la electricidad recorrió mi pecho hacia mi abdomen y espalda y de ahí bajo por las piernas y volvió al centro de mi vientre, apreté las piernas entre las que el se había acomodado y escuche que gruñía dentro de mi boca.

Palpe sus hombros fuertes y tensionados en ese momento mientras seguía sintiendo esa corriente eléctrica.

¿Que seguía ahora?, ¿debía detenerlo? ¿Estaría en posición de hacerlo?

Su mano abandono mi seno para tocar mi abdomen otra vez, bajo por la cintura y siguió bajando hasta el vientre.

Quite mis manos inmediatamente de su cuello cuando medí cuenta cual era su objetivo.

Cerré mis dedos débiles sobre su muñeca cuando sus dedos entraron en contacto con el elástico de la falda. Intente apartarle tirando con todas mis fuerzas de su muñeca mientras gemía desesperada. Volvió a apartar su boca de la mía y me beso en el cuello mientras hacia fuerza contra mis manos.

– - dame algo... necesito que me des algo...- susurro en mi oído calentándome con sus palabras, no tenia idea de su búsqueda y menos fui cociente de nada cuando me mordió la oreja suavemente deslizando su lengua entre el lóbulo.

Muda.

De repente me había convertido en un ser sin palabras ni nada que pudiera atribuirse, mi cuerpo había tomado el domino de la situación y de nada valía que mi propio cerebro tratara de dominarme, si al fin y al cabo deseaba a este hombre con todas mis fuerzas, como nunca había deseado ni amado a alguien...

– - quiero meterme dentro de ti...Isabella...-

Mis manos abandonaron su muñeca sin creerlo siquiera...el erotismo de sus palabras solo me hablaba de pecados...de la oportunidad de olvidar la porquería de vida que había tenido, de dejar de lado mis miedos ocultos y entregarme a el y a sus demandas por que me quería, por que quería estar dentro de mi...

Su mano siguió el camino hacia abajo hasta estar enterrada entre mis piernas...Ahora la electricidad se concentraba ahí, en el calor de sus manos y sus dedos que comenzaron a acariciarme lentamente.

Me odie por mi debilidad, si se tratara de otro estaría muriendo en la agonía del asco, pero no con el... quería todo lo que pudiera darme y lo que nadie me había dado nunca.

Un gemido se ahogo en mi garganta cuando la electricidad salia del centro de mi cuerpo por el toque de su mano, sus dedos se movieron insistentemente sobre mí creando esa agonía de la que nunca había sido presa antes. Enterré mi boca en su hombro y mordí fuertemente su piel mientras una tensión demasiado fuerte se apoderaba de mí. Después de morderlo separe mi boca y dije:

– - por favor...-

Apártate...hazlo mas rápido...detente...

Pedia por algo que no alcanzaba a entender pero que debía ser tan instintivo como respirar.

– - quiero meterme dentro de ti – volvió a decirme, gemí en respuesta mientras pensaba en que pensarían de nosotros si nos encontraban en esa posición, pero a esa altura de las emociones lo que menos me importaba era quien nos vieran...era un manojo de necesidad desconocida. El busco mi boca y me beso mientras su mano se movió con más fuerza.

Apreté su cabeza contra la mía mientras miles de pensamientos relacionados con nada bullían en la mía y el calor y la electricidad comenzaban a repartirse equitativamente por toda la extensión de mi ser.

Antes de prever la reacción de mi cuerpo mis caderas se acoplaron al ritmo de su mano siguiendo el instinto animal.

Tenia que hacer algo, y tenia que hacerlo de prisa.

Empujarlo no era una opción...

Repentinamente todo dejo de tener sentido para mi arrasando los pocos segundos de cordura que me quedaban.

Ahora era primordial sentir esa sensación de vuelo y explosión cálida y agradablemente placentera de la que era mi cuerpo en ese momento. Esa dolorosa sensación estallo en esa parte de mi cuerpo que el tocaba y se repartio por mi columna y todo lo demás en unos momentos

Volví a morder el hombro de Edward con fuerza ante mi primera sensación de abandono, lo hice para no gritar por sentirme perdida, confusa, relajada y por ultimo anonadada. No sabía a ciencia cierta que era lo que acababa de pasar en esa cama solo sabia que no seria la misma persona nunca más.

¿Por que él me hacia esto?

Su mano se retiro suavemente pero al mirar su rostro me di cuenta de que estaba distorsionado...el...aun no encontraba su placer.

Súbitamente se irguió y se levando de la cama torpemente ahora aun con la pierna resentida.

Como pudo salto de la cama y se dirigió cojeando al baño cerrando la puerta con fuerza.

Yo mire hacia el techo de la habitación pensando en los muchos apelativos que podían ser parte de mí ahora.

Pero lo que más me sorprendía era que no me sentía sucia, ni usada, ni nada de lo que sentí cuando estuve a punto de ser violada, no había pensando en eso siquiera y ahora se me cruzo por la mente solo de pasada.

Pero había una respuesta sencilla para todo ese cuestionamiento Edward Cullen era el único hombre al que alguna vez había deseado pertenecer.

Me senté lentamente en la cama y me arregle las ropas, baje de ella y arreglando también mis cabellos me senté en la silla a esperar que el saliera...para ver su reacción y decirle que no me importaba que hubiese tocado íntimamente mi cuerpo.

Que solo quería ser de el.

La puerta se abrió cerca de siete minutos después y mentiría si no los había contado cronologista. El se quedo apoyado en el marco y supe que me miraba impasible.

Sin importarme nada más que su bienestar me puse de pie y me acerque para auxiliarlo, al fin de cuentas para eso estaba ahí.

El no opuso resistencia y caminamos precariamente hacia la cama, una vez estuvo acomodado ahí di dos pasos hacia atrás pensando en que si el no quería decir nada yo no era nadie para preguntar así hubiera estado implicada en el asunto.

El detuvo mi mano llamándome

– - Isabella...- la mano ahora estaba fría, mire esos dedos por unos segundos y luego, sin saber realmente si eso venia al caso le dije

– - puedes llamarme Bella...todos lo hacen, creo que te ahorraras unos segundos.

El se quedo callado mas no dejo de enfocar su vista en mí, luego añadió

– - Bella...- de nada servia, se escuchaba de igual manera seductor en sus labios, hasta una mala palabra se vería bien pronunciada por su tentadora boca. - perdóname...- no tuve las fuerzas necesarias para seguirle mirando, tire de mi mano sin conseguir que la soltara – se que no querías que esto pasara pero...no pude contenerme... ¿tienes idea de cuanto de deseo?-

Otra vez hablando de necesidad. Moví mi otra mano de manera que la de el quedo entre las mías

– - no debí evitarte y lo siento... es culpa mía - alce su mano y la bese esa mano que me había mostrado hasta donde llegaba la dominación que el ejercía sobre mi – no...No quiero que te disculpes por lo que paso...porque...porque después de todo...ambos lo deseamos...- cerré mis ojos con fuerza cuando sentí que mis mejillas se inundaban de sangre

No hable en pasado por que aun quería pertenecerle por completo, aun quería hacer mis brutales miedos a un lado.

– - pero tu...en tu apartamento...- dijo el como si mis palabras le hubiesen desconcertado

– - las cosas son diferentes ahora – confesé llena de vergüenza, en ese momento incapaz de verme como algo mas que una puta.

Solté su mano sin darle ningún otro tipo de explicación. Me di la vuelta y tome la pequeña bolsa que había traído para el. Con suavidad la puse en su regazo y lo mire finalmente a los ojos

– - para evitarnos ataques furtivos – dije esperando que entendiera que hablaba de su salvaje necesidad, el tomo mi mano antes de que pudiera escapar

– - gracias...por todo -

Sin poder evitarlo sonreí y me acerque a besarle la frente

– - espero que te gusten...

– - todo lo tuyo me gusta – dijo susurrando hacia mi mano calentándola con su aliento-

Solté mi mano ahora con cierto esfuerzo y me senté a verle comer. Algo que sin duda era placentero como todo lo que el hacia, pensé que en que de alguna manera cubría sus necesidades no sexuales como si fuera su madre.

La que no tenía.

En la tarde empujaba una silla de ruedas destinada para Edward por el piso de especializaciones hacia el censor, finalmente le daban salidas y parecía estar en la gloria. Yo me sentía en la gloria por el.

Cuando abandonamos el ascensor vi que parqueada casi en la puerta se hallaba una camioneta estacionada con vidrios blindados esperándonos. Esa debía ser la que nos conduciría a su hogar. Yo había traído pocas provisiones por que aun planeaba traer mis cosas con reticencia pero sabía que no habría manera de oponerse. Tarde o temprano todas mis cosas estarían allí.

Subió a la camioneta y el chofer nos ayudo con la silla de ruedas y la maleta que Edward había estado manipulando para sus cosas.

El auto avanzo por la ciudad directamente por la vía principal, vi que tras de nosotros un par de motocicletas negras nos seguían el paso. Debía ser muy incomodo andar todo el tiempo con escoltas pero de alguna manera se respiraba seguridad.

Mientras avanzábamos el silencio se hacia patente pero pude darme cuenta de que enfilábamos hacia la zona residencial mas elegante de la ciudad.

Los edificios eran altos y las casas en las colinas tenían patios verdes y amplios donde seguramente las mascotas vivían felices y maravilladas por su espacio.

Mire hacia el frente sin tener ningún tipo de palabra con Edward estábamos ingresando a lo que `parecía ser una mansión al menos para mi concepto, La edificación se erigía sobre el suelo pastoso. Creí que el era de esos empresarios que solían vivir en algún tipo de apartamento, probablemente si disponía de uno como lo había imaginado pero tener esta mansión era más beneficioso para su recuperación

El auto enfilo en perfecta simetría al estacionamiento amplio cruzando unas rejas blancas. Mire hacia la parte de arriba de la casa y vi que en dos de las habitaciones que daban hacia nosotros habían un par de balcones amplios, casi demasiado grandes para sostenerse pero aun así la fachada robaba el aliento, por cada piedra se podía notar lo costosa que era. Mire con los ojos bien abiertos tratando de no perderme detalle francamente admirada, nunca mis pies habían llegado a pisar semejante lujo y tenia, en ese momento, el lamentable impulso de retractarme en haber aceptado esa propuesta

– - hermosa, ¿verdad? - escuche la voz de Edward tras de mi, y me di cuenta de que le estaba dando la espalda en mi fiero intento de ver completamente la casa a través de la ventana del auto. Me volví lentamente sonriendo sin poder evitarlo.

– - preciosa – no había otra palabra para describirla y usa lujosa, cara o elegante no parecían las palabras suficientes para hacer honor a una casa de ese tramado, cuando lo enfoque en su totalidad me di cuenta de la resuelta melancolía de su rostro que en esos segundos no aparentaba ocultar, se me encogió el estomago en el momento en que le vi, sintiendo unas ansias locas de abrazarlo y darle cobijo como si fuera mi hijo

– - era de mis padres – hablo en un tono lejano – aquí. Viví la mayor parte de mi infancia y después de que murieran, luego toda mi adolescencia mientras acudía a la universidad.

– Aunque el no lo quisiera admitir en sus propios ojos podía verse cuanto echaba de menos a su familia.

– - ¿a que se dedicaba tu padre? - le pregunte esperando que dejara a sus ojos ser normales, fríos pero normales nuevamente.

– - era medico - dijo tosiendo un poco y acomodándose, evito mi mirada como si de alguna manera hubiéramos intercambiado de papeles y fuera el que me estuviera evitando.

– - ¿y tu madre? - pregunte ahora llena de curiosidad ya que había empezado a abrirse un poco.

– - era restauradora de interines y antigüedades. - su tono cambio de tal manera, si lo interpretaba correctamente ese no era un tema que quisiera alargar demasiado.

– - debía ser una restauradora impresionantemente buena – comente paseando mi mirada por el rededor, al hermosos jardín que se abría paso ante mis ojos y a las múltiples estatuas en ese. Se podían apreciar peculiaridades relacionas con el tiempo y la falta de cuidado pero no por eso dejaba de ser hermosa, había una estatua griega de una pareja enamorada en una de las asombrosas esquinas de el jardín, era el tipo de estatuas que se reparaban para simple deleite de quien las observaba.

– -¿por que dices eso? - respondió Edward a mi afirmación con una pregunta. Ahora se escuchaba inconstantemente molesto. Señale a la astuta y al jardín con un gesto de la mano

– - solo una mujer con talento podría haber dejado un jardín de esta magnitud y una estatua de esa edad en el estado en que se encuentran.

Con Emmerald había aprendido de floristería, como había mencionado antes, Y sabia también que de vivir aquí, y si el me lo permitía, me iba a ocupar de ese hermoso jardín. El no dijo una palabra más pero a pesar de eso pude ver, por el rabillo del ojo, que no me quitaba ojo de encima como si estuviera sorprendido, o contrariado, no podía saber.

El auto finalmente se detuvo en la magnánima puerta de la entrada. Me salí rápidamente del auto con la intención de ayudar a Edward a bajar. El chofer del auto estuvo ahí momentos después con la silla de ruedas que había alquilado el para poder movilizarse mas fácilmente. En la puerta se hallaba una mujer robusta de cara sonriente y vestida de blanco y negro, por lo que veía parecía ser parte del personal de servicios.

En cuanto se subió a la silla el chofer lo empujo hacia dentro dejando que yo caminara a su lado, al pasar por la amplia puerta la mujer saludo.

– - buenas tardes señor Cullen – pasamos al frente, el no le respondió pero ella no se inmuto, no parecía llevar mas de una semana trabajando allí pero no podía sacar conclusiones apresuradas. - buenas tardes señorita – añadió dirigiéndose a mi

– - buenas tardes – le respondí torpemente, soliendo a mi vez para que no se quedara conmigo, al menos en el sentido de la amabilidad.

Cuando cruzamos el umbral hacia el interior de la casa descubrí que mi breve imaginación del interior de la casa se había quedado sin hacerle justicia.

Era una casa muy antigua y sabia, o por lo menos llegaba a sospechar, que su madre era la responsable de la mayor parte de la restauración del interior, si, ella podía haber muerto pero seguramente Edward se había encargad de que las cosas se conservaran tal como ella las había dejado aun siendo el un niño.

No pude evitar sonreír torpemente ante la rotunda elegancia de la casa, seguramente me vería como una mosca en crema y nata de la sociedad.

Sentí que Edward me tocaba levemente la mano y me decía en cuanto lo mire.

– - vamos, te mostrare tu habitación, y la mía

Casi dejo salir un suspiro de alivio ya que, si bien no lo hubiera consentido, esperaba que me pidiera que durmiera en la misma habitación de el.

La mujer se acerco silenciosamente y tomo de mi mano el maletín de viaje, y también la maleta de ruedas de Edward. El la detuvo antes de que se retirara.

– - no es ropa todo lo que contiene esa maleta, por favor deseosita lo que no sea ropa en mi habitación.

– - descuide señor – dijo ella haciendo una pequeña pero majestuosa reverencia. Luego se retiro, Cuando mire nuevamente al chofer me di cuenta de que no era el mismo que me había llevado a donde Madame Renee tiempo atrás, tal vez tenia dos conductores, supuse que alguien como el podía permitírselo.

Entre el nuevo chofer y yo ayudamos a Edward a subir las escaleras hasta llegar al todavía más opulento segundo piso. Probablemente necesitara de más de media hora para dedicarme a conocer todo el lugar.

Había un pasillo tapizado de rojo oscuro, más bien negro, y puertas labradas perfectamente a ambos lados del pasillo, se repartían equitativamente revelando la cantidad de habitaciones que esa casa podía poseer.

Rodamos con la silla hasta la segunda puerta del lado derecho, puerta que el chofer abrió para dejar pasar a Edward en la silla.

Era una habitación y al mismo tiempo podría ser tomada por una oficina grande. La cama kingsize y adoselada estaba posada en e centro de la habitación con el cabecero contra la pared, al lado derecho, desde el piso al techo, se hallaba el guardarropas y la mesa de noche. Al lado izquierdo y también desde el piso hasta el techo había un basto mueble lleno de libros cuidadosamente ordenados. Hacia el frente y cerca a la ventana, desde donde se podía adivinar uno de los amplios balcones, había un amplio escritorio en donde había posado un vaso oscuro lleno de una gran cantidad de variados esferos y lápices, había una computadora portátil fina, un pisapapeles de piedra labrada cuya forma no alcance a identificar y un portafolios de color negro. Si esta era su habitación, no podía llegar a imaginar que aspecto tendría la que el había destinado para mi.

– - gracias Laurent - dijo Edward cuando el hombre lo dejo estacionado en el centro de la habitación. - Bella y yo nos arreglaremos desde aquí.

El chofer se retiro en silencio. Yo me acerque hacia la amplia ventana desde donde podía verse parte del camino por donde habíamos llegado, también podía verse una parte de el trasero de la casa desde donde se podía ver parte de una piscina. La luz comenzó a desvanecerse lentamente.

– - ¿y bien? - dijo el después de unos momentos. Lo mire a la confundida por su pregunta.

– - es una casa hermosa – confesé sin pena – debes estar orgulloso de ser el propietario.

– - Lo se, es de los mejores legados que herede de mis padres.

El empujo por si mismo la silla hasta la ventana hasta ponerse casi delante desde donde estaba yo.

Permanecimos así durante un tiempo, luego el empezó a buscar mi mano tocándose indiferentemente los hombros. Pose ambas manos en sus hombros y el las tomo con las suyas, por un segundo casi sucumbo al deseo de apoyar la mejilla en su coronilla, no sabia como podía tomarlo el.

Luego el dijo.

– - no sabes cuanto me alegra que estés aquí.

En esta ocasión lo creí plenamente, mas allá de que confiara, no me quedaba otra cosa en la que creer.

Edward Cullen

29 de Julio de 2007

Mía.

Eso era todo en lo que podía pensar mientras una oleada de calor me atravesaba las entrañas.

Me hallaba en las postreras de un sueño que ya conocía pero que sin embargo permanecía vedado ante mis ojos.

La mujer, en el balcón de mi casa, con mi camisa puesta, mirando al frente, su rostro oculto, mi frustración corriendo por sobre todo.

Si ella se trataba de una premonición esperaba que no se fuera a volver realidad en estos momentos de mi vida. No necesitaba distracción de semejante magnitud teniendo que cumplir mi deber al estar con Isabella.

Por como me tentaba esa ensoñación maligna bien podría abandonar todos mis proyectos por el simple afán de perseguirla, sentía que podía ir incluso al final del mundo con tal de tenerla para mí, solo para mí.

Me rasque los ojos para despejarlos y mire hacia el techo del hospital. ¿Quien me iba a decir que el hecho de ponerme en peligro iba a hacer que Isabella cediera a mi deseo de que viviera conmigo? Había logrado que accediera a mis deseos, y de que manera...

Aun podía sentir el labio palpitándome allí donde ella había hincado sus blancos dientes, aun podía sentir en mi boca su dulce rendición parcial

"me voy a vivir contigo".

Solo que después de una semana ese era el encuentro sexual mas cercano que había tenido con ella, de hecho se trataba de la última vez que me había tocado realmente. Aun en contra de mi voluntad me había dejado empalmado con la suficiente frecuencia para hacerme perder la paciencia, con verla comenzaba a desear estar encima de su cuerpo y eso no era bueno, por que me conocía sabia que se trataba de la única opción disponible dado las circunstancias. De hecho me veía a mi mismo razonando acerca de que por ser el objeto, el único objeto por el que debía mostrar interés, era lógico que se hubiera colado en la mayoría de pensamientos obscenos que tenia si la miraba como la única opción disponible para mi.

Era una locura y sin embargo así me sentía, ella me había, deliberadamente, negado el uso de su placer y yo estaba ahogándome en un charco de necesidad por el cuerpo de una mujer a la que me bastaba olfatear para que todas mis terminaciones nerviosas ardieran.

En medio de mis pensamientos la luz de la mañana llego para terminar de iluminar el color gris de la habitación que en ocasiones me parecía de moribundo. Lo único positivo que podía tomar de todo esto era que ella me visitaba. Con ella al menos podía tener una conversación medianamente inteligente aunque siempre ardía por poner calor a nuestras conversaciones a fin de que dejara de apartarse de mi como si yo fuera un leproso, en ocasiones permanecía callada pero, curiosamente, así tampoco me aburría por que haciéndome el que dormía trataba de analizar su rostro a fin de saber que pensaba, o si su rostro era lo suficientemente expresivo para mostrarme lo que le pasaba por la cabeza.

Mientras seguía mirando al techo procurando volver a dormirme dieron casi dos horas, en ese tiempo escuche la puerta abrirse y vi entrar a una mujer de gorro con la acostumbrada comida en bandeja la cual puso en la mesa especial y la acerco a mi de modo que pudiera acomodarla del todo, le dije "gracias" de todas maneras por que a ella solo le pagaban por repartir el veneno.

Una modelo, de las tantas que había conocido, podría tener el cuerpo esquelético que deseaba siguiendo una dieta programada por este hospital, si consumía lo que servían aquí seguramente alcanzaría el peso pluma en un mes.

Tome la cuchara y la hundí en esa agua turbia pensando en que no me dejaría morir de inanición así tuviera que sacrificarme bebiendo eso.

Escuche que la puerta se abra nuevamente y levante la mirada esperando que no se tratara del grandioso chef del hospital preguntándome que tal estaban los manjares.

Era mi medico de cabecera, el, dolorosamente, me recordaba a mi padre por su dedicación y esfuerzo y sobre todo por tener tanta paciencia con un personaje tan huraño como yo sabia que me había comportado

– - como esta hoy señor Cullen – pregunto el Dr. Emmet acercándose y frunciendo el ceño al ver mis remedos de desayunote oculto mientras yo respondía.

– - creo que preferiría no responder – dije patéticamente enfadado.

– - mucho mejor, asumo - dijo volviendo a verificar mis constantes vitales

– - mi cirugía esta bien, quien no esta bien soy yo – respire hondo y trate de calmarme - no soporto estar un día mas en este hospitales

– - va a tener que estar acá cerca de un mes para que podamos supervisar la recuperación parcial de su luxacion, no fue algo sencillo y debe recuperarse bajo estricto control medico. No queremos perder su pierna y creo que usted tampoco lo desea así.

Por supuesto que no quería perder mi pierna, era una pregunta demasiado estupida a la cual se le podía dar una respuesta predecible. Lo curioso es que no me enfade por demasiado tiempo.

– - - bien – rezongue – haga lo posible por que solo sean tres semanas.

– - después de ver su ansia por dejarnos tenga por seguro que así será.

Era un canalla que se estaba burlando de mí

– - que pase usted un buen día – dijo retirándose

Ave de mal agüero, chulo.

No podía creer que hubiera separado la visita de mi medico con la esperanza de que me dijera que me podía largar y cambio hubiera recibido la noticia de que tenia que quedarme en este lugar durante casi tres semanas mas.

Seguí tragándome el "guiso".

Quince minutos después termine, ya que miraba cada cuchara que acercaba a mi boca con tanto desden que me producía ganas de vomitar. Aun tenia un poco en el plato pero no iba a abusar de mis nauseas y arriesgarme a oler el vomito luego de oler la esencia de ese caldo rancio.

Y la puerta volvió a abrirse, delicadamente esta vez. Por ella entro Isabella quien me hizo un gesto con la cabeza casi imperceptible para saludarme al cual respondí seguramente con cara de puño, ese guisado mas que alimentarme me hacia querer no ser la olla donde lo preparaban.

– - el medico vino hace poco – le comunique – no podré caminar en al menos dos semanas mas.

Ella negó suavemente con la cabeza mientras se sentaba en la silla del visitante, me dirigió una mirada que a mi me parecía de casi compasión, bueno, no todo era tan malo, al menos ella estaba ahí

– - al menos tengo el consuelo de tenerte – solté tan rápidamente que no me di cuenta de lo que decía. Para sorpresa mía vi que se sonreía beatíficamente iluminando su rostro con esa súbita belleza que en ocasiones apreciaba de ella. Le daba un aspecto soñador, y soñado.

La mire durante un tiempo preguntándome por que esa belleza tenia la habilidad de deslumbrarme, era como si de repente se viera bañada por una luz casi celestial. La risa desapareció luego tan rápidamente como había llegado. Seguía media erguida en el sillón de las visitas y como casi siempre negándose a mirarme.

– - acabo de venir del Café Paris...renuncie esta mañana – me comunico bajando la cabeza de modo triste, evidentemente era una descicion que la indisponía negativamente. Pero a mi, por el contrario, me alentaba en alto grado, estaba descubriendo, una vez mas, que ella estaba, o estaría pronto, completamente en mis manos.

- gracias - dije sin que se me ocurriera otra cosa mas que decir.

Ella dirigío sus ojos hacia mí como si no hubiera escuchado bien. Me enfade un poco ya que me consideraba altamente como uno de esos hombres a los que una palabra de agradecimiento saldría a puñetazos y a palizas, y ahora lo hacia y ella no se mostraba interesada. - en verdad aprecio que te quedes conmigo. Su sonrisa volvió aunque menos fuere, daría un penique por sus pensamientos.

– - no me lo agradezcas - me respondió seriamente volvió a quitar sus ojos de los míos – de todas maneras cambio un trabajo por otro

– - una duda se asentó en mi ahora que lo decía. Hasta ese momento no había pensado en ella como una mujer interesada pero acababa de darle un ligerísimo vistazo a lo que parecía ser la verdadera personalidad de todos los humanos, incluyéndome. Por mucho que dijera quererme el dinero siempre iba a ser parte de esto, no era que esa afirmación me molestaba, pero por unos días creía que ella era diferente de los demás. No guardaba muchas esperanzas pero ahí estaba.

– Me decidí a probar brevemente que tan leal podía ser Isabella Swan al dinero o a mí.

– - ¿acaso es un trabajo para ti cuidar de mi? -

Rápidamente me di cuenta de que tal vez estuviera un poco equivocado cuando observe su expresión horrorizada, parecía ser verdadera, su voz tembló cuando me hablo.

– - ¿como puedes preguntarme algo así? - tosió un poco y continuo - creí haberte dicho que no seria una mantenida.

Así que de eso iba todo, quería estar conmigo pero aun así ser independiente, debía darle crédito a eso.

– - cuidarme no te hace una mantenida - dije enfadado con ella por su mentalidad reversada, al menos en lo que respectaba a mi propia mente, Escuche que suspiraba y vi que apretaba las manos.

– - no quiero discutir – dijo después de unos momentos – solo pensé que debías saber que ya no tengo un trabajo con el que subsistir y si cambiaste de opción solo debes decírmelo, ya me las arreglare.

Era increíble que siendo tan pequeña, delgada y frágil pudiera irradiar ese halo de dignidad a pesar de que su vida no hubiese sido digna en absoluto. No pensé que fuera a tomarlo de esa manera y no me convenía que se exaltara lo mas mínimo.

- - ven aquí - pedí después de unos momentos, los que le di para que se serenara un poco.

Se dio la vuelta desde donde se habia puesto de pie para replicar, espere haber disfrazado correctamente la expresión de mi rostro para atraerla. Camino lentamente hacia mí, cuando estuvo mas cerca le ofrecí mi mano como tabla de salvación a la confusión que veía en su rostro. Cuando tuve su mano en la mía la inste para que se sentara a mi lado.

- - tampoco quiero discutir contigo - confesé "por que no me conviene" - no cuando acabas de hacer algo verdaderamente valioso por mi.

La mano que sostenía tembló ligeramente.

- - por que dices que lo hacer por ti.

¿Como podía ser alguien tan ingenua y transparente? Moví mis dedos en busca de su ahora alterado y palpable pulso radial. Un viento leve entro desde la ventana semiabierta trayéndome de ella su olor vainillado.

- - si no hubiese sido por mi no tendrías el pulso acelerado ni la piel temblorosa - añadí algo que para mi al menos era seguro - tu no puedes mentirme.

Ella me miro tratando de negar mi afirmación, o eso me pareció, a cambio de eso dijo

- - ¿como puedes conocerme tan bien?

Ella era un enigma. Sonreí para mi mismo porque jamás me había esforzado tanto por conocer a alguien como ella. Podía ser una chica predecible pero no conocía todo lo quería de ella. Su mano que aun estaba en la mía me dio la ventaja de poder acercarla a mi y poder comenzar a intimidarla

- - ¿crees que te conozco? - pregunte cuando tuve su frágil rostro a un palmo del mío. Sus mejillas se sonrojaron yo sentí palpitar la parte inferior de mi cuerpo.

- - no lo se - respondió dócilmente ella a pesar de que no era esa la respuesta que quería dar

- - puede que conozca ciertos aspectos de tu carácter - trasmití un poco de lo que había pensado antes - pero no te conozco...a ti - estaba haciéndome insinuación puramente sexual. Si ardía en deseos de conocer a Isabella Swan sin una sola prenda sobre su cuerpo, inevitablemente mis ojos se deslizaron sobre el objeto de discusión, tan cerca de mis manos que las puntas de mis dedos ardían por entrar en contacto por ella.

Ella se inclino sobre mi y ya estaba preparado para saltar sobre ella cuando ella se retiro rápidamente luego de un ligero contacto.

- - lo siendo... - disculpas y mas, estuve a punto de gruñir de frustración - por lo de antes - continuo ella, haciendo referencia a la "discusión" de la cual, en esos momentos no podía recordar nada.

La puerta volvió a sonar haciendo que ambos reaccionáramos sobresaltados.

- - buenos días señor Cullen, espero que haya dormido bien - decía mientras caminaba por la habitación la alegre enfermera del turno diurno, una mujer rellena que parecía tener pegada una sonrisa siempre en el rostro, y era quien había ayudado a bañarme los días en los que estaba mas deplorable.

Ella termino de abrir las ventanas de la habitación haciendo que la luz hermanara a su vez de bañarlo. Luego se dio la vuelta y se percato de la presencia de Isabella a mi lado

- - OH, usted debe ser la señorita que va a acompañar al señor - choco las manos fuertemente y dijo - ¡que bien! hoy tendré ayuda para el baño

Hubiera saltado sobre ella para besarla de haber estado completamente recuperado, fue un placer ver como la cara de Isabella se tenia de color.

- - eehhh... ¿que? - su voz sonaba confusa

- - tengo entendido que cuidara al señor Cullen en cuanto salga de aquí, ¿verdad?

Debía dar crédito a los chismes, sabio que existían pero no sabio que se propagaran tan pronto

- -si - afirmo Isabella

- - pues bien, ¿no cree que seria idóneo que lo ayudara en su baño y aprendiera como debe lavarlo evitar mojar el yeso y su herida?-

De la nada una imagen mental de mí en una amplia bañera, tomando el baño, y de ella lavándome la espalda con una esponja cruzo momentáneamente por mi imaginación haciéndome rechinar los dientes sobre todo por que la parte inferior de mi cuerpo ardió aun más.

Sonreí pensando en cuan placentera iba a ser esta primera lección. Sonríe también a Isabella y vi que me miraba con reproche, pero esto se salía del poder de ella o mío, el medico y la enfermera siempre tenían la razón.

Tres semanas después.

Ese día la risitas me había bañado mas temprano que de costumbre, probablemente lo hacia por que sabia que me iba hoy de este infierno y quería que todo saliera bien. Esperaba no volver.

El día anterior había conseguido hacer que Isabella me prometiera liberarme de la horrorosa dieta que venia siguiendo y que me trajera algo de comida verdadera. Esa que era su especialidad.

El día anterior había llamado a James también para que hiciéramos un recuento de todo lo que había pasado con mis activos impecablemente administrados por el, en mi ausencia.

Debía venir hoy y esperaba que no se encontrara con Isabella.

Alguien toco la puerta y luego entro. Mis deseos por fin cumplidos, James estaba ahí, venia cargado con mis papeles y su acostumbrado fólder negro, lo único que traía diferente con el y que no le cuadraba para nada era una bolsa de papel rosa que cuidadosamente envolvía algo en su interior.

- - buenos días - dijo en cuando cerro la puerta tras el

- -buenos días - respondí tosiendo un poco - siéntate -

- - gracias - se acerco a la cama y comenzó a hacer uso de la mesa donde habitualmente tomaba mi desayuno.

Desde allí comenzó a relatarme lo que había pasado de novedad en la empresa y la constructora. De alguna manera me sorprendía saber que las pérdidas habían sido más bien pocas.

Aun así persistía el problema con los activos que hacían falta, provenientes de las acciones del hospital. Ahora que esto había sucedido disponía solamente de dos meses para terminar de engatusar a Isabella y poder tomar así el proyecto como mando.

Luego de esto dejo los papeles a un lado y se dirigió ala bolsa rosada la cual puso a mis pies.

- - vaya, James, no creí que fueras de los tipos detallistas - dije mirando el color femenino de la bolsa con desconfianza.

- - no es para usted - aclaro el rápidamente -

Abrió la bolsa lentamente y de ella saco un cuaderno de tapas rojas que tenia un broche dorado. Lo mire entrecerrando los ojos.

- - ¿que es esto? -

- - estaba pensando en que seria bueno que hiciera un detalle a la chica por...por lo que ha hecho, lo hará, tengo una hija de su edad y hace unos días su tía le regalo algo parecido a eso, y pareció bastante complacida, parece ser algo que las jovencitas aprecian bastante

- - ¿un cuaderno? - pregunte sin entender realmente

- - un diario, es donde las señoritas escriben sus...pensamientos y emociones -

No sabia que James tenia esos conocimientos pero caí en cuenta de que teniendo una hija joven debía serlo.

James me acerco el cuaderno y cuando lo tuve en mis manso vi que dentro del broche había pegada una llave dorada también.

Sin mirarlo verdaderamente y pensando en dárselo cuanto antes a ella le pedí que lo metiera en la bolsa y lo pusiera en un sitio especial dentro de la maleta que estaba usando.

Luego nos concentramos de lleno en los proyectos y en los informes que habían entregado y los que hacían falta por. Había ciertas deudillas que debían ser solventadas de inmediato y estábamos discutiendo sobre cuales eran las mejores opciones para pagar cuando escuchamos otro golpe en la puerta y después esta se abrió dejando entrar a Isabella.

Vi que James la miraba notablemente sorprendido, no podía saber lo que estaba pensando en ese momento pero había algo en su rostro que parecía compasión, y extrañamente, tristeza.

- - buenos días, Señorita -

- - buenos días - respondió ella sonriendo brevemente a James

- - Isabella...- dije mirándola - déjame presentarte a James, es el abogado de la familia.

Ella me miro rápidamente y luego a el. James se acerco a ella y le estrecho la mano, seguí los ojos de James y me di cuenta de que tenia la misma mirada que hacia cuando hablaba de su hija, me miro asintiendo brevemente y luego, soltando su mano, se volvió hacia sus papeles.

- - ya estaba por retirarme, le llamare en cuando tenga todo listo - dijo

Supuse que hablaba de la solvente de las deudas y esperaba que la descicion buen tomara me complaciera.

- - gracias - conteste, me despedí manoteándolo y volví a mirar a Isabella que permanecía en silencio - ¿como estas? - le pregunte a falta de otras palabras.

Ella no me respondió inmediatamente mas me miraba con seriedad y suspicacia. No sabía que le pasaba ya que no tenía motivos para estar enfadada, demonio9s si hasta había reprimido mi libido para no incomodarla demasiado.

Ella camino hacia mí y acercándose lo menos que le permitía su cuerpo se inclino y me beso la frente, luego se envaro con rapidez con su mirada incólume. Luego esta desapreció súbitamente.

- - tengo una sorpresa - dijo ella descargando de su espalda el maletín que traía con ella. En cuanto la abrió el olor de algo calido inundo mi nariz, de harina calida. Olía a comida de verdad y no a postreros insultos a esa definición. Ella saco una bolsa de papel y la puso a mis pies brevemente, ya casi había yo alcanzado a cogerla y meterle mano cuando ella las aparto de mi camino,

- - aun no - dijo susurrando como si estuviera cometiendo un delito. Sentí una ira estupida apoderarse de mi.

Había sabido de casos en los que el hombre podía matar por comer, hasta ese momento no me di cuenta de cuanta verdad había en esos relatos, como era esa agonía y mas cuando esa misma se combinaba con la excitación sexual frustrada.

Decidí dejar que apartara el paquete y a cambio de eso intente serenarme para decirle

- - ¿por que te encanta torturarme? -

Había descubierto ahora la faceta de perra vengativa que no conocía de Isabella Swan, esa que naturalmente debían tener todas las mujeres para hacerlas mas deseables a nuestros ojos. Ella ocultaba sus ojos de mí, hacia eso constantemente. La ira siguió creciendo dentro de mí pero esta vez no tuve nada que ver con el hambre, se trataba de otro tipo de ansiedad y frustración que no tenia mucho que ver ante el apetito, a la larga iba a terminar por enloquecerme.

- - ¿por que dices eso? - era demasiado lenta en cuestiones sexuales, y también demasiado inocente, si no se daba cuenta de toda la mierda que estaba intentando contener dentro de mi tendría que hacerla participe.

La mire lentamente tratando de avergonzarla, marcando cada parte de su pequeño cuerpo con mis ojos ardientemente como si ella pudiera llegar a consumirse de la misma manera en que yo lo estaba haciendo.

- - has tratado de evitarme desde hace semanas - aplique decidido por la verdad que parecía ser el único elemento posible para salvar la situación, el hecho de que ella permaneciera alejada de mi persona me hacia arder de ira y enojo, aparte de expiación. No había razón ni espacio para su excesiva timidez, no cuando casi acabamos la noche en que tuve el accidente - te alejas cuando quiero tocarte - seguí reclamando como si de alguna manera tuviera derecho sobre ella, el que aun no tenia - acaso te produzco rechazo?

Bah, pensé exasperado, no creía en verdad que fuera a responder a mi pregunta especialmente cuando parecía ser una maestra en el campo del miedo, la transparencia y la timidez

Si, ella me rechazaba y eso era un golpe duro para mi atolondrado ego masculino, ese que desde hacia un tiempo ella se había encargado de patear con bastante frecuencia. De repente ese enojo que sentía broto de mi boca en forma de palabras inconexas que no quería pronunciar pero que sin embargo pulsaban en mí como el latido en mi ingle.

- - ahora mismo quiero que me toques - maldita sea si lo quería - que me beses, solo me das ese casto contacto en la frente y me prohíbes probarte aunque sea por medio de tus alimentos - debía sonar como un chiquillo excesivamente meloso y terco pero todo esto estaba rozando los limites de mi paciencia.

- - yo no he tratado de evitarte - dijo ella para rematar negando lo que yo sabia demasiado bien, que era verdad.

- - ¿ah no? - el juego se salio de mis manos rápidamente para ser sustituido por mis necesidades primarias y nada inocentes - entonces ven aquí -

La rete para que se negara y se diera cuenta de que, inconc8ientemente o no, salvaba las distancias entre nosotros fuertemente, algo que no era bueno ni para mi ni para ella., ni para mis finanzas.

- - ¿por que? - respondió ella a mi demanda de que se acercara, como una niña. Sonreí de lado al recordar la ardiente pasión de su respuesta días atrás, también recordé la suavidad de su cuerpo contra el mío y el calor que sentí entonces volvió a llenarme haciéndome sentir traidor conmigo mismo

- - por que quiero un beso - le conteste antes de poder detenerme

Pensé que se iba a echar para atrás o algo parecido pero contrario a eso camino hacia mi, vino hacia mí.

Bueno, no precisamente hacia ni pero la cama contaba como acercarse a mi perímetro, pero se encontraba bastante mas cerca que antes.

Tendí mi mano hacia ella, sin saber exactamente por que lo hacia, para que me diera la suya sintiendo la placentera satisfacción cuando me dio la suya.

En el momento en que tome su mano un corrientazo trepo por mi brazo y se apodero de todo mi cuerpo en un segundo. Tire de ella de manera que cayo en la cama y me trepe sobre su cuerpo antes de que se negara inmovilizándola y acomodándome febrilmente entre sus piernas entreabiertas. Ella cerró los ojos cuando la mire tal vez aceptando sumisamente esta nueva posición de nuestros cuerpos y la urgencia de mis demandas, no necesite más invitación que la de un suave y casi imperceptible suspiro de su parte. Atrape sus labios con mi boca y comencé a succionarlos ávidamente en Trento trataba de abrirme paso por su propia boca cerrada Moví mi cabeza de un lado a otro para no perderme nada de su sabor, anormalmente dulce, inocente. Ella abrió los labios con lentitud dándome permiso para ingresar el cual aproveche rápidamente tratando de contener a la bestia dentro de mí.

Aplaste sus formas contra la dura cama, el colchón duro al no ceder me permitía apreciar con mis propio cuerpo cuan pequeña era

Mis manos instintivamente se movieron en busca del contacto de su piel directamente, sus piernas trasmitían el calor de la piel aun a trabes de tela de mí ` pijama y sus ropas, seguí moviendo mis manos hasta que sentí el contacto de la piel que estaba buscando, una piel tan suave que daban ganas de morder si compasión, sentí que hizo un débil esfuerzo por apartarme pero que se negara solo hacia que me encendiera mas.

Chupe sus labios ansiosamente mientras dejaba que se adaptara al toque de mi mano, ella estaba temblando, el calor de sus dedos invadió mi cabeza seguido con unos aguijonazos de dolor pasajero tras lo cual me di cuenta de que trataba de apartarme de ella

"NO LO HAGAS" - Quería gritarla, cada movimiento que hacia debajo de mi cuerpo lo sentía por triplicado en el mío. Subí mi mano y su piel siguió quemándome haciéndome arder en deseos lujuriosos.

Me aparte de su boca a su oído, suplicándole prácticamente sin entender por que nunca había sido de esta manera, por que jamás me había consumido tan rápidamente por alguien.

- - déjame - rogué para mi propio bien y no para el de ella - por favor, déjame...- los sonidos secundarios a mi ansia cobraron vida en mi garganta, esto no era actuación, podía ceñirme al libreto pero ardía por la liberación dentro del cuerpo de una mujer - no te puedes imaginar por lo que he tenido que pasar sin ti, sin esto, tienes que dejarme -

El animal dentro de mi, desbocado, hablaba por todo mi cuerpo.

El de ella dejo de temblar notablemente, me frote exaltado contra su cuerpo delgado cuidando de no aplastarla verdaderamente y besándola con la intención de acabar con el dulce de su boca que parecía interminable.

Maldita.

Se arqueo contra mi respondiendo a mis movimientos, el calor que sentía estando entre sus piernas me estaba sofocando la parte inferior de mi abdomen, subí mi mano trepando por su muslo delicioso hacia la parte de arriba de su cuerpo, sin esperar su aprobación, se arqueo una vez mas dando la oportunidad de que mi mano ansiosa terminara de subir por dentro de su ropa y se cerrara completamente sobre su pequeño seno cubierto con el sujetador. La piel ahí era aun mas suave si es que era posible y mucho mas apetecible para morder, mordisquear, lamer, saborear hasta consumirla por completo. Apreté la carne suave otra vez y sentí sus muslos apretarme a mi.

Un gemido convertido en gruño broto de mi boca cuando una ola de calor bajo por mi espalda y termino de asentarse entre mis piernas, aun estaba incrédulo acerca de todo esto que ella me estaba permitiendo hacer, me encendía y quería ver hasta donde estaba dispuesta a darme. Empuje contra ella mientras el placer caliente comenzó a palpitarme en las sienes y la ingle. Mas que querer descubrir hasta donde estaba dispuesta a llegar, quería saber que tan excitada podía estar por mi, deje su seno y baje por la piel de su abdomen deslizando la punta de mis dedos en sus costillas y su ombligo entreteniéndome en dejar dos círculos sobre el. Luego seguí descendiendo buscando ese calor que nacía de su centro y se esparcía por las piernas entre las que estaba acomodado.

Cuando mis manos estuvieron sobre la parte superior de su vientre sentí sus manos sobre mi muñeca buscando deberme pero yo no podía parar, si no la tocaba y sentía iba a explotar en frustración por no decir en otros campos, abandone el buffet de su boca que había estado disfrutando lentamente en ese tiempo, bese su cuello mientras su olor a vainilla terminaba de encender lo poco de mi que quedaba frió en ese momento. Empuje mi mano contra la débil fuerza de las suyas buscando seguir mi camino hacia mi secreto objetivo

- - dame algo - lo que fuera, un orgasmo suyo, uno mío, lo que fuera que hiciera mas tolerable esa rotunda espera por ella, por todo... - necesito que me des algo - pase la lengua por su pequeña oreja sintiendo como se convulsionaba levemente - quiero meterme dentro de ti...Isabella - murmure sobre su húmedo oído y esa parecía ser la clave de su rendición. Sus manos dejaron de presionar contra la mía.

Seguí mi camino de descenso hasta acariciar suavemente su carne calida. El centro de su cuerpo hervía como el mío y aun a trabes de mis dedos pude notar que me deseaba y ansiaba mi contacto. Frote su carne trémula buscando doblegarla a los placeres del cuerpo. Ella temblaba como si nunca antes hubiera vivido algo así, mordí la piel de su cuello entre la que aun me perdía y sentí sus dientes clavarse en mi propio hombro como una vampiresa. Una ola de deseo casi barrió con mi autodominio y casi logro ponerme de rodillas en busca de liberación.

- - por favor - gimió ella contra mi hombro mientras sus caderas se ondulaban inconcientemente hacia mis dedos.

- - quiero meterme dentro de ti - repetí lleno de lujuria al mismo tiempo que la acariciaba mas rápido y enterraba su boca bajo la demanda erótica de la mía buscando extraer su esencia o algo que me permitiera al final hacer lo que quisiera con ella, así solo quisiera engañarla y dejarla sin nada de lo que me pertenecía.

Tocando su carne sentí que comenzaba a apretarse con fuerza y supe que le había dado un clímax, el primero por lo que sabía. Tenia el deseo de enterrar mis dedos en su humedad y averiguar por mi mismo si el orfanato había tenido huella sobre ella, pero me contente con acariciarla suavemente prolongando su placer como había hecho con innumerables mujeres, solo que sabia que con esta mujer era diferente, demasiado diferente para gustarme, seguía tocándola prolongando su placer aun mas y ahora ansiando el mío como una bestia, sus dientes se clavaron nuevamente con fuerza en mis hombros mientras espasmos sacudían su cuerpo mientras la sentía vibrar y nuevamente endurecerse en mi mano. Luego ceso lentamente, saque mi mano de su cuerpo antes de hacer algo que verdaderamente lamentara. No era que me importara ahora, solo que había aprendido que con ella debía ir mas despacio.

Salte de la cama tan rápido como me lo permitió mi lesión y me encerré en el baño.

Lleve mi mano a acariciarme mientras el placer cegaba mi cuerpo y atenazaba mi garganta, levante los ojos y deje que la imaginación desbordara aunque realmente no la necesitara, la imaginación me llevo sin saber por que a la desconocida de mis sueños y a la imagen de su cuerpo contribuyendo a mi proota liberación, la que no había podido tener desde días atrás.

El clímax que llego fue demasiado largo, casi rugí ante el placer y cuando pude pensar con claridad me di cuenta, para mi pesar, que habría sido incluso mejor si el momento culminante me hubiera llegado dentro de esa pequeña bruja.

Me limpie antes de salir del baño. Ella estaba sentada en la silla de la visita con la mirada perdida y pensativa, pensé en si había logrado traumatizarla, ella me miro. Sin decir nada mas se puso de pie y se acerco a ayudarme. No debía sentirme deseoso después de lo anterior pero el sentirla tan cerca de mí...era como si de repente mi piel se hubiera sensibilizado ante ella.

Maldita.

Me llevo hasta la cama aun sin decir nada pero debía admitir que había presentido algo así de ella, nada de palabras, solo encerrarse en su caparazón como una tortuga y pretendiendo que el mundo fuera tan decente como ella.

Me recosté cuando subí a la cama pero antes de que pudiera apartarse de mi la sujete de la mano.

- - Isabella - dije buscando sus ojos con los míos, ella me miro y se rió suavemente llenando nuevamente de deseo mi cuerpo.

- - puedes llamarme Bella - murmuro luego - todos lo hacen, creo que te ahorraras unos segundos

No estaba realmente pendiente de sus balbuceos, solo entendí lo primero. Estaba tratando de abordar nuestro asunto desde cualquier espacio que ella me diera.

- - Bella - pronuncie hurtando las palabras que ella parecía decir a menudo - perdóname - Esto debía quedar bien, no podía dejar que se jodiera por mis deseos sexuales, debía estar por encima del instinto. - se que no querías que pasara esto - recordaba aun su débil resistencia pero no tenia la realidad de su confianza. - no pude contenerme - luego dije, para aumentar un poco su ego - ¿tienes idea de cuanto de deseo? -

El silencio me respondió por unos segundos, luego sentí su otra mano sobre las que manteníamos unidos

- - no debía evitarte y lo siento - dijo en su propio tono de disculpa. - Es culpa mía - me beso la mano como yo debería haber hecho con ella, paralizando mi fuego sanguíneo ante el contacto de los pudorosos labios que había tenido en los míos minutos antes - no quiero que te disculpes por lo que paso - ella abordo el tema liberándome de la responsabilidad incomoda de tomarlo por mi mano, esa incomodidad que no debía haber sentido - porque...después de todo...ambos lo deseamos.

No me paso por alto la conjugación del verbo "deseamos" en presente. Ella aun me deseaba. Una ola de súbita alegría cruzo por mi cuerpo ante ese conocimiento, luego recordé que no había sido de la misma manera la noche de mi accidente.

- - pero tu... - me quede un poco sin palabras - en tu apartamento...

- - las cosas son diferentes ahora - contesto ella en voz baja. Se soltó suavemente de mi mano y la deje hacer sin presionarla. Ella se alejo un poco para inclinarse y tomar la bolsa que había traído para mí. La puso con suavidad en mis piernas y dijo en voz baja.

- - para evitarnos ataques furtivos -

Parecía decirme que quería que mis siguientes asaltos no fueran por sorpresa. Sonreí y le dije

- - gracias por todo

Ella volvió a acercarse y a besarme la frente en ese contacto que encendía todo lo prohibido en mí.

- - espero que te gusten - dijo ella señalando brevemente a la bolsa.

- - todo lo tuyo me gusta - le dije antes de darme cuenta de cuanta verdad había en mi afirmación. Tome su mano y se la bese copiando su gesto de antes.

Ella se alejo hasta sentarse en la silla de la visita y me miro tristemente mientras daba cuenta de aquel delicioso mini banquete.

Cerré mi camisa mientras ella, de alguna extraña y maternal manera cepillaba mis cabellos, luego cuando terminamos, la enfermera del orno de la tarde entro acarreando con ella la silla de ruedas que había alquilado para mi transado.

Me puse en la silla y deje que Isabella me condujera hacia fuera mientras la enfermera llevaba mi maleta. No pude esconder la sonrisa que se trepaba involuntariamente por mi rostro al saber que finalmente salía de este sitio, aunque había sido de ayuda ansiaba irme de esa torturante sala.

Salimos del ascensor y después del hospital mientras mi auto esperaba en la entrada en presencia del nuevo conductor, ya que el que tenía antes lo había enviado a hacerse cargo de la plantación de una de las fincas que manejaba la constructora. Mire brevemente a Isabella antes de subir al auto, mientras el chofer ponía la maleta en el baúl y recibía la de ella, que estaba mas grande, aliviado pensé que tenia algo de sus pertenencias, para vivir conmigo.

Subí finalmente al auto y ella subió tras de mi sentándose casi al otro lado de donde yo me había sentado. Ella miraba hacia el conductor mientras el auto nos llevaba. Preferí no decir nada mientras mi memoria se llenaba y llenaba de recuerdos de lo que había tenido lugar en mi cama de hospital. No pude evitar comparar a Isabella con las mujeres que había conocido, el cuerpo de ella era delgado fresco y virgen, formado de manera enternecedora y para nada el tipo de mujer que siempre tenia conmigo, aquellas putas de pechos y caderas voluptuosas y cuerpos menudos en donde debían ser menudos. Mi palma se calentó ante el recuelo de su seno en mi mano. Quería haberlo tocado de verdad para sentir como su pequeño pezón se clavaba en la palma de mi mano. Hubiera enterrado mis dedos dentro de ella y le hubiera quitado su protección sin que pudiera darme más perros.

Llegamos hasta mi casa, la khas de mis padres y la cual desde hacia dos semana cuidaba una ama de llaves contratada por James.

Ella estaba ahora mirando por la ventana hacia la edificación que habían erigido tanto tiempo atrás y que mi madre con ayuda de los obreros que contrataba mi padre, había convertido en un sitio habitable.

- - hermosa ¿verdad? - le pregunte mientras veía como se perdía su mirada en ella, como había visto a tantas mujeres. Ella se volvió a mirarme sonriendo.

- -preciosa - afirmo con apreciación volviéndose a mirar hacia la ventana, luego se devolvió a mirarme, solo que sus ojos se volvieron a algo diferente como si la expresión de mi rostro hubiera cambiado, pero el hecho de recordar a mi familia hacia que mi cara cambiara notablemente aun en contra de mi voluntad.

- - era de mis padres - comencé a hablar sin darme cuenta, como si a ella pudiera interesarle mi vida. - aquí viví la mayor parte de mi infancia después de que murieran, y después casi toda mi adolescencia mientras iba a la universidad.

Había estado en custodia de mi tío pero la casa siempre había estado a mi nombre, cuando mi tío había fallecido todas sus posesiones, dado que no había tenido hijos ni familia, habían pasado a mí, aumentando mis arcas monetarias.

- - ¿a que se dedicaba tu padre? - pregunto ella ahora mirándome abiertamente.

- - era medico - le respondí removiéndome un poco incomodo por la manera en que mis propios recuerdos se removían.

- - ¿y tu madre? - mas dolor aun del que me había inflingido al preguntarme por mi padre, especialmente por que cada vez que la olía a ella el amor por mi madre se disparaba en mi cuerpo conminando esa sensación de cariño con la agitación erótica que ella producía.

- - era restauradora de interiores y antigüedades - respondí secamente esperando que dejara de hacerme preguntas personales al menos por el momento. Luego ella salio diciendo

- - debía ser una restauradora impresionantemente buena - miro hacia la ventana y hacia el amplio jardín que había sembrado mi madre y que con el paso de los años había estado a cargo de jardineros contratados esperando que intentaran conservarlo de la misma manera en que ella lo hacia, pero nadie podía igualar el cuidado que mi madre tenia por las plantas.

- - ¿por que dices eso? - pregunte secamente otra vez mientras me parecía ver a mi madre entre las platas, como cuando era un niño y me reía de su nariz manchada de tierra.

- - solo una mujer con verdadero talento podría haber dejado un jardín de esa magnitud y una estatua de esta edad en el estado recuperado en que se encuentran - dijo señalando fuera y hablando con la propiedad de alguien que conocía de plantas y mas. Inquietante.

Llegamos a la entrada de la casa sin decir nada más acerca de mi familia o de ella. Bajamos del auto con la ayuda del chofer, luego nos dirigimos a la entrada que conocía bien, mire hacia el ama de llaves contratada quien a simple vista parecía verse decente.

- - buenas tardes señor Cullen - saludo con educación cuando ligamos ante la puerta. Luego se volvió a Isabella - buenas tardes señorita -

- - buenas tardes - respondió Isabella y deje que contestara por los dos, un cansancio que no había tenido antes invadía mi cuero y solo quería pensar en descansar.

- - vamos - le dije a ella en cuanto termino de saludar y vi a Laurent, el conductor, sacando las maletas de ambos. El ama de llaves se acerco a las maletas para ayudarle y que el chofer me pudiera ayudar con la silla y las escaleras. - te mostrare tu habitación y la mía. - me volví hacia el ama de llaves que estaba comenzando a retirarse - no todo lo que hay es ropa - dije antes de que se la llevara pensando en la bolsa roja, debía dársela a Bella como detalle por permitirme darle lo que le di. - hay un objeto que quiero que subas a mi habitación en unos momentos.

- - descuide señor - dijo ella tomando la maleta de ruedas.

Subí las escaleras saltando en un pie y apoyado en Laurent y Bella subía la silla. Cuando llegamos al segundo piso volví a abordarla mientras el dolor me hacia rechinar los dientes, aun tenia que hacer terapias para eso.

Entramos a mi habitación mientras Laurent me dejaba. Mire a Isabella y vi que estaba admirando el tamaño de mi habitación.

- - gracias Laurent - dije para que nos dejara solos- Bella y yo nos arreglaremos desde aquí.

En cuando salio rodé la silla hasta Isabella y le pregunte

- -¿y bien? - quería saber que pensaba de esto, de haber venido aquí, pero ella respondió.

- - es una casa hermosa, debes estar orgulloso de ser su propietario. - dijo lentamente.

- - lo estoy - le respondí sintiéndome tan orgulloso de lo que ella decía ahora. - es uno de los mejores legados que herede de mis padres -

Volví a sentirme incomodo mientras me dirigía a la ventana sintiendo otra vez esa sensación de que había ganado otro punto y otra batalla por tener lo que conseguía.

Pero algo estaba mal, y tal vez no supiera de qué se trataba. Tal vez no me importaba saberlo. Levante mi mano mientras mi mirada se perdía en la tarde que comenzaba a terminar.

Sentí la mano de Bella en la mía y pensé que aunque no había levantado mi mano con esa intención ese toque me agradaba sobremanera. Como me iba agradar conquistarla en esos dos meses que me quedaban.

- - no sabes cuanto me alegro de que estés aquí - afirme mas cierto de lo que había esperado, el camino se estaba acortando y en medio de el, la satisfacción de haber conseguido tenerla bajo mi mismo techo me hacia pensar en que mis objetivos estaban cada vez mas cerca de ser cumplidos.