Dark Chat

sábado, 1 de mayo de 2010

Light in the Darkness

Holaa mis niñaas!

Perdonen por la demora pero como mas vale tarde que nuncaa aqui les tengoo un nuevoo fic que empezaré a leer junto con ustedes pero se de buenaa fuentee que esta muy padree.
Es de Jeanette Yunnuen, espero que les guste y dejen sus comentarios porfiss

las kieroo

besitooos!

Anitaa Culleen!

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Cap.1.-Londres.

-¡Bella! ¡Despierta! –escuché los gritos de mi hermana casi en el oído. Esa chica no tenía conciencia alguna.

-No quiero –musité. Era mi primer día en Inglaterra. ¿Qué esperaba? Mi cuerpo aún no se acostumbraba al horario.

-Estuve de acuerdo en que vinieras a vivir conmigo porque pensé que ya habías madurado –me comenzó a sacudir-. ¿O quieres volver con nuestros padres?

-¡No! –exclamé. Aunque sabía que sólo estaba bromeando no podía arriesgarme, me levanté y caminé hacia el cuarto de baño.

-Mucho mejor –apremió Lena-. ¡Te quiero lista en cinco minutos!

Le saqué la lengua antes de comenzar a ducharme.

Magdalena y yo habíamos crecido en un pueblo llamado Forks, vivimos mucho tiempo con mis padres, Charlie y Renée, pero cuando cumplió 18 años Lena decidió que ya era tiempo de independizarse y se fue a Inglaterra a estudiar medicina. Me dolió mucho su partida y es que aparte de ser hermanas éramos las mejores amigas.

Nuestras charlas se mantenían por mail y algunas veces por el teléfono, lo que me ayudaba a no extrañarla tanto. A sus 25 años, Lena llegó a Forks para hacer una visita a mis padres y para discutir con ellos sobre mi partida.

Fue una sorpresa tanto para mí como para ellos, pero por lo menos yo lo tomé bastante bien, para Renée era como desprenderse de otra de sus hijas. Por fortuna Charlie logró convencerla y Lena y yo partimos de regreso a Inglaterra.

-¡Vamos Isabella! –Lena estaba esperándome en la puerta del departamento-. ¡Sabes que tengo que llegar temprano al hospital!

-Ya voy Magdalena –contesté caminando hacia ella. A ninguna de las dos nos gustaba que nos llamaran por el nombre completo, así que esa era una forma perfecta para molestarnos mutuamente.

-Quiero que conozcas el lugar donde trabajo –dijo más animada ya que habíamos subido al carro-. Mañana tendrás que ir a la Universidad y no habrá tiempo, con todo lo que tendrás que hacer, así que lo mejor es que aprovechemos el día.

Asentí, me sentía tan agotada. ¡Maldito horario! Lo único bueno era que el clima era idéntico al de Forks, todo el tiempo nublado, no me gustaba mucho el sol.

-¡Casi lo olvido! –exclamó de pronto-. Dentro de pocos días cumplirás 19 años. ¿Qué quieres de regalo?

-Lena me conoces lo suficiente como para saber la respuesta –contesté. Yo odiaba todo lo que tenía que ver con fiestas, moños, adornos. Me estremecí de sólo pensarlo.

-Algo sencillo –suspiró-. En eso somos muy diferentes –me miró resignada-. Pero si eso es lo que quieres…

-Sí –la interrumpí.

El hospital era un edificio bastante grande y muy bien cuidado, mi hermana era jefa del departamento de cardiología aún siendo tan joven para el puesto, estaba tan orgullosa de ella.

-Pasa –me dijo cuando llegamos a su oficina, me fijé en la puerta, tenía grabado su nombre y el departamento para el que trabajaba.

-¡Esto es maravilloso Lena! –exclamé-. Siempre supe que llegarías lejos.

-Gracias –ella me dio su más amplia sonrisa. Sabía que esa sonrisa sólo aparecía cuando en verdad estaba feliz.

Entonces la puerta se abrió despacio y vi entrar a un hombre rubio increíblemente guapo, encajaba más con la pinta de estrella de cine que de doctor.

-Dra. Swan, la enfermera Melanie no tuvo tiempo de entregarle esto –le tendió unos papeles-. Es para dar de alta al Sr. Mackenzie, sólo tiene que firmarlos.

-Gracias Dr. Cullen –respondió Lena-. Le presento a mi hermana Isabella.

El Dr. Cullen me sonrió, pero pude ver algo en sus ojos… curiosidad tal vez… y no era para sorprenderse yo no me parecía a Lena en casi nada, siempre que nos presentábamos, todos dudaban que fuéramos hermanas. Pero si el Dr. Cullen pensó lo mismo por lo menos no lo mencionó.

-Mucho gusto Isabella

-Bella –le corregí amablemente.

-¿El también es cardiólogo? –pregunté a mi hermana una vez que el doctor se fue.

-No, el es neurocirujano –contestó observando los papeles, luego comenzó a reír.

-¿Qué es tan gracioso? –pregunté.

-Melanie si tenía tiempo de entregarme esto –comentó entre risas-. Se los dio al Dr. Cullen sólo para tener un pretexto de hablar con él.

Sonreí, eso es lo que pasa cuando alguien no puede controlar sus hormonas.

-¿Pero el no le ha dado motivos para que se comporte así? –cuestioné.

-Claro que no –me contestó Lena-. El sólo es educado eso es todo, además quiere mucho a su esposa. Ella es encantadora y es muy hermosa créeme yo la conocí hace poco.

La puerta se abrió otra vez. Entró otro doctor, tenía el cabello castaño oscuro y ojos azules.

-Lena –saludó el hombre, ni siquiera se fijó en mi, su atención sólo era para mi hermana-. Que bueno que ya regresaste.

-Sólo fueron tres días John –contestó ella.

Noté un ligero rubor en sus mejillas. No tardé mucho en entender lo que pasaba y tuve que hacer un gran esfuerzo por no reírme, para esos dos yo era completamente invisible. Así que mi hermana se la había pasado mejor en Inglaterra de lo que me había contado en los mails.

-Lena –tuve que pronunciar su nombre para que se acordara que aún seguía en la habitación.

-Bella él es el Dr. Williams –dijo Lena-. El también es cardiólogo.

John hizo un asentimiento hacia mí.

-Lena quería decirte que mañana en la noche va a haber una fiesta, van a ir algunos médicos del hospital, quería invitarte –John se fijó en mí-. Invitarlas a la fiesta.

Me mordí el labio para evitar sonreír, esto cada vez se ponía más divertido. John quería estar con Lena, pero dadas las circunstancias se había visto obligado a invitarme a mí. Lo bueno para él, es que yo no pensaba ir, odiaba las fiestas.

-Sí claro –contestó Lena-. Iremos.

John le sonrió y salió de la oficina.

-¿Qué? –musité fulminando a mi hermana con la mirada-. ¡No quiero ir!

-Te hace falta salir Bella

-¿Viajar hasta Inglaterra no cuenta como salida?

-Muy graciosa –Lena frunció el ceño-. Sabes a lo que me refiero.

-¡Pero es obvio que él no quiere que vaya! –exclamé-. ¡Quiere ir sólo contigo! Y supongo que tú también quieres lo mismo.

Lena se ruborizó.

-Solamente somos amigos

-Si, claro –fruncí el ceño y me crucé de brazos.

-Lo siento Bella, pero vas a ir.

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Cap.2.- Fiesta.

Como era de esperarse, me desperté tarde esa mañana. Genial, mi primer día en la Universidad y llegaría con retraso, que gran impresión iba a causar en mis nuevos profesores.

Después de bañarme y desayunar, bajé corriendo las escaleras del edificio de departamentos y cuando llegué a la planta baja, ya me faltaba el aire, definitivamente no tenía condición física.

Llegué a la Universidad en taxi, pero aún así no logré entrar a tiempo a mi primera clase, la profesora Braun, hizo un comentario en frente de toda la clase, a cerca de la importancia de la puntualidad y las consecuencias que podría traer a las calificaciones, usándome a mí de ejemplo.

Cuando tuve tiempo libre, aproveché en salir un poco, el edificio de la Universidad estaba rodeado de un verde y amplio jardín, me senté a la sombra de un árbol para relajarme.

No estuve mucho tiempo sola, una chica de cabello corto y rubio se sentó junto a mi y me miró con curiosidad.

-Pobrecita falta poco –murmuró muy aprisa, tanto que dudé de lo que escuché. Su expresión se torno compasiva-. Me llamo Lila Bennett –añadió en voz alta y dándome una sonrisa.

-Bella Swan –contesté.

-¿Bella es contracción de algo? –preguntó algo curiosa.

-Isabella, pero por favor no me digas así, no me gusta –supliqué.

-Está bien –sonrió de nuevo-. ¿Cómo te va en tu primer día?

-Pues bien a excepción de…

-La profesora Braun –completó Lila-. A mi tampoco me agrada.

Sonreí, me agradaba Lila, más pronto de lo que yo imaginaba conseguí una amiga, la Universidad no era tan mala después de todo.

Cuando oscureció me sentí con más energía, así era en Londres, de día me sentía agotada, pero en las noches recuperaba mis fuerzas, y todo por supuesto gracias al cambio de horario, me estaba a comenzando a desesperar la situación, quería que mi cuerpo se acostumbrara pronto a las nuevas condiciones.

Lena llegó un poco después al departamento, llevaba dos bolsas, seguramente se habría comprado algo para la fiesta. ¡La fiesta era esta noche! Hice una mueca, no quería ir.

-John me dijo que vendría por nosotras en una hora –Lena sonrió-. ¡Vamos Bella, tenemos que arreglarnos!

-No tengo vestido –repliqué con una sonrisa, tal vez eso sería buen pretexto para no ir.

-¡Vengo prevenida! –exclamó mi hermana sacando un vestido azul de una de las bolsas.

Resoplé. ¿Por qué tenía que conocerme tan bien?

-¿Te gusta? –me preguntó cuando me acerqué para verlo.

-Sí –admití. Ahora ya no podía escaparme de la fiesta-. Gracias

Faltaban cinco minutos para que llegara John y mi hermana y yo ya estábamos listas, ella lucía espectacular con su vestido verde, yo en cambio pues tenía un aspecto presentable, mi piel era muy pálida, pero el azul del vestido me ayudaba mucho.

-Te ves muy bonita –comentó Lena.

-Lo dices porque eres mi hermana –repliqué-. De las dos tú te ves mejor.

-Deja eso Bella –Lena frunció el ceño-. Nunca he entendido por que siempre dices eso, eres hermosa aunque tú no lo quieras ver.

Puse los ojos en blanco. Con Lena no se puede discutir.

Se escuchó un leve golpeteo en la puerta, mi hermana sonrió automáticamente y se dispuso a abrir.

-¡Lena estás preciosa! –dijo el joven en el umbral, mientras se comía con los ojos a mi hermana.

-Gracias John –contestó Lena ruborizada.

Entonces John reparó en mí y me ofreció una sonrisa cortés.

-Tú también luces bien Bella –comentó.

-Gracias –sonreí. Obviamente para él no existía otra chica más que mi hermana y eso le hizo ganar mi aprobación como cuñado.

-¿Nos vamos? –preguntó ofreciendo un brazo a Lena.

-Claro

-¿Me puedo quedar? –pregunté esperanzada.

-No –Lena me fulminó con la mirada.

Suspiré y caminé tras ellos.

Cuando vislumbré el casino fruncí el ceño, Lena notó mi gesto.

-Bella por favor, te vas a divertir ya lo verás -me animó cuando llegamos a una mesa.

-Bien –contesté.

John comenzó a platicar con mi hermana, le explicó que la fiesta fue organizada por el antiguo director del hospital en el que trabajaban.

-Pero sólo invitó a sus amigos del hospital –dijo mi hermana-. No veo a muchos de los doctores aquí.

John asintió.

-El Dr. Cullen vino con toda su familia.

-Me gustaría conocerlos –comentó Lena-. Yo sólo he visto a su esposa.

-¿Tiene hijos? –pregunté arqueando las cejas, el doctor Cullen se veía joven, me costaba imaginármelo con familia, tal vez con un bebé de brazos pero no más.

-Todos son adoptados –me respondió mi hermana, adivinando a donde viajaban mis pensamientos-. Alice, Emmett y Edward, pero también acogió a los gemelos Hale, Rosalie y Jasper.

-Familia numerosa –comenté.

-Si –concedió Lena-. Ahora viven por separado Jasper con Alice, Emmett y Rosalie, Edward… creo que el vive solo.

Comenzó a sonar una canción lenta, varias parejas se pusieron de pie y caminaron hacia la pista, John miró a Lena y le sonrió.

-Vamos a bailar –dijo él.

Mi hermana asintió y lo tomó del brazo. Cuando me quedé sola, pensé que era el mejor momento para huir, sí, tomaría un taxi de regreso al departamento, tenía que aprovechar que Lena estaba distraída. Me levanté y caminé hacia la salida, no tuve oportunidad de avanzar mucho cuando alguien me tomó de la mano.

-¿Quieres bailar conmigo? –preguntó una voz masculina detrás de mí.

Me di la vuelta para decir un "No" pero la respuesta murió en mis labios cuando lo vi. Debía tener aproximadamente 24 años, su cabello era de un tono cobrizo, sus ojos eran de un dorado intenso y era mucho más alto que yo.

-Sí –me sorprendí a mi misma contestando.

Cuando me di cuenta ya estábamos en la pista de baile, él puso sus manos en mi cintura y yo dejándome llevar por mis instintos coloqué mis brazos alrededor de su cuello.

-Eres muy hermosa Bella –dijo con sus ojos fijos en mí.

Me ruboricé, luego parpadeé sorprendida.

-¿Cómo sabes…

-Carlisle me habló de ti –contestó sonriendo-. Me llamo Edward Cullen.

Asentí, él era hijo del doctor Cullen.

Edward me miraba tan intensamente, que me vi obligada a colocar la cabeza en su pecho, para evitar verlo directamente. Sentí sus labios en mi cabeza, y lo escuché suspirar, era como si quisiera respirar mi aroma.

-Llegué a pensar que nunca te encontraría –murmuró.

No entendí a lo que se refería con eso, pero no quise interrogarlo para no arruinar el momento, me sentía tan bien entre sus brazos, como si nada pudiera hacerme daño estando junto a él. Después de unas cuantas canciones perdí la noción del tiempo, pero no me importó.

-¿No estás cansada? –me preguntó Edward después de un rato.

-Un poco –admití encogiéndome de hombros. Pero todo era culpa de los zapatos de tacón.

Edward me tomó de la mano y me sacó de la pista.

-Te dije hermanito, yo siempre tengo razón –habló una chica dirigiéndose a Edward. Tenía el cabello corto y cada punta parecía estar hacia una dirección diferente. Un joven rubio la acompañaba.

Edward sonrió sin apartar la vista de mí.

-Nunca debí dudar de ti –le respondió.

La chica me guiñó un ojo.

-Me llamo Alice –dijo-. Por fin te conozco en persona Bella.

La miré confundida.

-Yo soy Jasper –se presentó el rubio.

-Mucho gusto –respondí.

-Vamos, tienes que conocer a los demás –dijo Alice sonriendo.

Fui conducida por Edward entre la multitud. No tardamos mucho tiempo cuando vi a el doctor Cullen, supuse que la mujer que estaba al lado de él sería su esposa, tenía el cabello de un hermoso color caramelo. Otra pareja estaba junto a ellos una rubia muy guapa y un joven bastante musculoso. Alice se encargó de las presentaciones, así supe que la esposa del doctor se llamaba Esme y que la pareja eran Rosalie y Emmett.

Edward entrelazó sus dedos con los míos, y noté toda su atención se centraba en mí, a Esme no le fue desapercibido este gesto y sonrió con satisfacción.

Estaba confundida, todo era demasiado… rápido, acaba de conocer a Edward y toda su familia me veía como si acabaran de conocer a su prometida… me estremecí tan sólo de pensar en esa palabra. No, debían ser puras alucinaciones mías, aquello debía ser pura cortesía, nada más.

-¡Bella ahí estás! –vi a mi hermana y a John acercarse, me relajé un poco.

-Doctor Cullen –saludó John.

-Doctor Williams, doctora Swan –respondió Carlisle-. Les presento a mi esposa Esme y a mis hijos.

Lena sonrió e hizo una inclinación de cabeza, entonces reparó en Edward, que estaba muy cerca de mí. Mi hermana arqueó las cejas, aunque no me hubiera dicho ni una sola palabra, podía leer en su expresión un: "No pierdes el tiempo hermanita" Después de eso, ella no me dejaría en paz.

-Mucho gusto en conocerlos –dijo John-. Nos gustaría mucho quedarnos un poco más a platicar, pero ya es tarde y tenemos que irnos.

Me despedí de todos. Edward tomó mi barbilla, para que lo mirara a los ojos.

-Nos veremos muy pronto –me dedicó una deslumbrante sonrisa.

Después de que John nos dejara en el departamento, me dirigí a mi cuarto. Lena me alcanzó un poco después, seguramente se había tardado en despedirse de John.

Lena me sonrió, conocía esa sonrisa y no era una buena señal.

-Te equivocaste de cuarto –le dije-. El tuyo está al otro lado.

-Admítelo –ignoró mi comentario.

Oh, no.

-¿Qué? –pregunté fingiendo ignorancia.

-Admite que fue una brillante idea obligarte ir a la fiesta –insistió Lena.

Fruncí el ceño.

-¡Vamos Bella! –exclamó Lena-. Sino fuera por mí, nunca habrías conocido al hijo del doctor Cullen, además me dio buena impresión, puedes salir con él.

-Y yo te doy permiso para salir con John –contesté sonriendo.

Lena se ruborizó.

-Ya te dije que sólo somos amigos –dijo-. Además no estamos hablando de mí. ¡Bella tienes que admitirlo!

-Bien. Amito que fue buena idea llevarme a la fiesta –refunfuñé-. ¿Contenta?

-Sí

-¡Pero ya no más fiestas! –repliqué.

-Eso lo veremos.

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Cap.3.- Cambio.

Me desperté muy tarde en la noche, estaba segura que apenas había dormido una hora, pues de la fiesta habíamos llegado después de media noche. Tenía un dolor terrible en los dientes, lo bueno era que yo estaba acostumbrada a no quejarme por nada, así que me levante y caminé al baño. Salté de la cama, y casi me caigo porque mis piernas no me respondían correctamente. Genial. Todo el cuerpo me dolía, como si hubiera tenido una sobre carga de ejercicio la noche anterior. De acuerdo tal vez había bailado mucho, pero no era para sentirme así.

Me miré al espejo, mostré mis dientes al espejo y me sorprendí por lo deslumbrantes que se veían. Vaya, el dentífrico de Lena si que era efectivo. Me acerqué un poco más y noté los caninos un poco más afilados que antes, entonces me vino a la mente el libro de Drácula que estaba leyendo. Solté una carcajada, debía de dejar de leer tanta fantasía, lo que si necesitaba era un buen doctor…

-¿Bella estas bien? –escuché la voz de mi hermana, por su tono deduje que se acababa de despertar. Por supuesto Lena podría darme un diagnostico rápido, aunque su especialidad era el corazón sabía bastante de medicina, pero se preocuparía demasiado, así que decidí mentirle.

-Claro Lena, sólo quería ir al baño –contesté.

La escuché reír.

-¡Deberías controlar esa vejiga! –exclamó riendo nuevamente.

-¡Muy graciosa! –grité. Como yo aún seguía en el baño, examinando mis dientes, tuve que conformarme con sacarle la lengua a mi reflejo.

Su risa se fue apagando y cuando no escuché ningún otro sonido supe que había vuelto a dormir, yo me dirigí a mi cuarto dispuesta a seguir su ejemplo.

Cuando me desperté por segunda vez, todo empeoró. Tuve que hacer un gran esfuerzo por levantarme de la cama, el cansancio era demasiado, el dolor en mis piernas y brazos era peor que en la noche pero no algo que me impidiera ir a la Universidad, no le iba a dar un pretexto a la profesora Braun para que me reprendiera de nuevo.

-¡Bella mañana es tu cumpleaños! –exclamó Lena sonriente.

-Ni lo pienses –resoplé-. Ya sabes un regalo sencillo, no fiesta… no las cosas que a ti te gustan.

-Lo siento ya compré tu regalo –ella parecía divertida. Por esa expresión supe que ese regalo estaba bastante lejos de ser algo sencillo.

-Lena…

-Me tengo que ir –se despidió-. Tengo que llegar al hospital.

-¡Sí, huye! –exclamé cuando cerró la puerta.

En la Universidad me costó prestar atención en las clases, pero por lo menos pude fingir que lo hacía, a pesar del cansancio, creía que por lo menos mi aspecto no reflejaba mucho mi malestar, pero Lila me hizo darme cuenta de lo contrario.

-¿Te duele algo? –me preguntó ansiosamente después de observarme por un rato-. ¿Estas cansada?

-Te pareces a mi madre –me reí.

-¡Hablo en serio Bella! –exclamó Lila, con sus ojos fijos en mi.

Fruncí el ceño, era como si ella esperara que algo me pasara. O tal vez me veía realmente en muy malas condiciones, pero decidí no angustiarla más de lo que estaba.

-Si estoy cansada –dije-. Pero ayer fui a una fiesta y llegué tarde al departamento, no te preocupes sólo es falta de sueño.

Lila se relajó.

-Pero cuando te sientas mal me dirás ¿verdad? –preguntó.

-¿Qué eres algún tipo de enfermera?

-No, pero se de algunas cosas –dijo-. ¿Lo harás?

-Esta bien –suspiré. Sólo le diría si es que seguía sintiéndome mal. El dolor no había cesado, pero tampoco había empeorado, así que sólo debía ser cansancio de la noche anterior.

Conforme iba avanzando el día, me sentí mejor. Sonreí, entonces no había ninguna necesidad de visitar un doctor, bueno por lo menos no para una consulta, porque yo tenía una discusión pendiente con cierta doctora.

-Escúpelo Lena –dije en el momento en que entré en su oficina.

-Hasta mañana –contestó ella-. ¿No te puedes esperar un día?

-Me esperaría si supiera que es algo como yo te pedí, no como siempre exageraciones tuyas –repliqué.

-¿Rechazarías un regalo que yo te de? –preguntó poniendo cara triste.

-¡Me rindo! –exclamé.

Lena sonrió triunfante.

-Mucho mejor –dijo-. Ahora ¿Podrías entregarle esto al doctor Cullen? –me extendió unos papeles.

-¿Y las enfermeras? –protesté. ¿Qué creía que era yo, su asistente?

-Si mando a alguna enfermera, probablemente se quede embobada en cuanto lo vea y se le olvide entregarlos –contestó-. Contigo no corro ese riesgo ya que estas más interesada en su hijo…

-Apenas lo conozco –repliqué. Pero al recordar mi baile con Edward me ruboricé y eso sólo hizo que Lena ensanchara su sonrisa. Fruncí el ceño y me di la vuelta.

No tuve que caminar mucho para llegar al despacho del doctor Cullen, el era el jefe del departamento de neurología. Mi hermana me había dicho que era un excelente neurocirujano.

Estaba a punto de tocar la puerta, cuando escuché voces en el interior.

-¿Entonces te quedarás aquí? –preguntó la voz que reconocí como la del doctor Cullen. Sonaba bastante alegre, como si estuviera hablando con alguien a quien estimara mucho.

-Claro Carlisle, quiero conocer más de Londres –contestó la otra voz, masculina también.

-¿Vienes sólo? –preguntó el doctor Cullen.

El otro hombre soltó una carcajada.

-¿Sigues con eso eh? –dijo el hombre-. Nunca voy a tener algo como lo que tienen tu y Esme –continuó divertido-. Ha pasado mucho tiempo, ya me resigné, además prefiero estar solo.

-Pero tal vez tu compañera, está aquí en Londres…

El hombre volvió a reír.

-He viajado por casi todo el mundo, hay lugares más interesantes que Inglaterra –dijo el hombre-. Sino la he encontrado hasta ahora, no voy a hacerlo ahora. Desde que te conozco has tratado de emparejarme, déjalo ya Carlisle.

Se me hizo extraño que usaran la palabra compañera, en lugar de esposa, pero decidí ignorarlo. Fruncí el ceño, estaba haciendo mal escuchando conversaciones ajenas, pero no sabía si era prudente interrumpir al doctor Cullen. Suspiré y toqué la puerta después de todo, no estaba teniendo una consulta…

-Pase –escuché la voz del doctor Cullen.

Cuando entré, me sorprendí al ver al otro hombre que se encontraba ahí, era todo lo contrario a lo que había imaginado. Pálido, con el cabello negro y ojos de un verde intenso, alto y fuerte, parecía tener la misma edad que Edward, y yo que había esperado a un hombre de cincuenta, calvo y con barriga, pues que equivocada estaba.

Aparté la vista rápidamente y me concentré en lo importante. Lo escuché respirar profundamente cuando pasé a su lado, pero no le presté mucha atención a eso.

-Mi hermana me dijo que le diera esto, doctor Cullen –le entregué los papeles.

El asintió y luego me sonrió.

-Bella, puedes llamarme Carlisle –dijo él.

-Esta bien –acepté.

-Me llamo Andrew Lennox

Me sobresalté al verlo justo a mi lado, ni siquiera lo había escuchado acercarse. Extendió su mano hacia mí.

-Bella Swan –contesté, se inclinó para besar mi mano, tanto su piel como sus labios eran fríos. Sus ojos no se apartaron de mí ni un momento, me sentí incómoda, y desvíe la mirada a Carlisle-. Nos vemos después –le dije y salí de ahí.

-¿Por qué tardaste tanto? –preguntó mi hermana.

Fruncí el ceño. Después de que le hago el favor se queja, vaya forma de dar gracias.

-Carlisle estaba un poco ocupado –resoplé.

Lena arqueó las cejas.

-¿Carlisle?

-¡El me dijo que podía llamarlo así! –exclamé a la defensiva.

-Tranquila Bella –dijo Lena, levantando las manos haciendo un gesto de paz. Pero yo sabía que sólo se burlaba de mí-. Sólo pensaba que era bueno que vayas tomando confianza con tu futuro suegro.

-Me voy –la fulminé con la mirada-. Te veo en la noche.

-Respecto a eso –dijo-. No regresaré al departamento hasta la mañana, hoy tengo que hacer guardia.

-Me hablas si necesitas algo –aunque estaba enojada con ella, sabía que iba a terminar agotada, no podía negarle mi ayuda.

-Gracias hermanita

Estaba a medio camino del departamento, las calles estaban cada vez más solas, cuando miré al cielo descubrí la razón. Se avecinaba una tormenta fuerte, maldije para mis adentros y comencé a buscar un taxi. Fue entonces cuando el dolor regresó, mucho peor que antes. Todo a mi alrededor comenzó a dar vueltas, mis piernas ya no podían sostener mi cuerpo.

-Bella –Edward me había atrapado antes de que cayera al suelo.

-Duele –eso fue lo único que pude decirle, ni siquiera podía mover la boca.

-Lo se –contestó-. Yo te cuidaré Bella, todo va a estar bien.