Dark Chat

viernes, 30 de julio de 2010

Tan lejana como una estrella

CAP 29.EXPLICACIONES Y MALOS ENTENDIDOS

EDWARD POV

"Bella, no te vayas" – te volví a suplicar, mientras cogía tus manos y las aferraba a las mías. Bajaste la mirada y negaste lentamente con la cabeza

"Es necesario, Edward" – fue lo que dijiste y una pequeña lagrima se corrió por tu mejilla

"Por favor" – dije. Estaba dispuesto a pedirlo millones de veces si era necesario – "Bella, no te puedes ir, no podemos estar separados"

"Lo siento"

Y, dicho esto, desapareciste…

Desperté con un terrible sobresalto y un sonoro jadeo causado por el dolor…

Viajé mi desorbitada mirada hacia alrededor, aún sin despertar del todo, tratando de convencerme de que la pesadilla había terminado…

Una gentil mano, que se posó sobre mi frente y despejó de ella unos cuantos mechones de mi cabello, ayudó mucho para tranquilizarme. Levanté mi mirada para verle y toda posible angustia se disipó por completo al contemplar su rostro en medio de aquella oscuridad.

"Edward, ¿Estas bien?" – preguntó, con voz afligida. Seguramente mi mirada no había cambiado mucho aún.

La mundana satisfacción que sentí al pasar de una pesadilla a un sueño me dejó sin habla por varios segundos. Quería decirle tantas cosas, tantos secretos, tantas palabras, pero nada salió de mis labios. La paz que borboteaba de mí ser ahogó todas mis palabras y solo fui capaz de llevar a cabo una cosa: rodear su cuerpo con mis brazos y atraerla hacia mí.

Aunque sabía que ella no me iba a rechazar, fue demasiado paliativo el notar como sus manos y rostro se dejaban caer sobre mi espalda y pecho, respectivamente. Apenas y recordaba que horas antes había sentido dolor… en sus brazos ese sentimiento no existía.

"Bella" – logré decir al cabo de unos segundos y besé sus cabellos – "Perdóname. Hay tanto que te tengo que explicar…"

"Shh" – interrumpió, llevando uno de sus dedos sobre mis labios – "Calla. No hay nada que explicar, no hace falta"

Nuestras miradas se unieron y me pregunté, ¿Qué había hecho yo para merecerla? ¿Cómo podía haberme perdonado de esa manera tan generosa tras haberle hecho tanto daño?

"No. Claro que hace falta" – insistí.

Las cosas no podían quedar de esa manera

"Edward, no quiero recibir explicaciones""

"Pero yo si quiero darlas" – moví mis manos hacia sus mejillas y, con voz suave, agregué – "Es necesario que sepas toda la verdad"

Bella me escuchó sin interrupciones, conteniendo la furia desgarrante que se hacía notar en su mirada y en la rigidez de su cuerpo.

"He sido cobarde Bella, y te he fallado" – admití, cuando la historia había sido completamente contada y un silencio se había levantado entre nosotros – "Rompí mi promesa el mismo día en que la planteé y, aún no siendo digno de tu amor, he venido y me he atrevido a suplicar que me perdones…"

"Edward" – susurró, en el momento en que juntó sus labios con los míos en un frágil y breve movimiento – "Ya basta. Olvidemos, al menos solo por estas horas, todo lo que paso, por favor. Lo único que quiero saber es que me amas"

"Te amo" – le aseguré – "Claro que lo hago, jamás podría borrar de mí éste sentimiento"

El tener a Bella entre mis brazos, después de tantos meses, fue un alivio que me atemorizo… Tenía la extraña sensación de que aún estaba en un sueño y me horrorizaba la idea de despertar.

Bendito el cielo, no fue así.

Bella y yo estábamos unidos otra vez y, tal como había dicho Emmett, el estar ligados borró todo tipo de miedo causado por los posibles problemas que se avecinaban. Con la llegada del alba, me tuve que marchar de su lado.

"No te irás, ¿Verdad?" – quise asegurarme, antes de descender por la ventana.

Ella sonrió, como si mi pregunta se le hiciera realmente ridícula

"Al único lugar que iría en estos momentos sería al que tú me llevaras" – contestó

"Te veo en unas horas" – prometí, mientras depositaba un beso fugaz sobre sus labios – "Espero todo salga bien con tu madre"

Mi novia resopló fuertemente al momento en que ponía los ojos en blanco de manera teatral. Ambos sabíamos que la situación sería difícil y, sin embargo, no importaba (al menos, no mucho). Lo único primordial era que ambos estábamos juntos, el uno para el otro, y lo sabíamos perfectamente.

"Suerte con la Bruja" – deseó ella también.

Reí entre dientes e imité el gesto anteriormente hecho por ella. Cuando el momento de la despedida ya no se pudo prolongar más, me fui.

Llegué a la casa de los Newton y comprobé que Heidi aún yacía inconciente sobre su cama. Suspiré profundamente al verla y no era precisamente por que sintiera algo reconfortante, si no que, ciertamente, me dio pena…

Me deshice de aquel pensamiento, ella no se había tentado el corazón conmigo ni con Bella, ¿Por qué habría de hacerlo yo? Caminé hacia mi habitación y me dejé caer en la cama, en donde, por primera vez en todos esos meses, esperé la llegada del amanecer con felicidad.

BELLA POV

En cuanto la figura de Edward se perdió, corriendo y escondiéndose por el jardín para salir de mi casa, tomé la sabana que reposaba en mi cama y me la llevé al rostro.

Ahh…

Dudaba que hubiera en todo el universo un perfume tan delicioso como el de Edward. Suspiré profundamente, embriagándome de su fresco aroma y, al momento, el deseo de ir tras él y tomarlo entre mis brazos me invadió. Una noche no me bastaba para compensar todo el tiempo que no lo había tenido cerca. Ni cien vidas bastarían para saciarme de todo su amor…

Abrí mis ojos bruscamente como si, de un momento a otro, me hubieran dado una patada en el estomago para hacerme reaccionar y recordarme que mi cuento de hadas era imaginario y que pronto se acabaría, si no me apresuraba a aclarar las cosas.

Con tristeza, dejé caer la sabana sobre la cama y corrí hacia la esquina en donde todas mis maletas se encontraban. Miré hacia el reloj, eran cerca de las cinco de la mañana, y el viaje estaba destinado para dos horas antes del medio día, no tenía mucho tiempo entonces. Tomé el equipaje más grande y lo dejé caer sobre el suelo para poder abrirlo. Comencé a sacar toda mi ropa lo más rápido posible y, al cabo de unos minutos, ya tenía la primera maleta vacía. Me percaté cuando Esme y Alice llegaron a la casa. Nunca antes agradecí tanto el hecho de que mi madre les pidiera entrar a trabajar desde tan temprano.

Bajé las escaleras con pasos más torpes que apresurados

"Alice, necesito tu ayuda" – informé en cuanto tuve frente a mí a la pequeña hermana de mi novio.

No le di tiempo de preguntar más, en cuanto asintió, di media vuelta y volví a subir las escaleras a grandes zancadas. Alice me siguió el paso fácilmente (ella no era torpe) y, en cuanto entramos a mi recamara, cerré con seguro la puerta y le indiqué:

"Ayúdame a sacar todas mis cosas de los equipajes y a acomodarlas donde antes pertenecían" –

"¡¿No se va?" – soltó con voz entusiasmada

"¡No!" – le aseguré y, perdiéndome por un momento en el recuerdo de su hermano, agregué – "¿Cómo podría alejarme de él, sabiendo que me quiere?"

"¡Oh, señorita, no sabe cuánto gusto me da que Edward…!" – sus alegres palabras me trajeron de vuelta a la realidad

"¡Si, si! Yo también me alegro" – interrumpí – "Alice, no hay tiempo ahora para ponernos románticas" – recordé – "Tengo que decirle a Renne que no me pienso ir y hay que dejárselo claro…"

Todas mis pertenencias estuvieron acomodadas por mi habitación, como si nunca las hubiera sacado de ahí, al cabo de una hora. Le di las gracias una vez más a Alice y ésta se fue, deseándome suerte y dándome un abrazo el cual correspondí de manera gustosa. Evité el ver a Renne hasta el momento en el que, sabía, Mike llegaría con Heidi y Edward.

El timbre sonó y los pies me temblaron al bajar por las escaleras, sin embargo, el tener a Edward ahí, mirándome a distancia, me borró todo tipo de inseguridad y me sentí reforzada. Miré fijamente a Heidi por un momento y traté de ignorar, lo mejor posible, la sonrisa perversa que tenía dibujado en su rostro

Maldita bruja, pensé.

Por el contrario a todo lo que quería hacer en ese momento, suspiré profundamente para calmar los deseos de matanza que me invadían, y planté mi mejor y más hipócrita sonrisa de amabilidad, en cuanto llegué frente a los que ya me esperaban

"Isabella, ¿Dónde esta tu equipaje?" – preguntó mi madre quien, por cierto, desde mi compromiso con Mike, había estado más que contenta conmigo.

Lástima que la felicidad le iba a durar tan poco.

"No hay maletas" – le dije, mirándole fijamente

"¿Cómo que no hay maletas?" –

"No hay maletas" – volví a repetir con más seguridad y, mirando hacia Mike, Heidi y Edward, solté – "No me voy de Forks"

Al momento en que mi voz se perdió en la estancia, pude presenciar varias cosas a la vez: la ira de Renne, la perplejidad de Mike, la cólera enloquecida de Heidi y… la mirada de paz por parte de Edward.

"¿Qué es lo que acabas de decir?" – siseó mi madre, tomándome del brazo, del cual me zafé rápidamente.

"Lo he pensado bien y he decidido que no me quiero ir"

"Bella, preciosa" – llamó Mike e ignoré el hecho de que me llamara preciosa, odiaba que me dijeran de esa manera – "Ya esta todo listo, he comprado una casa en Europa y las clases comenzaran en un mes y yo tengo negocios que atender allá, no me puedo quedar"

"Entonces, que te vaya muy bien Mike" – dije, de manera desinteresada – "Te deseo lo mejor"

"¿A qué se debe este repentino cambio, Bella?" – inquirió Heidi y, por su voz, era claro que sospechaba que algo había entre Edward y yo – "Estabas muy decidida hacía apenas un día"

"No te inquietes, Heidi. No se puede arrebatar a lo que uno ya tiene asegurado, ¿no?" – obviamente yo no lo decía por ella, si no por mí, pero era claro que Edward había cumplido muy bien su trabajo de hacerle creer que se había enamorado perdidamente de ella, que su pequeño cerebró no lo entendió.

"Por supuesto que no" – dijo ella, muy segura de si misma.

Me dieron ganas de reír cuando sus brazos se enrollaron alrededor de la cintura de mi novio mientras que éste solo tenía su atención puesta en mí.

"Bella, yo me tengo que ir, no me puedo quedar en este momento contigo" – anunció Mike con voz suave, como si pensara que su partida me hacía daño – "pero, no te preocupes, vendré pronto, te lo prometo. Mis negocios con los Hale aún están llevándose a cabo"

Me limité a asentir. Después de todo, él no era un mal chico. No era su culpa ser hermano de una persona como Heidi y, mucho menos, tenía la culpa de ser un idiota. La discusión con mi madre se alargó después de que la casa quedó a solas. No le tomé ni la más mínima importancia y dejé que se deshiciera en regaños… Nada importaba ya, más que el hecho de que ahora Edward y yo estábamos unidos.

ALICE POV

Camine regresó a mi casa con una enorme sonrisa en el rostro. Tenía que buscar la manera de platicar con Edward para escuchar lo feliz que estaba de haber regresado con Bella…

Al menos él si podía decir que su amor era correspondido.

Al llegar a mi casa me quedé a solas. Mis padres, junto con mis hermanos, habían salido a caminar. Una actividad que realizaban muy a menudo cuando la lluvia se los permitía.

Eso me daba más tiempo para pensar en él. Después de nuestra ilógica e infantil discusión que tuvimos hacía pocos días, no le había visto. Seguramente se encontraba muy entretenido con la tal María…

¡Idiota! No merecía que le extrañase tanto…

Con furia me froté los ojos al notar que unas lágrimas amenazaban con salir. Gruñí de la frustración. El llorar no era algo que me gustase ni algo que me enorgulleciera, ¿Por qué lo hacía entonces?

Un toque de nudillos llamó a la puerta y, realmente extrañada, me dirigí para ver de quién se trataba. Me quedé paralizada, sintiendo como un fuego lento recorría mi estomago, al verlo frente a mí

"Jazz" – musité, aún sin salir de mi pasmo. Él jamás había rebasado el límite del callejón en el que siempre nos solíamos separar – "¿Qué haces aquí?"

Pareció vacilar antes de contestar mi pregunta.

"En mi casa hay demasiados problemas… necesitaba hablar con alguien" – el silencio nos invadió por un momento, a lo cual él agregó – "¿Puedo entrar?"

"Si" – dije de manera titubeante. Dudaba mucho el que mi familia regresara pronto – "Adelante" – indiqué, mientras me hacía a un lado para permitirle el paso.

"¿Qué pasa en tu casa?" – pregunté, en cuanto estuvimos sentados en el sillón

"Mis papas están enloquecidos por que mi hermana se fue" – contó – "pero no quiero hablar de eso" – dijo, tomándome de las manos y provocando que mi corazón latiera rápidamente por el simple gesto – "Quiero pedirte disculpas por la forma en que te hablé aquel día…"

Me encogí de hombros, para restarle importancia

"Ya paso" –

"¿Fue tu amigo por ti?" – asentí, un poco vacilante al decidir si decirle la verdad o no.

Después de todo, Bella me había logrado a contar que él mismo había sido quien había llevado a mi hermano hasta la mansión de los Swan… ¿Lo habría hecho por amabilidad o por qué sabía algo?

"¿Y qué tal te fue?"

"Nada que se pueda considerar excitante" – dije, riendo por mi no mentira – "Y a ti, ¿Qué tal te fue con tu amiga la riquilla?"

"Nada como pasar el tiempo a tu lado" – mis mejillas se enrojecieron de manera que creí imposible. Intenté de tranquilizarme al momento en que me repetía una y otra vez que no mal interpretara sus palabras

No mal interpretes

No te ilusiones

Tranquila, toma esas palabras con su verdadero significado…

"¿Qué te parece si salimos a caminar?" – propuso, rompiendo mis cavilaciones.

Asentí de inmediato. Me puse de pie con la esperanza de que, al estar lejos de él, mis pensamientos pudieran acomodarse

"Deja que me quite el uniforme y me ponga algo más cómodo. En seguida vuelvo" – anuncié, quitándome el delantal y aventándolo hacia uno de los sillones.

Me sorprendí al encontrarme confusa entre qué ropa tenía que usar. ¡Vamos, es solamente un paseo con tu amigo! Me dije al verme, por primera vez en toda una vida, realmente obsesionada por verme linda. Tardé más de lo que solía en llegar de vuelta hacia la sala.

"Ya podemos irnos" – dije con una sonrisa, la cual se borró en cuanto vi el endurecido semblante de Jasper – "¿Y ahora qué te pasa?" – inquirí y al instante, su mano me mostró el paquete pastillas que Bella me había dado un par de días antes

¡Oh, mierda! Los había olvidado tirar.

"Vaya, Alice… no sabía que fueras tan buena amiga" –

Despegué mi mirada de la cajita blanca solamente para verle. Sus ojos color miel se clavaron en los míos como filosos cuchillos que atravesaron mi alma, ¿Qué era lo que estaba pensando?

"¿Qué insinúas?" – pregunté

"¿Yo? Nada" – contestó, pero su voz nadaba en medio de una abundante ironía – "Creo que al decir que la salida con tu amiguito no había tenido nada excitante, tenía un muy doble sentido. Lo lamento por ti"

"Jazz… no es lo que tu piensas" – comencé a decir

"No, no, no" – interrumpió, dando dos pasos hacia mi – "Tranquila, no tienes por que seguir fingiendo ser la niña inocente…" – calló por un instante, bajando la mirada para después, volverla a levantar y mirarme con mucha más dureza – "¿Sabes qué es lo que me decepciona? El hecho de que te estés acostando con alguien a quien ni si quiera, dices, es tu novio. Que es un tipo cualquiera, un amigo – bufó fuertemente al decir la última palabra y, después continuó – "¡Haberlo dicho antes! Tal vez también yo pueda gozar de los privilegios de tu amistad"

No me di cuenta del momento en que mi mano se movió para darle una cachetada. Simplemente lo hice. Lo que más me dolió fue que el golpe ni si quiera tuvo fuerza… No, fue completamente débil ya que yo me sentía demasiado aturdida, por el dolor que sus palabras me habían causado, que ni siquiera podía localizar mis pies.

La miel de sus ojos se enfrió de una manera que me carcomió los sentidos

"Eres un completo idiota" – solté y después, solo fui conciente de que sus brazos me habían enrollado fuertemente y que su boca se pegó a la mía con una deliciosa brusquedad.

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CAP 30.LA VERDAD

ALICE POV

Bien.

Sabía que lo debía golpear o, como mínimo, empujarlo para que se apartara de mí. Sabía que el movimiento de sus labios contra los míos no era otra cosa más que la demostración que él se estaba auto proporcionando para asegurar sus sospechas. Y sabía que esas sospechas radicaban en pensar que yo me acostaba con el primer idiota que se me cruzaba en el camino…

Lo sabía.

Y, sin embargo, la dulzura de su boca era tan irresistible que no encontré el dominio para hacer lo que tenía que hacer. Creo que hubo un momento muy pequeño en el que moví mis manos hacia sus cabellos para poder jalarlos y así, deshacerme de su beso. Sin embargo, cuando mis manos apenas y llegaban a esa parte, las suyas apretaron mi cintura, atrayendo mi cuerpo hacia el suyo con una fuerza estremecedora, y la poca voluntad que me sostenía, decayó por completo.

Con un suspiro placentero entreabrí mi boca y él aprovechó la oportunidad, sin vacilación, intensificando el beso de manera casi desesperada. Y mis manos, que tan dispuestas estaban a ser quienes frenaran aquel arranque, se dejaron caer de manera suave sobre su rostro.

Maldición… ¿En qué momento me fui a enamorar de él?

Fue de un momento a otro cuando él, con sus manos sobre mis mejillas, me alejó con la misma delicada brusquedad con la que me había tomado. Nos miramos a los ojos con respiraciones entrecortadas y la humedad de su boca no ayudó mucho a controlar mis deseos. Tardé un poco en reaccionar y darme cuenta que, con un gruñido, había empujado nuestros cuerpos para caer sobre el sofá y él se encontraba sobre mí, besándome con una impaciencia que, a pesar de ser demasiado pasional, me asustó.

Me asustó por que yo no era lo que él pensaba. Él no lo sabía, y yo no estaba dispuesta a desgastarme en dejárselo claro, pero yo jamás había estado con un hombre en términos sexuales y, en toda mi vida, jamás antes había tenido un novio… pero claro, él no pensaba así. Él había sido capaz de pensar lo peor de mí y eso era algo que no estaba dispuesta a soportar.

Fue en ese momento en que mis manos se movieron y empujaron su pecho. Tal vez el movimiento no fue demasiado firme, pues, a decir verdad, una parte de mí deseaba que él continuara y no parará… sin embargo, él alejó su boca de la mía, más no su cuerpo, el cual siguió reposado sobre el mío como antes.

"Jasper, bájate" – le pedí, intentado que mi voz se escuchara segura, más los jadeos de mi entrecortada respiración no ayudaron

"¿Por qué?" – preguntó y la miel derretida de su mirada rápidamente fue reemplazada por la dureza con la que anteriormente me había visto – "¿Qué es lo que no te gusta, Alice? ¿Necesitas que sea más cariñoso? ¿Más agresivo? Dime… estamos en completa confianza"

No me dio tiempo de contestar. Su boca me silenció mucho antes que pudiera defenderme y pude sentir una de sus manos descender de mi rostro para llegar a mi cintura, en la cual comenzó a subir la tela de mi blusa y empezó a acariciar la piel de mi vientre. Aunque lo intenté, no pude evitar estremecerme ante su tacto. Sin embargo, sus palabras resonaron en un lugar recóndito de mi mente.

Llevé mis manos hacia donde él me estaba acariciando e intenté alejarlas. Fue entonces cuando, sin mucha complicación, él capturó las mías, llevándolas arriba de mi cabeza y dejándome completamente a su merced.

"Vamos, Alice, no te hagas la difícil… compláceme, soy tu amigo ¿no?"

Lo miré a los ojos y le desconocí por completo. Él no era Jasper…

Una lágrima se resbaló por mis mejillas y fue entonces cuando el agarre de sus manos se deshizo y su cuerpo se fue alejando poco a poco del mío. Me tomó más de tres segundos el comprender que ya me podía poner de pie si así lo quería, pero aún sentía la rudeza con la que sus manos me habían atado. Sus filosas palabras fueron como clavos que habían atravesado mi piel hasta llegar al relleno del sillón, dejándome crucificada en el lugar y desangrando por dentro.

"Lárgate, Jasper" – musité, tratando de no derramar ni una lágrima más. No le iba a dar ese gusto – "¡Lárgate…!" – exclamé, mientras me plantaba frente a él

"¿Por qué?" – desafió – "¿Acaso no soy tan bueno como él?"

Él se lo ganó.

Esta vez, el golpe no fue débil, si no todo lo contrario… mi rodilla pegó fuertemente en su estomago y no le di tiempo si quiera a que se recuperara del dolor.

"Largo de aquí" – dije una y otra vez mientras lo arrastraba hacia la puerta y ya, cuando estuvo afuera, adquirí toda la fuerza necesaria, cerré mi corazón y le dije la mentira más grande que pudiera haberle dicho en toda mi vida – "¡No te quiero volver a ver! ¡Eres el hombre más idiota que pueda conocer en el mundo! ¡Imbecil!"

Cerré la puerta en sus narices y ya no supe por cuánto tiempo se quedó ahí… cerré fuertemente mis ojos en cuanto me tiré sobre la cama y apreté el rostro contra mi almohada.

No iba a llorar

No iba a llorar

No iba…

Ay, traicionera debilidad…

Solo esperaba a que el dolor se me pasara rápidamente.


EDWARD POV

Como la noche anterior, dormí a Heidi y salí a hurtadillas de aquella casa. No había dejado de contar los minutos para poder tenerla otra vez entre mis brazos. Ansiaba su calor como un niño ansia los brazos de su madre. Necesitaba ver sus ojos de la misma manera en que necesitaba el aire para respirar.

No me sentiría completo hasta no tenerla frente a mi y poderla besar.

Agradecí el que no estuviera lloviendo como la noche pasada, aunque la temperatura si era muy baja. Aceleré el paso y, a los pocos segundos, comencé a correr. Me arrastraría si fuese necesario, sabía que ella me esperaba. El sonido insistente de un claxon me alarmó, más decidí no voltear para ver de quién se trataba. Seguramente no era para mí, no tenía tan buena suerte como para encontrarme a Jasper dos noches seguidas en la misma situación.

El carro se resbaló hasta mi dirección y pegué un brinco para quitarme de su camino. No dejé de caminar y los nervios comenzaron a traicionarme. ¿Y si Heidi se había percatado de mi juego…?

Quise correr, más la tensión me hizo torpe. Una fuerte mano me sostuvo por el hombro y me jaló hacia atrás con brusquedad.

"Te he descubierto. Estas perdido" – el corazón se me contrajo fuertemente antes de que volviera a latir de manera frenética. Estoy seguro que no quedó ni una sola gota de sangre en mi rostro y que mis ojos casi salen disparados de sus cuencas…

Poco falto para que el corazón se me detuviera por completo. Ya casi podía saborear el sabor de la amargura… hasta que una sonora carcajada resonó a mis espaldas. Una carcajada que yo conocía muy bien.

"¡Maldito, Emmett!" – siseé, puesto que la voz aún no regresaba a mi garganta – "¡Considérate muerto!"

Di media vuelta, muy despacio, aún seguía demasiado aturdido como para moverme de manera normal. Mis pies aún se encontraban temblando bajo mis rodillas. Me enfurecí al ver a mi estupido amigo partiéndose en carcajadas frente a mí. Sin embargo, también agradecí que fuera él y no otra persona.

"Edward… te hubieras visto, hermano" – comenzó a decir en medio de sus carcajadas – "un tronco esta menos tenso que tu…"

"Idiota" – murmuré y, esperé a que mi amigo se calmara.

"Lo siento, lo siento. Fue inevitable" – dijo – "Bella le acaba de hablar a Rose para contarle que se han reconciliado y decidimos darnos una vuelta por estas calles para ver si te encontrábamos y así poder ayudarte"

"¿Bella le habló a Rose?" – pregunté, olvidando por completo cualquier sensación de enojo, frustración o miedo. Su solo nombre me llenaba de paz. Podría ponerme en el centro del infierno y no tendría miedo si escuchara su nombre durante todo ese tiempo.

"Si" – aseguró Emmett – "Vamos, Rose esta en el automóvil. Te llevaremos a la casa de los Swan"

Nos dirigimos al carro que se encontraba estacionado a pocos metros de ahí, ¿Cómo era posible que no lo hubiera reconocido antes? Emmett indicó con una mano que podía entrar y me deslicé por los asientos traseros. La calefacción fue demasiado reconfortante

"Hola, Edward" – saludó Rose

"Amigo" – interrumpió Emmett, antes de que pudiera contestar – "te presento a mi esposa"

"Hola, Rose" – dije y, cayendo por fin en la realidad de las cosas, agregué – "¿En verdad se casaron?"

"¡Claro!" – contestó él – "acabamos de llegar…"

"Por lo que aún nos falta enfrentar el último problema" – añadió Rose, y su voz se tornó preocupada. Emmett le tomó la mano y le dio un apretón

"Todo saldrá bien" – la rubia muchacha volvió a sonreír.

"Les deseo lo mejor" – dije, de manera sincera

"Gracias. Lo necesitaremos mañana que iremos a ver a los papas de Rose. Hoy nos quedaremos en mi casa"

"¿Tus papas lo saben?"

"Si. Lo han tomado muy bien"

"Al fin de cuentas, los estafadores son mis padres" – murmuró Rose, frunciendo el ceño y, dos segundos después, pegó un pequeño brinquito, como si hubiese recibido una ligera descarga eléctrica.

Buscó algo dentro de su bolso y, cuando lo encontró, se giró sobre su lugar para verme

"Toma" – indicó, mientras me tendía una pequeña cajita – "Bella me las encargó. No querrán tener un bebe en este momento"

"Ahhh… Gracias" – dije, bajando la mirada de la suya, que era demasiado persuasiva. Mis mejillas se colorearon sin que lo pudiera evitar y metí la cajita en una de las bolsas de mi sudadera

"Bien, hemos llegado" – anunció Emmett y, rápidamente, bajé del carro, provocando que mis pies se atoraran – "Ey, ey, ¡Tranquilo!" – dijo, con aquella extensa sonrisa tan característica de él.

Le regresé el gesto de la misma manera

"Gracias, Emmet, Rose" –

"Salúdame a Bella" – pidió ésta – "Dile que pronto la vendré a visitar"

Asentí y después de que el coche volviera a arrancar, salí corriendo hacia la barda, la cual escalé lo más apresuradamente que pude.

La ventana de su recamara estaba abierta. Me adentré en ella de manera cautelosa al no verla por ninguna parte.

"¿Bella?" – llamé, con un susurro y una pequeña risita me tranquilizó.

Sus brazos me enrollaron por detrás. Giré mi cuerpo para tenerla frente a frente y la llevé hacia la ventana, en donde la luz de la luna se filtraba.

"Déjame verte" – pedí, mientras acariciaba su rostro – "Dame el privilegio de contemplar mis pupilas con tu belleza"

Su cabeza se recargó sobre mi pecho y suspiró profundamente.

"Rose y Emmett están de regreso" – anunció

"Lo sé. Ellos me han traído hasta acá" – saqué la cajita de pastillas y se la di – "Rose me dijo que le encargaste esto"

"Si" – dijo, mientras la tomaba entre sus manos – "le di a tu hermana el paquete que tenía antes para que lo tirara… pensé que ya no tendría por que usarlo"

"Pues no esperemos más" – murmuré, pegando mi boca con la suya – "hay que darle un buen uso, ¿no crees?"

"Si…" – acordó ella, y me llevó entre besos hacia su cama.


JASPER POV

Tenía un dolor de cabeza terrible… habían pasado casi veinticuatro horas desde que ella me había otorgado aquel golpe y aún podía sentir el dolor incrustado en mi estomago.

O tal vez no era tanto por el golpe el por qué sentía semejante vacío…

Tal vez era por que sus palabras aún resonaban fuertemente en mi cabeza, por que su mirada aún aparecía cada vez que cerraba mis ojos…

¡Maldición!

Cuánto había deseado el volver a besarla durante todos estos meses que habían pasado. Cuánto había soñado con ese momento, el cual se mostraba diferente a todos los demás y, sin embargo, me había equivocado.

Este encuentro fue mucho peor.

Me había comportado como un animal… un animal movido por la rabia y los celos. ¿Con qué derecho le había dicho yo todas esas cosas? ¡Ba! El arrepentirme no me volvía menos idiota de lo que ya era, si no todo lo contrario…

Alice… ¿Qué iba a hacer contigo?

"Joven Jasper" – llamó una de las muchachas, rompiendo mis cavilaciones – "Lo buscan en la sala"

Mi mente procesó el nombre de una sola: Alice.

Mi conciencia se rió a carcajadas de mi ridícula imaginación. Obviamente, no era ella. Bajé las escaleras, arrastrando mis pies, y el grito que estalló por la sala me levantó el animo de manera considerable

"¡Hermano!" – exclamó la rubia muchacha mientras corría a abrazarme y yo la recibía abiertamente

"¡Rose!" – murmuré, apretando su curveada figura contra mí – "Qué gusto el que hayas vuelto ¿Dónde te habías metido? He estado muy preocupado por ti"

"Tranquilo, estoy bien" - bajó la mirada y su rostro se entristeció por un momento - "solo vengo por mis cosas"

"¿Qué?"

"No pensaras que nuestros padres me aceptaran después de saber que me he casado con Emmett Mc Carty" – levanté la mirada y fue cuando me percaté de que el muchacho se encontraba frente a mí.

Se acercó a saludarme y correspondí el gesto.

"Así que… los rumores eran ciertos" – dije. Ella sonrió de manera inocente. Sabía que con aquel gesto no podía enojarme, aunque lo quisiera. Suspiré de manera resignada – "Sabes que te apoyaré en todo lo que hagas, si eso supone tu felicidad"

"Gracias, Jazz. Por cierto, también Bella quiere agradecerte y te envía saludos"

"¿Bella?"

"¿Me dirás que no lo sabes?"

"¿Saber qué?"

Rose emitió una pequeña risita y, jalando de mi camisa para que mi oreja quedará cerca de sus labios, susurró

"Tiene meses que ella y Edward están juntos"

Dilaté mis ojos al escucharle… ahora, muchas cosas tenían explicación

"Los tontos estuvieron separados un buen tiempo, pero ahora, con ayuda de Emmett, Alice, tuya y mía, han regresado. Tú no lo sabías, pero Bella…"

Ya no logré escuchar más. Mis oídos solo habían captado un solo nombre

"¿Alice?" – pregunté, sin querer

"Es la hermana de Edward. Trabaja en casa de los Swan, es muy agradable" – rió, antes de continuar – "me contó Bella que, no tiene mucho, le dio un paquete de pastillas anticonceptivas para que la tirara…"



No… esto era una broma… ¿Había escuchado bien?

"Jazz, ¿Pasa algo? Te has puesto pálido…

"Soy un imbecil" – musité, aun con la mirada perdida.

"¿Eh?"

"¿Has dicho que Bella le dio un paquete de pastillas anticonceptivas a Alice?"

"S-si" – contestó mi hermana – "¿Algún problema con eso?"

"¡Tengo que ir a verla!"

"¿A quién?"

"¡A Alice!"

"¿Por qué?"

"¡Agg!" – gemí – "¡Soy un imbecil!"

"Jasper, ¿Qué pasa?" – exigió saber mi hermana, frunciendo el ceño.

Intenté tranquilizarme para poder explicarle. Después de todo, ellos me habían tenido confianza y yo ya no podía guardar más este tormento

"Estoy enamorado de la hermana de Edward" – solté y mi hermana abrió mucho más sus ojos y su boca comenzó a formar una perfecta "O". También Emmett hizo lo mismo, pero ignoré a ambos lo mejor que pude.

"Tú… estas…"

"¡Si, si!" – exclamé – "pero he sido un idiota con ella…"

"¿Por qué?"

"Todo fue un mal entendido de mi parte… la juzgué sin darle oportunidad para…" - comencé a hablar yo solo

La frustración me llevó a golpear la pared.

Tenía que ir a buscarla. Esa misma tarde, no podía esperar más… pero, ¿Y si ya era demasiado tarde?...