Dark Chat

jueves, 4 de febrero de 2010

Renacer

Capítulo 15: Más allá del Pasado


“¿Qué has dicho?” – pregunté, completamente confundido.


La muchacha me sonrió de manera cálida y un sonoro jadeo se escapó de mis labios al prestarle más atención y ver, en sus ojos, la viva imagen de aquel par de castañas pupilas a las que tanto amaba.


¡No!


Aquello era imposible. Tenía que serlo


Seguramente había escuchado mal. Tal vez, sin darme cuenta, me había sumergido en un pesado letargo y me encontraba soñando. (Sabía, de ante mano, que todo ello era imposible, pues era un vampiro, pero más improbable me resultaba aceptar lo que, tenía pocos segundos, acababa de escuchar y lo que estaba viendo)…


…¿Esa niña de cabellos rizados y cobrizos me había llamado…?


“¿Quién eres?” – le preguntó Emmett


“Mi nombre es Reneesme”


“Reneesme” – repitió Alice – “Qué nombre tan más extraño”


“Lo es” – acordó la muchachita, sin dejar de mirarme ni un solo momento – “Pero mis padres fueron quienes lo decidieron, ¿Verdad?"


No contesté. A pesar de ser un ser inmortal, me sentía demasiado anonadado.


“¿Quieres decir que Edward es tu padre?”


“Y la mujer que en sus brazos se encuentra, mi madre” – agregó.


Los rostros estupefactos de mi familia se volvieron en mi dirección, con un movimiento completamente inconciente y sincronizado.


“N-no” – balbuceé, ante las inquisitivas miradas – “Ustedes saben perfectamente que Bella y yo no… Esto tiene que ser un mal entendido”


“Pues no lo parece” – puntualizó Alice – “Se parece mucho a ti y, no puedes negar que sus ojos son la viva reencarnación de Bella”


Mi hermana tenía razón, definitivamente, no había forma de negar aquella afirmación; pero... Aquello no podía ser real. Yo no podía ser padre. ¡Era ilógico, inverosímil! Bella y yo habíamos hecho el amor tenía poco y no había mostrado ningún signo de embarazo… ¿Cómo, cuándo, dónde, había nacido esa niña que se hacía llamar por nuestra hija?


“Me imagino que no entiendes lo que pasa” – dijo, mientras se me acercaba, para inclinarse frente a mí. Fue algo extraño; pero, a pesar de ser la primera vez que le veía, no sentí esa necesidad de proteger a Bella de su proximidad. Era como si una voz interior me dijera que no había peligro alguno, que podía confiar en ella – “Siento mucho aparecerme de esta manera; pero ya no podía esperar más. He pasado siglos extrañándolos”


“¿Siglos?” – repetí


“¿En realidad no me recuerdas?” – inquirió, con voz suave, al mismo tiempo en que una de sus manos alcanzaba la mejilla de Bella, quien había vuelto a caer inconciente, para pasar los últimos minutos que le restaban a su transformación – “Este es el momento definitivo” – susurró


“¿A qué te refieres?”


Su mano se levantó, en dirección hacia mi rostro.


“Déjame contarte todo” – pidió, mientras su piel tocaba mi mejilla y una serie de imágenes acudían a mi mente.


Yo era un vampiro. Ella una humana. Forks no era lo que conocía hoy, o hace un siglo. Era un Forks ubicado en el año de 1720. Vagaba solo por el mundo, cuando la vi, con su vestido largo y adornado con listones de color azul. Me resultó la criatura más hermosa y frágil desde el primer momento; con sus mejillas siempre sonrojadas y sus ojos chocolate, se convirtió en mi delirio, en mi razón de vivir.


Cubierto por las sombras, no había momento en que no la siguiera. Vigilaba cada paso que daba, contemplaba cada suspiro que emitía, me enamoraba más, con cada segundo que transcurría. El destino se apiado de mí y fui correspondido de la misma ferviente manera. La amé, me amó, y fue ese enloquecido sentimiento por lo que se entregó a mí. Un vampiro y una humana unidos, en cuerpo y alma, por toda la eternidad; Poco tiempo transcurrió, después de esa noche. Constantes mareos y terribles contracciones comenzaron a enfermarla, su vientre comenzó a crecer, con la llegada de un nuevo ser, fruto de nuestro amor.


Su nacimiento fue complicado; pero fue la fuerza y voluntad de Bella fue lo que nos hizo ganar esa ardua batalla. Tuvimos a nuestra hija (mitad humano y mitad vampiro) en nuestros brazos una madrugada de septiembre. Yo me vi en la obligación de convertir a Bella, pues la pérdida de sangre la había dejado demasiado débil.


Habíamos formado, los tres, una familia. Nos encontrábamos felices, viviendo en el bosque, cuando ellos llegaron: Los Vulturi… Un aquelarre de vampiros que decían cuidar y hacer valer nuestras leyes como inmortales, condenaron, sin esperar a una explicación o prueba a nuestro favor, el haber creado a una especie nueva, que, según ellos, podía poner en peligro el secreto de nuestra existencia.


“Tienes que correr y no parar hasta que estés segura que no te podrán encontrar” – le había dicho Bella, con voz ahogada, mientras acariciaba su cabello rizado.


“No quiero separarme de ustedes”


“Pronto estaremos juntos” – prometí, con mis brazos envolviendo a ambas mujeres que representaban toda mi felicidad – “Esta separación será momentánea. Es necesaria. No te queremos perder. Mientras tú existas, nosotros también lo haremos. No dudes que, pase lo que pase, un día volveremos a reunirnos”


Nuestra hija había dado media vuelta y empezado a correr, tal y como le habíamos indicado, con lágrimas violentas derramándose por sus ojos. Los Vulturi llegaron a los pocos segundos y, al ver a los más de veinte vampiros que nos encaraban, Bella y yo supimos que ese instante sería el último de nuestra vida. Tomé su mano, fuertemente, contra la mía, para apaciguar mi propio miedo.


“Te amo” – susurró, regalándome una esperanzadora sonrisa – “Pase lo que pase, dime que la promesa que le hiciste a nuestra hija será cierta”


“Lo será” – afirmé – “Te amaré para toda la eternidad y si hoy tenemos que separarnos, no dudes que te buscaré en mi siguiente vida. Y si en esa vida también te tengo que dejar, haré lo mismo en la próxima y en la próxima, hasta que nada pueda ya separarnos”


Esas fueron las últimas palabras que le dije a Bella. Ese fue, realmente, nuestro primer adiós. El tiempo pasó, hasta que ella y yo renacimos, ambos como humanos… Nuestra hija supo de ello, pero no quiso interferir ya que, sabía, aún no era el momento para presentarse ante nuestros ojos. Después, yo había sido convertido en vampiro y se desarrolló la historia que todos ustedes ya conocen y que les ha sido narrada, hasta este entonces.


Abrí mis ojos y los fijé en la mirada castaña que se encontraba frente a mí. Sentí un ardor en mis pupilas, ante las lágrimas que no podía derramar; Me resultaba hermosamente increíble el saber que mi historia con Bella iba más allá de lo que yo pensaba. Dolorosamente irreal que hubiera más dolor que sumarle a nuestra historia. Inexplicablemente emocionante el volverme a reencontrar con ese sentimiento paternal que había permanecido cuidadosamente guardado.


“¿Me recuerdas ahora?” – preguntó, a lo cual yo respondí enrollando su cuerpo con mis brazos y atrayéndola hacia mi pecho.


“Si…” – susurré – “Claro que te recuerdo…”


Sentí sus lágrimas mojar mi camisa


“No sabes cuánto los he extrañado”


Quedamos en silencio por un momento, sumergidos el uno con el otro y yo… me sentí en paz. Completo… Feliz…


Reneesme y yo nos separamos y llevamos nuestros ojos hacia abajo, en donde Bella aún seguía tendida sobre el suelo, su cuerpo comenzó a convulsionarse, ante el impetuoso infierno que la devoraba. Faltaba poco. El olor a sangre humana se había extinguido y la palidez de su piel era notoria. El corazón latía fuertemente, de manera frenética, anunciando que llegaba a su fin.


Pum, pum, pum, pum, pum…. Silencio…


Me incliné para tomar su rostro entre mis manos y poder ponerlo sobre mis piernas, acaricié su mejilla – ahora pálida, dura y fría – con la yema de mis dedos y sus ojos comenzaron a moverse, rápidamente, conforme sus ojos iban dejándose al descubierto


“Bella” – susurré, cuando mis ojos se encontraban con el rojo de los suyos.


“Edward…” – musitó, con la mirada confundida y desorientada. Era lógico. Sus sentidos se habían desarrollado, podía ver, oír, oler, sentir cosas que como humana no. Me acerqué, lentamente, para no asustarla, y besé su frente. Ella inspiró y un sonido lastimero salió de su garganta: Tenía sed.


Sus movimientos fueron demasiado rápidos que se presentaron invisibles hasta para nosotros. Cuando pude darme cuenta, ella ya se encontraba agazapada frente a nuestra hija, con la mirada hambrienta y deseosa.


“Qué… deliciosa” – ronroneó, con voz hermosa, acariciando sus labios con su propia lengua y… me esperaba todo, TODO, menos lo que en realidad sucedió:


Antes de que mi mente llegara a convencerse de que Bella resultaba peligrosa para nuestra hija y que debía de impedir que le hiciera daño, Reneesme ya se encontraba cubierta por el cuerpo de Jacob, que miraba a Bella de una manera diferente... No era amor, mucho menos desprecio… Era un brillo de afecto, de amistad, pero que dejaba claro que no le iba a permitir acercarse a la muchacha que se encontraba tras de él…


¿En qué momento había cambiado tanto su mirada melancólica y dolida?


Ella no. No me importa lo que me pase, ella no puede resultar herida…


“¡Hazte a un lado, Jacob!” – bramó Bella, extrayéndome de la mente del muchacho.


El chico no respondió ni se movió ni un solo milímetro. El gruñido de Bella se elevó por los aires y fue entonces cuando me apresure a enrollar mis brazos a su alrededor


“Bella, tranquilízate” – pedí y lo único que gané fue un fuerte golpe directamente dado en mis costillas que me estampó contra la dura piedra de la cueva.


Jasper y Emmett, al ver que no iba a poder lograr controlar yo solo la situación, aparecieron detrás de Bella y la arraigaron fuertemente con ambas manos.


“Bella…” – llamó Jasper, usando su don para tranquilizarla. Me volví acercar a ella y, conforme el poder de mi hermano causaba efecto, un brillo de reconocimiento se fue asomando a sus pupilas.


“Edward…” – su voz se quebró al pronunciar mi nombre, mientras su cuerpo se abalanzaba hacia el mío y sus brazos me enrollaban la cintura – “Lo siento… Yo… No quise…”


“No pasó nada” – calmé


Quedamos abrazados durante varios segundos, con su rostro hundido en mi pecho y sus uñas sumergiéndose en mi espalda – como si el enterrarme sus dedos en mi piel fuera a calmar el lacerante ardor de su garganta – No me moví ni un solo centímetro, aunque realmente sentí un poco de dolor. No importaba. Me podía arrancar la cabeza si eso le hacía sentir mejor. Dejaría que me descuartizara cada parte de mi cuerpo si ello prometiera que la sed ya no le iba a torturar de esa manera. Poco a poco, Bella fue soltando mi piel, hasta que la liberó por completo, quedado la yema de sus dedos acariciando las heridas que tenía poco me había causado.


“Dios… ¿Qué me pasa?” – sollozó


“Lo siento tanto…”


“¿Por qué te disculpas?” – inquirió molesta, con su delicada voz cantarina, mientras apretaba más el agarre de sus brazos a mi cintura – “¿Por qué lo haces si soy yo la que te está hiriendo?”


No pude evitar soltar un pequeño gemido… Estaba seguro que, de haber necesitado realmente el aire para respirar, hubiera muerto asfixiado en sus brazos… y, realmente, no me hubiera importado. Hubiera sido una muerte deliciosa. Sin embargo, ella se alejó de mí con un sobresalto y los ojos inundados de miedo. No era necesario el leer su mente, sabía lo que estaba pensando. Podía llegar a comprender toda la confusión que sentía. Di un paso hacia el frente y, sin decir más, fui yo quien la abrazo


“No te separes de mí, por favor” – dije – “Abrázame y no temas, Estoy aquí…”


“Edward…”


“Todo está bien…”


Otro momento de completo silencio y quietud. Jasper y Emmett seguían a mi lado; Rose, Alice y Esme se encontraban atentas a todo y… mi hija, seguía detrás de Jacob.


Creo que no ha sido buen momento para venir…


“No digas eso” – solté, logrando que mi compañera dirigiera su atención a Reneesme. Pude sentir la tensión que se creó en el licántropo al verse traspasado por las rojas pupilas e, instintivamente, todos dejamos de respirar.


Bella clavó fijamente sus ojos en Reneesme, su mano nunca abandonó la mía y fue gracias a ello que pude estar seguro que, fuera de exasperarse como lo había hecho minutos antes, se iba relajando…


“¿Quién eres?” – fue lo que preguntó, hablando con voz bajita, tranquila y pausada


“Ella es Reneesme” – me adelanté a contestar, acercándome para hablar a su oído – “¿No la recuerdas?”


“Re…neesme…” – repitió, con voz ausente… Nuestra hija dio un paso hacia al frente y fue bloqueada por Jacob. Su mano se posó en el hombro moreno y el muchacho giró el rostro para verla


Entonces… fue cuando comprendí el por qué tanta preocupación por parte de él. Sus miradas se encontraron y ambos pensamientos se perdieron en un sinfín de emociones y sentimientos, que me serían difíciles e imposibles de describir…


“Ella no me hará daño”


El muchacho vaciló un poco antes de acceder… y es que le era tan excesivamente difícil el dejarla ir, sabiendo que podía estar en peligro. Reneesme caminó hacia nosotros y, cuando estuvo frente a Bella, alargó su mano para poder tocar su rostro. Bella no se negó, era como si, de alguna manera, supiera que aquello era necesario… Y las imágenes de nuestro pasado comenzaron a bañar su memoria.


“¡Oh!” – jadeó, cuando nuestra hija dejó caer su mano


“Bella…”


“Mamá…”


Dijimos al unísono, alarmados ante su mirada atónita. Reneesme se hizo a un lado, dándome paso para acercarme a Bella y así poder tomar sus manos entres las mías.


“Bella…” – repetí su nombre y, poco a poco, su gesto se fue recuperando del asombro


“Esto… ¿es un sueño? ¿Acaso estoy muerta?”


“No. No es un sueño y, gracias al cielo, tampoco estas muerta”


“Es que esto es…”


“¿Imposible?” – completé. Ella no contestó, entonces, tomé su rostro entre mis manos – “No lo es Bella. Nuestra hija te ha mostrado toda la verdad… Ahora te resulta difícil recordarlo, acabas de despertar como vampiro y tus recuerdos se encuentran desordenados; pero…”


“Pero no hace falta todo eso” – murmuró, alzando la mirada – “No es necesario… yo… yo no necesito de eso para saber que tú eres mi hija”


Reneesme se lanzó a los brazos que la recibieron como si hubieran estado esperando siempre para ello…


BELLA POV


Era increíble lo que esa extraña conocida despertaba en mí. La sed, el amargo ardor de la garganta y el estrujador dolor del estomago que me ocasionaba, habían sido olvidados – o, por lo menos, compensados – ante su cercanía. El palpitar de su corazón, haciendo eco y sustituyendo el lugar del mío, que había callado para siempre, calentaba mi ahora fría y dura piel. El olor que anteriormente me había tentado, ahora me resultaba una esencia conocida, purificante. Mis brazos parecían haber sido diseñados exclusivamente para abrazarla, y mis dedos para acariciar sus cabellos rizados y cobrizos.


Reneesme, mi hija…


No había necesidad de tenerlo todo claro para recordarlo, cuando en sus brazos tenía la noción de que Edward y yo nos amábamos. Si. Eso era lo importante. Podía sentir en su piel, en su olor, aquella perfecta fusión que nuestros cuerpos tuvieron en el momento en que la procreamos. Nuestra hija, nuestra carne, nuestra sangre…


“¡No!” – la voz de Alice nos separó de un salto, haciéndome recordar que en esa cueva no estábamos solamente Edward, nuestra hija y yo… Trayéndome a la realidad de que la paz, en realidad no existía, pues allá afuera, nos querían a nosotros.

*****************************************************************
Ya solo nos quedan dos cap mas  para el final asi que chicas dejen sus comentarios
Mil besitos
Angel of the dark