Dark Chat

martes, 21 de septiembre de 2010

Mascara De Odio

Cap.6

Edward Cullen

18 de Julio 2007

Mis ojos se abrieron ante la belleza del lugar que estaba contemplando, el patio frondoso de la casa de mi padre. Me sabía sentado en una silla plegable y cómodamente amoblada, era una de las cuatro que estaba equipada para observar el amplio jardín del fondo que, por su magnificencia y esplendor, parecía más un pequeño bosque incrustado.

Estaba mirando hacia la nada, pendiente de cada paloma, cada canto de pájaro que escuchaba, pensando en que estaba bastante relajado para lo que era mi vida en ese momento.

Escuche que la puerta a unos pocos metros atrás de mi, en la casa, se abría y luego se cerraba con la suavidad característica de alguien que cree que esta solo. Por alguna extraña razón no podía o no quería volverme para ver quien de quien se trataba aunque sabia que era una mujer. Pude deducirlo en el momento en que paso cerca de mi y pude ver su cabello y su espalda, mas específicamente toda su parte trasera la cual estaba enfundada en una de mis camisas, la azul, mi favorita.

Solo enfoque totalmente su espalda cuando ella, quien quiera que fuese, se apoyo contra una de las rejas y se inclino hacia adelante inocentemente aspirando el aroma límpido que tanto contraste hacia con ella.

La brisa agito su cabello que pude admirar por primera vez desde que saliera, era castaño chocolate con pintas rojas y medio rizado, ondulado, en apariencia, suave al tacto y con miras a dejarme antojado de deslizar mis dedos por el, algo que ansiaba profundamente.

Lo curioso es que siempre me había relacionado con mujeres de cabellos más bien claros la mayoría de todos ellos de bote. Mas este cabello, a todas luces naturales, era casi estimulante. Este personaje, de hecho, hacia refutar todos mis gustos y. su propietaria, quien sin saber por que se me hacia endiabladamente conocida también partía en dos todas mis convicciones sobre el genero femenino, la mire por mucho mas tiempo mientras la brisa seguía agitándole los cabellos.

Aun contra mi voluntad mi cuerpo se endureció de deseo ante la forma frágil y delicada de su delgado cuerpo, sus piernas, largas esbeltas y delgadas me parecían lo suficientemente tentadoras para dejar que mis caderas fueran envueltas con ellas encima de una cama.

Pero no sabía quien era ella puesto que nunca había visto a alguien medianamente parecido que me acordara, ni mucho menos había deseado a alguien con la intensidad que estaba deseando a la desconocida

"date la vuelta" le rogué en silencio, en medio de mi agonía por poder mirarle el rostro esperando que mi cuerpo dejara de reaccionar a ella.

Como si de repente se hubiera percatado de mi presencia o hubiera sido presa de mi ruego silencioso, ella comenzó a darse la vuelta cuando un imperceptible miedo le hizo estremecerse, o tal vez se tratara de la brisa súbitamente fría que había enredado un poco su gloriosa melena, ese viento siguió aginado su achocolatado cabello que se me antojo mas a caramelo que a chocolate por la manera en que los rayos el sol pegaban contra el. En el momento en que alcance a observar parte de su apetecible oído y puntiaguda barbilla el sueño, del que me había prendado por completo, termino

Parpadee muchas veces para intentar aclarar mi mente y recordar el rostro que había creído ver pero que en realidad había quedado vedado por mi súbito despertar, pero solo borrosas imágenes acudían a mis recuerdos sin ofrecerme claridad, hasta casi podía saborear el tono de su piel contra mi lengua el sabor de sus piernas, de su...todo.

Me di vuelta en la cama dándome cuenta de que el sentido erótico de mi sueño se había trasmitido a la realidad en forma de sueño húmedo, que estupido.

Pero a la vez que extraño. Mire hacia el reloj y vi que eran las tres de la mañana. Cada vez más frecuentemente mis sueños se estaban haciendo más raros.

Recordé sucesivamente, como las pocas veces que ocurría, un episodio particular de mi vida infantil, un momento en el que mi padre estaba regalando a Esme, mi madre, un collar de perlas, Carlilse había dicho que todos los hombres de la familia habían soñado con las mujeres de sus vidas en algún momento antes de conocerlas verdaderamente. Aun siendo niño me imagine que cuando fuera adulto mis sueños iban a estar plagados de mujeres hermosamente decoradas, de diosas y de sirenas preciosas. Pero esta era la primera noche con esa extraña y encima de todo me despertaba letalmente duro y con ganas de llevármela a la cama ya fuera en sueño o en realidad.

Me puede de pie y me fui hacia el baño

En algún momento mire hacia el espejo, en el me vi de frente y de hecho vi a mi frente sudorosa y la sangre arremolinándose internamente en mis mejillas y en el resto de mi cuerpo, en mi ingle en mis ijadas y en mi cerebro.

Si todo esto se trataba de mi locura en proceso de fomentación debía encontrar un psicólogo y un sexólogo inmediatamente a ver que era lo que esa extraña situación entraba trayendo a mi vida, decían que cuando la persona comenzaba a asociar los sueños con la realidad empezaba a perder la razón por no poder diferirlos. Volví hacia la cama y me acosté con parsimonia con la piel aun mas caliente como el resto de mi cuerpo y en igual estado de frustración.

En la mañana llegue cuando llegue a la oficina decidí trazar un plan para citarme con Isabella. De nuestro encuentro hacia dos días y a pesar de que mi yo interno presentía que había causado la impresión correcta no debía descuidarme, no me convenía perderla.

Tome mi Palm y marque el numero de teléfono del Café Paris el cual había guardado correctamente, en segundos estuvo marcando, timbro en tres oportunidades.

- - Café Paris, buenos días, ¿en que puedo servirle?-

Para ofrecer solo café y delicias de harina la voz sonaba demasiado cargada de fingido erotismo. Casi reí ante el pensamiento de mi añeja secretaria llamando de vuelta, seguramente pensaría que definidamente me había vuelto loco o que sencillamente no había pasado de mi etapa de pubertad hormonal

- - pon a Isabella al teléfono- dije inmediatamente sin perder el tiempo y sin pedir el favor, no tenia de eso para perder para mantener una relación frívola telefónicamente con esa perra, aun a través del teléfono escuche un bufido indignado

- - ¿a nombre de quien?- "¿y a ti que te importa?" quise preguntarle

- - solo ponla al auricular- debía sonar grosero pero como aclare antes no tenia tiempo que perder

- - ¡oye! - escuche que llamaba duramente. -te llaman

Pasaron cerca de dos minutos antes de que pasos se escucharan y después el sonido de una mano levantando la bocina

- - ¿hola? - saludo una voz débil.

- - ¿Isabella?- pregunte realmente sin necesidad dado que ese susurro que era su voz era inconfundible, escuche una especie de gemido o quejido tan bajo que no podía estar pero me hizo sentir complacido, debía deberse al bienestar de saber que todo lo estaba haciendo bien, bueno casi todo.

- - Ed...¿Edward?..- se escuchaba agitada- pero que... ¿por que me estas llamando?

Dude un instante, no sonaba como si le molestara sino mas bien como si no lo pudiera creer

- - creí que habías captado mi intención. Creí hacerte saber que no seria la última vez que nos veríamos - use mi voz más seductora y ronca, lo cual funcionaba con cada una de las mujeres con las que había estado

- - si... pero pensé que...-

Seguramente pensó que me olvidaría de ella, si se tratara de un caso normal eso seria exactamente lo que habría pasado, pero no era así, ella era importante, tal vez los motivos que toda mujer pensaba, ella me iba a reportar un gran beneficio monetario y debía andarme con cuidado

- - bueno, aquí estoy- dije, luego pensé en lo que le diría para convencerla -quiero verte...necesito verte.

- - ¿verme? repitió ella incrédula y el silencio que siguió casi me hizo pensar que se había desmayado o que algo la había obligado a separarse de el teléfono pero luego ella volvió a hablar con su voz susurrante la cual, en un momento de incrédula locura, me pareció bastante seductora - ¿estas hablando en serio?

Debía tener algún tipo de trauma o su autoestima debía estar por los suelos, de todas formas no era que fuera tan desagradable...

- - mas que siempre - me apresure a decir antes de seguir perdiéndola - ¿que tal esta noche?- aventure

- - no lo se...- dijo ella después de un rato - no creo que tenga - seguramente debía referirse a la ropa, si confiara mas en mi la llevaría a comprar ropa fina o por lo menos mandaría a alguno de mis empleados a que fueran con ella pero algo me decía que ella seria un personaje difícil de convencer, al menos en ese aspecto.

- - di que si- dije seriamente y antes de darle la oportunidad o de tan siquiera percatarme de lo que estaba diciendo agregue - no es que quiera sonar chantajista pero me lo debes.

Bien, eso no había sido muy decente y si mas bien ruin, pero en mi situación debía aferrarme a lo que pudiera, casi esperaba que soltara en teléfono reclamándome y desees cortando la llamada pero una vez mas ella volvió a sorprenderme cuando, después de un tiempo dijo

- - esta bien, pero no puedes llevarme a un sitio elegante - ya que había vivido en ellos la mayoría de mi tiempo esa sugerencia se me hizo un tanto graciosa

- - solo debes estar lista a las 07:30pm, del resto me encargo yo

Corte la llamada sin darle tiempo de arrepentirse y empecé, una vez mas, a fraguar mi estrategia y mi plan de ataque de. esa noche.

Durante el día permanecí ocupado haciendo más y más negocios y tratando de postergar por más tiempo la espera de mi proyecto con resultados exitosos hasta el momento

Ya en la tarde decidí irme a la casa y ordenar un poco mi apariencia con el fin de dar la buena impresión de estar interesado, conocía muchos restaurantes y sabia de uno moderadamente elegante en el cual servían una buena comida y el ambiente de allí podría ayudar a relajarme, sabia que la apariencia del restaurante no la incomodaría.

A las 06:30 decidí prescindir de mi conductor nuevamente a fin de llevar el auto yo para dar la imagen de cita al encuentro pronto a producirse, conduciendo me direccione hacia el apartamento de ella.

Faltaban cinco minutos para las 07:30 cuando llegue allí, me baje del auto y me acerque a la puerta y a los timbre a su derecha. Marque el número de ella y espere.

- - ¿si...?- pregunto ella del otro lado, su tono era educado y por esta vez vivo.

- - Isabella...soy Edward. -

- - ah!...ya... en un segundo- corto la comunicación y yo me volví hacia mi auto a esperarla allí. Como a toda mujer, decidí esperarla pacientemente.

Cuando ella salio solo pude pensar en cuan mas sencilla y a la vez decente podía parecer una mujer, las casi prostitutas a las que estaban acostumbrado se dejarían quitar un seno antes de ser vistas como yo estaba viendo a Isabella, sin una sola gota de maquillaje sobre su rostro, libre de cualquier impureza, no había ni polvo ni rubor artificial, solo la palidez nívea y las pecas en su nariz y parte de sus mejillas, tenia una triste sonrisa plasmada en su rostro pálido y anguloso, sus mejillas a pesar de delgadas revelaban claramente la formación típica de los hoyuelos. Vestía una camisa sencilla de lana blanca apuntada adelante la cual curiosamente le ajustaba a la perfección formas que antes no había visto pero que sin embargo no me resultaban muy tentadoras, pero pude adivinar la estrechez de su cintura y la pronunciación moderada de su busto, la cintura se unía a las caderas delgadas y a la vez redondeadas envueltas en un Jean de color azul oscuro, tenia unos zapatos bajos de punta limpios como toda ella, parecía vestida para un encuentro de amigos, su apariencia me devolvió la mirada cuando evalué desde la punta de su castaño cabello recogido en una cola de caballo, hasta la punta de los zapatos, si, encajaría en el sitio perfectamente.

Justo cuando la estaba mirando pensé en si alguna vez. Lograría verla con el cabello suelto y deseche el pensamiento tan pronto como surgió dado que si me iba a acostar con ella y si íbamos a vivir un poco de tiempo juntos en alguna ocasión tendría que verla con el cabello suelto.

Ella se acomodo un rebelde mechón que aun se resistía a su limpia sencillez y me miro a los ojos diciendo.

- te dije que no te prepararas para llevarme a un sitio elegante - dijo después mirando mi auto.

Dio unos pasos hacia mi y una bifurcación de brisa me trajo de ella una esencia que hizo que la fingida sonrisa que estaba a punto de soltar para ella muriera antes de siquiera cruzar mi cara. Era un olor casero, de vainillas y galletas, circundo por el aire levemente pero lo bastante suficiente como para que mi cabeza comenzara a dar vueltas de la impresión reconocida. Mi madre...

"no, no otra vez" pensé para mis adentros

- - no lo hice- conteste intentando pensar serenamente e intentando también que los recuerdos no decidieran emerger en banda de guerra.

Abrí la puerta del pasajero y ella se deslizo dentro como si el auto mismo fuera de cristal y ella demasiado pesada, al hacerlo con esa lentitud solo pudo darme tiempo para adaptarme al calido olor de su piel, olor que nunca creí posible volver a olfatear desde la ultima vez que mi madre hizo una de sus inconfundibles bandejas extra grandes de galletas de vainilla. Me perdí en el unos segundos, los que me permití, dejándome amilanar por recuerdos olvidados.

Cuando me sentí en disposición para hacerlo camine hasta abordar el auto en el asiento del conductor. Cuando abrí la puerta la poca de esa esencia se había mezclado impregnando el auto de el agradable aroma, pero el auto también estaba impregnado de otras cosas, de su tensión y sus nervios.

Enfile el auto hacia el restaurante que había escogido como destino de esa noche preguntándome como era que iba a terminar.

Después de diez minutos de camino me aventure a abrir una charla con el fin de abrir la brecha de la confianza fomentando la conversación, cuando durante un segundo enfoque mi mirada hacia la de ella me di cuenta de que retiraba sus ojos velozmente en un intento de disimular que me estaba mirando de reojo, por sorprendente que pareciera un leve rubor coloreo sus mejillas y no se ni siquiera por que fui conciente de ello.

- - ¿que tal tu día?- le pregunte impersonalmente.

En el momento en que hable ella casi salto de la silla como si hubiera esperado el momento en que yo pronunciara palabra para respirar y poder moverse.

- - ah...eehh...a...bien, un poco relleno pero bien. -

Un paso al frente, sin dejar de conducir o de mirar hacia la vía le dije sabiendo que en el fondado estaba sintiendo lo que estaba diciendo

- - espero que hayas sabido entretenerlos con aquellas manos tuyas -

Para mi sorpresa vi que una lenta sonrisa ladeada se extendió por su cara, luego respiro hondo como si remira hablarme y dijo

- - ¿a donde me llevas? -

Sabia que tarde o temprano me iba a preguntar eso, fue mi turno de sonreír.

- - es una sorpresa -

- - ¿una sorpresa?- pregunto ella, el temblor de su voz me confirmo lo poco que, en el momento confiaba en mi, me obligue a tranquilizarla por el bien de mis propósitos

- - no tienes por que temerme, no quiero ni tengo por que hacerte daño

Ella me miro inquisitivamente por unos segundos luego como si estuviera meditándolo y rápidamente llevándolo al habla dijo

- - ni siquiera me conoces y repentinamente me llamas y quieres llevarme a sitios...- se callo como si de repente hubiera interpretado algo

Pare el auto y decidí dejarme mis intenciones claras desde el principio en esencia por que no tenia tiempo para hacerme su amigo, pero si la palabra la hacia sentirse mas cómoda empezaría un poco por ahí

- - quiero ser tu amigo- dije fijando mi mirada en ella a fin de que me creyera.

- - ni siguieras me conoces - dijo ella negando con la cabeza y retorciéndose las manos, alargue mi propia mano para detenerla y la toque en el empeine.

- - que no te conozca no quiere decir que no quiera serlo - ella movió su mano para quitarla de mi toque pero no se lo permití - ¿de verdad crees que quiero hacerte daño? - pregunte nuevamente no muy seguro de querer saber la respuesta.

- - no... No...Lo se. - su voz sonó baja otra vez, como si el solo hecho de hablar conmigo le costara trabajo o un esfuerzo casi sobrehumano.

Sonreí un poco ante su tímida reacción, el tono de voz que elegí usar, era el que normalmente usaba cuando quería hacer impacto el alguien, particularmente con mis tácticas de seducción, la voz oscura y lúgubre era una de las armas mas poderosas que poseía. A veces pensaba que las mujeres eran muy tontas por eso y supe que Isabella Swan no era una excepción.

- -confía en mi, se que te va a gustar.- afirme esperando que de verdad fuera así y que las cosas se dieran en la manera correcta.

Ella aparto su vista hacia la ventaba y miro hacia afuera tal vez dominada por unos segundos por el impulso de abrir la puerta y saltar.

"El Gato Rojo" era uno de los restaurantes de la zona, bastante bien educado, me parecía especial olor que tenia cierto aire hogareño y acogedor, había cojines en el piso y las mesas eran de madera pulida, solía parecerme un restaurante étnico por la cantidad de barritados alimentos rechínales y típicos de Otis países que solían servir.

Baje del auto y di la vuelta para abrirle la puerta a ella, tome su pequeña mano y cuando bajo aspire mas por reflejo y estaba aun su esencia que me provocaba recuerdos, debía sentirme contrariado pero curiosamente no era así. Con su mano asida por la mia entramos al restaurante.

Isabella Swan

18 de Julio 2007

Cuando el café Paris cambio de turno a las 17:00 casi corrí. hacia mi residencia. Cuando llegue allí abrí la puerta con manos temblorosas y en cuanto llegue arroje todo sobre el sencillo mueble que había adquirido tiempo atrás

Aun sentía, como había pensado anotes, el pulso tembloroso debido a la agitación que me había dejado la llamada de ese señor Edward, aun no podía creerme que en verdad hubiese llamado ni mucho menos que me hubiese invitado a salir, pero aun estaba su voz en mi cabeza diciendo todas esas cosas que había dicho.

Sacudí la cabeza y decidí ir en busca de la ropa adecuada que debía usar. la experiencia no era mi fuerte en cuanto a citas y la escogencia de ropa que esta conllevaba, pero decidí que debía escoger algo normal para usar ya que el había prometido, o mas bien yo le había sugerido, esperaba entonces que no se hubiera decidido finalmente por lo formal ya que, aunque entre las prendas que había heredado de mi querida Emmerald había un vestido de noche negro, jamás me había sentido partidaria de las elegancias por que creía que no se veían bien en mi, de todas maneras esperaba no causarle problemas con las prendas que había escogido

En ese momento sonó el pequeño teléfono que había adquirido 15 días antes.

- - ¿diga? -

- - señorita Swan?- pregunto lo que reconocí como la voz de mi vecina

- - si, señora Morgan...

- - ay querida gracias a Dios que te encuentro, necesito ayuda y solo tu me la puedes prestar

Sonreí contra el auricular cuando reconocí el tipo de ayuda que quería que le prestara, era una de mis más fervientes admiradoras en cuanto a comida y culinaria se trataba, le gustaba que cocinara platillos especiales para ella y me los pagaba generosamente de vez en cuando, siempre que los contrataba. En esta ocasión, según me informo, necesitaba unas galletas y una masilla para compartir una tarde con sus amigas, aquellos lindos vejestorios, que en más de una ocasión me habían dicho que era una adorable muchachita que merecía todo lo bueno de la vida.

- - tus manos tienen la magia, por eso pensé en ti - sonreí cuando le escuche decir eso. Y dale con lo de la magia.

Accedí a prepararle las galletas. Era una receta fácil y rápida de hacer así que me decidí por hacerlas en ese momento para así salir de eso y, si la reunión con Edward se demoraba más de lo previsto (cosa que no creía que pudiera ocurrir) podía descansar para hacer el turno de la mañana en la cafetería. Ella quedo de pasar el día siguiente por la preparación así lo convenimos

Cuando estuvieron listas las saque del horno y deje que se enfriaran, las empaquete y las deje listas sobre una mesa, en esa ocasión había elegido la vainilla para el sabor ya que a la señora Morgan le gustaba demasiado.

Abrí el guardarropa en donde había depositado lo que tenia para vestir, saque uno de los jeans azul oscuro mas cuidados que tenia, y lo adjunte a la camisa de lana blanca que había adquirido tiempo atrás con el fin de usarla para las entrevistas. Me puse las dos prendas y después de humedecí el cabello para recogérmelo, cuando me roce me di cuenta de que parte de el, en algún loco momento se había impregnado de sustancia de vainilla.

Cuando estuve lista me peine el cabello y me lo recogí, aunque era largo y ondulado no me gustaba llevarlo suelto por razones de autoestima, no me parecía mi mayor atractivo. Mire hacia la ventana y vi que no estaba tardando en oscurecer. Aun a esa hora de entrada a la noche me pregunte si todo no se había tratado mas que de una ilusión. Si realmente no había conocido al primer hombre que no me había causado repulsión si solo se trataba de una ilusión divina, una aparición breve de un ángel enviado a protegerme solo una vez.

Me apreté las manos, gesto que adquirí para evitar que me temblaran cuando me sentía nerviosa. Cerré la cortina y me senté en el mueble, mire el reloj el cual marcaba las 19:20. Cerré los ojos y escondí la cara en las manos. Solo pude preguntarme ¿que era lo que estaba haciendo?, ¿acaso había dejado atrás las experiencias en el orfanato donde viví trece años?, ¿acaso ya había olvidado mi doloroso pasado? en el momento en que el citófono timbro casi me caigo del mueble donde me encontrabasentada por la impresión que me causo.

Con la mano temblorosa oprimí el botón para contestar.

- ¿si...?- pregunte no muy segura de mi misma. La respiración se me corto cuando efectivamente escuche su voz

- Isabella?... soy Edward.-

- ah...- habla, entupida, di algo pero habla...- ya...en un segundo- apreté el botón para cortar y respire después de un momento o dos, ahí. estaba, a pesar de lo increíble que pareciera ahí estaba.

Camine pesadamente sobre mi pequeña sala meditando un poco antes de salir, no sabia cuales eran sus intenciones, no tenia idea de que era lo que me pasaba esta noche, todo se abría a mi como un nuevo camino en el que confiar era la clave, la vida me había hecho vulnerable y era algo que odiaba de mi con todas las fuerzas de mi ser, pero por un instante me dedique a pensar si esta seria la oportunidad de mi vida o si por el contrario seria otra de las decepciones de las que siempre era parte.

Desee tener una guía o alguien que me dijera que era lo que me esperaba o por lo menos que me ayudara a discernir sobre lo que tenía que hacer, la conducta que debería seguir.

Tome el pequeño bolso donde eche algo de dinero por si algo y baje las escaleras esperando, sinceramente, con todo mi ser que nada de esto se fuera a ir al traste y menos por culpa mia.

Di los últimos pasos armándome de valor, cuando sentí sus ojos sobre mi cuerpo creí que iba a retroceder a huir hacia la seguridad de mi pequeño apartamento en vez de salir con el desconocido, sentí que me recorría con la mirada detenidamente y me hizo intimidar, nadie nunca me había detallado de esa manera, cuando ceso su lento examen de mi, en un intento por volver a calmar el temblor de mis manos acomode un pedazo de mi cabello que se resistió a la goma, luego armándome de un valor que en realidad no sentía lo mire a los hermosos ojos que tenia esperando no perderme en ellos.

- te dije que no te prepararas para llevarme a un sitio elegante

Esperaba que hiciera caso de mi estupida advertencia y decidiera que no era lo suficientemente buena y me dejara seguir con mi vida sin preguntarme que hubiese pasado después de esa primera salida. Pero el no hizo nada así que di unos cuantos pasos, sin poder pasar desapercibido el excelente y elegante modelo de su auto

- no lo hice- ajo el con la voz sumamente seria, intente pensar que solo me vía imaginado el increíble tono triste que capte en esa sencilla frase.

Se adelanto a mi y abrió la puerta del pasajero. Y espero a un lado a que yo subiera, pensé en lo caballeroso que se veía con sus ropas finas y me sentí una mosca a su lado, cruce el umbral de mis temores y en vez de eso entre en el auto aspirando la esencia fina, como todo el, que emanaba de la cojinería y me quede tiesa cuando sentí que el se subió a mi lado y su presencia se hizo mas que patente, en toda su extensa y completamente perceptible masculinidad. Disimuladamente, todo lo que se podía esperar de mi, mire su austero perfil mirando la forma de su aristocrática nariz y sus rasgos viriles y sensuales, yo, que nunca había sentido la necesidad de hacerlo, me vi de repente atrapada en la necesidad de poder mirarlo sin ningún miedo de frente, pero reaccione rápidamente cuando el enfoco sus propios ojos en mi y casi me descubre mirándole, por disimular puse mi vista en la acera que pasaba rápidamente a mis ojos intentando aplaca el latido de mi órgano vital.

- ¿que tal tu día? - escuche que pregunto en mi oído izquierdo, me removí incomoda luego de que sus palabras súbitamente pronunciadas alteraran mi supuesta tranquilidad.

- ah...ah...eehh... - parecía que mi vocabulario se limitaba a monosílabos cuando estaba cerca de el, ¿por que un desconocido me producía esas sensaciones desconocidas? - ah... bien, un poco relleno pero bien.

- espero que hayas sabido entretenerlos con aquellas manos tuyas- soltó el después de un momento, sentí como la sangre fluía hacia mis mejillas, pero un frío presentimiento, que nunca supe de donde salio hizo retroceder mis emociones. ¿Que estaba haciendo sola en un auto con un desconocido?-

- ¿a donde me llevas?- le pregunte en un ataque de miedo.

- es una sorpresa – dijo el sonriendo

- una sorpresa?- pregunte en esta ocasión incapaz de disimular el temblor de mi voz, el pareció darse cuenta lo cual me sorprendió bastante dado que estaba reparado en mi mucho mas de lo que yo me imaginaba,

- no tienes por que temerme, no quiero ni tengo por que hacerte daño.

Decidí hincar trabajo en mi mente, hasta el momento solo me había tratado bien , si se podía denominar bien a que me produjera taquicardia y diaforesis nada mas verle de cerca, no había intentado propasarse ni nada que supusiera herir mi psicología, bastante cicatrizada de golpes y traumas. Suspire, luego intente explicarme para que entendiera mi punto de vista.

- ni siquiera me conoces y repentinamente me llamas y quieres llevarme a sitios...- me calle, tal vez había interpretado mal sus intenciones, tal vez el no tenia ningún tipo de interés en congeniar conmigo para mas que una amistad.

- quiero ser tu amigo-confirmo el, amigo...yo solamente había tenido de amiga a Emmerald, nada mas que ella, era la única persona que realmente había apreciado y la conocí por años, ahora venia el...salido de la nada...el ángel salvador de mirada oscura.

- ni siquiera me conoces – repetí tercamente, moví mi cabeza negativamente y mezcle mis temblorosos dedos entre si.

- que no te conozca no quiere decir que no quiera serlo – dijo el en una voz baja gutural y extremadamente intima para la situación en la que nos encontrábamos, alargo su mano y con sus dedos tibios y masculinos acaricio la parte superior, incapaz de soportar el calor que subió por todo mi brazo intente apartar la mano pero la de el hizo fuerza haciendo que mi esfuerzo por alejarme fuera inútil - de verdad crees que quiero hacerte daño?- me pregunto otra vez haciendo uso de su seductora voz,

- no...no...lo se – dije con la voz estrangulada, no lo sabia pero no quería saber que pasaría si dejaba mis sentimientos correr y mas adelante se demostraba si yo creía o no que el quería hacerme daño

- confía en mi- dijo otra vez, la seguridad que el transmitía de repente intentaba hacer fuerza en mi, como si quisiera brindármela lentamente- se que te va a gustar.

Quise abrir la puerta del auto y huir de su intimidad pero en el momento eso era imposible con el auto moviéndose, a menos que quisiera cargar con una lesión cervical de por vida, cosa que no era nada buena para mi en ese momento.

Cuando el disminuyo la velocidad pude entrever la fachada de un restaurante muy elegante, al menos para mi vista, el no podía esperar en serio que enterara ahí., seguramente me echarían por mi ropa, quise decírselo pero en el momento en que me di la vuelta el ya se había bajado después de estacionarlo y me estaba ofreciendo su mano después de abrir mi puerta. El aire frió de la noche penetro por mi piel, me desabroche el cinturón de seguridad y tome su mano pasar bajar aunque lo que mas quería era huir de allí, mire asombrada la gran entrada que se dibujaba a pocos pasos de nosotros, ¿que estoy haciendo? Me pregunte por enésima vez en el día.