Dark Chat

jueves, 16 de diciembre de 2010

Pecados Carnales

Capítulo 13 Segundas Oportunidades


Faltaban diez minutos para las once de la mañana, su plazo limite. Miré a todos lados pero no había señal de ella, volví a empujar el columpio donde estaba sentado Anthony. No era fácil lo que había pedido, no podía simplemente entregarle a mi hijo, lo amaba demasiado, era parte de mí y moriría de solo pensar que ya no lo vería dormir o que no lo vería despertar. Y aunque al comienzo era un fastidió cuando despertaba llorando a las seis de la madrugada de lunes a lunes, con el tiempo comprendí lo que mi madre me repetía una y otra vez.

A los hijos se les ama solo por existir, sin condiciones, este es el amor más puro que tu puedes llegar a sentir, debes estar agradecido por poder vivir este privilegio

Y mi madre tenía razón, le agradecía a cada día a Dios por no haber permitido que ese día el muriera. Me sentía culpable de muchas cosas y trataba de redimir mis culpas con él y a veces cuando me estrechaba contra sus brazos y enredaba sus deditos inocente en mis manos para dormir apoyando su cabecita en mi pecho sentía que me había perdonado por haberle arrebatado a su madre y por haber hecho todo lo que hice, no era un santo pero tampoco era un monstruo, simplemente había hecho lo que creí correcto bajo esas circunstancias.

Estaba tan concentrado en columpiarlo que no advertí que Bella había llegado, sino hasta que estuvo a mi lado.

- ¿Qué es lo que tenemos que conversar? Pensé que había sido lo suficientemente clara

Exclamó serena pero decidida, una voluntad que no le había conocido nunca. Detuve el columpio de Anthony y lo alce en mis brazos no era fácil lo que iba a hacer pero una vez estaba siguiendo a mi instinto, tomé la mochila que estaba a un costado en el suelo y se la ofrecí. Ella me miró confundida por mi actitud.

- No voy a renunciar a mi hijo pero tampoco voy a quitarte los derechos que tienes sobre él. Estoy dispuesto a que lo visites y te lo lleves los fines de semana hasta que él decida con quien quiere vivir, creo que es lo más justo.

Le comenté y giré mi vista para mirar a Anthony, deslice mi dedo índice sobre su nariz y luego le hice cosquillas en su estomago, como solía hacerlo para robarle esa sonrisa tan parecida a Bella que propinaba inconcientemente.

- Papi no hagas eso

Reclamó entre risas con su voz angelical y junte mi frente con la suya.

- ¿Recuerdas lo que hablamos?

Le pregunté y asintió tímidamente mirando de reojo a Bella.

- Ella es tu mami, la de la fotografía – expliqué una vez más y era difícil.

- ¿La que estaba enferma?

Me preguntó de improviso ahora mirándome a los ojos, enredo una de sus manos en mi pelo jugando distraído, la sujete y la quite, lo volví a mirar haciendo que pusiera atención a lo que estaba diciéndole.

- Si, ahora ella esta bien y tu tienes que conocerla, irán a dar un paseo largo y luego te traerá a casa conmigo por la noche

Exclamé y la verdad no tenía claro si iba a entenderme o no pero sabía que era la mejor forma, era mejor esto a que nos peleáramos en un tribunal la custodia, no soportaría ver a mi hijo siendo interrogado sobre con quién quiere vivir o sobre como lo trató ni tampoco quería pelear con ella tratando de destruirla para que finalmente no pudiera verlo, éramos dos adultos, podríamos resolver esto pensando en el bienestar de él. Bella me miraba absorta y sus ojos se pusieron vidriosos, se sorprendió al escuchar que yo le había hablado a su hijo sobre ella y que no era nada malo como de seguro pensaba o como le habrían dicho, al contrario, ella siempre había estado presente con él de alguna manera.

- ¡Pero yo no quiero!

Protestó en un chillido hundiendo su rostro en mi pecho y yo lo separe de mi cuerpo un poco, no iba a ser fácil pero debía al menos intentarlo.

- Anthony mírame – le pedí y sus ojos achocolatado se concentraron en mí, él tenía tanto de ella - ¿recuerdas cuando me pediste que trajera a tu mamá? – le pregunté en un atisbo de que pudiera convencerlo

- Sí – me respondió en un susurró y miró a Bella

- Bueno aquí esta, y a ella le gustaría mucho que pasarán el día juntos

Agregue, levanté la mirada hacía Bella que estaba perpleja sin emitir palabra alguna contemplando la escena, enarque una ceja sugiriendo que interviniera, sino me ayudaba a convencerlo, probablemente él no quería irse con ella. Bella se acerco lentamente y alzo sus manos para que nuestro hijo decidiera por voluntad propia acompañarla, se me apretó el estomago porque sabía que esto sería un gran paso, sentí una punzada en mi corazón ante la posibilidad que él la rehuyera nuevamente, de verdad no quería que saliera más lastimada de lo que ya había salido antes era tiempo de comenzar a sanar las heridas no abrir nuevas.

Anthony dudo unos momentos pero luego sonrió y esa capacidad de los niños me no terminaba por sorprenderme, se estiro hasta sus brazos y yo se lo entregue esta vez sin remordimientos ni temores extrañamente en el fondo de mi alma sabía que ella lo devolvería y que de hora en adelante las cosas cambiarían.

- Lo pasaré a dejar a tu departamento ¿vives dónde mismo?

- Sí

- ¿a las ocho esta bien?

- Perfecto

Le conteste, me acerque y le dí un beso en la frente y revolví su cabello, Anthony se rió como siempre y ambos se fueron, me quede observándolos a la distancia, un impulso de querer acompañarlos me embargo pero sabía que debía darle el espacio suficiente, aquel espacio que yo mismo le había quitado.

- ¿Cómo te fue?

Me preguntó Tanya apenas entré al departamento y me sonreí al pensar que todo mundo pensaba que ella era mi novia, cuando ella era solo mi mejor amiga y la madrina de mi hijo, por eso pasaba tanto tiempo conmigo.

- Bien, lo traerá a las ocho

- ¿Confías en ella? – me preguntó

- Sí, creo que entendió que no tenemos que pelearnos por nuestro hijo, no le quitaré el derecho a verlo ahora que finalmente quiere hacerlo

- ¿Qué te hacía pensar que no lo quería desde antes?

Me preguntó de repente y eso me descoló era primera vez que alguien me hacía ver algo que hasta ahora no había considerado pero según sus acciones ella jamás quiso ni siquiera pelear por él, simplemente se había conformado con mi decisión unilateral y al principio eso me había molestado aunque eventualmente no le había dado mucho pensamiento, estaba concentrado en suplir su rol y cuidarlo, después de todo yo lo había querido así.

- Nunca me busco

Me defendí titubeante, Tanya se acerco y puso su cabeza en mi hombro.

- No has pensado que tal vez tenía miedo de enfrentarte, tal vez ella también estaba dolida, o tal vez su madre la engaño, o tal vez tenía miedo de descubrir que a pesar de todo aún te ama, como tu la amas a ella y su orgullo fue más grande.

Agregó separándose de mí, yo me quede de una pieza, la observé tomar su chaqueta y casi caí en pánico cuando advertí que se iría.

- ¿Ya te vas? – pregunté un poco desesperado había albergado la posibilidad de pasar con ella estas largas horas de espera.

- No necesitas chaperona, mis días como tal llegaron a su fin, tan sólo piensa las cosas y confía en tu corazón, dale un beso a mi ahijado y otro a la madre

Me grito desde la puerta y yo me sonreí. Esperé gran parte del día mirando televisión y comiendo palomitas de maíz, era frustrante y desesperante no tenerlo cerca, me había acostumbrado tanto a su risa e incluso a su llanto que la casa sin él se sentía vacía, sin vida. Mi ansiedad se disparaba cuando pensaba que tal vez podía ocurrirle algo, que cayera o se lastimará y que Bella no pudiera manejarlo, de pronto me puse a pensar que tal vez no había sido buena idea que ella se lo llevará completamente sola, mal que mal Anthony no la conocía, para él ella era una extraña.

Todos parecían confabular para poner a prueba mi sistema nervioso, insistentemente no dejo de sonar mi teléfono en todo el día y cada vez que sentía el repiqué del teléfono saltaba del susto pensado que podía ser Bella para mi buena suerte ninguna fue de ella, sino de mi hermana Alice que parecía presentir que Bella había vuelto a nuestras vidas.

- Seguro que no tienes nada que contarme

- No Alice, nada.

Le había dicho y quería mantener a mi familia al margen de esto al menos hasta que entre ella y yo arregláramos nuestras diferencias. Finalmente el cansancio me venció después de almuerzo y me quede dormido en el sofá con la televisión prendida, comencé a soñar con Bella y el escaso momento de "pareja feliz y enamorada" que habíamos tenido durante su embarazo. Unos días después de que la dieron de alta, yo había flaqueado en mi decisión y había estado a punto de haber desistido de mi plan.

Sentí como deslizo sus manos por mi pecho acurrucando su cuerpo contra él mío, su tibieza me hizo desearla de una forma desgarradora, sin mediar consecuencia de mis actos ni pensarlo me giré y la abrace más fuerte contra mí.

Estaba dormida y se veía realmente preciosa, el embarazo le había dado un magnetismo que no podía explicar pero me sentía cada vez más atraído por ella de una manera casi asfixiante

Por qué todo tiene que terminar así – me pregunté quitando el mechón de su cabello de su rostro y empecé a cuestionarme que tal vez la había juzgado precipitadamente, tenía que sacar ese repudió que sentía de mi corazón – Alguien que ama no puede odiar, no debe odiar – me dije para convencerme que estaba a tiempo de retractarme. Ella me amaba, estaba embarazada de mi hijo que más pruebas quería, sabía en el fondo de mi corazón que ella había cometido esa locura desesperada pero que ahora estaba conciente de su error.

Me acerque a sus labios y la besé despacio pero el beso se fue volviendo desesperado en cuestión de segundos, ella se despertó cuando sintió mis manos recorrer su cuerpo acariciándola, en un abrir y cerrar de ojos quité atropelladamente el pijamas para dejarla completamente desnuda.

Quería sentir su cuerpo tibio y suave contra él mío, quería hacerla mía esa noche y que gritará mi nombre. Quería comprobar que aún había una posibilidad de salvar este amor.

Tiré de la polera y la boté al suelo, deslice su pantalón por sus caderas hasta las rodillas y finalmente lo saque, sentí sus manos hacer lo propio con mi pantalón y separé sus piernas con mi cuerpo. Aún besándola me introduje en ella y sentí como un gemido enérgico se escapo de sus labios

- ¿Estás bien?

Le pregunté preocupado y desconcertado porque solo hacia cuatro días que la habían dado de alta, tal vez era demasiado pronto, disminuí el ritmo y quise retractarme y detener lo que yo mismo había comenzado pero sus piernas se aferraron a mi cuerpo y abrió sus ojos, respiraba entrecortado.

- Estoy bien no te detengas

Susurró mientras me besaba el cuello y ante su contacto apreté mis ojos conteniendo el gemido que estaba a punto de escaparse, cómo podía ser capaz de planear y confabular con su madre y luego hacerle el amor descaradamente sin remordimientos.

La amaba con locura pero también la odiaba por tratar de acabar con algo que habíamos diseñado y hecho ambos. Quitando mis propios fantasmas aceleré el ritmo y cuando sentí su orgasmo colapse en su pecho.

- Te amo

Me susurró aún mirándome con esos ojos enamorados que no había visto en mucho tiempo, ella había tomado la decisión que yo tanto le había pedido hasta unos días atrás. El problema era que ahora era demasiado tarde.

El timbre de la puerta me trajo de regreso a la realidad y me saco del país de los sueños. Me levanté medio atontado y abrí la puerta somnoliento. Bella traía a nuestro hijo durmiendo en su regazo, lo tomé entre mis manos y camine con él hasta la que era su habitación, Bella me siguió. Lo tendí en la cama y le quite la ropa y los zapatos, la cara de felicidad estaba dibujada en el rostro lo que me sobrecogió, lo arropé y le bese la frente.

Ella se acerco he hizo lo mismo y salimos de la habitación. El silencio llego y era realmente incomodo, ciertas imágenes de aquella noche saltaron a mi mente al mirar su cuerpo y me sonroje como un colegial, traté de ocultarlo pero fue imposible. Habían pasado cuatro años pero ella seguía siendo tan hermosa como antes, incluso más lo que me dolía ¿Cómo habían cambiando nuestras vidas tan radicalmente? reflexioné.

- ¿Dejarás que lo vea mañana?

Me preguntó tímidamente y asentí

- Daré tu nombre en su escuela para que puedas ir a buscarlo, ten esta es la dirección

Agregue entregándole un papel que había preparado con el nombre de la escuela a donde asistía nuestro hijo, el nombre de la maestra, el teléfono y mi teléfono celular también. Ella sonrió cuando se percató de eso.

- ¿Tu novia no se pondrá celosa, si yo te llamo?

Me preguntó curiosa y advertí en sus ojos un tejo de ilusión, una esperanza que acallo la seriedad y la rabia que inundo segundos después sus hermosos ojos marrones.

- No

Fue todo lo que le conteste y no estaba preparado para confesarle entre otras cosas que no había podido reemplazarla, que había tratado por todos los medios de hacerlo para olvidarla y seguir con mi vida pero nadie había funcionado. Nadie había despertado en mí, en mi corazón, ese sentimiento que ella había despertado desde el primer momento que se había cruzado en mi camino. Habían sido varias y no pretendía ser un santo, esa cama había tenido muchos inquilinos pero ninguno como ella, había tenido sexo muchas veces pero solo con ella había hecho el amor.

- Creo que será mejor que me vaya

Exclamó incomoda por la forma en que estábamos mirándonos, se acercó a la puerta, la abrió y se giro sobre si misma, nuestros rostros quedaron frente a frente, nariz con nariz, su respiración se agitó y lo noté porque exhalo profundo, usualmente lo hacía cuando estaba nerviosa o ansiosa por algo.

- Buenas noches Bella

Me despedí en un susurró y ella asintió lentamente con su cabeza sin decirme nada, estábamos pegados mirándonos, examinándonos, mi rostro se acerco en piloto automático estrechando la distancia entre nosotros y ella rompió el contacto visual de improviso justo cuando de forma arrebatada quise besarla. Me quedé con los labios extendidos y a medio abrir cuando ella salio de mi departamento cerrando la puerta tras de sí.

Dude por unos segundos pero finalmente me convencí que entre nosotros dos no podía ni debía pasar nada porque había mucho daño persistente aún, así que camine hasta la sala de mi departamento agotado y aún pensando en que verla había removido todos esos sentimientos ocultos y que con justa verdad y tal y como había dicho Tanya aún sentía.

Distraído mientras buscaba el control remoto de la televisión para ver una película, mi vista notó un bulto entre el cojín y el brazo del sillón. Me acerque y al tomarlo me percaté que era su cartera y no había estado conciente cuando la dejó allí, no alcance siquiera a pensar en correr hasta el ascensor para devolverla cuando el timbre volvió a sonar.

Caminé ansioso hasta la puerta para abrir y devolverle lo que había dejado olvidado. La miré y le ofrecí su bolso sosteniéndolo en el aire, ella se acerco tomándolo entre sus manos, algo en mi mente cruzo como un relámpago y en un acto incontenible tiré del bolso atrayéndolo hacía mi cuerpo con la intensión de que ella se acercará. Cuando estuvo cerca, sus ojos me miraron sorprendidos y siguiendo sólo al instinto estrelle mis labios contra los suyos abruptamente, mis labios lucharon de forma caprichosa entre ellos para poder hacer el beso más intenso y su hálito inundo mi boca de forma embriagadora. Cerré la puerta del departamento automáticamente haciendo que entrará, tiré su cartera al suelo y si mucho pensamiento la conduje hasta mi dormitorio. En el camino le quité la ropa que estaba estorbando y ella hizo lo mismo con la mía desenfrenadamente y estaba claro que no estábamos pensando sino que guiándonos solo por instintos reprimidos por mucho tiempo.

Para cuando estuvimos frente a la cama estábamos completamente desnudos, baje mis manos hasta sus muslos y ella dio el brinco necesario cruzando sus piernas en mi cintura. Bese su cuello y luego su hombro, mientras ella jugaba con sus dedos en mi pelo como solía hacerlo, sin pensarlo la apreté contra la pared y la hice mía como tantas noches había fantaseado.

Sus gemidos eran como música para mis oídos y estaba embrujado haciéndole el amor. Nuestras respiraciones estaban erráticas y poco profundas, la bese frenéticamente hasta que sentí su cuerpo estremecerse contra él mío. En se minuto me separé de ella rompiendo el beso y quería verle la expresión de su rostro mientras llegaba al orgasmo.

Su piel estaba llena de sudor y no dejaba de temblar entre mis brazos. Me iba a separar pero ella apretó sus piernas contra mi cuerpo aferrándose a mí, permanecíamos unidos de pie, recargue mi cabeza contra su pecho y ella me abrazó aún más fuerte. Sentí como beso mi cabello, aún tratando de regularizar su respiración.

Sí definitivamente antes sólo había tenido sexo, ella era la única capaz de hacerme el amor, temerosamente comprobé que aún la amaba, la amaba como el primer día que la conocí y en ese minuto fue como si nunca hubiera pasado nada entre nosotros, como si los años no hubieran pasado, como si nunca la hubiera lastimado en la forma en que lo hice.

Cargue su cuerpo hasta mi cama mientras nos besábamos y deposite su cuerpo tibio y suave sobre las cobijas. Me acurruque a su lado y la tape como lo había hecho tantas veces luego que hiciéramos el amor antaño. Entrelazamos nuestras manos y nos quedamos así quietos, a pesar que extrañamente mi corazón y mi alma estaban en paz y felices un tejo de aprensión inundo mi mente y no pude evitar cuestionarme ¿qué iba a suceder con nosotros después de esto?