Dark Chat

jueves, 15 de abril de 2010

Marca de Eternidad

Buen dia mis angeles hermosos !!! aqui les dejo ya el penultimo cap de este fic , por fiss mis nenas dejen sus comentarios y asi me pondre de buenas y les cuelgo el final mañana .
mil besitos
Angel of the dark

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Capítulo 11. Liberación

Bella pensó, por un pequeño instante mientras abría los ojos, que se encontraba en su vieja casa, y que lo ocurrido el día anterior había sido un mal sueño, pero no fue así.


Las sábanas que la cubrían eran diferentes a las que ella tenía, y mientras su vista se fue aclarando, encontró otras distinciones con su cuarto.


Porque esa no era su habitación. Estaba en la casa de Stein.


Salió de la cama, y sus pies descalzos tocaron el suelo de madera, con mucho cuidado se dirigió a la puerta. Tenía que ver exactamente donde estaba.


Al salir se encontró con un pasillo, con varias puertas cerradas, y al fondo una amplia escalera, que descendía, probablemente, al vestíbulo.


Se dirigió en dirección de las escaleras, pero antes de poder avanzar, una de las puertas contiguas, se abrió.


-¡Bella! ¿Ya te sientes mejor? –Megan le sonrió.


-Sí –contestó-. ¿Es esta la habitación donde está mi mamá?


La recién formada sonrisa desapareció del rostro de la mujer.


-Sí, pero si quieres pasar, por favor no hagas ruido –le aconsejó ella-. Está dormida y necesita descansar, lo que ocurrió ayer la agotó mucho.


Bella asintió y entró en el cuarto, en la cama, pudo ver a Reneé durmiendo. Se acercó lentamente, teniendo cuidado de no hacer un ruido que la despertara. Cuando estuvo a menos de un metro de distancia, se arrodilló al lado de la cama.


La joven observó el rostro de su madre, y escuchó su respiración. No parecía estar bien.


Bella extendió su mano y acarició el cabello de Reneé. Su mamá se veía débil, cómo si cualquier cosa pudiera hacerla enfermar. La joven apretó los puños… ella sabía que el ataque de los vampiros le había provocado eso…


Quería hacerlos pagar… pero siendo sólo humana no podía hacer mucho por ello.


Se levantó y le dio un beso en la frete a su mamá, y salió de la habitación tan sigilosamente como había entrado.


-¿Dónde está Stein? –le preguntó a Megan.


-El y su padre salieron a arreglar unos asuntos –contestó la mujer-. Pero no te desesperes… tal vez vuelvan pronto.


Bella asintió, aunque en realidad estaba contenta de que ellos no estuvieran. Lo que ella quería era salir y ver a Edward, tenía que avisarle lo que ellos pensaban hacer: terminar con el trato.


La joven vio como Megan se dirigía a otra habitación y desaparecía. Bella, rápidamente se dirigió a la suya y buscó sus zapatos. Tenía que salir de ese lugar cuanto antes…


Bajó las escaleras de dos en dos, observando a su alrededor esperando no encontrarse a nadie en el camino.


En menos de lo que había pensado ya se encontraba fuera de la casa. Ahora sólo tenía que llegar a la de Edward, pero después de caminar un rato, lo pensó mejor… su amiga estaba más cerca… ella podría ayudarla.


-¡Hola! –la saludó Yadhira con entusiasmo, momentos después-. ¿A que se debe la visita?


-No me quedaré –le dijo Bella-. Vengo a pedirte un favor.


-De acuerdo, escúpelo.


-Necesito que me lleves a un lugar…


La morena, al parecer divertida, arqueó una ceja.


-¿Una escapada con Edward?


Bella, quien no podía decirle lo que en verdad ocurría a su amiga, optó por seguirle la corriente.


-¡Sí! Tengo que verlo en su casa. ¿Me llevas?


-¡Por supuesto! –respondió Yadhira.


Llegaron mucho más rápido de lo que Bella esperaba, lo que fue un alivio para ella, no podía esperar para ver a Edward. Tenía suerte de tener una amiga que le encantaba la velocidad al manejar.


-Un último favor. ¿Podrías…?


-Sí, yo te cubro en el café –la interrumpió Yadhira.


-¿Puedes arreglártelas sola?


La morena le sonrió.


-¿Acaso lo dudas? Podría atender a todos los clientes y cobrar con una mano atada a la espalda –dijo-. Además últimamente ha estado muy solo.


-Gracias.


-Espero que te diviertas –su amiga le guiñó un ojo antes de arrancar el motor. Se despidió de ella con la mano.


Bella suspiró y se digirió a la puerta de la casa. Aunque los vampiros que vivían ahí no le habían hecho daño, de todas formas se sentía un poco nerviosa.


Un suspiro más, y tocó a la puerta, demasiado levemente. Y eso fue suficiente. Bella pudo ver al pie de la entrada, a una vampiresa con el cabello corto y negro, así cómo la sonrisa que se había formado en su rostro.


-Bella –dijo Alice-, pasa.


Así lo hizo, aunque se sentía fascinada por el interior de aquella casa, hoy no podía perder tiempo.


-Necesito ver a Edward.


Pero apenas esas palabras habían salido de sus labios, cuando él ya estaba ahí. Su expresión era de total preocupación… por ella.


-¿Estás bien? –él cuestionó, ansioso, buscando con la mirada alguna herida sobre su cuerpo-. ¿Qué ocurre?


Desde que había conocido a Edward, había muchas cosas que le ocurrían a Bella que no podía explicarse, pero no era sobre los vampiros, sino sobre ella misma.


Como en aquel momento. Bella envolvió los brazos alrededor de la cintura de Edward, y se sintió completamente segura, feliz.


Ella había corrido hacia un vampiro y se había dejado abrazar por él. Debía estar volviéndose loca.


-Iré a buscar a Jasper –escuchó que dijo Alice, pero no le prestó mucha atención.


-Bella si haces cosas como ésa, me temo que me será muy difícil para mí soltarte…


-Entonces no me sueltes –le dijo ella, no sabía que le ocurría ese día, pero no quería que dejara de abrazarla.


Edward rió y la apretó más contra él.


-Bella –murmuró su nombre, y se inclinó hacia adelante, sus labios rozaron su frente suavemente.


-Tengo que decirte algo –ella comenzó-, Stein… él y su padre quieren romper el trato que tengo contigo.


Edward se puso rígido.


-¿Y tú quieres tu libertad? –cuestionó él. A Bella le pareció escuchar un tono de dolor en su voz.


-No –contestó inmediatamente-. Pero me preocupa lo que ellos puedan hacer. ¿Hay alguna forma de que ellos puedan romperlo?


-Sí –respondió Edward-. Ellos pueden intentar convencerme, ofreciéndome algo que yo quiera… lo que no les resultará porque tú eres único que yo quiero.


Ahora era el turno de Bella de ponerse rígida. Sus oídos habían detectado una total sinceridad en esas palabras, y no sabía que decir a eso.


-¿Existe otra forma? –cuestionó intentando desviar el tema.


Edward asintió.


-Matándome.


Los ojos de Bella se abrieron, estaba asustada, no quería que ellos le hicieran daño, ni que se lastimaran por intentar liberarla.


Edward acarició su cabello.


-No estoy dispuesto a dejar que te alejen de mi lado, Bella.


Los dedos del vampiro recorrieron su mejilla, hasta la barbilla y de ahí bajaron a su cuello. Bella se estremeció.


-Te amo –él soltó antes de inclinarse a capturar sus labios.


Bella sintió como una corriente eléctrica recorría todo su cuerpo… Su mente daba vueltas, había escuchado esas palabras, sabiendo que eran verdad y no podía creerlas.


¿Cómo un vampiro podría amar a una humana?


Edward separó los labios de los de ella, apenas unos centímetros.


-Bella yo quisiera que pasaras la eternidad conmigo.


¿Eternidad? Eso sólo podía significar una cosa: convertirse en vampiro. Era demasiado, ella no estaba lista para todo eso…


-Lo siento –dijo él al ver su expresión-. Sé que estoy pidiendo demasiado.


Bella, en lugar de decir algo, se dejó llevar… y ésta vez fue ella quien unió sus labios a los de él, un beso rápido.


-Sino fuera porque los vampiros no podemos dormir –dijo él-, comenzaría a pensar que estoy soñando.


Edward la volvió a besar, pero esta vez, no se conformó con su boca, y sus labios siguieron bajando hasta su cuello. Bella sintió el roce de unos colmillos en su piel y se estremeció.


-¡Lo siento, Bella! –él se alejó de ella-. Sé que tu no… lo siento. Pero es que es muy difícil para un vampiro resistirse a la sangre de su ser amado.


A Bella no le gustó alejarse de él, se sentía muy fría, muy sola. Sólo hasta unos instantes después analizó sus palabras. ¿El quería su sangre?


-Si tú bebes de mí…. ¿Eso podría matarme?


-¡No! –respondió él-. Sólo si consumiera demasiada, y yo jamás te haría algo así.


Todo era verdad. Bella no sabía que hacer, su corazón golpeteaba debajo de su pecho… y le hablaba le decía que aceptara…


-Entonces está bien –sus labios se movieron solos-. Puedes beber de mí.


Estaba loca, no podía ser que le pidiera eso a un vampiro.


Los ojos de Edward fueron directo a su cuello, pero rápidamente desvió la mirada.


-Bella… ¿Estás segura de lo que dices?


Ella se acercó a él.


-Sí.


Edward sonrió y la aprisionó en sus brazos como si temiera que se arrepintiera. Los labios de él besaron suavemente su cuello, y Bella sintió cómo los colmillos de él perforaban su piel.


No sintió dolor alguno. Lo que experimentó fue una sensación de calidez y bienestar. Edward la apretó más cerca, y ella casi creyó por un momento que se habían vuelto uno solo.


-Te amo tanto, Bella –él dijo antes de besar el lugar donde la había mordido.


Bella simplemente hundió la cabeza en su pecho y suspiró.


Edward la llevó hasta su casa, y ella creía que esa era la mejor opción. No le había dicho que se estaba quedando con Stein, porque no quería provocar más problemas. Además no quería que ninguno de los dos se encontraran.


Edward la besó en la frente, a modo de despedida, pero ella le pidió que se quedara. Aún tenía que decirle lo que había ocurrido la noche pasada.


-Edward…


Pero apenas había dicho su nombre, cuando los vio llegar.


Stein, Ryan y Megan se habían detenido a unos pasos de ellos.


-¡Suéltala! –Stein parecía querer lanzarse sobre Edward, pero su padre se lo impidió con un gesto de la mano.


El vampiro, inmediatamente se puso alerta, y se colocó delante de ella.


-Es una… suerte, encontrarte aquí, vampiro –comenzó Ryan-, ya que quería buscarte para tratar un… asunto contigo.


-¿Cuál es ese asunto?


-Anular el trato que hiciste con Isabella –contestó él-. Sé que probablemente ya no la necesites y eso por eso que quieres deshacerte de ella… pero pienso que podemos llegar a un acuerdo por su vida.


Edward apretó los puños, y su mirada se volvió furiosa.


-Yo nunca le haría daño.


Megan lo observó por un momento, aturdida, pero después su expresión se descompuso en una mueca de dolor.


-¿Entonces porque los envió? –sollozó-. ¿Por qué los envió a matarnos?


Edward se giró hacia Bella.


-Anker y Clío intentaron… hacernos daño anoche –soltó ella ante la mirada interrogativa del vampiro-. Edward debes cuidarte de Anker, él quiere hacerte daño…


-¿Te hicieron daño? –cuestionó.


-¡Por supuesto! –exclamó Stein, furioso-. Sino fuera por nosotros ellas no… estarían aquí. Pero eso lo sabes perfectamente ya que tú lo planeaste todo.


-¡El no lo hizo! –intervino Bella.


-Yo no fui a salvarte… te pudo haber pasado algo –dijo Edward con la expresión vacía-. Antes de conocerme tu vida era tranquila, ahora tienes que estar atenta a cualquier hora… tienes que cuidarte de todos los vampiros…


Bella intentó decir algo pero él la interrumpió.


-Anker quería hacerme daño a través de ti –continuó-. Te he hecho daño.


-Edward.


-Estás mejor con él –dijo Edward volviendo la vista a Stein-. Estás mucho mejor lejos de mí.


Bella se acercó a él, pero Edward retrocedió.


-Eres libre.


-¡Edward, no! –exclamó Bella, sintiendo que algo se rompía dentro de su pecho.


Pero él ya no la veía, sólo se dirigió a los demás.


-Me encargaré que esos vampiros no les hagan daño… y ya no interferiré más en su vida. Ella ya no me debe nada, es libre, puede irse con ustedes.


Ryan no parecía muy convencido de las palabras del vampiro, pero de cualquier forma asintió.


Edward le dirigió una última mirada a Bella, y desapareció.


Ella estuvo a muy poco de caer al suelo, pero los brazos de Stein la alcanzaron a tiempo.


-Todo va a estar bien ahora, Bella.


No, nada estaba bien. Unas lágrimas descendieron por sus ojos hasta su barbilla, y cayeron al suelo, en húmedo dolor.


Ella se sentía vacía.