Dark Chat

sábado, 13 de marzo de 2010

Marca de Eternidad

Hello mis angeles hermosos !!! hoy es sabado de estreno
hoy les traigo un nuevo fic de  Jeanette Yunnuen , muy bueno se los recomiendo mucho leanlo les va encantar tanto como ami , bueno dicho esto aqui les dejo los primeros tres cap del fic.
Mil besitos y por fiss dejen sus comentarios al final
Angel of the dark.
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Capitulo 1. La verdad

Afuera, los relámpagos bailaban entre la espesura de las nubes, el cielo se vestía de un color oscuro, mientras lloraba los cientos de penas acumuladas a lo largo del día. Bella subió las escaleras de la casa muy sigilosamente, cuidando no hacer ruido, pero la madera era tan vieja que cada paso era acompañado de un débil chirrido.


Casi para llegar a la planta alta se escuchó un estruendo, una luz azul iluminó la vieja construcción filtrándose por las ventanas desnudas y después de un segundo toda la casa quedó en penumbras. Bella logró llegar a tientas a un interruptor, sólo para corroborar lo obvio: la luz eléctrica se había esfumado. Resignada se dirigió a la mesita de noche que había en el pasillo, tras golpearse con ella en un costado, logró agarrar la vela que se encontraba encima. Sacó el encendedor que había en el primer cajón y logró que una pequeña llama apareciera. Contenta porque ya no tendría que estar golpeándose con cada objeto a su paso, se dirigió a la primera habitación esperando no haber despertado a su madre.


Pero Renée ya estaba sentada en la cama, parecía abstraída en el paisaje que le ofrecía la ventana de su cuarto, ni siquiera se molestó en saludar a su hija cuando se aproximó a ella. Bella que estaba acostumbrada a tal comportamiento, se concentró más en buscar algo que pudiera cubrir aquellos cristales. Aunque su mamá dijera lo contrario, ella sabía que el clima sólo la deprimía más.


-No lo hagas –dijo Renée con voz enronquecida, parecía no ser usada con frecuencia.


La joven, que estaba a poco de poner unas sábanas sobre la ventana, desistió de hacerlo.


-Sabes que es mejor así, de esa forma podemos apreciar más las calles, por si hay alguien rondando que pueda ser peligroso.


Esas palabras podrían sonar algo exageradas para otra persona, pero no para Bella, pues sabía perfectamente porque su madre se despertaba en las noches gritando de terror y porque lloraba cuando creía que nadie más la veía.


-¿Te he dicho cómo murió tu padre?


-No –musitó Bella observando a su madre.


Renée aferró sus manos a las sábanas debajo de ella, su expresión teñida en tristeza fue iluminada por un rayo que atravesó el cielo.


-Un vampiro le arrancó el corazón –logró decir ella, su voz parecía inestable, quebrada por un recuerdo doloroso.


Las piernas de Bella fallaron en su función de sostenerla, y la joven cayó al suelo, que desgastado se quejó con un ruido fuerte a causa del impacto. La verdad había salido de los labios de su madre, y ella más que nadie, sabía que era así.


-Es por eso –prosiguió Renée tras un sollozo-, que hemos sido bendecidas con las habilidades que tenemos. La mayoría de los humanos están cegados, y no son capaces de distinguir a los vampiros… claro que a ellos así les gusta más, prefieren mantener su existencia en secreto para así poder controlar todo a su alrededor. Tienes que cuidarte mucho Bella, nunca hables con ellos, evítalos si es posible, pero lo más importante… que nunca sospechen que tú conoces su verdadera naturaleza.


Bella, que había escuchado esas advertencias desde los tres años, se permitió ignorarlas por una vez y seguir pensando en su padre. Sabía que había muerto a manos de un vampiro, pero desconocía los horribles detalles.


-Desde luego lo de tu marido fue una tragedia hermana –una voz surgió del umbral y Bella pudo distinguir a su tía Megan en la oscuridad-, pero no puedes seguir llenando de temor a tu hija.


Si fuera la primera vez que Bella viera esa silueta, jamás le pasaría por la cabeza que esa mujer fuera su tía, las dos hermanas eran tan distintas la una de la otra, que parecían no tener alguna conexión genética. Renée era más alta y aún así la menor de las dos, mientras que Megan parecía guardar tras sus ojos oscuros una mirada calculadora en todo momento. Ambas poseían un maravilloso cabello castaño, ese era su único parecido, pero desde la cabeza hasta la punta de los pies diferían.


En cambio, Bella se parecía a su madre en la forma acorazonada del rostro, sus ojos eran de un profundo color café, como el chocolate líquido, y su cabello castaño se lucía con destellos rojos a la luz del sol. Su complexión era más bien delgada y poseía una estatura media, según su opinión, su fisionomía era demasiado común, nada que llamara la atención.


-¿Miedo? –Renée frunció el ceño-. Sólo quiero que mi hija sobreviva.


-El mundo ha cambiado mucho, ahora sólo logran vivir los que están del lado de los que tienen el poder.


Bella sabía que las palabras de su tía estaban llenas de verdad, así como sabía que había cometido un error al pronunciarlas delante de Renée.


-¡No dejaré que mi hija trabaje para vampiros! –gritó la mujer, su expresión llena de terror y odio se dirigía a Megan.


Pero la otra mujer no perdió la compostura, y siguió defendiendo su punto de vista.


-Muchos humanos lo hacen…


-¡Porque no saben lo que son en verdad! –exclamó Renée-. ¡Nosotras tenemos la posibilidad de alejarnos de ellos!


-¡Sólo escúchate Renée! –Megan había estallado-. ¡Es una locura lo que dices! Ellos están por todos lados, no podemos hacer lo que dices, sólo evitar problemas con ellos. ¡Se realista! Ninguna de las dos puede trabajar, y el sueldo que gana Bella en esa cafetería no nos alcanza, está casa está a punto de derrumbarse…


Como si quisiera apoyar el argumento de Megan, el techo hizo un ruido de protesta, la lluvia lo golpeaba con especial fuerza esa noche.


-¿Sabes cuánto le pagarían a Bella por usar su otra habilidad? –siguió la mujer sin inmutarse-. Los vampiros aprecian tanto el poder, y la verdad siempre es…


-¡Cállate! –Renée se levantó bruscamente, su respiración se había vuelto más rápida de lo normal.


La joven, que se había dado cuenta de esto, se puso de pie y se acercó a su madre.


-Mamá, deberías volver a la cama…


Pero ella no la escuchó.


-¡La usarán como a un objeto! ¡Para ellos no será nada más que un detector de mentiras humano!


Su hermana, que también se había percatado del estado en el que se encontraba Renée, decidió no replicar más.


-Creo que deberías descansar un poco –dijo suavemente.


Pero era demasiado tarde, Renée seguía respirando entrecortadamente y su mano se aferraba al lado izquierdo de su pecho.


Bella reaccionó rápidamente y sacó una jeringa nueva del botiquín que se encontraba en el armario, y un frasco de vidrio con un líquido transparente. Llenó la jeringa y se la inyectó a su madre en el brazo. Después de unos segundos la mujer volvió a la normalidad, y se dejó caer en la cama, demasiado agotada para decir algo más. Bella cubrió a su madre con una amplia y abrigadora cobija, y salió del cuarto seguida de su tía.


-Ven conmigo –susurró Megan tomando del brazo a la joven, la guió hasta su habitación-. Escúchame atentamente Bella, nosotras más que nadie estamos en peligro constante, si un vampiro sabe que lo podemos distinguir, eso sería nuestra sentencia de muerte.


La joven asintió nerviosamente, lo sabía muy bien.


-Pero, nos podríamos salvar si tenemos la protección de un vampiro…


Era verdad, sin embargo Bella la interrumpió.


-Eso sería como deberle un favor a un vampiro, y mi mamá dice que ese tipo de favores siempre se paga con…


-Sangre, si lo sé –completó Megan-. No puedo obligarte a nada, pero quiero recordarte que eres nuestra única salvación.


La mujer le besó la frente y Bella sin saber que más decir, salió de ahí. Esa noche de tormenta, Isabella Swan no pudo dormir…


Fue una mañana lúgubre lo que vio Bella ante sus ojos al día siguiente, su cabeza parecía querer salirse de su lugar, y tenía la horrible sensación de haber corrido un maratón. Se vistió deprisa, y bajo a hacer el desayuno para tres. Aunque el tiempo parecía consumirse tan aprisa que nunca podía despedirse de ellas.


Un cielo gris y un aire frío saludaron acompañaron a la joven hasta la cafetería, la que se encontraba relativamente cerca si se viajaba en carro, el único problema era que Bella carecía de uno. No era que le molestara caminar, era que las calles de la interminable ciudad, estaban infestadas de vampiros.


Podía distinguirlos con facilidad entre las multitudes que caminaban a su alrededor, era tan evidente que Bella siempre se preguntó cómo era que las demás personas no eran capaces de verlo. Los vampiros brillaban, literalmente, su piel y su cabello destellaban ligeramente, tanto en el día como en la noche.


Ellos se paseaban tranquilamente entre los humanos, fingiendo ser un mortal más, pero Bella que sabía que eran no podía evitar un ligero estremecimiento cada vez que un vampiro se cruzaba en su camino o le dirigía una mirada. Tal vez su comportamiento fuera demasiado extraño, porque, a veces tenía la sensación que los vampiros le prestaban más atención que a otros humanos.


Al doblar la esquina, el olor a café inundó los pulmones de la joven, y sonrió al saber que ya se encontraba a unos pasos de su destino.


-¡Bella! –la saludó una bonita morena, de voluminosa cabellera.


-Yadhira –le respondió al llegar al mostrador. Tomó uno de los delantales que estaban colgados en un pequeño espacio en la pared, y con cuidado se lo puso.


El transcurso del día fue aburrido, el clima parecía seguir en su estado de depresión y la clientela escaseaba. Los vampiros no frecuentaban ese lugar, parecían ignorar su existencia, aunque de vez en cuando…


Yadhira le dio un codazo a Bella, obligándola a girarse en la dirección que ella veía. Un vampiro de cabello rubio entró en el lugar, les ofreció una amplia sonrisa y se acercó a ellas.


-Un café negro –pidió.


Bella tragó sus nervios y se apresuró a preparar el café. Le dejó el envase sobre el mostrador, evitando cualquier contacto con el vampiro. Yadhira parecía demasiado abstraída contemplándolo, que durante unos segundos se olvidó que tenía que cobrarle.


Los vampiros eran perfectos, y como si fuera poco, ejercían una extraña atracción sobre los humanos.


-Esta noche habrá una fiesta y me encantaría verlas por ahí –comentó el extraño.


-¡Claro! –exclamó Yadhira encantada.


El vampiro escribió en un trozo de papel una dirección, y se la acercó a Bella, quien deliberadamente lo ignoró. El la observó extrañado, y después optó por tendérsela a la morena que parecía mucho más dispuesta.


Se despidió educadamente de las dos, repitiendo lo contento que estaría por verlas en la fiesta, y salió de la cafetería.


-No podemos ir –dijo Bella.


-¿Por qué no? –la morena cuestionó-. Es una gran oportunidad para divertirnos, nos lo merecemos.


-¡Es peligroso!


-De acuerdo, cualquier fiesta es peligrosa si tomas demasiado, pero te prometo que no beberé ni gota de alcohol.


-¡No estoy bromeado Yadhira! –Bella observó a su amiga directamente a los ojos, y aunque odiaba usar su habilidad en sus amigos le preguntó:- ¿Irás a esa fiesta?


La verdad salió de la boca de la morena, como una cascada de palabras entrelazadas.


-Sí, tengo muchas ganas de ir, y nadie me lo va a impedir ni siquiera tú –Yadhira hizo una mueca, cuando sus labios volvieron a juntarse-. ¡A veces no comprendo Bella, pero parece como si no fuera capaz de mentirte!


La joven hizo una mueca, pensando en cuanta razón tenía su amiga sin saberlo. Ella era capaz de detectar una mentira si la escuchaba, así cómo podía mediante el contacto visual y una pregunta directa sacar cualquier verdad de los labios de una persona.


Ahora tenía la certeza de que Yadhira asistiría a la fiesta, no importara lo que ella pudiera decirle para convencerla de lo contrario.


-Iré contigo –dijo.


La morena se alegró.


-¡Qué bien! –exclamó.


Bella sabía que era la única forma de proteger a su amiga, pues ella desconocía a los peligros a los que se enfrentaría en ese lugar, que probablemente estaría inundado de vampiros esperando clavar sus colmillos en algún cuello inocente.


-Ya verás que nos divertiremos mucho.


De eso, Bella no estaba tan segura.

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Capitulo 2. La fiesta y el ofrecimiento


Esa tarde, cuando regresó a la vieja casa para ver a su madre y a su tía, Bella se sintió particularmente nerviosa. Había convencido a su amiga que fuera por ella, y entre las dos, engañarían a su madre, haciéndole creer que tan sólo pasarían la noche en casa de Yadhira, ya que esta era la única manera en que Renée accediera en dejar salir a su hija.


-No van a salir a ningún lado ¿verdad? –preguntó su madre, se notaba inquieta.


Bella negó con la cabeza, se alegró profundamente de que Renée no tuviera la misma habilidad que ella, así a pesar de que le disgustara, podía mentirle fácilmente.


-Sólo queremos ver unas películas –dijo, haciendo un gran esfuerzo por imprimirle a su voz toda la tranquilidad posible.


-Vamos hermana, Bella casi no sale, creo que le vendría bien algo de diversión –apoyó Megan a su sobrina.


-De acuerdo –musitó la mujer, parecía bastante agotada. Lentamente se deslizó en la cama, y tras una exhalación y se cubrió lentamente con las sábanas. Bella supuso, sin equivocarse, que el cansancio de su madre había llegado a tal grado, que le era muy difícil moverse.


-Mamá… ¿Estás bien? –preguntó la joven sin mirarla a los ojos.


Cada vez que Bella le hacía una pregunta a Megan o a su madre, evitaba mirarlas a los ojos, para que tuvieran la libertad de decirle la verdad o no. Su habilidad tenía ciertos límites, sólo cuando hacía contacto visual y hacía una pregunta concreta podía descubrir la verdad. Era una ventaja para ella, ya que creía firmemente en dejar que las personas escogieran que decir, no le gustaba siquiera tener que usarlo con sus amigos.


-Sí –contestó la mujer.


Bella supo inmediatamente que aquello era una mentira, pero no insistió. La tranquilizaba verla respirar normalmente, ya que cuando se encontraba muy mal se agitaba demasiado.


-¿Cuándo va a llegar tu amiga? –preguntó Renée. Bella no supo, si esa pregunta era para desviar su atención de la mentira, o si en verdad su madre quería saberlo.


-Dentro de una hora, más o menos –contestó la joven.


-Creo que debemos dejar descansar a tu madre un rato, Bella –intervino su tía-, ya que probablemente quiera saludar a tu amiga al rato.


La joven, cuyos ojos color chocolate seguían pendientes de cada movimiento de su madre, asintió ligeramente con la cabeza, y dio media vuelta hacia el corredor.


El interior de la casa, daba un aspecto muy distinto a las anaranjadas luces del atardecer. Los muebles y objetos que se encontraban eran, probablemente, de algunos años atrás. Pero todo se conservaba en perfecto estado, y al entrar daba la impresión de no sólo haber abandonado el exterior sino otra época. Y la iluminación proveniente de las ventanas le daba un aspecto muy acogedor, todo lo contrario a lo que ocurría en la noche.


-Tía


-¿Qué ocurre? –preguntó amablemente la mujer.


Estaban en la sala, sentadas una frente a la otra, y Bella se debatía entre decir la verdad o no. Megan siempre había sido mucho más relajada que su madre, pero pensándolo mejor, lo que iba a hacer era extremadamente peligroso, y al decirlo sólo conseguiría alterarla.


-¿Bella? –Megan arqueó las cejas al ver la incertidumbre reflejada en su sobrina.


La joven se arrepintió, y decidió hacer una pregunta, que la había inquietado desde hace días.


-¿Dónde están los que son como nosotros? –preguntó desviando la mirada-. Los que pueden verlos…


-En cualquier lugar, supongo –contestó Megan-. Los humanos, que tenemos la habilidad de distinguir entre mortales e inmortales, somos pocos, y debido a que los vampiros nos asesinan, nos hacemos pasar por cualquier persona que ignora su existencia. A veces, actuamos tan bien, que ni entre nosotros logramos reconocernos.


-Eso es muy solitario –comentó Bella.


Su tía asintió, dándole a entender que estaba de acuerdo.


-Aún así, eso es más seguro, si nos reuniéramos llamaríamos mucho la atención –continuó. Al notar la expresión seria y triste de su sobrina añadió:- Pero nunca pierdas la esperanza Bella, puedes encontrarte con alguno, tal vez, dentro de poco las cosas cambien.


Bella observó a su tía, que en esos momentos le dirigía una sonrisa llena de esperanza, y abrió la boca para añadir algo más, pero en ese instante se escuchó un ruido en la puerta.


Yadhira estaba al pie del umbral, con una expresión de brillante alegría en el rostro.


-¡Hola Bella! ¿Lista para…? –se interrumpió abruptamente cuando su mirada se fijó en Megan-. Benas tardes –añadio apresuradamente dirigiéndose a ella.


Bella dejó entrar a Yadhira, y la morena entró apresuradamente en la sala.


-Yadhira, me alegra mucho que hayas venido –se escuchó una dulce voz desde las escaleras.


Renée bajó hasta donde se encontraban todas, ofrecía una cálida y tranquila sonrisa a la invitada. Bella observó a su madre atentamente, se veía cansada, pero se esforzaba tanto en aparentar estar en perfectas condiciones que seguramente Yadhira no lograría ver tras esa fachada.


-Espero que se diviertan mucho –continuó la mujer, sin abandonar su semblante alegre.


-¡Claro! –dijo Yadhira con entusiasmo, parecía sinceramente emocionada, claro que era por algo completamente distinto a lo que creía Renée.


Bella y su amiga se despidieron de las dos mujeres, y se fuero apresuradamente de la casa.


-¡Sera increíble! –exclamó la morena, tras haber dejado la vieja casa varios kilómetros atrás-. ¿Te imaginas cuantos chicos guapos habrá en esa fiesta? No puedo esperar a llegar…


Yadhira, quien iba tras el volante, le dirigía sonrisas alegres a su amiga de cuando en cuando, mientras le repetía lo ansiosa que se sentía por estar en el lugar. Bella intentaba corresponder a tal entusiasmo, pero le era muy difícil cuando lo único que pensaba era en la mejor manera de sobrevivir a aquella noche.


-¡Llegamos! –exclamó Yadhira, después de aparcar el coche.


El lugar, era más grande de lo que Bella se había imaginado, estaba completamente cubierto, a excepción de unas enormes puertas, por las que se colaba la bailarina y multicolor luz del interior. Parecía un elegante centro nocturno, la gente se juntaba alrededor, con la esperanza de poder pasar. La joven observó con más atención, y se dio cuenta, tras un escalofrío, que las puertas eran custodiadas por vampiros.


La morena jaló del brazo a Bella, y la condujo entre la multitud, hasta poder llegar a donde se encontraban los dos vampiros.


-Es una fiesta privada –escuchó que uno de ellos le decía a una mujer rubia-. No puede pasar.


Bella esperó fervientemente, que a ellas también les negaran la entrada. Yadhira y ella se acercaron hasta uno de los vampiros, y la morena le dijo que habían sido invitadas, pero éste negó con la cabeza.


-¡No puede ser! –exclamó Yadhira con tristeza. Había intentado varias veces convencer a los guardias de la entrada, sin éxito alguno.


-Después podrás ir a otra fiesta –le dijo Bella, tratando de ocultar su evidente alegría.


En ese momento, las puertas se abrieron, y de ellas salió un vampiro de cabello rubio, que para desgracia de Bella era el mismo de la cafetería y las reconoció inmediatamente. El vampiro les dio unas instrucciones a los otros dos, y en unos momentos Bella y su amiga lograron entrar.


Se encontraron en un oscuro pasillo, cuyas paredes se curvaban hasta formar una especie de arco con el techo, dándole una apariencia de túnel al camino. Al final de éste, las luces brillaban con mayor intensidad, y la música estaba tan alta que todo parecía temblar a su ritmo.


-Me llamo Anker –se presentó el vampiro.


-Yadhira –respondió la morena.


Bella apretó los labios, y le dirigió una expresión de fastidio al inmortal. Éste la vio extrañado, cómo sino pudiera explicarse el porqué de su comportamiento.


-Y ella es Bella –dijo Yadhira, dándole un codazo fuerte a su amiga.


El vampiro asintió y se dio la vuelta, recorriendo el pasillo hasta llegar a la mitad, Bella y Yadhira lo seguían de cerca. Anker se había detenido ante una especie de puerta, mucho más angosta que las de la entrada.


-Pero… ¿No vamos a ir a la fiesta? –preguntó la morena extrañada, señalando las luces que se veían un poco más adelante.


Anker sonrió.


-Sí –contestó tranquilamente, abriendo la puerta-. Por aquí es la verdadera fiesta.


Bella, nerviosa, aferró el brazo de su amiga. No se pensaba separar ni un momento de ella, tenía que cuidarla.


Subieron por una escalera, que al final los condujo hasta un amplio salón, iluminado por luces en tonos azules, que parpadeaban constantemente al ritmo de una estridente música.


Anker le ofreció bailar a Bella, pero la joven contestó fulminándolo con la mirada. En vista del rechazo el vampiro se dirigió a la morena, quien accedió encantada.


La joven observó a su alrededor, comprobando su peor miedo: el lugar estaba lleno de vampiros. Apretó los puños, y volvió a dirigir su mirada a Yadhira, su amiga parecía completamente alegre en los brazos del vampiro. Bella no podía apartar la vista de ellos, estaba atenta a cualquier señal de peligro en el que se pudiera encontrar su amiga.


-¿Quieres bailar?


Estaba tan distraída que un vampiro se había acercado a ella, lo suficiente para tomar su mano y besar la parte interna de su muñeca. Bella se estremeció y se apartó de él. Su cabello era de un color marrón oscuro, y sus ojos verdes cómo dos esmeraldas.


-No –respondió ella.


El pareció confundido y bastante molesto por la negativa, y volvió a capturar la muñeca de la joven. Bella intentó zafarse, pero esta vez, el agarre era mucho más fuerte.


-Ella es mi invitada, suéltala –dijo Anker, traía de la mano a Yadhira.


-Tú ya tienes compañía –replicó el otro vampiro.


-De cualquier forma, ella no es para ti –dijo rotundamente.


El vampiro dio un fuerte resoplido y liberó a Bella, se alejó bastante molesto de ellos.


-¡Anker!


Una vampiresa lo saludó, llevaba un vestido largo, tanto que le arrastraba en el suelo, y cuyo escote no dejaba mucho a la imaginación.


-¿Qué ocurre, Clío? –preguntó él.


-¿Puedo hablar contigo un momento? –pidió tomándolo ligeramente del brazo. Su larga cabellera de rojo brillante, caía con suavidad por su espalda.


Anker asintió, y a su vez, soltó a Yadhira. La morena se vio un poco molesta por este hecho, pero no protestó, en cambio, se dedicó a observar con fascinación a su alrededor.


Los vampiros no se alejaron mucho, y Bella tuvo que concentrarse muchísimo para escuchar algo de su conversación, que era ahogada por la música.


-¿Qué le hiciste a Evander? –preguntó la pelirroja-. Lo vi muy enojado.


-Quería a una de las humanas –contestó Anker.


La música cambió bruscamente, y Bella no pudo escuchar lo que dijo la vampiresa pelirroja, pero parecía irritada.


-...definitivamente no entiendo. ¿Pues qué no te basta con una? –cuestionó.


-No es eso Clío, sólo que ya está apartada, quiero entregársela a…


-¡No puede ser! –exclamó frunciendo el ceño-. ¿Tú también? ¡Que nadie puede entender que él no quiere ninguno de sus regalos absurdos! ¿No has visto cómo ha rechazado a las otras humanas?


-Ella puede ser la excepción a la regla –replicó Anker-. Además tenemos que agradarles a los vampiros poderosos, ya te lo he dicho.


Clío gruñó.


-Lo sé –dijo-. Pero ¿Por qué tiene que ser de esa forma? ¿No puedes idear otra cosa para agradarle?


En los ojos de Anker brilló la comprensión, y una sonrisa burlona apareció en su rostro.


-Mi linda hermanita ¿Estás celosa verdad?


La vampiresa pelirroja frunció el ceño.


-¡No!


Bella pudo distinguir claramente, que en su voz resonaba una clara mentira, pero no le dio importancia.


-Lo estás –aseguró Anker-. Pero no entiendo cuál es tú preocupación, ella es una simple humana, y a él no le importa nada ni nadie, más que su familia. Ni siquiera ha escogido compañera entre tantas vampiresas que han mostrado su interés en él.


Clío agachó la mirada.


-A mí también me rechazó –dijo.


-Pronto se dará cuenta de su error –le aseguró su hermano-. Sólo tienes que mantenerte cerca de él, y para eso necesito que me dejes ofrecerle a la humana.


La vampiresa asintió, resignada.


-¿Ya llegó? –preguntó, levantó la cabeza, cómo si lo estuviera buscando entre la multitud.


-No –contestó Anker-. Pero no creo que tarde.


Bella decidió que era suficiente, tenía que salir antes de que llegara ese vampiro, porque si era más poderoso que ellos, definitivamente ni ella ni su amiga tendrían escapatoria.


Bruscamente, tomó a Yadhira del brazo, y comenzó a arrastrarla entre la multitud, ignoró todas las protestas y quejas de ella.


-¿Por qué? –cuestionó la morena-. ¡Nos estamos divirtiendo mucho!


Bella se giró hacia ella.


-Escúchame por favor –le pidió de manera suplicante.


Yadhira al ver la gran preocupación en los ojos de su amiga, se quedó callada.


-Tienes que confiar en mí cuando te digo que ellos no son de confianza –siguió Bella-, sólo esperan el mejor momento para hacernos daño, por favor, te lo digo en serio, necesitamos salir de aquí lo más rápido posible.


-Pero Anker, se ha portado tan bien conmigo –musitó Yadhira.


-No te dejes engañar por una cara linda –dijo Bella.


-¿Qué es lo que te hace pensar que ellos son malos? –preguntó tercamente su amiga.


La joven abrió la boca, pero la cerró inmediatamente, no podía decirle que Anker en realidad era un vampiro y que en lo único que estaba interesado era en el bonito cuello de Yadhira.


-El que no te estés divirtiendo, no te da derecho a arruinarme la noche a mí también –dijo la chica con frialdad-. Puedes irte, pero yo me quedaré.


Bella quiso gritar de frustración, no podía salir sin ella, no la iba abandonar a su suerte. Se concentró, tenía que hallar la mejor forma de sacarla de ahí. Lo primero, era buscar una salida. Caminó entre la multitud, hasta que llegó hasta la puerta por donde había entrado, se alegró enormemente de tener una buena memoria. Iba a regresar hasta donde se encontraba Yadhira, pero un presentimiento le dijo que mejor era comprobar la puerta. Pero cuando intentó girar la perilla, no pudo, estaba firmemente cerrada. Casi al borde de la desesperación, golpeó la madera con el puño.


-¿Qué haces aquí?


Se estremeció al escuchar la voz de Anker detrás de ella, se dio la vuelta lentamente.


-Bella está aburrida –contestó su amiga por ella-. Se quiere ir.


Anker frunció el ceño, pero inmediatamente cambió su expresión por una sonrisa.


-¿Qué no sabes? –cuestionó divertido-. El que entra aquí, ya no puede salir.


Yadhira se rió, pensando que era una broma, y el vampiro lo hizo también, con la intención de engañarlas.


Bella se quedó donde estaba, completamente seria, le dirigió una mirada desafiante al vampiro, y éste la captó. Estaba segura que Anker no sabía que ella podía distinguir su verdadera naturaleza, pero ya debería sospechar que Bella no confiaba en él.


-De acuerdo, si quieres irte, puedes hacerlo –dijo, tomó a Yadhira del brazo significativamente para que Bella lo notara. Por supuesto que no podía irse, él vampiro sabía perfectamente que ella no se movería de ahí sin su amiga.


-No –dijo Bella entre dientes-. Me quedo.


Anker sonrió triunfante, y la agarró del brazo, con tanta fuerza, que Bella pensó que se lo iba a romper.


-Vamos te presentaré a un amigo –dijo el vampiro.


Llegaron hasta donde se encontraba Clío, la morena frunció el ceño al verla, claramente disgustada por su presencia.


-¿Ya llegó hermana? –preguntó Anker.


La pelirroja negó con la cabeza, provocando que su cabello se sacudiera de un lado a otro.


Yadhira se relajó inmediatamente al escuchar que Anker se dirigía de esa forma a la chica, y a partir de ese momento, se mostró más amable con ella.


Bella intentaba pensar… pero el murmullo inquieto que surgió de pronto se lo impidió. Clío sonrió ampliamente y sus ojos se posaron en un punto, que parecía moverse, porque el rostro de la vampiresa iba girando lentamente. Anker la apretó más fuerte aún, y Bella tuvo que reprimir un gemido. Aunque quería concentrarse, no pudo evitar echar una mirada en la misma dirección que los otros.


El vampiro que acababa de llegar iba cubierto de negro completamente, lo que lo hacía verse más peligroso aún, su cabello era cobrizo y alborotado, sus ojos eran de un dorado intenso, pero devolvían una mirada completamente indiferente a todo el que se le acercaba. Bella tuvo que admitir que era muy guapo, pero ella no se dejaba engañar por las apariencias. Sabía que ese vampiro era, quizás, el más poderoso en ese lugar, y por lo tanto debía evitarlo a toda costa.


-Iré a saludar a Edward –murmuró la vampiresa de cabello rojo.


Anker hizo un gesto con la cabeza.


-Iremos todos –dijo.


Clío no pareció muy conforme, pero aceptó la decisión de su hermano.


Bella comenzó a tirar de su propio brazo, intentando desesperadamente soltarse. Yadhira notó el comportamiento de su amiga, y que el vampiro se negaba a liberarla.


-¡Basta! –exclamó-. ¡Suéltala!


-¡Cállate! –Anker gruñó.


Yadhira se quedó sorprendida por la forma en que la había tratado, pero rápidamente se recuperó y comenzó a golpearlo en el pecho.


-¡Suéltala! –repitió.


Bella sabía, que la música cubría su discusión, pero si seguían así, los demás no tardarían en darse cuenta, así que hizo lo primero que le vino a la mente.


-¿Cuál es la forma más rápida de salir de aquí? –preguntó mirando al vampiro directamente a los ojos.


-Hay una puerta, que conduce hacia una escalera externa al edificio –su mirada se posó en la puerta, que se encontraba muy cerca de ellos-, al bajar por ellas llegas directamente a la calle, justo en el aparcamiento.


-¿Por qué se lo dijiste? –cuestionó Clío molesta.


Anker estaba tan asombrado, que no se dio cuenta que acaba de soltar a Bella, pero ella, que estaba esperando eso, no desaprovechó y tiró a su amiga de la blusa, y echaron a correr.


Los vampiros estaban tan atentos a la música y a la llegada de Edward, que ni siquiera les importó que dos humanas tropezaran con ellos al pasar.


Bella llegó a la puerta, y por fortuna, esta si estaba abierta. Las dos jóvenes bajaron lo más rápido que les permitían sus piernas, y lograron llegar hasta el auto de Yadhira.


La noche consumía el paisaje, no se podía ver mucho en tal oscuridad, y las calles parecían deshabitadas, el sonido del viento era el único consuelo a la soledad.


-Lo logramos –suspiró la morena aliviada.


Pero Bella no estaba tranquila, apuró a su amiga, para que abriera la puerta y pusiera en marcha el coche.


-No entiendo…


-¡Acelera! –gritó Bella.


El motor rugió, cuando Yadhira pisó el pedal hasta el fondo, y el vehículo se abrió paso en la calle. No tenían obstáculos en su camino, no había rastro de vida afuera, el camino estaba vacío.


-¿Qué fue todo eso, Bella? –le preguntó su amiga-. Aún no lo entiendo muy bien.


Pero antes de que la joven, pudiera siquiera pensar en una respuesta, algo saltó en frente de ella, bloqueando el camino. Una figura de un hombre captó la atención de las dos chicas.


Las llantas del vehículo produjeron un chirrido de protesta, al verse obligadas a detenerse tan inesperadamente. El frente del auto quedó a sólo unos centímetros del cuerpo del hombre, quien seguía de pie, sin moverse.


-¡Estúpido! –exclamó Yadhira asomando la cara por la ventanilla-. ¡Pude haberte matado!


Pero Bella sabía que su amiga estaba en un error, porque aquel era un vampiro, y un golpe con un auto, no le haría ni un rasguño.


-Quédate adentro –le indicó Bella a su amiga. Salió rápidamente, y se enfrentó al vampiro, que reconoció como Anker.


-Escucha podemos…


Bella se interrumpió cuando descubrió que el vampiro rubio no estaba solo. Era el otro vampiro, Evander, el que había querido bailar con ella.


-¡Llamaré a la policía! –amenazó Yadhira abriendo la portezuela.


-¡No salgas! –le gritó Bella.


Era demasiado tarde, su amiga ya se dirigía hacia ellos con actitud desafiante, en su mano derecha traía su celular, y marcaba rápidamente unos números.


-Se los advierto…


Los dos vampiros se rieron.


-¡Regresa al auto! –rogó Bella-. ¡La policía no nos servirá de nada!


Evander se adelantó, le arrancó el celular a Yadhira y lo tiró al suelo, le sonrió burlonamente. Ella quiso retroceder, pero él la tomó del brazo y la tiró con fuerza al suelo.


La joven no se volvió a levantar.


-¡No! –gritó Bella.


-Me has causado muchos problemas –dijo Anker-, pero eso se terminó.


La atención de la joven estaba sobre el vampiro que se le acercaba amenazadoramente, pero pudo ver de reojo a Evander inclinándose lentamente hacia su amiga…


-¡Aléjate de ella maldito vampiro! –gritó con todas sus fuerzas, corrió hacia ellos, y la cubrió con su propio cuerpo a manera de escudo.


-Eres una de ellos –dijo Anker acercándose.


Los dos vampiros la miraban atentamente.


-Tenemos que matarla –dijo Evander.


Anker asintió.


-Sí, es peligroso que sepa que somos, aunque de cualquier forma iba a morir.


Bella se estremeció, pero se negó a apartarse de Yadhira.


-Ella no sabe nada –musitó-, déjenla marcharse.


Evander se rió.


-No creo que pueda hacer mucho así como esta –dijo-. Y tú sangre no será suficiente para los dos…


La joven cerró los ojos y abrazó el cuerpo inconsciente de su amiga con fuerza, esperando que su muerte no fuera tan dolorosa…


Escuchó el sonido de un golpe, y sintió una tercera presencia, algo había caído delante de ellas.


-Regresen a la fiesta –se escuchó otra voz, una que Bella no había escuchado nunca.


Se atrevió a abrir los ojos.


Edward estaba delante de ella, enfrentando a los otros dos vampiros, que parecían bastante cautelosos ante su presencia.


-Pero ella sabe lo que somos –replicó Anker-. Hay que matarla… Yo la había traído para…


-Yo me encargo de ellas –dijo firmemente Edward.


-Podemos evitarte la molestia…


Edward rugió y les mostró los colmillos. Los dos vampiros, prácticamente se esfumaron del lugar.


El vampiro se giró hacia ellas, y Bella por instinto, cubrió más a su amiga.


-Por favor, no la mates a ella –le rogó-, a ella no.


Los ojos dorados de Edward la observaron un largo momento, en el que Bella sufrió la agonía de la incertidumbre.


-No les haré daño –dijo el vampiro.


Bella hubiera desconfiado de sus palabras, sino tuviera la asombrosa habilidad de detectar una mentira cuando la escuchaba, y en este caso no se trataba de una.


Edward extendió una mano hacia ella, pero la joven sólo se encogió más.


-No me toques –musitó.


El vampiro se alejó unos pasos, con la expresión inescrutable.


Bella se levantó y se pasó el brazo de su amiga por los hombros, y con cierta dificultad, la llevó hasta el asiento del copiloto de su auto. Le examinó la cabeza, en busca de alguna herida, pero solo encontró una hinchazón en el lado izquierdo, no parecía un golpe serio.


Yadhira comenzó a moverse, y al poco rato abrió los ojos.


-¿Qué pasó? –preguntó.


Bella se sintió más aliviada al escucharla hablar.


-Ellos nos querían… hacer daño, al parecer estaban ebrios –inventó la joven-. Pero llegó… él y nos salvó.


Observó a Edward retándolo a que contradijera su versión.


-Sí, así fue –dijo el vampiro, las comisuras de sus labios parecían ligeramente inclinadas hacia arriba.


-Ah –musitó Yadhira, algo mareada-. Yo te reconozco, te vi en la fiesta –dijo.


El vampiro asintió una vez más.


-Gracias –dijo ella.


-En un momento nos vamos –le aseguró Bella-, sólo espérame un rato.


Con cuidado cerró la portezuela, y se giró hacia el vampiro.


-¿Qué es lo que quieres? –le preguntó.


-Ofrecerte un trato –contestó inmediatamente algo sorprendido, luego su expresión cambió y añadió:- Interesante habilidad la que posees. Hazme otra pregunta.


-¿Qué?


-Otra pregunta –repitió.


-¿Qué clase de trato? –cuestionó sin perder de vista sus ojos.


-Te ofrezco protección para toda tu familia, a cambio de que hagas lo que sea que te pida para toda tu vida –respondió.


Bella se estremeció, ahí estaba, su oportunidad de mantener a su madre y a su tía con vida, pero a cambio de entregarse a sí misma a un vampiro.


-Puedes rechazarlo –dijo Edward-, pero vas a necesitar esa protección tarde o temprano.


-Se que te debo un favor –musitó Bella-, por salvarnos la vida a mi amiga y a mí…


-No quiero nada a cambio de eso –la interrumpió el vampiro.


Bella lo miró con incredulidad, a pesar de saber que lo que decía era verdad.


-Sólo piensa en lo que te ofrecí –continuó Edward.


-Lo rechazo –dijo Bella. Su madre jamás aceptaría algo así, o dejaría que ella lo hiciera.


-Cuando lo decidas –dijo ignorando las últimas palabras de la joven. Edward le tendió un trozo de papel con un número escrito-. Me llamas.


Antes de que ella pudiera decir algo, el vampiro se fue.


Bella regresó al vehículo y descubrió que Yadhira se había quedado dormida, buscó entre su bolsa hasta hallar las llaves, y encendió el auto.


Al llegar a la casa de su amiga, tuvo que despertarla, porque dudaba poder subirla por las escaleras hasta su cuarto.


Los padres de Yadhira estaban de viaje, así que no tuvieron problemas con eso.


Subieron hasta su habitación, donde la morena se dejó caer pesadamente en la cama, se quejó de dolor de cabeza y Bella bajó rápidamente por una bolsa con hielo.


-Ah, sabía que era un idiota en cuanto lo vi –se quejó por enésima vez la chica-. Todos los hombres son iguales…


Y siguió hablando sobre lo mucho que odiaba a los hombres borrachos, lo mucho que le desagradó la fiesta, y algunas críticas hacia el vestido de Clío… pero Bella quien estaba tendida a su lado ya no escuchaba, su mente daba vueltas, pensando en el trato que le había ofrecido el vampiro…


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Capítulo 3. Desesperada


El cielo, sin dar espacio al sol, amaneció cubierto de nubes. Bella se levantó temprano, aunque en toda la noche no había podido descansar, su mente no paraba de cuestionarse que era lo mejor que podía hacer. Caminó hacia la ventana, y observó detenidamente el paisaje, las calles devolvían una vista solitaria, y eso sólo la puso más nerviosa.


Las palabras del vampiro taladraban en su mente constantemente. Le desagradaba la idea de convertirse en una marioneta de un vampiro, al que él pudiera utilizar y desechar a su gusto, pero tenía muy claro que lo que le ofrecía bien valía la pena.


-¡Ah, veo que ya estás despierta! –exclamó alegremente Yadhira.


Bella se dio la vuelta, y vio a su amiga entrar en la habitación, cada punta de su cabello apuntaba a direcciones diferentes y parecía mucho más esponjado que antes. La morena cubrió su boca con la mano para silenciar su bostezo.


-¿Quieres desayunar? –le preguntó la morena.


Bella, a pesar que no tenía ganas de comer nada, asintió levemente. Vio como su amiga se giraba, y corría escaleras abajo.


Momentos después, mientras se arreglaba, escuchó el sonido de las cazuelas moverse, y después algo que caía al suelo, seguido de un olor fuerte… algo parecía estarse quemando. Bajó rápidamente, para averiguar la causa de tanto escándalo. Entró a la cocina y encontró a Yadhira, con un delantal azul, muy mal puesto, una olla en las manos, y un mar de cubiertos y platos (algunos rotos) a sus pies. Bella asomó su cabeza y alcanzó a ver lo que estaba dentro de la cazuela, aunque no le encontró forma, se veía como una especie de pasta negruzca que humeaba constantemente.


-Al parecer –dijo la morena, tirando el contenido de la olla a la basura- sólo se cocinar cereal con leche. ¿Quieres un poco?


Bella dejó escapar una risa, asintió, y se puso a ayudar a su amiga a dejar la cocina limpia.


Después del elaborado desayuno, la joven decidió hablarle a su madre para asegurarse que todo estuviera bien, y avisarle que no podría ir a la casa, pues el reloj le decía que ya casi tenía que irse a la cafetería.


Reneé se tranquilizó al escuchar su voz, y le aseguró que tanto ella como su hermana habían tenido una noche pacífica.


-Yo me dormí muy temprano –le dijo-, pero Megan se quedó despierta viendo la televisión. Pero eso no es importante, cuéntame ¿Cómo te fue a ti? ¿Se divirtieron?


-Sí –mintió Bella, recordando cómo dos vampiros estuvieron a punto de asesinar a su amiga y a ella misma, por supuesto, nadie en su sano juicio encontraría eso divertido. Así que le inventó una bonita historia a su madre, una en la que Yadhira rentaba unas cuantas películas, platicaban un rato y se dormían plácidamente.


Reneé parecía contenta, cuando la joven colgó el teléfono y se alegró en no haber contado la verdad. Después ella y Yadhira salieron de la casa.


Las calles seguían mostrando su cara solitaria, mientras las dos chicas caminaban apresuradamente rumbo a la cafetería. Yadhira comenzó a platicar sobre algo, a lo que Bella no prestaba mucha atención, y es que su mente insistía en volver a pensar en Edward y en la decisión que tenía que tomar.


Pero, poco antes de que el aroma a cafeína inundara sus pulmones, se detuvo, pues una sensación de escalofrío la había recorrido de pies a cabeza.


-… así que no pude comprar esa blusa, la encargada me había dicho que sólo había en color… -Yadhira se interrumpió, ya que había girado la cabeza y no había encontrado a su amiga caminando a su lado. Se giró y añadió:- ¿Qué es lo que ocurre, Bella?


La joven no contestó inmediatamente, sino que mantuvo su vista fija, en algún punto sobre su espalda, luego lentamente se volvió hacia su amiga.


-No es nada –le dijo-, sólo que creí ver a alguien conocido.


Pero no era la verdad, lo cierto era que Bella se había detenido debido a que la había asaltado la horrible sensación de que alguien las seguía, sólo esperaba que fuera un juego de su imaginación.


El tiempo en la cafetería pasó rápidamente, y cuando menos lo pensó, Bella ya se encontraba de camino a su casa. En todas las horas del atardecer el sol no se había dignado en asomar su ardiente corona, la ciudad parecía sumergida en una grisácea tristeza.


Tras sentir otro escalofrío, una sensación muy parecida a la que la había embargado en la mañana, aceleré el paso, mirando sobre su hombro de vez en cuando. Al comprobar que nadie la seguía, se relajó un poco, pero no disminuyó su paso. Sólo cuando vio la puerta de su casa, volvió a tranquilizarse.


Pero esa sensación no duró mucho.


La puerta cedió fácilmente después de introducir la llave, y al abrirse, la madera produjo una especie de crujido. Bella que ya estaba acostumbrada a esto, cerró la puerta tras ella y se dirigió a la sala. Megan se encontraba sentada sobre un sillón, con la cara cubierta por sus blancas manos, las cuales temblaban levemente. Bella dio otro paso y Megan levantó la vista, sus manos cayeron en su regazo, y la mujer le ofreció una sonrisa muy poco convincente.


-Bella, que bueno que ya llegaste –dijo la mujer, un tanto nerviosa.


La joven se sentó a su lado, y como presentía que si le daba opción le mentiría, la miró directamente a los ojos antes de cuestionarla.


-¿Qué es lo que pasa?


Megan, quien conocía perfectamente la habilidad de su sobrina, no tuvo el tiempo suficiente para desviar la mirada, sus labios se abrieron y sólo la verdad escapó de ellos.


-Creo que alguien nos espía –soltó-, ayer en la noche escuché ruidos afuera de la casa, y me pareció ver algo… afuera.


-Pero mi madre me dijo que todo estaba bien –replicó Bella, algo desconcertada.


Megan negó con la cabeza.


-No le dije a Reneé, ya sabes cómo reaccionaría, me preocupa su salud, ya no puede soportar tantas angustias –respondió la mujer-. Además ella pensaría que lo mejor sería mudarnos, de nuevo… pero sabes tanto como yo que eso ya no es posible, esta casa es lo único que nos queda. ¿A dónde iríamos?


-Probablemente sólo fue el viento –dijo Bella intentando tranquilizar a Megan.


La mujer asintió, aferrándose a cualquier esperanza.


-Eso espero, porque si los vampiros ya saben que somos capaces de distinguirlos no tardarán en venir por nosotras –la voz de la mujer se volvió desesperada-. Si eso sucediera… ya no tendríamos salida. ¡Estamos atrapadas aquí!


Megan se volvió a cubrir la cara, y comenzó a sollozar silenciosamente. Bella la observó intentando consolarla, pero ni ella misma se sentía calmada. De pronto, una llameante sensación de culpabilidad quemó su pecho. ¿Y si ella había provocado todo? Tres vampiros ya habían descubierto su verdadera naturaleza. ¿Y si alguno de ellos la había seguido?


Sin poder soportarlo más, le dio las buenas noches a Megan y después subió al cuarto de su madre a ver cómo se encontraba. Afortunadamente estaba dormida, y no tuvo que entrar a fingir tranquilidad.


Llegó hasta su habitación y cerró la puerta, lentamente se dejó caer en la cama, esperando que el cansancio la consumiera y que en la mañana todo fuera el recuerdo de una horrible pesadilla.


El día siguiente estuvo tan atareado en la cafetería, que por un breve y feliz momento, Bella se olvidó de sus preocupaciones internas. El lugar, normalmente tranquilo, se había llenado de un murmullo constante, a causa de todas las personas que se encontraban ahí.


Ni ella ni Yadhira tenían un solo momento para sentarse, caminaban de un lado a otro con las bandejas llenas de café, pastel o algún otro postre.


-¡Nunca habíamos tenido tantos clientes! –exclamó la morena, debatiéndose entre la desesperación y la emoción.


Bella asintió con la cabeza, pues no tenía tiempo para una respuesta más larga, llevaba en las manos una bandeja con dos capuchinos y un moka, e intentaba llevarlos rápido a la mesa sin derramar ni una gota en su uniforme.


-¡Por fin! –exclamó una de las chicas que estaban sentadas en la mesa-. ¡Creí que nunca llegarían!


Las otras dos, mostraron su aprobación a las palabras de su amiga, lanzando resoplidos de exasperación, las tres fulminaron con la mirada a Bella.


-Lo siento –se disculpó ella-, pero tenemos demasiada gente hoy.


-Eso no justifica tu lentitud –replicó la que había hablado, se hizo el largo y rubio cabello hacia atrás con la mano.


Bella se mordió el labio para ahogar la contestación que tenía preparada para personas como ella, y se dio la vuelta.


-¡Espera! ¡Esto tiene azúcar y yo te lo pedí sin azúcar! –gritó la chica a sus espaldas-. No lo quiero, tráeme otro.


Los puños de Bella se cerraron con fuerza, no sabía si la actitud de la chica era lo que más le disgustada o la mentira que acababa de decirle. Se giró hacia y la observó con atención, tanto ella como sus amigas parecían muy divertidas, eso la hizo enojar aún más.


-No tiene azúcar –dijo, esforzándose por ser lo más educada posible.


-¿Perdón? –las rubias cejas de la chica se arquearon-. Yo lo probé, y si te digo que tiene azúcar es porque la tiene.


-Yo lo hice –replicó Bella-, y se perfectamente que no le puse.


-Pues te equivocaste, porque si tiene. ¿O acaso crees que soy una mentirosa?


-Sí


La rubia se levantó y tiró el café sobre la mesa, sus amigas la imitaron.


-Ya no quiero nada –dijo, señalo el café derramado y añadió con una risita:- Para que tengas algo que limpiar.


Bella las observó irse, tras la puerta de cristal, y las siguió con la mirada hasta que se perdieron entre la gente, reprimiendo un fuerte impulso por salir tras ellas y derramarles algo de café caliente encima de sus lindos cabellos.


Pero la ira desapareció en cuanto sus ojos captaron algo más afuera, la figura de un hombre pasó rápidamente, una silueta claramente brillante. Eso sólo significaba una cosa: vampiro.


Bella salió de la cafetería, y giró la cabeza en todas direcciones para ver a donde se había ido el vampiro, y lo vio, a lo lejos doblar una esquina, pero antes de desaparecer por completo, giró la cabeza y la miró directamente a los ojos. Con el corazón latiendo aceleradamente, volvió a entrar en la cafetería, su mente volvía a hervir con preguntas angustiantes. ¿Ese vampiro la estaba vigilando? ¿Habría descubierto donde vivía? Bella ahogó las enormes ganas que tenía de gritar y siguió trabajando.


Después de varias horas de preparar café, tanto Yadhira como Bella pudieron descansar, la gente ya se había marchado y faltaban pocos minutos para cerrar.


-Nos vemos mañana –se despidió de su amiga, estaba ansiosa por llegar a su casa y dormir.


Las calles, se volvían más solitarias y frías, mientras los minutos pasaban. Bella se cruzó de brazos para conservar algo de calor, pues el viento comenzaba a soplar sin piedad sobre su rostro.


El recuerdo del vampiro que había visto y las palabras desesperadas de Megan hicieron que la mente de Bella evocara ideas crueles. Estaban en peligro, y todo gracias a ella, pues habían descubierto su habilidad, tenía que hacer algo para protegerlas. La joven se detuvo, de pronto sintiendo que como si algo le quemara en el bolsillo del pantalón. Sacó un arrugado pedazo de papel con unos números escritos. Y tomó una decisión.


Perdería su libertad…


Marcó los números precipitadamente en su celular.


-¿Que has decidido? –le preguntó una voz.


Bella estaba demasiado asustada y nerviosa, cómo para preguntarle al vampiro cómo era que sabía quién era, así que simplemente se limitó a contestar.


-Acepto –


En el momento que esa palabra salió de sus labios, escuchó claramente unos pasos detrás de ella. Se giró lentamente sólo para comprobar que un vampiro estaba a unos pasos de ella, era el mismo que había visto afuera de la cafetería.


-¿Sabes lo que soy verdad? –preguntó, aunque no parecía esperar una respuesta-. Debe ser así, sino no me tendrías tanto miedo. Ahora sé porque me enviaron a matarte a ti y a tu familia.


Bella se quedó petrificada y el celular se le resbaló de los dedos, haciendo un sonido débil cuando chocó contra el suelo