Dark Chat

jueves, 3 de diciembre de 2009

Fotos de Rob en VANITY FAIR





















TE AMO AUN DESPUES DE LA MUERTE

Cap.4 ¿Pablo?

“¿Qué haces aquí?” – no quería seguir ilusionándome con esa idea completamente descabellada pero ¿Cómo no hacerlo? Era una completa sensación de Deja vu lo que estaba viviendo, esas mismas palabras me había dicho Edward en varias ocasiones al encontrarme en el pasado casi en la misma situación, con el detalle de que, en ese entonces, solo me había fracturado un tobillo; mi corazón y alma estaban completamente bien y radiaban en felicidad…



“Sabía que vendrías” - dije presionando mi rostro con su mano que aun posaba en él


“¿Hiciste todo esto para…?”


“Para verte de nuevo” – completé la frase


“¿por qué?” – entre mas miraba su rostro y mas escuchaba su voz, mas cerca estaba de creer en mi nada lógica hipótesis, me recordaba tanto a mi fallecido novio, era difícil de explicar, ni yo misma podía en ese momento decir exactamente que los hacia tan iguales y tan diferentes a la vez


“No se…” - admití – “solo quería verte”


“Tienes fiebre…” – no me había dado cuenta de eso, estaba tan concentrada en aquel rostro que me parecía milagroso, que bien podía estar ardiendo en llamas y no lo hubiera notado –“… te llevare a casa” – me levantó en sus brazos y al igual que antes me sostenía lo mas lejos que podía de su rostro.


Cuando llegamos, me sorprendió que entráramos por la puerta principal, por un momento pensé que brincaría para entrar por la ventana como lo había hecho días antes. Me depositó con cuidado sobre mi cama y su mirada se fijo por varios segundos sobre mí, poniéndome nerviosa


“Gracias” – dije en un susurro y con las mejillas encendidas. Tenía más de un año que la sangre no llegaba hasta mi rostro y la sensación se sentía bien


“Deberías cambiarte de ropa y tomar algo para que la fiebre baje” – mi agitación se descompaso cuando vi que ponía su mano sobre la manija de la puerta y la abría, él se giro y su mirada se torno calida, como si hubiera podido descifrar mi angustia en los latidos de mi corazón – “si no te molesta, estaré esperando en la sala”


“No…” - una leve sonrisa curvo sus labios, estaba segura que hacia eso para calmarme – “¿en realidad estarás ahí?” – necesitaba que me lo asegurara para estar tranquila, él asintió y algo en mí supo que no mentía


Cuando baje vi al chico sentado en la mesa con una taza de la cual salía vapor. Suspiré aliviada al ver que en realidad se había quedado


“Espero no te moleste que haya usado tu cocina… prepare un té” – esto me resultó extraño, ¿tenía justamente que acertar al preparar té, mi bebida preferida, habiendo tantas bebidas calientes posibles de hacer? Podía ser una gran coincidencia así que no saque el comentario


“No hay problema… gracias” – me senté frente a él. Era extraño y poco sensato el sentirme tan segura junto a un desconocido el cual de normal tenía poco – “¿no quieres?” – pregunté al ver que solo había servido una taza


“No. No me gusta el té” – ¡esa sonrisa! Mis ojos se ensancharon y casi se salían de orbita al verla… ¿me estaba volviendo acaso loca?


“¿Pasa algo?” – preguntó el chico volviendo a su expresión seria


“No me has dicho tu nombre…” - observé como se envaraba en la silla y apartaba su vista lo mas que podía de mis ojos


“Pablo…” - respondió tras unos segundos aun sin mirarme – “Pablo Cisneros” – no le creí. Esto estaba muy extraño, ¿Cómo podía alguien parecerse a otra persona de tal forma? Físicamente habían algunas diferencias, pero emocionalmente… emocionalmente no había ninguna. Esa forma de mirar, de hablar, de tensarse, hasta de mentir… conocí a Edward muy bien, todos esos gestos tan suyos me habían enganchado, gestos que nunca jamás había visto en otra persona, hasta que conocí a este chico. Decidí ponerlo a prueba, aunque, la idea seguía siendo descabellada y el desmentirme iba a suponer un dolor insoportable pero, ¿acaso no ya estaba muy bien acostumbrada a ese sentimiento? El dolor ya no me causaba tanto miedo…


“Pablo…” – dije arrastrando el nombre, espere unos segundos… - “¡oh!” – gemí


“¿Estas bien?!” - sonreí en mi fuero interno ya que se había tragado mi pésima actuación


“Me duele… me duele la herida” – continúe poniendo mi mano en la parte en donde me habían herido hacia días


“¿La herida?... ¿Aun no te sana?” - esa preocupación tan exagerada de Edward estaba presente en aquella voz. Una cosa mas y estaba a punto de descubrir la verdad


“Creo que se infecto ahora que estuve en el bosque…” – mentí. Rezando por que mi actuación fuera lo suficientemente convincente –“… En aquella gaveta” – dije señalando la alacena – “hay un caja de antibióticos ¿podrías…?”


“¿Antibióticos?!” – preguntó un poco exasperado – “Bella, eres alérgica a los antibióticos ¿recuerdas?...” – la actuación terminó en el momento que pronunció esas palabras, ahora no había duda. ERA ÉL. Él también se dio cuenta de que había cometido un error, ya que sus ojos mostraban una preocupación muy diferente a la que antes había, era una preocupación fusionada con tensión y miedo… como si ese error le fuera a costar muy caro


“Eres tu…” - dije en un susurro por que cuando la respuesta llego mas clara a mi mente la nublo… era él, no había duda pero ¿Cómo? ¿Por qué si estaba vivo me hizo creer lo contrario? Un nudo apretó fuertemente mi garganta – “Eres… eres Edward” – la expresión de mi compañero era un reflejo de la mía: con los labios ligeramente abiertos por el hecho de querer articular palabras que no salían; los ojos mas abiertos de lo normal con un brillo de perplejidad en ellos; con nuestros hombros moviéndose descompasadamente por lo irregular de nuestras respiraciones debido a la tensión


“No” – dijo tras un largo silencio y se levantó de la silla sacándome de mi trance


“Claro que si” – discutí poniéndome frente a él, obstruyéndole el camino para que no siguiera avanzando hacia la puerta – “no soy tonta… un año no ha sido suficiente para olvidarme de cada detalle tuyo…” - la voz se me quebró y la mandíbula me tembló por que ya no podía contener mi llanto ¿Por qué no quería decirme la verdad? ¿Acaso ya no quería estar a mi lado?


“No soy el que piensas, muchacha”


“Entonces… ¿me puedes explicar cómo sabes que soy alérgica a los analgésicos?” – tenía mis manos empuñadas temblando por el coraje y la impotencia


“Es algo que no te puedo decir…”


“¿Por qué?” – insistí mientras luchaba por no llorar


“Me tengo que ir… tu padre ya viene en camino, por favor, te lo pido de nuevo: no digas nada sobre esto” – dijo mientras una de sus manos se volvía a posar tiernamente sobre mi mejilla


“No te vayas” – ya no pude contener mis lagrimas. Ahora que sabia que en realidad era él, ya que de nada le servia negarlo, la idea de que se fuera se hacia mas que insoportable, se hacia mortal


“Tengo que…” - dijo en un susurro con voz dolida – “las cosas han cambiado Bella…” - comprendí que implícitamente se había dado por vencido y había aceptado la idea de que yo supiera quien era en realidad


“No…” – me lance a sus brazos ahogándome en llanto por las palabras que me había dicho


“Bella…” – su voz también sonaba cortada mientras me rodeaba con sus brazos, pero no levanté mi rostro de su pecho… en el cual no había sonido alguno… - “no hagas esto mas difícil…”


“Tu corazón…” - dije mientras ponía mi mano en el lado izquierdo de su pecho - … “no late…”


“Adiós Bella…” – susurró quitando mi mano de donde estaba


“¿¡Adiós!?” – exclamé “no… no ahora…” – las lagrimas caían como cascada sonando en el suelo, mi cara estaba inundada de ellas y me impedían ver su rostro con claridad… - “por favor Edward… te he extrañado mucho” – dije casi sin aliento. Su rostro estaba descompuesto en una mueca de dolor, sus ojos se veían vidriosos como si estuvieran bañados en lagrimas… pero nunca se derramo ninguna


“Bella...” – sus brazos envolvieron otra vez mi cuerpo y me depositó un tierno beso en mi cabello y suspiró como si hubiese encontrado una gran paz en ese momento. Yo igual me sentí de la misma forma… reconfortada. Completamente curada de cualquier herida que tuviera en mi alma. – “tengo que irme Bella…”


“Por favor…” – supliqué, aferrando mis manos a su espalda – “no te vayas… no me dejes otra vez”


“Charlie no puede verme y no es correcto que…” - puse un dedo en sus labios y clave mi mirada en sus dorados ojos


“Merezco una explicación…” - pasamos varios segundos con nuestras miradas entrelazadas, yo aguardando una respuesta, y él debatiéndose entre si aceptar o no… hasta que asintió levemente con su cabeza y después se desvaneció dejando su fresco perfume en la sala.


Cuando llego Charlie, que fue segundos mas tarde de que Edward se fuera, estaba ida, completamente ida, no sabia precisamente que sentir, no me hallaba a mí misma, en mi ser había una mezcla de todo tipo de emociones... Después de servirle la cena a mi padre y evadirlo con la excusa de tener mucha tarea, subí a mi recamara… sabia que él no llegaría en ese momento, y pensándolo bien, no sabia si llegaría esa noche… ¿Y si me había mentido? No. Edward nunca me mintió “hasta esta noche”, pensé…


¿Cuánto contraste habría entre este Edward y el Edward de hace un año? Le daba vueltas al asunto y no encontraba una explicación aceptable para la acción tan injusta que había cometido conmigo. Nada podía tener un por qué suficientemente fuerte para justificar todo el dolor que me había causado con su mentira…


Me senté en la cama justo del lado de la ventana, con el cuaderno que Edward me había regalado, lo abrí y empecé a ojearlo sin poner en realidad mucha atención, una hoja tras otra, hasta que una nívea mano se poso sobre ellas, levanté mi vista y ahí estaba él de nuevo.


“hola”