Dark Chat

sábado, 20 de agosto de 2011

Cuidando tu Corazón

Capitulo 4:

Asuntos Familiares

― ¿Bella?— pregunto levantándose en la oscuridad, me pare rápidamente del sillón en el cual llevaba más de dos horas sentada, meditaba sobre la situación que pasábamos.

― Aquí estoy— conteste tomando la mano que me buscaba frenéticamente— ¿Cómo estás?

― Mejor— acerqué mi mano hacia el buró y encendí la pequeña lámpara que había al lado de nuestra cama, Edward se acomodó sentándose y refregó sus ojos— ya no me duele nada, creo que por fin los calmantes dieron resultado.

― Genial— susurre con una sonrisa, pase mi mano por su sedoso cabello, Edward se giro para mirarme a los ojos pero con pesar descubrí que aun la pena rondaba por ellos había aprendido a leer tan bien sus expresiones y reacciones que sabía perfectamente lo que sucedía, el aún estaba afectado.

― ¿quieres seguir durmiendo?

― No, creo que ya fue suficiente, además hoy en la noche hay un coctel al cual debemos asistir

― Edward no creo…— intente replicar

― No Bella, lamento desobedecer las órdenes de mi "novia—enfermera" pero esta noche saldremos, no dejare que estos malditos dolores me afecten— en mis labios se formo una mueca de resignación, una de las cosas que jamás cambiaria es su persistencia, muy poco sacaría llevándole la contraria— además sonara burdo pero no sabes las ganas que tengo de tomar Martini

― ¿Martini?— pregunte con una pequeña sonrisa— me vas a matar algún día…— dije con tono fingido

― ¡vamos mujer!— tomo mi cintura y beso uno de mis hombros— vamos a la fiesta y demostremos lo poco que nos importa— mire sus ojos y parecía ser una confirmación mas para el que para mí, aunque intentara escondérmelo sabia que de alguna forma la actitud de Carlisle le dolía.

― Vamos, iremos pero con la condición de que si te sientes mal nos regresamos a la casa.

― Hecho— acepto dándome la mano, el solo roce de su piel provocó una corriente de energía— entonces iré a bañarme y cambiarme ropa ¿quieres venir conmigo?— pregunto enarcando una ceja con una sensual mirada

― Creo que esta vez pasare— le dije suspirando— si vamos creo que no saldremos de allí nunca, además iré a ver a Tanya la deje hace más de dos horas y no le dije que me quedaría contigo.

― Bueno, ve cariño— beso mi frente y se paro hacia el baño.

Cuando sentí el grifo abrirse Salí de la habitación, imaginarme a Edward bañándose hacia despertar toda clase de pensamientos eróticos en mi mente, no podía evitar imaginarme el roce de su piel o la suavidad de sus dedos recorriendo mi cuerpo, agite mi cabeza varias veces y cerré la puerta, el cuerpo de mi novio era nocivo para mi concentración. Camine por los pasillos de la enorme casa de Tanya, al doblar en una de las esquinas me la tope de frente

― Hola cariño— saludo efusivamente— ¿Cómo estuvo la siesta?— pregunto moviendo las cejas, me sonroje levemente al sentir hacia donde se iban sus pensamientos

― Bien perdóname por no avisarte que me quedaría con Edward

― No te preocupes, se que los novios necesitan tiempos para estar solos, cuando Math vuelve no salimos de mi habitación en días— agregó con una sonrisa— ¿irán al coctel de esta noche?

― Claro, aunque yo prefería quedarme aquí a cuidar a Edward pero insistió en ir.

― Bien me alegra saber que no ha cambiado su perseverancia pero dime ¿tienes que ponerte?— mi mente voló hacia mi maleta a lo mas traía unos tres vestidos y no eran precisamente para un coctel, no pensaba que tendríamos tantos eventos sociales en Londres

― La verdad tengo pero no son apropiados para coctel— comente con una mueca

― No importa, tengo miles de vestidos nuevos que jamás me pongo, no te hagas problemas por eso, acompáñame— me pidió y dirigió sus pasos hacia el tercer piso de la casa.

Cuando subimos nos paramo en una enorme sala de estar, Tanya se acerco a una de las puertas del fondo y se adentro en la habitación.

― Acércate Bella— grito desde el interior. Camine lentamente por el brillante piso, me pare en el marco de la puerta y no pude evitar la expresión que se formo en mi boca, un circulo se formo con mis labios

― Dios— susurre al ver tamaña habitación, era un closet más grande que el departamento en donde vivíamos.

― ¿lindo? Es ¡genial!, amo mi closet tanto como amo a mi novio— rio, camino entre medio de los estantes llenos de ropa y accesorios— mira aquí, tienes toda esta parte para ti, son vestidos que nunca me he puesto, son todos de esta temporada lo que ya no me va gustando lo dono a entidades benéficas así que no te preocupes porque no hay nada viejo aquí.

― Gracias— susurre aun atónita

― ¡vamos no seas tímida prima!— la palabra me hizo salir de mi timidez, una sonrisa se extendió por la boca de ambas

― Gracias por llamarme así

― Gracias ni que nada, eres mi prima estoy segura de que muy pronto serás la señora Cullen, puedo ver el futuro— movió sus dedos y lanzo una risa malvada, en mi mente pedía porque así fuera, convertirme en la esposa de Edward era algo a lo que difícilmente podría aspirar, mi cara se entristeció ante ese pensamiento

― ¿en qué piensas?— pregunto de repente— ¿cariño que pasa?

― Nada, solo pensaba en las diferencias entre Edward y yo

― Demonios, la regué. ¿diferencias? Creo que no hay muchas, a no ser que te refieras a la edad

― Edward solo me lleva siete años, el tiene treinta y dos y yo veinticinco.

― No es nada, yo soy Mayor que Math por dos años

― ¿Cuántos años tienes?

― Te lo diré solo porque eres mujer— se sentó en un sofá y susurró— tengo treinta

― Wow, no los aparentas, entonces tu novio tiene veintiocho.

― Si y déjame decirte que poco importa la edad

― No es por la edad que me puse así, Edward y yo venimos de dos mundos diferentes. Dos mundos que jamás se han mezclado y muy difícilmente pueda coexistir

― Entonces construiré un mundo para los dos— dijo la masculina voz de Edward a mis espaldas. Me gire rápidamente y estaba en el umbral de la puerta, traía su cabello goteando y una toalla en las manos. En sus ojos pude ver la veracidad de sus palabras, por un momento todo lo que temía desapareció de mi cabeza y corazón, ¿Qué había hecho para merecer a este hombre tan bueno?, a pesar de ser golpeado emocionalmente por su padre estaba aquí levantando este amor que es lo que nos une.

― buena respuesta— susurro Tanya a mis espaldas— iré a prepararme para el coctel, los veo más tarde, Bella escoge lo que quieras aquí hay de todo— camino hacia el lado de Edward y le sonrió ampliamente, cuando salió de la habitación cerró la puerta dejándome sola con el hombre que amaba

― hay muchas cosas que desconozco al parecer.

― ¿Por qué lo dices?

― No sabía que tenías esa clase de miedos, miedo a mi mundo que déjame decirte es el mismo que el tuyo.

― Pero los ambientes son diferentes, tu y yo vivimos en dos ambientes completamente distintos

― ¿importa?— preguntó enarcando una ceja

― Depende— susurré, mire a mis lados y el enorme closet de Tanya confirmaba una vez más que en mi mundo las chicas no tenían esta clase de ropa ni tampoco en cantidad

― Bella— se acerco a mí, pude sentir el calor que emanaba su piel ¿sería por el baño?— daría lo que fuera por saber lo que piensas, me tortura el no poder entrar en tu cabeza y saber lo que realmente estas pensando.

― Pienso en ti— levante mi mirada para posarla en sus hermosos ojos

― Eso es bueno, creo.

― Lo es, porque pienso que a pesar de todo lo que nos podría separar no estoy dispuesta a renunciar a tu amor Edward Cullen, juntos podríamos construir ese mundo para los dos

― Me gusta oírte hablar así, no quiero que vuelvas a pensar en eso.

― Está bien, perdóname— asentí con una sonrisa— ahora ¿Por qué no me ayudas a escoger un vestido?

― Claro que si— Edward me tendió la mano y me llevo hacia los aparadores que tenia Tanya al fondo, nos metimos entremedio del closet y llegamos hacia donde ella nos había indicado—bien, ¿Qué tenemos aquí?

Edward comenzó a mirar cada vestido que había en aquel lugar, sus dedos recorrían las telas al igual al mismo tiempo que sus ojos, saco varios de diferentes colores y texturas, al cabo de unos minutos tenia uno precioso en sus manos era de color azul. Sus ojos me miraron con un brillo travieso, con una sonrisa seductora en sus labios se acerco lentamente a mí, sentí su pesada respiración pero no fui capaz de prever lo que pensaba hacer.

― ¿Qué haces?— le pregunte con una sonrisa

― ¿no se nota?— respondió con otra interrogante— antes de ponértelo tienes que probártelo ¿no?— enarco una ceja acentuando aun mas su sonrisa, un rubor cubrió mis mejillas mientras quitaba con maestría mis ropas. Sus dedos acariciaron la orilla del brasier sonriendo ampliamente, el disfrutaba con esta situación en cambio yo me derretía por dentro solo de sentir el calor de su cuerpo cerca del mío. Su dedos acariciaron todo el contorno de mis senos, el suave recorrido llego hasta la base de ellos y avanzó lentamente por mi estomago hasta llegar a la orilla de mis bragas uno de los dedos de Edward sujeto la orilla de esta y me atrajo hacia su cuerpo.

― Edward estamos en un armario— susurre medio excitada y medio asustada, Tanya podría volver a entrar en cualquier momento

― ¿y qué? Lo hemos hecho en peores lugares mi amor, olvidas la cocina de tu casa— se acerco a mi boca y beso suavemente mis labios rozando su nariz por mi mejilla, mi cuerpo se volvió loco con la sola caricia, estaba parada en el medio del enorme armario de Tanya temblando y controlando los gemidos que amenazaban con salir.

― Edward el coctel— susurre presa del placer que comenzaba a relucir, la situación era completamente excitante.

― ¿Qué coctel?— pregunto respirando sobre mi piel, sus labios se dirigieron hacia el lóbulo de mi oreja, succionaron la carne que había y mordisquearon parte de mi cuello, mi espalda se arqueo dejándome aun más expuesta al ataque.

Las manos de Edward se adueñaron de mi cintura, las mías no se quedaron quietas y avivaron aun mas su incursión. Me apoderé de su cabello masajeando su cervical y parte de sus hombros, el calor de su piel traspasaba la fina tela de su camisa, sin poder evitar la necesidad de sentirlo desabotone aquella prenda y pase mis dedos a lo largo de la extensión de su pecho, se sentía tan bien. Edward termino de sacar toda la ropa que tenía demás y se adueño de mi cuerpo. Lo quería, necesitaba de sus caricias estuve esperando silenciosamente el estar con y el y ahora que estábamos aquí e incluso aunque estuviéramos en un armario no podía negarme, solo esperaba que la suerte nos favoreciera y Tanya no entrara en la habitación.

― Te deseo— susurro mientras nuestros cuerpos se rozaban, el movimiento era constante y enardecía cada vez mas mi cuerpo— te deseo aquí y ahora.

― Tómame entonces, porque yo te deseo de la misma forma— susurre, mi boca beso la piel desnuda que tenia frente a mí, era increíble lo erótico que podía ser la situación, la adrenalina comenzó a recorrer con más fuerza por mis venas y lo peor de todo es que no podía parar— no podremos parar— hice el hincapié mientras él me llevaba entre besos a un taburete.

― ¿y quién quiere parar?— me recostó con suavidad sobre el terciopelo del pequeño sillón, bajo de mi boca besando todo mi cuerpo, saco rápidamente las delicadas prendas que impedían la visión completa de mi cuerpo, la sola mirada de él provoco que mi mente se nublara y no pudiera pensar en nada más que en hacer el amor, los sentimientos hacia el cada vez eran más fuertes y poderosos, el amor y el deseo además de la pasión recorrían el mismo camino, juntos eran la combinación mas fuerte. Las frenéticas caricias y el ardor de sus besos me prepararon para la sagrada unión que compartiríamos

― Demonios— jadee con fuerza al sentir sus dedos rozar mi centro, mi espalda se arqueo sobre el terciopelo. Edward me miro con intensidad y placer resultado de mis reacciones, bajo delicadamente su dedo índice hacia mi cavidad denotando lo lista que estaba.

― Bella mi amor, creo que no podremos salir de aquí en un buen rato— comento con una sonrisa, por primera vez vi sus intenciones, su cabeza comenzó a bajar besando mi piel, el iba directamente hacia el centro de todo placer, él quería volverme loca.

― ¡no lo harás!— le dije poniéndome de pie, sus ojos se abrieron haciéndolos ver aun más encendidos por el deseo, Edward parecía confuso— creo que es momento de que los dos disfrutemos de ese placer— dije mientras tiraba de él.

Acerque a Edward hacia mi cuerpo, bese sus labios con pasión anticipando lo que vendría, sabía que era algo nuevo y quería probarlo con él, quería que sintiéramos ese enorme placer al unísono. Tome sus manos y lo gire, empuje suavemente su desnudo pecho para sentarlo en el taburete, los ojos expectantes del hombre que tenía en frente estaban atentos a todos mis movimientos, con una gracia de bailarina me acerque a su cuerpo y me puse a la altura de su erección, sus pantalones eran la solida cárcel que me separaba de ella. Mis manos trazaron caminos por sus muslos, sonidos de aceptación salían de la boca de mi novio al momento de llegar al cinturón, lentamente y acrecentando la espera saque cada botón y baje con precisión el cierre de sus pantalones, la paciencia no era una de las mejores virtudes de Edward

― ¡Demonios Bella! Estas torturándome— dijo al momento de sacar con brutalidad el pantalón de tela negro que llevaba puesto, cuando tiro de ellos saco también su bóxer del mismo color. Mis ojos se ensancharon una vez más al ver el tamaño y lo poderosa de su erección, simplemente magnifica pensé que orgullo.

― Siéntate— le pedí en un tono completamente sensual

― Bella— susurro intentando controlar el tono desesperado de su voz

― Espera y veras, te aseguro que ambos disfrutaremos al mismo tiempo— Edward cerro sus ojos imaginando lo que estaba por suceder.

― Maldición— susurro soltando un jadeo

Con mis manos empuje su cuerpo para recostarlo en el taburete, me senté ahorcadas sobre el dejando que nuestros sexos se rozaran pero no permitiéndole entrar en mi cuerpo, la humedad de mi centro y el vigor de su erección me volvían loca pero tenía que aguantar, no podía rendirme al placer sin antes jugar un poco con su tolerancia. Me incline hacia sus labios y mordisquee un poco la carne tibia, la lengua de Edward salió inmediatamente a ayudarme en mi labor, nuestros labios se juntaron haciendo que la excitación creciera mas, la lengua cálida y húmeda de Edward me hacia desear cada vez mas. Mis caderas pronto se comenzaron a rozar cada vez mas insinuantes, las manos de Edward llegaron a ellas aplastándolas contra su piel haciendo el roce enloquecedor, muy pronto gemidos de satisfacción salían de nuestras bocas, era tanto lo que un simple movimiento provocaba que no resistí el vals desquiciante, tome el control de mi cuerpo y fui en busca de lo que deseaba, placer en conjunto de la manera más sensual que podría ser.

― Bella— gimió Edward cuando detuve el movimiento, me pare del taburete dejándolo completamente excitado, su cuerpo estaba en llamas— no me tortures mas, por favor— pidió con mirada suplicante

― Tu quisiste hacerlo en el ropero, ahora debes aguantar, eso te pasa por ser un niño malo— reí bajito

― ¡maldita sea!— mordió su labio inferior. Imite el mismo gesto al ver la vulnerabilidad del hombre que tenía en frente, el, Edward Cullen, el hombre con el corazón mas frio que hubiera conocido jamás yacía frente a mi corrompido por el deseo, estaba loco por una de mis caricias y amaba tenerlo así.

― Ahora viene la mejor parte— dije caminando hacia la altura de su cabeza. Pase mis piernas por encima de él dejando mi centro justo donde quería, Edward soltó un jadeo de sorpresa y no se hizo esperar atrajo mis caderas con fuerza hacia su boca lamiendo y succionando con rapidez— ¡demonios!— gemí casi al borde del colapso, era un revés, la que quería dar placer era yo y ahora estaba siendo presa de mis propias armas, sin perder más tiempo me abalancé en contra de su erección metiéndola a mi boca y disfrutando de su palpitar.

Ahí estábamos, dos locos y apasionados dándonos placer en un enorme armario ¿Quién lo diría?, en eso Edward y yo nos parecíamos demasiado, poco nos importaba el mundo cuando el deseo se adueñaba de nosotros. Succione y lamí rápidamente enardecida por las caricias que él me estaba dando y las que yo le proporcionaba, mis caderas se movían al comas de sus lamidas, sus dedos se fundían en la carne de mi trasero y se apretaban cada vez que intentaba alejarme, era un castigo doble, estaba perdiendo la conciencia. Cerré mis ojos con fuerza cuando el orgasmo se sentía venir, mis caderas convulsionaron sobre su boca al igual que las de él con la mía, ahí estábamos sintiendo los estragos de un placer sin igual. Antes de culminar Edward se puso de pie y me recostó nuevamente en el taburete, lamí mis labios al sentir su sabor, se adentro en mi cuerpo sin misericordia haciéndome nuevamente arquear por el poder de sus embestidas, lo que siguió fue un movimiento sin control.

― Bella ¡Demonios!— comenzó a maldecir y a susurrar cosas que no podía escuchar, yo estaba inmersa en mi mundo, ese que solo existíamos los dos

― ¡Edward!— grite pegando mis caderas a las de él y convulsionando por el orgasmo

― ¡Ah!— ambos nos pegamos mas haciendo que el roce fuera desquiciante, explotamos al unisonó avivando el fuego que sentimos desde el principio. Nuestra piel estaba cubierta por una capa de sudor y los ojos de ambos se cerraban con fuerza por la intensidad de lo que había sucedido.

El cuerpo de mi novio colisiono sobre el mío, su piel ardía al igual que la mía, su respiración era frenética y el corazón parecía galopar echando carreras contra el mío. Estuvimos así unos cuantos minutos, solo intentando componernos después de aquel ferviente momento.

― Insisto…— dije con mi respiración agitada— algún día te prohibirán el sexo— Edward soltó una risotada y beso mi cabello, de mi boca solo se desprendió una sonrisa. Al pasar de los minutos comencé a sentir el peso de la conciencia Tanya podía entrar y descubrirnos así, no creía que fuera un enorme trauma para ella pero si sería una vergüenza para mí. Me pare con pereza e invite a mi novio para que siguiera mi acción, Edward me miro con malicia, sabía que quería seguir y yo también quería continuar pero no era el momento ni el lugar.

― Volveremos pronto— dijo mientras se colocaba su ropa

― Como tu digas, cariño— respondí con una enorme sonría.

Las horas pasaron rápidas en solo tres ya estábamos llegando al coctel, Tanya estaciono su camioneta en el hermoso hotel del centro de Londres, era gigantesco sus enormes puertas de color dorado nos invitaban a entrar. Edward me ayudo a bajar del auto y por primera vez en mi vida me sentí asechada. Estábamos en un coctel de la familia de Edward y la del novio pero nos vimos enfrentados a una camada de paparazzi que estaban apostados en la entrada.

― Ignóralos, no saben lo que hacen— dijo Tanya con diversión

― Trata de no mirarlos, si les das una mirada mañana nos comerán vivos en la casa— agrego Edward, mientras nos íbamos acercando los hombres y mujeres dispararon sus flashes y lanzaron preguntas.

― ¡Sr. Cullen! ¿rompió su compromiso con Sussan Chadwig? ¿es ella su nueva novia? ¿Cómo están las finanzas? ¿es verdad que dejara de ser presidente de Cullen Enterprise? ¿Aro Vulturi ocupara su cargo?— mientras más preguntas hacían Edward cada vez se ponía más tenso, cuando logramos entrar ayudados por la seguridad del hotel dimos un fuerte suspiro que sonó al unisonó.

― ¿se encontraron con los cazadores?— pregunto una alegre voz que provenía de algún lado, con mi vista busque el origen y el grácil cuerpo de Alice Cullen estaba parado en frente acompañada de un hombre.

― ¡Alice!— grito Tanya— ¿Cómo estas cariño?

― Bien ¡hasta que llega la novia!, están todos esperándote.

― Lo sé perdón, nos retrasamos— Edward y yo llegamos a donde estaban conversando, el me tenia afirmada de su mano, su tibio contacto me infundía la fuerza que necesitaba.

― Hola Bella— saludo con amable voz— ven quiero presentarte a mi marido— Alice me agarro de la otra mano y me llevo enfrente del hombre que estaba un poco mas allá, era rubio de ojos color cielo y tenía un porte envidiable, aunque Edward era más grande que el— Jazz ella es Isabella Swan, la novia de Edward, Bella él es Jasper Withlock mi marido.

― Es un placer conocerte— extendí mi mano con elegancia, él la tomo para besar el dorso.

― El placer es todo mío, créeme que eres una completa celebridad en la familia, ansiábamos conocerte— comento con una agradable sonrisa, mis mejillas se tornaron rosas, como siempre mi novio paso su brazo por mi cintura— al fin este cubo de hielo encontró su alma gemela.

― Unos años más y yo misma te hubiera declarado Gay— Tanya soltó una risotada que todos imitamos, Edward por el contrario frunció el ceño y apretó sus dedos contra mi cintura, no le causo gracia.

― Lo bueno es que los dos nos encontramos ¿cierto?— lo mire con dulzura la cual respondió— no sé qué sería de mi si él no existiera en mi vida.

― ¡wow! Que lindas palabras, me siento feliz de que se amen tanto— Jasper extendió aun mas su sonrisa— escogiste bien cuñado, espero que todo salga de maravilla para ustedes.

― Lo será Jazz , me encargare de que mi mundo con Bella sea perfecto— beso mi coronilla— bueno porque no vamos adentro creo que todos nos estarán esperando.

― Claro que si— asintió Alice— ¡Ah! Tanya adentro hay una sorpresa para ti— Alice extendió una sonrisa.

― ¿sorpresa?— pregunto la mujer confundida, de pronto su rostro se ilumino y sus ojos brillaron. Sin esperar más apuro sus pasos y entro casi corriendo al salón, Alice nos guiño un ojo para después caminar juntos hacia el salón.

Al momento de entrar la mayoría de las miradas se concentraron en nosotros. Apreté con suavidad los dedos de Edward e intente mantener la calma, yo era una persona bastante profesional tenía una paciencia y temple de cemento pero al sentirme tan observada creo que por primera vez me sentí completamente cohibida, como siempre pude ver diferentes expresiones, celos, envidia, agrado, curiosidad, ansia pero la que llamo mas mi atención fue la del hombre rubí que figuraba casi al fondo del enorme salón, su mirada era neutral por lo tanto la más peligrosa. Mientras íbamos caminando saludamos a diferentes personas, todos querían "conocerme" y saber quién demonios era yo. Llegamos al lugar en donde se encontraba Tanya y me sorprendí al ver con quien estaba.

― ¡Bella! Te presento a mi novio, Mathew Tompson— era un hombre altísimo de cabellos negros como la noche pero con unos ojos color miel que destellaban de su cara, el chico me miro gentil y saludo con el mismo gesto de Jasper.

― Es un placer conocerte Bella

― Lo mismo digo

― Bien guardado se lo tenía el novio, llegar así de repente— comento Alice

― Si, no quería hacerlo pero tenía tantos deseos de ver a Tanya que me vine del aeropuerto directamente hacia acá y no alcance a avisarle a nadie, perdóname mi amor.

― ¡disculpas aceptadas!— exclamo feliz, su rostro había cambiado si ya antes se le veía contenta ahora estaba radiante— poco me importan esas pequeñeces estoy taba feliz de verte Math.

― Y yo a ti cariño— el chico se acercó para besar dulcemente sus labios, gire mi cabeza y Edward me miraba con intensidad, sus dedos jugueteaban con mi vestido provocando una sonrisita.

― Bien entonces vamos a disfrutar, Bella tengo un montón de gente que quiero que conozcas— Alice me agarro del brazo y me arrastro hacia un montón de mujeres— Edward préstamela unos momentos enseguida te la devuelvo.

― No demores— le dijo mientras era conducida hacia otro lugar, sentí un poco de miedo al dejarlo solo, no por mi si no por el mismo Carlisle Cullen estaba en el lugar y tenía más que claro que intentaría molestarlo.

Cuando llegamos vi las mismas expresiones que antes, Alice me fue presentando a cada una de las mujeres, eran todas de la familia Cullen habían primas, tías, sobrinas, abuelas, chiquillas de todo. Mientras conocía a parte de la familia intente buscar a Edward con la mirada de pronto lo ubique conversando animadamente con Tanya y Math, creo que estaba un poco paranoica aunque Carlisle estuviera aquí no andaba cerca, intente también buscarlo con mis ojos pero no lo divise, dejaría de ser tan psicópata con respecto al tema y disfrutaría del momento.

― Y ella es la tía Ana, viene desde Alemania— señalo Alice a la última de las personas que tenía que saludar

― Hola mucho gusto

― ¡qué hermosa eres cariño!, mucho gusto— la mujer se acerco a mí y beso mis dos mejillas.

― Buenas noches— interrumpió una delicada pero intensa voz, todas nos giramos y el rostro de Esme Cullen apareció ante mis ojos.

― Buenas noches Sra. Cullen— salude con cortesía

― Hola mamá ¿Dónde estabas?

― Hablando con Clarise Vulturi— menciono la mujer, Vulturi era el apellido del malandra de Aro, la madre de Edward vestía preciosa, la tela de color verde igual a la de sus ojos los hacía resaltar mucho mas, ella tenía excesiva elegancia y al mismo tiempo confianza en sus atributos, una mujer con mucha clase.

― Necesito hablar con usted Srta. Swan— aclaro mientras se giraba para comenzar a caminar— sígame por favor— entrecerró sus ojos y se alejo.

― Bella…— dijo Alice

― No te preocupes, creo que es una conversación que debo tener, si Edward viene por mi dile fui al baño.

― Está bien— apretó suavemente mi brazo y sentí la confianza que intentaba infundirme.

Me aleje de las mujeres que había conocido, caminamos por entremedio de la gente quienes nos miraban atentos, el perfume de Esme Cullen segaba mis sentidos, era una fragancia exquisita que podría embelesar a cualquiera. Sus pasos se dirigieron hacia un corredor poco iluminado por un momento sentí un escalofrió y la anticipación de un desagradable momento, sabía que esta conversación no sería fácil pero no podía amedrentarme, ella tenía que conocerme si no jamás lograrían aceptarme en la vida de Edward. Respire unas cuantas veces y con desplante atravesé aquel corredor, la mujer que me guiaba ni siquiera se había girado a ver si la seguía ¿tan confiada estaba en que hablaría con ella? Al parecer sí. Terminamos el recorrido frente a un enorme ventanal, ella abrió el pestillo y salió al exterior, cuando se paro en la mitad del lugar se giro viéndome con una sigilosa mirada.

― Quiero pedirte disculpas por lo que sucedió hoy día, sé que mi marido se excedió en sus comentarios— la cautela de su voz hizo que mi cuerpo temblara.

― Creo que…— comencé a hablar pero su voz nuevamente se hizo presente.

― Pero no creas que lo digo por ti, debes de tener presente que yo no te conozco si pido disculpas es por el mal rato que paso mi hijo, Edward no se merece el trato que Carlisle le da.

― ¿entonces porque jamás ha hecho nada para terminar con esto?— pregunte con voz firme y molesta

― Tú no sabes nada, son asuntos familiares.

― Lamento informarle que esos asuntos ahora son una de mis incumbencia, el estar con Edward significa también estar pendiente de su bienestar, yo quiero lo mejor para el

― ¿de verdad?— pregunto con sarcasmo— ¿entonces porque no te alejas?— la sola frase me hizo darme cuenta con quien estaba tratando, Esme Cullen tampoco me quería en la vida de su hijo.

― Porque lo amo señora, no puedo negarlo en frente de nadie, Edward, su hijo, es una parte de mi alma y no se vivir sin ella, como dije hoy en la casa de Tanya la única forma que me alejare de él es si es el mismo Edward quien me lo pide.

― Eres necia muchacha, espero que tengas presente que Sussan, su ex prometida aun podría pelear por su amor— dijo con confianza.

― Que lo haga, yo no soy quien para obrar en las decisiones de Edward, el mismo tiene que decidir y si en el caso no fuera yo la escogida sabré retirarme sin causar el mayor ruido.

― A mí lo único que me importa es que mi hijo sea feliz

― A mí también señora, no le quepa duda— un momento de silencio se extendió entre nosotros, ninguna de las dos aflojaba la mirada, Esme estaba parada en frente de mi con sus brazos cruzados y esperando cualquier vacilación mía

― Yo no seré la que los separe, a diferencia de Carlisle creo en el buen criterio de Edward y sé que el escogerá bien, sea quien sea. Yo no abogare por su amor ni tampoco tratare de separarlos quiero que sepas que estaré en el medio como un fiel y emisor testigo, es lo único que puedo hacer por mi hijo, después del error que cometí en el pasado prefiero no inmiscuirme más en su vida.

― No objetare en su decisión pero también hay algo que quiero que sepa, Edward es un hombre maravilloso y si yo estuviera en su lugar no permitiría que a mi preciado hijo le hicieran eso, Edward no es el culpable de lo que paso con Níkolas el no tiene porque cargar con un accidente que no pasa más de eso, ser solo un accidente— la mujer estrecho su mirada y pude sentir el coraje y el dolor en sus ojos.

― No metas a Níkolas en esto, mi hijo está muerto y no tiene porque estar presente en esta conversación.

― Seamos realistas señora Cullen, si Níkolas no hubiera muerto o si hubiera pasado en un lugar lejano las cosas serian diferentes para Edward, su marido no habría tomado represalias contra él.

― Carlisle no…— comenzó a defenderlo

― No me interesa saber lo que sucede— la corte de inmediato— creo que esta vez tomare lo que usted dijo, son asuntos familiares pero si en un momento dado puedo hacerle mención de esto a su marido créame que lo hare, su familia, su fortuna y muchas de las cosas que suceden en este momento están así de bien gracias al hombre que está parado en ese salón, que no es precisamente su marido

― ¡muchacha insolente!— exclamo con furia en sus palabras.

― No me importa lo que piense de mí, creo que la opinión que tiene ya la ha tomado como algo verídico pero no piando permitir que Edward pase por esto, bastante tiene ya con Aro atormentándolo día a día.

― Eres una…— refrenó el insulto.

― Ya se lo dije y lo volveré a repetir, con tal de defender al hombre que amo no mido en consecuencias, Edward tiene todo mi apoyo y confianza y así seguirá siendo siempre. Yo no lo dejare solo, nunca.

Un silencio incomodo se formo en el ambiente, tenía tantas cosas por decirle había tanto amor que tenia para defender al hombre que amo pero debía controlarme, ciertamente Esme Cullen no era la persona con la cual debía enfrentarme e intentar hacerla cambiar de opinión.

― Si era todo lo que tenía que decirme me retiro, buenas noches— me despedí, gire sobre mis talones y comencé a caminar.

― Sigo pensando en que tienes una insolencia propia de una americana— hablo, me gire un poco y mire sus ojos, brillaban de una manera distinta— pero a pesar de todo he podido comprobar que el temple y la perspicacia son dignas de una gran mujer, no te conozco Isabella Swan pero creo saber porque te escogió mi hijo y déjame decirte que concuerdo con el— ¿Qué había pasado? Su expresión era completamente diferente, ¿me estaba adulando?— seguiré de cerca vuestra relación pero quiero que sepas que hasta que todo se esclarezca no me meteré no seré ayuda para nadie, ni para Carlisle ni para Edward, creo ser lo suficientemente madura como para tomar mi propio bando, aunque los lazos sanguíneos siempre pesan— una mueca parecida a una sonrisa apareció en sus labios carmesí, por un momento sentí alivio y una tenue sonrisa apareció en mis labios.

― Ojala siempre sea así Señora Cullen, ahora es cuando más Edward la necesita

― Esme…— dijo— dime solamente Esme.

― Bella— agregué— Buenas noches Esme

― Buenas noches… Bella—

Y así sin más deje la terraza, mi enfrentamiento con Esme Cullen había tenido un inesperado revés, por un momento pensé que tenía a otra enemiga en frente pero sus palabras me hicieron darme cuenta que ella solo sería el medio en todo esto, al parecer Carlisle Cullen se estaba quedando solo en contra de nosotros y eso era algo que me favorecía, prefería que mi lucha por ganar ese corazón fuera de uno a uno, aunque sabía que Carlisle sería casi imposible de doblegar.