Dark Chat

martes, 18 de enero de 2011

Mascara de Odio

Capitulo 23. Isabella Swan

Agosto, Septiembre, Octubre.

Parecía que después de que le había escrito aquella nota decisiva a Alice, el tiempo comenzó a correr más de prisa que lo normal, en un momento estaba empezando terapia con la Dra. Hale mientras le comunicaba que había tomado la decisión de irme, por otro recibía visitas periódicas de Alice y su novio y de quien luego mi mente trajo recuerdos, de Jacob.

El se mostraba más reservado que nadie pero cuando se lo pregunte me dijo, en un muy buen tono, que mi salud mejoraría bastante si comenzaba a recordar las cosas por mí misma.

También había comenzado a hacer un uso más frecuente de mi voz, parecía alguna especie de rehabilitación porque al final del mes podía hablar normalmente, aunque mi interior me decía que a quien no quería hablar era a él, a Edward.

Solo se me dificultaba el escribir porque las manos me dolían y mover los dedos también, el Dr. Brandon me dijo de que debido a la profundidad de las heridas que me había causado, algunos nervios y tejidos que habían sido reparados aun debían adaptarse a sus curaciones.

Así que en mis tiempos libres, aparte de ponerme a escribir, me dedicaba a excavar en mi memoria en busca de la información de la que él hablaba la cual encontré aproximadamente una semana antes de que me dieran salida del Hospital y fuera remitida a la clínica psiquiátrica Saint Thomas, era, según la Dra. Hale, la mejor clínica psiquiátrica y de reposo que había, me pregunte esporádicamente como haría mi seguro médico para cubrir una clínica como esa pero la Dra. Me dijo que no me preocupara, y al menos ahora, le iba a hacer caso, de nada servía preocuparme cuando podía usar mi tiempo para recordar.

También hacia terapia en las manos y en las piernas pero más que todo en las primeras por lo anteriormente mencionado.

Pero no era una sensación agradable darme cuenta de que Jacob había tenido trascendencia en mi vida a raíz de mi relación con Edward y mas saber que había sido la causa de al menos el treinta por ciento de todo lo que había acontecido después, sin embargo recordaba también que el había sido mi amigo y que no podía odiarlo por eso, jamás podría odiar a alguien que me hubiera dado su amistad.

Lo que nos llevaba a Edward, a él si podía odiarlo porque su amistad y su amor habían sido solo mentiras. Aun me anegaba en lágrimas con el recuerdo de ese suceso, todo lo que me había marcado, y todo lo que aun me faltaba por recorrer.

Desde el día del incidente con el matón no había vuelto a verlo, cada día que pasaba me venían a la cabeza más imágenes y hechos que había vivido con él inclusive la detestable sensación de que aun después de todo podía seguir amándolo sin importarme nada más.

Si, era vergonzoso de admitir, después de todo lo que había pasado, de lo que me había hecho y de la marca que me había dejado aun podía sentir amor por él, pero era algo definitivo que no íbamos a estar juntos nunca, principalmente porque no había amor de parte de él y segundo, porque si daba mi brazo a torcer me estaría mostrando incluso más débil que antes y eso no lo podría consentir. Tercero, por que tenia bastas razones para creer que Edward se había olvidado de mi desde que dije que no quería volver a verlo… ¡que tan rápido se había dado por vencido!, seguramente la culpa que debía sentir había sido eximida cuando supo que deseaba tenerlo lejos de mi. Pero vaya si comenzaba a extrañarlo. Me obligaba a no pensar en el, pero en algún momento siempre acudía a mi memoria, inevitablemente.

Recordaba también retazos de hechos relacionados con mis hijos, pero aun no podía esclarecerlos y esperaba que me sirviera de algo la ida a esa clínica para esa y muchas otras cosas más.

Trataba de pensar en eso más que en nada pero mi mente siempre me llevaba a ellos y estaba comenzando a desesperarme.

El día indicado llego, con la ayuda de Alice empaque las cosas que había ido recopilando a la largo de mi hospitalización, en una pañalera aparte empaque, con todo el cuidado que requería, la ropa que supuse que había comprado para los niños, aunque no me embargaba el entusiasmo que debería, lo cual me daba cierta idea de que era lo que había pasado, aun me negaba a aceptar algo malo a pesar de que todo mi ser así lo dictaba pero armándome de una fuerza que salía de no sabía dónde, seguí respirando y haciendo uso de mi memoria.

En el momento en que estaba sentada en mi cama doblando un babero minúsculo la puerta se abrió y entro la Dra. Hale, tenía una sonrisa tenue en los labios y parecía sonrojada.

- ¿como amaneció hoy?- me pregunto tomando la silla en donde habitualmente se sentaba Alice a leerme.

- no lo sé – dije secamente, no por incomodidad sino porque tenía una sed terrible que no se me pasaba con nada, pero sabía que era por los medicamentos que había tenido que ingerir para dormir, ya que había sido presa de un insomnio bastante anormal de un mes para acá. – creo que…con deseos de conocer lo que será mi hogar por un tiempo.

- me alegra que piense en el sitio de esa manera, de ningún modo queremos que se vaya a sentir presionada o intimidadada por internarse en un sitio que puede hacerle bien.

- eso espero- asentí cerrando la cremallera de la pañalera.

- ¿es la ropa de los niños? – pregunto ella mirando lo que hace unos segundos tenía en la mano.

Su pregunta me callo como un dardo en el alma, especialmente por el tono de comparecencia que parecía haber en el, ella también sabia pero no quería decírmelo. En ese segundo dude mil y una veces antes de poder abrir mi boca, pero la desesperación de la que fui presa y mencione antes pudo más que mi débil voluntad. Todos los instintos que poseía me decían que no debía tener esta conversación.

-¿puedo preguntarle algo? - le dije mirándola a los ojos, me devolvió la mirada con creces-

- adelante – asintió.

- como psiquiatra que es, ¿cree que es sano para la mente de un paciente mentirle para recuperar su salud? - ella se turbo un poco pero debía darle el crédito de que se recupero en menos de dos segundos.

- ya veo a donde quiere ir con su pregunta – la suspicacia mezclada con algo más tiñeron sus rasgos.

- es solo que la incertidumbre me está matando… y quiero saber con qué cuento para recuperarme. – explique intentando no sonar desesperada y fallando estrepitosamente.

-¿y qué hará si se lo digo? – me sondeo lentamente, me puse a pensar en mis posibilidades pero solo había una salida, morir cada día con mi dolor e irme a esa clínica a hallar el poco de paz que siempre añore.

- si se refiere a que algo me hará cambiar de opinión sobre ir a la clínica pierda cuidado, creo que nada podría evitar que fuera allá, aunque me enterara de que están muertos…-

Iba a seguir hablando pero fui consciente de cuanta verdad había en mi frase no acabada, y como mi memoria, que había jugado conmigo desde que fui consiente nuevamente, atraía a mi boca la verdad no mencionada.

Finalmente en medio segundo descubrí lo que en un mes fui incapaz de recordar, más que todo, incapaz de aceptar, lo que mi mente me había estado diciendo desde que recupere la conciencia.

Ellos se habían ido…para siempre.

El conocido golpe de dolor invadió cada célula de mi cuerpo.

Baje la mirada mientras las insoportables lagrimas inundaban mis ojos y mi mente continuaba haciéndose más clara.

Pero no solloce infernalmente como cualquiera en mi lugar habría hecho, no lo hice, por que recordaba ya haber pasado por esta emoción vacía e infame, ya había vivido el dolor de esa noticia de una manera trágica… ellos habían sido la razón de mi intento de suicidio, eso junto con Edward.

La soledad y el dolor que sentía al enterarme por fin eran algo con lo que ya me encontraba familiarizada.

Quería volver a llorar, quería hacerlo, pero parecía haberme quedado seca y fría, tomaba esta noticia con tanto estoicismo que me pregunte si yo sería la misma persona de entonces… si algo había cambiado en mi.

- lo siento mucho - murmuro la Dra. Hale conmovida con mi reacción – en la mayoría de casos negar los hechos hace más llevadera la situación cuando la verdad llega…y queríamos que fuera usted misma quien lo descubriera y se diera valor para continuar.

Quise pensar que estaba equivocada, casi lo creía, valor para continuar… quise reírme de su ingenuidad y de la mía…quise hacer tantas cosas, pero por unos momentos me había quedado en blanco…seca…fría…rota.

- ¿podría decirme que paso? – le pregunte esperando que su concepto medicinal no me hiciera tanto más daño.

- sufrió lo que se llama Ruptura Prematura de Membranas, lo cual provoco que el liquido en donde sus gemelos estaban flotando saliera de su cuerpo, antes del tiempo debido conduciéndola a una cesárea como procedimiento de urgencia… pero eran unos bebes muy pequeños así que las probabilidades de vida no eran muchas.

Así, tan técnico y a la vez tan exacto…

- ¿fue…mi culpa? - le dije en un hilo de voz mirándola nuevamente a los ojos, los míos debían estar rojos por las lagrimas contenidas y no lloradas.

- no señora,- afirmo ella con tal seguridad que no tuvo que repetírmelo dos veces - los casos no son comunes pero tampoco son extraños… en el 20 % de los embarazos suele presentarse y la mayoría de ellos con deceso del bebe.

Respire hondo, me sentía aliviada y al mismo tiempo sin fuerzas para seguir… solo tenia una frase en mi cabeza que empezaba a repetirse constantemente "tu estas destinada a una persona".

No recordaba habérsela escuchado a nadie y sin embargo permanecía dentro de mi cerebro haciéndome rechinar los dientes.

Mire hacia la pañalera que había estado alistando como si perteneciera a una extraña, con cuanto amor había esperado su nacimiento, con cuanto fervor había intentado negarme a mi misma lo que en el fondo siempre estuvo más claro que el agua.

La aparte de mi cama como si estuviera despidiéndome de un recuerdo amargo, pero no podía despedirlo, no, porque a pesar de todo el tiempo que pasara, a pesar de que existía la posibilidad de recuperarme siempre iba a tener este dolor en el alma y parecía no haber nada en el mundo capaz de hacerlo soportable o llevadero.

Volví a pensar en que cualquiera en mi situación actuaria diferente pero ya estaba llena de ciega resignación, ya había leído sobre esto, primero llegaba el golpe, luego la etapa de negación, en la que nos cerrábamos a todo menos a lo que nosotros mismos creíamos, ahora venia lo demás… aprender a vivir con ello.

Seque las únicas dos e involuntarias lagrimas que brotaron de mis ojos por que caí en cuenta que de nada me serviría llorar, ya lo que tenia perdido lo estaba para siempre y si quería seguir luchando tenía que armarme de valor, tal vez lo que paso con los bebes fuera culpa de Edward o mía, tal vez no, eso no importaba ya, lo único que quería era sentarme a divagar por un buen tiempo, sola.

¿Que mejor terapia que quedarme en una clínica de reposo?

- ¿puedo pedirle un favor? – mi voz, por unos momentos, volvió a escucharse como cuando desperté.

- por supuesto- dijo ella apoyando su mano en la mía.

- ¿podría pedirle a la ambulancia que me va a trasladar que me lleve primero a una floristería, y luego hacia donde mis bebes…- no podía pronunciar una palabra que fuera coherente así que solo se me ocurrió – reposan…?

- creo que podemos arreglarlo…-

Ella se quedo callada un momento, como si hubiera hecho un comentario imprudente, pero no quise ahondar, una vez viera a mis hijos iba a tener paz.

Alice entro después de unos minutos cuando la Dra. Se marcho, supuse que le había contado que ya sabía lo que había pasado con mis hijos y por eso no se venía tan entusiasta como antes. Solo se acerco a mí como dudando, yo temí desmoronarme nuevamente así que solo la deje que me abrazara y le devolví el abrazo sin fuerzas, porque así me sentía después del nuevo golpe.

Alice saco una foto del bolsillo de su bolso.

- estaba esperando que…te enteraras-

Así que ella lo sabia… no pude enfadarme con Alice por habérmelo ocultado. Después de todo sabia que ella lo había hecho por mi bien, recibí la foto de sus dedos mientras le daba la vuelta y veía una fotografía de una tumba.

Solo que, a diferencia de cualquier tumba que hubiera visto, esta se asemejaba más a la fuente de un hermoso jardín de algún edén. Estaba blanca y reluciente y tenía a dos ángeles tomados de la mano…

Hice un esfuerzo enorme por volver a tragarme las lagrimas cuando recordé que, transida y rota del dolor, cuando me entere de que habían muerto la primera vez, había hecho entre sollozos este pedido a Alice, invirtiendo en ellos todo lo que había ahorrado, para darle al sitio de su ultimo descanso lo mejor que ellos se merecían, un sitio donde ese par de ángeles pudieran acercarse a jugar… a saltar.

- Gracias Alice – dije apretando la foto contra mi pecho – seguiste mis indicaciones muy bien…no tengo palabras…

- Todas las semanas Ed.…es decir… se le cambian las flores para que permanezca así, y dos hermosas plantas de azucenas comenzaron a crecer alrededor.

Azucenas… las flores me sonaban de algo pero no podía recordar de que, aunque no importaba demasiado, el simbolismo de que creciera algo alrededor de la fuente me daba el suficiente consuelo de saber que, fuera donde estuvieran, se encontraban muy bien… tal vez mucho mejor que la vida que yo hubiera podido darles.

Horas más tarde, finalmente, había llegado mi turno de partir, la Dra. Hale me dijo que lo de la ambulancia había quedado arreglado así que pedí a Alice prestado algo de dinero y subimos a la ambulancia, ella en la silla y yo en una camilla.

Paramos en una de las tiendas de flores más colorida que jamás había visto. Mi mano se arrastro como si tuviera voluntad propia, hacia un ramo precioso de azucenas, que pensé que serian perfectas para completar el hermoso cuadro de los dos Ángeles de la lapida y lo que crecía a los bordes de esta.

Me trasladaron en una silla de ruedas aun dentro de la ambulancia aunque después de advirtieron que a la clínica debía llegar acostada y posiblemente sedada, no me opuse porque tal vez en la sedación podía encontrar descanso, no era que planeara volverme adicta a los medicamentos que podían sacarme de la realidad, solo quería olvidarme por unos días o unos años de todo lo que tenía a mi alrededor, cosas malas, buenas, no importaba.

A la ambulancia solo le fue permitido entrar al estacionamiento del cementerio, de ahí tuvieron que bajarme en la silla de ruedas, Alice venia a mi lado mientras uno de los enfermeros me llevaba por detrás, el ambiente olía a un sueño que tuve una vez, a muerte y a tierra, pero en medio de todo casi podía sentir los susurros de las muchas personas que nos rodeaban, las que no se encontraban en otra forma que de manera espiritual.

Alice nos condujo hacia el camino correcto.

En el momento en que llegamos se me oprimió el pecho con fría anticipación, pero luego al tenerlos frente a mí, solo pude dejarme llevar por la asombrosa mezcla de emociones entre las que se colaban la felicidad y la tristeza combinadas, al fin me encontraba con ellos fuera de mi vientre, y aunque era muy diferente al encuentro que una vez me había imaginado me producía la misma nostalgia y la mis desazón, había tal sensación de paz en el ambiente que no pude sino dejarme contagiar por ella.

No supe si tenía tiempo de espera o si ellos se impacientaron por mi demora, nadie me dijo nada y si por mi hubiera sido me hubiera plantado como esas matas al lado de esa lapida sin mayor dilación, pero algo, ellos quizá, sus espíritus me decían que todo estaba bien y que debía continuar adelante así no supiera que me deparaba el destino.

Otra vez.

Me puse de pie luego de estar todo el tiempo mirando la lapida sentada, Alice me ayudo a estabilizar mi pobre equilibrio y tuve que mirar un poco alrededor para orientarme, solo que cuando enfoque mi vista hacia la derecha, cerca de un monumento a lo que supuse que sería un personaje importante había parada una figura masculina, tenia gafas oscuras y estaba algo alejado por lo que no pude identificar bien quién era, aunque su pelo se me hacia conocido prefería no sacar conclusiones, pero me sentía intensamente observada por él, así estuviera a bastante distancia.

Preferí hacer caso omiso de mi incomodidad y me senté con la ayuda de Alice en la silla de ruedas, los dedos de ella tocaron las cicatrices que tenía en ambas muñecas y aun alejada de mi pude sentir como se estremeció, las mire. Era la primera vez que analizaba detenidamente mis cicatrices que se extendían hasta un cuarto de la mitad de mi brazo, eran dos líneas gruesas y blancas, pero no desagradables a la vista, aunque poco me importaba, no estaba en mi eso de exhibirme y no me iba a acobardar por unas simples cicatrices físicas cuando las que tenia por dentro estaban en riesgo de desangrar.

Alice me llevo supervisada por el enfermero hacia la ambulancia nuevamente, ninguno objetó cuando tuvieron que cargarme de vuelta a la camilla.

Uno de los enfermeros me dio un vaso con agua antes de acostarme, sabia raro pero no hice ningún comentario.

Mas adelante caí en cuenta de que debía ser el sedante, por que así debía ingresar a la clínica

Quince minutos después, o bien pudieron ser quince horas, la ambulancia se detuvo, mantuve mis ojos cerrados en todo momento aunque no habría tenido mucho que ver ya que todo lo que me rodeaba era equipo médico y Alice, y a ella ya la conocía demasiado bien.

Baje de la camilla sintiéndome tan adormecida que me pregunte si el lugar no tendria algo así como sedación en el aire, aun consiente podía respirar el aire que circundaba, el silencio roto solamente por el sonido de los pájaros cantando.

Escuche muchos buenas tardes, luego seguidos de adelante y finalmente cuando volví a abrir mis ojos, vi que aun acostada en la camilla estaba siendo conducida hacia mi nueva habitación.

Extendí mi mano en un gesto silencioso para que Alice la tomara y ella se adelanto a sujetarla a raíz de mi gesto.

-Tranquila, Bella, todo va a estar bien.

Sinceramente así lo esperaba, después de todo no era que hubiera tomado ninguna decisión enteramente correcta en toda mi vida.

Mire a mi alrededor, había mas enfermeros que en la ambulancia y todos parecían bastante preocupados porque me sintiera bien y cómoda, aunque me sorprendió cuando llegamos a mi habitación, grande, aireada y con una primorosa vista del jardín exterior.

-Señorita Swan, si es tan amable…-

Uno de los enfermeros se acerco a la camilla y me sujeto en sus brazos para llevarme, con todo el cuidado del mundo, hacia la espaciosa cama, la cual desprendía un ligero olor a madera y ropa de cama nueva.

- En unos momentos vendrá el personal de admisiones para hacerle su ingreso y posteriormente vendrá la coordinadora de la clínica para darle las indicaciones y normas de la institución.

- Muchas Gracias – respondió Alice por ella y por mí, cuando cerraron la puerta Alice miro todo alrededor como si no pudiera creer que existiera tanta comodidad.

-no pensé que este lugar…es decir… ¿crees que el seguro medico cubrirá algo como esto? – le pregunte desprendiéndome de los últimos retazos de la sedación.

Alice se quedo callada unos segundos, como si dudara en contestarme, luego hablo pero había tal inseguridad en su tono que me hizo plantearme seriamente la posibilidad de que me estuviera mintiendo.

- no te preocupes, ya hicieron todos los arreglos…-

-pero mi seguro medico…no creo que…- insistí con terquedad, pero ella me interrumpió.

-no te preocupes, Bella, todo estará bien.

Parecía querer convencerse y convencerme pero como antes, decidí no ahondar en el asunto.

Alguien toco la puerta en ese momento, Alice dio permiso para el paso.

Se trataba de una mujercita enjuta de y de cabellos rojos que tenía en su mano una tabla con lo que parecía ser un formulario.

- Buenas Tardes, me llamo Shelly Cope y necesito tomar todos sus datos para hacer su ingreso a la base de datos de la clínica.

Deje que Alice hablara por mí, a la señora Cope pareció no molestarle así que ella respondió todas sus preguntas y los datos míos.

Cuando salió Alice me sonrió y me dijo.

- Debo irme, Bella, pero vendré a verte en la noche antes de que se acabe el horario de visitas.

Asentí por que no me sentía con fuerzas para mayores entusiasmos, correspondí a su beso en la mejilla y ella salió.

Mire hacia el atardecer que se erigía hacia la noche en todo su esplendor, tampoco supe cuanto tiempo paso solo lleve mi mirada hacia la puerta por donde en ese momento entro la Dra. Hale.

- pero…- dije sin comprender porque suponía que ella estaría en el Hospital Estatal haciendo su consulta.

-, si…creo que olvide mencionárselo…- dijo ella permitiéndose sonrojarse por habérmelo ocultado - yo soy la coordinadora de esta clínica psiquiátrica. Reemplace a mi mama cuando falleció…

La Observe bastante sorprendida de que alguien tan joven tuviera un cargo que parecía ser tan importante e interesante, además ella no había mencionado nada en el Hospital Estatal.

- por regla recomiendo el sitio, pero está en cada paciente y familiares el escogerlo, aunque me alegra que haya venido aquí, se que se encontrara a gusto, o al menos lo espero.

- Gracias, Dra. Hale – dije mirándola.

Luego las preguntas comenzaron por parte de ella, me dijo antes de eso que iba a ser mi psiquiatra de cabecera y que las terapias iban a ser con ella y con alguien llamado Dra. Denali, que ambas iban a tomar mi caso y que en el momento en que yo lo decidiera podía retirarme de la clínica ya que había decido voluntariamente acudir allá.

– le pregunte en el momento en que estaba a punto de irse.

- por supuesto, creo que podemos arreglar algunas visitas programadas. – dijo sin darse la vuelta.

- Gracias. – musite

Cuando se marcho me puse de pie, precariamente claro, aun tenía que volver a acostumbrarme a usar mis pies.

En el momento en que salía Alice entro. Venia cargada con unas flores en las manos, las que puso en la cama rápidamente para acudir a ayudarme.

- ¿pero... que estás haciendo? – dijo cuando me acomodo en la cama nuevamente.

- evitando que me dé una cistitis – le conteste sonriendo levemente ella me devolvió la sonrisa. – ¿y esas flores? –

- son de parte de Jasper, dijo que las encontró fascinantes y que pensó en ti, para alegrarte el día, le pediré a una enfermera que nos consiga un florero.

- son muy hermosas, debes decirle a Jasper que se lo agradezco un montón- dije observando sus colores y matices como si pensara hacer un cuadro con ellas.

- no hay problema, también tengo algo…

Otra vez se daba el mismo incomodo silencio que había con la Dra. Hale, cuando ambas hablaban, al parecer sin pensar, sentía que algo muy grande volvía a estar siéndome ocultado y no era una sensación agradable, porque tenía el ligero presentimiento de que no me iba a gustar saber la verdad.

Ella saco de su bolso una bolsita pequeña de color rojo, parecía bastante fina.

- creo que te va a gustar – dijo acercándola a mí.

La mire sin comprender porque me daba un regalo, pero me miraba de una manera tan ansiosa que no tuve más remedio que abrir la bolsita y extraer la cajilla de tela que había en el interior.

-¿que es esto? - le pregunte señalándola

- es para ti…es un regalo…- su voz estaba teñida de mucha, mucha emoción.

- ¿de quién? - le pregunté sin comprender y sin abrir la caja.

-de… de mi, Bella por favor ábrelo. – rogo.

Así lo hice, bastante confundida, cuando vi lo que guardaba en el interior me quede muy sorprendida. Era una joya, una que a leguas se podía notar que era exquisita, se trataba de un rosario de oro, la cadena era delgada y cada gema, las que representaban los ave maría, era una perla también pequeña, una cruz dorada adornaba la punta del rosario y brillaba tenuemente con piedrecillas incrustadas en ellas asemejando la forma de un Cristo. Era una joya sencilla pero al mismo tiempo magnánima, no supe que decir excepto lo normal que esperaba en mí:

- Alice… no puedo aceptarlo...

- ay por favor – dijo ella cerrándome la mano en la cajilla – se que vas a rezar mucho en estos días, y me pareció un regalo perfecto para ti, te hará compañía y quizá, solo quizá me hará presente en tus pensamientos – la voz de ella sonaba, de alguna extraña manera, ensayada, como si hubiera oído esas palabras antes y las estuviera repitiendo, - es como un pequeño suvenir, algo con lo que alguien se hace presente…así no sea de manera real.

Asentí aun sin comprender su lógica tome el rosario entre mis dedos, de alguna manera se sentía cálido y reconfortante pero había algo en el que no me recordaba a Alice en absoluto... el dorado de la cadena entre las que estaban las perlas tenía un color casi cobrizo… y en vez de pensar en Alice, irremediablemente comencé a pensar en Edward…

Sacudí mi cabeza un poco y mis manos por voluntad propia aferraron la primera perla.

- iré a hablar con una de las enfermeras para que me consiga una cobija, si quieres que me quede…- dijo ella mirándome con los ojos acuosos y grandes (háganse una imagen de Alice con los ojos de Gato, el de Shrek)

- eso no necesitas preguntarlo - le dije lentamente.

En cuando salió me puse lentamente de pie, no debía hacerme dependiente a la entera ayuda de Alice si quería recuperar algo de mi normalidad, camine hacia la maleta y saque de allí una pijama que ella me había comprado, una de pantalón blanca y de osos azules y conejos grises, de premamá…

Me la puse encima despachando la anterior y fui al baño que la habitación tenía incorporado a lavarme los dientes. Cuando volví a salir de baño Alice aun no había vuelto, así que me quite las pantuflas, me recosté en la cómoda cama y mire hacia fuera dejando que la noche siguiera cayendo sobre la habitación oscura.

Mi mano viajo a la mesa de noche, allí mis dedos se cerraron sobre el rosario cálido, y sin más comencé a rezar uno tras otro los avemarías y padrenuestros mientras algo de la paz que buscaba se colaba por entre el silencio que me rodeaba. Mientras oraba comencé a llorar sin proponérmelo, porque aun sin terminar de abrir la puerta a mis pedidos, sabia por quienes y por qué iba a pedir…

Cuando la última avemaría salió por entre mis labios, susurrado, comencé a recitar en mi mente.

"Querido señor, sé que no he sido una hija ejemplar, y vaya que no lo he sido, pero aun así quiero pedirte algo, no dejes que mis pecados afecten a lo que más quise y quiero en el mundo así no estén aquí, no dejes que por mis culpas, temores y malas acciones, mis dos ángeles sucumban en el infierno que debí padecer, admite su entrada al cielo y dame un poco de serenidad, de calma para admitir cada error que he cometido, para poder comenzar a enmendarlos sin caer en el proceso, para comenzar a vivir la vida que nunca me he atrevido a conocer, sin la interferencia del dolor, del daño, de los hombres…de ese hombre. Ya que no morí, permiteme conocer un modo de existir diferente al otro. No me condenes, sabes que he sido condenada desde el momento en que nací, ayúdame a sobrevivir con este dolor que me está carcomiendo el alma, ayúdame a salir adelante, si por cosas del destino, tuyas o del mismo infierno no pude abandonar este mundo, ayúdame a que el hecho de quedarme signifique algo. Ayuda a Jasper y Alice, para que encuentren la felicidad uno en el amor del otro, ayuda a Jacob, para que también puedas ser feliz al lado de la mujer que escogió. Ayuda a todos los que me rodean. Ayuda a Edward…ayúdalo a encontrar su verdadero camino…no dejes… no dejes que sufra – mis pensamientos boquearon con dolor al mencionarlo a él en mis oraciones, pero como había dicho antes no podía guardarle rencor…sencillamente no podía, no estaba en mi naturaleza odiar, a pesar de que bien tenía motivos para hacerlo, debía ser ruda, fría y sin sentimientos, pero aun por el contrario, oraba por él, oraba por la salvación de nuestras almas, por la condena a la que ambos nos sometimos, el por traicionarme y hacerme lo que me hizo, y yo por caer en su juego y tratar de matarme, por eso debía ponerme la máscara de odio, porque tal vez así pudiera hacer esto mucho más soportable. – solo mantenlo alejado de mí, no soy nadie para pedir tu voluntad, pero no creo que pueda soportar mirarlo sin recordar todo lo que perdí por él, lo que siento por él. O por lo que haya sido, por la naturaleza, por el destino, por tu voluntad…Te respeto, y sé que siempre tienes algo planeado para tus hijos, si no debí morir por designio tuyo muéstrame solo una señal, una sola señal que me haga ver lo que está siendo planeado para mi…"

Me quede dormida con el rosario en mis manos, Alice aun no volvía y me sentía tan cansada que casi alucine cuando sentí pasos en el interior de la habitación.

Unos labios cálidos me besaron en la frente, pero no se trataba de Alice, era una esencia masculina que conocía demasiado bien, pero que debía ser producto de mi imaginación. Tenia que serlo.

No sabía si esa podía ser la señal. Pero de algo estaba segura, y me prometía a mi misma estarlo, cuando volviera a cruzar esas puertas de la clínica, viva o muerta, no volvería a ser la Isabella Swan de antes.

Así que esta nueva vida comenzó, al día siguiente con la ayuda de Alice me bañe me vestí y seguí ejercitando mis dedos, los pájaros hacían una esplendorosa serenata en mi ventana y ya que no sabía cuánto tiempo iba a estar ahí, le pedí a Alice que cuando saliera me trajera algo de comida para ellos. Me puse otra de los pijamas de premamá y recibí la primera visita de la otra psicóloga colega de la Dra. Hale.

-Buenos Dias…- dijo entrando en la habitación, me encogí un poco ya que si bien no era tan hermosa como la Dra. Hale, era con mucho muy bella, tenía el pelo rojizo y los ojos asombrosamente azules.

-Debo irme Bella, - dijo Alice besándome la frente – como le va- saludo alegremente a la Dra., como Alice sabia que las terapias era algo que debía pasar entre la Dra. y yo supo que era su momento de no estar.

En cuanto Alice cerró la puerta la mujer dio unos pasos hacia la cama, en donde me hallaba sentada escribiendo en mis piernas.

- me llamo Kate Denali, y seré la segunda al mando en su tratamiento.

Le sonreí para que entendiera que no debía tener reservas conmigo, y vi en ella a una potencial amiga, casi como a la Dra. Hale.

Ella comenzó con unos ejercicios de reposo mental, luego comenzó a trabajar con mi memoria haciéndome preguntas al azar y otras relacionadas con episodios de mi vida.

Cuando termino me sentía tan agotada que la cabeza comenzó a dolerme, nunca me había preciado de ser una quejica, pero parecía que estas eran las consecuencias de los actos prohibidos que cometí. Ella se despidió y partió.

Cuando salió me di cuenta de que no había algo parecido a un reloj en toda la habitación, luego me percate de que estar pendiente del tiempo no ayudaba a relajarse en absoluto.

Los días que prosiguieron a este fueron casi iguales solo que la terapia cambiaba constantemente y aunque me agotaba luego de un tiempo comencé a apreciarlas, y a sentirme bien…bien conmigo misma.

Como nunca había hecho.

Justo como había prometido visitaba la tumba de mis hijos cada semana, orando con el rosario de Alice sobre sus tumbas y llenándolos de más y más azucenas.

Salía a caminar todos los días por los alrededores de la clínica y alimentaba a los pájaros que parecían quererme más que a otros pacientes.

Ninguno congenio mucho conmigo, pero no era porque yo o ellos no quisieran, se debía a que las patologías de ellos diferían de la mía en un campo bastante abierto que incluía el ensimismamiento y las vidas en otros mundos paralelos que no eran compatibles con la realidad.

Aun así ayudaba a unos a pasear en sus sillas, particular cariño por un hombre que de alguna manera me recordaba a algo… estaba en silla de ruedas y una profunda cicatriz, de lo que parecía ser una operación impedía que creciera pelo en su cabeza dándola la extraña sensación de que estaba usando una diadema de color piel, su cabello se parecía al mío de muchas maneras y curiosamente se apellidaba Swan.

Indague a la Dra. Hale por él y me dijo que su familia venia a visitarlo constantemente, había tenido un muy serio accidente de tránsito con su esposa Renee después de que la hija de ambos, un bebe recién nacido, fuera robada de la clínica donde su madre la dio a luz. Su esposa había muerto y el había quedado invalido y con una contusión cerebral que tenía como secuelas alteraciones constantes de su estado de conciencia, también me dijo que se llamaba Charlie y tenía 44 años.

Así que sorprendentemente en este sitio hice mi amistad…Charlie me contaba muchas cosas de las cuales aun recordaba, pero en ocasiones dejaba de hablar y se perdía en ensoñaciones imaginarias a las que lo seguía por ayudarlo. Aunque me hacían reír bastante.

Gane peso, comía muy bien y cuando menos me di cuenta, en la última terapia de la Dra. Denali , la cual consistía en mirarme de cuerpo entero en un espejo y comenzar a enumerar en voz alta las cosas que me gustaban de mi, vi que había ganado curvas que no tenía antes, tenía el pecho ligeramente más redondeado, la cintura se me veía mucho mas angosta a causa de mis caderas las cuales estaban también mas redondeadas.

Me quede mirando mi imagen comparándola a como recordaba que me veía antes, era la primera vez que me miraba en un espejo sin sentirme mal…la única vez que me había mirado en un espejo y había disfrutado con ello había sido…el día siguiente a mi luna de miel.

Cuando la terapia acabo le pedí a la Dra. Denali que dejara el espejo en mi habitación. Cuando salió me dirigí al guardarropa quien estaba incorporado en el cuarto y saque al azar algo de la ropa que me había traído Alice.

La mayoría eran pijamas, aun así rebusque hasta que mis manos encontraron un vestido negro, al tocarlo inmediatamente recordé que era Emmerald quien me lo había dado y que lo había usado una vez, hacia ya mucho tiempo, cuando soñaba con tener una vida diferente.

Me lo puse y cierta satisfacción femenina comenzó a asaltarme cuando me mire al espejo, lo que me había hecho falta la primera vez que lo use ahora se veía compensado, me quedaba como un guante y mi vanidad, la que casi nunca salía a flote hizo de las suyas en todo su esplendor en ese momento.

En esas estaba, recordando cómo me veía con maquillaje encima cuando la puerta de la habitación se abrió lentamente… y cruzo por el umbral de la habitación la persona que nunca había esperando volver a ver.

Temblé al sentir su mirada sobre mí, un fiero impulso de salir corriendo, de esconderme en un sitio donde no me pudiera encontrar, asalto mi voluntad, pero me quede patéticamente quieta, en estado de shock, como si, malditamente, el aun gobernara mis emociones.

Estaba más atractivo que antes, aunque algo más delgado y con muchas ojeras…pero parecía, como siempre había creído, un príncipe salido de cuento…solo que los cuentos no podían relatar el calor que emanaba de sus ojos cuando deslizo la mirada lentamente por mi cuerpo, y luego ascendió para posarse sobre mis ojos, que a su vez lo contemplaban a él, quise usar mi mascara de odio en ese momento…quise hacerlo, pero la impasibilidad y muchos sentimientos más me gobernaron en ese momento.

Laxa, quieta, como una gelatina en la nevera…solo que el calor de su mirada podía derretir cualquier hielo, quise hacer de cuenta que conocía esa mirada, que sabia cuan cargada de mentira podía estar…pero ¿podían unos ojos mentir tan bien?

¿Qué hacia el ahí?

Edward Cullen

Agosto, Septiembre

Durante las siguientes horas me quede esperando a que la Dra. Hale terminara de hacer sus consultas, estuvo con Bella nuevamente una gran cantidad de tiempo luego salió de su habitación y me informo que ya podía pasar a verla.

Cuando entre al consultorio, me senté en la silla, ella me miro intensamente, como si estuviera evaluándome, me sentí incomodo pero preferí no decir nada, la mirada de esa mujer era muy intensa y por un segundo pude comprender la fascinación que tenía el Dr. Emmet por ella.

- ¿quería hablar conmigo? - dijo ella abriendo un cajón y sacando de él una computadora portátil.

-si…yo...- no sabía como abordarla, ni tampoco estaba seguro de hacerlo con ese tema en particular. – quería saber…que debía hacer, cual era la mejor forma de hablar a Bella sin…repercusiones.

La mirada de ella era compasiva, pero a la vez dura.

- ella necesita estar tranquila, para pensar, aceptar lo que le ha pasado y aprender a vivir con ello, creo que su presencia entorpecería bastante estos procesos.

Me sentí bastante descompuesto porque sabía que tenía mucha razón, después de todo, y aunque tal vez estuviera siendo egocentrista, yo era una de las causas por las que Bella había actuado como lo había hecho. Y suponía también que estaba esperando demasiado si quería que ella aceptara mis disculpas.

-no voy a mentirle señor Cullen, la situación de su esposa es bastante critica desde el punto de vista psicológico, cualquier cosa que pase alrededor de ella la puede alentar a hacer lo mismo que hizo antes, y dado que con lo anterior no tuvo éxito, puede confiar en mi si le digo que si ella decide atentar contra su propia vida nuevamente no podremos hacer nada para ayudarla.

El solo pensamiento de que Bella muriera hacia que mi cabeza comenzara a dar vueltas, era cierto que había tenido esa horrenda sensación los primeros días que estuvo en la UCI, pero estaba tan psicoceado acerca de que ella había vivido, que no tomaba en cuenta la nata fragilidad que la rodeaba y pensaba que ya iba a estar a salvo, por lo que decía la Dra. Hale, el hecho de que Bella pudiera intentar un suicidio acarrearía su muerte sin más preámbulos. Me sentía miserable al pensar que incluso verme podría ser el aliciente para desencadenar otra crisis como la que tuvo.

- Alice me dijo que ella… no sabe que los bebes murieron.

- tiene razón, aunque yo no diría que no es que no lo sepa, ella aun no lo ha aceptado, se encuentra en un lapso que comúnmente llamamos negación, ante noticias de tal magnitud solemos entrar primero en la etapa de negación intentando hacerlo más llevadero, pero en la superficie aun somos incapaces de aceptarlo.

- ¿y que pasara cuando se dé cuenta? –

- tendremos que tener cuidado cuando hablemos con ella, si ella lo descubre por sí sola el impacto va a ser menor que si se lo dijera alguien más.

Asentí pensando en cuando tiempo tendría que pasar antes de poder sentir a Bella enterrada en mis brazos, cuánto tiempo tendría que transcurrir antes de poder confesarle la verdad de mis sentimientos, y más aun cuanto tiempo tendría que pasar antes de que me creyera.

- su esposa tiene temple, aun cuando lo esconda tras esa barrera de fragilidad. Ella sabrá salir adelante. – dijo ella reclinándose un poco en su sillón.

- ¿qué me aconseja? – pedí tras un momento de silencio.

- paciencia…mucha paciencia y comprensión, no puede esperar que en medio de nada ella recupere los sentimientos hacia usted, o cualquier otra emoción distinta al dolor y la tristeza.

- eso lo entiendo – dije tercamente – quiero decir…- ahora me sentía como un mariquita confesándole mis sentimientos a una desconcordia, mis preocupaciones, pero no pude evitarlo, no tenía a nadie que me guiara y aunque esta mujer era una desconocida, podría pronostica que pasaría tiempo con Bella, tal vez ella pudiera ayudarme. – cree que algún día ella pueda… ¿perdonarme? –

El silencio que siguió me dio casi toda la respuesta que necesitaba.

- eso depende total y absolutamente de ella –

Estuvo en la punta de mi lengua pedirle que intercediera por mí, pero luego me percate de que, siendo una profesional, y siendo medico de Bella, no podría hacer algo como eso. Y de nada valía el dinero, aunque había prometido jugar sucio si era necesario, no podía hacerlo, al menos no por ese lado, no quería presionar a Bella, aunque así me diera una ventaja.

- ha tomado la decisión de internarse en la clínica psiquiátrica que me heredo mi madre.

La contemple en silencio pensando en que podría hacer Bella en un sitio semejante.

- ¿por qué? –

- porque yo se lo sugerí –

Eso no respondía mi pregunta, ¿acaso ella había enloquecido, o sentía que lo había hecho? ¿Podría haber llegado mi maldad a tanto?

- ¿hay algo en lo que pueda ayudarla?, lo que sea y ella no tiene por que enterarse.

Ella sonrió tenuemente.

- aunque quisiera atender a todos mis pacientes de manera gratuita debo velar por la subsistencia de la institución que fundó mi madre. la internación de su esposa no alcanza a ser cubierta por el seguro medico que posee.

- le pagare lo que sea, dígame usted a que banco se debe girar y la cantidad que requiera.

- por el momento veremos hasta que punto cubrirá su seguro medico, posteriormente le hare una inmediata notificación con los requerimientos.

- y cuáles son las condiciones del traslado.

Ella comenzó a explicarme que para preservar la salud de Bella y para prevenir cualquier tipo de eventualidad ella debía ser trasladada en un transporte ambulatorio medico, una ambulancia para mayores entendimientos, le dije que la pagaría y volví a ofrecerme para cualquier cosa que necesitara. Ella me dijo que más o menos en un mes, cuando la salud de Bella hubiera terminado de estabilizarse del todo tendríamos todo listo.

Los días pasaron, me parecían a mi tan lentos y faltos de vida, tan vacios y tan poco atractivos que me hacían preguntarme si no estaría yo también listo para irme a un psiquiátrico convencional.

Entre esos días visite la clínica de la Dra. Hale, allí un guía me mostro las instalaciones y me dije que si Bella buscaba un poco de descanso este sería el mejor lugar para proveérselo. Pague por adelantado la cuenta de ella en el Saint Thomas para que tuviera todas las comodidades y demás, esto no solo se lo debía sino que me correspondía hacerlo como su esposo, así ella pensara que yo había dejado de serlo hacía mucho tiempo, ahora mis días se dividían entre visitas regulares a mi empresa, cuyo último proyecto conjunto, por el que jugué con la vida de Bella, sarcásticamente iba viento en popa, abrí una cuenta personal a nombre de ella, siendo su esposo y por los malditos papeles que me había firmado, tenia patria potestad sobre cualquier bien material que ella tuviera, el dinero de este fue recaudado en la cuenta de ella, cada ganancia iba a parar allá y ella podría disponer de él en cuanto quisiera hacerlo.

En conjunto con James solventamos las ligeras deudas que tenia la empresa a raíz de mi ensimismamiento en el cuidado de Bella, luego aparte de contratarlo nuevamente como mi abogado James se convirtió en mi asistente personal y su hija Sheila en mi secretaria.

Ese mes que menciono la Dra. Hale llego después de lo que para mí, como decía antes, fue mucho tiempo, pedí a James que se hiciera cargo de todo y vigile de cerca los preparativos para la partida de Bella, para ello conté con la discreción de Alice, Jasper, Jacob y los doctores Hale y Brandon. Ninguno de ellos mencionaba mi nombre ante ella y aunque me dolía terriblemente no mencione nada, si esto era por el bien de la mujer que amaba no podían quejarme de nada.

Con la ayuda de James contratamos un servicio de ambulancia Premium cuyo modo era "lo que el paciente requiera"

Un día antes tuve una conversación con la Dra. Hale. Parecía compungida y temí lo peor, me acerque a preguntarle, obviando con mucha dificultad el impulso de ir a la habitación de Bella y ver como estaba, impulso que había obrado en mi desde que me diera cuenta de que cuando estaba dormida eran las únicas ocasiones en las que podía acercarme a ella,

- ha averiguado lo de los pequeños – dijo ella apretando los labios.

- maldita sea…- dije antes de poder contener mi lengua, me pase la mano por los cabellos empezando a preocuparme enormemente por Bella y casi corriendo a reunirme con ella sin importarme nada.

- lo está tomando bastante….con mucha resignación, creo que en el fondo y tal como muchos, lo sabía, solo que se negaba a aceptar la verdad.

-¿ha afectado esto su decisión? – pregunte

- eso es exactamente lo que se me ocurrió pensar, y créame, se lo pregunte, pero no debe preocuparse, ella piensa que alejarse de todo un poco la ayudara a sobreponerse.

Quería alejarse de todo, de mí principalmente, cada día la sentía más lejos a pesar de que trataba de hacer todo para acercarme, silenciosamente pero acercarme, ayudarla. Enterré las manos en la cara y comencé a meterme de lleno en una crisis de no sabía qué. Otra vez volvía con la odiosa sensación de estar atado de mano sin saber qué hacer. Nunca había pasado algo semejante.

- no puedo estar alejado de ella, usted lo sabe –

-créame, si no lo expresara usted tan profunda y abiertamente ya le hubiera dado un bofetón y le hubiera escupido en lacara.

Su lenguaje en esa oportunidad fue rudo, tal vez se tratara de una feminista aunque bien sabía yo que feminista o no me hubiera merecido eso y más.

Ella se despidió y se fue, luego Alice se apareció en mi campo de visión.

- saldrá en una hora, será mejor que no estés por acá para ese entonces.

Se la veía triste, parecía que había hablado con Bella, yo estaba muriendo por ir a ofrecerle consuelo pero sabía que podía lanzarlo a mi cara, y verla haciendo eso estaba mas allá de lo que podía soportar.

Así que mientras Alice se devolvía a la habitación para terminar de ver a Bella, yo baje por el ascensor hacia el parqueadero y me estacione dos autos mas allá de donde se encontraba la ambulancia que habíamos contratado.

Media hora mas adelante la ambulancia dejo el estacionamiento y se ubico en la parte frontal del hospital, la seguí a prudente distancia mientras mis ojos supervisaban la valiosa carga que ellos iban a trasladar.

En cuanto partieron mis nervios se pusieron de punta por cualquier cosa que pasara, parecía una mujer demasiado preocupada por su hijo, solo que no había nada de fraternal en la preocupación infernal que sentía hacia Bella. Aun a lo lejos pude ver su rostro delgado y con ojeras de cansancio y preocupación, su salud aun no estaba recuperada, pero ella había tomado la decisión, y aunque no estuviera totalmente de acuerdo, aun así debía apoyarla.

Conocía el camino hacia la clínica desde el hospital así que cuando la ambulancia se desvió un millón de razones `por las cuales podía haberlo hecho me asaltaron la precaria tranquilidad, no era suficiente consuelo que Alice fuera con ella cuando deseaba hacerlo yo, y cuando estuve a punto de enterrar el pie en el acelerador y obligarlos a detenerse, vi que se estacionaban al frente de una floristería que me hizo recordar la que había visitado la semana pasada para llevar flores a los niños.

Bella bajo de la ambulancia en una silla de ruedas, su aspecto cansado pareció atenuarse mas, contuve el impulso de saltar del auto e ir tras ella pero al parecer solo estaba seleccionando flores, cuando vi de lejos en su mano el ramo que había seleccionado, una emoción clandestina y agradable recorrió todo mi cuerpo y alma, recordaba bien esas flores ya que el día de nuestra boda, así en ese momento no me sintiera de la misma forma, ella había llevado un ramo similar, lleno de azucenas y hermosamente decorado. Tal vez ella no las seleccionara en particular, pero se habían convertido en las flores favoritas, las que ponía cada semana en la tumba de mis hijos, excusándome una y otra vez por todo lo sucedido.

Bella regreso a la ambulancia, las flores cerca de su rostro la hacían parecer un angele hermoso, enfermo, frágil, como una palomilla de la paz. Solo que aun a esa distancia podía ver que aun no había paz en esos ojos antes brillantes y ahora turbios. Yo era el causante, me sentía lo suficientemente culpable como para desear estar muerto, pero no etaba muerto, estaba vivo y aguantándome lo que me merecía…

En verdad esperaba que todas mis plegarias, la costumbre de visitar a la capilla lo cual hacia más seguido que nunca en mi vida, esperaba que todo hubiera sido escuchado, que ella encontrara la felicidad, conmigo a su lado o sin mí, ya nada de eso importaba, pero como había dicho antes, no me iba a dar por vencido tan fácilmente, podía ser que aun tuviera tiempo.

Subí a mi auto rápidamente cuando la ambulancia siguió su camino, continuaba desviándose del camino normal, y solamente cuando vi la familiar senda para llegar al cementerio me di cuenta a donde quería ir ella.

Y volví a sentirme como un pedazo de suela, yo debería estar ahí con ella, lamentando ambos la perdida que habíamos sufrido, peri al tiempo sintiéndonos felices de poder estar juntos, uno apoyando al otro y viceversa.

Dolía, cuando dolía.

Me hice bajo la estatua de un libertador antiguo en cuyo honor se había hecho el monumento, desde ahí podía contemplar la escena que más dolor me había causado alguna vez, aparte de verla a ella en el estado en que la encontré cuando la fui a buscar a su casa. Me puse unas gafas de sol sobre los ojos por si acaso.

A leguas pude ver sus lagrimas, su dolor, la resignación de la que la Dra. Hale había hablado, todo combinado en sus dedos rozando la fría piedra. Me preguntaba en esos momentos si ella encontraba que sus dedos deseaban acariciar la piel suave y lozana de los bebes, si ansiaba tenerlos en sus brazos como yo, si pensaba en mi en ese momento y solo podía recordar todo lo malo que le había dicho.

Era una indagación tonta, claro que hacia todo eso, ella los había tenido dentro de ella varios meses, había conocido de ellos un poco, yo no tuve la oportunidad así me sintiera más cercano a ellos cuando visitaba su tumba. Quería estar al lado de ella, quería que ella me consolara y quería consolarla a ella, quería apretarla entre mis brazos, besarla en el rostro y respirar en su boca, decirle cuanto lo sentía y cuanto la amaba, prometerle el cielo mil veces y cumplírselo cada día.

Paso hora y media antes de que Bella tuviera el suficiente valor para retirarse, había demorado casi exactamente el mismo tiempo que había hecho yo la primera vez que los visite.

En cuanto se puso de pie no tuve tiempo de esconderme detrás el ídolo y sus ojos conectaron con los míos de una manera profunda.

Casi podía apreciar la confusión en sus ojos, pareció no reconocerme pero aunque las distancias nos separaban, en ese momento, con esa mirada, me sentí más cerca de ella de lo que me había sentido desde el día en que hice la falsa conclusión sobre ella y Jacob.

"Adiós por ahora, mi amor" le dije con el pensamiento mientras ambos dejábamos de mirarnos, ella siguió hasta la silla de ruedas y una vez allí se devolvió a la ambulancia, yo camine hacia mi carro y lo encendí, al ser pequeño podía transitar por el cementerio sin problema, pero supuse que la ambulancia seria otra cosa.

En cuanto la subieron, esta vez se tuvo que recostar en la camilla, supe que estaba en buenas manos si algo malo le pasaba pero eso no evito que siguiera preocupándome.

Finalmente retomaron la carretera que conducía hacia la clínica.

Al llegar allí permanecí rezagado hasta que la ingresaron, solo en ese momento me permití bajar del auto y caminar por los alrededores antes de entrar. Cuando iba doblando una esquina, por donde supuse que habían conducido a Bella me encontré con la Dra. Hale.

- señor Cullen, es un gusto tenerlo acá, asumo que s su esposa acaba de llegar.

- así es - dije solemnemente.

- ¿tuvo algún inconveniente?

- fue a visitar a los niños –

-ah sí, ella menciono haber tomado esa decisión.

- no fue algo…muy alegre de ver…- dije aunque era más que obvio que ver a tus hijos enterrados era algo que iba mas allá de cualquier alegría o tristeza.

- ya verá que pronto estará bien, si ella pone de su parte la vida…va a ser mucho mas fácil para ella.

Pero no para mi, si permitía que Isabella se olvidara de mi estaba perdido para siempre, volvía a la dependencia de ella solo que esta vez alababa a esa dependencia, me ahogaba en ella y algunas veces me anticipaba a los hechos, cuando volviera a sentirla a mi lado, amándome como solía hacerlo y como yo la amaba ahora.

Me despedí de la Dra. Hale y salí hacia mi auto dispuesto a darme una vuelta por la casa a ver como estaba todo antes de volver y ver a Bella una última vez, ahora que iba a permanecer despierta más seguido me seria imposible seguir al lado de ella de la manera en que lo hacía antes.

Cuando iba camino a la casa detuve el auto de repente cuando vi lo que tenían en exhibición, especialmente mi mirada se perdio, de manera inexplicable, en un rosario perlado que estaba al frente.

El oro que lo rodeaba se parecía tanto al color de mi cabello que casi me sentí cursi, era el mismo tono que había heredado de mi madre, cobre, fino. La blancura y suavidad de las pequeñas perlas me recordaban a las lagrimas que Bella había derramado por su sufrimiento, supe que tenía que ser de ella, algo me decía que parte de la redención que Bella deseaba seria buscada en la oración, y porque quería que ella tuviera algo mío así no supiera que provenía de mi. Antes de que la dependienta me diera el precio o algo más le dije que me lo llevaba.

Me lo empaco a modo de regalo y pague la cantidad de la joya.

Alice me iba a ayudar a dárselo a ella.

Cuando llegue a la casa ya casi había oscurecido del todo, Victoria me recibió con una sonrisa tenue en los labios a la que respondí sin saber exactamente por que, luego me dijo que debía cenar antes de salir otra vez y no la contradije por lo que me ofreció, bien sabía que no tendría éxito. Vi el puesto vacio de James y pregunte si no había llamado.

- dijo que iba a cenar fuera con su hija.

Me había acostumbrado a la presencia de James en la mesa así que sin pensarlo realmente le pedí a Victoria que se sentara conmigo.

Ella permaneció reacia en un principio pero la convencí de que la echaría si no obedecía.

- siendo así – dijo con un tono ligeramente gélido. Trajo su plato de comida y lo puso en uno de los puestos de comida.

- ¿y por qué no te sientas aquí? – dije señalando la silla a mi izquierda-

- porque es el sitio de la señora – respondió ella rápidamente concentrando su atención en la comida, yo sonreí ante su sutileza y comí un poco alegando que me sentía un poco indispuesto.

Luego salí rumbo a la clínica, por la Dra. Hale sabía que no podía quedarme con ella, así que la visitaría una última vez. Y aprovecharía para dar a Alice el regalo para Bella.

Cuando estacione en la entrada de la clínica, precisamente me tope con Alice, llevaba en las manos un ramo de flores muy hermoso y llamativo.

- Buenas Noches Alice – dije mirándola a travez de las flores.

- ah Edward…lo siento…-

- ¿que es esto? – dije señalando las aromatizadas plantas.

-ah….es un ramo para Bella, para adornar la primorosa habitación que pagas para ella – cerro la boca de repente ante la imprudencia de su comentario – lo siento….- dijo después de un segundo

- desde que no mencione algo así frente a Bella todo está bien…creo que mencionarme la perturba – la sonrisa de Alice se apago.

- debes comprenderla –

- si lo hago….- dije pensativamente, luego recordé el regalo en mi bolsillo – ¿ya que vas de regalos con Bella podrías darle esto? –

Ella soltó uno de los lados del ramo cuyas flores oscilaron casi peligrosamente sobre su coronilla.

- ¿qué es? - pregunto mirando la cajilla que había seleccionado para él,

- Un regalo, de mi parte…no debes decirle de quien viene.

- no lo hare, pero no creo que Bella lo acepte…es bastante quisquillosa con que le regalen cosas.

Si, Alice tenía razón, Bella era la sencillez en pasta, sabía que era porque había tenido tan poco en su vida que no tenía nada que anhelar, no deseaba anhelar nada porque debía creer que no serviría de nada desearlo-

- Haz que lo acepte, es un regalo mío, quiero que ella lo tenga….creo que va a rezar mucho en estos días y esta joya podría hacerle la compañía que ella desea mientras lo hace….tal vez incluso, si tengo suerte piense en mi – las mejillas de Alice se sonrojaron primorosamente cuando dije esto. –

- estoy segura de que lo hace - comento en voz baja.

- peor no como yo quisiera….no piensa en mí con amor….piensa en mí como la sabandija que arruino su vida.

- te repito que no puedes culparla.

- no lo hago, solo me auto castigo como un maldito mártir, aunque no sirva tecnicamente de nada… quiero hacerme presente con Bella, así sea con esto.- señale la caja. – entrégaselo por favor.

- Así lo hare, descuida Edward –

- Gracias, pasare a hablar un momento con la Dra. Hale.

Alice siguió su camino, pero yo no iba a hablar con la Dra., yo quería espera a que Bella estuviera dormida para despedirme de ella.

Estuve vagando por la clínica hasta que se hizo entrada la noche, era aun temprano pero supuse que era tarde para un sitio en donde los pacientes acostumbraban a dormir a las nueve de la noche.

Después de una o dos vueltas más me dirigí hacia la que la Dra. Hale me dijo que sería la habitación de Bella, bajo mis ordenes había quedado acordado que sería la más amplia, en donde ella tuviera libertad de movimiento y no se sintiera atrapada. La Dra. Hale había seguido mis indicaciones al pie de la letra, le pedí que no dijera nada de esto a Bella y ella estivo de acuerdo.

Esperaba que ella ya se hubiera dormido y cuando cruce el umbral confirme mi sospecha. Estaba arropada hasta la mitad y en su mano derecha, aun dormida, apretaba el rosario que había comprado para ella unas horas antes, aun con esos pocos hechos me sentí muy tranquilo y extrañamente feliz, gracias a Alice ahora Bella tenía algo mío, aunque técnicamente no supiera que provenía de mí, eso no importaba, si yo lo sabía era suficiente, no mucho pero lo era.

Me acerque con sigilo hacia la cama, admirando el envés de su rostro sumido en el sueño, quería besarla, moría por hacerlo, pero corría el riesgo de despertar así que en lugar de plantar en su boca el beso que anhelaba, cargado de toda la pasión que había guardado por ella y para ella, deposite un suave beso en la frente percibiendo el aroma jamás olvidado que desprendía su tersa piel, ahora combinado con el de las azucenas…

"Gracias, Dios Mío"- pude decir en mi mente, finalmente y solo gracias a él Bella estaba viva y si él lo permitía estaría recuperada en poco tiempo.

No sabía cuando mas debía esperar