Dark Chat

martes, 2 de marzo de 2010

A Walk to Remember

Capítulo 5: Encuentro


Bien.


Ya se encontraba frente a aquella casa y no se atrevía a presionar el timbre. ¿Qué esperaba entonces? No iba a entrar al centro del infierno, no había ningún peligro, entonces ¿Por qué sus manos temblaban?


Con un valiente suspiro, su dedo presionó el pequeño aparato. Un repiqueteo se levantó por el viento, llegando a los oídos de Bella, quien se encontraba en la cocina, preparando la merienda.


"Seguramente es Cullen" – musitó, mientras se limpiaba las manos y se disponía a caminar hacia la puerta para recibir a su tan inusual visita


Su padre, el reverendo Charlie, se plantó frente a ella


"Bella, no me gusta que tengas amistad con ese muchacho"


"No es mi amigo" – aclaró, con voz amable – "Solamente me ha pedido ayuda para practicar la obra. Además, ¿No habíamos quedado en que yo decidiría en qué emplearía mi tiempo y mi vida?"


Charlie asintió, resignándose ante la idea y dejando el camino libre a su hija. Bella llegó hasta la puerta y, al abrirla, ahí estaba él, tan engreídamente hermoso. Lo contempló por un momento ¿Cómo podían aquel par de verdes pupilas ser tan atractivas si estaban bañadas en apatía y egocentrismo?


"Hola" – saludó Edward, disimulando demasiado bien lo nervioso que se encontraba de estar casi dentro de aquella casa


"Hola" – respondió Bella, aún demasiado atontada y concentrándose fervientemente por encontrar coherencia en sus pensamientos


"¿Piensas dejarme parado aquí, afuera, toda la tarde?"


"No" – reaccionó ésta – "Adelante, pasa"


El chico entró y trató de no viajar su mirada alrededor. Era la primera vez que entraba a la casa de Bella pero debería de haber supuesto, desde un principio, que no se encontraría con algo mejor que aquella sencilla fachada.


"El libreto esta en mi recamara, subiré por él" – anunció la muchacha – "En seguida vuelvo. Siéntete como en tu casa"


"Gracias" – asintió Edward y Bella desapareció por las escaleras y él aprovechó para mirar mejor a su alrededor.


¿Podría alguien, aparte de Isabella Swan, considerar esto como una casa? Se preguntó mentalmente al ver el lugar con más detenimiento. Se paseó hasta llegar a un pequeño mueble, en donde reposaban varias fotografías. Distinguió, a la perfección, que eran de Bella. Los años no habían borrado de su memoria el aspecto que había tenido de pequeña…


Se quedó perdido en la figura que mostraba el sonriente y amable rostro infantil… una sonrisa se le dibujó, sin que él lo pudiese evitar y…


"Señor Cullen" – aquella gruesa voz le hizo saltar de un momento a otro.


"Reverendo Charlie, buenas tardes" – saludó, aún agitado por el susto que había recibido por parte del señor


"Buenas tardes, señor Cullen. Supe que adquirió el papel protagónico de la obra. Felicidades"


"Oh, gracias… gracias, por permitirme venir a su casa" – balbuceó, aún sin recobrarse de la impresión


"No mal interprete, señor Cullen, la idea no es de mi agrado, así que no me agradezca" – aclaró - "Todo se debe a una actividad escolar, nada más"


Edward asintió, al mismo tiempo que tragaba saliva de manera ruidosa… ¿Qué le había cruzado por la cabeza al tomar en cuenta el consejo de Emmett?


Nunca antes agradeció tanto el tener a Bella a su lado.


"¿Listo?" – preguntó la muchacha y, aún demasiado impactado por la mirada asesina del reverendo, asintió.


Bella lo guió hacia el jardín, el cual era más reconfortante que el interior, y ofreció a Edward la relajación que necesitaba. Ambos adolescentes tomaron asiento, frente a frente


"Y bien… ¿Cuál es el problema?"


"No me logró aprender las líneas"


"¿Ninguna?"


"Ninguna" – afirmó él, bajando la mirada. Se sentía avergonzado…


"Bien" – suspiró Bella – "entonces, tenemos mucho trabajo. Abre tu libreto, comenzaremos con el principio"


Edward obedeció y comenzaron a leer los libretos juntos. Sorprendentemente, debía admitir que la idea de Emmett había sido buena. La tranquilidad y paciencia de Bella le ayudaron demasiado, tanto, que aprendió en una sola hora, todas las líneas del inicio. Y, lo más extraño de todo, era que se sentía cómodo a su lado…


"¿Cómo le haces?" – preguntó, de repente, sin poderse contener


"¿Hacer qué?" – inquirió Bella, levantando la mirada del libreto


"No te has burlado de mi deficiencia mental"


"No tengo por qué" – contestó ella – "Me has pedido ayuda, no una burla"


El muchacho le miró a los ojos… Jamás antes había visto tanta sinceridad y transparencia en una persona… Desvió su mirada antes de pensar algo más.


"Eres extraña" – murmuró, ya con la atención puesta en el libreto y escuchó como Bella emitía una pequeña risita – "Supongo que tampoco te importa"


"Supones bien" –


"Me alegro que no haya besos en esta obra"


"De haberlos habido, te hubieras negado rotundamente"


"Por supuesto…" – aseguró, mientras hojeaba el libreto hasta las últimas páginas – "Al final, me termino enamorando de ti" – recordó y, aunque se había prometido no volver a mirarle a los ojos, no pudo evitarlo.


"Solo en la obra" – aclaró Bella


"Solo en la obra" – acordó él, otra vez sonriendo ante lo absurdo de la situación.


¿En realidad creía Bella que él podría enamorarse de ella?


"Bella, ya está oscureciendo. Creo que el señor Cullen debería irse ya" – dijo Charlie, desde una de las ventanas


Edward respingó en el momento en que miró hacia el cielo grisáceo ¿En qué momento había caído el anochecer? Se puso de pie, de manera rápida y Bella le imitó, al instante.


"Gracias por la ayuda" – dijo y la muchacha se sorprendió de no ver, por primera vez, ningún tipo de soberbia en su mirada


"Si, cuando gustes" –


Esa era la respuesta que Edward estaba esperando


"¿Mañana?" – propuso, con más esperanza de la que estaba dispuesto a demostrar


"Si" – contestó Bella – "Mañana"


"Entonces… hasta mañana" – finalizó Edward, a quién le tomó más de dos segundos el dar media vuelta para irse.


Al día siguiente, Edward se encontró completamente puntual llamado a la casa de Bella y ésta lo recibió de manera amable. Los días comenzaron a transcurrir y no había tarde alguna en la que el muchacho no estuviera en el pequeño jardín de aquella casita que, de un momento a otro, ya no le parecía tan desagradable.


"¡Ey, Edward!" – llamó Mike, desde varios metros atrás por la escuela


"Hola, Mike" – saludó con la mano éste


"Lauren ha organizado una fiesta para hoy en la tarde, vamos"


"No, no creo que sea posible" – contestó


"¿Por qué no? La última semana te las has pasado lejos de nosotros, hoy es viernes ¡Hay que divertirnos!"


"Lo sé, pero, créeme, no puedo…"


"¿Alguna salida con una chica?" – persuadió Mike y Edward respingó


No era precisamente una cita, pero tenía la esperanza de poder ir a casa de Bella a ensayar… Era necesario, la obra ya estaba a la vuelta de la esquina… Aunque debía admitir que el libreto ya estaba casi del todo aprendido y bien había tiempo para ir a la dichosa fiesta…


No, la obra, no podía confiarse…


"No. Mi madre me ha pedido de favor que la acompañe a hacer unas compras a Seattle" – mintió puesto que nadie, a excepción de Emmett, sabía de su acercamiento con Bella.


Nadie se tenía que enterar, no quería ni imaginar todo el alboroto que se levantaría de ser así.


"Estas muy extraño, amigo" – señaló Mike – "¿Estas seguro que todo anda bien?"


"Si" – se apresuró a contestar, tal vez exagerando despreocupación – "Perfecto. Todo esta perfecto"


"Si cambias de opinión, ya sabes que te estaremos esperando en casa de Lauren" – recordó Mike, antes de irse.


Edward suspiró profundamente para tranquilizarse, debía de ser más cauteloso si no quería ser descubierto. A la hora de salida, Edward estaba oculto entre uno de los casilleros, esperando a que Bella pasara por ahí. Fue fácil reconocer cuando ella se acercaba, solamente ella caminaba de esa forma tan pasiva y casi inaudible. La muchacha casi gritó cuando sintió como una repentina fuerza le jalaba.


"Shhh" – indicó Edward, tapándole la boca. Bella se calmó


"Edward, ¿Por qué haces esto?" – reprochó, frunciéndole el ceño y viendo como su compañero reía ante su gesto


"Lo siento, me encanta sorprender a las chicas" –


Bella desvió la mirada de aquel par de ojos que, día tras día, le desconcentraban más


"Lo que quieres es matarlas o, en su defecto, matarme" – replicó – "Dime qué es lo que quieres, Cullen, dudo mucho que me tengas así de aprisionada solamente para saludarme" – indicó y fue, hasta entonces, que Edward se percató de que su cuerpo se encontraba casi completamente pegado a la otra delicada figura.


Dio un paso hacia atrás de manera automática


"Lo siento" – murmuró – "Quería saber si estarás libre hoy en la tarde, ya sabes, para ir a ensayar"


"¿Hoy, en la tarde?" – preguntó Bella, con voz preocupada


"¿Pasa algo? ¿No puedes?"


"La verdad es que no" – contestó – "Lo siento, pensé que, como siempre, te irías a una de esas fiestas e hice planes que no tienen nada que ver con la obra"


"Ah… no te preocupes. Ya será el lunes" – solucionó


"Esta bien, entonces, nos vemos el lunes" – se despidió Bella


Edward se dirigió hacia su carro y manejó hacia su casa, preguntándose por que se sentía tan desilusionado.


¿Qué planes tendrá Bella?


"No debería de importarme" – se auto contestó, murmurando y apretando sus manos hacia el volante.


Tras pensarlo varias veces, al ver ya entrada la noche y no encontrar nada más interesante que hacer, Edward decidió tomar su carro e ir a la fiesta que Mike le había contado. Manejaba, rebasando los límites de la velocidad indicados, cuando distinguió, a lo lejos, una menuda figurilla que muy familiar le parecía. Frenó el carro y agudizó la mirada, no había duda, era ella pero… ¿Qué hacía Bella entrando a un cementerio?


Se bajó del carro con la pregunta habitando en su cabeza y corrió – lo mejor posible que su lesionada pierna le permitía – para poder alcanzarla.


"¡Ey!" – gritó y Bella giró rápidamente su cuerpo para descubrir de quién se trataba – se negaba a creer que fuera él.


Sin embargo, así era. Ignoró el enloquecido palpitar que su corazón comenzó a proferir y esperó a que fuera Edward quien hablara primero.


Por su parte, el muchacho se había quedado completamente inmóvil… ¿Qué hacía él ahí? ¿Por qué la había seguido? ¿Qué debía de importarle lo que hiciera o dejara de hacer aquella muchachita? ¿Por qué no la había ignorando y había seguido manejando hasta donde la fiesta le esperaba? Demasiado tarde para contestar. Ya se encontraba ahí, plantado frente a ella y algo tenía que decir. No podía dar media vuelta e irse, como si nada hubiera pasado, sería ridículo…


"¿Qué haces aquí?" – decidió soltar, aunque ¿Quién era él para pedir explicaciones?


"Debería preguntarte lo mismo" – recibió como respuesta


"¿Sueles caminar de noche por el cementerio? ¿Ese era el plan que tenías para hoy?" – contestó, eludiendo la pregunta anteriormente formulada


"Quizás" – respondió Bella, encogiéndose de hombros, dando media vuelta y comenzando a caminar


"¿A dónde vas?" – quiso saber, en cuanto se percató de que Bella se alejaría.


¡Mierda! ¿Qué te costada dejarla ir?, se reprendió


"Ven a ver" – ofreció y él le siguió sin pensarlo dos veces.


La chica se descolgó la enorme mochila que llevaba en los hombros y comenzó armar un extraño objeto de forma cilindrica.


"Bien, ¿Qué es esto?" – preguntó Edward


"Esto, es mi telescopio" – explicó Bella – "Lo construí cuando tenía doce años. Anda, echa un vistazo, verás que si sirve" – incitó Bella y el muchacho se inclinó para acercar sus pupilas al ocular


"Saturno" – identificó. Si algo había en común con Bella, era que a él también le gustaba la astronomía – solamente que no lo iba admitir abiertamente – "Qué bien"


"Pienso construir uno más grande para ver el cometa Hyakutake. Pasará esta primavera. Nadie más sabe cuándo regresará"


"Oh, ya veo" – dijo Edward, sonriendo de manera burlona


"¿Ves qué?"


"Que te gusten este tipo de cosas"


"Estas cosas… son hermosas, hacen que tenga fe, ¿A ti no?" – se defendió ella, hablando en susurros. La frialdad, así como los cambios de humor, de su compañero, le dejaban aturdida.


"No" – contestó él, con voz afilada – "Hay demasiada mierda en este mundo"


"Pero debemos aprender a perdonar, en lugar de juzgar. Sin sufrimiento no hay compasión"


"Ve y díselo a quien sufre" – replicó Edward, ignorando que sus palabras lastimaban a Bella profundamente.


Aún así, ella aún tenía viva la esperanza de que aquel muchacho de ojos color verde, pudiera, algún día, aprender que la vida no era tan injusta y material como él suponía.


La pregunta era, ¿Por qué tanta fe depositada en él?