Dark Chat

miércoles, 30 de diciembre de 2009

TE AMO AUN DESPUES DE LA MUERTE

BUEN DIA mis angeles hermosos , como les va aqui les dejo el ultimo cap de este hermoso fic , les recomiendo que tengan a la mano una caja de  pañuelos por que van a llorar y llorar con este cap , yo en lo personal llore mucho
en fin no les hecho mas rollo y por fiss nenas dejen sus comentarios sean buenas
les mando mil besitos
Angel of the dark
***********************************************************************************

Cap . 18 EPILOGO : UN NUEVO COMIENZO

– “Te amo, Bella” – murmuré mientras presionaba levemente su cuello con mis labios.



Suspiré. Ya no sentía la presión de sus dedos intentando enterrarse en mi dura piel, supuse que estaba cansada, yo también lo hubiera estado, si no fuera vampiro. Deposité otro beso en su mejilla


“Estas fría, amor” – comenté mientras jalaba mi camisa para poder cubrirla y después, dejé caer mi cabeza sobre su pecho. Siempre me había gustado escuchar el latido de su corazón


Mi cuerpo se tensó y no fui capaz de moverme. Como si mis oídos no estuvieran lo suficientemente desarrollados, los presioné más fuerte contra su pecho… nada


Me separé lentamente de su cuerpo y mis ojos se dirigieron a los suyos… cerrados


“Bella” – llamé y con mi mano acaricié su mejilla, la cual se estaba volviendo cada vez más pálida – “flaca…” – la voz se me quebró. Junté una vez más mi oído a su corazón mientras sentía como el mío se contraía por el dolor – “Bella, mi amor… despierta” – supliqué sollozando secamente contra su pecho.


Pase mis dedos por su brazo, estaba helado. Me apresuré a tomar las ropas regadas en la hierba para vestirla y vestirme en menos de un segundo


“Bella” – volví a llamar mientras sacudía levemente su cuerpo con mis manos – “Bella, por favor” – sentí un terrible fuego en la garganta. Un fuego que no tenía nada que ver con que el que había sentido hacía pocos minutos. Este fuego era torturante – “Mi vida…” – volví a pegar mi rostro a su cuerpo. Mi mente, movida por la desesperación, me incitó a querer transformarla. Abrí mi boca y acerqué mis colmillos a su cuello


“Edward, no servirá de nada” – la voz mental de Alice me detuvo y me trajo a la más dolorosa realidad. Mi hermana apareció detrás de unas espesas ramas, sus visiones la había traído hasta acá. Su rostro se mostraba luctuoso, un vago reflejo del mío. Detrás de ella, aparecieron los demás: Carlisle, Esme, Emmet, Rose, Jasper. Todos con semblantes tristes. Otra vez, mi inconciencia me insito a que inyectara mi ponzoña para salvarla.


Volví a mover mis labios hacia su cuello y enterré mis dientes en el. Nadie me lo prohibió. Probé su sangre. Deliciosa y calida… más el dolor era lo suficientemente fuerte como para convertir a otro tipo de sentimientos en algo pálido y débil. Esperé, un movimiento de dolor a causa del veneno, una agitación en respuesta… nada


“Su corazón tiene que estar latiendo, de otro modo la ponzoña ya no surge efecto” – recordó Carlisle con voz baja. Y yo ya lo sabía desde el principio pero era mi última esperanza, la cual estaba extinta ya – “lo siento” – pensó y en ese momento los sollozos comenzaron a salir de manera incontrolable de mi pecho.


No podía llorar, estaba claro. No tenía lágrimas y de haberlas tenido, no hubieran bastado para cubrir todo el desconsuelo, la tortura, el pesar que se habían acumulado en mí


“Hay que llevarla a casa” – propuso Alice mentalmente y yo negué con la cabeza, apretando mis brazos a su alrededor


“Que…dolor” – pensó Jasper intentando calmarme, más mis sentimientos lo tenían dominados a él


“Hijo, vamos a casa”– Carlisle había puesto su mano en mi hombro e intentó separar mi rostro del pecho de Bella, más no se lo permití – “Edward, tenemos que llevarla a un lugar más propio, el tenerla aquí no la revivirá” – me separé lentamente para verle. Todos estaban en completo silencio, solamente sus mentes hablaban y decían cuanto dolor les causaba el haber perdido a Bella y el verme así.


Me puse de pie, con Bella en mis brazos, y corrimos hacia la casa. Al llegar, me negué a depositarla en el sofá, no me despegué de ella todo el resto de la noche. Pude sentir como su cuerpo se endurecía con cada minuto que pasaba, cada minuto con el cual me recordaba que la había perdido para siempre.


Mi familia se ocupó del resto. Al siguiente día la noticia llegó a Charlie, no fue difícil convencerle, ya que en realidad, la muerte había sido por causas “naturales”. Su dolor era casi tan inmenso como el mío... Casi.


Caen las hojas, caen al fin, y desde el cielo brillando


Miedo tengo, miedo a estar sin ti


Caen las hojas, caen al fin, cae la tierra sobre ti


Sobre tu cadáver, mi existir


Caen las hojas – Anabantha


Alice me proporcionó un disfraz para que pudiera estar presente en el funeral y en el entierro.


Fue demasiado difícil para mí el dejar caer su cuerpo en el ataúd, en donde me la pase contemplando todas las horas que me fue posible. Alice, Rose y Esme le habían arreglado su cabello en capas onduladas, que se expandían y adornaban su rostro blanquecino, haciendo juego con su vestido de algodón y encaje.


“Todas las almas lloraran sin el misterio de tu amor” – murmuré mientras pasaba mis dedos por sus labios, sorprendentemente rosados


“Ya es hora, Edward” – anunció Alice con Emmet, Carlisle y Jasper detrás de ella. Me hubiera gustado llevar el ataúd yo solo, pero teníamos que cubrir las apariencias.


Bella fue enterrada en el cementerio de Forks. Fue tortuoso mirar como Charlie se arrastraba y gritaba fuertemente el lamento de su hija. Yo hacía lo mismo, pero en silencio. Si Emmet no me hubiera sujetado el brazo, me hubiera aventado a su ataúd en el momento que esté desaparecía, siendo comido por la tierra.


Tras una hora, todo quedó vacío y en silencio. Mi familia me dejó solo, a petición mía y realmente se los agradecí. Ya ahí, hincado frente a la tumba de mi amada, me dejé caer. La lluvia empapó mi ropa y, por consiguiente, mi cuerpo. Las gotas resbalaban por mis ojos, como las lagrimas que no podía llorar. Mi corazón muerto, estaba contraído, deshecho…


“Bella” – musité mientras mis manos acariciaban el cemento que cubría su cuerpo.


Probablemente ese era mi penitencia por todo lo malo que había hecho. Y que manera más cruel de castigar…


La lluvia se volvió violenta, también el cielo lloraba su perdida y, a pesar de que, se supone que los vampiros no pueden sentir frío, yo lo sentí.


Deseé poder morir en ese instante. Cuando recordé el calor que su cuerpo me brindó desde que la había conocido.


“Bella” – repetí y mis labios besaron el duro y fresco sepulcro – “perdóname” – imploré – “perdóname, mi amor” – cerré mis ojos y comencé a recordar cada momento vivido entre nosotros.


Pase toda la tarde y toda la noche a los pies de su memoria. La madrugada cayó, trayendo con ella el crepúsculo del amanecer y con el, el último recuerdo y más claro recuerdo


“ni la muerte nos ha separado ¿Qué mas podría hacerlo?”


En ese momento el frío se esfumó y fue reemplazado por un calido sentimiento, llamado: esperanza


La muerte no nos iba a separar… solo tenía que esperar a que Bella regresara a mí y en ese momento, ya no la dejaría ir nunca más.


Me puse de pie y antes de irme, recorrí con lentitud otra vez aquella escultura, ubicada al lado de mi supuesta tumba.


En memoria de


† Isabella Marie Swan †


Por que en noches como ésta, la tuve entre mis brazos,


Mi alma no se contenta con haberla perdido


Es tan corto el amor y tan largo el olvido**


“Regresa pronto a mí” – le pedí y después di media vuelta para encararme con un futuro incierto y vacío.


Ven a estos brazos


Ven otra vez


Que el corazón se estremece al saber


Que la distancia es mas corta que ayer


Y más grande es la llama de nuestro amor


Necesito verte, Necesito hablarte


Quítame la angustia, Quítame el dolor


Ya quiero abrazarte, Ya quiero sentirte


Te necesito tanto, tanto de tu amor


La llama de nuestro amor – María Escarlata

Cincuenta y ocho años han pasado desde tu muerte, Bella.


Cincuenta y ocho años en los que he pagado arduamente mi castigo por el mal que te hice y que hice.


Y te sigo esperando. Cada amanecer miró hacia el horizonte con nuevas esperanzas. Sé que algún día vendrás y yo aquí te estaré aguardando con los brazos extendidos aún así pasen cien mil años.


Mientras, seguiré caminando entre los míos y los humanos, al lado de mi familia (quienes también te esperan) con el pecho vacío y el alma perdida. Solo tu podrás cambiar mi vida, de la misma manera que lo hiciste en dos ocasiones.


“Vuelve pronto a mí” – te lo vuelvo a pedir como todos los días al visitar tu lapida – “Vuelve pronto, Bella mía”


Mas, vence nuestro amor; vence al de muchos,


más grandes que ella fue, que nunca fui;


y ni próceres ángeles del cielo


ni demonios que el mar prospere en sí,


separarán jamás mi alma del alma


de la radiante Annabel Lee


Edgar Allan Poe


** Pablo Neruda**


FIN