Dark Chat

martes, 9 de febrero de 2010

Más hermoso y perfecto imposible!!!

Hola niñaas!

Andandoo en el vicio de facebook encontre esta foto y me fascinó, de verdad que este hombre es perfecto cada día me gustaa mas chiqititooo (baba), es como los buenos vinoss entre mas pasa el tiempo mas bueno se ponee jajajajaj, buenoo aqi se las dejo espero les gustee:)

besiitoos

Anitaa Cullen Pattinson!!


Renacer

Que tal mis angeles hermosos, aqui les traigo el penultimo cap de este hermoso fic. ya se soy muy mala y las hare sufrir jejeje .
Libii chica aqui tienes tu vicio pa q no te me andes desesperando.
asi que dejen suss comentarios al final
les mando mil besitos
Angel of ther dark
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LA ÚLTIMA CACERIA



BELLA POV


“Alice, ¿Qué sucede?” – Jasper fue el primero en preguntar con la misma alarma que a todos nos invadió. La vidente quedó estática por un momento, con la mirada perdida hacia el frente y el rostro completamente inexpresivo. Apreté a Reneesme más hacia mi pecho, en un instinto por protegerla y busqué con la mirada a Edward, quien emitió un suspiro profundo y exasperado


“Alice, ¿Podrías…?”


“No” – le interrumpió la pequeña vampiro con rostro de fino duendecillo – “No puedo, Edward. Simplemente no puedo…”


“¿A qué se refieren? ¿De qué hablan?” – exigió saber Emmett, tan desesperado como yo.


“¡Bella! ¿Has visto con qué ropa te encuentras?” – soltó Alice, con la voz impregnada de tragedia y arrancado, de todos, un bufido irremediable - "Yo ya tenía planeado tu vestuario... ¡Oh! ¡¿Por qué todo me sale siempre mal?! “Y tú, Reneesme, ¿Qué se supone que andas puesto?” – miró de forma despectiva el vestuario de mi hija que consistía en unos viejos pantalones de mezclilla, rotos de las rodillas, y una camisa negra con varios agujeros detrás y enfrente de su estomago.


“Yo…”


“No hagas caso” – interfirió Edward, acercándose hacia nosotras y dandonos una muestra clara de cómo ignorar a la chica con cara de dendecillo – “Solamente a Alice se le ocurre pensar en ese tipo de trivialidades en este momento”


La pequeña hizo un puchero infantil, al momento en que todos soltamos una pequeña risita y, ocultando su rostro en el pecho de Jasper, decidió dejar de molestar con el tema. Levanté la mirada hacia Edward, justo cuando estuvo frente a nosotras y tomó nuestras manos entre las suyas. Mi mirada se perdió en la suya… Contemplando la magnificencia del negro de sus pupilas como no recordaba haberlo hecho nunca. Nuestra hija, quien en silencio alternó su mirada en nuestros rostros, con movimientos completamente cautos y discretos se alejó, lo mejor que le permitía la cueva.


“¿Cómo te encuentras?” – preguntó Edward, con voz suave


“Bien” – contesté automáticamente


¿Cómo no estarlo? Si bien lo que tenía poco había pasado era algo extraño e inesperado, ¿Cómo podría renegar de ser madre? ¿Cómo podía protestar ante la idea de que el vampiro que tenía frente al mío, al hombre que tenía frente mío, había sido, era y sería mi único y eterno amor? ¿Cómo quejarme ante la idea de haber procreado a una hija, nuestra hija? Jamás… jamás podría lamentarme de todo lo ocurrido, aún cuando sentía la garganta arder, realmente me sentía feliz…


“Te prometo que en cuanto sea oportuno te traeré con qué alimentarlas”


“¿Alimentarlas?” – repetí el plural


“Reneesme tiene una dieta estrictamente vegetariana” – estiró sus labios con una sonrisa. Y yo entendí a lo que se refería


“No es justo” – me quejé – “Para ti resulta más fácil recordarla por que puedes leer su mente”


Él soltó una risita, para después mantener su gesto serio


“Hay cosas que me gustaría no escuchar” – masculló. Le miré de forma inquisitiva, para lo cual él negó – “Podría arruinar el momento” – explicó, más aún así no pudo evitar viajar su mirada hacia atrás, donde nuestra hija se había ido a sentar y jugaba con uno de sus rizos


“¿Pasa algo con ella…?”


“Mira” – interrumpió, sacando de sus bolsillos un objeto brillante y de aspecto delgado. Lo tomé entre mis manos, confundida – “¿Lo recuerdas? Te lo di cuando cumpliste años… Hace cerca de cien años”


Parpadeé numerosas veces ante la mezcla de remembranzas que se vinieron…


Y si, recordé, claramente, cuando él me dio la medallita en forma de sol y media luna que colgaba de una fina cadena plateada: Fue una noche en la cual él se presentó en mí recamara, calmando el lacerante temor que tenía de su abandono. Sus manos gentiles se habían deslizado por mi cuello para adornarlo con ella, dejando a su paso una serie de pequeñas descargas eléctricas, ocasionadas por la combinación de mi piel tibia y la suya fría.


Sonreí ante el precioso recuerdo… Y cuánto deseé el que mi mente fuera capaz de trazar cada uno de ellos, desde el primer día en que nuestras miradas se encontraron. Abrí mis ojos para encontrarme con los suyos, negros por la sed, amorosos hasta lo inverosímil, y sin tener la necesidad de que se lo dijese, él supo que lo recordaba…


Se acercó un poco más, tomó la cadena entre sus manos y abrió el broche. Como respuesta a sus movimientos, moví mi cabello hacia un lado, para dejar mi cuello desnudo, dispuesto a aceptar ser adornado por aquel trenzado de brillo plateado que reconoció su eterno lugar en él. Se separó cuando el dije quedó reposando en la entrada de mi pecho y su mirada destelló, acompañada de una sonrisa pequeña y alegre.


“Eternamente bella” – murmuró, paseando la punta de sus dedos por mi mejilla.


Suspiré al sentir el calor de sus caricias. Ese calor que, como humana, no había sido capaz de contemplar a su perfección…


“Creo que también les dará gusto ver esto” – terció Reneesme, viniendo hacia nosotros. Antes de que pudiera mostrarnos a lo que se refería, la atraje hacia mi pecho.


Mi niña… El calor que su cuerpo me transmitía, la paz que irradiaba de él, era lo único que me aseguraba que, efectivamente, era mi hija. La única imagen que tenía de ella era la de una niña pequeña, de cuatro o cinco años, la cual había salido corriendo con los ojos empapados en lágrimas… Ahora, lo que mis brazos envolvían, no era una niña, si no una muchacha que, en apariencia, tenía mi misma edad…


“Mira” – indicó, mostrándome el cuadernito que Edward me había escrito alguna vez


“¿De dónde lo conseguiste?” – pregunté, extrañada.


“Cuando la cacería comenzó, lo primero que hice fue correr a tu casa para verificar si no había sido olvidado alguno de los regalos que papá te dio” – contestó – “No puedo permitir que estos detalles se pierdan. Es de lo que me he encargado de hacer todo este tiempo…”


“Entonces… ¿fuiste tú quién…?”


“¿Quién llevó este cuaderno a la librería vieja?” – completó, con voz traviesa – “Si, fui yo. Sabía que si se encontraban en el mismo lugar, de alguna manera lo buscarías hasta encontrarlo...”


“Si todo este tiempo has estado cerca de nosotros, ¿Por qué nunca me buscaste?” – inquirió Edward, refiriéndose al siglo que había pasado sin mí - •"¿Por qué nunca pude darme cuenta de que estabas cerca? Tus pensamientos..."


“Tal vez no posea el mismo escudo de mamá, que te impide leer su mente" - contestó, con una sonrisa - "Pero si tengo cierta habilidad para desterrarte de mis pensamientos... No es que yo quisiera estar lejos de ustedes" - aclaró, con seriedad- "Quería aparecer en el momento oportuno, en el que ambos estuvieran en la misma condición cuando nos dijimos adiós… ¿Cómo presentarme con mi padre siendo un vampiro y mi madre una humana? ¿O cómo venir hacia ti cuando ella no estaba presente? Hubiera sido confundirlos más…” – bajó la mirada hacia el suelo – “De hecho, este tampoco era el momento justo; pero ya no podía esperar más”


“¿A qué te refieres?” – pregunté, alarmada al ver la apesadumbres de su rostro y la forma en que Edward empuñaba sus manos.


“Te están buscando” – aseveró Edward, con voz contenida, al poder tener claro los pensamientos que nuestra hija había estando ocultando.


“¿Qué has dicho?”


“Los humanos no sabían de su existencia, hasta hace poco”


“Capturaron a Nahúel” – añadió Reneesme, con voz quebrada ante sus propios recuerdos, y rindiendose ante lo que su padre ya había logrado ver – “Él… ha sido mi único compañero durante todo este tiempo. También era mitad humano y mitad vampiro. Nos conocimos cuando la existencia de los vampiros y los licántropos fue revelada y concordamos en que mantendríamos a nuestra especie en secreto. No fue difícil, pues al parecer, éramos los únicos… Pero ayer… ayer los humanos encontraron nuestro escondite. No esperaron explicaciones. Les bastó con ver a los cuerpos de los animales, de los cuales nos habíamos alimentado, tirados cerca de nosotros. Nos comenzaron a disparar y Nahúel se lanzó hacia ellos, ignorando el veneno que penetraba en su piel sangrante, la cual fue prueba para darles a saber que no éramos vampiros y, al ver que nuestro cuerpo no se transformaba en un lobo, tuvieron también claro que no éramos licántropos, si no una especie nueva, una amenaza más… Nahúel me dijo que corriera, que ya no debía esperar más por venir a buscarlos…”


“¿Por qué no lo dijiste desde un principió?” – exigió saber Edward


“Por que ya bastante era con venir y presentarme como la hija perdida que no recordaban”


Edward se incorporó, con un movimiento completamente exasperado


“Te están buscando, te has convertido en su principal objetivo, ¿y te pones a pensar en nosotros?”


“¿De qué te sorprendes?” – terció Rosalie – “Es hija de Bella, ¿Qué esperabas?”


A pesar de la tensión del momento, Reneesme soltó una risita, acompañada de Alice y Emmett.


“Vamos, Edward” – alentó Alice, quien con sus andares de bailarina, llegó hacia él y le tomó por el hombro – “No te desesperes. Ella ya está con nosotros y la cuidaremos”


“Alice tiene razón” – apoyé, apretando mis brazos alrededor de nuestra hija – “Reneesme estará a salvo desde ahora. Todo saldrá bien; pues ya estamos juntos todos…”


“Si” – acordó Edward, respirando tranquilamente y volviéndose a acercar. Acarició el cabello dorado y ondulado de nuestra hija y después depositó un beso sobre su frente – “Estamos juntos y ya no voy a permitir que nos volvamos a separar”…


EDWARD POV


“¿Estás bien?” – le pregunté a Bella, al sentir como la noche había caído allá afuera.


“Estoy bien” – aseguró, con una pequeña risita, sin dejar de pasear sus manos por el cabello de Reneesme, quien tenía poco acaba de quedar dormida sobre su regazo; sin embargo, y aunque sus ojos hubieran cambiado su color castaño por uno rojo, conocía a la perfección ese brillo que les caracterizaba y podía leer en él el dolor que la sed le estaba causando.


“Perdóname” – supliqué, sosteniendo su otra mano – “Perdóname por no ser capaz de darles lo que se merecen”


“No digas eso” – pidió, acariciando mi mejilla – “Eres lo mejor que me ha pasado. Sin ti, no tuviera a nuestra hija entre mis brazos…”


Un estremecimiento por parte de ella nos hizo volver los ojos hacia su dirección


“Parece ser que su cuerpo es más susceptible a los cambios de temperatura” – dije, al ver como se encogía ante el frío que hacía y se agudizaba por nuestra cercanía.


Reneesme…


Traté de no tomar en cuenta, como lo había hecho durante toda la tarde, aquella molesta voz mental…


La tomé entre mis brazos, lo más cautelosamente posible para no despertarla, y así poder envolverla en las mantas y recostarla en un lugar donde la baja temperatura de nuestro cuerpo no le atormentara; pero fue antes de que la pudiera recostar cuando se despertó.


“Shh… tranquila” – arrullé, con Bella detrás de mí – “Duerme, todo está bien”


Sus castaños ojos somnolientos parpadearon un par de veces y, como si todos nosotros hubiéramos dejado de existir en ese momento, caminó hacia donde el muchacho moreno se encontraba sentado. Todos miramos estupefactos la escena que se presentó poco después:


Ella se acercó a él, quien sin decir o esperar por una explicación, la recibió entre sus brazos y dejó que su rostro descansara sobre su pecho. Reneesme suspiró profundamente, al encontrarse protegida por ese cuerpo masculino, y sonrió ampliamente, mientras volvía a cerrar sus ojos para volver a dormir. Jacob, por su parte, parecía haber olvidado que era observado por todos nosotros, pues, al igual que su compañera, cerró los ojos y acercó su nariz a la espesura de su cabello, para inhalar su dulce y fresco aroma.


Ambos parecieron sumergirse en una profunda burbuja que los aislaba de la realidad y yo, que podía escuchar claramente cada pensamiento que él le profesaba y la seguridad y paz que ella sentía de estar a su lado, no pude hacer más que resignarme a la idea de que mi hija había sido imprimada por aquel licántropo…


“¿Qué… es… lo que pasa?” – preguntó Bella, haciendo eco de los escandalizados pensamientos del resto de mi familia.


Inspiré profundamente, antes de contestar


“Reneesme no sólo ha venido aquí para encontrar a sus padres” – se adelantó a contestar Carlisle – “Si no también a su pareja”


“¿Su… pareja?”


“Bella, Jacob se ha imprimado de nuestra hija…”


BELLA POV


“¿Puede ser eso posible?” – inquirió Esme, mientras yo respiraba repetidamente para controlar el deseo de ir y destazar al estúpido licántropo que se encontraba abrazando a mí hija, ajeno a todo lo que pasaba en esa cueva.


Un fuerte gruñido se escapó de mi garganta, al ver la tranquilidad de sus rostros a la hora de dormir… ¿Cómo se atrevía…?


“Bella, cálmate” – pidió Edward, atrayéndome hacia su pecho. Le miré de forma envenenada, al comprender que era eso lo que me había estado ocultando el resto del día...


“¿Cómo pides que me calme?” – exigí saber – “Tiene menos de 24 horas que me vuelvo a reencontrar con mi hija ¡y ese perro viene y se siente con el derecho de quitármela!” – solté, inconcientemente alzando la voz con cada palabra que escupía, logrando despertar a lo que, anteriormente, había considerado a mi mejor amigo.


“¿Qué sucede?” – preguntó, alarmado y apretando sus brazos alrededor de Reneesme. Volví a gruñir, con mis rabiosos ojos mirándole fijamente.


Él pareció comprender el motivo de mi furia y, con un gesto que nunca antes le había visto, bajó la mirada hacia la muchacha que sostenía


“L-lo siento, Bella” – musitó – “Te juro que no fue mi intención, yo…”


“¿Qué es lo que haces aquí, Jacob?” – interrumpí – “Tu lugar está con la manda de licántropos, no con nosotros”


“Vaya, tu humor ha empeorado al convertirte en vampiro” – bromeó, logrando incrementar mi furia, lo cual fue palpable para todos – “Bella, yo… yo no tenía planeado esto” – añadió, con voz culpable – “Ni si quiera lo imaginaba. Yo vine a este lugar esperando toparme con todo… menos… menos con ella…” – jamás había escuchado a Jake trabarse con las palabras, y fue esa sorpresa lo que, poco a poco, fue tranquilizándome – “No me pidas que me vaya, no puedo. El separarme de Reneesme sería como pedirte que dejaras a… a Edward. Intenta comprenderme, por favor… Ponte en mi lugar sólo un momento. Lo único que quiero es protegerla, no puedo dejarla sabiendo que está en peligro”


Desvié la mirada del negro suplicante de sus ojos y debía reconocer que sus palabras llegaban bañadas de sinceridad a mis oídos…


“Mamá…” – su voz me sobresaltó – “Yo tampoco quiero alejarme de Jacob” – dijo, mientras apenas y se alejaba del musculoso cuerpo moreno.


Mis ojos se perdieron en los suyos castaños, que se mostraban temerosos ante mi respuesta. Busqué a Edward, en busca de un apoyo para aceptar lo que había pasado y, al encontrarme con ellos, supe que no había remedio para todo esto.


“Creo que las sorpresas nunca se acabaran para nosotros” – dijo, con una sonrisa resignada, dando con ello, la respuesta que nuestra hija y Jacob esperaban.


Los dos días que transcurrieron después de mi despertar se fueron convirtiendo en una tortura, que iba incrementando con cada segundo que pasaba, por la sed que carcomía mi garganta y estrujaba mi estomago por el hambre.


“Bella, por favor” – insistía Edward ante mi rotunda negación de dejarlo salir para traerme algo de alimento


“Estoy bien” – mentí, apenas y hablando con un susurro pues, si me atrevía a respirar más profundamente, el ardor se agudizaba de manera cruel


“No, no lo estás” – discutió, con voz preocupada y suave – “Después de despertar como vampiro necesitas alimentarte al instante. Tú no lo has hecho y han pasado ya dos días. No intentes engañarme, pues sé a la perfección lo que la sed provoca en nuestros cuerpos”


“Puedo soportarlo. Es mejor a saber que estarás allá afuera, exponiéndote ante los humanos”


“Seré precavido” – prometió – “no iré lejos”


“Mejor voy contigo”


“Bella…”


“Es eso o nada” – sentencié – “No puedo quedarme aquí, esperándote...”


“Nunca cambiarás” – reprochó, aunque pude ver un brillo de aceptación en sus ojos – “Siempre serás tan poco precavida”


“Y tú serás siempre tan sobre protector” – sonreímos, por nuestra pequeña discusión – “iré contigo” – volví a reafirmar – “De otra manera, soportaré la sed el tiempo que sea necesario…”


Pero no fue necesario esperar por su respuesta…


“¡Tenemos que irnos de aquí, rápido!” – exclamó Alice, incorporándose, junto con Jasper, con un rápido y borroso movimiento – “Han decidido por explotar cada metro de tierra que prometa guardar un refugio para nosotros. Ya han empezado”


“Reneesme” – llamé, con desesperación y miedo


“No se preocupen, yo la cuidaré” – prometió Jacob, abrazándola fuertemente contra él


“¡Rápido! No hay tiempo”


Salimos de aquella cueva, corriendo a través del bosque, ocultándonos entres las espesas ramas de los árboles y alcanzando a escuchar cómo las potentes bombas removían el suelo. Edward y yo corríamos tomados de las manos, con la atención puesta, todo momento, en nuestra hija que iba sobre el lomo del enorme lobo rojizo que corría delante de nosotros.


“Alice, ¿hacia dónde debemos ir?” – preguntó Emmett, quien encabezaba a nuestro grupo


“No lo sé” – admitió la vidente, con voz frustrada – “Han planeado muy bien todo esto. Sus movimientos se presentan borrosos e indescifrables”


“Corramos hacia el este” – propuso Jasper – “Ahí está el grupo de Elizabeth. Debemos reunirnos con ellos”


“¿Después de lo que pasó?” – inquirió Edward


“Después de lo que pasó” – rectificó el rubio vampiro – “lo que hicieron no puede ser señalado. Estaban sedientos y la sangre de Bella los alteraba. Elizabeth lo único que quería era mantener segura a nuestra raza. Además, los licántropos deben seguir con ellos. No podemos continuar nosotros solos, somos muy pocos y si nos encuentran, no tardarán mucho en cazarnos”


“¿Y si intentan dañar a Reneesme?”


“No lo harán” – aseguró Jacob – “La manada no lo permitiría. Yo no lo permitiría. Además, ella es uno de nosotros”


Alice dejó de correr de un momento a otro, haciéndonos frenar a todos para volver hacia ella


“Alice” – llamó Jasper, sujetándole por los hombros – “¿Qué pasa?”


“Elizabeth…” – contestó, con la mirada pérdida en lo que lograba ver – “Todos ellos han decidido enfrentar a los humanos…”


“Es una locura” – susurró Esme, completamente aterrada


“Ya están cansados de esconderse” – agregó Edward – “Han preferido revelarse y morir, si es necesario, a pasar años ocultos en cuevas y soportando los ardores de la sed. Estamos cerca de ellos. Han quitado su escudo y nos están llamando. Puedo escuchar sus voces…”


“No quiero llevar a Reneesme a una guerra más” – interferí, con voz temblorosa… Debo admitir que me encontraba temblando de miedo.


Edward me tomó entre sus brazos y me apretó fuertemente contra su pecho


“Yo tampoco” – admitió – “Pero ¿qué podemos hacer? ¿Huir? Tampoco quiero que viva en medio de tanto sufrimiento. No deseo verlas ir de un lado a otro, sin un lugar estable donde estar, solamente por ellos”


“Papá tiene razón” – terció Reneesme, bajando del lomo de Jacob y caminando hacia nosotros – “Tenemos que ir con ellos”


“¡Pues qué esperamos!” – exclamó Emmett, eufórico por la idea de una pelea – “¡Vamos a demostrarles a esos estúpidos humanos quiénes somos!”


Busqué en las miradas de Edward, y de mi hija, el valor que me faltaba para aceptar esa idea que me tensaba los músculos. Y no fue hasta que me embriagué del negro y chocolate de ambas miradas, hasta que asentí


“Vamos” – dije, para después, salir corriendo hacia la dirección que Edward y Jasper indicaban.