Dark Chat

lunes, 11 de enero de 2010

Sangre Real

Hola mis angeles hermosos , primero que todo les pido una disculpa por el atrazo en las publicaciones de los fics , pero he andado de aqui para aya y ps por eso no he podido subir , como yo quisiera
en fin aqui les dejo un cap , de este fic .
les mando mil besitos y dejen sus comentarios ya que esta proximo el final del fic
Angel of the dark
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Capitulo 13 . Furia


Algo estaba mal, una chica, gritaba furiosa. ¿O sólo era parte de una pesadilla?



-¿Cómo pudiste hacer esto? –gruñó la chica-. ¡A ustedes también les hablo! ¡Lo ayudaron en esta estupidez!


-Calma mi amor, era algo que tenía que hacerse…


-¡Cállate Emmett!


-Me iré con ella si eso el lo que quieres Rose –respondió otra voz, me sentí más tranquila cuando la reconocí. Era Edward.


Quería verlo, pero no podía mis parpados estaban demasiado pesados como para abrirse.


-¡Sí, claro! –gritó con sarcasmo-. Si lo haces todos pensaran que fue por mi culpa que te abandoné. Como siempre voy a terminar como la mala.


-¿Entonces qué quieres? –preguntó Edward tranquilamente.


-¡Quiero que comprendas el lío en que has metido a toda la familia! –su voz subió una octava más-. ¿Sabes lo que pasará al traerla aquí? ¡El rey nos encontrará tarde o temprano y nos matará a todos!


Las últimas palabras hicieron eco en mi mente, enfatizando su significado en mi interior. ¿Por qué no podía despertar?


-¿Por qué ella? –preguntó ella con voz histérica-. ¿Por qué de tantas chicas que hay? Ella terminará por destruirnos y te destruirá a ti también.


-¡Basta Rosalie! –intervino otra voz de mujer.


-¡El tiene que escucharlo Alice! –chilló ella-. ¡Si nos ocurre algo va a ser por tú culpa Edward!


Fue más de lo que pude soportar. Abrí los ojos y me incorporé, no me di cuenta cuando me puse de pie y me coloqué en frente de una rubia que cambio su expresión de enojo a sorpresa.


-¡Es suficiente! –grité, luego perdí fuerza-. Todo esto es culpa mía –la habitación comenzó a girar. Me había levantado muy aprisa.


Edward me atrapó antes de caer al suelo, y me sentó en el sofá que estaba detrás de mí. Entonces había estado durmiendo ahí. La casa a mi alrededor era grande, y de cierta manera acogedora, había una amplia ventana en frente, por donde se apreciaba el cielo teñido de madrugada.


-La despertaste –dijo Edward acercándose a mí para cubrirme con sus brazos. El ahora se veía muy molesto.


De pronto, todos los recuerdos de anoche me golpearon con fuerza. La chica vampiro tenía razón, Lucern iba a estar molesto con ellos, y terminarían hechos pedazos por tenerme ahí.


No quería lastimar a Edward, no quería que se arriesgara por mí.


-¿Qué? –los ojos de Rosalie brillaron furiosos-. ¿Después de todo lo que te acabo de decir todavía te preocupas por ella?


Comencé a temblar en los brazos de Edward.


-Vete –le dijo a ella. Noté la ira contenida en mi vampiro salvador-. La pones nerviosa.


-Rose por favor –intervino un vampiro musculoso antes de que ella se pusiera a gritar-, creo que lo mejor es que salgamos un rato.


La vampiresa a regañadientes se dejó arrastrar por su novio.


-Vamos Jasper –dijo una chica de cabello negro y cortó, me dedicó una sonrisa justo antes de escaparse con un vampiro rubio.


-No debiste hacerlo –dije suavemente cuando estuvimos solos.


-¿Y dejarte sola? –preguntó-. ¿Dejar que te convirtiera en una nosotros? Sabiendo que lo odiarías –añadió con cierto dolor.


-Yo no…


-¿Crees que le dejaría convertirte en su consorte? –cuestionó entre dientes.


-Te agradezco lo que hiciste –continué-, pero estás poniéndote en peligro al hacerlo, estás arruinando la vida de tu familia por algo que no es tan importante.


-Tú eres lo más importante –afirmó. Se inclinó hacia mí, quitándome la respiración. Parecía que quería decir algo más pero se retractó.


No me dejó discutir más.


Pasaron dos días, la familia Cullen me trataba muy bien, todos excepto Rosalie, quien me fulminaba con la mirada cada vez que podía, aún así no la culpaba por ello. También conocí a Carlisle y a Esme, quienes me trataban como una hija más de su familia.


A pesar de todo, mi inquietud incrementaba cada día, y un mal presentimiento se comenzaba formar en mi interior.


Me dejé caer en la… cama, sí en la cama. Edward había puesto una en su cuarto para que yo pudiera estar más cómoda, insistí en que no era necesario, pero no conseguí hacerlo cambiar de parecer. Pasaba mucho tiempo ahí, mucho más que él, así que prácticamente me había adueñado de su habitación.


Me removí inquieta entre las sábanas, hasta que sentí el peso de Edward a mi lado, me rodeó con sus brazos, me estaba acostumbrando mucho a esa sensación.


Inclinó su cabeza hasta que nuestros labios quedaron a poca distancia, sus ojos se fijaron en los míos, su mirada se volvió intensa. Mi cuerpo se volvió muy consciente de la cercanía del suyo.


-Edward –musité. Quería que dejara de mirarme así, estaba poniéndome nerviosa.


El sonrió, sus ojos reflejaron una emoción fuerte, que no supe descifrar, y una parte de mí se negaba a intentar averiguarlo.


-Creí que lo sabrías –se río, algo le parecía muy divertido.


Lo miré confundida.


-Después de todo lo que ha pasado… -su mano acarició mi mejilla lentamente-. Supongo que no te has dado cuenta.


Mi corazón comenzó a latir con fuerza cuando sus dedos entrelazaron los míos.


-Escucha lo que tengo que decirte Bella –dijo despacio, sus labios casi acariciaban los míos-, yo…


Pero se interrumpió, cuando un ruido llegó hasta la habitación, se puso de pie. Yo lo seguí, y darse cuenta que no estaba dispuesta a quedarme, me levantó y en menos de un segundo habíamos bajado las escaleras.


La puerta principal estaba abierta, de ella entraron Alice y Emmett, parecían agitados, todos los demás los observamos fijamente.


-¿Quién los siguió? –preguntó Edward, colocándome con mucho cuidado en el suelo cerca de él, sus manos no me soltaron en ningún momento.


-Deja que hablen –lo interrumpió Jasper-, no todos podemos escuchar los pensamientos como tú.


-Hemos escuchado mucho estos días –comenzó Emmett-, Lucern está furioso, y prometió matar al que robó a su futura reina.


Me estremecí y Edward en respuesta me apretó más contra él.


Rosalie le dirigió una mirada que se podía leer fácilmente como: Te lo dije.


-Pero eso no es todo –continuó-, el rey de los licántropos también está furioso.


Jacob, extrañé a mi amigo. Conociéndolo debía de estar muy preocupado por mí.


-Creímos ver a unos vampiros siguiéndonos –dijo Emmett y añadió algo orgulloso:- Pero nunca van a dar con la casa después de todo el rodeo que hicimos.


-¡Debí saberlo! –estalló Rosalie furiosa-. Yo estuve esa vez que los dos reyes casi arman una pelea en el bar por ella… ¡Ahora no sólo estamos siendo cazados por los nuestros sino también por los licántropos!


Sentí los labios de Edward sobre mi cabello y su mano subía y bajaba por mi espalda, intentando calmarme.


-Bella –murmuró a mi oído.


Yo ya no podía escuchar más. ¿Acaso las cosas podían empeorar? Y recordé con horror, que cada vez que me hacía esa pregunta, todo se venía abajo.