Dark Chat

jueves, 1 de abril de 2010

Marca de Eternidad

Hello mis angeles hermosos!!! aqui les dejo sus cap  y un extra del cap 5 . por fiss dejen sus comentarios al final o me pondre muy triste T_T sean buenas conmigo por fisss
Les mando mil besitos
Angel of the dark
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Extra Capítulo 5. Mientras dormías

Emmett

El vampiro de pie, a mitad del comedor, observaba fijamente a la humana que descansaba, hecha un ovillo en una de las sillas de madera. Pero su fijación hacia la mortal, sólo se debía a su hermano, Edward, y el extraño comportamiento que parecía tener cuando ella estaba a su alrededor.


Como en este momento. A Emmett le estaba costando suprimir una risa, pues Edward, a pesar de que estaba platicando con Carlisle y Esme, sus ojos no parecían perder de vista cada respiración de la humana, Bella.


Bella se veía tan indefensa, y lo era, pero en esa casa era el lugar más seguro para ella, lo que al parecer Edward no parecía querer entender. Porque la veía como si algo le fuera a ocurrir en cualquier momento.


Ahora que lo veía bien, la silla parecía terriblemente incómoda, así que Emmett se acercó a Bella para llevarla hasta el sillón.


-Yo lo haré –Emmett se giró para encontrarse con un no muy contento Edward.


-Tranquilo, Ed, sabes que yo no le haría daño –le dijo, y a pesar de que su hermano asintió, siguió teniendo esa mirada de hostilidad hacia él. Pero no sólo en ese momento, Emmett lo había notado desde antes de irse al centro nocturno, no entendía que podía haber hecho él para hacerlo enfadar.


La humana se estremeció y Edward se quitó su chamarra para cubrirla, luego con mucho cuidado, casi con adoración la tomó entre sus brazos. La joven suspiró inconscientemente y sonrió, como si por fin se sintiera segura.


Entonces Emmett vio algo que lo dejó sorprendido, su hermano correspondió a esa sonrisa. Esa humana, incluso estando dormida, había logrado lo que ninguno en esa casa, hacer sonreír a Ed. Porque su hermano era serio, casi no mostraba alegría. Y esa humana, con tan poco tiempo de conocerlo ya le había arrancado un gesto de felicidad. Bella había hecho un milagro y era completamente inconsciente de ello.


Vio como Edward se dirigía al sillón, con su preciosa carga, pero a pocos pasos de él se detuvo.


-¿No vas a dejarla ahí? –le preguntó Emmett, porque no entendía el porque del cambio de opinión de su hermano.


-Ella nunca me deja tocarla –respondió Ed-, ésta es la única manera en que puedo hacerlo, no pienses que desperdiciaré la oportunidad.


Su hermano definitivamente se había vuelto loco, y por una humana. Podía entender que le gustara, porque la humana era muy hermosa, claro no tanto como su Rose, pero el cabello castaño oscuro y el rostro en forma de corazón eran dignos de apreciar. Lo que no lograba comprender, era cómo su hermano podía observarla con tal adoración si apenas la conocía. Su caso por ejemplo había sido completamente distinto, con Rosalie había necesitado tiempo para descubrir su amor por ella.


Edward se inclinó sobre el rostro de Bella, y unió sus labios con los de ella, en un beso silencioso y sencillo.


Emmett puso los ojos en blanco, estaba siendo testigo como la cordura de su hermano se desmoronaba poco a poco.


Pasos detrás de él llegaron en forma de sonido hasta sus oídos, se giró para encontrarse con Alice. Por fin, alguien que pudiera explicarle algo. La tomó del brazo y la condujo lejos de Edward, quien por supuesto no se había dado cuenta de nada, porque estaba completamente concentrado en la humana.


-¿Qué pasa? –preguntó ella con diversión, como si ya supiera de que se trataba todo.


-¿No has notado que Ed se ha comportado extraño conmigo? –le preguntó.


Alice hizo un gesto con la mano, como si dijera que no tenía importancia.


-Sólo se puso un poco celoso –dijo.


-¿Celoso? –no parecía tener sentido eso-. ¿Por qué?


-Porque la hiciste reír –contestó ella simplemente.


Emmett siguió sin comprender.


Alice puso los ojos en blanco.


-¡Hombres! –exclamó como si fuera algún tipo de grosería, lo cual no le agradó a Emmett-. Edward esta enamorado.


-Pero apenas la conoce –replicó Emmett.


-Por eso lo llaman amor a primera vista –siguió ella, como si le estuviera explicando el abecedario a un niño pequeño-. Te prestaré una de las novelas que tengo para que aprendas un poco…


Emmett resopló, Alice era una romántica, pero que ni creyera que por una simple curiosidad él se volvería como ella. ¿Leer novelas? ¡Bah! Nunca.


Alice caminó hacia la sala, y él la siguió. Edward por fin había dejado a Bella en el sofá y estaba arrodillado en el suelo, acariciando su cabello. Entonces ella hizo un movimiento, y despertó. Pero Edward, que se movía a la velocidad de un vampiro, ya estaba de pie a varios metros de ella, como si nunca la hubiera tocado.


Emmett vio a su hermano, quien tenía una sonrisa divertida en el rostro, probablemente por el beso que le había robado a Bella mientras dormía. Luego su mirada fue hacia ella, quien los observaba desconcertada, ajena a todo lo que había pasado. Y a pesar de que él mismo no entendía mucho de aquella situación, no pudo evitar pensar, que ellos dos serían buenos compañeros y que le agradaría tener a Bella como cuñada.
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Capítulo 7. La comunidad

Bella salió de su habitación asegurándose de hacer el menor ruido posible, no quería despertar a ninguna de las otras dos mujeres que dormían en esa casa. Después de lo que le pareció una eternidad logró llegar hasta la puerta y salir a la fría noche.


Estaba tan nerviosa, que se había olvidado ponerse algo más abrigador encima, traía solamente su bata, que ahora que lo veía bien, estaba demasiado corta y delgada para su gusto, a penas se había acordado de ponerse sandalias.


El murmullo del viento hacía de la noche más misteriosa, pero no le quitaba su hermosura, pues la luna brillaba como nunca. Bella desechó esos pensamientos y se concentró en buscar al vampiro que era dueño de su libertad.


-Lamento si te desperté


Bella casi saltó al escuchar la voz detrás de ella, se giró inmediatamente y puso distancia entre ellos.


-No importa –dijo, su cuerpo estaba comenzando a sentir los estragos de las caricias heladas que le hacía el viento.


-¿Tienes frío? –Edward se acercó a ella y la observó atentamente de pies a cabeza.


Bella se ruborizó, sus mejillas ardían en comparación con el resto de su cuerpo.


-No –mintió.


Edward extendió los brazos hacia ella, y la reacción de la joven fue encogerse y alejarse.


-Bella, no puedes sacrificar tu bienestar sólo porque me tienes miedo –él frunció el ceño-, va a llegar un momento en que tengas que tocarme por más repulsivo que te parezca.


La joven lo observó atentamente, sorprendida por las notas amargas que tiñeron su voz, pero no podía creerlo, tenía que ser otra cosa lo que lo hacía verse tan… triste.


-Además tengo que protegerte, aunque sea del frío simplemente –algo de humor pareció regresar a sus ojos tras esa frase-. Los vampiros no somos tan fríos como tú piensas.


A Bella le pareció que había un mensaje escondido detrás de esas palabras.


Entonces, sin darle oportunidad a otra réplica, Edward la rodeo con sus brazos. Bella sintió nuevamente esa corriente eléctrica que recorría todo su cuerpo, y se sintió cálida y extrañamente segura, tomando en cuenta que quien la abrazaba era un vampiro.


-¿A qué viniste? –le preguntó sin verlo a los ojos.


-A verte.


Bella se estremeció, y esta vez no era por el frío. Pero Edward pareció creer que si era por eso porque la estrechó más contra él.


-Sí, pero ¿Para qué? –le cuestiono teniendo cuidado no verlo directamente.


-Para decirte que… vendré por ti mañana, cuando salgas del café.


No, esa no era la verdad, pero Bella ignoró sus instintos, y se conformó con esa respuesta. Su tranquilidad desapareció cuando se dio cuenta que mañana en la noche tenía que ir a casa de Stein.


-¡No! –exclamó de pronto, luego al darse cuenta que de su reacción se corrigió:- Es decir, no puedo, mi madre y mi tía no me dejarán salir otro día, pero… podemos vernos aquí otra vez, afuera de la casa, a las once.


-Entonces vendré por ti a las once –dijo él y pasó una mano por su cabello.


Eso fue suficiente para Bella, no podía confiar de esa forma en un vampiro, así que se alejó de él.


Edward la observó fijamente, y un suspiro cargado de tristeza escapó de sus labios.


-Nos vemos mañana.


Bella no contestó, el frío había regresado a ella, y más fuerte que antes de ser abrazada por Edward, una parte de ella quería que él lo hiciera de nuevo, pero sacudió su cabeza y corrió a su casa. No miró afuera cuando cerró la puerta.


-Te ves cansada –comentó Yadhira cuando se acercaba la hora de cerrar.


No sólo se veía, se sentía completamente exhausta. Después de su visita había permanecido la mayor parte de la noche deseando que la reunión en casa de Stein durara poco, sino tendría que inventar una excusa para llegar a tiempo a su casa para ver a Edward.


Todo se estaba volviendo demasiado complicado.


-No dormiste en toda la noche –adivinó su amiga-, porque te la pasaste pensando en los dos chicos que andan tras de ti.


De alguna forma, estaba en lo correcto, pero no por lo que ella suponía, pensó Bella.


-Ninguno anda tras de mí, Yadhira –le dijo.


Su amiga puso los ojos en blanco.


-Claro que sí –la contradijo.


Bella resopló, tenía ganas de decirle que Edward sólo la veía como un objeto, ya que era un vampiro, y que Stein sólo era amable porque era como ella, un humano que podía distinguir a los inmortales, pero por supuesto, nada de eso podía salir de sus labios.


-Entonces… ¿Cuál te gusta más? –le preguntó Yadhira.


-Ninguno.


-¡No me salgas con eso, Bella! –exclamó la morena-. Los dos están como para comerse, no estoy ciega, así que no me digas que ninguno de ellos te gusta.


-Escucha entre Edward y yo no va a pasar nada –le aclaró. Para Bella era sencillo entender eso, ya que él era un vampiro y nunca la vería de esa forma, ella tampoco ya que nunca podría confiar en uno de ellos.


-¿Y qué tal Stein?


-Ni con él –dijo.


-¿Por qué no? ¿Por qué te niegas a una oportunidad con alguno?


Simplemente por el hecho de que no existían tales oportunidad. Eso estaba bastante claro para Bella, y no encontraba forma de hacérselo saber a su amiga.


-Dejemos ese tema ¿De acuerdo? –sugirió Bella.


-Bien, pero no me rendiré así de fácil amiga, puedo llegar a ser muy insistente.


Yadhira no tenía que haber dicho eso, Bella la conocía perfectamente.


Bella regresó a su casa, no podía pensar en otra cosa que en salir rápido de la reunión con Stein, pero no tenía idea como hacerlo.


-¡Sube rápido a arreglarte, no queremos llegar tarde! –Megan ni siquiera la saludó, simplemente la mandó a su habitación.


-No puedo creer que después de tanto tiempo veremos a otras personas como nosotras.


Bella alcanzó a escuchar la voz entusiasmada de su madre mientras subía las escaleras, las dos mujeres parecían muy contentas con la idea de la reunión.


El espejo no le devolvía buena imagen, y como no sabía qué clase de reunión se trataba decidió que lo mejor era ponerse algo de maquillaje y cambiarse de ropa. Se asomó a su closet y después de andar buscando y removiendo en los cajones decidió ponerse un sencillo vestido azul, que hace tiempo no usaba.


No pasó mucho para que ella volviera a la sala, y se encontrara no con dos, sino con tres personas esperándola.


Tal vez si se había tardado más de lo que creía.


-Te ves hermosa –Stein se acercó a ella.


-Gracias –respondió algo confundida-. Lo siento, pero ¿Qué haces aquí? –añadió sin verlo a los ojos.


-Vine por ustedes para asegurarme que fueran a la reunión –respondió él divertido.


Ahora que lo observaba bien, Stein se veía diferente ese día, parecía haberse esmerado más en su apariencia y eso lo hacía lucir aún más apuesto que antes.


Su auto, era un último modelo negro, y sus asientos eran de piel, Bella supuso que se trataba de un vehículo muy caro. En él fue que llegaron hasta una hermosa casa, demasiado grande para lo que ella se había imaginado, pero suponía que para una reunión estaría perfecta.


Se preguntó cómo las recibirían las otras personas, o si alguna tendría una habilidad extra como ella y Stein.


Eran las ocho en punto.


La puerta de la casa se abrió, y Bella vio a un hombre tan parecido a Stein, solo que unos años más encima, que no dudó que estaba en frente de su padre.


El hombre le ofreció una amplia sonrisa.


-Supongo que tú eres Bella –dijo.


La aludida asintió.


-Mi hijo me ha hablado de ti con mucha insistencia –comentó-. ¿Así que tú puedes saber cuando alguien está mintiendo?


-Sí.


-Fascinante –aprobó el hombre.


Stein intervino en ese momento y presentó a Megan y Reneé. Entonces el hombre hizo una leve inclinación e invitó a pasar a las tres mujeres.


A Bella le encantó la decoración del interior, todo se veía tan elegante, aunque si tuviera que escoger entre casas, sería la de Edward.


La joven se detuvo. ¿A qué venía ese pensamiento?


Porque aquella casa era inhabitable ya que estaba llena de vampiros, un humano no podría vivir ahí, por lo menos no mucho tiempo.


-Ven conmigo, Bella –Stein la tomó de la mano-, te presentaré a alguien que creo que te agradará.


Bella fue conducida entre la gente, hasta llegar a una pareja y su pequeña hija, que no tendría más de diez años, y se preguntó quién era la persona que Stein tanto quería que conociera.


John y Mary resultaron ser dos personas muy agradables y la niña era una hermosa castaña, con unos ojos tan azules como el cielo.


-Kim, enséñale a mi amiga Bella lo que sabes hacer –dijo Stein.


La niña sonrió, y dos pequeños hoyuelos se formaron en sus sonrosadas mejillas.


-¿Es tu amiga o tu novia? –preguntó la niña observando las manos unidas de los dos.


-¡Kim! –la regañó su madre-. Te he dicho que no te metas en la vida privada de las personas.


La pequeña agachó la cabeza ligeramente, pero la sonrisa no se le borró del rostro.


-Lo siento.


Bella sintiéndose de pronto, un tanto incómoda soltó la mano de Stein.


-Bueno ya que le agradas mucho a Stein –siguió la niña-, te mostraré.


Kim cerró los ojos fuertemente, y durante un momento no ocurrió nada, hasta que sin que Bella lo esperara todas las luces se apagaron.


Hubo un jadeo de sorpresa colectivo.


Bella no podía ver nada.


-Ahora algo más divertido –escuchó que reía una vocecita cerca de ella.


En cuanto las palabras de Kim terminaron, las luces comenzaron a encenderse y apagarse a una velocidad sorprendente.


-Creo que es suficiente Kim, sino mi padre me matará por convencerte de hacer esto –la voz de Stein de pronto se escuchó mucho más cerca que antes.


-Oh, apenas se estaba poniendo interesante –se quejó la niña.


Cuando la luz volvió por completo, Bella se dio cuenta que Stein estaba a sólo unos centímetros de ella. Él le sonrió y se inclinó un poco hacia ella, pero Bella se giró para observar a Kim.


-Eso fue maravilloso –felicitó a la niña.


-Gracias –dijo Kim, viéndose muy satisfecha de sí misma-. ¿Y tú tienes alguna habilidad?


-Sí, pero no es tan divertida como la tuya –respondió Bella con una sonrisa en los labios-. Yo puedo saber cuando alguien miente, y cuando hago una pregunta mientras estoy viendo a alguien a los ojos siempre me tiene que responder con la verdad.


Kim abrió los ojos como platos.


-¿En serio?


Bella asintió.


-Creo tú habilidad es increíble, no tanto como la mía, pero sí está bien –comentó la niña.


Poco después pasaron al comedor, Stein se sentó junto a Bella, lo que, por las miradas que les dirigía el padre del joven, no había pasado desapercibido para él.


-Creo que Kim puede controlar la electricidad –le explicó Stein, cuando ella le preguntó sobre la niña-, pero como ahora es muy pequeña sólo puede hacerlo con las luces.


Bella observó la mesa, jamás se había imaginado estar con tantas personas que pudieran distinguir a los vampiros, se sintió menos sola que antes. Les dirigió una mirada a Reneé y Megan, y supo que ellas también compartían esa misma emoción.


La conversación en el lugar se veía animada, el padre de Stein parecía muy entusiasmado hablando con otro hombre, al parecer sobre… vampiros, pero Bella no les prestaba mucha atención hasta que surgió una palabra que la hizo girarse para escucharlos mejor.


-Te digo que últimamente muchos humanos hacen tratos con los vampiros, Ryan –dijo el hombre.


-Pero me parece imposible alguien como nosotros acceda a eso –replicó el padre de Stein algo preocupado.


-Pues es lamentablemente cierto, por eso hay que tener mucho cuidado con las personas que entran a esta comunidad –siguió el hombre-, puede haber traidores.


-Estoy seguro que ninguno de los aquí presentes a cometido la estupidez le aliarse con uno de esas criaturas infernales –dijo firmemente Ryan.


Bella se removió incomoda en la silla.


-De cualquier forma hay que tener mucho cuidado –insistió el hombre-, no queremos que alguien revele que nos reunimos, no por ahora, por lo menos. Sería nuestro fin, los vampiros se irían sobre nosotros en cuanto lo supieran, y no sobreviviríamos.


No, ella nunca le diría nada de esto a Edward, no los traicionaría.


-Tendré cuidado –le aseguró Ryan, después se volvió hacia ella y le sonrió añadiendo:- además ahora si sospecho que alguien pueda estarnos traicionando tengo un arma secreta para sacarle toda la verdad. ¿Nos ayudarías verdad, Bella?


-Sí, por supuesto –musitó Bella en respuesta.


Stein le tomó la mano y se inclinó hacia ella.


-Le agradas a mi padre –murmuró en su oído.


Si él y su padre se enteraran de la verdad, no sólo no les dejaría de agradar, sino que la odiarían.


Se hicieron las diez de la noche.


Bella casi salta de su silla cuando ve el reloj, pero no lo hizo simplemente se levantó y se dirigió hacia donde se encontraban su tía y su madre.


-Me siento algo cansada –les dijo-. ¿Nos podemos ir?


-Sí –coincidió Reneé-, yo también me siento cansada.


Stein se ofreció a llevarlas, y Bella aceptó, era la forma más rápida de llegar.


El recorrido de regreso se le hizo más lento a Bella, quizás porque tenía que estar lista a las once, y no sabía cómo reaccionaría el vampiro si no la veía ahí.


Cuando llegaron, un gran suspiro escapó de los labios de la joven.


-Nosotras vamos a subir a dormir –le dijo Megan-, tú despide a Stein y agradécele por todo.


¿Era su idea, o su tía quería que se quedara a solas con él? Pero pronto se le borró eso de la mente cuando le echó otro vistazo a las manecillas, y vio que sólo faltaban diez minutos, esperaba que Stein se fuera pronto.


El rubio le sonrió y la tomó entre sus brazos.


-Pasaré mañana por la cafetería –dijo él guiñándole un ojo y le dio un rápido beso en la mejilla.


-De acuerdo –respondió sin prestar mucha atención, ya que estaba viendo a su alrededor en busca de algún indicio que le indicara que el vampiro había llegado.


No logró relajarse hasta que Stein se despidió de ella y lo vio alejarse en su auto.


Escudriñó la oscuridad y al asegurarse que no había nadie, se volvió, tenía que cambiarse de ropa antes de bajar… entonces escuchó pasos detrás de ella.


Se giró, y encontró a Edward, de pie ante ella, se veía mucho más serio que antes.


-¿A qué se debe ese atuendo? –le preguntó recorriéndola con la mirada. Sus ojos parecían debatirse entre el enojo y la fascinación.


Bella abrió la boca para responder, pero fue interrumpida.


-O mejor preguntaré ¿Quién era él? –cuestionó frunciendo el ceño-. ¿Y a donde fuiste?


Tenía que pensar en alguna excusa buena, sino él lo descubriría todo.
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Capítulo 8 . Revelación


Mientras el frío comenzaba a afectar a Bella hasta los huesos, y Edward tuviera una expresión no muy contenta en el rostro, ella se ponía a pensar en una respuesta creíble, pero falsa.


No podía decirle que estaba en una reunión de personas con la misma capacidad que ella, con seguridad los mataría a todos, porque así eran los vampiros, sólo esperaban cualquier excusa para derramar sangre.


Así que la verdad estaba descartada. Entonces se le ocurrió algo, que pensaba salvaría a Stein de cualquier sospecha por parte de Edward. Simple, ella había tenido una cita con él, sí, eso haría que el vampiro no hiciera más preguntas. No creía que a Edward le interesara en lo más mínimo su vida personal, no, por supuesto que no.


-Me invitó a salir –soltó rápido. Esas palabras le dejaron un sabor agrio en la boca, como si algo dentro de ella le dijera que esa era una respuesta equivocada.


El rostro de Edward se convirtió en piedra, ninguna emoción se podía leer en él, y esto, más que nada asustó a Bella. Porque de pequeña, mediante mucho sufrimiento había aprendido algo muy importante: podías anticipar la furia de un vampiro con sólo ver su expresión, pero uno que a la vista carecía de emociones, podía esconder la verdadera ira detrás de esa máscara de indiferencia.


Bella retrocedió.


Edward notó esto, y su rostro por fin reveló algo: dolor. Entonces, algo dentro de Bella se rompió, y sintió como si ella fuera la causante de ese sufrimiento. Pero era una tontería. ¿Cómo podía un simple humano herir a un vampiro?


-Sabes que es cierto cuando digo que no me gusta tener que usar nuestro trato para obligarte a hacer algo, pero en esta ocasión no puedo evitarlo –dijo Edward.


Todo eso era verdad, supo Bella en cuanto las palabras llegaron a sus oídos.


-No quiero que lo veas más.


-¿Por qué? –a pesar de que ansiaba la respuesta a esa pregunta, no lo miró a los ojos.


Pero él no respondió, simplemente acortó la distancia que había entre los dos, tan rápido que Bella ni siquiera se dio cuenta hasta que el rostro de Edward estuvo a escasos centímetros de ella.


Entonces él pasó una mano por su cabello, y a Bella se le olvidó que había abierto la boca para hacer una pregunta. Ella se estremeció.


-Por favor, Bella, aunque sea en este momento no te alejes de mí como siempre lo haces –le pidió.


Bella sentía que su corazón se quería salir de su pecho, pero en esta ocasión no pudo distinguir si eso era causado por miedo, o por otra emoción.


-Escucha –le dijo despacio, mientras su otra mano, la que no estaba ocupada con su cabello, la envolvía por la espalda y la acercaba más a él-, yo preferiría morir antes que hacerte daño.


Bella sabía que eso era verdad, estaba segura de ello, su don jamás fallaba, pero no lograba entender porqué Edward decía ese tipo de cosas… como si se preocupara por ella.


No, no podía creer en eso, los vampiros no sienten nada por los humanos.


Así que en lugar de seguir imaginando cosas, se concentró en lo que más importaba en ese momento. Porque tenía que hacer que Edward accediera a dejarla ver a Stein, después de todo, no creía que esa reunión fuera la última, y ella estaba tan emocionada por conocer a personas con ella, de saber que no estaba sola.


Aunque justo en esos momentos, no se sentía para nada sola. Sacudió su cabeza para borrar ese último pensamiento, que ni siquiera sabía de donde había venido.


-Pero –comenzó-, Stein no es peligroso ¿Por qué no puedo seguir viéndolo?


Edward no respondió inmediatamente, sólo se limitó a abrazarla con más fuerza, como si no quisiera soltarla nunca. Bella no lograba entender bien porque él no quería que viera a Stein. ¿O acaso su mentira no había funcionado y Edward sabía sobre el don de Stein?


-¿En verdad quieres saberlo? –cuestionó.


-Sí –musitó.


-¿Entonces porque no simplemente me miras a los ojos y lo preguntas? –continuó-. Tú don te permitiría saber tantas cosas sobre mí, sólo tienes que usarlo.


-Creí… -hiso ademán de alejarse de él, pero sus brazos seguían aferrados a ella, sin darle opción a liberarla- Creí que a ti te molestaría si lo usaba en ti…


Edward dejó escapar un suspiro cansado, y se inclinó más hacia ella.


-Y pensaste que me enfurecería –dijo, no era una pregunta-. Bella, no sé como hacerte entender que nunca te lastimaría, aunque… aunque tu me traicionaras…


Bella se quedó sin palabras, petrificada. ¿Por qué un vampiro decía cosas como ésa? O para ser más exactos: ¿Por qué Edward decía eso y la confundía tanto?


Comenzaba a dudar de las palabras de su madre y su tía, que los vampiros son malos, que no les importan los humanos, que…


-Te permitiré hacerme las preguntas que quieras, puedes usar tu habilidad, Bella. Tal vez de esa forma logres entender muchas cosas…


Edward tomó su barbilla, y la obligó a verlo a los ojos.


-Que comience el interrogatorio –bromeó el vampiro.


Ahí estaba, su oportunidad, las preguntas que ella quisiera… y había tantas cosas para las que quería una respuesta… Y Bella… no se atrevió, no podía porque una parte de ella le tenía miedo a la respuesta.


Sus párpados se cerraron y negó con la cabeza.


-¿No? –entonces lo sintió acercarse más, y lo escuchó murmurar en su oído-. De todas formas te lo diré. No quiero que él se te acerque, no quiero que te toque, ni siquiera quiero que te mire. Tuve que reunir todas mis fuerzas para permanecer oculto esta noche, mientras él te abrazaba, pero hubo un momento en que creí que saltaría sobre él.


Bella no quería abrir los ojos, porque si lo hacía y se encontraba con el brillo dorado de los de él, temía descubrir muchas cosas en ellos.


-Porque siento que los celos me consumen por dentro,


¿Celos? ¡Celos! ¿El le estaba diciendo que estaba celoso? Pero él no podía… porque eso significaba que… que él la quería.


Era demasiado para ella, porque siempre había sabido que los vampiros… los vampiros… ¡Ellos no tenían sentimientos! ¿Todo lo que creía saber era un error?


Bella se sacudió para alejarse, pero esta vez no era por miedo, sólo estaba impresionada, no sabía que pensar, no sabía que hacer.


Pero Edward lo entendió todo mal.


-Aunque tú me desprecies, es así como me siento.


Tal vez si no estuviera tratando de analizar todo lo que le había dicho, le hubiera sacado de su error, y dicho que no lo despreciaba. No, Bella no podía odiar a alguien que se preocupaba tanto por ella.


-Tenemos que irnos –Edward cambió tan rápido de tema, que a Bella le desconcertó-. Y lamento decirte que iré corriendo, así que tendré que tocarte para llevarte.


Otra vez esas palabras llenas de amargo dolor, en esta ocasión la lastimaron tanto que hizo algo que ninguno de los dos se esperaba. Bella se acercó a él y extendió los brazos, dando a entender que le permitía de buena gana que la abrazara.


-Vamos –dijo Bella. Sabía que lo hacía porque estaba demasiado aturdida por todo, porque aún había una parte de ella que le decía que tuviera cuidado con los vampiros.


Edward le regaló una sonrisa, y no le dio tiempo a que se arrepintiera, la tomó entre sus brazos suavemente, como si fuera algo muy valioso.


Ambos desaparecieron en la oscuridad.


Llegaron a un lugar, que Bella pensó que parecía un callejón muerto, no había nadie en las calles. Era muy tarde, sí, pero normalmente en la ciudad la gente a esas horas todavía seguía despierta.


Bella se estremeció.


-Tranquila –le dijo Edward-, no permitiré que te pase nada, sólo vengo a ver a otro vampiro, necesito hacerle unas preguntas.


La joven asintió, pero no podía evitar que sus ojos observaran en todas direcciones ni de que su imaginación le dijera que alguien la atacaría en cualquier momento.


Caminaron un poco hasta llegar a un edificio que parecía abandonado, pero ese aspecto probablemente se lo daba la pintura corroída, y algunos vidrios rotos que se alcanzaban a ver en las ventanas de los últimos pisos.


Ni siquiera tuvieron que entrar en él, ya que un vampiro los esperaba afuera. Era un poco más bajo que Edward, y su cabello era oscuro, pero parecía más bien opaco, sus ojos, estaban ocultos tras unas gafas negras, aún cuando la oscuridad los rodeaba.


-¿A que se debe la visita, Edward? –cuestionó el vampiro, en un tono que daba a entender que no era bienvenido.


-Anker me dijo que tú podrías conocer al culpable de las muertes de las mujeres humanas, sabes que tenemos prohibido matar, Heller –dijo Edward con brusquedad.


Heller mostró los colmillos.


-Ese estúpido vampiro sólo te dijo eso, porque me odia –escupió-, yo no he tenido nada que ver con eso.


Edward se giró hacia Bella.


-Dice la verdad –respondió ella. Cuando había visto en la televisión la noticia de la desaparición de mujeres en toda la ciudad, supo que tenía algo que ver con los vampiros, y ahora lo había comprobado.


-¿Quién es tú hermosa y apetecible compañía? –el vampiro ahora tenía su atención en ella.


Edward se puso entre los dos, bloqueándole la visión de ella al vampiro.


-Olvídate de ella, Heller –le gruñó-. Ahora responde ¿Qué sabes sobre los asesinatos?


-¡Nada! –gritó-. ¡Ya te dije que yo no fui, y no se quien lo hizo!


-Es la verdad –dijo Bella detrás de Edward.


-¿Eres un detector de mentiras acaso? –le preguntó el vampiro exasperado.


Edward le mostró los colmillos.


-Después de todo, no conseguí averiguar nada esta noche –dijo-. Bella, te llevaré a tu casa.


-Deberías dejar de preocuparte tanto por las humanas que están siendo asesinadas –dijo Heller-, y cuidar más el bonito cuello de la tuya. Ya que ella puede distinguirnos, y eso no es muy apreciado por nosotros. O quizás si la descuidas, alguien la muerda antes que tú…


Edward lo golpeó tan fuerte, que el vampiro salió volando varios metros lejos de él, y cayó al suelo ocasionando un ruido fuerte al impactar contra el pavimento.


Edward la tomó entre sus brazos, y en pocos minutos estuvieron en la puerta de su casa. A pesar de que Bella creía que la bajaría de inmediato no fue así, la abrazó con fuerza y posó sus labios en su frente.


-Buenas noches –dijo a modo de despedida, antes de desaparecer.


Dejándola fría, sola y confundida.