Dark Chat

lunes, 1 de noviembre de 2010

Te Presento A Mi Amante

Capitulo 11: Motivos

Bella POV

—Hola —me sonrió— tu eres Isabella ¿verdad?

—Bella.

—Bueno Bella, soy James, te vi en el gimnasio y deja decirte me dejaste sin palabras.

—Ah… —no encontré nada más coherente que decir.

—Me gustaría invitarte a tomar algo ¿qué dices?

Abrí los ojos por la sorpresa e instintivamente voltee a ver a Edward quien lo asesinaba con la mirada, detrás de el vi un borrón oscuro dar saltitos y aplaudir, asomo la cabeza por encima del hombro de Edward y asintió. Entonces como algo mecánico mire a James.

—Claro, vamos —un gruñido vino detrás de mí y después unas palabras cargadas de resentimiento.

—Ella no ira contigo a ningún lado.

Me sorprendí al escuchar esas palabras salir de los labios de Edward y más sabiendo que Tanya estaba presente. Me sentí muy nerviosa, solo pude bajar la mirada al suelo mientras intentaba tranquilizar mi corazón. De alguna forma también me sentí culpable, yo había provocado esa reacción en Edward que no hacia más que dejar claro que me amaba, pero al estar Tanya ahí quise que el sintiera lo mismo que yo al verlo con ella, aunque me arrepentí en ese instante. Yo había aceptado a Edward aunque sabia que estaba casado.

—¿Y por que no? —pregunto Tanya alzando una ceja.

—Por que… ella vendrá conmigo —su voz se escuchaba determinada— tenemos una apuesta que cumplir y necesito ir por su auto.

—¿Y desde cuando los maestros hacen apuestas con las alumnas? —pregunto James enojado.

—La hicimos antes de entrar a la escuela —Alice salio en defensa de su hermano— Bella es amiga mía y de mi hermano antes de ser su alumna.

La facilidad de los Cullen para mentir era asombrosa, hasta yo me lo estaba creyendo.

—Bueno corazón en ese caso ve y cumple como el hombre que eres, yo te espero en la casa —Tanya le guiño un ojo y lo beso en los labios al mismo tiempo que sentí mi corazón partirse en dos. Edward intento separarse de una forma que no resultara tan obvia, después Tanya subió al auto y se fue.

—En ese caso Bella, lo dejamos para después —mire a James quien tenia una sonrisa encantadora en el rostro— ¿podrías darme tu numero?

Asentí y en voz muy baja le di mi número de celular, se despidió con un beso en la mejilla y se alejo a paso firme. Voltee para ver la expresión de Edward pero este ya se encontraba dentro del Volvo, y Alice cerraba la puerta.

—Bella será mejor que te vayas con el y hablen —me dijo Alice— yo esperare a Jasper y distraeré un poco a Emmett.

Suspire y asentí, rodee el Volvo y subí al asiento del copiloto, en cuanto la puerta se cerro Edward arranco el auto y salimos volando del estacionamiento. Lo mire de reojo y note que mantenía el volante apretado entre sus manos, parecía a punto de quebrarlo pero no me atreví a decir nada. En menos de lo que imagine habíamos llegado a mi casa. Bajo del auto y yo aun en silencio y sin moverme espere a que Edward me abriera la puerta. Cuando baje del auto Edward tenía una mano estirada dándome las llaves de su Volvo.

—Cuídalo bien —su voz fría hizo que un escalofrió me recorriera el cuerpo— ahora dame las llaves de tu ¿auto? O lo que sea, quizás tengas prisa por ir a ver a James.

Quise decir algo pero no encontré nada coherente que hiciera disminuir su molestia. Camine hasta la puerta y entonces note que el seguía de pie junto a su auto.

—¿No vas a pasar? —luche por que la voz no se me quebrara… pero falle.

—¿No te quito el tiempo?

—No seas ridículo —el debería saber que tiempo era lo que me faltaba para estar con el.

Suspiro cansado y camino hasta mi, abrió la puerta y entro, dejo que yo lo hiciera también y cerro la puerta tras de mi.

—Toma siento mientras busco las llaves.

Lo perdí de vista cuando entro a la sala. Me quite la chamarra y la colgué en el perchero. Subí las escaleras lentamente y entre a mi cuarto. Encontré las llaves dentro del cajón de mi mesa de noche. Las apreté en mis manos mientras pensaba como empezar, Edward estaba enojado y suponía que en cuanto le diera las llaves se iría. Suspire con tristeza, era yo quien había provocado su enojo y tal vez me lo merecía.

Baje las escaleras y me quede de pie mirando al chico que estaba en mi sala. Edward se había sentado en el sofá individual, tenia la cabeza recostada en el respaldo y apretaba el puente de su nariz con una de sus manos. Se veía enojado, pensativo y muy guapo, el pelo estaba completamente desordenado como siempre, algunos caían sobre su frente contrastando con su pálida piel. Debajo de la chamarra traía un suéter delgado que se pegaba a su perfecto cuerpo enmarcando los músculos de su pecho. Abrió los ojos y enderezo la cabeza mirándome fijamente, haciendo que me perdiera en sus ojos verdes. Me sonroje debido a que me había sorprendido viéndolo, y por los pensamientos que estaba a punto de tener, quizá mi mirada no era muy decente.

—Eh… este… las llaves —estire mi mano ofreciéndole el juego de llaves. Edward se puso de pie y las tomo sin siquiera rozar mi mano.

—Nos vemos mañana —pasó junto a mí y antes de que se fuera decidí hablar.

—Perdón —baje la mirada para que no viera las lágrimas que se acumulaban en mis ojos, aun cuando le daba la espalda. Sentí sus brazos rodear mi cintura y su barbilla descansar en mi hombro— fui una tonta, quería que tu sintieras lo mismo que yo al ver a Tanya ahí dispuesta a robarte y pasar toda la noche contigo.

Su risa musical inundo la casa, sentí como su cuerpo temblaba a causa de las carcajadas. Me tense y las lagrimas salieron de mis ojos pero esta vez eran de coraje, Edward se estaba burlando de mi, aunque si lo pensaba con detenimiento, también yo podía empezar a reírme de mi misma, Tanya era su esposa, y por más que me doliera yo era solo la amante, así que Tanya estaba en todo su derecho de pasar con el las noches que ella quisiera y aunque me doliera yo no podía pedirle a Edward que se mantuviera alejado de ella.

—Tonta Bella —dijo una vez que dejo de reírse, me hizo darme la vuelta para quedar frente a el y dulcemente limpio mis lagrimas con sus dedos— Tanya y yo no vamos a pasar la noche juntos, al menos no como ella lo dio a entender, no me interesa, duermo con ella, si, pero es lo único que hacemos en esa cama, aunque suene irónico pero siento como si te traicionara cuando me besa. Por que desde que estoy junto a ti no quiero que ningunos labios que no sean los tuyos me besen.

Se inclino para juntar sus labios con los míos y comprobar sus palabras con hechos. Su boca se movía con la mía lentamente, con dulzura y a la vez cargada de una pasión que hacia mi corazón palpitara totalmente desbocado. Mientras su lengua se abría paso por mis labios, deslice mis manos por su suave y a la vez duro pecho hasta llegar a sus hombros, junte mis manos detrás de su cuello para acercarlo más a mi, hundí mis dedos en su cabello. Libero mi boca de sus labios solo para besar mi cuello mientras yo jadeaba por recuperar un poco de aire. Caímos lentamente en el sofá grande sin separarnos un solo momento, el quedo sobre mí, continuo llenando mi cuello de besos mientras yo metí las manos debajo de la chamarra, en un movimiento lento y torpe de mi parte la deslice por sus hombros y cayo al suelo. Sentí que Edward jugaba con el borde de mi blusa y después sus calidos dedos acariciando la piel de mi vientre. Volvió a atrapar mis labios con los suyos y de repente ya no sentí su peso sobre mí.

Abrí los ojos al escuchar un fuerte golpe, Edward había caído sobre la mesa de centro que se había hecho pedazos, había vidrios por todo el piso y algunos clavados en sus manos. Junto al sofá estaba Emmett mirándolo con rabia y si no me hubiera puesto de pie interponiéndome entre el y Edward seguramente lo hubiera matado.

—Emmett detente.

—Claro, ya que lo haya matado por ponerte las manos encima —gruño. Nunca había visto a mi hermano tan enojado.

Escuche un quejido detrás de mi, di la vuelta y me agache junto a Edward, sentí un fuerte olor a sangre y me maree un poco, pero el querer ayudar a Edward podía más que mi aberración por la sangre.

—Ve lo que le hiciste —exclame horrorizada al ver algunos pedazos de vidrio clavados en la espalda de Edward.

—Es lo menos que se merece y quítate para que pueda dejarlo peor —me tomo del brazo pero yo me resistí, seguramente dejaría un gran moretón pero no podía permitir que le hiciera algo a Edward, era mucho más grande que el y además yo también era parte de todo esto.

—Emmett —se quejo mi novio— si te calmas y me dejas hablar…

—¡No vas a hablar, vas a salir de mi casa en este momento y no vas a volver a entrar o te juro… te juro Edward que yo mismo te romperé las piernas para que no puedas hacerlo!

—¡Basta ya! —grite— ayúdame a levantarlo y a curarle esas heridas y después vamos a hablar por que si lo corres me voy yo también.

Me puse de pie y subí al baño para tomar un botiquín de primeros auxilios, baje corriendo sin preocuparme por mi mareo o mi torpeza. Cuando regrese a la sala Emmett ayudaba a Edward a levantarse y después le quito la camisa con cuidado. Las heridas no eran profundas, pero aun así estaba segura que el dolor era inmenso. Cure las heridas aguantando las ganas de salir corriendo a vomitar, Edward se quejo muy poco y Emmett caminaba en círculos por el corredor de la entrada.

—Lo siento —me disculpe.

—No tienes por que —su voz se escuchaba calmada y trataba de ocultar el dolor— yo hubiera hecho lo mismo si hubiera encontrado a Alice con mi mejor amigo y este estuviera casado.

—¡Ese es el maldito problema! —la voz de mi hermano hizo que me exaltara— el hecho de que estuvieras sobre mi hermana… tocándola lo puedo soportar pero… ¡debería matarte!

—Pero no lo harás —dije firmemente.

—Bella —me miro como si fuera yo de otro planeta— ¿Cómo puedes… como?

Su voz temblaba por el coraje. Termine de curar a Edward, se puso la camisa, el suéter y la chamarra encima ocultando las manchas de sangre en el suéter. Me senté en el sofá y entonces lo asimile todo, ahora Emmett mi celoso hermano mayor se había enterado de la peor manera que su amigo y yo teníamos una relación y que el gran detalle de su matrimonio hacia de esta algo mal visto. No pude contener las lágrimas y empecé a llorar. Mi hermano y Edward se mantenían en silencio hasta que Emmett lo rompió.

—Encuentro a mi mejor amigo sobre mi hermana —su voz sonaba más calmada— tu estas casado por lo tanto ¿no me merezco una explicación?

—Y yo te la daré, Bella y yo nos queremos —hundí mi cabeza en mis manos y solloce en silencio mientras Edward hablaba, mi hermano bufo molesto— lo se, te suena ridículo pero así es…

—¿Y Tanya? —pregunto mi hermano.

—Me voy a divorciar de ella —la voz de Edward sonaba convincente pero no lo suficiente para mi hermano— en cuanto Tanya se vaya de nuevo pondré la demanda de divorcio.

Mi hermano rió sin ganas, de manera burlona. — ¿Y por que hasta que se vaya? ¿Por qué no ahora? Si mi hermana es tan tonta para no pedírtelo yo si, si quieres seguir viendo a mi hermana hazlo ahora.

—Pienso hacerlo hasta que se vaya para que sea más rápido, habiendo una causa como la de abandono de hogar, alegando que desde que nos casamos no ha estado en casa, si lo hago ahora será más difícil, el matrimonio esta consumado y si ella se niega esto nos llevara más tiempo que las dos semanas que ella tarde en irse de nuevo.

—Bien —dijo mi hermano y levante la vista— entonces hasta ese momento ustedes estarán juntos.

—¡No! Yo no me voy a separar de el, no puedo.

—Bella eres absurda, ¿estas consiente de que por el momento eres la otra?

—No me importa.

—Estas loca —resoplo mi hermano.

—Emmett yo se que es difícil para ti aceptarlo, me pongo en tu lugar y te entiendo yo también tengo una hermana a la que adoro y por la que metería las manos al fuego, pero tu me conoces desde hace años, sabes que jamás le haré daño a Bella y que si le estoy prometiendo que en poco tiempo seré libre es por que lo voy a cumplir.

Los tres nos quedamos en silencio por unos minutos, no quise decir nada más, Edward tenia razón, ellos dos eran amigos desde hace muchos años y por lo tanto sabia que Edward era un caballero, al parecer esto lo hizo pensarlo un poco.

—Si eso es lo quieres enana… esta bien —sonreí por sus palabras— pero no me pidas que te vea con buenos ojos y no quiero que en mi presencia la estés tocando o besando, además se tienen que andar con cuidado para que nadie más se entere, y quiero ver en cuanto Tanya se vaya de nuevo, esa demanda de divorcio o esas cortadas te parecerán caricias ¿entendiste?

—Me quedo muy claro —Edward sonrió.

—No sonrías y vete, necesito hablar con mi hermana.

—Bien, mañana paso por ti temprano —Emmett alzo una ceja en señal de pregunta— tenemos una apuesta que cumplir.

—Demonios. Tengo que irme dos semanas en esa chatarra —gruño mi hermano— si, esta bien ahora vete.

—Te acompaño —ofrecí.

—El sabe el camino y confió en que no se robara nada, tú te quedas aquí.

—Emmett no seas ridículo, enseguida regreso.

Tome a Edward de la mano y salimos al porche en donde se encontraba mi pickup.

—Siento la mirada asesina de Emmett en mi espalda —murmuro Edward.

—¿Más que las cortadas? —pregunte avergonzada.

—Eso no duele, las volvería a sufrir una y otra vez solo por tenerte en mis brazos de nuevo.

Me sonroje al recordar la situación en que mi hermano nos había encontrado. Pero me preguntaba ¿que hubiera pasado si Emmett no hubiera llegado? Ante la idea de estar solos en mi casa. ¿Habríamos continuado? ¿O nos habríamos detenido? Nunca lo sabría. Pero deseaba con todas mis fuerzas que mi hermano no hubiera llegado, que Edward continuara besándome y acariciándome. Me sentí un poco avergonzada al pensar en eso. Nunca me había sentido de esta manera. Nunca había deseado a un hombre como deseaba a Edward. Pero quizás era un poco pronto para hablar sobre el tema.

—Nos vemos mañana —dijo mientras abría la puerta de mi camioneta— no puedo creer que me obligues a hacer esto.

—Tu apostaste contra mi —sonreí al ver su rostro contrariado— ese es tu castigo por subestimarme.

—Recuérdame nunca volver a hacerlo.

—No, no si puedo ver esa cara de desagrado, te ves tan guapo así.

Rodó los ojos y me dio un rápido beso en los labios, subió a mi camioneta y me quede en el porche hasta que la perdí de vista. Suspire y entre a la casa, me dirigí a la sala donde Emmett había empezado a recoger los pedazos de la mesa.

—¿Cómo le explicaremos a papá esto?

—No lo se, tendrás que inventar algo bueno, soy mala mintiendo.

—Bella… —espere a que dijera algo más, se quedo contemplando los cristales rotos y después de unos segundos se puso de pie y me abrazo— ¿en verdad quieres esto?

—Lo quiero a el —no necesitaba pensar mi respuesta— ¿no harías tu lo mismo?

—No, Edward no es mi tipo —imagine la cara de disgusto que estaría haciendo y reí— como hermano mayor no me queda más que apoyarte y encargarme de partirle la cara a Edward si no cumple sus promesas, aunque lo conozco y eso tiene algo que ver en que no me ponga peor, es solo que no quiero que salgas lastimada, a veces soy algo infantil, bromista y loco… pero te quiero y quiero verte feliz.

Mis ojos se llenaron de lágrimas. Tenia al mejor hermano del mundo, de alguna forma hubiera entendido que me prohibiera ver a Edward, o que dejara de hablarme, todo hubiera esperado de mi hermano, pero en el fondo sabia que me quería y entendía de cierta manera. Deje escapar unas lágrimas y un suspiro. Me separe de su abrazo y con sus enormes manos seco las lágrimas de mis mejillas.

—Ahora levantemos esto.

Le ayude a recoger le mesa hecha añicos con mucho cuidado, ya que con mi torpeza era capaz de levantar un trozo de vidrio y morir en el intento, limpiamos el piso en el cual había unas gotas de sangre y sacamos la basura, dejando un espacio en el medio de la sala. Cuando Charlie llego le dijimos que Emmett había aventado su equipo para jugar fútbol y al parecer la mesa no había resistido el peso. Lo único que dijo es que necesitábamos comprar una nueva y más resistente a los ataques de Emmett.

Después de la cena subí a darme una ducha caliente. Entre a la tina hundiendo mi cuerpo en el agua y esperando que esta relajara un poco mis músculos. Me puse a pensar en todo lo que había pasado en el día, gemí ante la idea de ser aceptada en el grupo de porristas, pero Rosalie me lo había pedido como un favor especial y no podía negarme, además a Edward le había gustado el uniforme, me mordí el labio recordando sus palabras y sus besos en el vestidor. Después estaba James, tenía que pensar en una forma de rechazarlo la próxima vez y una excusa para haberle dado un número falso, bueno un poco falso, solo cambie el último número, aunque era suficiente para que no me llamara. Entonces mis pensamientos se desviaron nuevamente a Edward. ¿Qué estaría haciendo en este momento? ¿Cómo justificaría sus heridas si alguien llegaba a verlas? Sobre todo Tanya que dormía con el. Quise llorar al recordarlo de nuevo, pero vino a mi mente las palabras de Edward quien me prometió no hacer nada más que dormir con ella, y yo confiaba en el.

Salí de la ducha cuando el agua comenzó a enfriarse. Me puse la pijama y cepille mi cabello. Baje a darle las buenas noches a Charlie y Emmett quienes veían un juego de béisbol y subí a mi cuarto. Tome lápiz y papel y esa noche más inspirada que ninguna otra comencé a escribir.

Edward POV

Llegue a casa en mucho más tiempo de lo que normalmente lo hacia. Guarde la camioneta de Bella en el garaje, en el lugar de mi preciado Volvo el cual no conduciría por dos tormentosas semanas, y me quede dentro unos minutos. Tenia que admitir que la cabina era calida y además el aroma de Bella estaba por todas partes, era lo único bueno de su pickup. Sonreí ante la idea que dentro de dos semanas, cuando Bella me devolviera mi auto, este estaría impregnado también de su aroma.

Baje de la camioneta y entre a la casa la cual se encontraba en completo silencio. Subí directamente a la recamara de mi hermana. Antes de tocar la puerta, escuche la voz de mi hermana…

—Pasa —sonreí y abrí la puerta, estaba sentada junto a su escritorio haciendo uno de sus diseños— ¿Cómo te fue?

—Uhm —lo pensé un momento— digamos que bien, solo si quitamos los vidrios enterrados en mi espalda.

—¿Vidrios? —mi hermana abrió los ojos sorprendida.

—¿Qué no lo ves todo? —me burle.

—Vi que Emmett los iba a descubrir pero no sabía que te iba a hacer, cuando los vio cambio de idea muy rápido.

Bien. A veces mi hermana solía darme un poco de miedo con sus visiones del futuro y su presunción por saberlo todo… o casi todo.

— ¿Y donde están todos? —pregunte cambiando de tema.

—Papá aun no llega y mamá salio a comprar unas cosas que le faltaban para la cena, la bruja esta encerrada en su cuarto, desde que llegue la escuche maldecir, así que prepárate.

—Entonces, lo que vaya a pasar… que pase —bese a mi hermana en la frente y salí de su cuarto para dirigirme al mío. Abrí la puerta y vi a Tanya acostada sobre la cama con el control remoto en la mano haciendo zapping tan rápido que dudo que en realidad se diera cuando de lo que veía.

—¿Tanto tiempo te tomo ir por ese auto que suena como avión descompuesto? — me reclamo en cuanto noto mi presencia.

—Me quede platicando con Emmett ¿no puedo?

—¿Con Emmett o con esa chiquilla? —el termino que uso para referirse a Bella no me gusto, pero no podía ponerme más en evidencia.

—Ya te dije que con Emmett —iba a deshacerme de la chamarra cuando recordé que mi suéter estaba manchado de sangre.

Tanya gateo por la cama hasta llegar a mí y me abrazo con fuerza, me queje en silencio.

—Lo siento, es que desde que regrese haz estado muy frío conmigo, parece que no te dio gusto que regresara.

—Claro que si —mentí y espere sonar convincente.

—Demuéstramelo —susurro en mi oído y sus labios se encontraron con los míos, se movían ardientes y deseosos, pero no despertó en mi ni la mínima parte de lo que lo había hecho Bella, sus manos intentaron sacarme la chamarra y yo lo evite alejándome de ella.

—Debo ayudarle a Alice con algebra.

—Bien, yo me daré un baño caliente, si quieres unirte… te espero —sus manos comenzaron a desabotonar la blusa— ¿sabes que estaba pensando?

— ¿Qué?

—Tener un hijo.