Dark Chat

lunes, 24 de enero de 2011

Te presento a mi amante

Hello mis ángeles hermosos , buen inicio de semana , aquí les dejo el final de este maravilloso fic ; espero lo hallan disfrutado tanto como yo , también quiero agradecer a mi querida Cinthia Swan por permitirme compartir con ustedes su trabajo , muchas gracias te mando mil besitos 
en fin , no les hecho mas rollo y a disfrutar 
Por fiss dejen sus comentarios al final
Mil besitos a todas
Angel of the dark

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Capitulo 23: Vivieron felices… 


Edward POV

Me quedé sorprendido cuando escuché su propuesta, apenas unos días atrás Bella me había rechazado y ahora de repente me pedía que me casara con ella, algo antinatural en ella, además obviamente estábamos en una época moderna, pero ¿no se seguía usando que fuera el hombre el que propusiera matrimonio? No era machista ni nada por el estilo, solo un poco anticuado.

— No, Bella, digo no es lo que tu quieres, hace días me dijiste que no te quieres casar, seguro Alice habló contigo, ¿o fue mi mamá? — solo eso explicaba su repentina proposición.

— Nadie habló conmigo, solo soy yo, quiero ser tu esposa, que mas da si hay o no un papel firmado — contestó, sus ojos se pusieron vidriosos a causa de las lagrimas — no necesitamos casarnos pero… quiero casarme contigo, quiero envejecer a tu lado y definitivamente quiero caminar por ese pasillo vestida de blanco y que tu me esperes al final y todo ese cuento cursi y ridículo.

— Bella, amor ¿en verdad quieres eso? — con mi mano levanté su rostro para que me mirara a los ojos — yo quiero que tu seas feliz, y no quiero que esto lo hagas ni por mi, ni por mi hermana o mi madre, quiero que tu hagas lo que tu quieras, lo que te haga feliz.

— Que hubieras dicho que si, me habría puesto feliz, te amo y en verdad quería casarme contigo — un par de lagrimas cayeron de sus ojos.

— ¡Oh mi amor!, no llores — la abracé y comenzó a sollozar mas fuerte contra mi pecho, me odié por ser tan estúpido — dije que no por que pensé que alguien te estaba obligando a tomar esta decisión.

— No importa — dijo entre sollozos — olvida lo que dije.

— No, no, pregúntamelo de nuevo — sonreí y la separé para verla a los ojos — esta vez diré que si.

— No te voy a proponer matrimonio dos veces — contestó molesta y se separó de mi — olvida que hice el ridículo de esta forma.

Salió de la cocina y estuve tentado a golpearme la cabeza contra la pared. Pero ¿Cómo demonios iba yo a saber? Había cambiado de opinión tan rápido, y me había propuesto matrimonio. Bien, era un idiota, debí decir que si de inmediato, eso era lo que yo también quería.

Salí de la cocina, pero en la sala solo estaban mis padres y los Hale.

— ¿Dónde esta Bella? — pregunté a todos.

— Ya se fue — contestó Carlisle — ¿pasó algo?

— Soy un idiota — contesté — será mejor que vaya a verla.

— Charlie te correrá pistola en mano — me dijo Alice — además lo que hiciste fue algo realmente estúpido, dale hasta mañana para hablar con ella.

— ¿Lo sabias? — Alice asintió — ¿Por qué no me lo dijiste? No habría hecho tal cosa.

— No vi tu respuesta, solo la pregunta, sé que parece que soy grandiosa, pero a veces no lo puedo acaparar todo, intentaba ver que me regalarías y entonces se me cruzo la visión de ustedes, por cierto Edward no veo mi Porsche en mi futuro.

Rodé los ojos y subí a mi cuarto agarré el teléfono, ignorando la sugerencia de Alice y llamé a Bella al celular, sin embargo no contestó, lo intenté de nuevo pero obtuve la misma respuesta. Me resigné después de tres llamadas más. Quizás Alice tenia razón y debía darle a Bella su espacio. Además estaba el hecho de su embarazo, apenas eran dos meses y medio y las hormonas estaban jugando con Bella de una manera peligrosa.

— Te dije que no la llamaras — Alice estaba de pie en la puerta de mi cuarto, odiaba que hiciera eso, podía deslizarse sin que nadie la escuchara — mañana las cosas serán diferentes.

— ¿Por qué le dije eso? — pregunté mientras me acostaba bocarriba sobre mi cama, mi hermana me imitó, acostándose a mi lado.

— Por que eres medio tonto — sentí la cama moverse junto con su risa burlona — pero aun así ella te ama.

— Increíblemente así es — suspiré — ¿Cómo lo haces?

— ¿Qué?

— Ver las cosas que pasaran.

— No lo sé, desde que tengo memoria se me cruzan esas visiones, siempre sobre la gente que conozco — Alice se quedo callada un momento al igual que yo, solo se escuchaba el viento gélido que chocaba contra los árboles y las ventanas — a veces me da miedo.

Me sorprendió esa confesión, así que dejé de mirar el techo y miré a mi hermana.

— ¿Por qué?

—Tengo miedo de ver algo que no me guste, alguna muerte, no sé, algún día tú, mis papás, mis amigos morirán, si es que no lo hago yo primero, yo los veré morir antes de que suceda — su voz se quebró, así que me senté y la abracé.

— No pienses en eso, piensa en que aun nos queda mucho por vivir, a todos, y mira el lado bueno, moriremos de causa natural algún día, pero si es un accidente nos podrás prevenir — le sonreí y pareció gustarle esa idea — mientras divierte espiando en la vida de los demás.

— Por cierto — dijo sonriendo y limpiando un par de lágrimas de su mejilla — sigo sin ver el Porsche en mi futuro.

— Probablemente por que no te lo voy a regalar.

— Oh, entonces debo vigilar a mi papá — el rostro se le iluminó — si tú no me lo vas a dar, seguro será él.

Dio un par de saltitos, y se levantó de la cama, no sin antes darme un beso en la mejilla.

— Por cierto, el regalo de Bella es grandioso, y… será la mejor manera — me guiñó un ojo y salió del cuarto, dejándome una vez mas sin saber de que estaba hablando. Hasta ahora no había pensado en regalarle nada a Bella, odiaba los regalos y las atenciones. Entonces vino a mi mente algo que podía regalarle y estaba seguro que no podría negarse a recibir. Así que hice un par de llamadas y finalmente llamé a Emmett para mi último regalo de navidad que me faltaba comprar.

— Edward, hermano ¿Qué le hiciste a Bella? Está furiosa y lo he pagado yo con sus cambios de humor, me ha aventado hasta con las cucharas.

— Lo siento Emmett, a pesar de eso… quiero pedirte un favor.

Bella POV

¿Qué tan humillante puede se que le propongas matrimonio a tu novio y te diga que no?

Así de humillada me sentía yo. Claro también me sentía triste, enojada y feliz. Si, feliz de que me haya dicho que no. Por supuesto que quería una vida larga y feliz al lado de Edward y nuestro bebé, y al ver a Esme y Carlisle ser tan felices después de tantos años pensé que lo nuestro podría ser igual. Por otro lado, ahora que pensaba más claramente las cosas, la idea de casarme por todas las leyes era escalofriante. Sin embrago ya no quería estar sin Edward, ya no. Así que decidida a que probablemente Charlie ahora si me corriera de la casa, me levanté de la cama y bajé las escaleras, entré en la cocina y ahí estaba mi hermano hablando por teléfono mientras comía, mi padre leía el periódico.

— Buenos días papá — saludé y abrí el refrigerador para sacar la leche, pero solo verla me dio asco.

— ¿Cómo dormiste Bells? — Charlie preguntó sin despegar los ojos del periódico.

— He tenido mejores noches — Emmett colgó el teléfono y volvió a marcar con desesperación, después salió de la cocina — ¿Qué hace?

— No lo sé — admitió Charlie, tomó un sorbo de su jugo y me miró por encima del diario — ¿qué te pasa?

— Necesito hablar contigo papá — me senté en la silla que mi hermano había desocupado, frente a Charlie.

— Esto no será bueno — dejo el periódico al lado y me prestó atención — la ultima vez que me dijiste eso supe que seria abuelo.

La última palabra la soltó entre dientes, yo inhalé y exhalé varias veces pensando en la mejor manera de comenzar.

— Ayer llegó la sentencia de divorcio de Edward — comencé pero él me interrumpió.

— Vaya, fascinante — rodó los ojos.

— Si, así es — estuve de acuerdo — lo que te quiero decir es… papá quiero vivir con Edward.

Ahí está, lo había dicho, y Charlie me miraba fijamente, la vena en su frente estaba hinchada, pero no había explotado aun, eso era bueno ¿no?

— ¿Sin boda? — su voz fue apenas un susurró molesto.

— Claro que no — exclamé — suficiente tuvimos con su matrimonio como para echarnos otro encima tan rápido, además ninguno de los dos quiere matrimonio — o al menos en el momento en que yo lo quise, me rechazaron, pero eso no se lo iba a decir.

— Ajá, entonces solo vivirán juntos.

— Y tendremos un hijo — continué.

— Y tendrán un hijo — repitió con sarcasmo.

— Y nos amamos — completé — ¿no es eso mas que suficiente? Además Edward se está perdiendo parte de mi embarazo, él quiere estar conmigo en todo momento.

— Pues no estoy de acuerdo.

— ¡Pues no te estoy pidiendo permiso! — malditas hormonas, me hacían gritar cuando no debía. — lo siento papá, lo que quise decir es que aunque no estés de acuerdo iré a vivir con Edward. Cuando aceptaste lo mío con Edward, aceptaste que lo amo y que haré todo lo posible por estar con él, casada o no.

— Quiero hablar con ese muchacho — dijo terminando su jugo y poniéndose de pie.

— Claro — mi voz sonó demasiado animada y lo seguí por el pasillo — en un par de días es navidad, ¿Esme no te ha invitado?

— Lo hizo anoche, supongo entonces que allá lo veré — se enfundó su pistola mientras decía eso.

— Papá por favor, ¿podrías esa noche, no comportarte como el padre celoso?

— No prometo nada — besó mi frente y salió rumbo a su trabajo.

— ¡Maldita sea! — gritó Emmett desde la sala.

— ¿Qué haces? — le pregunté mientras marcaba de nuevo.

— Un favor para tu novio, por cierto ¿ya le compraste regalo?

— ¿Regalo? — Alcé la voz — ¿regalo? ¿No tiene suficiente con el hijo que le voy a dar que además tengo que comprarle regalo?

No le di tiempo de contestar, me di la media vuelta y subí a mi cuarto, era increíble que pensara en un regalo más que tener a un niño dentro de mi siete meses más. De hecho la navidad era absurda, solo era un pretexto para regalar a diestra y siniestra cosas materiales que de nada servían. Oh no. Edward me regalaría algo. ¿Algo costoso? ¿O excesivamente vistoso? Agarré mi celular y marqué el número de Edward. Su voz sonó alegre del otro lado de la línea.

— ¡Bella! Que bueno que me llamas amor, perdón por lo de ayer…

— Te perdono, pero no me regalaras nada esta navidad ¿de acuerdo?

— ¿Es una petición o una orden, amor? — sonaba excesivamente burlón del otro lado de la línea.

— Es… una sugerencia — maldije el que no pudiera enojarme demasiado con él, tanto que la sugerencia se convirtió en súplica — por favor, no quiero nada que te cueste mas de dos dólares.

— Bien — fue su respuesta.

— ¿Bien? ¿Eso es todo? — ¿así de fácil seria?

— Sabes que haré lo que tú me pidas ¿no?

— ¿Lo que yo te pida? — una idea pícara cruzó por mi mente — por que estoy teniendo un antojo de ti en este momento.

o.O.o.O.o.O.o.

Navidad llegó con un manto blanco de nieve que cubrió a Forks. Estaba sentada en el jeep de Emmett rumbo a casa de los Cullen, con un par de maletas en la parte trasera, Edward y yo habíamos decidido, después de que cumpliera mis antojos, comenzar una vida juntos a partir de este día, y Charlie iba enfurruñado en el asiento trasero por esta decisión, afortunadamente había visto la pistola colgar del cinturón junto a su placa, en la sala, lejos de Edward.

La enorme casa blanca se distinguió a varios metros de distancia, las luces decoraban la casa como si fuera una mas de Villaquién de la película de "El Grinch" cada serie de luces perfectamente puesta en su lugar, y dentro era un más linda. El enorme pino estaba lleno de luces, esferas y nieve que parecía natural y por lo que no dude que la misma Alice hubiera recogido nieve del patio para ponérsela al pino. El barandal de las escaleras estaba lleno de Nochebuenas así como el resto de la casa; sobre las puertas, lámparas y cualquier cosa que colgara, había muérdago, seguramente también obra de Alice.

— Bienvenidos — saludó Esme desde la puerta, junto con Carlisle — feliz navidad.

— Igual para ti Esme — la abracé e inmediatamente me sentí en casa, y agradecí por que mi suegra fuera tan dulce, esta seria mi casa los próximos seis o siete meses, según Edward, Carlisle quería monitorear mi embarazo de cerca, pero estaba segura que era el paranoico y exagerado de Edward quien quería tenerme con cuatro pares de ojos sobre mi, evitando que me cayera, y pensándolo bien… era mejor así.

— Pasen y siéntanse como en casa — Carlisle también nos abrazó — Charlie, me gustaría hablar contigo.

— Por supuesto — mi padre saludó a mi suegro y juntos desaparecieron por la sala, era al menos buena señal que Charlie se llevara bien con los suegros, no así con el yerno.

Emmett rápidamente fue a la cocina en busca de algo que saciara su hambre de oso, mientras llegaba Rosalie; yo me senté en el sillón más cercano a la chimenea, no vi rastro de Alice o de Edward en ningún lado.

— Alice está terminando sus regalos — Esme me ofreció una taza de chocolate — y Edward, no tarda en llegar.

— Gracias — sorbí un poco de chocolate, calentando mi garganta — está delicioso.

La puerta principal se abrió y apareció mi regalo echo persona, Edward se sacudió la nieve que había caído sobre su cabello, me miró y sonrió, sin embargo no se acercó a mi, saludó a Emmett quien le dio algo que no pude distinguir y subió por las escaleras. Eso por supuesto me molesto, primero por que no había venido a saludarme como se debía, pero sobre todo por que algo tramaba y no me gustaba nada. Minutos después Alice bajó, se acercó a mi y me abrazó, conversamos de todo un poco, pero yo estaba mas preocupada por Edward que aun no bajaba que por Alice.

Los Hale llegaron con montañas de regalos y me sentí aun peor, yo apenas había comprado uno para cada uno de ellos, y temía por lo que pudiera haber ahí para mi.

Finalmente Edward bajo, y saludó a todos incluido mi padre quien solo asintió como saludo y vino a sentarse junto a mi.

— Feliz navidad amor — puso mi sonrisa favorita, esa traviesa de lado que hacia que dejara de respirar por un segundo.

— ¿Qué hacías? — fue mi respuesta, él se rió de mi molestia y besó mi frente, después mi mejilla y finalmente mis labios, no pude resistir, o evadir su beso por mi "intenso" disgusto. En vez de eso, me dediqué a saborear sus labios, y sus brazos alrededor de mí, que hacían que mi cuerpo temblara y esta vez, ya no a causa del frío.

— Preparaba el regalo de Alice — me dijo mientras intentaba recuperar el aliento.

— Bien —dije suspirando — ahora vuelve a besarme.

Sonrió con un poco de prepotencia, sabia que le gustaba sentirse con ese poder sobre mí y a mí no me importaba, mientras toda la vida me besara de esa forma.

— Tu padre habrá dejado la pistola en casa — dijo divertido — pero su mirada es más que suficiente para asesinarme.

Charlie estaba al fondo de la sala, platicando con Carlisle, pero con su atención puesta en nosotros, rodé los ojos y me hundí en los brazos de Edward, intentando demostrarle a Charlie que no importaba que tan mal mirara a Edward, no dejaría de estar con él.

Cenamos en medio de risas y anécdotas, Alice intentaba ridiculizar a Edward con sus historias de cuando eran pequeños y Edward hacia lo mismo, son embrago Carlisle se encargo de ridiculizarlos a los dos. Emmett por su parte contó infinidad de situaciones en las que había terminado yo en el piso, o embarrada en mí pastel de cumpleaños numero siete. Hasta Edward se rió con esa anécdota, pero calló cuando lo miré con desagrado.

— Abramos los regalos — salto Alice de la mesa en cuanto terminamos de cenar.

— Antes, vamos a brindar — Carlisle se puso de pie y tomó su copa y como buen patriarca hizo el brindis — brindo por mi familia, y con mi familia me refiero a todos aquí presentes, espero que esta sea la primera de muchas navidades que pasemos juntos. Brindo también por mi primer nieto que viene en camino y la eterna felicidad de los padres — le devolví la sonrisa e instintivamente puse la mano sobre mi vientre un poco abultado — y brindo por Esme, mi mujer, por que a largo de veinticinco años me ha hecho el hombre mas feliz de este planeta. ¡Salud!

— ¡Salud! — coreamos todos, Alice tomó su copa de un solo trago y después salió corriendo a la sala.

— ¡Los regalos! — no nos dio tiempo a nadie de saborear nuestra bebida, aunque a la mía no había mucho que saborearle, tomaba agua, simple agua. Todos la acompañamos a la sala, ya estaba sentada junto al árbol con un regalo en las manos.

— Este primero — se lo ofreció a Edward y este tomó la larga caja envuelta y se la ofreció a Charlie.

— Jefe Swan, espero que sea de su agrado, feliz navidad.

— Si crees que con un simple regalo se me olvidara todo estas muy equivocado — Charlie rasgó el papel y saco una caña de pescar de lo mas moderna — gracias.

El tono de la voz de Charlie se suavizó, e intentó contener el entusiasmo ante la caña de pescar más moderna en el mercado, jamás iba a admitir que Edward había acertado en el regalo, y sobre todo que le había encantado.

— De nada jefe Swan — Edward continuo con su tono respetuoso, y mi padre asintió, aunque esta vez de manera no tan hosca.

— Ahora este — Alice le entregó a Carlisle un regalo pequeño.

— Mi amor — abrazó a Esme y le entrego el regalo, junto con un pequeño beso en los labios — espero que este pequeño detalle te agrade.

Esme sonrió y abrió el papel, era un sobre amarillo y mi suegra lo miró extrañada y sacó del sobre varios papeles. Leyó despacio y palideció de pronto.

— ¡Oh Dios! — Exclamó — ¿una isla?

— Así es amor, una pequeña isla en el Caribe… "Isla Esme"

¿Qué? ¿Una isla de regalo? Eso era demasiado, sabia que los Cullen eran una familia adinerada, pero jamás me imaginé cuanto.

— Esconde el regalo de Esme de mi parte — le susurré a Edward.

— ¿Por que? — se notaba extrañado por mi petición.

— Es un saco, ¡un saco! No puedo darle eso después de que tu padre le regalara una isla. ¡Una isla! ¿Quién regala una isla?

— Un hombre enamorado — sonrió y me temí lo peor de su regalo, aunque me relajé luego de recordar que seria de no más de dos dólares, y una isla, o por lo menos, una casa, costaba bastante mas — además a mi madre le encantará tu regalo.

Entonces, Edward tomó una caja pequeña y se la entregó a su hermana.

— Cuando lo vi, me pregunté quien seria tan tacaño para regalar algo tan pequeño — Alice frunció en entrecejo y le arrebató el regalo a mi novio.

— Feliz navidad para ti también Alice — Edward vio emocionado como su hermana abría la envoltura y se encontró con un llavero con la insignia de la marca Porsche. Alice abrió los ojos y miró a su hermano.

— Nunca lo vi, traté y no lo vi — exclamó poniéndose de pie y abrazando a su hermano — ¿cómo lo hiciste?

— Cuando me dijiste que vigilarías a mi padre, supuse que estarías tan concentrada en él que no fisgonearías en mi futuro, y menos en el de Emmett.

— Así es pequeño duende, yo te lo conseguí.

— ¡Ow! ¿Es amarillo?

— Alice primero agradece — regaño Esme.

— Ah claro — Alice rió y abrazó a Emmett — gracias a los dos, en verdad muchas gracias. ¿Es amarillo?

— Es amarillo — confirmó mi novio.

— ¡Quiero verlo! — Alice salió disparada a la puerta principal, seguida por todos nosotros, llegamos a la cochera y ahí en el fondo, estaba un auto amarillo con un enorme moño rojo.

— Eres el mejor hermano del mundo — Alice subió a su auto nuevo y lo encendió — ¿quién quiere venir?

Miré a Edward, sabia que amaba los coches y la velocidad, pero el negó con la cabeza y fue Rosalie la que subió junto con Alice. Esta arrancó el auto y salieron a dar una vuelta.

— ¡Mucho cuidado! — les grito Esme, pero dudaba que la hubieran escuchado.

— ¿Por qué no fuiste con ella? — pregunté a mi novio mientras entrábamos de nuevo a la casa.

— Por que prefiero darte tu regalo.

— Solo prométeme que no es algún país que compraste y que se llamara "Bella".

El rió con fuerza — Creo que es mejor que eso.

Gemí en voz baja, tomó mi mano y me guío escaleras arriba, en la sala los demás se acomodaron de nuevo junto al árbol para seguir con los regalos. Me llevó hasta el tercer piso, y luego a su recamara, donde había estado una sola vez, y al recordarlo me sonrojé por la forma tan peculiar de haberlo hecho. Edward cerró la puerta y le puso seguro y mi corazón comenzó a palpitar demasiado deprisa.

— ¡Wow! ¿En serio tú serás mi regalo? — me acerqué a él y le quité con desesperación el suéter, lo besé con pasión, hundiendo mis dedos en su pelo, sintiendo su cálido aliento en mis labios, sin embargo él hacia lo posible por no reír.

— Bella — me apartó con delicadeza — eso no es tu regalo, al menos aun no.

Me sonrió de lado y sentí que me ruborizaba de nuevo.

— Hormonas — me justifiqué.

— Y me encantan, amor, pero antes… — me abrazó y me llevo hasta el reproductor de discos — reproduce el CD que está dentro.

Hice lo que me dijo, y una suave melodía comenzó a sonar, era solo música de piano, pero tan hermosa y tranquila, Edward tarareaba en mi oreja, haciendo que la piel se me enchinara de sentirlo tan cerca. A pesar de mi mal gusto por bailar, lo rodeé con los brazos y comenzamos a movernos al ritmo de la lenta melodía. Recosté la cabeza en su pecho, sentí el latir de su corazón, algo acelerado, pero que combinaba con la música.

— Es hermosa — dije en un susurro, sin querer romper el encanto del momento — ¿de quien es?

— Es tuya — me dijo besando mi pelo.

— ¿Mía? — Me reí, entonces este era mi regalo — quiero decir ¿Quién es el artista?

— Oh, bueno no es un artista, es más bien alguien que le gusta tocar el piano como pasatiempo, y que la compuso el primer día que te conoció, mientras pensaba en tus hermosos ojos.

Levanté la mirada para verlo a los ojos, los cuales brillaban con la tenue luz de un par de velas.

— ¿Tu… la compusiste? ¿Para mí? — sentí que el pecho se me hinchaba, que el corazón estaba a punto de explotarme de alegría. Nunca había sido el tipo de persona que se muriera con un detalle como una flor, o por que alguien me dedicara una canción. No era tan… romántica. Pero Edward no me había dedicado una canción. No. Él me había compuesto una melodía tan hermosa, solo para mí. Pensando en mí. Edward se limitó a asentir, mientras la música terminaba armoniosamente.

— Hubiera preferido tocarla en vez de reproducirla, pero hay mucha gente allá abajo.

— Edward, eso es tan… — me mordí el labio, en busca de alguna palabra que describiera lo que me hacia sentir.

— Te amo Bella, eres lo más hermoso que me ha pasado y no me arrepiento de nada de lo que he hecho. Sé que no hice las cosas como debían desde que te conocí, que te di un lugar que no te merecías — su cálida mano trazaba caricias en mi cuello y ascendía por mi mejilla, mientras con el pulgar jugaba con mis labios, mis ojos estaban hipnotizados con los suyos, y yo estaba totalmente seducida por su aterciopelada voz que susurraba las palabras de una forma tan llena de amor — pero a pesar de todo aquí estas, amándome, dispuesta a pasar el resto de tu vida conmigo, me darás un hijo y yo no encuentro la forma de agradecértelo.

Me besó, fue un beso lento que me inundo de él, de su calor, su sabor y sobre todo, su amor. Sus labios de movían perfectamente sobre los míos y me perdí completamente, el mundo solo dejo de girar, y ya no importaba nada, mas que sentirlo de esta manera. Ya no existía Tanya, ni Charlie, ni nadie. Solo él y yo.

— Algo debí haber echo en otra vida, para merecerte — susurró contra mi cuello, yo solo gemí, me besó de nuevo en los labios y después se separo, unió su frente con la mía, levantó su mano y ahí estaba un hermoso anillo de raso negro — Isabella Swan, prometo hacerte feliz el resto de mi vida, y juro que todos los días te amaré mas ¿quieres casarte conmigo?

Esta vez no pensé en nada mas, solo estábamos nosotros tres, si, tres. Ahora éramos una familia, seriamos una familia.

— Si Edward, quiero casarme contigo — respondí casi sin aliento, el sonrió ampliamente y puso el anillo en mi dedo para después besarme mientras me recostaba lentamente sobre la cama, con él tiernamente sobre mi.

Así, comenzamos con la primera noche… del resto de nuestras vidas.

FIN