Dark Chat

jueves, 27 de enero de 2011

Pecados Carnales

Capítulo 19 No permitas que yo te detenga


Verla en la puerta de mi casa me dejo marcando ocupado, jamás me hubiera imaginado que ella era la visita misteriosa que mi madre tanto había tratado de ocultar pero claro como no lo había pensado antes. Si era demasiado obvio, a quien más iba a invitar a pasar la navidad que no fuera a la madre de su nieto.

Esto lejos de ser un regalo era la tortura más significativa y merecida que tenía; Me quede observándola mientras cargaba a mi hijo en brazos y las imágenes de ella haciendo el amor con Jacob se me venían a la mente y la furia me inundaba.

¡No, ella no puede!

¡No debió ser capaz, ella no!.

Grite en mi pieza botando unos libros que había cerca de mi escritorio. Tenía que salir de esa casa, tenía que irme pero como arruinarle la noche de navidad a mi hijo.

Su corazón le pertenece a otro, pensé resignado sentado en la cama mirando al techo. Al menos este es de carne y hueso y no un ser omnipotente reflexioné y era segunda vez que tendría que luchar contra alguien o algo para poder ser feliz con ella. Para que quiero ser actor si mi vida parece de teleserie me dije y no pude controlar la risa histérica. Estaba en eso riéndome como completo lunático, sólo en mi habitación cuando sentí la voz de mi madre desde la plata baja.

- Edward, baja, vamos a cenar

Bueno, ahora venía el momento de la verdad, solo tenía que controlarme y tratar de no ahorcarla o decirle algo feo — Tu puedes hacerlo —me dije quitando las imágenes de su cuerpo diminuto y frágil en brazos de Jacob.

Bajé y topamos a la entrada del comedor, llevaba a mi hijo de la mano y me bajaron las ganas de besarla, allí en la mitad del pasillo, frente a todos, un arrebato se coló por mi razón pero otra vez, me torturaron las imágenes de ella, sus gemidos se hicieron audibles y de pronto, no era yo el causante de aquella felicidad libidinosa sino él, fue el golpe justo, un golpe bajo al corazón, para hacerme reaccionar, alce a mi pequeño para ahogar las ganas de gritarle y pedirle explicaciones, lo tomé y lo apreté entre mis brazos, al menos Jacob no tenía lo que yo sí, un pedazo de ella, un fruto de amor. Bella alzo su vista y nuestras miradas se encontraron, sin decirle nada tomé a nuestro hijo y entre al comedor sin detenerme, tratando de huir y de pensar coherentemente dispuesto a comportarme como un caballero, al menos durante la cena; mi padre me miró y se rió — tan evidente era —pensé dejando a Anthony en la silla y ocupando mi lugar. Bella camino hasta el lado contrario para sentarse justo frente a mi y lo encontré perfecto, así podría mirarla y ponerla nerviosa pero otra vez no contaba con que yo no era él único que la quería para él esa noche. El grito estrepitoso de Anthony se sintió como en sus mejores momentos de berrinche y afloró lo malcriado que había crecido, era el único nieto y el único bebe entre adultos, estaba comenzando a pasarme la cuenta lo consentido que mi madre lo había criado y hacía mucho tiempo que no se comportaba así de mañoso cuando habían visitas.

- ¡Noooo tu no! —gruño — mami —articuló extendiendo sus manos hacía ella.

Bella se puso incomoda, al principio mi rostro había reflejado sorpresa, traté de distraerlo poniendo frente a él un plato pero haciendo gala de todo su lado Cullen, lo rechazó, fue allí cuando traté de ocultar la risa, la cara de incomodidad de Bella la disfruté al máximo. Al final el pequeño hombrecito ganó y no era justo que todo mundo se pusiera de su lado, pero claro estábamos hablando de Alice no de cualquiera, ella a cualquiera le dejaría su lugar, sobre todo cuando eso implicaba estar atenta a que mi hijo de cuatro años y medio no arrasara con alguna de la copas o botará el agua en la mitad de la mesa provocando un desastre de proporciones.

Se sentó a mi lado separada solo por la silla de comer de Anthony — ah la familia feliz —pensé para mis adentros y esa mirada de mi madre era demasiado evidente. Después que en un comienzo casi había odiado a Bella con el tiempo se le había ablandado el corazón en el juicio y creo que eso se debía principalmente a mis intentos por reemplazarla.

Tu hijo ya tiene madre no tienes que buscarle una sustituta, mucho menos una que no va a quererlo.

Habían sido las palabras de mi madre cuando había visto el largo desfile de chicas que trataban de congeniar con Anthony, para mala o mejor dicho buena suerte él jamás había aceptado a nadie que no fuera Tanya o una de mis hermanas.

Y era increíble el poder que el vinculo de la sangre podía hacer, Anthony había aceptado a Bella como si nunca se hubieran separado. Se fundía como si ella lo hubiera malcriado toda su corta pero intensa vida, a tal punto que ya estaba desquiciándome. Era la décima vez que tomaba cosas de la mesa en un intento de lucirse, sabiendo que eso estaba prohibido, siempre había tenido buenos modales pero hoy tenía espectadores frente a los cuales lucirse. Estaba ahora tratando de alcanzar la copa de mi madre cuando se apoyo en la mesa y me percaté que iba a botarlo todo dejando con eso un desastre de proporciones cuando perdí la paciencia y le grité. Lo senté en la silla de vuelta y Bella me miró sorprendida y asustada, mi hijo se largo a llorar y hay también perdió la paciencia mi padre.

- Eso si que no — amenazó dándome esa mirada profunda que pocas veces le veía.

Y en cualquier otra circunstancia le hubiera contestado pero tenía razón. Como era capaz de perder la paciencia con un niño de cuatro años y no perderla conmigo mismo o incluso no perderla con ella.

Estúpido, contrólate, ella ya hizo su elección.

Fue lo que me grite mentalmente mientras bajaba la guardia, me tragaba la rabia y me sentaba de vuelta a la mesa sin chistar. Pero la rabia que tenía era mas grande, quería gritarle y recriminarle tantas cosas pero por otro lado, ¿acaso tenía derecho?.

Debí casarme con ella después que salió del hospital, jamás debí dejarla ir pensé frustrado y ya para el postre solo quería que todos desaparecieran, esa había sido la navidad más triste que había pasado y era principalmente porque ella ya no me amaba, porque mi vida era un desastre sin Bella.

El daño esta hecho, y eso jamás vas a poder cambiarlo.

Me había dicho Alice cuando me vio con la barbilla hinchada por el golpe que me había propinado el estúpido de Jacob. Pasamos a la sala de estar y mi padre acaparo a Bella toda la noche, Anthony jugó como si nunca le hubiera siquiera gritado y esa cualidad de los niños era la que yo necesitaba ahora que tuviera mi amor, porque ella no podía simplemente olvidar lo que yo había hecho y amarme como lo había hecho antes. Como estaba dispuesta a hacerlo cuando estuvo embarazada, que acaso no le habían dicho que perdonar es divino.

Me dedique a mirarla gran parte de la noche, y como quería correr a sus brazos, besarla y hacerla mía. Quería tenerla cerca de mi cuerpo, sentir su respiración acelerada, sus latidos del corazón erráticos, quería que todo eso fuera un efecto mío y no de él. Estaba en eso observándola cuando Anthony se acercó con sueño y ella lo acurruco contra su pecho, y sentí envidia por primera vez desde que él había nacido. Ahora mi hijo de cuatro años era el único con el derecho sobre ella de estar cerca de su cuerpo, verlo dormir con su cabeza apoyada en su hombro, casi enterrado en aquel cuello maravillosamente hermoso y sensual me provocaba cólera, un coraje inmenso de haberlo perdido, y por mi estupidez. Yo podría tener esos mismos derechos si no lo hubiera echado a perder hacía tantos años atrás. Ahora el que tenía derechos sobre ella era otro — un mal nacido -escupí tratando de controlar la furia.

Cuando su hermana se levantó para irse mi corazón se encogió y eso se debía a que ella tendría que marcharse, mi navidad se había acabado sin siquiera comenzar. Pero otra vez más tenía a mi lado a un gran aliado del que hasta ahora no me había percatado.

- ¡No mami no! —suplicó sollozando — No te vayas duerme conmigo.

Habían sido las suplicas de Anthony y yo gritaba junto con él por lo mismo. — Quédate Bella, quédate para siempre —murmuraba en mi interior mientras observaba la escena sin emitir palabra alguna. Ella me miró desconcertada y no sé qué mirada le di pero su respuesta no concordó en nada si me hubiera leído la mente.

- Lo haré dormir y me tomaré un taxi

¿Taxi?, porque siempre tenía que ser tan obstinada, porque no les hacía caso a mi madre y a mi hermana, así tal vez tendría una oportunidad de redimirme.

Cuando finalmente se fueron todos, un impulso por subir se apodero de mí pero no podía ser tan evidente, menos con mi madre bajo el mismo techo. Mi padre me observo recoger los platos y ayudar a secar la losa.

- Seguro que Jacob no te pego en la cabeza, estas actuando raro -me preguntó irónico, pero lo ignoré.

- ¡Ah no!, tu quieres causar un temporal —exclamo Rosalie

- Espérate tengo que sacar una foto, pagarán millones de dólares por esto -agregó Alice haciendo de mi intento por distraer mi mente una verdadera broma, pero que le pasa a mi familia pensé mirándolos a los tres. Gracias al cielo mi madre acalló el cuento.

- Ya déjenlo, además esto es algo que ustedes deberían estar asiendo no él.

Me defendió quitándome el plato y el paño y se lo ofreció a Rosalie pero esta se escapo, finalmente Alice lo recibió resignada y la sonrisa que había tenido hace minutos atrás se había ido, ahora era yo el de la sonrisa en el rostro.

- ¿Vas a ir a dormir con tu princesa? —atacó y yo le miré con suficiencia.

- Tal vez, al menos tengo una, no como otras —contesté mordaz saliendo de la cocina.

Mi madre me grito buenas noches y me quede sentado en el sofá, la verdad no sabía si subir, si lo hacía ¿qué iba a decirle?, tal vez debía esperar a que bajará para irse y ahí tratar de conversar con ella. Pero de qué, le iba a suplicar que se alejara de él ¡Patético!, me recriminé a mi mismo arrugando el entrecejo.

Estaba absorto mirando el árbol de pascua que no me percaté que mi padre ya había puesto los regalos de Anthony y los nuestros.

- No vas a ir a dormir, o estas esperando a Santa Claus, yo creo que tu regalo lo dejo arriba -me dijo mi padre riéndose y como odiaba que le pareciera tan resuelto el tema de Bella, ahora no entendía ese bando tan positivista a que yo me fuera a dormir con ella, si mal no recuerdo eso estaba estrictamente prohibido desde que tenía trece años.

- Ya no te enojes, es una broma, además tienes que tratar de arreglar las cosas con ella, yo creo que mi nieto se merece una familia feliz de una buena vez -me comentó cuando vio mi cara de enojo, respiré resignado. Y éramos dos los que queríamos una familia feliz, el problema era que ella no la quería, nunca lo había querido, yo no era su elección, incluso antes de Jacob, había preferido a otro antes que a mí.

Subí las escaleras y me detuve en la puerta — Bella yo te amo, cásate conmigo — susurré, pero a mi proposición parecía faltarle motivo y significancia como iba a proponerle matrimonio luego que me había enterado que tenía novio y con el cual me había peleado trayendo como consecuencia una contusión para ella.

— Bella, por nuestro hijo dame una oportunidad —había sido otra de las buenas razones para que ella volviera conmigo, pero no era valido, mal que mal yo no había vuelto a buscarla, sin no hubiera sido por el encuentro del azar en el supermercado yo no me estaría haciendo estas ideas. Busque otra escusa para hacerla desistir de su nueva relación y no encontré ninguna más salvo una que para algunos movía montañas: yo la amaba con todas mis fuerzas y quería pasar con ella el resto de mi vida.

Entre a la habitación dispuesto a casarme con ella al día siguiente si quería pero mi idea loca se vio frustrada porque ella estaba dormida. Entre lentamente y cerré la puerta tras de mí, me sonreí y el corazón brinco al verlos abrazados, las manos de mi hijo en su pecho eran una imagen demasiado tierna y deseada, la forma en que ella lo tenía acurrucado contra su cuerpo protectoramente me hizo sentirme el hombre más miserable por haberle negado eso durante tantos años — había sido un egoísta —reflexioné. Camine hasta el otro lado de la cama y me subí tratando de no hacer ruido, tome las manos de Anthony y las saque de entre la ropa de Bella, lentamente lo jale hacia mí para poder separarlo de ella, y traspasarlo a su cuna, era mejor que durmiera en ella, sino después no habría forma de sacarlo de la cama. La tape y me quede observándola.

Su rostro era angelical, su expresión era feliz y relajada — Eres tan hermosa, casi un pecado el solo hecho de mirarte — susurré acariciando sus mejillas pero ella no se despertó a mi contacto lo que en parte agradecí.

Comencé a pensar en lo que había pasado años atrás, desde que la conocí aquel día del cumpleaños de Alice hasta el día fatídico que ella había tomado esas pastillas para abortar — Por qué fuiste tan imbécil —me recriminé y comencé a ver algo que no había visto hasta ahora, jamás me había detenido a pensar en lo que había hecho después de aquel día, en todas esas noches que me había ido dejándola sola largas horas, solo para hacerla sentir mal, solo para vengar en parte lo que supuestamente yo había sufrido al haberla visto sangrar perdiendo a mi hijo, recordé que había sido un canalla de los peores tratando de vengar algo que era irreal y que estaba solo en mi mente.

De pronto comencé a sentir ese peso tan grande en mi corazón por haberla traicionado de tantas formas y con tantas personas. Tenía tantos sentimientos encontrados — Jamás debí amarte, ni siquiera osar poner mis ojos en ti —susurré ya llorando de plano por lo estúpido que uno puede ser a veces, lo inmaduro, lo terco; la había perdido y era solo mi culpa, solo yo había cavado la tumba donde había enterrado nuestro amor.

Era primera vez que lloraba por amor y por alguien, no era que no llorara, había muchas situaciones que algunas veces me habían dado pena, pero esto era distinto. Esta pena desgarraba mi corazón y había perdido la oportunidad de ser feliz por decisiones erradas, por un tonto orgullo ¿De qué me servía ahora mi orgullo? — No la merezco — le dije a él, mirando al cielo y fue ahí cuando sentí que ella se había despertado. Se acerco caminando sobre la cama y yo me pare, no quería mostrarme débil, no quería que Bella me viera llorando descontroladamente como un niño, era demasiado mostrarme vulnerable con ella, no quería inspirar lastima.

- ¿Estas llorando? -me preguntó sorprendida y — acaso los hombres no lloran —pensé en mi interior, es — ¿un privilegio de las mujeres? — seguí contestándole en mi fueron interno ella guardo silencio.

- Estoy resfriado, es romadizo -le contesté finalmente esquivando el haz de luz que entraba por la ventana, una persiana estaba corrida permitiendo que la luna iluminara tenuemente la habitación.

- Edward yo —escuché pero la interrumpí en un arrebató, mi ansiedad me traicionó y de la peor forma. Terminé por confesar algo que debía guardar en mi interior, pero estaba cansado.

- Me lo merezco, yo fui quien te orillé a esto — dije mirándola — Merezco que tu no me ames, que hayas rehecho tu vida —continué y mi voz se quebró, lo dije estrangulado por la pena, miré hacía un costado para tratar de darme valor — ¿Cómo pude pensar que me esperarías eternamente que estarías sola después de cuatro años? — concluí acercándome hasta el haz de luz, ahora quería que viera mi rostro, quería que viera cuanto estaba sufriendo por ella — no soy de fierro Bella, también tengo emociones y me duele verte con él —era el mensaje que esperaba entendiera.

- Tú también rehiciste tu vida —se defendió y me reí con tristeza — ¿rehacer mi vida?, que vida si yo no tenía vida, vivía para Anthony, vivía para su recuerdo. Para ella —refuté en mi interior.

- Tanya es la madrina de Anthony, no es mi novia ni mi prometida ni vamos a casarnos como piensas —le aclaré finalmente ya no me importaba mentir, mantener una mentira no era necesario, no con ella.

- Salió publicado en los diarios — rebatió

- En los diarios salen muchas cosas y no todas son verdad —insistí

Frustrado por sus respuestas, aparentando una frialdad o temple que no tenía. Me senté en el borde de la cama, derrotado, cansado — Ganaste Jacob —dije en mi mente, pero en el fondo me senté con una esperanza viva, quería que se acercará, que al verme así la conmoviera y finalmente se rindiera, sabía que ella aún me amaba, pero contrario a lo que yo deseaba con todas mis fuerzas, permaneció lejos de mí, sentada en la cama pero a un millón de metros de allí.

— Esto no es sano para ninguno —exclamé pero ella me interrumpí, su voz temerosa, dulce y calmada me interrumpió.

— Con Jacob nunca ha pasado lo que tú piensas, él y yo – y su voz se acallo, mi corazón dio un brinco de alegría, se ilusionó — entonces era mentira — pensé ilusionado, al miré su vista se fue a la nada. Su expresión cambio, su rostro reflejo miedo y tortura – él es… era mi psiquiatra, así lo conocí, el me recibió el día que – y su voz se apagó con amargura, una que no había conocido, de pronto, la ansiedad se gatillo, un miedo me inundo, uno inexplicable, me giré para encararla y me senté frente a ella, la ansia me consumió, ella había hecho algo por algo me lo estaba ocultado.

¿Pero qué cosa? me pregunte, la palabra suicidio se me vino a la mente y recordé lo que tanto me grito Alice respecto a como podría desequilibrar a una madre la perdida de un hijo, pero no, ella se había ido a un convento, el suicidio era un pecado ¿Bella lo cometaria? ¿Tanto daño había causado?

- ¿Bella? - la llamé tratando de que me mirará - ¿El día que qué? — exigí saber y la noté nerviosa, se mordí el labio y como me hubiera gustado poder leer la mente, quería saber la verdad, me acerque y la tome por los brazos.

- ¿Él día que, qué hiciste? —insistí y ella parecía en otro lugar… su cuerpo estaba aquí pero no su mente… de pronto dos lágrimas rodaron por su rostro.

- Nada, no hice nada - confesó atropelladamente - fue el día que decidí irme al convento —aclaró y mi corazón paralizado por el miedo volvió a latir — El padre Alfonso insistió en que me evaluara un psiquiatra para aceptarme —contestó evadiendo mi mirada.

Un suspiró aliviado se escapó de entre mis labios, ella no lo notó pero yo sí, la culpa se alejo de mi mente y menos no había sido tan canalla de lograr desestabilizarla tanto como que atentará contra su propia vida, si ella lo hubiera hecho nunca me lo hubiera perdonado, sería otro pecado sumado a mi prontuario. Vi como se recostó contra la cama y yo me senté cruzando las piernas, nos quedamos mirando de nuevo, había un silencio y el único sonido que lo interrumpía era la respiración de nuestro hijo.

- ¿Tú lo amas? —le pregunté de repente fantaseando la respuesta incluso antes que salieran de sus labios, pero ella dudo, lo que termino por desgarrar mi corazón, yo quería que ese "no" hubiera brotando de improviso, de manera espontánea, aunque ella después hubiera tratado de disimularlo con excusas que iban a ser mentiras porque eso hubiera sido un indicio que el daño no era tan grande, que había una posibilidad de ser felices.

- Será mejor que me vaya — anunció ella y era un hecho, ella tenía una duda, su corazón tenía dudas, lo que me desgarró el mío, mi corazón se hizo añicos. Al verla levantarse de la cama involuntariamente y motivado por una falsa esperanza la detuve.

- Quédate, es tarde, hace frío. Mi madre jamás me perdonará que te deje irte a esta hora. Dormiré en el cuarto de Rosalie. Si es lo que te preocupa -le susurre conteniendo las lagrimas y evitando que mi voz saliera distorsionada pero lo que quería era llorar, llorar contra el regazo de mi madre y preguntarle porque uno es tan estúpido, solté su mano pensando en porque no me quede de la edad de Anthony y todo sería mucho más fácil añoré dispuesto a dejarla ir, a olvidarme de ella, a matar este amor tan desgarrador que sentía por ella, por la madre de mi hijo, por la mujer de la cual me enamore sin control. Nuestros dedos se rozaron y en ese minuto ella me tomo la mano y la miré sorprendido.

- Podrías… simplemente… abrazarme mientras duermo -me pidió y asentí, era lo que yo más deseaba en ese minuto tener su cuerpo cerca, sentir su respiración, su olor, tener sus cabellos contra mi rostro. Vestidos nos recostamos en la cama, la tape con la colcha, y la sujete como lo había hecho la noche anterior y nos quedamos así, durmiendo abrazados, sin decirnos nada.

Mi corazón estaba destrozado, desangraba y estaba a punto de morir, quise llorar y pedirle perdón pero ¿Sacaría algo con eso? Me pregunté apretándola más fuerte contra mi pecho.

- Si tan solo pudieras mentir conmigo Bella —le susurré al oído cuando ya noté que estaba durmiendo. Yo en cambio no pude dormir, simplemente me quede ahí sosteniéndola, como debí haberlo hecho aquella vez, cuatro años y medio atrás. Como a las siete de la mañana nuestro hijo comenzó a exigir su desayuno.

- Shshhh Anthony —susurré llamando su atención y él me miró con esos ojos marrones tan grandes que había heredado de su madre. Se río divertido cuando me vio que trataba de no hacer ruido.

- ¿Mami? —comenzó a llamarla pero en ese minuto lo saque de la cuna. Y le puse la mano sobre la boca.

- No quieres ir a ver si te dejaron regalos —le pregunte y asintió, era demasiado fácil distraerlo. Bajamos a la planta baja y ya mi madre estaba despierta, y para mi mala suerte Alice se había quedado.

- Tu aquí tan temprano —le murmuré y ella se rió, Deje en el suelo a Anthony y en ese minuto sonó el timbre de la casa. Todos nos miramos extrañados y Alice se encogió de hombros.

- ¿Qué ahora no puedes abrir la puerta?, la fama no te deja —me murmuró devuelta y siguió jugando con Anthony, ignorando por completo el timbre que volvió a sonar insistente.

Resignado fui a abrir y ojala no lo hubiera hecho. Frente a mí tenía a la persona que menos esperaba y que más quería que desapareciera de la faz de la tierra. Era Jacob en pleno, vestido casual, con una expresión seria.

- Bella no está —le mentí pero él me miró y su expresión fue sombría

- No es con ella con quien vengo a hablar, es contigo —respondió seco.

- ¿Y de qué podrías tener que hablar conmigo? —le pregunté suspicaz.

- Del asesinato que cometió Bella hace un tiempo atrás por tu culpa —me contestó y mi boca se abrió de par en par.

Sus palabras fueron como un baldé de agua fría que recorrió todo mi cuerpo en cuestión de milésimas de segundos, se me escapó el aire de los pulmones, un nudo en mi estomago se formó — Culpa —fue lo que embargó a mi corazón sangrante, un dolor punzante me impidió hablar de inmediato, su respuesta me había tomado con la guardia baja. Reflexioné sobre su declaración y entonces supe que el daño sí había sido grande, gigantesco, de proporciones épicas. Ella había asesinado a alguien, la imagen de Renée se me vino a la mente ¿Podría ser ella?, ese era el oscuro motivo de porque ella había necesito un psiquiatra. Ella había asesinado a su madre ¿por mi culpa?
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Que les parecio buenisimo cierto , ya saben dejen sus comentarios al final
Mil besitos
Angel of the dark