Dark Chat

domingo, 1 de agosto de 2010

Tan lejana como una estrella

CAP 31.GOLPE BAJO

JASPER POV

Estaba a punto de salir corriendo de mi casa. Aunque sabía no era el momento ya que, a esa hora, Alice debía de estar trabajando aún en casa de los Swan. No importaba, no había tiempo…

Mis padres llegaron justamente en aquel momento. Suspiré profundamente para poder calmarme, después de todo, mi hermana también me precisaba y yo, necesitaba tener el cerebro un poco más frío para saber bien qué era lo que le iba a decir a Alice. Ya no podía cometer más errores… ya no.

"Han llegado" – murmuró Rose y, vi como Emmett automáticamente pasaba uno de sus brazos por sus hombros, protegiéndola.

No necesitaba más pruebas para saber que mi hermana había hecho una buena elección. Me acerqué a ellos y, acariciando su rostro, murmuré

"No te preocupes. Yo estoy contigo, tienes todo mi apoyo"

"Gracias, Jazz"

Nuestros padres traspasaron la puerta y ambos palidecieron al ver a mi rubia hermana en compañía de aquel alto joven.

"¿Qué haces aquí? ¿Cómo te atreves a poner un pie en esta casa y en compañía de semejante rufián?" – exclamó mi madre.

"Este rufián, como tu le llamas, es mi esposo" – soltó mi hermana y los ojos de nuestros progenitores centellaron de la rabia – "Y no se preocupen, no vengo para quedarme. Solamente venía a traer mis pertenencias"

"¿Pertenencias?" – repitió mi padre – "¡Nada de esta casa te pertenece ya! ¡Has osado el casarte con semejante mequetrefe, olvídate de que tienes una familia detrás de estas puertas! ¡Fuera de aquí! ¡Vete, pero no te llevaras ni un solo cubierto de esta casa!"

"No tienen derecho de quitarle a Rose lo que le pertenece" – interrumpí – "¿Acaso solamente por el orgullo y el materialismo están dispuestos a perderla como hija?"

"¡Ella ya no es una hija para nosotros!" – rectificó mi madre – "no has avergonzado con semejante atrevimiento… ¡Eres una cualquiera!"

"Mamá, ¿Cómo puedes…?"

"Jazz" – interrumpió mi hermana, con voz inalterada – "No te molestes en buscar problemas por mi culpa. No importa lo que les digas, ellos no entenderán, puesto que su ambición esta por encima de la felicidad hasta de sus propios hijos"

"Eres una malagradecida, una traidora, ¿Cómo pudiste casarte con el hijo de quien ha intentado llevarnos a la ruina?"

"Con todo respeto, señor" – dijo Emmett – "le pido que se abstenga de calumniar a mi padre frente a mí. No es de hombres el levantar falsos. Usted sabe perfectamente que mi familia nada tiene que ver con el fraude del que usted tanto habla"

"Eres un…"

"¡Ya basta!" – exclamó mi hermana – "Me voy, no pienso rogarles el que me permitan llevar mis cosas, quédense con ellas"

"Rose, no puedes irte así" – comencé a decir pero sus dedos se posaron sobre mis labios

"Todo esta bien" – aseguró – "no pasa nada. Tengo lo más importante a mi lado y te tengo a ti"

"Siempre" – prometí. Ella me sonrió de manera calurosa y, girándose hacia mis padres, les miró fijamente y pude notar como los ojos se hinchaban ante las lagrimas que comenzaban a salir

"Los quiero, disculpen si les fallé. Me enamoré" – dijo, encogiéndose de hombros y sonriendo de manera triste – "Fue algo inevitable y no puedo alejarme de éste hombre ya que se ha convertido en mi vida. Además de que, digan lo que digan, saben que en el fondo, todo lo que hablan de su familia, es mentira"

"¿Qué esperas para irte?" – siseó mi padre y me tuve que morder la lengua para callar todas las cosas que en ese momento quise decir

Mi hermana bajó la mirada y, cuando la volvió a levantar, fue fácil el reconocer aquel severo semblante con el que solía ocultar cualquier tipo de emoción.

"Nos vemos pronto, Jazz" – dijo y, después salió de la casa. Con su mano firmemente aferrada a Emmett.

Miré a mis padres de manera furiosa

"¿Van a permitir que se vaya así, sin nada?" – reté y me decepcioné tanto al ver que ninguno de los dos mostraba ni si quiera un ápice de tristeza – "¡Mamá, papá, es su hija!" – volví a recordar

Mi madre me dirigió una mirada envenenada

"Ya no" – dijo, de manera rotunda y después, se marchó, junto con mi padre.

Me dejé caer en el sillón y me apreté el puente de la nariz con los dedos. Al fin de cuentas, supongo que no tenía tanto derecho de juzgarlos, ¿Acaso no era yo igual o peor que ellos? ¿No le había fallado yo a Alice con mi actitud tan alardeante y poco dada a escuchar explicaciones?

¿Qué iba a hacer? ¿Cómo me iba a disculpar? ¿Estaría todavía a tiempo? Levanté la mirada y miré hacia el reloj… faltaba poco para que saliera de trabajar. Tomé las llaves de mi auto y fui en su búsqueda.

Esperé pacientemente mientras miraba una y otra vez hacia la calle que ella solía pasar para irse a casa. Solo esperaba a que su madre no la acompañara. No tuve suerte. La seguí lo más cautelosamente posible hasta su casa y esperé para ver si, por algún milagro divino, ella se animaba a salir de ahí.

Eran aproximadamente cerca de las siete de la noche cuando pude distinguir su exquisita silueta dibujarse entre las sombras. Bajé del auto rápidamente y corrí para alcanzarla. La tomé por el brazo y le tapé la boca con la mano para que no gritara. La llevé hacia el carro, sabía que mi actitud no era lo mejor pero dudaba que hubiera otra forma para que me escuchase. Dejó de forcejear cuando me reconoció y el temor de su mirada fue reemplazado por un extraño brillo de rencor.

Sabía que me iba a resultar difícil, pero tenía que intentarlo.

"¿Qué es lo que quieres?" – preguntó, con voz afilada – "¿Acaso no te quedó claro que no quería volver a verte?"

"Alice. Lo siento, fui un estupido" – comencé a decir de manera atropellada

Ella bufó fuertemente

"Creo que esa palabra te queda corta..."

"Lo sé, Alice, lo sé. Sé que no tengo justificación alguna pero, al menos, escúchame"

"¿Qué te escuche? ¿Por qué habría de hacerlo? ¿Acaso tu lo hiciste cuando yo te lo pedí?"

Mierda…

"No. No lo hice" – reconocí – "cometí un error y me equivoqué... Lo siento. Mal interpreté las cosas y te juzgué mal"

"No solamente hiciste eso" – murmuró – "Pero ya no importa…"

"No. Claro que importa" – discutí – "Perdóname, Alice, yo…"

"¿Recuerdas cuando te dije que no daba segundas oportunidades?" – asentí – "No era una mentira. No es la primera vez que me ofendes y yo no soy tu juguete"

"Perdoname" – volví a decir. No encontraba más palabras dentro de mi boca – "Dime qué puedo hacer para que me perdones. Dime qué quieres que haga y lo haré…"

"¿Quieres qué te diga qué es lo que quiero que hagas?" – inquirió, mirándome fijamente a los ojos.

"Si…"

"Bien. Te lo diré" – anunció – "Quiero que desaparezcas de mi vida, que ya no me busques, que me dejes en paz…" – la voz se le fue quebrando simultáneamente y sus mejillas se mojaron con las lágrimas que brotaron de sus ojos.

Tomé su rostro entre mis manos y ella rechazó el gesto, empujándome hacia atrás.

"No me toques" – pidió – "No te quiero cerca"

"Mientes" – susurré, resistiéndome a retirar mis manos de sus pómulos – "Todo lo que dices es mentira. Si en realidad quisieras que me alejara, no estuvieras llorando"

"Lloro del coraje" – aclaró y me negué a creerle. Con un brusco movimiento retiró su rostro de mi agarre y se limpió las lágrimas.

Cuando sus ojos se encontraron secos una vez más. Volvió a mirarme y el desprecio que se reflejaba en sus pupilas mutiló todo mi interior.

"Lo repetiré una vez más, Jasper: Me harías un gran favor si me ahorras el disgusto de volver a verte.

No me dio tiempo de contestarle. La veracidad con la que sus palabras fueron pronunciadas, me dejó plantado en mi lugar. Ella se fue. Y yo me quedé ahí, solo y átonito.

Una parte de mí sabía que me lo merecía. Sabía que era lo menos que podía esperar tras haberle tratado con tanta infamia… Mi cuerpo entero se estremeció al pensar que la había perdido, para siempre…

EDWARD POV

Faltaban solo cinco cuadras para llegar a casa de Bella. Aquella noche no había tenido la suerte de encontrarme a alguien quien me acortara el camino. No había problema. Heidi se había quedado dormida mucho antes de lo previsto. Golpe de suerte, me dije.

Llevaba una pequeña rosa blanca en mis manos, la había comprado en la mañana con una amable señora y no había podido evitar el pensar en Bella al verla. Tan frágil y buena y, a la vez, tan delicada y esplendida.

Rocé sus suave pétalos levemente con mis labios, imaginando, por un momento, que se trataba de Bella. Suspiré profundamente su aroma. Era una fragancia muy deliciosa, pero nada en comparación al perfume que me enloquecía.

Abrí los ojos cuando escuché varias pisadas detrás de mí. No le di importancia, al fin y al cabo, no era muy noche y había llovido muy poco. No debía extrañarme el que alguna que otra persona hubiera deseado el dar un paseo. Sin embargo, cuando aquellos pasos se escucharon ya demasiado cerca, no pude reprimir el reflejó de girar mi rostro hacia atrás para ver de quién se trataba.

Mis ojos visualizaron a un grupo de hombres. La poca luz que había en la calle no me permitió distinguir bien sus semblantes. Traté de seguir caminando, seguramente se trataba, otra vez, de mi traicionera imaginación.

Estaba equivocado.

Al llegar a la esquina dos jóvenes de aspecto corpulento se plantaron frente a mí y me bloquearon el paso. La respiración se me cortó al ver como ambos portaban dos puñales, con el filo reluciendo en la oscuridad.

"No traigo nada de valor" – dije, con voz baja y mostrando mis manos

Los hombres rieron.

- "No estamos aquí para eso" – informó uno joven de cabello largo y cuerpo grueso

De pronto, me vi completamente rodeado por seis figuras masculinas. Uno de ellos me empujó fuertemente y me pegó un puñetazo en la mejilla. Me apresuré a regresarle el golpe y lo logré. Sin embargo, un segundo después, ya no era solo un par de puños los que habían comenzado a agredirme.

Intenté defenderme y recuerdo que fui capaz de incapacitar a uno, pero eran demasiados. Claramente, no tenía opción.

"¡¿Qué pasa aquí?" – exclamó una voz y, en medio de los golpes, distinguí a Jasper

El muchacho de cabellera larga se lanzó contra él. Aproveché lo mejor que pude el haber perdido un contrincante y me abalancé contra el primero que se me puso en frente. Vi, vagamente, como Jasper peleaba incansablemente con dos de los villanos y, minutos después, un fuerte impacto lo dejaba tirado sobre el suelo. Mi distracción me costó cara. Solamente pude sentir como el aliento huía completamente de mi estomago, debido a una enérgica patada que, en él, habían propinado.

"¡Deja de jugar! ¡Hazlo, de una vez por todas!" – exclamó alguien y, después, solo sentí que el dolor en el estomago se había incrementado de manera considerable al mismo tiempo que un fuerte gemido salía de mi garganta.

El grupo de delincuentes se marchó corriendo de ahí.

Experimenté una fuerte contracción en el abdomen y bajé la mirada para ver cuál era el motivo que provocaba tanto dolor.

Me encontré con mi playera y mis pantalones completamente bañados de un espeso líquido color carmesí y dos navajas profundamente enterradas en el centro y extremo derecho de mi estomago…

BELLA POV

Edward no llegaba…

Llevé mis manos hacia mi pecho. Había una extraña sensación de intranquilidad que me había acelerado el corazón…

Suspiré profundamente para poder tranquilizarme.

Seguramente tuvo un pequeño percance, pensé, más una parte de mi conciencia me decía que no era así. Una parte de mí, gritaba que algo malo había pasado…

Edward.

Cerré los ojos fuertemente y empecé a rezar. Me sorprendí, puesto que no era muy dada a la oración.

Me alejé de la ventana y comencé a caminar por todos lados. Mi habitación repentinamente me parecía muy pequeña… miré el reloj, ya era casi media noche… él debería de haber llegado desde hacía ya mucho tiempo.

Salté de manera violenta al escuchar el sonido de alarma de mi celular. Corrí hacia él, con la esperanza de que fuera su voz la que escucharía en cuanto contestará

"¿Edward?" – pregunté rápidamente y, como respuesta, una perversa risita llegó a mis oídos

"Hola, Bella, querida" – saludó aquella voz y, temblé con solo identificar de quién se trataba

"Heidi…" – musité. Ella volvió a reír

"Así es, linda. ¿Qué tal? ¿Cómo la estas pasando? ¿Ya te aburriste de esperar a tu Romeo?"

"¿Dónde está…? ¿Dónde está Edward?" – pregunté, con voz temblorosa

"Oh, él está muy bien" – aseguró – "Le mandé a unos amigos para que le acompañaran durante el camino hacia tu casa… Solo espero que el frío no les haya puesto de mal humor y hayan terminado hiriendo a tu amorcito "

"No…" – murmuré – "No es cierto…"

"¿No me crees? Sal a buscarlo si gustas. Tal vez aún lo encuentres con vida y, por cierto" –recordó – "no te molestes en ir e intentar acusarme de todo esto, sabes que nadie te creerá. No pierdas tu tiempo. ¡Date prisa! Tu Edward se muere"

No me di cuenta del preciso momento en que ella colgó y el teléfono quedó profiriendo aquel ruido de línea cortada.

Tenía deseos de moverme, de Salir corriendo en su búsqueda. De ir y darme cuenta que todo había sido una mala broma, una pesadilla, pero mis dientes castañeaban a causa del intenso temblor que movía a todo mi cuerpo y, por más que me concentraba por recordar el cómo se caminaba, no pude mover mis pies hasta que pasaron varios segundos…

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CAP.32.PESADILLA

BELLA POV

Salí de la casa y unos relámpagos se comenzaban a dibujar en el horizonte, al igual que un viento helado sopló de manera impetuosa agitando las ramas de los árboles y alborotando mis cabellos. Mis pies se movieron sin vacilación alguna hasta que toparon con el pavimento. Comencé a caminar por donde, sabía, era el camino que Edward tomaba para llegar hasta aquí. Las calles estaban ya silenciosas y oscuras. Aceleré mi andar de una manera que creía imposible para mis pies. No me tomó mucho tiempo el encontrarlo. El ver a una patrulla y un montón de gente reunida en un punto especifico me revolvió el estomago y me aceleró el corazón a una velocidad que dolió. Corrí para acortar los pocos metros que me quedaban y, empujando a la gente que se apretaba e impedía a mis ojos ver lo que tanto buscaban, llegué hasta él.

Todo era mucho peor de lo que imaginé.

"Edward…" – musité ya que el aire se me había ido completamente al ver su cuerpo tendido sobre el suelo y humedecido por un caudaloso charco de sangre

Sentí que la vida se me iba.

"Señorita, aléjese un poco más, por favor" – pidió una voz, que no identifiqué muy bien

"No" –

"Por favor…"

"¡No!" – exclamé y, desatándome de la mano que me impedía caminar más, me hinqué para tener a Edward más cerca de mí.

Los señores que intentaron alejarme ya no insistieron. Yo tenía muchas ganas de tomarlo entre mis brazos, de abrazarlo, pero no me atravía. Lo veía tan frágil. Nunca imaginé sentir tanto dolor. Lo que había sentido en toda mi vida no bastaba para poder comparar toda la opresión que sentía, el deseo de ser yo quien estuviera en su lugar.

No, ni si quiera cuando pensé que no me amaba, dolía tanto. En ese momento, aquel dolor egoísta se me hizo absurdo. Prefería que me dejara miles de veces más, prefería que no me amara nunca… prefería todo, menos verlo en esa situación.

Tomé su mano entre las mías y no me importó si mi rostro se manchaba de sangre, la llevé hacia mis mejillas y la apreté contra ésta.

"Bella…" – no sé precisamente qué fue lo que sentí al escuchar su voz. Fue una mezcla de alivio, tristeza, amor, furia, desconsuelo, paz, inquietud, dolor…

Llevé mi mirada hacia la suya. Sus ojos verdes estaban completamente nublados, tanto, que me sorprendió el que me haya reconocido. La mano que aún reposaba sobre mi mejilla, se movió débilmente hacia mis ojos y me limpió las lagrimas que caían en grandes cantidades. Ni él ni yo dijimos más. Pasé mi mano libre por su rostro y él suspiró profundamente y cerró los ojos. Esperé cinco segundos para que los volviera a abrir y, al ver que no fue así, me asusté terriblemente.

El sonido de las sirenas de una ambulancia jamás me resultó tan alentador. Los camilleros llegaron corriendo y subieron a Edward de manera rápida.

"¿Es familiar suyo?" – preguntó un hombre de bata blanca, no le podía ver bien el rostro, las espesas lagrimas nublaban mi vista. Asentí – "Suba, puede acompañarnos" – indicó y, cuando di un paso hacia delante, una mano me detuvo

"Señorita, acompáñenos un momento, por favor" – como respuesta, miré hacia la ambulancia

"No será por mucho tiempo" – dijo. Seguramente el temor de alejarme de Edward se expresaba completamente en mis pupilas.

Caminé unos cuantos pasos, guiada por el señor con uniforme y me encontré a otros camilleros llevando a un rubio muchacho hacia otra ambulancia. Mis ojos se dilataron al identificar de quien se trataba

"Jasper…"

"¿Lo conoce?"

Asentí, aún sin poder despegar la mirada de él.

"¿Cómo esta?" – pregunté

"Tiene una abertura en la frente y varios golpes, no es tan grave pero si esta delicado."

Tomé el celular y marqué el número de Rose. Uno de los camilleros me llamó en cuanto colgué, la ambulancia donde Edward iba ya no podía esperar más. Corrí y me ayudaron para que pudiera subir. Dentro del carro, los enfermeros se movían con mucha rapidez sobre el cuerpo inconciente de mi novio.

"Esta muy grave" – murmuró uno y sentí como cada poro de mi piel se colapsaba… - "Hay que extraerle los puñales, no pueden estar más tiempo enterrados"

Llegamos al hospital y la camilla en donde Edward reposaba desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Aunque corrí, no logré alcanzarla. Me quedé parada a mitad de pasillo, sintiéndome completamente sola y sin saber qué hacer. Esperaba a que Rose y Emmett no tardaran tanto en lleagar

"Señorita, ¿Es usted familiar del joven Edward Cullen?" – preguntó una señora, a la cual no había visto llegar.

"Su novia" - asentí y ella me tomó por el brazo

"Es urgente que llame a su familia, el muchacho no se encuentra nada bien y tendrá que ser operado. Uno de los puñales atravesó una parte muy delicada de su estomago.

"¿Estará bien?" – la señora me miró por un largo momento, pero no contestó.

Eran malas noticias y sentí que el mundo me caía encima y me aplasta fuertemente contra el suelo, como un enorme pie de gigante

"Háblele a sus familiares" – fue lo único que dijo y, después, desapareció.

"¡Bella!" – escuché que gritaba alguien. No podía reconocer la voz. Me tomó más de un minuto el comprender que se trataba de mi amiga y su esposo.

"Bella, ¿Dónde esta Jasper? ¿Cómo esta Edward?" – no contesté. No encontraba las palabras ni la forma de abrir mis labios para poder hablar.

No sé qué pasó después. Solamente fui ligeramente conciente de que Rose había desaparecido por un momento y Emmett se había quedado a mi lado.

"¿Cómo esta Jasper?" – preguntó éste en cuanto Rose volvió a llegar

"Estable, tiene algunas heridas, pero se recuperará"

"¿Y él?" – sabía a quien se refería. Lo sabía por que toda mi conciencia estaba enfocada en esa persona. Rose tardó en contestar

"Mal" – sentí los brazos de Emmett enrollar mi cuerpo al momento en que un gemido de dolor se escapaba de mis labios. Mi rubia amiga se inclinó para verme y me tomó las manos – "Bella" – llamó, con voz dulce – "Todo saldrá bien, ya verás"

"En seguida vuelvo, iré a su casa para avisarle a su familia" – informó el esposo de mi amiga.

No sé si asentí o si le di las gracias (en realidad quería hacerlo) pero me sentía demasiado aturdida como para saber qué hacía, o no, en realidad.


ALICE POV

Me encontraba girando en mi cama una y otra vez. La cabeza me dolía de manera terrible y el sueño se negaba obstinadamente a hacer presencia. Suspiré tristemente mientras lo recordaba.

Estupido.

¿Qué se creía? ¿Qué podía ofenderme un día y hablarme bonito al otro?

Gruñí fuertemente y somaté mi almohada una y otra vez mientras recordaba cada una de sus palabras – tanto lindas, como ofensivas – que me había dicho desde que nos habíamos conocido. Cerré mis ojos y volví a suspirar… ¿Por qué tenía que amarlo tanto? ¿Por qué a él justamente? ¿Cuántas veces me había prometido que jamás, jamás, me iba a fijar en alguien como él?

Alguien como él…

¿Es que acaso había alguien quien, como Jasper, fuera tan especial?

Un exigente toqué de nudillos llamó a la puerta. Me levanté de la cama y caminé hacia ella con pasos lentos y precavidos. Era alrededor de media noche ¿Quién podría ser? Me tomé la libertad de mirar a hurtadillas por la ventana…

Era Emmett. Me sorprendí mucho y mis pasos se aligeraron

"Emmett, buenas noches" – dije, en cuanto abrí la puerta

"Alice, ¿Están tus padres en casa?"

"Si" – asentí – "¿Qué se te ofrece?" – vi como vacilaba antes de contestar. Su actitud sería – nada común en él – me inquieto.

"Edward se encuentra en el hospital. Lo han herido mientras iba a casa de Bella y se encuentra grave…"

"¿Qué?" – pregunté ante la imposibilidad de decir algo más.

"Alice, despierta a tus padres y explícales, es necesario que vayan al hospital ahora mismo" – sus palabras me impulsaron a mover mis pies y caminar hacia ellos.

"¿Pero cómo fue que pasó?" – preguntó mi madre, en medio de un interminable llanto, mientras nos dirigíamos hacia el hospital

Papá iba con Jacob, dormido, entre sus brazos y yo llevaba a Seth.

"No lo sé, Esme. Es demasiado extraño y aún no hemos recibido ningún tipo de explicación. Bella se encuentra demasiado mal y no queremos presionarla. Solamente sabemos que Edward iba caminando hacia su casa. Bella nos llamó por que Jasper, el hermano de mi esposa, también esta herido, seguramente vio a Edward en problemas y quiso ayudarlo"

"¿Jasper?" – repetí mientras la sangre se me helaba. Emmett asintió y Seth se quejó entre sueños ya que, de manera inconciente, había apretado mis brazos alrededor de él

"¿Y cómo está él?" – preguntó mi padre (haciendo eco a mis pensamientos), quien, a pesar de su voz tranquila y sosegada, no podía disfrazar el dolor que sentía

"Bien. Esta en observación pero tienen la esperanza de que, en pocos días, será dado de alta"

La preocupación se calmó un poco y relajé mi cuerpo. Llegamos al hospital y mi madre corrió hacia adentro. Nos encontramos con Bella dormida sobre el hombro de Rose

"¿Han dado nuevas noticias?" – preguntó Emmett y todos aguardamos impacientes por una respuesta

"La operación ha terminado, pero… Edward esta muy mal… los doctores dicen que hay que esperar. Las siguientes horas serán de mucha importancia para ver su mejoría. Por el momento, está en terapia intensiva y no se permite ningún tipo de visitas."

Carlisle se apresuró a abrazar a mi madre, quien había comenzado a sollozar. Yo, por mi parte, me dejé caer sobre uno de los asientos, con Seth aún en mis brazos. No sabía ni qué pensar. Mi hermano estaba grave, muriéndose y, además, aunque me habían dicho que Jasper estaba bien, no podía dejar de preocuparme por él.

Las horas pasaron y no recibimos noticias de mi hermano hasta que llegó el amanecer. Era algo terriblemente doloroso ver a Bella, era como si también ella hubiera recibido los puñalazos en su estomago. No recordaba precisamente cuántas veces le habíamos hablado, pero, simplemente, ella no contestaba. Mantenía la húmeda mirada en un punto fijo, con el semblante sombrío y desolado. Solo había una chispa de reconocimiento en el momento en que el nombre de mi hermano era expulsado por alguno de nosotros. Era entonces cuando, con un sobresaltó, parecía volver a la realidad y, al entender que no era nada sustancial, volvía al mismo estado de sopor.

Emmett se encargó de llevar a mis hermanos a la guardería. Mis padres también fueron a trabajar. Yo me negué a moverme de ahí. Me quedé al lado de Bella y de Rose, con mis pensamientos completamente divididos en los dos hombres tan importantes que se encontraban en aquel hospital.

"Alice" – llamó la rubia muchacha cuando todos se había ido. Giré mi rostro para verle y me dedicó una amable sonrisa – "Él está bien. No tienes por que preocuparte"

Extrañamente, supe al instante que no se refería a Edward.

"Me alegro" – murmuré, bajando la mirada

"El doctor me informó que las visitas serán permitidas dentro de una hora, ¿Te gustaría ir y ser la primera en verle? Yo no me quiero alejar de Bella"

"Pero, seguramente él querrá ver a su familia"

"Lo dudo mucho" – discutió – "no les he hablado a mis padres, lo haré después. Puedes aprovechar este tiempo que no están ellos. Créeme, cuando lleguen, te será imposible el mirarlo. Irás, ¿Verdad?"

Asentí con la cabeza, aún sin comprender muy bien por qué tanta insistencia. Me incliné para ver a Bella, quien se había vuelto a quedar dormida

"Se ve mal" – comenté y Rose asintió

"No quiero ni pensar cuando Renne se entere de que paso toda la noche fuera de su casa…"

Y, como si la hubiesen invocado, la señora apareció por el pasillo

"¡Isabella!" – exclamó, despertando con un terrible sobresalto a la muchacha.

"Mamá" – musitó ésta, sin ningún tipo de emoción en su voz, que no fuera la tristeza

"¿Cómo te has atrevido a salir de la casa, en la noche y sin avisarme?"

"Edward esta herido…"

"¡Me importa poco lo que a ese muchacho le pase!" – interrumpió – "¡Nos vamos ahora mismo a la casa! Tu padre ha llamado hoy en la mañana, vendrá hoy de su viaje y hay que organizar una fiesta de bienvenida" – dijo mientras la jalaba del brazo.

Me sorprendí mucho cuando Bella se zanjó del agarre de la señora y la miró de una manera furiosamente envenenada.

"Te acabo de decir que Edward esta herido ¿Y aún así quieres hacer una de tus malditas fiestas?"

"¿Por qué no?" – discutió la señora, con gesto arrogante y despreocupado – "Ese muchacho no es nada mío, sabrá Dios en qué problemas anda, para que le hayan querido matar"

Tuve muchos deseos de callarla, pero no era buen momento, así que me mordí fuertemente la lengua para no abrir mi bocota.

"Regrésate a la casa, mamá" – pidió Bella, con la misma voz vacía – "Yo no iré por ahora, si mi papá llega antes que este yo ahí, dale mis saludos y bienvenida"

"Tú no eres nadie para decirme lo que tengo que hacer" – siseó la señora – "¡Te irás conmigo…!"

"Señora, basta" – interrumpió Rose – "Bella no quiere ir, no la puede obligar."

Renne respiró profundamente un par de veces para calmarse. Tenía el rostro casi rojo de la furia, en cambio, Bella seguía tan imperturbada, con su rostro completamente pálido y la mirada perdida.

"Bien" – dijo entre dientes y, después, se giró para verme y, con voz grosera y nada considerada, advirtió – "Ni se te ocurra querer faltar hoy a trabajar, la fiesta será en la tarde, tienes dos horas para llegar"

Me limité a asentir al mismo tiempo en que empuñaba mis manos y me sangraba la lengua.

La señora se fue y Bella se quedó inmóvil, de pie y con la mirada completamente perdida. Me puse de pie para volverla a sentar y ella no opuso ninguna resistencia. Un señor con canas y bata blanca se acercó a nosotras

"El joven Jasper ya puede recibir visitas" – anunció y, aunque intenté controlarme, mi corazón comenzó a palpitar fuertemente.

"Alice" – anunció Rose y, tras evaluar, por un segundo, su amable sonrisa, asentí.

Caminé tras el doctor, con mis pies temblando y las manos sumidas en el pecho. ¿Qué le iba a decir?... no tuve tiempo de pensar en una respuesta ya que una puerta se abrió y, con un gesto en la mano, me indicó que pasara. Al entrar, me encontré con Jasper tirado sobre una camilla. Me acerqué y contemplé que dormía…sonreí ligeramente al verlo de esa manera. No pude evitar el pasar mi mano sobre su rostro para poder acariciarlo.

Él suspiró profundamente y, lentamente, fue abriendo los ojos. Me apresuré a retirar mi mano.

Su mirada se encontró con la mía

"Alice" – murmuró

"Hola" – dije, ante la poca creatividad de decir algo más. Él bajó su mirada de la mía y la desvió hacia el lado contrario. El gesto me dolió ¿Acaso no estaba feliz de verme?

"Después de todo… creo que tu deseo no se hizo realidad"

"¿Qué deseo?" – pregunté, frunciendo el ceño

"El de ya nunca volverme a ver" – contestó, con un triste murmullo. Abrí y cerré la boca, varias veces, para encontrar qué decir, pero la mezcla de emociones me impidió hablar durante varios segundos.

¿Estaba loco? ¿Cómo había podido creer…? ¡Agg!

Olvidándome de que estaba en la camilla de un hospital, y movida solamente por una desesperación perfectamente combinada con frustración y rabia, tomé su rostro entre mis manos para que me mirara.

"Eres un idiota" – le dije – "¿Cómo puedes decir eso? ¿Cómo?"

"Es lo menos que merezco, Alice" – contestó – "Te he fallado demasiadas veces… y todo por no ser capaz de escucharte"

"Aún así, preferiría que me dijeras miles de ofensas más a verte así: herido"

"No es nada" – calmó, con una pequeña sonrisa – "¿Tu hermano, como está?" – preguntó, cambiando radicalmente el tema y mostrando verdadera preocupación

"Mal" – contesté. Su mano se paseó por mi mejilla

"Todo estará bien" – prometió

"Gracias por ayudarlo"

"No fui de gran apoyo, pero… No era un asalto" – soltó, meditabundo – "No nos quitaron nada material"

"Le hemos preguntado a Bella y solo responde que recibió una llamada anónima"

"Hay que esperar a que Edward se mejore, para ver si él sabe algo más concreto" – asentí. Su mirada me evaluó por un momento y sus dedos volvieron a pasearse por mi mejilla

"Perdóname" – musitó, una vez más, y la mano que reposaba en mi mejilla se pasó hacia atrás de mi cuello y comenzó a jalar, delicada y pausadamente, mi rostro hacia el suyo.

No me resistí, al contrario, llevé una de mis manos hacia su pecho y entreabrí mis labios y comencé a cerrar mis ojos, dejándome llevar por él. En ese momento, no quise nada más que sus labios apretando los míos. Me olvidé de todo y solamente me concentré en el amor incondicional que le tenía, y que nunca le dejaría de tener. Ya casi podía saborear el sabor su saliva cuando la puerta se abrió, sin previo aviso, provocando que nos separáramos de un salto.

"¡Jazzy! ¿Cómo estas, cariño?" – preguntó alarmada, la joven muchacha de cabello negro.

Mi Corazon En Tus Manos

Hello mis angeles hermosos aqui estoy ya de regreso con ustedes . dejando el ultimo cap de este hermoso fic MUCHAS GRACIAS A RIONA  por compartir con nosotras su hermoso trabajo . chica te mando mucho besos y mil gracias
asi q dicho esto por fiss chicas dejen muchos comentarios
Mil besitos
Angel of the dark
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EPILOGO

Parecía que llevaba siglos cayendo.

-¡Vuela! -escuchó una voz como un susurro en la oscuridad, pero él no sabía volar, así que lo único que podía hacer era caer.

James miró hacia abajo, entre jirones grises de niebla el suelo se acercaba amenazante a él. Sentía que estaba cayendo y sabía qué le esperaba al llegar abajo. Pero no se puede caer eternamente, ni siquiera en sueños. Sabía que despertaría un momento antes de chocar contra el suelo; uno se despierta siempre antes de chocar contra el suelo.

-¿Y si no te despiertas? -preguntó aquella voz.

El suelo estaba ya más cerca, aunque todavía muy lejos. Hacía mucho frío allí, en la oscuridad. No había ni sol ni estrellas; nada más que el suelo que se alzaba para aplastarlo, los jirones de niebla gris y la voz susurrante. Sintió deseos de blasfemar en voz alta.

-No blasfemes. Vuela.

-Ni que fuera tan sencillo -espetó lleno de sarcasmo.

-¿Tú lo has intentado alguna vez?.

La voz era de timbre indefinido, ambigua, bien podía ser de hombre o mujer. James trató de averiguar de dónde provenía. Alzó la vista y vio un ave que sobrevolaba por encima de él dando círculos. Habría jurado que era un cuervo si su plumaje no hubiera sido de un color fuego brillante.

-¡Vuela! -insistió aquella voz anodina.

-Estás disfrutando con esto ¿verdad? -escupió con impotencia.

-En absoluto -repuso con monótona voz.

-Pues deja de cacarear y ayúdame -le exigió.

-Es lo que intento -repuso el ave. -¿Por casualidad no tendrás algo de maíz?

Como si aquella pregunta tuviera algún sentido dentro de aquel absurdo, James metió su mano en el bolsillo de su pantalón, arremolinándose de súbito la oscuridad como una espiral a su alrededor. Palpó algunos granos en el bolsillo, tal vez en otras circunstancias se habría preguntado qué hacían ahí. Cuando sacó la mano algunos se le escaparon entre los dedos y cayeron, como caía él.

-¿Eres un cuervo de verdad? -preguntó James al posarse el pájaro en su mano para comer.

-¿Estás cayendo de verdad? -replicó con su insustancial voz.

-No es más que un maldito sueño -le dijo.

-¿Tú crees?

-En cuanto choque contra el suelo, me despertaré -le aseguró con firmeza.

-En cuanto choques contra el suelo, morirás -repuso el ave con tono despreocupado y siguió comiendo.

James miró abajo. Ya alcanzaba a ver las bien conocidas cumbres de las Tierras Altas cubiertas de nieve y, a sus pies la Fortaleza Roja que se confundía con el color carmesí del Anillo de Desolación, formando una mancha semejante a la sangre que se iba escurriendo entre la negra espesura del bosque. El suelo se iba acercando y James volvió a blasfemar para sus adentros.

-Así no ganas nada -dijo el ave de fuego. -Lo que tienes que hacer es volar. No debe ser tan difícil para un guerrero como tú. Yo estoy volando.

-¡Maldita urraca! -escupió. -¡Yo no tengo alas como tú! -gritó. Un dolor en el costado le hizo dibujar una mueca al sentir como le traspasaba por completo.

-A lo mejor si las tienes -repuso en cambio. -Hay muchos tipos de alas.

James se miró los brazos y las piernas. Estaba muy delgado; no era más que piel tensa sobre los huesos. Trató de hacer memoria pero no recordaba jamás haber sentido su cuerpo tan enjuto. Y le dolía, todos los músculos de su anatomía ardían, como si miles de alfileres se clavaran en él. De súbito un rostro surgió de la niebla gris, de mirada oscura y la negrura de la noche enmarcando sus facciones.

-Nos superaréis en perversidad pero nunca en astucia, James -le escuchó decir.

El ave se sacudió y remontó el vuelo lanzando un graznido.

-Olvídate de eso -le gritó con voz aguda ahora. -No pienses en eso, es lo que menos falta te hace así que olvídalo.

Volvió a posarse sobre James, esta vez en su hombro y comenzó a picotear su cabello hasta que el rostro se esfumó. En su lugar, volvió a aparecer el suelo, cada vez más cerca. Los jirones de niebla aullaban en sus oídos mientras consumía el espacio que lo separaba de la superficie, desplomándose hacia ella.

-¿Qué diablos haces? -inquirió sacudiendo sus brazos, tratando de espantarlo y alejarlo de él.

-Enseñarte a volar.

-Ya te dije que no sé volar, pájaro estúpido.

-Pues estás volando.

-¿Estás ciego? -bramó James. -¡No estoy volando, estoy cayendo!

-Todo vuelo empieza con una caída -dijo el ave. -Mira abajo.

-Sé lo que hay abajo -repuso con desprecio.

-¡Mira abajo!

James obedeció en un impulso y sintió como se le licuaban las entrañas. El suelo ascendía hacia él a toda velocidad, pero el mundo entero se concentraba allí, bajo sus ojos. Lo veía todo con claridad pasmosa, el Reino entero y mucho más allá, incluso a cada uno de los que allí se encontraban.

Vio Adamón, sus sillares rojos surgiendo de la roca virgen rodeada por aquella muralla que parecía infranqueable, hasta ahora. El árido anillo que la rodeaba no había sido más que una barrera inútil, con su aridez, mas en ese instante se veía sembrada de lenguas de fuego. Decenas de piras funerarias se esparcían alrededor como gotas ardientes, consumiendo los restos de sus hombres caídos en la batalla siendo una de ellas, situada frente al portón principal la más grande de todos, como una gran joya que pende en mitad de un collar de perlas; el Rey había muerto. Sintió deseos de arrodillarse, enrabietado por la pérdida de su soberano, pero sus músculos no respondieron a su petición, la velocidad del aire en su caída sostenía su cuerpo como si cada uno de sus miembros estuvieran sostenidos por cuerdas, como esos títeres de madera y trapo con los que jugaban los bufones. Trató de mover la cabeza y esta vez sí lo consiguió, siguiendo la línea de fuego hasta el pie de las Tierras Altas. Su vista quedó fija en un montículo de piedras, colocados de forma armoniosa señalando la entrada de una gruta y con la tierra batida entorno a ella pisoteada por huellas de cascos de caballos. La furia le estrujó el estómago, mientras una fulminante certeza tomaba cuerpo en su mente. Entonces su visión se alzó y se topó con decenas de columnas de humo que surgían de entre las escarpadas cumbres. Hombres y mujeres caminaban entre la nieve o se sentaban frente a las numerosas y esparcidas cuevas excavadas en las caras de la montaña, calentándose en las fogatas y ahumando carne para el invierno que ya empezaba a blanquear toda la ladera. Quiso gritar para que volvieran al castillo, aquello aún no había terminado, pero el aire le golpeó la cara, recordándole cual sería el final de su trayecto.

De súbito, el mundo dio un vertiginoso giro y decenas de láminas de argentadas aguas se extendían frente a él. A lo lejos, un castillo se alzaba en el horizonte y una única y tenue luz brillaba en uno de sus torreones. Pareciendo sus deseos ser suficiente como para dominar sus ojos, se concentraron en aquel destello, acercándose su imagen rápidamente, y una pequeña ventana apareció frente a él. En el interior de aquel marco de piedra, una muchacha de largos cabellos negros descansaba en un lecho, sus manos colocadas sobre su abultado vientre.

En ese instante, notó un fuerte picotazo en el centro de su frente que lo cegó de dolor y después, ese ardor se extendió hasta sus ojos. Trató de abrirlos pero sintió que tres bolas flameantes surgían de su rostro, dos de sus orbes y otra un poco más arriba, desde su frente picoteada. El cuervo rojo trazó con una de las uñas de su pata una línea entre ellos, convirtiéndolo en un pequeño brazalete de tres cuentas de coral. Lo dejó caer introduciendo su pico en el aro imaginario que las unía y lo hizo girar con rapidez, sacudiendo la cabeza y lanzándolo al firmamento con un golpe seco.

Las cuentas ardientes se expandieron como grandes esferas que se alzaron formando un triángulo perfecto, dos en la base y la otra sobre estás, en el centro. La de la derecha tomó un color dorado, brillante, ambarino; la que se elevaba sobre las otras dos se tornó anaranjada como una mandarina madura, refulgiendo con calidez; por último, la de la izquierda se inflamó hasta convertirse en una bola de sangre, oscura y espesa. El hilo que las mantenía unidas empezó a acortarse, mientras, en el centro de la figura surgía otra esfera, de color cenizo, sin luz, sin materia. Parecía querer absorber a sus hermanas con ansia, atrayéndolas cada vez más. No pasó mucho tiempo hasta que se unieron, empezando a comprimirse en cuanto tomaron contacto, haciéndose aquella fusión cada vez más y más pequeña, convirtiéndose al final en un pequeño punto. De repente estalló, y James sintió que aquel fuego pasaba como gotas de infierno por encima de él, consumiéndolo, pero lanzó un grito de liberación ante la epifanía que en ese instante se revelaba en su mente.

-Bien, ya lo sabes -le susurró el cuervo rojo posado en su hombro. -Ya sabes por qué tienes que vivir.

Sí, ahora lo sabía, pero miró y lo que vio era desolador. Ya no había más que nieve y muerte, un páramo helado en el que se alzaban blancos carámbanos dentados, como brazos a la espera de acogerlo. Ascendían hacia él como lanzas, y se sintió perdido.

-Ahora, James -lo apremió el pájaro. -Elige. Vuela o muere.

Y la muerte trató de asirlo mientras un grito rugió en su garganta.

James abrió los brazos y voló. Unas alas invisibles atraparon el viento, se hincharon y lo elevaron. Las amenazantes agujas de hielo se alejaron de él y el cielo se abrió ante sus ojos, empequeñeciendose el mundo conforme él ascendía. Los jirones de niebla gris que se arremolinaban a su alrededor se desgarraron como un delicado velo y vio que el cuervo no era tal, sino una mujer, de largo cabello rojo y salvaje.

-Me perteneces, igual que yo a ti. Siempre lo hicimos.

Victoria...

Su nombre acudió a su boca al igual que su imagen a su mente.

Y de repente reconoció donde estaba. En su lecho, entre los fríos muros de su recámara, en la Fortaleza Roja, en el mismísimo Adamón y Victoria dejó caer el aguamanil que portaba y que se estrelló contra el suelo, corriendo hacia él. Tomó una de sus manos y la llevó a sus labios mientras las lágrimas surcaban sus mejillas.

-Por fin has despertado -le susurró.

James se llevó entonces la otra mano a la frente, aún le quemaba la zona donde el cuervo le había picado, pero no tenía nada, ni sangre ni herida alguna. Sin embargo, aquellos alfileres volvieron a clavársele en las piernas, como un dolor tangible ahora. Bajó sus ojos y se topó con las blancas vendas que las cubrían por completo desde los muslos a los dedos de los pies y al tratar de moverlas, aulló de dolor.

-¡Malditos sean Asbath, Los Lagos y todas sus gentes! -farfulló James con las lágrimas acusando su tormento.

-Que así sea...