Dark Chat

martes, 19 de junio de 2012

Rebelde


CAPÍTULO X.- DESESPERACIÓN Y CONDENA
EDWARD POV
Han pasado sesenta años desde que Bella murió en mis brazos, o más bien dicho desde que la maté cruelmente. Con el paso de los años aún no puedo descifrar qué mierda fue lo qué pasó para llegar a ese fin tan confuso y abrupto.
Éramos completamente felices y de pronto no me importaba nada, sentía que no la amaba y que esa mujer con la que me involucré era todo para mi.
Desde la primera vez que la vi y entablé conversación con ella me causó repulsa, la ofendía, la ignoraba, para mi no significaba nada.
Pero de un momento a otro la vi entrar a mi oficina y todo cambió, sentí un deseo aplastante, uno que sólo sentía por mi mujer, casi sin darme cuenta la tenía desnuda bajo mi cuerpo mientras la embestía desesperadamente, desde eso momento todo fue cuesta abajo, no podía sacarla de mis pensamientos, la deseaba cada hora, cada minuto, cada segundo. Mi pobre Bella no se daba cuenta de que cada vez la tocaba menos, de que cada vez estaba menos conectado con ella y con Samantha deseaba todo. Los encuentros sexuales continuaron y con más frecuencia, trataba de pasar el mayor tiempo posible en la oficina para estar con ella.
Por supuesto todos en el hotel sabían lo que ocurría y al leer sus mentes me sentía como la mierda, todos le tenían lástima a Bella, ella era muy querida y admirada por mis trabajadores y me encontraban el cabrón más grande del universo por engañarla con la zorra del hotel como llamaban a Samantha.
Cuando Bella estuvo hospitalizada sentí un desahogo tremendo, tenía dos días para estar el mayor tiempo posible con Samantha, aún no sabía qué me atraía de ella, su sangre no me agradaba mucho, pero eso no fue impedimento para que me alimentara de ella, no le di ninguna explicación sobre ese hecho, ya que ella dijo haber descubierto mi naturaleza desde el primer momento en que me vio.
Estaba tan embobado con ella que no me importaba lo que pasara con Bella. Estaba cada vez más distante, no le prestaba atención cuando me hablaba, ahora puedo ver claramente en mis recuerdos cómo le dolía mi distanciamiento, ahora sabía que mi niña siempre supo que yo había cambiado, pero seguía a mi lado tratando de salvar el amor que una vez nos unió, ella siempre fue una luchadora incansable y yo un maldito bastardo que se confundió como la mierda.
La veo en mis recuerdos, los últimos días de su vida estaba tan cambiada, ojerosa, triste, el fuego de sus ojos estaba extinto, estaba completamente muerta en vida y todo por mi culpa, no sólo la maté físicamente, sino que le maté el alma y el corazón.
Mi vida en ese entonces estaba llena de bruma, hay algunas cosas que no recuerdo bien, no me justifico, pero todo es un gran acertijo. Pienso y pienso y a través de los años no he llegado aún a la conclusión de qué mierda pasaba por mi estúpida mente para confundirme de esa manera.
Cuando llegué a ese espectáculo de beneficencia estaba totalmente jodido y envuelto por Samantha, recuerdo que Bella me llamó para decirme algo importante y no le presté atención porque para variar estaba con ella envuelta en mis brazos, ahora se que me llamó para invitarme a ese mismo acto al cual fui con mi amante.
No me importaba nada, cuando la vi no sentí nada, no me importó estar humillándola delante de toda esa gente, todos me miraban con repudio y a mi niña con tanta lástima, pero no me importaba, tenía a la mujer que quería a mi lado y el resto del mundo podía irse a la mierda.
Cuando Bella nos descubrió follando mi mente no reaccionó y seguí con mi faena. Una vez terminado mi acto sexual Samantha me instó a entrar diciendo que lo que veríamos a continuación sería memorable, no entendía lo que decía y ella sólo se reía muy conforme con lo que iba a pasar.
La vi en el escenario cantando y estaba tan rota que el velo que cubría de bruma mi mente se fue aclarando, ella lloraba mientras cantaba, sentí su dolor, estaba muriendo cada segundo, cuando me miró traté de ir con ella y suplicarle perdón, pero nuevamente me perdí, nuevamente no sentí nada más que molestia, miré a Samantha y ella estaba molesta.
Nos fuimos y discutimos, ella alegaba que siempre estaría atado a Bella, que ella nunca sería suficiente para mi, que Bella siendo mi cantante siempre se interpondría entre nosotros y era mejor dejar las cosas como estaban, me volví loco, no quería dejarla, no podía vivir sin ella. Y tomé la decisión.
Le dije a Samantha que resolvería todo, que me esperara.
En segundos llegué al templo, sabía que iría a ese lugar, me escondí tras unas columnas en la oscuridad a esperarla.
Cuando llegó la vi marcar temblorosamente en su celular, no le contestaron pero dejó un mensaje de voz dirigido a Emmett.
Hermanito, por favor responde, por favor te necesito, necesito…..necesito….- no terminó la frase porque lloraba desconsoladoramente. Estoy muerta Emmett, Edward me engaña, tiene otra mujer, no es broma, hace semanas que lo sospechaba, incluso ella misma me lo dijo y me lo recuerda a diario, pero no quise creer, pero hoy lo vi, lo vi, estaban follando delante de mí, no me dio ninguna explicación, dice que la ama a ella, lo escuché, todos lo vieron junto a ella, me quiero morir Emmett, estoy rota, nunca volveré a funcionar, tu hermano me destrozó entera, no se qué mierda hacer ahora con mi vida, no quiero volver a verlo nunca más, aposté todo a él y perdí, perdí todo, se llevó todo de mi, me dejó vacía.
Se cortó el mensaje y ella gritaba retorciéndose en el suelo, yo sólo miraba a esa linda chica que un día fue todo para mi, pero no sentía nada, ni pesar, ni pena, nada, no sentía nada. Sólo escuchaba en mi enferma mente mátala, mátala, mátala.
Salí de mi escondite y tras decirle lo que terminó por destruirla la maté, bebí de ella, a pesar de su dolor y sus pocas fuerzas comparada conmigo luchó, luchó contra mi, pero no podía hacer nada, la estaba matando y no me importaba, esa dulce sangre era lo último que tomaría de ella, la sentía deslizarse por mi garganta y volví a sentir ese regocijo que siempre me embargaba cuando bebía de ella, pero sólo duro unos segundos su vida se extinguió en mis brazos. Su corazón silencioso, su cuerpo sin vida quedó allí tirado en ese lugar que ella tanto admiraba.
Corrí lejos de ese lugar y como si al cielo le pesara la muerte de esa niña empezó a llover a raudales, fue la tormenta más fuerte y destructiva de Grecia, rayos caían del cielo destrozando todo a su alrededor, la lluvia incesante inundó calles y se llevó muchas vidas, aún recuerdo que por mi mente pasó que era el perfecto castigo a la raza humana por dejar que una vida tan preciada se extinguiera en brazos de un maldito monstruo como yo, nadie la defendió, nadie luchó por ella, nadie.
Llegué al lado de Samantha y no fue necesario que le dijera nada, pude ver en su mirada que ella sabía que Bella ya no interferiría entre nosotros, la besé con euforia y la amé el resto de la noche. Al amanecer bebí de ella y posteriormente expulsé mi ponzoña en su sistema.
Y el cielo se cayó en mi, noooooo, grité en mi interior, el velo se descubrió y pude sentir mi mente despejada nuevamente, miraba enloquecido a todas partes, era como despertar de una jodida pesadilla. Miré hacia la mujer que era mi amante mientras se retorcía de dolor por la transformación, estaba tan confundido y entonces recordé las cosas que había hecho y el desconcierto me cayó como una pesada loza aplastante en mi cuerpo.
Salí desesperado de allí, corrí como el diablo mientras sollozaba para ir a buscar el cuerpo de la mujer que amaba, siempre fue ella, no se cómo pude confundirme de esa manera y acabar con su vida, estaba desesperado por llegar y descubrir que todo era una maldita pesadilla, un universo alterno, cualquier mierda que no fuera que hubiera matado a Bella, no quería pensar que todo era verdad, no podía asimilarla en mi jodida mente, pero en el fondo sabía lo que había hecho porque no sentía el lazo, esa conexión que nos unía.
Llegué y corrí hacia su lado, ya no sollozaba, ahora lloraba, no se cómo pudo ser posible, los vampiros no podemos llorar, pero lo hice, las lágrimas caían por mis muertas mejillas, la había destrozado como a un animal, su garganta desgarrada, su brazos fracturados y llenos de moretones, su piel blanca sin vida y fría como el hielo, besé su cara y aún habían rastros de las lágrimas derramadas, la puse en mi regazo y nos mecí mientras le cantaba.
No podía ser, ¿cómo pude llegar a matarla? ¿cómo pude llegar a pensar siquiera que no la amaba? ¿cómo carajos pude engañarla?, aún no encuentro una respuesta que me deje conforme, nunca la encontraré porque nada puede explicar la monstruosidad que hice.
No se si pasaron horas o días con ella en mis brazos, sólo se que así fue que me encontró mi familia, con ella en mis brazos suplicando que el tiempo retrocediera para no volver a cometer los mismos errores, incluso pedía que ella nunca me conociera y fuera feliz en otra parte con otra persona, cualquier cosa con tal de que ella viviera y fuera feliz.
- ¿QUÉ MIERDA HICISTE? ¿CÓMO PUDISTE HACERLE ESTO A MI HERMANITA? , SUÉLTALA, NO MERECES TOCARLA – rugió Emmett, dejé a Bella a un lado, ya sabía lo que ocurriría y lo merecía, no me opondría a nada, Emmett se lanzó a mi cuerpo y me estrelló contra las columnas del templo, no se cuanto rato estuvo golpeándome, no sentí dolor, sólo sentía el dolor en mi interior y era por la pérdida de mi ángel.
- Emmett es suficiente – dijo Carlisle y junto con Jasper lo separaron de mi.
Me aovillé en el suelo mientras lloraba y gritaba que me mataran, que nada tenía sentido, que no quería seguir existiendo.
- nada sacas ahora con victimizarte Edward, no la amabas, nunca lo hiciste, nos engañaste a todos, ella me llamó anoche, me dejó un mensaje, dijo que la engañabas, que tenías una amante, que te vio con ella follando y le decías que la amabas ¿cómo pudiste jugar con ella así, con nosotros que éramos tu familia?, nos engañaste a todos jurando amor eterno, te la entregamos confiados en tu amor por ella y la matas, nos dejas sin ella, nada será igual sin nuestra Bella. Jamás perdonaremos lo que hiciste, ya no eres bienvenido en la familia, pero no te mataremos, no mereces ese final, mereces cargar con lo que hiciste cada segundo de tu maldita existencia – escuchar a Emmett y que toda la familia apoye sus palabras me dolieron, pero lo merecía, merecía eso y más.
Después de eso todo fue tan confuso, mi familia no me hablaba y cuando me miraban lo hacían con odio.
La noticia se esparció como pólvora, la chica Cullen estaba muerta, presumiblemente por un animal salvaje por sus lesiones, y por culpa de su adúltero esposo, que en vez de estar con ella estaba con su zorra amante, se cotilleaba que mi Bella me vio con mi amante, se comentaba del dolor que todos los que estaban anoche presenciaron en ella al verme con otra mujer, pero no duró mucho, todos estaban tan sumergidos con la emergencia que desató la tormenta y las autoridades no pusieron mucha pega al asunto y nos marchamos nuevamente a Estados Unidos.
Antes de marcharnos fui en busca de Samantha, todavía estaría en proceso de conversión, le debía una explicación, ya no la quería en mi vida y le dolería que hubiera jugado con ella, pero le debía al menos eso, ser sincero y decirle que todo fue un maldito error, pero al llegar donde la dejé no estaba, no era posible que hubiera desaparecido, la conversión duraba tres días y todavía no pasaban dos. Como el cínico que era me alegré de no encontrarla y darle explicaciones. Me largué de allí.
Su funeral fue muy emotivo, todos en el pueblo asistieron, sea por cariño o por curiosidad, pero todos estaban allí, todos menos…..
Era muy, muy extraño y sospechoso que Seth y Alizze no fueran a despedirse de Bella, no le pregunté nada a mi familia y al leer sus mentes estaba bloqueadas.
Con el tiempo supe que ellos habían dejado el pueblo el mismo día que Bella murió, nadie sabía nada de ellos, su familia desapareció del mapa como se dice.
La cremaron y sus cenizas las quería conservar por siempre conmigo, pero no me dejaron, en realidad era como si yo también hubiera muerto para ellos, no me miraban, no me hablaban, nada y lo tenía merecido.
Ellos llevaron sus cenizas de vuelta a Grecia y la esparcieron en el templo, yo no fui capaz de regresar a ese lugar, nunca hasta ahora.
El hotel que tanto quería en Grecia terminó destrozado esa noche de tormenta y nunca volví la vista atrás, no lo reconstruí, dejé todo tirado tal como estaba.
Mi familia jamás me perdonó y varias ocasiones Emmett y Rose trataron de matarme, nunca me defendí y creo que eso los persuadía. Después de tres días desde que volvieron de arrojar sus cenizas en Grecia los dejé para siempre, ellos sufrían mucho por la pérdida de Bella, no soportaba mirarlos y ver todo el odio y reproche en sus miradas. Se sentían culpables de haberla puesto en mi camino, de haber permitido que la tomara como mía. Cada uno se reprochaba por mis acciones, pero la que en cierta forma lo hacía más era Alice, ya que ella no pudo ver en su mente nada de lo que estaba pasando, ella no entendía cómo pudo fallarle sus visiones en algo tan vital e importante. En realidad nadie entendía, pero no le reprochaban nada, ya que el único culpable era yo, yo era el monstruo que mató a un ángel.
Tomé las copias de las cintas que todos habíamos filmado de ella y día a día, hora a hora, minuto a minuto y segundo a segundo las miraba, una y otra vez la miraba en la pantalla. Habían muchas que nunca había visto y eran de cuando recién llegó a vivir a la casa, esas cintas las hacían los chicos y aún era mi chica rebelde, esa que vestía como niño, habían otras grabadas en el bar del pueblo y mientras lloraba también reía de las cosas que hacía mi niña peleadora. Rememoraba viendo las grabaciones de nuestro amor, las veces que paseábamos tomados de las manos, una a una iban pasando las imágenes que le tomaba cuando aún estaba dormida en mis brazos por la mañana o cuando captaba su imagen después de hacer el amor, toda sonrosada y terriblemente erótica, cuando despertaba y desnuda tomaba su guitarra y me dedicaba canciones mientras estábamos aún en la cama, nuestra boda, nuestra luna de miel, cantando en el bar en Grecia, cuando me dedicó la canción de Adele. Tantos recuerdos hermosos que perdí por idiota, por ser un maldito animal, un ser que no merece estar en el mundo. Y finalmente las imágenes que me desgarran mi muerto corazón, esa última grabación que me hicieron llegar anónimamente, mi Bella tan hermosa, pero rota de dolor cantando las canciones que se han clavado hondo en mi pecho, canciones tristes y verídicas de lo que le hice, la despojé de todo y después la dejé como si no significara nada.
Ahora sesenta años después estaba frente al pequeño ejército que nos llevaba a tierras lejanas en busca de un grupo de humanos rebeldes para protegerlos, ellos por supuesto se resistirían, pero nuestra misión desde hace diez años es precisamente proteger a los pocos humanos que van quedando en la tierra.
Hace cuarenta años resurgió la raza de los licántropos, ellos estaban extintos o eso pensaban todos, pero de un momento a otro aparecieron sembrando el caos en el mundo, antes ellos eran pacíficos, al menos con los humanos, pero ahora eran despiadados, mataban y esclavizaban cualquier ser que tuviera el infortunio de cruzarse en su camino.
Habían exterminado y esclavizados a la mayoría de los humanos, todo por ansias de poder, el mundo como se conocía ya no existía, todo eran ruinas, desesperación, muerte y guerra.
Cuando esta raza apareció y la taza de humanos empezó a bajar considerablemente, los Vulturis que son nuestra realeza tomaron cartas en el asunto y convocaron a todos los vampiros a unirse a la batalla, claro que también querían que se unieran otros clanes inmortales, pero éstos por arte de magia habían desaparecido.
Mi vida era un completo asco y no pensaba unirme, nada tenía importancia para mi y me negué rotundo, pero hace diez años me enteré que Rose estaba herida, no era de gravedad, pero era mi hermana y quería saber de primera fuente cómo se encontraba.
Afortunadamente se fue recuperando poco a poco y así mismo fuimos retomando los lazos familiares y de amor, claro que aún no me perdonaban lo que había hecho, pero me aceptaban nuevamente. A veces discutíamos y era inevitable que el tema de Bella saltara a la palestra y yo sólo bajaba la vista, no tenía derecho a defenderme, no tenía derecho a reclamarles que sus palabras me dolían como la mierda.
Los entrenamientos se hicieron presentes y mi familia se destacaba en la lucha, sobretodo Jasper que a parte de ser un luchador excelente era también el mejor estratega, así que cuando dividieron el ejército en varios regimientos y destinados a distintas partes del mundo Jasper se quedó con el liderazgo de nuestro grupo.
Éramos alrededor de cincuenta vampiros y a pesar de nuestros caracteres volátiles nos llevábamos relativamente bien.
Yo era el segundo al mando al destacarme por sobre los demás en la lucha, además Jasper confiaba en mi en el campo de batalla y allí no defraudaba a nadie.
La pequeña comitiva que llevábamos en busca de los rebeldes era de veinte vampiros, no faltaba tanto para llegar, según nuestros informantes quedarían al menos un día de viaje.
Cuando llegamos a destino nos estaban esperando, eran alrededor de cincuenta hombres, pero sabíamos que habían más, seguramente escondidos, ya que seguramente el resto eran mujeres y niños.
No entendía el motivo para temernos y estar tan en guardia, veníamos a ayudarlos, sabíamos que los lobos ya sabían de estas personas y pronto llegarían a atacarlos, pero allí estaban, desafiantes y con las armas empuñadas, es cierto que no podían matarnos con facilidad, pero sabíamos que sus armas nos podían dañar, ya que utilizaban toxinas de licántropos en sus armas y ésta era nociva para nosotros.
Carlisle estaba hablando con el que parecía ser el líder, le trataba de convencer que veníamos en su ayuda, pero el humano destilaba un odio descomunal, podía leer su mente y había algo raro en él. No era desconfianza, no era miedo, era puro y sencillamente odio.
Carlisle ya casi lo estaba convenciendo, al menos eso pensaba él cuando gracias a mi habilidad mental supe que nos atacarían. Alcancé a avisarle a Carlisle que retrocediera y nuestra guardia se puso en posición de ataque.
Ellos atacaron primero, no eran muy buenos luchadores y por supuesto no tenían nuestra capacidad, los estábamos dominando, no matábamos a ninguno, sólo los dejábamos inconscientes, pero de pronto tuvimos que parar la pelea, un olor nauseabundo nos llegó y tuvimos que unir fuerzas en pocos minutos. Los lobos se estaban acercando y eran muchos, nosotros podríamos salir relativamente bien de este encuentro, pero los humanos no. La mayoría de ellos se refugiaron y el resto fueron muy testarudos y se quedaron a luchar al lado nuestro.
La llegada de los chuchos fue un caos, eran alrededor de cincuenta, muchos más de lo que pensábamos en un principio. A pesar de que tratábamos de proteger a los humanos mientras matábamos a los chuchos se perdieron muchas vidas, tanto humanas como vampíricas, estábamos perdidos, eran más que nosotros.
Fue inevitable perder, me sentía frustrado, furioso, malditos chuchos nos encadenaron junto a los humanos y esas cadenas no se de que mierda estaban hechas, no las podíamos romper. Después de maniatarnos tomaron a un joven de unos veinte años y lo empezaron a torturar para que les dijera dónde estaban escondidos los demás. Los gritos eran ensordecedores, el muchacho murió sin soltar información, pero a este le siguió otro y otro hasta que el último torturado habló.
En pocos minutos aparecieron sesenta humanos más encadenados, la mayoría mujeres y niños. El llanto de los niños era desgarrante y las mujeres a pesar de tratar de mantenerse serenas se les notaba el terror.
Fuimos llevados a un subterráneo enorme, allí era la guarida de los chuchos, era un lugar frío, con olor a muerte y pestilencia. Fuimos encadenados a paredes en varias salas unas al lado de otras. Mi desesperación creció cuando se llevaron a Carlisle, Emmett y Alice a otra sala, temía por ellos, por todos ellos, tanto humanos como familia y vampiros seríamos historia, moriríamos en este apestoso lugar, quizás a mi como castigo le vendría bien, pero a mi familia no, ellos no deberían estar acá, ellos no merecían morir.
El humano que estaba a mi lado me miraba intensamente, sentía esa mirada de odio, era el líder, no desperdicié tiempo mirándolo, debía encontrar la manera en que mi familia se salvara, pero era desconcertante saber que no había escapatoria.
Pasamos cinco días en agonía, cinco días de escuchar los gritos de humanas y vampiras siendo violadas y destrozadas por esas bestias, me estremecía de sólo saber que pronto les tocaría a mi madre y hermanas, por fortuna aún no las dañaban, pero faltaba poco y aquí encadenados como animales sin poder hacer nada, casi fin fuerzas por la falta de ingesta de alimento y de sangre.
Llegaron a nuestra sala y no faltó leer su mente para saber que venían a buscar a las mujeres de esta sala, Rose y Esme estaban aterrorizadas, además las muy bestias las violarían delante de nosotros, no podría soportar eso, mi madre y mi hermana era sagradas, no quería que eso ocurriera, no lo podría soportar.
Primero tomaron a las humanas, el espectáculo fue escalofriante por decirlo de alguna manera, cerré los ojos, pero los gritos se colaban en mis oídos y el olor a sangre invadía mi sistema torturándome por desear beber de esas criaturas violentadas y destrozadas.
Cuando soltaron las cadenas de Rose, creí morir, a lo lejos escuchaba los gritos desesperados de Emmett pidiendo clemencia para su esposa, pero el chucho que ahora acariciaba a Rose sólo aullaba en forma de risa.
La desnudó y cuando estaba a punto de tomarla fue interrumpido, el chucho estaba cabreado, estaba muy caliente y quería a Rose. Un nuevo grupo de humanos habían sido capturados y al parecer eran importantes para los chuchos, por lo que pude oír de la conversación no eran humanos comunes.
Diez de ellos fueron llevados a la misma sala en donde me encontraba, estaban golpeados y los encadenaron a la pared frente a la mía, levanté la vista y me impactó verlos, a pesar de los golpes que cargaban se veían extremadamente fuertes, eran grandes casi como Emmett y poseían unos rasgos pocos comunes, eran por decirlo de alguna manera hermosos, pero uno de ellos, el más joven llamó mi atención, a pesar de su juventud, se veía más fuerte que los demás, era también el más hermoso y era el más golpeado, los demás lo miraban atentamente hasta que el joven alzó su cabeza y los miró como transmitiéndole algo, traté de leerle la mente y no pude. Los demás compañeros asintieron a algo que les había transmitido el joven y sonrieron enigmáticamente.
Seguí mirándolo y definitivamente no era completamente humano, era algo más… era vampiro, aunque su corazón y el calor corporal que tenía indicaba indicios humanos, no lo era completamente, su pulso y calor corporal eran mucho más bajos de lo normal, además poseía rasgos vampíricos muy marcados, lo único que se me ocurrió fue: híbrido, pero eso no era posible ¿o si?, si era así, si era posible significaba una nueva raza y eso no se si era bueno o malo, ya que no sabía las intenciones ni la verdadera fuerza o dones de esta raza.
De pronto el joven dirigió la vista hacia Rose que se encontraba nuevamente encadenada y con la ropa hecha jirones. La escaneó de arriba hacia abajo con detenimiento y una pizca de coquetería.
- Te encuentras bien – le preguntó
- De puta madre – dijo Rose cabreada
El joven se carcajeó de la respuesta de Rose y sacudió su cabeza levemente. Traté de leerle la mente, pero no me fue posible, me esforcé, ya que el joven me causaba algo extraño, era tan raro.
- no podrás leerme la mente vampiro, pierdes tu tiempo – exclamó
- ¿Cómo….
- ¿Cómo lo se?, se puede decir que compartimos en algo ese don que tienes. – dijo con fastidio
- ¿Qué eres?
- Semi vampiro o híbrido, como prefieras llamarme
- ¿Cuántos son y por qué no sabíamos nada de ustedes?
- Somos dos y no sabían porque no es tema de ustedes – replicó con odio
- Jun, estamos listos – dijo uno de los humanos
De pronto el chico llamado Jun levantó los brazos y sacó una pequeña llave que tenía oculta y abrió el candado que cerraba las cadenas, cuando se soltó ayudó a sus compañeros a velocidad vampírica, en segundos estaban libres y procedieron a ayudar a los otros humanos, por mientras uno de ellos espiaba por la puerta por si venían los chuchos. Los vampiros fuimos los últimos en liberar, cuando Jun soltó a Rose se sacó la capa larga que llevaba y la cubrió, Rose le agradeció.
Una vez liberados todos salimos todos corriendo a ayudar a los demás prisioneros, Jun corría como una ráfaga de viento soltando las cadenas y el resto ayuda a incorporarlos y prepararlos para escapar.
Todo pasó tan rápido que apenas nos dimos cuenta de que estábamos saliendo de ese lugar tétrico, el grupo del chico una vez que nos dejaron resguardados a metros del lugar se devolvieron y arrasaron con el lugar, los aullidos se escuchaban a kilómetros de distancia, ellos se encargaron de todos los chuchos, era algo sorprendente, lástima que nosotros estábamos tan lastimados y cansados, me hubiera gustado estar presente y verlos en acción, deberían ser muy fuertes para acabar con esa gran cantidad de lobos, bueno con casi todos, ya que Jun traía a uno encadenado, claro, que ahora en su forma humana, era apenas un niño de unos quince años, pero no debíamos tenerles lástima, eran unos asesinos demenciales y por el olor que expelía estaba seguro que se trataba del que quiso violar a Rose.
Cuando llegaron donde nos encontrábamos nos dirigieron unos metros más adelante, allí un grupo de hombres esperaban y tenían listos caballos, si, caballos, pero lo más importante es que tenían comida y sangre embolsada, enseguida humanos y vampiros empezamos a alimentarnos y a recuperar algo de nuestras fuerzas.
- Jun, deberías cambiarte de ropa, en pocas horas estaremos en casa y ella se enfurecerá y más si se da cuenta de que no utilizaste la ropa correcta – dijo con sorna un tipo al que llamaban Juan, por lo visto la mujercita del chico era cosa seria
- Claro y como todos ustedes se cagan de miedo al verla le dirán apenas lleguemos – dijo con una mueca Jun
- Oh si, ya sabes, no debes enfadar a la jefa y menos cuando puede matarnos con un solo dedo
- Maricas
- Claro como tú tienes trato preferencial puedes darte el lujo de rebelarte un poco, claro que cuando te ha ajustado las tuercas no se mide ahora se reía abiertamente
- No tengo ningún trato preferencial, todo lo que soy me lo he ganado limpiamente, además ella le presta más atención al hombre que ocupa su cama
- Jajajajaja, eso me huele a celos – Jun hizo una mueca de profundo disgusto – lo siento Jun, sólo era una broma, además sabes que ella siempre te amará más que a cualquiera, eres sus ojos, si tuviera que elegir entre los dos, te elegiría a ti, siempre ha sido así.
- Supongo, pero no soporto verla acompañada, se que es egoísta, pero la quiero sólo para mi, ella es mía, no la quiero compartir
- Lo se muchacho, lo se, pero la vida sigue y a ti no te falta la atención femenina.
- A ninguna de ellas las he amado, ninguna es como ella, ninguna es como Mykene, todas las demás no le llegan ni a los talones, ella es la mejor, la más valiente, no, no hay otra como ella
- Tienes razón Mykene es sorprendente, como lo dijiste, ella es única y no deberías comparar a nadie con ella
- Vamos mejor, Mykene debe estar esperando para decapitarme
- A todos nosotros
No era mi intención oír, pero fue inevitable, me dio pena el chico, enamorado de un imposible al parecer, no se por qué, pero todos ellos parecían temerle a esa mujer y además tenerla por muy alto en un pedestal.
Cuando nos dijeron que debíamos acompañarlos pensé que estaban locos, pero nos explicaron que éramos los únicos que quedábamos por esos lados, además querían proponernos alianza, y varios grupos más de vampiros ya se encontraban con su gente. No quisimos preguntar más, no teníamos nada más que hacer así que los seguimos, todos los humanos fueron en caballo y el resto a pie, decían que no quedaba mucho, ya pronto estaríamos en sus territorios.
En varias ocasiones descubrí a Jun mirando a mi familia y principalmente a mi y cada vez me desconcertaba más, ahora que estaba limpio y sus golpes al igual que los de sus compañeros iban desapareciendo a velocidad alarmante pude estudiar más sus rasgos, su cabello era parecido al mío, sólo un tono un poco más castaño, era más alto que yo, musculoso y ahora vestido con esa ropa antigua me recordaban a los caballeros antiguos, capa, cota de malla, escudo, casco, botas y espada.
Llegamos a un lugar desértico, eran unas ruinas cerca de un lago, paramos y Jun sacó una cadena que llevaba al cuello, el medallón me parecía conocido, pero no recordaba dónde lo había visto. Lo abrió y éste despendió una luz cegadora y al segundo estábamos en un paraje totalmente distinto.
Todo era verde, hermoso, los árboles rebosantes de frutas, el cielo de un color claro y puro, animales pequeños correteaban de un lado hacia otro, extensos lagos, puros, transparentes y de fondo una serie de edificaciones enormes y fastuosas, por supuesto unas alejadas de las otras.
A medida que avanzábamos uno de los guerreros explicó que estábamos en otra dimensión, en el mundo de los mestizos, cuando pregunté a qué se refería dijo que el mundo de los mestizos era el lugar donde vivían los semi dioses, hijos de Dioses con humanos, ¡ puta madre!, los Dioses existían y estos hombres que nos salvaron eran hijos de ellos, casi no podía dar crédito a lo que oía y se que todos los que estábamos allí teníamos las mismas expresiones y dudas. Nos dijeron también que la tierra en la que estábamos pertenecía a Atenea y su ejército, por supuesto cada mansión por decirlo de alguna manera pertenecía a cada clan de Dioses y sus descendientes.
Dijeron también que las tierras de Atenea eran de las más extensas, pero las más duras para vivir, ya que Mykene que era la hija de Atenea y la que mandaba allí era muy dura, pero justa y al ser hija de la Diosa de la guerra ganaba todas las batallas y recibía los mejores tesoros y riquezas, así que el joven Jun estaba enamorado de la hija de Atenea, entonces caí en cuenta de que él estaba fuera de lugar tanto como nosotros.
- ¿Por qué vives y eres soldado de Mykene si eres semi vampiro? – me miró entrecerrando los ojos
- Mi madre era humana como ya dije, pero al ser de una nueva raza les interesé a los Dioses y decidieron permitirme nacer y criarme aquí, además de ser el segundo al mando después de Mykene
- ¿No se suponía que Atenea nunca tuvo hijos? – recordé las historias que Bella me contaba acerca de los Dioses, mi Bella, estaría tan encantada de estar viviendo todo esto.
- Esas historias no cuentan todo, además Mykene no tiene tantos años, Atenea, se enamoró de un humano no hace muchos años atrás y concibió a Mykene, además se supone que los Dioses dejaron de existir hace miles de años, así que el árbol genealógico de los Dioses ha cambiado bastante y crecido en magnitudes superiores que cualquier plaga.
No hablamos más, ya que al llegar al pequeño pueblo se fueron acercando muchas personas, todas vestían a la moda a excepción de los guerreros que nos llevaban y otros tantos que estaban practicando en un sector cercano.
- Señor que bueno que ya se encuentre acá y esté bien – dijo una muchacha moviendo las pestañas exageradamente hacia Jun
- Gracias Rebecca, puedes seguir con lo que estabas haciendo
- Si, disculpe
- Rebecca, ya llegó Mykene
- No señor, ella no ha vuelto
- Gracias
Entramos a la casa y estábamos a punto de dirigirnos a los dormitorios que nos designarían cuando se escuchó el trote raudo de caballos.
- Mierda, me va a cortar las pelotas – soltó Jun bajo el aliento y salió hacia el exterior
- Vamos vampiro, no creo que quieras perderte el espectáculo de Jun siendo masacrado por una muchachita, es algo que no se ve todos los días.
Salimos mi familia y otros cinco vampiros, el resto prefirió ir a bañarse y descansar antes de la cana, además los humanos ya estaban siendo atendidos y recibiendo cuidados médicos.
Al salir Jun estaba parado en medio del camino esperando que el grupo de quince personas llegaran hacia nosotros. Se mecía el pelo nerviosamente y movía las manos que estaban entrelazadas detrás de su espalda.
El grupo llegó levantando bastante polvo y uno a uno fueron descendiendo de los caballos, que posteriormente fueron llevados por unos muchachos hasta lo que pensaba eran las caballerizas.
Todos los recién llegados quedaron parados mirando y se fueron sacando los cascos, pero una figura diminuta llegó hacia Jun dando zancadas rápidas, esa manera de caminar la conocía, ese porte pequeño escondido bajo esa armadura que a pesar de ser tosca no escondía la sensualidad con que la persona bajo ella se movía, era una mujer.
La chica llegó hasta Jun y se sacó el casco arrojándolo al suelo con furia y pude verle la cara, no podía ser, jadee al reconocerla, jamás podría olvidar ese rostro ahora cubierto de tierra y sudor por la actividad reciente, era ella, ella.
No podía apartar la vista de esa imagen gloriosa, debía estar alucinando, porque de otra manera no podía estar a centímetros de mi niña, mi Bella.
- Déjame revisarte – dijo Bella mientras sus ojos miraban al joven con preocupación
- No tengo nada, me encuentro bien, ninguna herida – respondió Jun
- Eso lo decidiré yo cuando te revise – AHORA
- Vale – Jun se sacó la capa y arrojó al suelo la armadura del torso quedando con una polera y los pantalones
- El resto de ropa Jun, no me hagas perder el tiempo – se sacó el resto de ropa quedando apenas en boxers
- ¿contenta? – ella lo escaneó buscando heridas y luego lo abrazó mientras le besaba el rostro.
Sentía que quería morir en ese mismo momento, sentía mi muerto corazón romperse nuevamente, era una sensación extraña, segundos antes casi podía sentir que latía desbocado en mi pecho al verla y ahora lo sentía romperse. Aún no podía reaccionar, estaba tan quieto como una estatua y al parecer mi familia estaba en las mismas condiciones, ya que no los veía y no los sentía, o quizás yo era el único en verla y todo era producto de mi retorcida imaginación.
Después del abrazó Jun le sonrió abiertamente y mi alucinación empuñó las manos y le mandó tremendo golpe en la cara, con tanta fuerza que lo mandó metros de distancia de donde estaba, si, definitivamente estaba alucinando, ella no era real, quizás nada de esto era real y todavía me encontraba encerrado con los chuchos.
De pronto una mano se posó con fuerza en mi hombro y al mirar quien interrumpía mi alucinación vi a Carlisle con cara de estupefacción, entonces salí de mi burbuja y escuché los sollozos de mi familia, los miré y todos miraban en dirección a mi alucinación…..
Entonces era real, ella estaba allí, todos la veían, no estaba loco, mi Bella estaba viva, estaba tal como la recordaba, perfecta, hermosa, fuerte, muy fuerte en realidad, pero ¿qué hacía acá? ¿cómo sobrevivió a lo que le hice?, yo sentí su corazón dejar de latir, yo la maté, no entendía anda.
Avancé un paso hacia ella que ahora estaba levantando a Jun del suelo, quería tocarla, quería besarla, hacerla mía, rodearla con mis brazos y perderme en su cuerpo glorioso, después preguntaría, después aclararía las dudas, ahora quería tocarla y pedirle perdón mil veces, ganármela y saber si aún me amaba, si algún día podría perdonarme, si me recordaba, no se, cualquier cosa, no importa que me odiara, la reconquistaría.
- Bienvenido cielo, te extrañé tanto, pero no vuelvas a hacer algo así y si por si lo olvidas cualquier desobediencia se paga, así que aprovecha unos minutos antes de recibir el castigo pertinente
- También te extrañé Mykene – dijo Jun acariciando una mejilla de Bella
¿Bella era Mykene? ¿Jun estaba enamorado de mi Bella?, ¿Bella tenía pareja?, santa mierda ¿Bella era hija de Atenea?.
En ese momento nuestras miradas se encontraron, pero quedé petrificado cuando vi sus ojos, ojos fríos, ojos vacíos de sentimientos, una mueca de desprecio absoluto se marcaba en su cara.