Dark Chat

sábado, 25 de septiembre de 2010

Destellos de Oscuridad

Capítulo 5
Advertencia

Las manos del vampiro se cerraron, formando puños firmemente apretados, los cuales sólo podían mostrar parte de la ira que él sentía en esos momentos. Edward caminaba de un lado al otro en su sala, no podía creer que ella quisiera culparse por su herida. ¿Le tenía tanto miedo a su agresor que no se atrevía a nombrarlo? O quizás lo protegía… Pero ¿Por qué?


Edward sacudió la cabeza, eso era ridículo. Estaba casi seguro que su agresor había sido Dominic, y que él la tenía amenazada para no decirlo.


Ese maldito… tenía que hablar con él. Aunque destrozarlo era una mejor manera de definir lo que planeaba hacer con ese vampiro. ¿Cómo se atrevía a hacerle daño a su compañera?


Salió de su casa pensando en lo mucho que quería ver sufrir a ese vampiro.


La luz del sol había desaparecido, en su camino, sólo quedaba la oscuridad… Cuando llegó a la casa de Dominic golpeó la puerta, y ésta cedió fácilmente produciendo un sonido fuerte cuando se abrió.


Dominic no parecía nada sorprendido por su llegada, pero tampoco parecía muy contento.


-Ya te habías tardado en venir –dijo el vampiro-. Después de que mi hermosa asesina te hiciera una visita esperaba verte aquí al día siguiente.


Edward intentó calmarse, todavía no era tiempo de hacerle pagar.


-Estuve completamente seguro que eras tu quien la había enviado –dijo él-. ¿Quién más desearía mi desaparición?


Dominic sonrió, mostrando sus colmillos.


-Por supuesto, pero te recuerdo que tú iniciaste todo esto, metiéndote en mi camino siempre –soltó entre dientes-. Si renunciaras a entrometerte en mis asuntos entonces yo dejaría de intentar asesinarte.


-No puedes matar humanos sólo por placer –replicó Edward en un gruñido-. El poder no es para utilizarlo como lo haces.


-Te equivocas –dijo Dominic-, el poder se utiliza para controlar. ¿Por qué te importan tanto los mortales? Son inferiores a nosotros, sin contar con los licántropos que se han declarado sus defensores. Ya tengo suficientes problemas con esos perros como para que uno como yo me diga que tengo que hacer.


-No me pondré de tu lado.


-Como quieras, Edward –soltó Dominic-. Yo te di una oportunidad y la despreciaste, ahora atente a las consecuencias.


-Eres un cobarde, si quieres acabar conmigo no debes enviar a otros en tu nombre –gruñó Edward.


-Yo no lo llamaría cobardía –protestó Dominic-, es simple inteligencia. Ambos sabemos que un enfrentamiento entre los dos terminará en nuestra destrucción, y no pienso arriesgarme a ello. Encontraré una forma de deshacerme de ti, sin tener que mancharme con tu sangre.


Edward le mostró los colmillos.


-Pero deberías estar alegre –continuó él-, ya que mi vampiresa falló en la tarea que le encomendé. Sólo hay algo que me ha perturbado todos estos días… y quisiera preguntártelo. ¿Por qué no la mataste?


La pregunta sorprendió al vampiro, quien bajó la guardia por unos instantes. ¿Cómo la iba a matar? Si ella era todo para él.


-No es algo que te concierna –escupió Edward al ver la expresión del vampiro.


-Tal vez no –admitió Dominic-, pero me parecer bastante interesante. Al parecer, mi Bella tiene más trucos de los que yo conocía.


Edward no pudo evitar enfurecerse al escuchar "mi Bella" salir de los labios de otro vampiro.


-No debiste herirla, ni siquiera debiste tocarla –rugió Edward de pronto.


Dominic pareció sorprendido por su ferocidad, pero pronto recuperó su expresión de indiferencia.


-Yo no la he lastimado –dijo el vampiro-. Creí que ese habías sido tú.


Edward le mostró los colmillos.


-Pero Bella lo negó y me dijo que había sido ella misma.


Eso le había dicho a él, también. Pero Edward no podía creer en Dominic, y estaba tan furioso que ni siquiera pudo controlarse.


Edward gruñó y se lanzó sobre el otro vampiro. Lo golpeó en la cara y él vampiro se estrelló contra un mueble lleno de libros. Todos cayeron sobre él.


Pero Dominic se levantó casi inmediatamente y rugió, estaba completamente furioso.


Corrió hacia él, y antes que pudiera reaccionar lo tomó del brazo y lo lanzó del otro lado. Edward cayó al suelo, pero antes que pudiera levantarse y volver a atacar Dominic habló.


-Ella vendrá en cualquier momento –entonces Dominic le sonrió con malicia, cerró los ojos y respiró el aire, como si lo saboreara-. Está cerca, reconozco su delicioso aroma donde sea.


Edward se levantó, estuvo a muy poco de volver a lanzarse sobre él, sino fuera porque ese aroma también llegó hasta donde se encontraba. Desde que la había conocido había olido su esencia, nunca se había sentido tan tentando a beber sangre, como lo tentaba la suya.


-Dominic –ella entró en la casa, y se quedó petrificada al ver la escena. Su cabello largo caía sobre sus hombros, y sus ojos oscuros estaban abiertos, alertas a cualquier peligro.


Bella se veía tan hermosa. Edward sacudió su cabeza, y desvió su mirada, cerca de Dominic no podía permitirse distracciones, y ella era una distracción.


-Bella, que oportuna –dijo Dominic-. Justo en este momento estábamos discutiendo sobre ti. Me gustaría que le explicaras a mi invitado, que yo no te he hecho daño alguno.


-Edward…


El no pudo evitar volver la vista hacia ella, si Bella decía su nombre no podía resistirse…


-Ya te había dicho la otra noche que él no me hizo daño… es… fue mi culpa, yo me provoqué esa herida.


No parecía querer encubrir a Dominic, pero aún así no podía entender porque ella se habría hecho daño.


-¿La otra noche? –Dominic arqueó las cejas hacia él-. Así que has estado viendo a mi asesina desde ese día que intentó acabar contigo…


Bella le dirigió una mirada de desprecio.


-No soy tu asesina –dijo ella.


Dominic le sonrió.


Edward intentó escuchar los pensamientos del vampiro, ya que desde que había llegado había sido como un muro para él. Pero cuando intentó concentrarse en él, todo lo que escuchó fue un claro y no muy feliz "Sal de mi mente".


Al parecer sabía cómo protegerse contra su habilidad.


-Entonces lo dejaremos en mi Bella, simplemente –dijo Dominic. Ni siquiera se había inmutado, sus ojos seguían en ella.


Con Bella era diferente, de ella nunca había escuchado ni un solo pensamiento, y eso lo frustraba…


La vio abrir la boca para decir algo, parecía molesta, sus ojos observaban con ira a Dominic, pero él la interrumpió.


-Déjanos, Bella.


Los ojos de ella lo observaron, y a Edward le pareció ver un destello de preocupación en ellos. ¿Estaría ella preocupada por él? ¿O era sólo su imaginación que jugaba con él?


De cualquier forma, Edward se sintió esperanzado por ello.


Bella asintió hacia Dominic, y se dirigió a la puerta.


-Vuelve mañana en la noche, necesito hablar contigo –dijo él antes de verla marchar.


Edward apretó la mandíbula al escuchar esas palabras, no quería que ella estuviera sola con él.


-¿Qué es lo que quieres de ella? –le cuestionó Dominic.


Edward le gruñó.


-Ya te dije, eso no es tu asunto.


-Entonces –siguió él-, supongo que no has cambiado de parecer en lo que hablamos…


Edward le sonrió, de forma retadora.


-No permitiré que utilices el poder para dañar a otros.


Dominic le mostró los colmillos.


-Y yo no te permitiré que te metas en ninguno de mis asuntos. No te acerques a nada que sea mío.


-No recibo tus órdenes.


-Veo que has decidido retarme, sólo espero que aceptes las consecuencias.


-Qué así sea –lo retó Edward.


-Qué así sea –repitió Dominic.


Edward no podía estar tranquilo, tan sólo había visto unos minutos a Bella, y ni siquiera había podido hablar con ella.


Tenía que ir a verla.


No tuvo que avanzar mucho para encontrarla, al parecer ella lo estaba esperando.


-Yo… cuando te dije su nombre no me imaginé que vendrías a buscarlo… -soltó-. ¿Por qué lo atacaste?


-Creí que él te había hecho daño –admitió.


La expresión de Bella se cubrió de incredulidad y desconfianza.


-El no me hizo daño, fui yo.


Edward se acercó a ella, observando su rostro atentamente. Las palabras de Bella parecían sinceras, pero él sabía que había algo más detrás de ello, algo que ella ocultaba.


-¿Por qué te harías daño?


Un destello de dolor cruzó por los ojos de Bella, y Edward lamentó haber hecho esa pregunta.


-Mis razones, las guardo para mí –respondió ella, al recuperarse, su expresión ahora había pasado a una de enojo.


Pero Edward sabía que sólo era para defenderse, Bella ocultaba algo que era importante para ella.


Olvidando todos los consejos de Alice, él se acercó más y acarició su mejilla.


-¿Por qué trabajas para Dominic? –cuestionó-. Bella, yo puedo ayudarte a liberarte de él…


Por un momento, a Edward le pareció que ella aceptaría su ayuda… entonces ella sacudió la cabeza y se alejó de él.


-Me las he arreglado bien sola –dijo-. Y también debo decirte que él es peligroso, así que deberías pensarlo bien antes de ir en su contra.


-Yo puedo protegerte –él insistió.


-No necesito protección.


Entonces Bella se alejó. Edward reprimió su deseo de ir tras ella, Alice tenía razón tenía que ganarse su confianza primero. No podía imaginarse como reaccionaría Bella si le decía la verdad, que ella era su compañera destinada.


Al parecer, tendría que esperar un poco más.