Dark Chat

miércoles, 6 de octubre de 2010

Phonography

Hello mis angeles hermosos!! sorry por dejarlas sin vicio pero mi pc se enfermo y por poco me quedo sin compu , en fin aqui les dejo los cap atrasados mil besitos y gracias por sus comentarios
Angel of the dark
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Cap.3 Juego Perverso


Recordar lo que había pasado entre él y yo hace exactamente media hora me hacía temblar y es que jamás en mi vida me había plantado el tema de engañar a mi novio, el remordimiento me consumió y aún sentía sus caricias en mi cuerpo. Pero luego de escuchar por meses "ustedes tiene mucha química juntos" la curiosidad me había picado luego que me había enterado que él era mi telefonista misterioso. Junto con saciar mi curiosidad había comprobado de primera mano que era un excelente amante. Cuando escuchaba lo de la química me dije: entonces ¿Por qué desperdiciarla?, pensé riéndome de las locuras que ese hombre lograba que hiciera. Sin embargo no pude evitar pensar en como iba a mirarlo a los ojos después de haber tenido ese encuentro tan… intimo. ¿Cómo lograría terminar el rodaje de la película sin que nadie se diera cuenta que entre nosotros algo estaba pasando?, y no nos ayudaba el hecho que las escenas que faltaban eran justamente las más fogosas entre Anthony y Marie.


Entré a la ducha para acallar el sentimiento de culpa, sus caricias y todo su aroma que aún lo tenía impregnado en mi cuerpo como una marca de fuego. Mientras me sacaba la ropa me percaté que mi blusa no tenía botones, un recuerdo fugaz de sus manos rasgando la tela inundo mi mente lujuriosa y no pude evitar contraer mi cuerpo ante ese recuerdo, mis mejillas automáticamente se tiñeron de un bermellón intenso cuando deje caer al suelo la evidencia de una noche envuelta en llamas, llamas de pasión.


Dí el agua de la regadera y me metí. Estaba tibia, me fascinaba sentir esa sensación calida recorrer mi cuerpo desnudo. ¿Qué estará haciendo él ahora?, me pregunté de repente y era extraña la sensación de imaginarme a Edward desnudo. Recordar lo bien tonificado de su abdomen, sus brazos perfectamente delineados, la manera en que te sostenía al hacerte suya, cerré mis ojos pensando en él, en su fogosas caricias. Metí mi cabeza bajo el agua y deje que golpeara contra mi cara, tenía que acallar este deseo que había logrando despertar en toda su magnificencia mi coestrella de reparto.


— ¡Dormilona hora de despertarse… tenemos un largo día y te quedan cinco minutos para desayunar!


Sentí exclamar a Rose a lo lejos y como odiaba que sobornara al recepcionista para que le diera la llave extra de mi habitación. Suspiré poniendo mi almohada sobre mi cabeza pero ella se sentó en el borde de la cama y me la quito.


— Anoche te perdiste


Comenzó a decirme y tenía razón anoche había perdido la cabeza, la razón, escasamente sabía o tenía noción de como volver y si no hubiera sido por Edward que me trajo jamás hubiera llegado al hotel, era un hecho irrefutable estaba completamente perdida en Edward Cullen.


— Me fui antes, me dolía la cabeza —contesté y mi inquisidora y suspicaz amiga enarcó una ceja incrédula.


— Sabias que Edward estaba en ese bar también anoche —comentó como que no quiere la cosa y me quede de una pieza pensando en que ella tal vez había visto algo.


Por medio segundo estuve a punto de delatarme pero luego recobre la cordura, era imposible que alguien nos hubiera visto, habíamos estado todo el tiempo en aquel callejón que era bastante oscuro, todo había transcurrido lejos de la puerta y cuando nos habíamos ido lo habíamos hecho con cuidado procurando justamente que nadie nos viera. La observe fijamente a los ojos.


— ¿En serio? Ni siquiera lo vi —mentí y me sentí ridícula, claro que lo había visto, sentido y tenido en toda la extensión de la palabra.


Ahora no había nada que yo no supiera acerca de él o que Edward no supiera de mí. Tenía claro que nuestra relación profesional-amistad, había sufrido un cambio rotundo después de anoche.


Me vestí y baje a desayunar como si nada claro que mi estomago estaba apretado, sentía mariposas revolotear de puro nervio de tenerlo frente a mí ¿Qué nos diríamos? No se si para mala suerte o buena, él estaba sentado como si nada, entre el resto del reparto desayunando distraído, con el periódico en la mano sentado a un costado de Emmett. Me detuve justo antes de entrar al comedor del hotel. ¿Cómo tenía que saludarlo?, me pregunté frenética en los escasos pasos que faltaban para que todos me vieran, di la pisada cada vez más corta, demorando el encuentro hasta que llegue a la vendita mesa. La voz danzarina de Alice se sintió.


— Bella, que bueno que estas aquí quiero mostrarte unas fotografías que aparecieron publicadas, son de ayer en el Bar —exclamó y yo quede estática mirándola sin articular palabra, lo mismo hizo Edward que junto con alzar la mirada y dirigirla directo a mí de manera penetrante y poco discreta bajo el periódico, su vista se desvió de la mía y se quedo mirando al vacío – perfecto descubiertos al fin – fue lo que me grito mi yo interior, los latidos de mi corazón aumentaron arrebatadamente.


Una angustia sin control se apodero de mí pero fue de solo pensar en que circunstancias nos habían tomado esas fotografías – Jacob – susurré mentalmente y el peso de la culpa me embargó, quería que la tierra me comiera en forma literal. Mi expresión cambió y tenía claro que mi rostro se había desfigurado en cuestión de segundos, anhelaba con todo mi ser poder desaparecer, de pronto estaba a punto de caer desmayada de la impresión cuando la sonrisa de Alice me hizo pensar que tal vez no era lo que yo me imaginaba.


Camine temblorosa con pasos cortos y poco precisos lo que evidentemente no era aconsejable dada mi torpeza innata pero hoy no me apuraba en lo absoluto llegar hasta su lado. Suspiré con alivio al ver que eran fotografías de cuando habíamos llegado al dichoso establecimiento. Todas las fotografías que aparecían en el periódico estaban tomadas en la calle, donde el "nosotros" no existía. En ese preciso momento sufrí un flash de imágenes y recordé a los paparazzi que nos habían seguido desde el hotel, solté la respiración de manera pausada cuando también recordé que no les habían permitido entrar los de seguridad y como agradecí ese hecho.


Claro que, mi alivio se vio reducido en cuestión de segundos, por confabulación divina el único puesto disponible en la mesa era frente a él, para ser más exacta entre Alice que permanecía ensimismada en el periódico que tenía en sus manos y Esme que permanecía en silencio mientras tomaba café seguramente pensando en algo o tal vez en alguien. Un tanto resignada a encararlo por primera vez, desde anoche, camine hasta la silla procurando calmar el sonrojo inicial que seguro ya estaba dando al sentir su mirada verde furtiva e insistente, iba a sentarme cuando otra vez una ola de preguntas se disparó en mi subconsciente, se presentaron varias interrogantes en mi mente, titilaban como pancartas de neón y ninguna parecía tener una respuesta coherente, mi conciencia estaba en pleno proceso de hacerme responsable de lo irresponsable que me había portado anoche: ¿Debía mirarlo?, ¿sonreír tal vez decirle algo?, y claro estaba que ninguna tendría una buena respuesta, al menos no una correcta — Vamos Bella eres una mujer comprometida —me dije mientras retiraba la silla y acomodaba mi cuerpo para finalmente sentarme a desayunar. No alcance a mirarlo ni siquiera a acomodarme en la silla cuando el productor ejecutivo del estudio nos interrumpió, dirigió su mirada a mí y me habló con voz firme.


— Bella querida —me llamó con dulzura — te importaría conceder una entrevista a esta hermosa periodista ¿de que revista eres cariños? —inquirió mientras la miraba clavando sus ojos en su cuerpo de manera poco disimulada. Y si la chica era realmente hermosa pero tampoco era despampanante.


— Teen Vogue —respondió está con voz chillona pero muy segura y como odiaba eso en los periodistas tenían la capacidad de intimidarte.


La muchacha de estatura mediana, casi de mi porte, de cabello café claro tal vez un rubio oscuro, largo cuyo color de ojos hacía juego con su pelo y con una sonrisa un tanto fingida me miró entusiasta y divertida — Salvada por la campana —pensé también yo entusiasmada por salir de una situación sin siquiera abrir la boca. No esperé a que me lo pidiera dos veces y acto seguido me levanté de un respingo, le extendí la mano para saludarla.


— Mucho gusto mi nombre es Jessica —se presentó la periodista y yo le sonreí aliviada.


— El gusto es mío —saludé con voz monocorde.


Nos sentamos a una mesa de distancia de donde estaban todos. De vez en cuando mientras ella me hacía la entrevista nuestras miradas se encontraban, Edward pretendía que estaba leyendo el diario pero ni siquiera lo cambiaba de hoja, sus miradas disimuladas estaban haciéndose cada vez más evidentes. No podía negar que se veía realmente divino, con su pelo broncíneo despeinado, como siempre, y esa polera blanca de cuello redondo ceñida a su cuerpo le daba un aire causalmente sexy. Sus jeans azules desgastados eran el complemente perfecto a esa apariencia de símbolo sexual que traía a medio país de cabeza. Distraje mi vista, un tanto incómoda de la suya, para enfocarla en la de la periodista frente a mí.


— Con este son casi dos meses que estas aquí en Canadá ¿Echas de menos a alguien en especial? ¿Me imagino que es duro estar tanto tiempo lejos de tus seres queridos? —cuestionó un tanto suspicaz y solo contesté la última de las preguntas.


Ella tenía razón era duro, bastante, considerando que estas en otro país lejos de tu familia pensé mientras tomaba aire para hablar.


— Uno se acostumbra así es este negocio además, no es tanto tiempo estamos por terminar de grabar la película, pronto volveré a casa —le contesté tratando de cambiar el tema pero algo de los periodistas es que jamás olvidan.


— ¿Hechas de menos a tu novio? ¿Me imagino que hablan a diario?


Fueron las siguientes preguntas inquisidoras y me quede helada. ¿Lo echaba de menos? me cuestioné introspectivamente y sin poder evitarlo mis ojos se movieron directo sobre él: Edward. Noté como esté apretó su mandíbula pero no alzo la vista para encontrarla conmigo, al contrario, por primera vez en todo el transcurso del desayuno cambió la página del diario. Esa actitud que tuvo fue la que me hizo darme cuenta de lo muy evidente pero que para mí no lo había sido, Edward había estado escuchándonos sin perder detalle.


¿Qué le diría ahora a la periodista?, ¿Era posible que yo le gustará? ¿Acaso había un "nosotros"?. Como odiaba cuando mi vocecilla interior tomaba control completo de mis pensamientos y comenzaba a interrogarme descontroladamente. Quería acallar todos esos pensamientos, traté de concentrarme pero fue imposible, mi mente divagaba por todas las alternativas, por los recuerdos de la noche anterior, fueron sólo segundos pero a cada uno que pasaba las cosas se complicaban más. Saque mi vista de él y la posé en esos penetrante y exhaustivos ojos periodísticos frente a mí, Jessica me miraba atenta y tenía una sonrisa en el rostro de victoria, esperaba pacientemente por mi respuesta pero yo dudé. Estaba claro que ella esperaba que le diera algún indicio sobre algún rumor que pudiera utilizar como titular, no caería en su juego.


— Claro que lo hecho de menos —contesté saliendo del paso — Normalmente no estamos tanto tiempo separados, Jacob regularmente me visita en las locaciones pero ahora ha tenido otros pendientes, de todas formas no veo las horas de volver a casa para encontrarme con él —concluí.


Apenas lo hice y de manera abrupta se sintió el rechinar de una silla contra el suelo, Edward se había levantado de su sitio atrayendo la atención del resto. Todos lo quedaron mirando unos más extrañados que otros incluida yo. El latir de mi corazón se me disparó, y un impulso de querer detenerlo, de explicarle mis palabras me embargó — espera un momento —reflexioné — ¿Qué vas a explicar? ¿Por qué tienes que detenerlo? ¿Vamos solo fue saciar curiosidad o había sido otra cosa? —me cuestionó la vocecilla de la conciencia y otra vez me traicionó la moral, mis nervios se dispararon pero tomé aire tratando de acallarlos. De pronto quise fulminar a todo quien tuviera enfrente, quería terminar con la dichosa entrevista en ese preciso momento pero una vez más la cordura se vino a mí: tenía que fingir, después de todo era actriz. Mientras escuchaba el resto de preguntas no pude evitar concluir que ese día iba a ser demasiado largo, más cuando recordé que todo el día estaría junto a él.


Estaba tendida en la cama de utilería para hacer la dichosa escena acerca de las "bondades de una cama" y como odie al libretista en ese momento. Qué no podía simplemente haber ignorado aquella parte como habían ignorado otras tantas escenas a mi juicio interesante y crucial. Acaso era necesario exacerbar justamente está pero claro cuando uno más desea las cosas menos suceden. Me enterré de manera literalmente en aquella cama de utilería, me recosté de costado dando la espalda a la cámara que estaban preparando para filmar. Mi corazón latía a mil de solo pensar que Edward llegaría en cualquier minuto y cómo iba a reaccionar, en estricto rigor no habíamos hablando desde la noche anterior, y no era que hubiéramos hablado demasiado pero aunque ganas por hablarle no me faltaba, me sentía un tanto cohibida respecto a que decirle – Ey la pase bien, gracias – no era el comentario esperado para después de lo que había ocurrido entre nosotros dos o ¿Sí?, me pregunté mientras sentía los pasos de alguien detrás de mí.


Apreté mis ojos, mis manos temblaban esperando sentí aquella conocida y aterciopelada voz, que a este punto, me estaba trastornando. Aún no me explicaba como antes no lo había notado. Apreté la colcha con mi mano cuando sentí que rodeo la cama para tomar su lugar dentro de la escena romántica: Edward debía ponerse a un costado de mi posición, justo frente a mi rostro.


— Perfecto llego la hora de la verdad —exclamó el director con una risita en los labios y sentí el peso de su cuerpo sobre la cama, apagaron las luces dejando solo la necesaria que oficiaba de luna, en un intento que el plano no quedara completamente oscuro.


El guión era bastante descriptivo en esta parte de la historia y al contemplar esos ojos verdes y la facción de sus cejas enarcadas de manera picante y suspicaz comprobé que Edward no iba a obviar ningún detalle de esas indicaciones. Tenía esa risa maldita dibujada en su níveo y perfecto rostro, una que le era imposible ocultar, recargó su cuerpo de lado, alzo la mano hacia mi rostro. Me quede tiesa sin poder hacer o decir nada, supuestamente yo tenía que estar durmiendo pero la curiosidad mato al gato dicen por allí y contrario a toda regla tenía mis ojos entreabiertos para espiar. Cuando sentí su palma tibia acariciar mi rostro con un sutil y delicado movimiento no pude aplacar la sonrisa que se dibujo involuntaria y de una manera totalmente vergonzosa. Aunque traté de relajar mi expresión para evitar ser tan evidente no pude – esto es perverso —me dije para mi misma mientras sentía como su mano bajaba por mi cuello acariciándome de una manera demasiado poco profesional.


— No fue mi intención despertarte —susurro con esa voz algodonosa característica del personaje.


Para cuando abrí mis ojos él estaba frente a frente, nariz con nariz, sus labios torcidos en esa sonrisa pervertidamente sexy estaban seduciéndome sin escrúpulos y con muchos testigos. Apreté los labios y era mi turno dentro del parlamento, extendí mis manos que se encontraron con las suyas, él me acerco a su pecho acunándome contra él y lejos de ser frío y duro, como decía la descripción del personaje, era tibio y blando, como lo sentido la noche anterior.


Se suponía que debía buscar a tientas sus labios pero era increíblemente fácil llegar hasta ellos, primero no estaba realmente oscuro y segundo eran como dos imanes que me atraían sin tregua, completamente innecesario fue el recorrido de su cuello y lo hice bastante más corto de lo que todos hubieran querido pero yo quería sentir la tibieza de su boca y la humedad de su lengua contra la mía así que no demoré algo que era demasiado imperioso, nos besamos con urgencia a pesar que el guión decía claramente que el beso debía ser dulce y delicado, el nuestro fue fogoso y lujurioso.


De hecho ahí comprobé que los besos para la pantalla se habían acabado y como lo agradecía, Edward estaba besándome de una manera muy pero muy real, atrás había quedado la ficción, no besaba solo mis labios sino que besaba mi boca, acariciaba mi lengua con la propia de una manera exquisita. De hecho nos pasamos por alto varias líneas porque nos seguimos besando hasta que recordé que había más gente a nuestro alrededor, otra vez la cordura y prudencia me embargaron, gracias a dios.


— Bienvenido a casa —articule con la voz ahogada producto de la excitación mientras me separaba de su rostro, Edward me beso el cuello en respuesta y el suspiro fue inevitablemente vergonzoso.


— Esto es estupendo —añadió devuelta y cerré mis ojos mientras apretaba su cuello contra mis brazos haciendo que nuestros cuerpos se acercaran.


Lo siguiente era complemente necesario para la escena pero como desee estar a solas en ese momento. Cuando sentí sus manos recorrer por segunda vez mi cuerpo reconocí lo que hasta la mañana estaba negando, este hombre me atraía y demasiado enserio. Había perdido la cabeza completamente por él. Edward lograba algo que jamás pensé que alguien logrará hacer, yo lo deseaba de una manera enfermiza. Era como si de pronto me hubiera convertido en Marie y estuviera perdidamente enamorada de Anthony, cuando llego al hueco de mi clavícula regrese a la realidad.


— No es por atraer tu cólera antes de tiempo – murmuro mojando mi piel con sus labios – pero ¿te importaría decirme que tiene de malo esta cama para que la rechaces? —me preguntó y si hubiéramos estado solos la respuesta hubiera sido completamente pecaminosa pero había que controlarse.


Además estábamos actuando, no estaba hablando conmigo realmente, estaba hablando con Marie, y él hablaba como Anthony no como Edward. ¿Por qué mi vida se torno tan complicada de repente?, pensé mientras sentía como hacia que me sentara a horcajadas sobre él y recorría con sus labios toda la extensión de mi cuello, se supone que Marie debía respirar agitadamente pero me salio de manera natural sin esfuerzo alguno, realmente estaba más que agitada a este punto. No pude pasar por alto otra cosa, al sentarme en su regazo, Edward se encargó que me diera cuenta que no solo era yo la que estaba haciendo realidad la ficción sino que él también.


— Que le pasa a la cama – siguió y no podía concentrarme en las líneas, no sintiendo como su cuerpo estaba reaccionando – me parece estupenda —agrego divertido tomando mis caderas y aprisionándome contra su cuerpo.


Concéntrate Bella tienes que hablar, es tu turno me dije entre dificultosos deseos que recorrían mi mente osada. Es que me lo estaba imaginando todo sin necesidad de las manzanitas.


— Es… innecesaria —articulé por fin mientras sentía como me giraba para quedar cernido sobre mí.


Mis piernas se acomodaron perfectas una a cada lado de su cuerpo y debía apostar que en ese set la temperatura era demasiado alta.


— Eso es una cuestión discutible – discrepo conteniendo la risa – sería difícil hacer esto en un sofá —explicó y no entendía como demonios podía recordar cada línea, cada cosa y aún así ser él.


Por que no era Anthony quien me estaba hablando, tenía frente a mí al actor, el de carne y hueso no la ficción. Para mi gusto prefería cien por cien al hombre y no al personaje. Me hizo temblar de verdad cuando paso su lengua por el borde mis labios.


— ¿Has cambiado de idea? —inquirí recordando mis líneas en un jadeo demasiado real y espero que me creyeran buena actriz sino moriría de vergüenza. En ese minuto con mis ojos abiertos como platos esperando la siguiente línea sentí la voz del directo.


— ¡Corten! —gritó el director y me asusté — ¡ha quedado magnifico! —agregó acercándose hasta nosotros — pero tomaremos un receso, creo que hay demasiado calor humano por aquí —comento divertido mientras miraba la pantalla entre sus manos seguramente retrocediendo y repitiendo la escena que habíamos hecho recién.


Edward estaba hincado en la cama y yo aún permanecía tratando de controlar la respiración tendida de espaldas. Me miro bastante divertido y me extendió una mano para ayudarme, la tomé sin preámbulo alguno y me levante, cuando estuvimos frente a frente habló.


— Si tu quisieras podría mostrarte otras bondades que tienen las camas —murmuró en mi oído, sus ojos topacios por los lentes de contacto eran hipnotizadores tanto como su perfume. No pude acallar la sonrisa de mi rostro.


Agua, agua con harto hielo me dije a mi misma tratando de controlar la respiración. Sin duda que era mucho más entretenido ir a trabajar con semejante aliciente por detrás y es que si hubiera sabido que sería así de apasionante tal vez hubiera caído en la curiosidad dos películas atrás. Estaba ensimismada contemplando mi reflejo en el espejo frente a mi, tenía apoyada ambas manos una a cada costado sobre la mesa de maquillaje en mi camerino cuando sentí mi teléfono celular vibrar – Jacob llamando – titilaba en la pantalla por unos segundos dude en contestar pero finalmente lo hice.


— Hola mi amor ¿cómo estas? —pregunté atropelladamente antes que él siquiera hablará.


— Bien – contestó medio confundido por mi entusiasta saludo – extrañándote —agrego y estaba segura que tenía esa cara de perrito apenado que tanto me fascinaba, podía incluso imaginarme el puchero que había hecho cuando lo había dicho. Comencé a hablar con él mientras jugaba con unos frascos que estaban sobre el mostrador.


— ¿Cuándo me extrañas? —le pregunté y era demasiado morboso estar teniendo esta conversación justo cinco minutos después que había estado en brazos de otro.


— Mucho, extraño tu sonrisa, tus labios, tus besos, tus gemidos, tus cuerpo tibio entre mis brazos, extraño acariciarte —respondió con la voz apasionada Jacob y cerré mis ojos pensando en las tantas veces que habíamos hecho el amor en casa, porque con Jacob era con el único hombre que había hecho el amor hasta ahora, realmente yo lo amaba. Su llamada había sido oportuna para regresarme del país de las maravillas a la realidad.


Estaba absorta en sus palabras, deslizando mis dedos por un brasco que había tomado de la mesa mientras mi novio hablaba cuando sentí unos labios tibios en mi cuello que me hicieron regresar abruptamente a realidad, bueno a otra realidad, una donde mi príncipe azul estaba montado en el caballo blanco.


Abrí mis ojos asustada e iba a gritar cuando sentí la palma de su mano en mi boca ahogando el grito antes que saliera de mi garganta. Miré el espejo aterrada por la osadía que no hubiera creído jamás sería capaz de hacer y ahí estaba Edward detrás de mi observándome de manera acuciosa, tenía su otra mano en mi cintura, cuando estuvo seguro que no iba a gritar bajo lentamente su mano desde mi boca, recorriendo mi cuello hasta llegar a mis pechos trazando un camino de caricias hasta mi estomago donde apretó su palma con una furia inexplicable recogiendo la ropa entres sus dedos lo que provoco que mi cuerpo se recargara contra el suyo.


Pasé saliva nerviosa por su mirada, en realidad estaba impactada mirando su reflejo, sus ojos verdes estaban intenso, su mandíbula rígida y sus labios fruncidos. Sin quitarme la vista puso su boca a la altura de mi oído y exhalo su aliento tibio dentro de él para luego morder mi lóbulo.


— Extraño deslizar mis manos por tú torso desnudo y acariciar tus pechos, extraño deslizar lentamente mis dedos hasta el botón de tu pantalón —eran las palabras de Jacob al teléfono y que escuchaba por el otro lado de la línea.


Edward estaba haciendo realidad aquello, tenía sus dedos jugando contra mi piel desnuda, trazaba líneas por mi estomago enterrando su cabeza contra mi cuello sin perderme de vista, comenzó a succionar con pequeños besos la piel sensible de esa área, ahogue el jadeo abriendo mi boca. No pude evitar morderme el labio inferior ante lo exquisito de la sensación, el contacto tibio de su halito contra mi piel me provocaba una corriente eléctrica que hizo que cada partícula de piel se erizara.


— Quiero hacerte el amor Bella, quiero tenerte entre mis brazos, quiero sentir como gimes, como me tocas —agrego con un hilo de voz mi amado novio y la mano de Edward que estaba en mi cintura, de manera certera y precisa se metió bajo la polera. El frío contacto de su palma con mi piel tibia me hizo exclamar un pequeño jadeo audible lo que alentó aún más a Michael.


— Quiero sentir tus pechos desnudos contra mi piel, quiero que sientas mi cuerpo contra el tuyo —concluyó Jake.


Yo aún con la mirada perdida en los ojos verdes de mi amante sentí como esté comenzó a acariciar mi cuerpo, primero lo hizo sobre mi corpiño hasta que sus dedos subieron a la altura de mis hombros, lentamente, deslizo el bretel hacia un costado. Estaba mordiendo la base de mi cuello humedeciéndolo levemente cuando, sin poder detenerlo, sus dedos abrieron el botón de mi pantalón y bajo el cierre de estos. Me separé de su cuerpo de manera innata apoye una mano en la mesa aun con el teléfono en la otra y sin tener la suficiente fuerza para responder nada coherente mi intención era tratar de huir de aquel sentimiento de placer que estaba comenzando a aflorar a consecuencias sus caricias. Podía sentir mis mejillas arder con furia, sin embargo y aunque la lógica me decía a gritos que me fuera yo solo podía permanecer allí escuchando la voz de Jake y sintiendo las caricias de Edward. Sus manos viajaron hacia mi espalda y soltaron mi brazier con una agilidad envidiable atrayéndome hacia su cuerpo nuevamente como una esclava de las sensaciones. Sus manos comenzaron a tocarme de una manera exquisita, una estaba en mis pechos desnudos y la otra viajaba peligrosamente hacia mi entrepierna, metiéndose hábilmente bajo mi pantalón.


— Quiero sentir el fuego de tu piel, quiero sentir como arde entre mis caricias —siguió Jake alentado por mis gemidos y esto era perverso, demasiado para estar haciéndolo.


— Corta —exigió en un susurró Edward y ladee mi cabeza cuando sus dedos llegaron a es parte tan intima de mi ser. No dudé ni un segundo.


— Mi amor tengo que irme, te llamaré luego —dije tratando de parecer cuerda y tiré el teléfono al suelo, me voltee a besarlo fervientemente.


Descontrolada por las hormonas sujete su polera para atraerlo a mi rostro, no quería que se separará, lo necesitaba, necesitaba tenerlo dentro de mi otra vez.


Nuestras lenguas jugaban como en un ritual, saboree cada parte de su cavidad y era exquisita la sensación de placer que podía sentir con solo sus caricias. Mis manos tomaron su rostro para acercarlo aún más, lo que era casi imposible, pero quería que sus besos fueran más profundos, con mayor intensidad. Ahora en este preciso momento no me importaba nadie, perdí completamente la perspectiva de la realidad, para mi solo existía Edward y este deseo que estaba consumiéndome.


Sentí la urgencia de su cuerpo como la había sentido minutos atrás en el set, sin mucho preámbulo rompí el beso para quitarle la polera, tomé el genero entre mis dedos y la saque sobre sus hombros, su pelo se volvió a despeinar y como me gustaba su apariencia despreocupada. Tenía frente a mí nuevamente ese torso desnudo, bien definido y realmente perfecto, bese su barbilla acariciando su cuello y baje con besos cortos y húmedos hasta la base sin dejar de contemplarlo. Deslice mi boca entre abierta, quería que sintiera el roce de mis dientes por la piel desnuda de su hombro y bese el final de este.


Bese su pecho pétreo mientras sentía como su respiración se agitaba volviéndose poco profunda y errática. Ser yo la causante de aquello me fascinaba. De reojo noté como cerró sus ojos cuando sintió que desabotone su pantalón y metí mis manos deslizando mis palmas por sus nalgas para acariciarlo. Nos volvimos a besar y nuestras lenguas otra vez danzaban al unísono pero esta vez fue distinto, la noche pasada fue con desesperación ahora era acompasado, estábamos disfrutando del encuentro sin prisa alguna. No me di cuenta cuando me quitó la polera que aún traía puesto y de la misma manera me quitó el corpiño tirando ambas prendas al suelo. Su mirada se quedo fija en mi cuerpo desnudo, lo que me causo una timidez inaplicable, no sabía si era posible pero juré que me había sonrojado aún más de lo que ya de por sí estaba, advertí como lentamente inclinó su rostro para besar mis pechos desnudos, cuando sentí la tibieza de sus boca en ellos enterré mis manos entre sus delgados cabellos que eran tan delicado como una pluma. Apreté su rostro contra mi piel desnuda cada vez que sentía su húmedo y tibio contacto.


Comencé a jadear sin proponérmelo pero el aroma de su piel era asfixiante, me tenía completamente desesperada por concretar nuestro encuentro y sentirlo una vez más de esa manera tan exquisitamente prohibida. Sus manos viajaron habilidosamente hasta mi pantalón los que quito con premura. No tuvo siquiera que pedirlo pero en un acto reflejo un tanto premeditado separe mis piernas para darle la cabida necesaria a su cuerpo, se acerco aprisionando mi espalda contra el espejo que estaba detrás de nosotros y me volvió a besar en los labios por unos minutos para luego hacer lo propio en el cuello bajando hasta mi abdomen. Cuando sentí sus labios en el vientre sentí también como me liberaba de la última prenda que quedaba y que hacía la diferencia entre estar semidesnuda a desnuda completa.


Sentada aún sobre la mesa de maquillaje me observo recorriendo con su mano por última vez mi piel completamente desnuda, no espere que él lo hiciera, lo acerque a mi cuerpo y baje su pantalón con una desesperación impresionante. Solo fue lo necesario para revelar esa parte de su cuerpo que tan bien utilizaba. Tomó entre sus grandes y firmes manos mis caderas, con un movimiento experto me acerco al borde y quedamos en la posición perfecta para concretar el encuentro. Alce mi vista y nos besamos mientras sentía la tibieza de su cuerpo entre mis piernas, Edward acababa de poniendo la pieza que faltaba para armar el puzzle de forma perfecta, nos hicimos uno.


Su mano firme puesta en mi espalda me dio la seguridad necesaria para apegarme a su pecho, mientras sentía como acrecentaba sus movimientos. Jugué con sus cabellos de miel mientras lo sentía hacerme suya otra vez. En un minuto baje mis manos recorriendo su espalda hasta llegar a sus nalgas y las apreté contra mi cuerpo más fuerte para sentirlo mejor. De sus labios se escaparon un par de gemidos exquisitos y para nada actuados. Fue mi turno, comencé a moverme a su compás para hacer la sensación más placentera para ambos. Arquee mi espalda y deslice mi cabeza hacia atrás sosteniendo mis manos en sus hombros mientras sentía como sus labios y su lengua se deslizaban por la base de mi cuello trazando pequeñas líneas imaginarias.


Sus jadeos aumentaron al igual que los míos, sabía que faltaba solo un movimiento más para que Edward llegara al orgasmo fue entonces cuando sentimos la puerta. Sin aminorar su ritmo, con su rostro completamente desfigurado y rojo producto de la excitación miró hacia atrás un tanto preocupado sin embargo tomé entre mis manos su rostro, desviando su mirada hacía mí, lo bese moviéndome más rápido para hacer que terminara.


— Mi turno ¡Dilo! —le exigí en un murmullo mientras hacia los movimientos más profundos, su respiración era irregular y pesada, lo que me fascinó, apretó sus ojos sin contestarme — ¡Dilo! —insistí y torcí la cadera, fue el movimiento justo para hacer que su cuerpo se estremeciera, alzó su vista enfrentando la mía mientras lo sentía desembocar en mi interior.


— Te amo —contestó seguro y mis ojos se abrieron como platos.



1 comentarios:

Anónimo dijo...

oo por dios!!! este fic esta super hot hot . denme algo frio porq no creo poder dormir oo soñare con edward jijji . gracias por actualizar chicas no vemos en el prox. saludos
anna.