Dark Chat

viernes, 29 de julio de 2011

Cuidando tu Corazón

Hola Angeles!

Primero que nada espero que todas esten muy bieen :), muchaas graciaas por seguir las historias que no son de nuestra autoria, solamente a nosotras las autoras nos dan la posibilidad de publicarlaas, sin ellas y sin ustedes que las leen este blog no seguiria funcionando, graciaas hermosaaas :)

Hoy comenzaremos con la secuela de Corazón de Hierro, esta es una hermosaa historiaa, un poco corta pero estoy segurisima que les va a encantar como a mii.

Gracias a Tiwi Cullen por permitirnos publicarla :)

Espero que la disfruten y por fa dejenos sus comentarios para sabeer que les pareció :)

saluditooos!

Anitaa cullen :)

******************************************

Capitulo 1:

Vacaciones

La memoria a veces es selectiva, millones de veces he intentado recordar cosas de cuando era niña o de cuando hacia travesuras pero simplemente no aparecían en mi mente, los malos momentos siempre venían a mi cabeza pero rápidamente eran reemplazados por los buenos, este año ha sido uno de cambios, primero Carmen, después Edward y ahora… el futuro, uno que se ve de lo más prometedor y que por si fuera poco al parecer estar recién comenzando, de la mejor manera posible.

Si hablamos de recuerdos los que tengo con Edward siempre están conmigo, aun podía recordar con claridad lo que había pasado hace algunos días atrás, luego de volver de la hacienda de los Hale Edward me había llevado a mi casa para conocer a mi familia.

― ¿estás seguro de esto?— le pregunte cuando estábamos aun en el auto estacionado a las afueras de mi casa, James sacaba afanosamente las maletas y las entraba al recibidor

― Claro que si— me respondió con sus ojos brillantes, por más que lo miraba aun no podía creer que este hombre me amaba, tantas cosas habían pasado para llegar a este momento que ahora que lo vivíamos me era difícil creer que toda la felicidad que teníamos— sabes que estamos comenzando una vida juntos, novia mía— dijo en un tono que me hizo estremecer, sus manos se fueron a mis mejillas y me atrajeron hacia su cara para besarme, solo fue un roce pero que significo el despertar de mi cuerpo.

― Me haces delirar— acepte mientras él mordisqueaba uno de mis labios

― Ese es el punto, recuerda que aun me debes un viaje Bella— paso su boca hacia la mejilla para seguir una trayectoria hacia mi oreja

― Si sigues así juro que te hare el amor enfrente de mi casa.

― Por mi no hay problema, ya inauguramos la cocina… la calle será la siguiente— rió sobre mi boca

― Vamos antes de que comenta una locura— dije apretando mis puños y controlando el deseo que tenia de él.

La reacción de mi padre había sido primero de sorpresa y luego de incertidumbre, era la primera vez que llevaba un novio a mi casa, no era el primero en mi vida pero si el primero oficial, Edward estaba dando un paso gigante y creo estar preparada para hacer frente a todo esto, ¿Cómo sería nuestra vida de ahora en adelante?

― ¿novio?— había preguntado Kate y papá al mismo tiempo, ambos tenían diferentes expresiones en su cara, mire de reojo y Rosalie estaba apoyada en la barandilla de la escalera con una gran sonrisa en su cara

― Si— acepte ruborizándome un poco— Edward y yo somos novios papá, de hecho lo traje a casa porque él quería conocerte.

― ¡Dios mío!— grito mi padre llevándose las manos a la cara— ¿estás embarazada?— pregunto haciéndome sonrojar furiosamente, Edward soltó una risa al igual que todos los demás, mi padre me examino de pies a cabeza y detuvo su escrutinio en mi vientre

― ¡claro que no papá!— había gritado, mis manos habrían cubierto mi vientre de la repentina exposición, Edward me miro y soltó una carcajada aun mas sonora

― No, lamentablemente esa no es la razón de que yo esté aquí— dijo Edward con voz solemne pero aun con una cuota de humor en sus palabras— aunque no sería algo terrible para contarle que tendremos un hijo, cuando pase creo que será todo lo contrario— afirmo, sus palabras me hiciera acelerar el ritmo de mi corazón

― Bien, entonces ¿es por amor?— preguntó enarcando una ceja

― Si papá— le dije y sentí mis mejillas arder

― Es por amor— continuo Edward.

Lo demás habría sido pan comido, mi papá aun seguía mirando mi rostro como buscando alguna prueba de lo que decía era verdad, incluso ha dicho que tengo el semblante diferente, lamentablemente son imaginaciones suyas ya que la naturaleza me hizo ver que solo eran ideas locas de su cabeza.

― Señorita Swan— me llamo la voz de una mujer, estaba recostada tomando el cálido sol de la mañana

― Hola Anthea— salude cariñosamente a la ama de llaves de la casa

― Venía a preguntarle si necesitaba algo— la mire, tenía esa amable y hermosa sonrisa que tanto me gustaba. Sus ojos eran tan azules como el mar que había observado tantas veces pero su cabello con el paso del tiempo se había tornado blanquecino.

― No muchas gracias, esperare a Edward para almorzar.

― Si señorita— la mujer me hizo una reverencia y se retiro.

Hacía ya dos semanas que estábamos en la isla de Santorini en Grecia y sabia que solo me quedaba una noche pero estaba feliz, este tiempo que pasamos solos sentí a Edward más cerca que nunca, con solo escuchar un Te Amo de sus labios me hacía saber que todo lo que pasamos valió la pena. Como una bendición del cielo no habíamos recibido llamadas de su padre en este tiempo, al parecer y por lo poco que me conto Edward él había desistido en sus intentos de alejarme de él pero como mujer inteligente y previsora que era, sabia de sobra que si algún día nos veíamos él no se cansaría hasta sacarme de la vida de su hijo.

La brisa del mar era suave y acariciaba todo mi cuerpo, mire hacia el cielo y las nubes parecían ser algo que aquí no se veía nunca, el sol y el verano eran una constante. A pesar de olvidar lo que paso en el pasado aun siento recelo por Carlisle Cullen, Edward me dice que no debo preocuparme y que este tranquila pero mi corazón me dice que él es más que un padre defendiendo a su hijo, es un hombre peleando una guerra sin sentido.

― Hola mi amor— la voz ronca y ya tan conocida me hizo sobresaltar, me gire de la silla y Edward estaba parado a unos cuantos pasos de ella mirándome atentamente— perdón por demorar pero Will quería hablarme de unas cosas y se extendió bastante— me dijo con expresión de disculpa, camine desde la silla hacia su encuentro, a pesar de todo sonreí, si se trataba de mi Cupido personal no podría jamás reclamar nada, Will era una parte importante de nuestras vidas y eso nunca lo olvidaría.

― Si fue Will, no me importa— llegue a su encuentro y sus manos pasaron por mi cintura pegándome a su cuerpo. Cerré mis ojos y aspire su exquisita fragancia, me envolví en las sensaciones que su solo aroma despertaba, mi cuerpo por otra parte tuvo una reacción que esperaba, me estremecí por completo sintiendo sus manos sobre mi piel.

― Te amo tanto— confeso haciéndome gemir por la alegría, pase mis manos por su cuello y lo pegue a mí, mis labios buscaron su boca para devorar los carnosos labios que tanto me gustaban, lo amaba tanto que mi corazón sufría al no tenerlo conmigo.

― Y yo a ti— respondí con mi pecho abierto para que el entrara, en estos días nos habíamos amado sin ataduras ni complejos, éramos solo él y yo, esperaba que siguiéramos siendo lo mismo por mucho tiempo.

― No sabes cuánto te extrañe bella mía, como siempre Will quería saber como estábamos y nuevamente se ofreció para venir desde chicago a servirnos— reí fuertemente

― Dios, Will no se cansa, ¿le dijiste que Athea estaba atendiéndonos excelente?

― ¡claro! Pero como siempre el viejo Will dijo que no todos sabían cómo atenderme y que solo él estaba calificado

― ¡esta celoso!— dije riéndome, Edward me observó con adoración, ¡como amaba sus miradas!

― Amo cuando te ríes ¿sabes?, es un festín para mis ojos— se acerco y poso sus labios en mi oreja, lamio el lóbulo y comenzó a mordisquear la carne que allí se extendía

― Si haces eso reír no es precisamente lo que hare— solté un gemido

― Dios Bella, ¿saldremos algún día de nuestra cama?— pregunto con sus ojos oscuros.

― Si de mi depende estaría siempre a tu lado

― ¡ah! Qué bueno que tocas ese tema— se separo de mi, tomo mi mano y me condujo hacia el interior de la casa, el cambio de actitud fue repentino Edward parecía haber recordado algo bastante importante.

Si el exterior era impresionante el interior no se quedaba atrás. La casa de Edward estaba situada en una de las colinas de Santorini, tenía un enorme patio con vista hacia toda la isla, una piscina hermosa y flores y arboles por doquier. El interior de la casa era como un chalet, tenía todas las comodidades existentes en el mundo, muy al estilo de Edward aquí no faltaba nada, podría quedarme para siempre con él.

― ¿a qué te refieres?

― En estas dos semanas hemos hecho de todo menos hablar de nuestro futuro— tomo mis manos y nos sentó en uno de los enormes sofás

― No entiendo, ¿no estamos bien así?— pregunte con genuina curiosidad

― ¿bien?— pregunto enarcando una ceja— no es la palabra que yo ocuparía para estas maravillosas semanas pero creo que debemos hablar de nuestras vidas, he tenido suerte de ya no tener más crisis y de que mi salud ha mejorado considerablemente

― Eso es porque no has trabajado— y por Dios que me había costado conseguirlo, tuve que armarme de todos mis encantos femeninos para tenerlo descansando, sus intentos por trabajar no pasaron del segundo día.

― Si se que tenias razón, al igual que Emmett pero me refiero a que a pesar de que ya no tenga crisis quiero que sigas a mi lado Bella, no quiero que vuelvas a trabajar en un hospital

― ¿Qué?— pregunte desconcertada— ¿me estás diciendo que no quieres que vuelva a trabajar? ¡Estás loco!— le dije alzando las manos melodramáticamente— no creo que estés hablando enserio ¿oh si?

― Créeme que jamás digo las cosas por decirlas, no quiero que vuelvas a trabajar Bella, no es necesario

― Edward— suspire e intente calmar como fuera mis nervios, no habíamos tocado estos temas antes y ya sabía porque, él tenía claro que yo me opondría terminantemente y acabaríamos en discusión— te agradezco infinitamente el ofrecimiento pero debo decirte que no, tú mejor que nadie sabes cómo amo mi trabajo y que jamás he pensado en dejar de trabajar, además tengo cuentas y facturas que pagar, no me quiero atrasar por ejemplo en los pagos de la casa, recuerda que la he rentado hace poco y no deseo tener problemas con los dueños— Edward me miro unos momentos y la expresión de su cara cambio, una sonrisa poderosa apareció en sus labios, me miro y acaricio mi mejilla

― Tontita— dijo con todo cariñoso— Pero las cosas son diferentes ahora— menciono con algo de diversión en su voz, el tono me molesto un poco, para mi esto era bastante serio

― Para mí no, yo sigo siendo el sostén de mi casa y además tengo las ganas para seguir adelante, no dejare de trabajar

― Bella no te ofendas pero tú sabes mejor que nadie que puedo mantenerlos, a todos. No necesitas volver a trabajar, además como ya no tienes ninguna amenazada puedes disfrutar a tu familia a tus anchas, no tienes necesidad de matarte trabajando.

¡Maldita sea!, le había dado a mi punto débil. Es verdad que ahora Carmen ya no era una amenaza, podíamos estar tranquilos y vivir en paz, también es obvio que ya no necesitaba matarme trabajando porque con el dinero que ganaba antes nos alcanzaba para vivir el problema es que la maldita de Carmen siempre nos robaba nuestros ingresos. Edward me miro esperando mi respuesta, en este tiempo había aprendido a leer sus ojos, después de confesarme su amor parece que la última barrera que nos separaba había desaparecido con todo lo demás, ahora él era un libro abierto para mí.

― Sabes que tengo razón pero no te presionaré bella mía— dijo con un suave tono de voz— mañana cuando regresemos a Chicago arreglaremos todo lo demás, por mientras disfrutemos del tiempo que tenemos en soledad ¿te parece?

― Claro que si Edward— suspire— claro que sí.

No me importaba donde ni como fuera, no estaba preocupada si teníamos o no, lo único que me interesaba era estar a su lado porque él me hacia feliz y eso no lo cambiaría por nada, en mi vida pude muy pocas veces para experimentar la felicidad pero ahora aquella parecía estar más presente que nunca en mi vida porque todos los días al lado de mi novio eran así, felices, daba gracias al cielo por el mejor regalo del mundo, el amor de Edward. Él extendió sus brazos y me acerque feliz, mi cabeza se recostó sobre su tibio pecho dándome el calor y la seguridad que siempre había anhelado.

― ¿Qué crees que pase cuando volvamos a Chicago?— pregunte llevando mis ojos a la inmensidad

― ¿a qué te refieres? ¿a nosotros?— su cabeza se ladeo buscando mi mirada pero esta aun seguía perdida

― Si…— suspire— no, en realidad con todo ¿Qué pasara cuando volvamos a ver a tu familia? Porque me imagino que algún día los veremos ¿cierto?— levante la vista y los ojos de Edward acompañaban a los míos, su vista estaba fija en un punto

― Si, por desgracia será muy pronto

― ¿pronto?

― Sí, mi prima Tanya se casa en unos cuantos meses y no puedo faltar, ella es como una hermana para mí— sonrió— además Tanya está loca por conocerte

― ¿a mí?— enarque una ceja señalando mi pecho

― Si, ella quiere conocer a la mujer que me robo el corazón, que calentó mi sangre y me devolvió la vida— sonreí— ella está feliz de que nosotros estemos juntos

― ¿le contaste de nuestra relación?

― Si, le hable sobre ti cuando estuve en Londres

― ¿Cuándo estuviste en Londres?— volví a preguntar, si había salido de viaje era cuando yo estuve lejos de él.

― El viaje que realice cuando tu y yo estábamos juntos, esa noche mi padre había tenido un pre infarto y Alice, mi hermana, me pidió que lo fuera a ver— contuve el aliento, la razón por la que Edward se fue de mi lado ese día era porque su papá lo necesitaba, a pesar de todo Carlisle Cullen es su padre y el no podía abandonarlo, me sentí como una vil estúpida, el no se quería alejar de mi…

― Dios Edward…— susurre desconcertada— entonces tú…

― Si Bella— acaricio mi mejilla— yo nunca quise irme ese día y créeme que si no hubiera partido te habría confrontado nuevamente para que me dijeras lo que sentías.

― Yo te amaba Edward, yo te ame siempre— respondí presa del repentino miedo

― Lo sé mi amor, lo sé pero déjame decirte que el día que me lo confesaste me pillo tan de sorpresa que no supe cómo responder, yo me di cuenta de ello cuando pensé que te perdía, ahí supe que te amaba y que no soportaría estar lejos de ti, por eso cuando tú me lo negaste me heriste en lo más profundo y nuevamente escondí mi corazón para ti, no podía permitir que me dañaran nuevamente, tu jamás has tanteado el poder que tienes sobre mí, es increíble el dolor que podría causar una palabra de tu boca— sus dedos rozaron mis labios pero el efecto que produjo fue dolor, saber que el siempre me había amado y que por una falta de comunicación se había originado todo me hacía sentirme tonta y poco comprensiva

― Prométeme algo— exigí con ansia— prométeme que jamás nos guardaremos algo Edward, que la comunicación no faltara entre nosotros.

― Lo prometo Bella, de eso no lo dudes— acaricio mi mejilla. Por un momento nos quedamos en silencio solo mirándonos, de pronto las dudas comenzaron a resurgir en mi mente, tantas preguntas que necesitaban ser contestadas, este era el momento preciso para saber todas las respuestas.

― Edward yo…— comencé con nerviosismo, me daba pánico saber que todo lo que nos paso podría haberse evitado, mis manos comenzaron a temblar y él se dio cuenta de mi estado

― ¿Qué sucede?— pregunto pasando sus brazos por mi espalda pegándome más a su cuerpo

― Hay tantas cosas que saber, tanto que quiero preguntar— la confusión se expresaba en cada parte de mi cuerpo, Edward observo mi expresión y sonrió, se acerco a mi frente y la beso

― Tranquila mi amor, te aseguro que responderé cada una de tus dudas pero no tengas miedo porque pase lo que pase nunca me alejare de ti ni de tu corazón, estamos unidos Bella, unidos por este inmenso amor— por un momento todas las dudas o preguntas se disiparon y solo quedo él, su amor y nuestro futuro.

― Te amo Edward Anthony Cullen, te amo como jamás pensé en amar a alguien— ambos sonreímos y nos besamos con la misma pasión de siempre pero que cada vez se hacía mayor, el tenerlo solo para mí y poder disfrutar de su compañía era algo que no cambiaria con nada.

― Sabes lo que me gustaría ahora— dijo besando mis labio suavemente, sus dedos se fundieron con la piel de mi cintura y supe de inmediato. Sin necesitar una invitación me senté ahorcadas sobre él, estaba solo con un bikini de color negro— he querido quitarte ese maldito bikini todo este tiempo.

― Entonces hazlo— lo rete con una sonrisa, sus manos se adhirieron mas fuerte a mi piel y con una enorme sonrisa me cargo en sus brazos, cruce mis piernas por su cintura pegando mis caderas a él, mi boca se fue de la de él hacia su cuello, lamí la exquisita piel y mordisquee cuanto pude

― ¡demonios!— gimió mientras avanzábamos por los pasillos, cruzo una enorme puerta blanca y la cerro, ya estábamos en nuestra habitación— no aguanto, me vuelves loco Bella— susurro bajándome encima de la cama y tocando mi cuerpo

― Edward— gemí fuerte al sentir sus poderosas manos sobre mi piel, se acerco a mí y desato el bikini que traía, con sus dientes arranco las telas y se fundió en mis pechos, sus dientes mordisquearon mis pezones mientras una de sus manos iba retirando las bragas. Me estremecí cuando mi centro quedo expuesto a sus caricias, sus dedos buscaron mi botón de placer y dedicaron sus movimientos a complacer mis deseos— ¡Edward!, Athea escuchara— dije entrecortadamente, mis gemidos eran tan fuertes y desesperados que mi desahogué mi frustración por no tenerlo en todo mi cuerpo, arquee mi espalda en reiteradas ocasiones para así prolongar las deliciosas caricias.

― No lo creo— hablo sobre mi pecho, paso su lengua rápidamente por él y levanto su cabeza para mirarme con sus ennegrecida vista— la mande al mercado con una enorme lista, estará afuera por lo menos una hora— sonrió maliciosamente

― Dios mío— gemí— entonces ahora es mi turno— nos hice girar sobre la cama, mis manos ya expertas en complacerlo rápidamente se deshicieron de toda la ropa, acaricie con una enorme sonría el torneado cuerpo de mi novio, su torso era para perderse en cada parte de él, pase mis dedos tranzando las líneas de su abdomen, bordee con mis yemas la orilla de su pantalón, me deshice del cinturón y de todo lo demás, mis ojos se ensancharon complacidos al ver que mi hombre ya estaba listo para mi, su erección estaba dura.

― ¿en qué piensas bella mía?— pregunto observándome con una lasciva sonrisa

― En lo mucho que puedo hacer contigo mi amor— suavemente arranque sus bóxers, tome con mis ansiosas manos el objeto de mi deseo, acaricie su miembro suavemente, Edward rápidamente comenzó a gemir y a sentir el placer de mis caricias, apure el movimiento hasta que lo vi completamente rendido, sus manos se sujetaban fuertemente al albino edredón y su boca se entreabría constantemente para soltar sonidos cada vez más desconcertantes y excitantes.

― Dios Bella, Bella…— decía constantemente, a mis manos agregue mi lengua, sentí su cuerpo convulsionar de placer al lamer la punta de su miembro, pronto toda su extensión estaba siendo lamida por mi— ¡Bella!— grito, su erección palpitaba en mi mano sentía sus latidos dentro de mí y ansiaba tenerlo completamente en mi cuerpo.

Deje las caricias y me senté encima de el deseosa de que me hiciera el amor, roce su erección con mi centro, la descargas de energía que irradiaban nuestros cuerpos se podían sentir en cualquier parte, su piel vibraba en contacto con la mía. Edward reacciono y sin previo aviso se introdujo de un tirón en mi cuerpo, mi espalda se arqueo completamente y un jadeo de placer salió de mis labios.

― Así que te gusta torturarme ¿verdad?— dijo mientras yo cabalgaba arriba de él, cerré mis ojos y disfruté de la sensación, las manos de mi amado se ceñían con fuerza en mis caderas ayudándome con la penetración. Sus manos me giraron haciéndome caer en la cama, mi cabello se esparció por el edredón haciéndolo ver aun mas chocolate— me encanta tenerte así mi amor, tan hermosa entre mis brazos, siempre he disfrutado este momento, te amo— susurro antes de besarme, su cuerpo comenzó a moverse nuevamente dentro de mí, el vaivén era lento y me hacia perdurar aun mas placer. Edward me hacía el amor como siempre había soñado, me envolvía en tantos sentimientos que me perdía dentro de su cuerpo. Pronto el ritmo comenzó a subir hasta que se hizo frenético, las embestidas de su miembro me llevaron a la locura, sentía el orgasmo con la punta de mis dedos

― ¡Edward!— grite presa del deseo, pase mis piernas por sus caderas y lo pegue aun mas a mí, eso hizo que la penetración fuera aun más profunda, ambos gemimos al sentir lo que provoco el movimiento, mi lengua se fue a sus labios y no paso mucho tiempo antes de que las paredes de mi centro se estrecharan y el cuerpo de Edward sucumbiera al inminente orgasmo que se desataba, ambos tacamos el cielo al mismo tiempo, una vez mas era su mujer y estaba feliz de serlo

Nuestras respiraciones fueron erráticas por muchos minutos, ambos nos quedamos observándonos, nuestras manos acariciaban la piel de otro denotando todo el sentimiento que había en una unión como esta. Sentía que nuestros encuentros siempre habían sido igual por lo tanto nunca había sido sexo ahora que lo podía ver con claridad me daba cuenta que Edward me había amado desde el principio y me sentía aun más feliz al saber que siempre fue mío.

― Me encantaría quedarme una temporada aquí— dijo después de un momento, yo sonreí y asentí, sentía exactamente lo mismo

― Yo igual— le dije y bese su mejilla— es una pena que ya tengamos que partir, en chicago nos espera la realidad

― Pero es una grandiosa realidad— acepto con sus ojos en mi— de ahora en adelante ya todo mejorara eso tenlo por seguro— sonrió confiado.

― Lo sé amor, lo sé— pase mi brazo por su abdomen y apoye mi cabeza en el.

No paso mucho tiempo antes de que los dos nos quedáramos profundamente dormidos. La brisa helada fue la que me despertó, mire a mi alrededor y aun era de día, ¿Cuánto habría dormido?, Edward no estaba en la habitación y mi cuerpo se cubría con una sábana blanca, la ventana de la recamara estaba abierta y las cortinas se agitaban con el viento. Me puse un vestido de playa blanco y ate mi pelo en una coleta, descalza salí de la habitación y me encontré a Athea acarreando bolsas

― ¿Qué haces Athea?— le dije levantando unos cuantos paquetes del suelo y llevándolos a la cocina

― Señorita, lamento molestarla, no se preocupe yo lo llevare— me dijo e intento quitarme las bolsas

― Claro que no, yo te ayudo— respondí y camine a la cocina— ¿sabes donde está el señor?

― No lo he visto pero lo sentí en el despacho así que debe estar ocupado

― Bien— mire el reloj y eran las tres de la tarde— almorzaremos en rato así que no te apresures

― Si señorita— tome los demás paquetes y los lleve a la cocina, cuando ya todo estuvo listo me encamine hacia el despacho, desde afuera sentía la voz de Edward, toque suavemente y pase.

El estaba apoyado en una de las esquinas con el teléfono en la mano, su cuerpo estaba cubierto solo con un pantalón blanco, su torso parecía brillar a la luz del sol mediterráneo. Sus ojos buscaron los míos y sonrió.

― Si Tanya yo también estoy feliz, aquí esta Bella… espera te pondré en alta voz— camino hacia el escritorio y puso el teléfono en el pedestal, apretó unos botones haciendo que la comunicación fuera escuchada por los dos— bien, ahora habla— extendió su mano requiriendo mi presencia, se sentó en el cómodo sillón y yo me acomode sobre sus piernas, pase mis manos por su cuello esperando a que su prima hablara

― Hola Bella— saludo una cálida voz— mi nombre es Tanya Denali y soy la prima más linda de Edward— ambos sonreímos el negó con su cabeza.

― Hola Tanya, que gusto es hablar contigo, soy Bella Swan, encantada de conocerte

― Y yo estoy eufórica por verte, menos mal que le pusiste algo de calor a este iceberg que tengo por primo— rio— si te contara todas las veces que intente arrastrarlo al mal camino para que probara la vida.

― Gracias por dejarme en vergüenza— dijo él con sus mejillas sonrojadas

― No te avergüences Edward, ¡demonios! Casi se me olvida— dijo de repente— Bella estas cordialmente invitada a mi matrimonio que se realizara en menos de dos meses, Edward y tu deberán pasar una semana aquí ya que son unas fiestas largas, tradición familiar de mi amado novio— comento divertida

― El novio de Tanya es escocés por lo que son muy tradicionalista y tienen un sinfín de actividades antes del matrimonio— me susurro Edward al oído, en la posición que estábamos y con lo que había sucedido hace algunas horas no me sentía muy capaz de resistirme a la caricia que era su voz.

― Entonces, espero que puedas venir Bella, quiero conocerte, además déjame ser la primera en darte la bienvenida a la loca y desquiciada familia Cullen, te quedaste con lo mejor de ella y me alegro demasiado, al fin este hombre tendrá un poco de sexo en su vida.

― ¡tanya!— la reprendió Edward— evócate al tema del matrimonio— le pidió con voz cauta que sonaba mas a una amenaza

― ¡ya! Bien… entonces estas invitada, espero puedas venir y horrarme con tu compañía, si no vienes te aseguro que iré por ti, lo único que deseo es verte.

― Gracias por la bienvenida Tanya— sabia que sería lo más familiar que recibía considerando que la familia de Edward no quería nuestra relación— espero conocerte pronto y te aseguro que estaré allí ese día.

― ¡bien! Ahora Edward… le haces algo a Bella y provocas que ella no venga ¡te juro que no te dejo entrar a la iglesia!— amenazo y yo reí

― ¡vamos Tanya! Sabes que no hare nada, si lo único que quiero es que ella se quede a mi lado— tomo mi mentón y me beso.

― Mas te vale Cullen, si no date por muerto— todos reímos— bien, la invitación esta echa, pronto les llegara el parte a su casa, bueno ha sido un placer hablarles perdón por molestar en su anticipada luna de miel, los quiero y espero verlos

― Y nosotros a ti Tanya, cuídate y nos estaremos comunicando

― Está bien, Adiós Bella y espero conocerte pronto

― Lo mismo digo, cuídate

― Y ustedes igual, adiós

― Adiós—

Sonó el tono, apreté el botón para sacar el altavoz y la habitación se sumió en un silencio, mire a Edward y él me miraba atentamente.

― Tanya desde que le conté que existías en mi vida ha querido conocerte, así que no te sorprendas con su recibimiento

― ¿Qué es eso de sexo en tu vida?— solté sin más, la pregunta vino con tanta fuerza a mi mente como las ganas de saber su respuesta, Edward me observo y sus mejillas nuevamente se tornaron rosáceas, algo que no conocía en él y me pareció encantador— pensé que lo que menos faltaba en tu vida antes de conocerme era el sexo y el dinero— el me observo por unos momentos más para luego suspirar largamente.

― No Bella, antes de conocerte yo no sabía lo que era hacer el amor con alguien y el sexo pasó a ser algo común por lo que perdió el encanto para mí. Debo confesar que yo ya no sentía deseos por las mujeres, mi libido parecía dormido, mi hambre sexual estaba congelada junto con todo lo demás— mis ojos lentamente se comenzaron a agrandar

― Eso quiere decir… quiere decir que yo…— tartamudee

― Si, tu despertaste mis bajos instintos e hiciste de mi lo que soy ahora, tu eres la razón por la que descubrí nuevamente el deseo y la pasión.

― No lo puedo creer…— susurre atónita

― Créelo, antes de que llegaras a mi vida nadie hacia lo que tu provocaste en tan solo un roce Bella, estaba loco por ti, eufórico por algún contacto… fue tanta mi desesperación por ti que se vio reflejada en la primera vez que hicimos el amor, era un torrente intenso de confusión. Mis instintos salieron a la luz y despertaron con más fuerza que nunca, sentí por primera vez un deseo irrefrenable por una mujer y solamente tú provocaste ese sentimiento bella mía.

― Edward ósea que…

― Si, eres tú la razón, siempre fuiste tú Bella, siempre desee estar contigo desde el primer momento que te vi sentí la conexión, la intensidad de tus ojos y la electricidad de tu piel me llamaban y me hacían perderme en ellas.

Por un momento intente procesar la información pero por ahora mi mente recordaba todas las veces que Edward me tomo con tanta ansia, esa era la razón del deseo insaciable que tenía cuando hacíamos el amor, ahora podía entender que no era el sexo lo que el ansiaba, era yo, solamente yo. Nuevamente un sentimiento abrumador me embargo, me abrace a su cuello y acaricie el cobrizo cabello.

― Ahora que ya lo sabes, entiendes lo que significas para mi, eres todo… mi amor, mi pasión, mi deseo, mi cuerpo y también mi corazón… todo Bella, eres todo.

― Edward— susurre y me pegue a sus labios, lo bese ansiosa, deseando que el calor de mi abrazo nos hiciera fundir nuestros cuerpos y ser solo uno, ahora más que nunca sentía deseos de quedarme toda la vida con él, de ser uno para siempre y vivir felices toda la eternidad.

― Cuando volvamos a Chicago me será imposible dormir alejado de ti, mi habitación es un hielo sin ti.

― Lo sé mi amor pero prometo quedarme contigo todo lo que pueda.

― Tranquila que encontraremos los momentos para estar juntos, el trabajar menos es una brillante opción Bella y créeme que la considerare— sonreí abiertamente

― Gracias, ahora nos queda ir a Londres y conocer a tu familia— de pronto le tome el peso a mis propias palabras, conocer a su familia… conocer a sus padres… conocer a Carlisle Cullen— veremos… a tu padre ¿cierto?— el cuerpo de Edward se tenso

― Si— me dijo y acaricio mi mejilla— pero prometo que no volverá a molestarte Bella, el no se podrá acercar a ti.

Por un momento pensé en sus palabras… Edward estaría bajo una constante vigilancia cosa que molestaría a mas de alguno, si Carlisle Cullen no me aceptaba era únicamente porque no me conocía y no tenía idea de quién era yo, si tenía la oportunidad de viajar a Londres y conocerlo haría exactamente lo contrario.

― No, Edward— respondí decidida— hare exactamente lo contrario, no me alejare de tu padre solo porque no me quiera, si viajamos el me tendrá que conocer, sabrá realmente quien es Bella Swan, la novia de su hijo.

Estaba decidido, si pude con el corazón de hierro de Edward estaba segura de poder con el de Carlisle Cullen, no me dejare amedrentar y hare lo que esté en mis manos para limar las invisibles asperezas que hemos creado, el no podrá odiarme por siempre y yo me encargare que su odio se convierta en un sentimiento que nos contagie a todos

Su corazón tendrá que ceder…

2 comentarios:

and dijo...

Es preciosa esta historia, me encanta. gracias ángel por permitirme disfrutar, eres genial por regalarnos un poquito de tu tiempo, aunque no lo creas es algo que aprecio mucho tu sabes el tiempo es oro.

amaysayaslunas dijo...

coincido con and esta genial esta historia y que bien que hubo secuela ... mil gracias por traernos hisrorias tan linfas gracias y mil besos chicAS.
AMAYSAYASLUNAS DESDE MEXICO DF