Dark Chat

domingo, 13 de marzo de 2011

Vida : Dulce Inmortalidad

Capítulo Cuarto: Buenas Razones

Susan apenas podía creerlo, miraba boquiabierta a las tres, sin entender ni media palabra de nuestra conversación.

- Así que éste es el gran secreto que estas ocultándole a Edwards.

Susurró complacida, era como si hubiera venido mandada por él a ver que tramaba Alice. Caí en pánico al leer las facciones de Rosalie mirándome victoriosa, no… ella no podía contárselo pensé mirando a Alice, quien permanecía absorta.

Estábamos en mi habitación, Alice cuchicheaba con Rosalie unos pasos más allá, podía sentir la rabia colérica de está cuando le hablaba a su hermana.

- ¿Cómo pudiste prestarte para esto? Rezongaba Alice.

- Tú y Carlisle tienen la culpa. Si ustedes no le hubieran ocultado sus pensamientos, tal vez él no me hubiera pedido venir, sumado a que Esme estaba preocupada por no tener noticias de ustedes, bueno ninguno de nosotros estaba entendiendo porque en forma tan repentina ustedes dos no querían que ninguno de nosotros viniera y claro – dijo dándome una mirada - ahora veo la razón.

- ¿Él lo sabe? Pregunte de repente a Rosalie.

Esta me examinó sin contestar, se acerco y puso su cara frente a frente, sin duda yo no era muy agradable para ella, incluso ahora que éramos de la misma clase, estaba claro que no le simpatizaba en lo absoluto.

- No, pero espera mis noticias hoy, sino vendrá él mismo a ver que sucede con Carlisle y Alice.

- Tengo que irme, desaparecer, donde nadie pueda encontrarme. Dije con pavor mientras comenzaba a recoger mis cosas, Alice le dio una mirada fulminante a su hermana, esta sacudió su cabeza.

- Puedes huir pero no escapar. Me exclamó Rosalie, me detuve en el acto a mirarla, porque me odiaba tanto pensé.

- No estoy lista para verlo, no así. Confesé.

No estoy segura sí mi expresión desolada fue lo que hizo cambiar de parecer a Rosalie, o mi congoja lo que seguramente causaba que su imponente e implacable plan cambiara de curso. Me miro examinando mis razones, no las entendía evidentemente, yo me había convertido sin quererlo en la razón por la cual su familia estaba ahora dividida. Por un lado estaba Carlisle y Alice actuando raro incluso con Esme, impidiendo que ellos vinieran para complacer mi voluntad de mantener a Edwards en la ignorancia sobre mi transformación, y por otro estaban ellos que merecían una explicación, sobre todo uno más que otros.

- Por favor Rosalie. Supliqué

- Sí no sabe noticias mías vendrá junto con Jasper y Emmett – comenzó a decir mientras miraba a Alice, quien bajo la vista – No entiendo ¿qué es lo tan difícil de explicar?, ¿Por qué simplemente no lo enfrentas? y te comportas como una chiquilla madura, ¿qué es lo que podría pasar?, ¿qué él cayera rendido a tus pies, como ocurrió en Forks? Me dijo en tono meloso.

-¡Él no me quiere!. Grite ahogadamente.

Rosalie miro a Alice quien frunció el seño en desaprobación.

- Perfecto, no diré nada, pero eso te dará sólo dos días de ventaja, que es el tiempo que se demorará en llegar, entonces tendrás que enfrentarlo.

Dijo resuelta mientras tomaba la perilla de la puerta y miraba a Alice, esta camino hacia la puerta y me puso su mano en mi hombro.

- Todo saldrá bien, ya veras. Me susurró mientras seguía a su hermana fuera de la habitación.

No estaba segura si la palabra bien era la que yo hubiera usado. Pero sin duda había llegado la hora de enfrentar mi más temido miedo.

Dos días me repetía mientras miraba al vacío, y ya había acabado uno, eso me dejaba en desventaja, había pasado todas esas horas mirando al vacío tratando de resolver que iba a decirle primero, lo de mi transformación, o lo de mi sufrimiento, ¿Acaso iba a reprocharle el dejarme tirada en el bosque sufriendo?.

Lo cierto es que aún no lo decidía del todo, Alice no había llegado a los dormitorios en todo el día, supongo que quería darme espacio para hilvanar bien mi historia antes que arribará el clan Cullen por completo, o tal vez era ella la que necesitaba tiempo para decidir que explicaciones iba a dar, porque a juzgar por la expresión de Rosalie, imaginaba que Jasper también exigiría unas cuantas.

Así mirando al vacío se había pasado otro día, me encogí de hombros cuando vi amanecer - que podía hacer - me dije, Rosalie estaba en lo cierto, podía huir pero no escapar, si ya me habían encontrado de pura casualidad, esta vez Edwards obligaría a Alice a verme, y no creo que lo hiciera de una manera demasiado educada.

No quería salir de mi habitación, me aterraba el hecho de deambular por las calles pensando que en cualquier momento él tocaría mi brazo y lo tendría finalmente frente a mí una vez más. Espere nerviosa que el sol dejará de estar en el cenit, y comenzará a apagar sus rayos, para que mi piel no brillará tanto y decidí cuando éste comenzó a esconderse, que era hora de salir a tomar un poco de aire fresco.

Estaba nuevamente en la plaza frente a la biblioteca, mi lugar preferido, subida a un árbol, lo que me parecía irónicamente macabro de mi parte, cuando cerré los ojos por unos momentos, las imágenes de Edwards se comenzaron a suceder una tras otra en mi mente, cuando me salvo de ser aplastada por aquella camioneta, cuando me llevo a conocer su particular mundo sobre los árboles, cuando me hizo verlo bajo el sol, cuando me miró absorto y compungido en aquel cuarto de ballet, mientras me retorcía por la ponzoña, su mirada aún más indescifrable cuando desperté en el hospital, su mirada cuando baje por las escaleras de la casa de mi padre antes de irnos al estúpido baile, mis labios se curvaron en una sonrisa, de pronto sentí un grito ahogado a lo lejos

- ¡No! – era su voz, abrí abruptamente mis ojos y miré a todos lados, pero él no estaba ahí

- él lo sabe - susurré.

Estaba literalmente corriendo hacia el edificio donde estaba mi dormitorio, de vez en cuando me detenía y miraba a todos lados, como esperando que apareciera detrás de mí en cualquier momento, respiré con alivio cuando vi la fachada de aquel tan conocido edificio, entre presurosamente, mecánicamente subí las escaleras hasta el quinto piso, cruce el hall y di con la puerta de mi dormitorio, al poner la llave advertí que aún tenia el pestillo pasado

– buena señal, Alice no había llegado aún – pensé, di vuelta el cerrojo abriendo, dí un paso para entrar mientras quitaba la llave y fue en ese momento cuando lo vi frente a mi parado impertérrito, su mirada era colérica, me quede petrificada en el umbral de la puerta que permanecía abierta, no sabía que decir, como actuar, pero miré sus ojos, eran iguales a la última vez que los había visto, duros como si el oro liquido se hubiera congelado y vuelto sólido.

De pronto sentí un incomodo espasmo en mi estomago, trague saliva. Ahora su mirada estaba regodeándose en la tristeza al contemplarme. Pasaron unos segundos, no nos habíamos dicho nada, sólo estábamos observándonos, más bien él me observaba, convertida en un monstruo, lo miré lacónica, baje mi vista. Fue entonces cuando sentí su aliento cerca del mío.



1 comentarios:

AND dijo...

me encanta esta historia gracias a la autora y a quien publican, me muero esta increíble quiero seguir leyendo, no quiero ser molesta pero esta muy corto aunque lo atribuyo al hecho de que me dan ansias.