Dark Chat

domingo, 5 de diciembre de 2010

Te Presento A Mi Amante

Capítulo 16: Despedidas

Bella POV

— ¿Te vas a ir? —pregunté aún medio dormida. Todavía me encontraba entre sus brazos, alcé la cabeza para ver sus ojos— ¿por qué?

—Quiero hacer esto lejos de ti, no quiero que salgas más lastimada —contestó mirando hacia el techo.

—¿Hacer qué?

—Divorciarme, convenceré a Tanya de que la amo, que a pesar de todo, ella es el amor de mi vida y que te voy a dejar, nos iremos a Chicago y estando ahí, interpondré la demanda de divorcio —bajó sus ojos para ver los míos— si ella quiere jugar sucio, yo también lo haré.

—¿Cuánto tiempo? —pregunté, mordí mi labio intentando que las lágrimas que ya estaban acumuladas en mis ojos no salieran.

—No lo sé —suspiró— espero que con ese embarazo sea mucho más fácil.

—¿Te irás de la escuela?

—Sí, será lo mejor, así no te causaré ningún problema —un par de lágrimas escaparon de mis ojos cayendo sobre su pecho— ¿estás llorando?

—No —mentí, y claro… no me creyó.

—No tienes por que hacerlo —levantó mi barbilla y me hizo verlo— voy a volver libre. Y entonces, estaremos juntos.

Juntó sus labios con los míos, lo sentí cómo si fuera el último beso que le daría, cómo si con ése beso le estuviera entregando mi vida entera para que se le llevara con él. Fue un beso intenso, pasional y desgarrador. Lamentablemente tuve que separarme de él para ir a la universidad. Nos bañamos juntos, aunque yo no quería, moría de vergüenza que me viera desnuda, éramos tan distintos en ese aspecto, yo flaca y sin chiste. Él… alto, guapo, con cuerpo de Dios griego. Algo bueno debí haber hecho en mi otra vida para que en ésta se me recompensara de esta manera.

—Te veré aquí después de la escuela —me dijo y me besó de nuevo.

—Sí, aquí te esperare —y era cierto, no sólo esta tarde, lo esperaría hasta que regresara como me lo había prometido. Mi hermano vino por mí para llevarme a la escuela, sabía que a partir de ahora Edward y yo nos veríamos como profesor y alumna, como siempre debió ser.

—¿Hablaste con Charlie? —pregunté una vez dentro del jeep.

—No —bajó la mirada— lo siento Bells, no quiere saber nada del asunto.

—Es lógico, lo decepcioné.

—Ya entenderá, no te preocupes —puso su enorme mano sobre mi hombro, reconfortándome — ¿y qué harán?

—Edward se va con Tanya, interpondrá la demanda en Chicago, quiere protegerme —puse los ojos en blanco.

—Hace bien, y si Tanya te menciona, lo negaremos todo —me guiñó un ojo y sonrió alegremente. Me sentía cobijada con mi hermano y con toda la familia de Edward, y también estaban Rosalie, Jasper y Angela, pero eso no quitaba el hecho de que me doliera la actitud de Charlie. Me pregunté si Reneé hubiera hecho lo mismo ó si me hubiera apoyado como Emmett. Yo estaba segura que desde dónde quiera que mi madre estuviera, me apoyaba.

Llegamos a la escuela y un sentimiento de tristeza me invadió; aquí, hace unos meses, había conocido al hombre más guapo, perfecto y adorable del mundo y hoy sería su último día como profesor. Extrañaría verlo llegar al salón con esa galantería que lo caracterizaba, escuchar suspirar a más de una aunque eso me hiciera enojar y también su manera de enseñar, pocos maestros lo tenían todo como Edward.

Edward POV

Llegué a mi casa dispuesto a hacer mis maletas para irme con Tanya, estacioné el auto en el garaje y esperé unos segundos dentro de el. Quería pesar bien en lo que diría y como la convencería, quería sonar sincero después de haberle dicho que amaba a Isabella, ahora tenía que convencerla de que había sido una aventura, que la quería a ella y la perdonaba. Como si fuera tan fácil. Tanya no era tonta, eso me quedaba claro.

Salí del auto y me percaté de otro estacionado frente a la puerta, me sorprendió que tuviéramos visitas tan temprano, entré a la casa y encontré a Tanya conversando con un hombre, más que hablar, puedo decir que le estaba gritando.

— ¡No me interesa! —Tanya se levantó del sofá y comenzó caminar por la sala— no debiste venir ¿cómo demonios diste conmigo?

—Fue fácil, tú me dijiste una vez que vivías en el 'aburrido pueblo de Forks' y hoy con internet es fácil de localizar y una vez aquí, el pueblo entero te conoce.

—Te tienes que ir…

—Buenos días —saludé, el hombre se levantó del sofá y me extendió la mano.

—Buenos días —contestó.

— ¿No nos vas a presentar, Tanya? —inquirí.

—No, por que… él… —tartamudeó— ya se va.

—Mi nombre es Félix Vulturi soy…

—Amigo —interrumpió Tanya—, amigo mío, lo conocí en uno de los viajes que hice, es de Italia, le hablé de lo maravilloso que es Forks y quiso venir a conocerlo ¿no es así?

Félix dudó antes de asentir levemente, algo aquí estaba mal, pero a mi parecía gustarme la llegada del 'amigo' de Tanya, presentía algo bueno de todo esto.

—Edward Cullen, soy el esposo de Tanya.

— ¿Esposo? —alzó una ceja y miró a Tanya— no me lo dijiste.

—No tenía por que y la verdad es una lástima que tengas que irte —Tanya lo empujó literalmente hacia la puerta, cuando regresó la noté nerviosa y subió las escaleras rápidamente, la seguí y entré al cuarto.

— ¿Quién era? —pregunté.

—Ya te lo dije, es un amigo que conocí hace tiempo.

— ¿Y por que viene a verte? —intenté sonar celoso y parece que lo hice bien.

—No me digas que estás celoso —Tanya rió de manera burlona e incrédula.

— ¿Y por que no? Eres mi esposa ¿no?

—Edward no digas tonterías.

—El que tu no me ames no quiere decir que yo haya dejado de amarte.

Esta vez rió más alto y se recostó sobre la cama

— ¿Y la zorra de Isabella? —preguntó alzando una ceja.

—Eso se acabó —luché contra el intento de reclamarle por el adjetivo y pedí que Bella me perdonara por lo que estaba por decir— Tanya, ¿cómo puedes pensar que me enamore de ella? Tú tuviste tu aventura cuando te fuiste y yo también, era mi alumna, joven e ingenua, toda una tentación.

Tanya se sentó sobre la cama mirándome fijamente, parecía contenta con el hecho de haber desviado el tema de su más reciente visitante.

— ¿Dónde estuviste anoche? ¿Con ella? —preguntó.

—No, me quedé en la cabaña de mis padres, quería estar solo y pensar.

— ¿Y que pensaste? —preguntó un poco más interesada.

—Que te amo, que todo lo que dije ayer fue por que estaba molesto. Vas a tener un hijo con otro hombre cuando yo te amo, cuando yo te pude dar ese hijo, yo sé que tuve la culpa en todo esto, debí ponerte más atención y no obligarte a vivir en este pueblo, pero si quieres, mañana mismo nos vamos a Chicago.

— ¿Vas a dejar a tu familia, tu trabajo y a esa por el amor que me tienes? —yo también estaba un poco dudoso, pero tenía que intentarlo.

—Sí, me haré cargo del niño, sólo te pido una oportunidad para que me ames —me acerqué y tomé sus manos entre las mías— sólo una.

—No me iré contigo —dijo con el rostro serio, después comenzó a sonreír un poco— al menos no a Chicago, quiero irme a Nueva York.

Se levantó y fue hasta el closet, sacó un par de maletas, me puse de pie y la abracé, deposité un beso en su mejilla y anhelé con todas mis fuerzas que fuera Bella quien estuviera entre mis brazos.

—Voy a presentar mi renuncia y regreso por ti.

—Sí, si ándale ve —me ignoró y continúo haciendo sus maletas.

El camino hasta la universidad se me hizo lento y pesado, deseaba llegar rápidamente, esperaba que entre más rápido saliera del pueblo, más pronto me divorciaría de Tanya y estaría con Bella. Después de la universidad y antes de ir a ver a Bella como se lo prometí, decidí hacer lo que estuviera en mis manos para que su padre la perdonara. Llegué a casa de Bella justo a la hora de la comida, Charlie estaba bajando de la patrulla cuando estacioné mi auto. Debo decir que la mirada que recibí antes de bajar del auto fue hostil, fría y llena de furia.

— ¿Qué demonios haces aquí? —Dijo en cuanto abrí la puerta — ¡será mejor que te largues!

—Quiero hablar con usted…

—No tenemos nada que hablar —llevó su mano hasta el cinturón donde descansaba su pistola.

—No es necesaria la pistola, no me iré hasta que me escuche.

—Te abrí las puertas de mi casa —su rostro se volvió rojo y escupía las palabras— y tu viniste a acostarte con mi hija, ¡por Dios estás casado! ¿Cómo te atreviste a seducir a mi hija?

—Yo la amo —eso pareció enfurecerlo más y terminó por sacar la pistola.

— ¡Lárgate! —me apunto con el arma.

—Está bien, me iré pero… voy a regresar y le voy a pedir la mano de su hija como Dios manda para hacerla mi esposa, voy a hacer las cosas bien.

Me di la media vuelta y subí a mi auto, quizás había sido un poco insolente todo lo que le había dicho, pero lo iba a hacer, una vez terminado con mi absurdo matrimonio le pediría a Bella que fuera mi esposa y le pediría la mano a su padre, aunque para esto tuviera que usar chaleco antibalas.

Al llegar a la cabaña, Bella estaba esperándome en el porche, bajé del coche y la vi saltando los escalones hacia mí, casi lo había logrado pero en el ultimo escalón resbaló y casi cayó al suelo de no ser por que la sostuve.

— ¿Qué voy a hacer contigo? —suspiré.

—Amarme por el resto de tu existencia —dijo besando mis labios con suavidad.

—Claro, pero recuérdame que cuando vivamos juntos lo haremos en un cuarto sin escalones, sin muebles y de superficie plana para que no resbales.

—No lo lograrás, siempre encontrare algo con que caer —sonrió un poco— ¿no te vi para nada en la universidad?

—No di clases amor, sólo entregué los exámenes y después renuncié.

— ¿Y mi examen? No lo presenté y…

—Oye, hice una pequeña trampa, bueno no por que se que ese acordeón no era tuyo así que te aprobé como debió ser, nunca más volveré a ser tu maestro así que…

—Pero un día de estos podemos vestir a Bella como colegiala —escuché la voz de Alice— ya sabes minifalda a cuadros, calcetas blancas y blusa escolar con un moño que muestre el abdomen y no pueden faltar las colitas sexys.

—Alice… yo… —protestó Bella— nunca me pondría algo así.

—Es una lástima —susurré en su oreja, su cuerpo tembló entre mis brazos, me gustaba producir éstas reacciones en ella, sus ojos brillaban cuando se encontraron con los míos, sus mejillas estaba completamente sonrojadas, no pude evitarlo y la besé profundamente, sabía que eran mis últimos minutos junto a ella y quería aprovecharlos al cien por ciento.

Alguien se aclaró la garganta y me separé de ella, ahí estaban Alice, Emmett, Rose y Jasper.

— ¿A qué debemos la reunión?— pregunté.

—A que sepas que tienes todo nuestro apoyo —dijo Jasper.

—Y que Bella no estará sola mientras tu no estés —continuó Rosalie.

—Yo me encargaré de espantarle cualquier admirador que quiera acercársele —dijo Emmett alzando los brazos, mostrando su musculatura.

—Y que si Tanya se niega aquí estoy yo para obligarla, tengo varios métodos de tortura que no fallarán —esa claro, era Alice.

—Con ella no creo que funcione el ir de compras —se burló Bella y todos, con excepción de Alice nos reímos.

Entramos a la cabaña y les conté todo y cada uno de mis planes, así como sobre el hombre que había visitado a Tanya. Después de comer los seis juntos, nos dejaron a Bella y a mí solos. La acerqué a mí y la senté sobre mi regazo.

— ¿Ya es hora? —preguntó.

—Sí, será mejor que no sospeche nada —asintió pero no dijo nada más, parecía que no había palabras, ninguno de los dos teníamos una frase que aliviara el dolor que sentíamos, era increíble como a unos meses de conocerla, podía amarla de esta manera, me dolía amarla tanto, pero moriría por ella.

Me levanté con ella en mis brazos, la puse sobre sus pies y la besé profundamente, en ese beso puse todo lo que sentía por ella, odiaba cada centímetro que nos separaba y la puse contra la pared, pegando mi cuerpo al de ella, emanaba calor, pasión y deseo, me estorbaba nuestra ropa, me estorbaba el espacio entre nosotros. Dejé sus labios para besar su cuello, sus labios desprendían pequeños gemidos, sus manos agarraban mi cabello con fuerza.

—Te amo —susurré contra su piel— te amo y te prometo que volveré.

—Lo sé —dijo suspirando pesadamente —y yo te estaré esperando.

Dolorosamente separé mis labios de su piel, besé por última vez sus labios y así, con la imagen de su rostro sonrojado y acalorado, salí de la cabaña dispuesto a hacer lo que fuera por ser libre.

Alice POV

— ¿A dónde vamos? —preguntó Jasper inquieto desde el asiento del copiloto, estaba nervioso, lo sentía. Siempre que yo me ponía misteriosa, él se ponía nervioso, me hacía pensar que si era algo diabólica como decía Edward. Pero luego desechaba ese pensamiento, yo era genial, no diabólica.

—Haré mi buena obra del día —lo miré y le sonreí con dulzura, me regresó la sonrisa, sus ojos brillaban igual que los míos cuando lo veía. Llegamos rápidamente al Olympic Suites Inn.

— ¿Un hotel? —preguntó Jasper bajando el auto.

—Sí, aquí se hospeda Félix Vulturi.

— ¿Cómo lo sabes?

—Yo se todo —me encogí de hombros— quiero saber que relación tiene con Tanya, aunque quizás ya sé cuáles sean sus relaciones.

Me estremecí sólo de pensarlo, entramos a recepción y preguntamos por el sospechoso.

—Disculpe, ¿cuál es su nombre? —preguntó la recepcionista.

—Tanya Cullen —respondí, ganándome una mirada sorprendida de Jasper.

—Dice el señor Vulturi que suba a verlo, es la habitación…

—207… sí, ya lo sabía.

—No vas a subir sola ¿verdad? —Jasper siempre tan preocupado.

Rodé los ojos y lo tomé de la mano, subimos a la habitación 207, toqué la puerta y un hombre alto y corpulento me abrió la puerta.

— ¿Sí?

—Hola —saludé y entré a la habitación seguida de Jasper —soy Alice Cullen, hermana de Edward y lamentablemente, cuñada de Tanya.

— ¿Entonces Tanya eres tú? —preguntó sonriendo

— ¡No! Si no me conoces, no me insultes —me sentí ofendida— en fin ¿qué tienes que ver con Tanya?

—Alice —me regañó Jasper.

—Hay que ser sinceros, no viniste aquí para conocer Forks.

—Tienes razón —con un gesto nos invitó a sentarnos en un pequeño sofá— Tanya y yo tuvimos una aventura en Ibiza, sin querer me enamoré de ella…

— ¿Qué le viste? —interrumpí, pero yo quería saber eso.

—Es muy linda, una gran mujer —rodé lo ojos— pero al llegar aquí, me entero que está casada.

—Sí, pero se va a divorciar de mi hermano.

— ¿Por qué? —preguntó visiblemente feliz con la noticia.

—Por que esta mañana por fin la vio sin maquillaje —contesté y el se rió, estaba claro que el no la había visto recién levantada— ¿sabes que Tanya está embarazada?

La pregunta pareció sorprenderle. —No, no lo sabía.

—Ese bebé no es de mi hermano.

—Entonces puede ser mío —y ahí estaba, la gran Alice lo había hecho de nuevo, había encontrado al papá del niño, lo único que nos faltaba para que la familia Cullen por fin se deshiciera de Tanya.



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