Dark Chat

jueves, 22 de octubre de 2009

GHOTIKA

La nada procede de la nada, hasta que no hay más que nada.

Y nosotros debemos vivir con el conocimiento de que no hay conocimiento
Claudia - Entrevista con el Vampiro – Anne Rice

CAPITULO 6: JEROGLIFICO
 
El reflejo de Jasper, provocado por la luna que le iluminaba, se expandía debajo de sus pies. La brisa de la noche alborotaba su ligeramente larga cabellera rubia y sus dorados ojos se encontraban fijamente viendo hacia el suelo.



Pensaba…


Se preguntaba el por qué aquella muchacha le había visto desde mucho antes en sus visiones


¿Qué significado tenía él para ella?


¿Era que, desde un principio, Alice sabía que él sería quien la condenaría a aquella interminable vida de penumbras?… ¿O era algo más?


No. No podía haber algo más…


Esa era la única respuesta lógica y razonable en todo eso. Lástima, pensó Ha de ser triste el tener tu futuro asociado con el rostro de quien te condenara a una eternidad llena de sombras… ha de ser triste el saber lo que el futuro te tiene deparado, la impotencia que seguramente se ha de sentir al saber que lo sabes y que no podrás hacer nada por cambiarlo…


Suspiró y cogió el violín que yacía a sus pies. Su mirada se volvió a perder en el ancho bosque y después, la cerró, para concentrarse en la melodía que comenzaba a tocar.


Aquellos sonidos agudos y suaves de las cuerdas llegaron a los sueños de Alice… quien empezó a revolverse en su cama al ver de nuevo a aquel muchacho de cabello rubio y mirada dorada que le sonreía de una manera apenas y perceptible.


“Jasper” – murmuró entre sus sueños y el joven que interpretaba bajo el manto de la noche, supo inconcientemente que alguien le llamaba.


“Alice” – musitó también él, dejando de tocar


************************


Al siguiente día, ambos vampiros no pudieron evitar mirar fijamente a las dos oscuras chicas que caminaban por los pasillos, ajenas a ellos. Edward estuvo a punto de sonreír al percatarse del contraste que existía entre toda aquella multitud de seres humanos y las dos muchachas. Sus vestimentas negras y su aspecto fúnebre les concebían una singularidad entre esa masa de colores andantes. Sus figuras frágiles se desplazaban, llevando a su lado una aurora negra y extrañamente atrayente.


Se fijó especialmente en la muchacha de cabello color caoba, recorrió lentamente con la mirada, cada parte de su cuerpo: su cintura envuelta en un corsette, sus brazos envueltos en una larga manga de encaje, sus piernas cubiertas por una falda larga, adornada del mismo material que cubría sus extremidades superiores… pero su atención fue especialmente depositada en su rostro, completamente pálido, y ensombrecido por el maquillaje negro de sus parpados y labios… labios que hasta ese entonces, no había visto sonreír.


Con ese pensamiento, caminó al lado de Jasper hacia el salón. Como era costumbre, todas las miradas (a excepción de Bella y Alice) se depositaron sobre ellos… era algo realmente incomodo y razón por la cual, en más de una ocasión, los Vulturi les habían pedido desistieran de usar vestimenta negra todo el tiempo al estar interactuando con los humanos. Sin embargo, para Edward y Jasper, el vestir de negro no era un capricho. Era una forma de luto que ellos habían optado por si mismos y por los demás que, como estas dos chiquillas, estaban destinada a ser una malditas sin alma y jamás tener un descaso de paz…


El maestro llegó en compañía de una mujer de edad madura


“Chicos, me gustaría presentarles a la doctora Hardwicke” – la señora inclinó ligeramente la cabeza en forma de saludo y el profesor continuó – “es psicóloga y esta aquí con nosotros para llevar a cabo una actividad” – el señor le concedió la palabra a la mujer quien, después de saludar amablemente, comenzó a explicar de lo que se trataría la actividad


“Primeramente, haremos grupos de dos personas” – dijo mientras caminaba hacia los asientos y en el camino iba marcando las parejas. Al fin, llegó hacia la última fila, en donde visualizó cuatro jóvenes con vestimentas completamente negras y les sonrió amablemente.


“¿Cuáles son sus nombres?” – preguntó a las chicas


“Alice Brandon”


“Isabella Swan”


“Bien” – dijo – “¿y ustedes, jovencitos?”


“Jasper Hale” –


“Edward Cullen” – la señora asintió, en forma de entendimiento


“Isabella Swan y Edward Cullen” – llamó – “ustedes formaran una pareja… lo mismo harán ustedes, Alice Brandon y Jasper Hale” – ninguno de los cuatro se atrevió a protestar, pese a que no estaban nada de acuerdo con lo dicho – “cambien lugares” – recomendó la psicóloga mientras les daba un cuestionario impreso en una hoja blanca de papel.


Bella miró a Alice, y prefirió ser ella quien se moviera, su amiga ya se veía demasiado incomoda con la situación. Se puso de pie y caminó hacia el lugar, cruzándose en el camino con el joven que respondía al nombre de Jasper. Un escalofrió le recorrió la columna vertebral al encontrarse frente a frente con el otro muchacho. Se sentó a su lado, sintiendo sus penetrantes ojos fijos en ella
“Cada uno de ustedes tiene entre sus manos un cuestionario. Las preguntas que en el se muestran deberán realizárselas a su compañero, en forma de entrevista” – comenzó a explicar la señora Hardwicke – “el entrevistado debe responder rápidamente, sin pensar mucho en la respuesta… cada uno tiene solamente quince minutos... ¿alguna duda?” – nadie contestó – “Entonces, ¡adelante!”



Bella levantó la mirada para ver a Edward


“Las damas primero” – dijo éste, conteniendo la respiración y viendo claramente como la sangre de la muchacha se acumulaba en sus mejillas. Desvió sus pupilas de aquel tentador espectáculo y los posicionó en las letras impresas, esperando por una respuesta


“Primera pregunta” – pidió Bella que luchaba por controlar la repentina ola de nervios que la invadía.


“Defínete en tres palabras” – leyó Edward


“Humana, defectuosa y moribunda” – contestó Bella rápidamente


Moribunda. Aquella palabra resonó en la mente del vampiro


“Lo primordial en tu vida”


“No tengo prioridades”


“Palabra que mejor te describiría”


“Agnosticismo” – Edward levantó la mirada sin poderse contener


“Agnosticismo” – repitió mientras veía fijamente a la muchacha – “¿Por qué?”


Si se hubiera tratado de otra persona, la respuesta de Isabella hubiera sido un interminable silencio. No le gustaba que le cuestionaran más de la cuenta y era claro que la pregunta recientemente hecha no venía escrita, pero la dorada mirada de aquel joven le incitó a hablar


“No me considero un ser digno de afirmar o negar las creencias de los demás”


“¿Digna?” – Edward intentaba otra vez hipnotizar la mente de la muchacha para poder comprender a lo que se refería, le resultaba frustrante el no entenderla


“¿Quién soy yo? Solamente una criatura completamente ignorante y ajena a la realidad” – comenzó a explicar Bella – “¿cómo negar la existencia de lo desconocido si no lo conoces?... lo mismo pasa si lo afirmara… la ignorancia es la única característica que nos identifica como seres humanos”


“El ser humano es una de las criaturas más inteligentes que existen” – recordó Edward y Bella negó lentamente con la cabeza



“En mi caso, llamo inteligencia a lo que hace que el hombre viva en constantes mentiras” “Llamarse inteligente, para mí es llamarse idiota” “el que dice tener la absoluta razón, para mí, solamente es un pobre ser sumergido en su única y triste realidad”


“Cierto” – acordó Edward con un pequeño murmuro, mientras a su mente llegaba la imagen de Cayo, uno más de los líderes Vulturi – “continuemos” – dijo tratando de mantener la compostura. Bella asintió


Edward siguió haciendo las preguntas y Bella siguió contestando, fascinando, sin que ella lo supiera, al vampiro que se sintió terriblemente disgustado cuando la psicóloga les pidió cambiara de papeles


“Defínete en tres palabras” – leyó Bella y sintió como los ojos del muchacho le veían fijamente – “no debes tardar en contestar” – recordó y, por primera vez, creyó ver como las comisuras de los labios del pálido joven se levantaban.


“Monstruoso, inhumano y muerto” – Bella levantó una ceja, incrédula por la respuesta obtenida.


“Esas palabras son demasiado duras” – comentó


“La realidad es dolorosa” – dijo el vampiro a su favor


“Entonces… ¿estas muerto?” – inquirió con un ligero toque de escepticismo


“No tienes idea de lo literal que esa palabra se aplica para mí” – Bella no lograba explicarse el por que tanta curiosidad ante lo dicho.


Había escuchado en otras ocasiones lo mismo. De hecho, muchos góticos, los cuales ella conocía a través del Internet, decían estar muertos en vida… ese era el principal porqué del maquillaje pálido sobre el rostro.


Sabía que no debería de extrañarse, ya que desde que lo había visto, había intuido, por su apariencia y actitud, que Edward claramente estaba ligado a una mentalidad un tanto fúnebre, sin embargo, aquella frase en sus labios adquiría un sentido demasiado particular… demasiado real.


“Siguiente pregunta” – recordó Edward un tanto preocupado de haber soltado más de lo debido. Aún no era momento de revelarse ante ella. Aún no quería revelarse…


“Palabra que mejor te describiría”


“Soledad” – respondió él, más para si, que para ella…


“La soledad es hermosa”


“No cuando es tu eterna compañera”


“Hablas como si fueras a vivir por siempre” – comentó Bella, logrando que Edward le mirara fijamente a los ojos por varios y eternos segundos


“Hay almas que jamás descansan, ahí es donde existe la eternidad, Bella” – la chica se estremeció al escuchar su nombre envuelto en aquella suave y melancólica voz aterciopelada… mientras tanto, Edward seguía sumergido en aquel par de ojos castaños, que se negaban con obstinación a permitirle ni la más mínima entrada a su mente.


“El tiempo se ha terminado” – anunció la psicóloga. Edward se asombró. El tiempo para él y para toda su especie pasaba lentamente y, por primera vez, el transcurso de la mancilla del reloj le había sido soportable. Se puso de pie y tendió su mano hacia Bella, para que ésta le diera el papel. Caminó hacia donde se encontraba la señora, con un garbo y elegancia que no pasaron desapercibidos para los ojos de todos.


“Fue extraño” - murmuró Jasper al lado de Edward, ambos sentados sobre la rama más alta de un pino


“Si” – acordó el muchacho – “la mente de esas dos muchachitas no es algo común”


Jasper cerró los ojos y recordó aquel sentimiento que le invadió al poder platicar con Alice


“Nada es predecible” – le había dicho la niñita – “el destino del ser humano depende de lo que éste quiera…”


“Hay cosas que no cambian, cosas que son inevitables”


“Entonces… hay que aprender de ellas, ¿no crees?... el lamento es solamente una excusa que el hombre se crea para debilitar a sus oponentes”


El rubio vampiro abrió los ojos y miró fijamente como los últimos rayos del sol se ocultaban. La noche se avecinaba pero, de cierta forma, la melancolía ya no estaba presente en su pecho…


… sonrió ligeramente y el gesto extrañó alegremente a Edward, quien prefirió no preguntarle al respecto. Sabía él que si su hermano quería contarle el motivo, lo haría


“Sentí esperanza… paz” – confesó Jasper – “jamás había sentido eso y es… algo maravilloso, ¿sabías?”


“No” – contestó el otro vampiro – “lo acabo de descubrir”

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