Dark Chat

jueves, 13 de octubre de 2011

Cuidando tu Corazón

Capítulo 9:

Bomba de Tiempo

― ¿en la ciudad? ¿están aquí?

― Vente de inmediato, aquí te espero— la llamada se corto de repente y no pude evitar una sonrisa.

Esme Cullen se había vuelto en una especie de madre, ha estado increíblemente pendiente del embarazo y al tanto de todos los detalles que tengan que ver con nosotros. Una de mis mas grandes razones para darle su nombre a mi hija es por el inmenso amor que ella ha demostrado por cada uno de nosotros, me siento privilegiada de tenerla de mi lado y siempre atenta con el cariño y amor que la caracteriza. Le pedí a James que se apurara, desde que llegué a vivir con Edward tenia a James y Will pegados a mis espaldas, antes de terminar la misma frase me gire y vi al auto negro que siempre nos seguía a todas partes, "mi equipo de seguridad" había vuelto, Edward no quería descuidar ningún detalle, con Carmen detrás de las rejas me sentía segura pero el siempre me dice que como soy la mujer del hombre más importante de este país debo tener protección. Como muchas veces le encontré la razón, además no me hacia mal tener un poco de compañía si salía sola, a esta bebé no le faltaba mucho para nacer, no quiero tenerla en la calle solo porque no pude ir al hospital. James aceleró la marcha y en solo unos minutos ya estábamos entrando en la mansión, al momento de abrir la puerta una radiante sonrisa apareció en el medio de la estancia.

― ¡Esme!— salude con vigor y alegría

― Hola cariño ¿Cómo estás?— me abrazo y luego sus ojos bajaron a mi enorme vientre— ¿y cómo está la niña más hermosa del mundo?

― Bien abuelita, tu pequeña esta como la dejaste hace solo unas semanas.

― ¡mentira! Esta mas grande, si ya casi le veo las manos a través de tu piel— reí con su comentario

― Es verdad, a la pequeña Nessie no le falta mucho por nacer

― ¿Nessie?— preguntó enarcando una ceja

― Si, Kate le puso así, dice que es más corto y cariñoso que Reneesme— rodé mis ojos y sonreí dulcemente

― Si tiene razón, esa pequeña es una niña muy inteligente.

Esme y casi toda la familia de Edward ya habían conocido a mi familia, obviamente a excepción de Carlisle Cullen, a él no lo veía desde nuestro último incidente, por ahora quería estar tranquila, por nada del mundo deseaba un enfrentamiento con el aunque sabía que nuestra batalla era una bomba de tiempo que no demoraría en estallar.

― Y dime ¿viniste sola o con Alice?

― Vine con Carlisle— la sola mención de su nombre hizo que mi cuerpo se estremeciera de pies a cabeza y que un pequeño quejido se soltara de mi boca

― ¿está aquí?— susurré intentando no ser escuchada si estaba cerca

― No, no te preocupes está en la oficina, dijo que debía hablar con Edward por lo que hicimos un viaje relámpago, me sorprendió saber que tenia deseos de venir a Chicago, el jamás quiere acompañarme— comento con una enorme sonrisa llena de felicidad, esto tenía algo extraño, el jamás se ha interesado por Edward y para lo único que viene a ver la empresa es para fastidiarlo, sabia de sobra que esta no sería la excepción, eleve mis ojos al cielo mientras Esme saludaba a Will, Dios… que no suceda nada malo, por favor. Mi suplica en silencio se vio interrumpida por la cálida alegría de mi suegra, tomo una de mis manos y me arrastro al salón de té— tráenos te Will, por favor

― Claro que si señora Esme, enseguida.

― Ya sabes cómo me gusta a mi Will— susurré casi con voz ahogada.

― Claro señora, no se preocupe.

Nos fuimos a sentar y comenzó a interrogarme sobre la bebé, ella se veía tan o más emocionada que nosotros, sin duda seria una abuela excelente, Níkos era un pequeño sin igual, todo el mundo lo amaba, a mi me encantaba porque siempre estaba intentando llegar a mis brazos y jugar con mi cabello, era un bebé adorable, ojala que Nessie y el se lleven bien cuando grandes.

― ¿y donde esta Edward? ¿volverá pronto?

― Esta en Vancouver y volverá mañana, no le gusta salir mucho ya que no quiere perderse el parto, a pesar de que tiene a Patrick y el Jet dice que no se perdonaría perderse aunque sea un minuto del proceso.

― Mi hijo ha salido un excelente marido y padre— susurro, sus ojos brillaron con las palabras que salieron de su boca— igual…

― ¿igual como fue Carlisle?— pregunté sin medir el dolor que podían causar mis palabras

― Si— acepto con pesar, cerro sus ojos y suspiro— si Bella, Carlisle era tan o más bueno que Edward, el ha sido el amor de mi vida siempre lamentablemente los hechos y el destino nos arrebataron lo más preciado hace muchos años, por mucho que él me lo oculte yo sé que no ha superado la muerte de Níkos.

― Yo pienso lo mismo— concedí, Will entro con una carriola, sirvió el té y se retiro rápidamente— sabes que yo en un momento pensé en cómo había sido Carlisle antes de ser lo que es ahora.

― Era maravilloso Bella, mi marido era el mejor padre, el más atento, amaba por sobre todas las cosas a los muchachos. Nosotros nos casamos muy jóvenes Bella, a penas teníamos veinte y diecinueve años cuando dijimos el sí, Níkos fue el primero en llegar, llevábamos alrededor de diez meses casados cuando supimos, Carlisle estaba feliz, con decirte que salió a gritar por las calles de donde vivíamos que sería padre, su alegría me lleno el corazón y me hizo sentir la mujer más afortunada de la tierra. Cuando él nació Carlisle se dedico en cuerpo y alma a prosperar, fundó la empresa y comenzó a trabajar arduamente para sacar adelante el negocio, jamás se despego de nosotros, por muy difícil que fuera en el viaje que iba intentaba llevarnos solamente para no dejarnos en casa.

― Wow— susurré impresionada, la vista de la mujer estaba perdida en el contenido de su tasa, sus dedos se balanceaban sobre la base del platillo y las orillas del mismo.

― Pasaron los años y nuevamente me embarace, el siguiente fue Edward. Para esta vez Carlisle mando a comprar casi cien arreglos de flores por el nacimiento de su nuevo hijo, todavía puedo recordar todas las vueltas que nos dio en el jardín mientras celebraba por la noticia— rio con nostalgia— Níkos siempre quiso tener un hermano y amo al suyo mucho antes que naciera, todavía puedo recordar el parto de mi pequeño, Carlisle lo miro maravillado por más de una hora, se quedo frente a la maternidad embelesado hasta que al fin pudo ponerlo entre sus brazos. Una costumbre que no tenía con Níkos fue que desde el momento que Edward llego Carlisle lo arrullaba todas las noches antes de dormir, el pequeño nunca se quedaba dormido sin que él le cantara.

Las palabras de Esme tocaron mi corazón, ¿Cómo un buen padre se había convertido en un demonio?, las lágrimas de dolor comenzaron a caer por mis mejillas, en mis ojos y en mi cuerpo se reflejaba la pena que sentía al escuchar el relato. El pasado de Edward podría haber sido diferente ¿Cómo es que ninguno podía recordar el amor que se tenían?, ¡ellos siempre se habían amado! ¿Qué había cambiado?, la muerte de Níkolas los había destruido pero estaba segura que había alguna forma de arreglar esto, por Níkolas y por todos, ellos se merecían una segunda oportunidad. Limpie mis mejillas y acaricie mi vientre, tenía que hacerlo, tenía que hablar con Carlisle pero debía ser una conversación solos y Edward no podía saber lo que habláramos, mi plan era dejar su alma al descubierto.

― Perdóname por contarte esto— me susurro la mujer que lloraba al igual que yo— no debí…

― No, gracias por contármelo, sabes lo mucho que me gusta escuchar tus historias en especial sobre la infancia de Edward, cuéntame ¿Qué paso después?

― Está bien— tomo mis manos y sus dedos comenzaron a acariciar la piel que había bajo sus pulgares— luego de que Edward naciera, decidimos no tener más hijos, Carlisle estaba muy atareado con la empresa y no éramos capaces de estar en todas partes y menos ahora con dos niños. El negocio comenzó a surgir rápidamente, cuando Edward tenía ya dos años se podría decir que teníamos una pequeña fortuna. Mi marido con su enorme habilidad para los negocios comenzó a expandirse a los demás países y el primero fue este, por los constantes negocios y por estar juntos nos trasladamos por algunos años a esta ciudad, así fue como llegamos Chicago. Carlisle compro una pequeña casa, de hecho está muy cerca de aquí— rio— en un condominio que aun creo existe, se llama Nothing Hill— mi cerebro se congelo en el preciso instante

― ¿dijiste Nothing Hill?— pregunté con un balbuceo

― Si, era una casa hermosa, recuerdo que tenía un enorme jardín, solo era de un piso porque en ese momento éramos Carlisle y los niños. Yo procuraba siempre tener el frente lleno de flores y que todo fuera muy colorido, reconozco que pasamos los mejores años de nuestras vidas en esa casa, es muy especial. Lo que más me gustaba era la cocina, tenía un enorme mesón en el medio, además de la chimenea, creo que mi fascinación por las chimeneas comenzó desde ahí, la casa no venía con ella incluida nosotros la pusimos y fue lo mejor, era muy especial recuerdo que era de un ladrillo que nadie tenía en la ciudad, lo mandamos a buscar a Londres.

Perdí mis ojos en un punto solo para procesar lo que me estaba diciendo, era imposible que las características de las dos casas fueran tan parecidas, todas las casas en Nothing Hill eran iguales pero no muchas tenían una chimenea como la nuestra, no había visto ninguna de hecho, ¿sería posible que…? Me calle de inmediato, si, sería posible.

― ¿y que mas sucedió con los chicos después?— pregunté pero la duda ya estaba implantada.

― Vivimos felices ¿sabes? Éramos completamente felices, los niños crecían en armonía y todo marchaba muy bien. El día que pasamos mas horrores desde que llegamos a América fue cuando Edward se cayó de uno de los arboles.

― ¿se cayó?— pregunté enarcando una ceja.

― Si, estaban jugando con Níkos en la parte de atrás de la casa, yo estaba haciendo el almuerzo pero no paso mucho tiempo antes de que escuchara gritar a Níkolas, lo recuerdo perfectamente.

― ¡Mamá! ¡mamá! ¡mamá ven!— decía rápidamente, en sus palabras se sentía el miedo. Corrí de la cocina hacia el patio, cuando llegué a donde estaban mi piel se congelo al igual que mi corazón, Edward yacía inconsciente al lado de uno de los arboles del jardín.

― ¿Qué paso?— le pregunté acercándome a mi pequeño, lo mecí un poco pero no reaccionaba fue ahí cuando temí lo peor, comencé a llorar como una loca y a tratar de despertarlo

― Estaba… esta… estábamos… intentan… intentando subirnos al árbol, Edward no pu… pudo y se cayó en la mitad y se golpe… golpeo— decía el pequeño de manera atropellada, todos mis miedos salieron a flote en ese momento.

Intente reaccionar lo más rápido que pude, tome al pequeño entre mis brazos y me fui con ellos al hospital, cuando llegué ahí y mientras atendían a Edward llamé a Carlisle, estaba como loco, se puso furioso y a la vez tenía un miedo incontrolable, la sola idea de perder a Edward lo volvía loco de atar. Recuerdo que llego a la urgencia pidiendo hablar de inmediato con el médico, se puso a pelear con las enfermeras y fue tanto el alboroto que armo que tuvieron que ponerle un calmante, era la primera vez que lo veía tan descompuesto, estaba realmente asustado. Cuando estaba más tranquilo me acerque a él y mire sus ojos, estaban sin vida, sin brillo, me asuste pero intente mantener la calma, estaba visto que en este momento yo tendría que mediar en la situación.

El doctor salió de la sala media hora después, nos pusimos de pie de un brinco para saber sobre nuestro pequeño. Mire de reojo hacia mi lado y Carlisle tenía su rostro pálido, el mío no debía de estar en mejor forma, hablamos con le medico y nos dijo que Edward estaba bien y que no le quedaría ninguna secuela del golpe, por ese momento estaba durmiendo por lo que no nos podría ver. Mi esposo insistió hasta la muerte que debíamos quedarnos con Edward, no le gustaba que estuviera solo después de todo solo tenía tres años en esos momentos, era un bebé. El doctor nos permitió pero solo a uno de nosotros, ambos nos miramos y asentimos, esa noche dormí intranquila a pesar de tener a Níkos en mis brazos los extrañaba, Carlisle paso la noche con Edward, estuvo en ese sillón contemplándolo toda la noche, cuando llegué a la mañana siguiente estaba en el mismo lugar y casi en la misma posición. No fue hasta unos minutos después que Edward abrió los ojos y nos vio después de esa larga noche en vela.

― Papi— susurro y el hombre que yacía inerte en el sillón cobro vida y se acerco rápidamente a él.

― Hola campeón— le dijo en el mismo tono.

― ¿Qué paso?— sus palabras casi no se entendía, su voz era adormilada y el aun no hablaba correctamente.

― Te caíste, trepaste en un árbol y te caíste de cabeza— le explico, sus manos acariciaban la pequeña mejilla sonrosada— tranquilo pequeño, todo está bien, ya estas a salvo, papá te va a cuidar.

La escena hizo que todo mi cuerpo se removiera, apreté mi estomago y mis labios para no soltar un sollozo descontrolado, yo había tenido miedo pero lo que más me asusto fue ver a Carlisle en ese estado, por primera vez sentí como un huracán el amor que sentía por sus hijos, especialmente por Edward que era el más pequeño.

― Dios mío— susurré llorando nuevamente, Esme solo sonrió y tomo un sorbo de su te.

― Es horrible pensar como las cosas cambiaron pero esos recuerdos son los que alimentan mis esperanzas del futuro ¿sabes?, yo aun espero que ellos arreglen su relación y que todo cambie— en mi vientre Nessie parecía tener una fiesta, se movía constantemente, mis manos se fueron a mi panza y palparon mi piel, sentí un extraño cosquilleo en la parte de atrás de mi espalda, deben ser los nervios.

― Si es verdad pero yo creo lo mismo que tu— Esme levanto la mirada y me vio con un brillo especial en sus ojos— comparto esa fe Esme y te aseguro que no pasara mucho sin que esos dos se arreglen, te lo prometo.

― Es una esperanza difícil de mantener pero lo hare, yo creo en un futuro en donde todos seamos una gran familia, esa es mi esperanza, creo en el amor de esta familia y lo seguiré haciendo, tal vez muchos piensan que cierro mis ojos y que dejo pasar muchas cosas pero lo que nadie entiende es que no puedo juntarlos a la fuerza, estoy esperando la ocasión perfecta y tengo el presentimiento de que pronto será.

― Yo también— susurré con algo de miedo, tal vez si las cosas no salía como esperábamos la relación de Edward con su padre terminaría por morir.

― Bueno ya basta de recuerdos triste ¿tienes todo lo necesario para el gran día?

― Tengo el triple de lo necesario, ustedes se han encargado de que llene de cosas todos los closet de esta mansión.

― Eso está bien, recuerda tener el bolso del bebé a mano para cuando tengamos que salir.

― ¿tengamos?— pregunté con un ápice de felicidad

― Sí, porque desde ahora y hasta que nazca el bebé estaré en la ciudad Bella, quiero estar presente cuando mi primera nieta nazca.

― ¡oh por Dios!— exclame llevando mis manos a mi boca, era una completa sorpresa, la felicidad me invadió de repente— ¡Esme! Gracias— le dije sentándome a su lado y abrazándola

― ¿Qué tienes que agradecer Bella? Pronto seré tu suegra y quiero que sientas que yo te apoyo, lo hago fervientemente, tu cambiaste por completo la opinión que tenia de ti y en estos meses me he dado cuenta de que Edward no ha podido encontrar a alguien mejor, tu eres un ángel Bella, eres lo que Edward siempre necesito.

― Gracias Esme— una emoción desde lo profundo de mi alma pobló todo mi pecho y se esparció a lo largo de mi cuerpo, sus palabras hacían que mi cabeza volara, para mí era muy importante ella, ahora nos uniría un lazo indestructible.

Ese día almorzamos juntas y estuvimos gran parte de la tarde metidas en la habitación de Nessie, los últimos regalos de Alice fueron un enorme oso con tuto rosado y una nueva carga de ropa diseñada por ella, era tanto su fanatismo que hasta me separaba las prendas por edad, cada una venia marcada y etiquetada en una bolsa, Alice estaba loca pero la quería así tal cual. La animada conversación se interrumpió cuando el teléfono de Esme comenzó a sonar.

― Dime Carlisle— sus ojos comenzaron a balancearse mientras hablaba con su esposo— sí, claro estaré allí, no te preocupes, nos vemos, adiós— colgó

― ¿debes irte?—

― Si, Carlisle quiere que cenemos juntos pero volveré eso no lo dudes, el se irá en unos días a Londres y yo me quedaré en el hotel de siempre

― ¿Qué? No, no puedes. Debes quedarte aquí con nosotros, si quieres estar presente en el parto debes dormir aquí, te diría que te vinieras ahora junto a Carlisle— disimulé los escalofríos que me producía el solo hecho de pensar en compartir la misma casa con el— pero no sé como reaccionaria Edward.

― Tranquila cariño, no te preocupes, lo entiendo. Cuando este sola vendré a pasar los días aquí ¿de acuerdo?

― Bien, Edward se podrá feliz.

― Avísame cuando llegué ¿bueno?

― Claro que si

― Bien Bella, nos vemos pronto— me pare del sillón en donde estaba y la abrace— ¿me acompañas a la puerta?

― Por supuesto, vamos.

Mientras veía como su auto desaparecía en los bordes de la casa pensé en Edward ¿Cómo tomaría que su padre estuviera en la ciudad? Obviamente no estaría saltando de alegría y lo más probable es que pensara que algo sucedía, yo también lo pensaba, la visita de Carlisle no era por cortesía, algo estaba tramando y tenía que avisarle a Edward de su llegada. Marque a su celular y sonaba ocupado, demonios.

― Hotel Vancouver Hill

― Comuníqueme con la habitación del señor Cullen, por favor.

― ¿Quién lo llama?

― Su esposa

― Claro Sra. Cullen enseguida— la música salió al teléfono, moví mis dedos impacientemente en el escritorio, me encerré en el despacho para poder hablar con tranquilidad

― Bella ¿Qué sucede?— pregunto la voz de Edward rápidamente parecía asustado.

― Nada no te preocupes

― ¿Nessie está bien?— pregunto con palabras atropelladas— ¿estás en el hospital?

― Tranquilo, estamos bien, la bebé sigue donde siempre

― Qué bueno, me asuste ¿Por qué no me llamaste a mi celular?

― Suena ocupado— hice una mueca con mis labios

― ¡oh! Demonios se me había olvidado cargarlo, estuve todo el día haciendo tramites por lo que no me fije en cargarlo, lo siento cariño, es un error garrafal, menos mal que la bebé aun no quiere nacer.

― Edward no te llame por eso— corte sus palabras— quiero decirte que…

― ¿Qué pasa cariño?

― Carlisle y Esme están en Chicago

― ¿Qué?— pregunto y podría asegurar cual era su expresión y el tono de su piel en este momento

― Llegaron hoy, Esme estuvo de hecho toda la tarde conmigo pero…

― ¿no me digas que ese mal nacido te hizo algo Bella?— me quede en silencio me estaba poniendo nerviosa y esas malditas cosquillas en la base de mi espalda no me dejaban pensar— ¡responde Bella!

― ¡No! Y no me grites, ¡alteras al bebé!— le dije en el mismo tono, la alterada al final era yo. Sentí como Edward suspiraba y podría jurar que se agarraba fuertemente el tabique de la nariz arrugando su rostro

― Lo lamento mi amor, sabes que odio no estar cerca de ti y poder protegerte, no quiero que veas a Carlisle Bella, yo ya me desocupe iba a ser una sorpresa que volviera antes pero veo que tendré que partir enseguida, llegare en la madrugada de Chicago.

― No tienes porque venirte antes Edward no ha…

― ¡oh si! ¡si tengo Bella! Es mi mujer y mi hija las que están expuestas al odio de mi papá, no permitiré que dañe las ultimas semanas de tu embarazo, si Reneesme no ha querido salir es porque se siente feliz contigo y no permitiré que nadie dañe nuestra felicidad

― Edward…

― No Bella, ya dije mi última palabra, le avisare a James que vaya a recogerme, te amo y nos vemos en la casa

― Y yo a ti, adiós

― Adiós— ambos colgamos

― ¡Maldita sea!— gemí con rabia mientras el teléfono era lanzado con frustración contra la madera del escritorio. Respire muchas veces e intente calmar las ganas que tenia de apretar el cuello de mi novio, amaba cuando cuidaba de nosotras y me hacía sentir aun mas importante cuando dejaba todo lo demás por venir a protegerme pero esto tenía que parar ¡estamos hablando de su padre por todos los cielos! Sé que Carlisle es el demonio en piel de oveja pero si el antes era un amoroso padre algo de eso debe haber en él y tenía que sacarlo a relucir aunque fuera abriendo su pecho y sacando los recuerdos de su alma con mis propias manos.

Bufe exasperada, ya estaba hecho. Conociendo como conozco a Edward estaría aquí antes, es capaz de gastarse todo lo que lleva con tal de venir pronto y se lo agradecía pero por un momento debía confiar en mí, no soy una niña, no soy su niña, la palabra correcta es Mujer, se supone que soy su mujer. Fregué mis manos contra mi cara, debía de mantener la compostura, mientras intentaba componer mi tranquilidad Will entro por la puerta, sus ojos me miraron preocupados

— Sra. Bella ¿está usted bien?— pregunto acercándose al enorme sillón en el que estaba sentada.

— Si Will pero presiento que mi última batalla está a punto de venir, todo me indica que ya está cerca

— No se desanime Sra. Le aseguro que todo esto tendrá un final feliz, yo también presiento eso.

— Eso espero Will, créeme que es lo que más quiero.

— La cena estará servida pronto.

— Edward volverá hoy, asegúrate de que James esté listo para ir por el— el hombre hizo una reverencia

— Como usted diga, Sra.

— Iré a cenar más tarde

— Bien ¿quiere que le traiga su te de canela?

— No gracias.

— Con permiso.

Salió sin decir mas, cerré mis ojos y me recline en aquella silla, Edward volvería con más ganas de pelear que nunca, si Carlisle me hacia algo el de seguro le arrancaría los ojos con las manos pero ¿hasta dónde llegaría? ¿Sería capaz de dañarme a mí y al bebé que llevaba dentro? Tendría que averiguarlo. Esa noche no dormí bien, Nessie estaba más inquieta que nunca y me hacia arquear mi espalda de los dolores, las cosquillas en mi espalda se habían masificado por todo el contorno de mi vientre ¿estaba lista la bebé para salir?, aun le faltaban unas cuantas semanas pero ya podría estar en el tiempo, si nacía antes no había nada que temer. Me pare de la cama, eran casi las dos de la madrugada y me sentía intranquila, necesitaba algo que calmara las terribles ansias que azotaban mi mente, me pare en la ventana y con pesar vi que una horrible tormenta estaba desatada, ojala no hayan suspendido el vuelo de Edward, lo quería aquí conmigo. Yo misma era la que dije "no Bella, tu puedes estar sin él" pero estaba mintiendo, ahora más que nunca quería tenerlo cerca sentirme protegida y protegerlo a él también, no quería que nadie dañara su corazón, no quería volver a ver el hierro cubrir lo que con tanto esfuerzo logramos derribar.

— Amo ver tu cuerpo a la luz de la noche— un susurro me hizo sobresaltar, me gire rápidamente y vi la hermosa figura del hombre que amaba parado en frente de mi, tenía las puntas de su cabello mojado y no llevaba su chaqueta puesta, su corbata la tenía guardada en un bolsillo, su aspecto era sexy. Desde que me embarace mis hormonas se han vuelto las mejores fans de Edward, ellas confabulan junto a él para hacerme perder la cabeza.

— ¡Edward!— le dije mientras corría a abrazarlo— Dios, ¡cómo te extrañe!— le dije mientras abalanzaba mi boca hacia sus labios

— Y yo a ti, por eso me vine antes, casi ni dormí por estar aquí esta noche a tu lado

— ¿estás cansado? Tu rostro luce fatigado.

— Nada de eso— beso tiernamente mis labios y se agacho hasta quedar en frente de mi redondo vientre— he extrañado más que nunca a mis chicas por lo que pienso disfrutarlas todo lo que ellas me permitan ¿tu estas cansada?

— Algo, Nessie parece inquieta esta noche por lo que no puedo dormir.

— ¿inquieta? Se mueve mucho ¿verdad?

— Si, tu hija será como un volcán de energía, creo que andaremos corriendo detrás de ella por todas partes.

— Eso será genial— comento besando mi vientre— vamos Ness ¿Cuándo vas a salir? Ya te queremos conocer, papá está ansioso por mostrarte todo el mundo.

— Y mamá está ansiosa por mirarlos como se divierten— sentí con agrado que la voz de Edward había calmado el movimiento incesante de la pequeña— creo que se ha calmado, ya no se mueve.

— Qué bueno, entonces deberías aprovechar esta oportunidad para dormir Bella— se puso de pie quedando muy cerca mío, mi cuerpo comenzó a reaccionar con una lenta pero segura combustión.

— Si, lamento que ya no podamos hacer nuestras actividades tan seguido como antes— Edward soltó una risa que lleno mis sentidos

— ¿te refieres al sexo? Bella, eso es un enorme complemento pero no lo es todo preferiría meterme a moje tibetano antes que les sucediera algo a cualquiera de ustedes, no puedo ser tan ciego y decir que no necesitamos el sexo porque gracias a eso hoy podremos disfrutar de nuestra pequeña pero no es nuestra prioridad ahora, ya habrá momento Bella, por ahora solo preocupémonos de la niña.

— Está bien prometo no pensar tanto en eso.

— Son tus hormonas, en el libro que leí el otro día decía que te vuelves aun más… ninfómana con el embarazo.

— ¿ninfómana? ¡por Dios Edward! Puedo recordar que el que me tubo casi dos días encerrada en una habitación fuiste tú— reí, sus rápidas manos me giraron e hicieron que su pecho se pegara junto a mi espalda dejando sentir su cuerpo. ¡Dios! ¡como extrañaba ese cuerpo!

— ¿te arrepientes?— pregunto en un tono completa y jodidamente sensual, la parte baja de mi estomago comenzó a reaccionar, rápidamente sentí mis pechos presionar contra el camisón.

— No— gemí lentamente, su cuerpo excitado me decía que estaba igual o peor que yo. El doctor no me había dicho que tuviera sexo solo que tenía que tener cuidado, el embarazo aun seguía siendo de riesgo por lo debía extremar las medidas de seguridad.

— Cuando ya estés preparada te aseguro que dos días no será nada en comparación del tiempo que te tendré encerrada cariño, no podrás levantarte de nuestro lecho

— ¿esa es una promesa Sr. Cullen?— refregué con descaro mi trasero arriba de sus caderas, Edward gimió en un voz alta, su cabeza se fue completamente hacia atrás apretándome aun mas contra su cuerpo.

— Puedes apostar que si— susurro aun en la misma posición— por ahora me daré una ducha de agua congelada, si no creo que quemare la cama.

— Aguafiestas— susurré despegándome de su aprensión. Me fui a la cama a recostarme nuevamente.

— Vamos amor mío, no queda mucho.

— Tu ya no me deseas— gemí casi con desesperación

— ¿Qué?— pregunto y sentí su enojo desde mi espalda, mire por encima de mi hombro y su expresión era casi igual a la de su voz, estaba enojado— te atreves a insinuar que no te deseo ¡muero de amor por ti Bella! Solo que temo hacerle daño al bebé— continuo con pena en su voz— soy capaz de suicidarme si algo le sucede a esa niña Bella.

— Demonios— susurré solo para mí— Edward lo siento— me pare y lo fui a buscar— lamento haber dicho eso, lo que sucede es que…

— Estas nerviosa ¿verdad?

— Si, es nuestro primer hijo Edward, estoy muriendo de los nervios.

— Bueno después cuando vengan los demás ya no será tanto

— ¿los demás?— reí en voz alta— ¿Cuántos quieres?

— No lo sé, todos los que Dios nos mande pero te aseguro que todos y cada uno de ellos serán bien recibidos. Eso dalo por hecho— mire sus ojos que brillaban con una luz distinta, la emoción que percibía en sus palabras era la de un padre sintiéndose orgulloso por su vida y su familia. Edward aun no era padre pero sabía que sería el mejor de este mundo.

— Gracias no sabes lo mucho que significa para mí.

— Te amo Sra. Cullen

— Y yo a ti Sr. Cullen

— Ahora vamos a dormir, mañana creo que será un largo día.

Esa noche si bien no hicimos el amor dormimos abrazados y entrelazando todas las partes de nuestros cuerpo, las posibles. Edward y yo teníamos una rara y poderosa conexión que nos hacia mas especiales que el resto, nuestra relación nunca había sido normal por lo que no comenzaría ahora, desperté cuando el sol ya iluminaba toda la habitación, abrí mis ojos y sentí el torso desnudo de mi novio bajo mi cara, la suavidad y calidez de su piel eran dos cosas que no cambiaría por nada. Me removí un poco incomoda, la pequeña ya había despertado y se agitaba más que nunca dentro de mi vientre. Mire hacia arriba y los ojos de Edward aun estaban cerrados, su respiración suave y acompasada me indicaban que aun dormía plácidamente. En el buró de su lado su celular comenzó a sonar pero el parecía no escucharlo, me levante sobre el intentando que mi enorme panza no lo tocara, tome el aparato y mire la pantalla, Carlisle Cullen. Demonios ¿le contestaba?

— ¿diga?— pregunté y un silencio se extendió en la llamada.

— Pásame a Edward— su voz fría como el hielo me hicieron estremecer.

— Buenos días Carlisle ¿Cómo estás?— salude de la manera más educada que la situación permitía

— ¿acaso eres sorda? Pásale el teléfono a Edward— dijo nuevamente, mordí mi labio inferior para no gritarle el rosario de groserías que se me vino a la mente, tenía que calmarme.

— Edward— susurré tapando el auricular del teléfono— Edward— volví a decir, el se removió entre las sabanas y abrió los ojos rápidamente pero aun conservaba su expresión somnolienta.

— ¿Qué sucede? ¿estás bien? ¿está bien Nessie?

— Si tranquilo, tienes una llamada

— ¿De quién?— paso su mano por uno de sus ojos rascándolo.

— Es de tu papá— al solo nombrarlo sus ojos se entrecerraron, suavemente me quito el teléfono de las manos y se giro para mirar la hora. Eran menos de las ocho de la mañana.

— ¿estas son horas de llamar Carlisle?— pregunto Edward sentándose en la cama.

— Lamento haber interrumpido tu placido sueño pero tenemos que hablar— su voz es tan profunda y espesa que se puede escuchar sin necesidad de acercarse demasiado.

— ¿de qué? Tu y yo ya nos dijimos todo hace unos meses, no creo que tengamos algún tema que tratar.

— Es sobre Aro, está aquí para contarle todo a tu madre, nos siguió desde Londres, debemos hablar, ahora.

— Demonios Carlisle, está bien, ¿Dónde estás?

— En el hotel pero aquí no podemos reunirnos, Esme está aquí.

— Ven a mi casa

— No— negó de inmediato

— ¡con un demonio! Carlisle— grito haciéndome sobresaltar— será mejor que vengas tu aquí si no quieres que yo mismo le cuente la verdad a mamá, deja de ser un maldito imbécil por una vez en tu vida, te espero en una hora más aquí, trata de distraer a mamá y no le digas que te veras conmigo— colgó el teléfono e intente disimular lo que había oído, suspiro pesadamente llevándose sus manos al rostro

— ¿Qué sucede?— pregunté pareciendo desentendida

— Aro está en la ciudad para contarle todo a mi madre, el maldito los siguió no se qué trama Carlisle pero para que quiera verme debe ser algo grave ya que esta como "pidiendo ayuda".

— Maldición— susurré— ¿Qué harás?

— Vendrá a la casa, siento pasarte a llevar así pero es mi madre Bella.

— Lo entiendo no te preocupes

— Te pido que no bajes mientras el este aquí, no quiero exponerte a un enfrentamiento.

— Está bien.

— Me iré a bañar, tomemos el desayuno juntos.

Desde ese momento el tiempo paso rápido, casi no me di cuenta cuando ya casi era la hora, ambos estábamos sentados en el comedor esperando a que el timbre de la mansión sonara. Cuando el momento sucedió ambos dimos un respingo y el ambiente de inmediato se tensó, Edward se paro rápidamente en la silla y se dirigió a la puerta.

— Edward— lo llame antes de que abriera— buena suerte— le dije antes de darme un beso.

— Gracias, vete a la recamara.

— Si— le dije y comencé a subir por las escaleras, cuando doble la esquina detuve de inmediato mis pasos, por nada del mundo lo dejaría solo aunque estuviera escondida, estaría apoyándolo.

— Buenos días Carlisle— saludo con un impecable acento ingles. Me agache en la orilla y observe la imponente figura de su padre entrar en la casa y dirigirse de inmediato a la habitación contigua. Cuando los dos desaparecieron baje silenciosamente y me escondí para poder escuchar la conversación— veo que tu educación no ha mejorado en todo este tiempo.

— No estoy para juegos Edward, Aro me amenazo hace algunas semanas con decirle la verdad a tu madre pero…

— ¿pero qué? ¿no tienes el valor para decirle tu mismo la verdad? ¡vamos Carlisle! Solo debes hacerte esos exámenes y todo acabara.

— Tu no entiendes nada— le dije mientras comenzaba a apretar los puños de sus manos.

— ¿Qué es lo que tengo que entender? Tuviste una relación extramarital con la mamá de ese engendro, engañaste a mi madre y a todos nosotros, no pido lealtad conmigo ¿pero mamá…? ¿crees que ella se lo merecía?

— ¡claro que no maldita sea!— grito con exasperación— pero ahora las cosas se están complicando aun mas, ese chiquillo de mierda le ha contado a medio mundo sobre su "relación" conmigo por lo que Esme podría enterarse en cualquier momento— el timbre de la casa sonó de repente y rápidamente me escondí en una de las esquinas de la muralla— ¿esperas a alguien?— pregunto Carlisle, Edward camino hacia la puerta abriéndola para ver quien tocaba, mis ojos se ensancharon al ver al otro protagonista avanzar a toda velocidad por el pasillo con dirección al salón.

— ¿Qué demonios haces aquí?— pregunto Edward en gritos, Aro entro en la misma habitación donde se encontraba Carlisle seguido por Edward, tanto fue el alboroto que ninguno se preocupo por la puerta de entrada, camine por los pasillos y me puse en la esquina opuesta al salón podía observarlos a todos de perfil.

— Nada que a ti no te importe hermanito

— ¿Qué haces aquí?— pregunto en gritos Carlisle

— Bajen la voz, Bella está arriba y les recuerdo que embarazada.

— He venido a que arreglemos las cosas Carlisle, tus amenazas ya no me asustan, quiero mis exámenes de paternidad ¡ahora!

— No me exijas nada maldito hijo del demonio, quiero que te vayas de aquí y me dejes en paz, tú no sabes cómo es esto

— ¿Qué no se?— pregunto acercándose cada vez mas— ¡que no se!— grito y estrello su mano con violencia sobre un jarrón, aquel cayó en el suelo y se hizo pedazos— ¡tú eres el que no sabe nada! No tienes idea lo que es no saber de dónde provienes

— Yo no soy tu padre— dijo Carlisle y mi corazón se detuvo de pronto, mire sus ojos y estos por primera vez brillaban con compasión

— ¿Cómo lo sabes?— interrumpió Edward— ¿te hiciste los análisis?— el negó.

— ¡eres un maldito bastardo! Te atreves a negar lo que no puedes, las fechas coinciden, tú debes ser mi padre maldita sea.

— Yo no soy tu padre Aro, compréndelo, yo solo tengo tres hijos, nada más.

— Eres un desgraciado Cullen, un maldito cobarde— su furia comenzaba a explotar— ¡dime porque demonios no te haces los malditos análisis! ¿Por qué maldita sea?

— No dañare más a mi familia y menos por una mentira que invento tu madre.

— ¡desgraciado! Mi madre no me mintió, eres tu el que está haciendo todo esto para confundirme

— No Aro, tu madre si te mintió— el tono de su voz se fue suavizando, era la primera vez que lo oía hablar tan despacio con alguien, los ojos de la persona que tenía en frente estaban completamente llorosos— es verdad que yo estuve con ella pero podría jurarte que tú no eres mi hijo

— ¿Cómo puedes estar tan seguro?— pregunto Edward quien había sido un silencioso espectador

— Lo estoy y eso es lo que vale.

— ¡maldito hijo de puta! ¡te acostaste con mi madre y ahora no eres capaz de hacerte cargo de un hijo bastardo!

— Oh por Dios…— una cuarta voz se hizo presente en la habitación, todos se giraron y la figura de Esme quedo al descubierto— Carlisle…

— Esme— susurro el otro hombre con horror, la expresión de su cara palideció al igual que la de Edward, la única sonrisa de maldad que se veía era la de Aro quien de seguro estaba disfrutando este momento.

El tiempo se congelo, todos los participantes de esta escena estábamos parados en el mismo lugar, podría haber pasado un huracán por ahí y creo que tendríamos las mismas expresiones, todo estaba perdido, ahora la verdad saldría a la luz, lamentablemente el tiempo de espera se había acabado, ahora esa alma quedaría al descubierto.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

me encanta esta historia graciaas por actualizar saludos amaysayas desde México.