Dark Chat

lunes, 8 de febrero de 2010

Nuevas imagenes de Eclipse

Yo me muero de la envidia .... osea mato a bella , estoy verde de coraje. No me malinterpreten chicas amo a bella and edward simplente son celos enfermisos
en fin aqui les dejo las picas.






Gracias a R& K

El Reinado de la Luna

Hola mis angeles hermosos , como les va ??? aqui les traigo el ultimo cap de este fic , y les pido una disculpa ya que con anterioridad les habia dicho q faltaban dos cap para el final.
tambien les anuncio que esta historia continua no termina aqui ............
les mando mil besitos y dejen sus comentarios.
Angel of  the dark
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Capitulo 11 .Agonía

El frío, se sobrepuso a mi inconsciencia y logré abrir los ojos. Un dolor punzante en mi cabeza me impidió incorporarme inmediatamente. Logré sentarme, pero, para mi consternación, los árboles comenzaron a girar a mí alrededor y el suelo pareció repentinamente inestable.


Parpadeé hasta que mis pupilas volvieron a enfocar todo correctamente.


Estaba en el bosque, la oscuridad me envolvía y no sabía cómo había llegado ahí.


El dolor en mi cabeza se estaba intensificando y me impedía pensar… Pero, cuando mis ojos hicieron contacto con la blancura del vestido, lo recordé todo.


Me levanté de golpe, y gemí de dolor, mi cabeza palpitaba y me hacía sentirme mareada. Apretando mis labios comencé a caminar, buscando un camino o salida que me pudiera guiar.


-Es una lástima que hayas despertado –dijo el licántropo. Era alto, su torso moreno expuesto a los rayos lunares, sus ojos oscuros me miraban con aburrimiento-, porque te va a doler mucho.


-¿Por qué? –casi chillé.


-Porque eres la reina –contestó tranquilamente-, y Jacob te quiere.


Retrocedí un paso.


-Tú estúpido esposo le quitó la corona a mi padre –gruñó con rabia-, lo mató. Lo teníamos todo, pero por su intromisión me he quedado sin nada. ¡Ni siquiera tiene la menor idea de cómo guiar a la comunidad!


Comencé a correr.


Ahora ya no importaba si ésa era la ruta correcta, lo vital era alejarme de ese licántropo maníaco lo antes posible.


Escuché su carcajada antes de sentir un golpe en la espalda, volé varios metros y caí al suelo.


Grité de dolor.


-Uno de sus errores –continuó como si yo estuviera escuchando cortésmente, y no gimiendo en el suelo-, fue haber acordado la paz con los chupasangres. Esa raza debe ser eliminada.


Me tomó por el cuello y me levantó hasta que mis pies se despegaron del suelo.


-Pero su peor error –dijo presionando sus dedos alrededor de mi cuello-, fue hacerme jurarle lealtad, esa es una humillación que jamás le perdonaré.


Comencé a jadear, mis pulmones notaron la falta de aire y comenzaron a exigirlo.


-Es una pena que tú tengas que pagar por eso.


Con la fuerza que me quedaba encajé mis uñas en su mano, pero era un esfuerzo inútil, él no parecía sentir ningún dolor.


Mi energía se esfumó, mis brazos cayeron pesados, me preparé para morir.


Entonces él me soltó.


Caí sobre la tierra y con una exhalación mis pulmones reclamaron todo el aire perdido.


-No, si te asfixio no sufrirás tanto –dijo-, no será tan divertido como cuando maté a los otros licántropos, pero haré que te duela hasta el punto de la agonía.


Lo vi estremecerse de pies a cabeza, y levantar su cabeza hacía la Luna.


Se iba a transformar.


Aproveché su distracción y me arrastré hasta el árbol más cercano, estiré el brazo y aferrándome a su corteza logré ponerme de pie.


Volví a correr.


Las hojas secas, se resquebrajaban bajo mis pies, haciendo eco en el silencio de la noche. Sentí mis mejillas mojarse con el roce de mis cálidas lágrimas.


Estaba asustada, cansada y adolorida, mi cuerpo rogaba por un descanso.


Entonces escuché un bramido en la oscuridad.


La cacería había comenzado, y yo era la presa.


Obligué a mis piernas a seguir corriendo, sabiendo que si me detenía sería fatal.


Cómo si todo estuviera en contra mía, mi vestido se enredó en la rama de un arbusto. Giré la cabeza en todas direcciones, esperando verlo aparecer, cuando estuve segura de que no estaba tiré de la tela.


El vestido se rompió, liberándome.


Antes de dar un paso, escuché sus pisadas detrás de mí. No me dio tiempo de reaccionar, el lobo gruñó y saltó cayendo en frente de mí.


Grité.


Me mostró sus dientes, filosos como cuchillas, que fácilmente podrían destrozar mi carne hasta llegar a los huesos.


El lobo se abalanzó sobre mí, yo intenté esquivarlo, girando, pero era demasiado lenta. Sus garras se hundieron en la piel de mi costado.


Grité cuando un ardor insoportable me inundó. Bajé la vista y vi que mi vestido se teñía de rojo.


Sólo tres pasos fueron los que di, al último me tambaleé y caí al suelo.


Todo terminaría pronto.


Lo vi acercarse, sus ojos diciéndome que estaba listo para dar el golpe final.


Se agazapó.


-¡No! –escuché a alguien rugir.


Mis ojos transmitían imágenes borrosas a mi mente, así que lo único que pude distinguir fue una figura cayendo sobre el lobo.


El sonido de pelea llegó hasta mis oídos, ya no podía distinguir que gruñido o rugido le pertenecía a que contrincante, sólo podía pensar en que el dolor desapareciera.


No quería pensar en él, porque sabía que me dolería también el corazón, por no haberlo visto por última vez.


No quería y aún así lo hice. Pensé en Edward.


Lloré, rogando porque la muerte me llevara pronto y así no sentir, no volver a sufrir más.


Un aullido de agonía se elevó por el bosque, seguido de un silencio mortal, y supe que el licántropo había perdido la batalla.


-¿Bella?


El rostro de Edward apareció frente a mis ojos, al principio pensé que lo estaba soñando, pero el dolor que seguía extendiéndose en mí, me recordó que todo era real.


-Edward –logré pronunciar débilmente.


-Bella…


Extendió su mano hacia mí, cuidadosamente acarició mi mejilla. Jamás había visto tanto dolor en los ojos de alguien, estaba sufriendo y le aterraba la idea de perderme.


-Vas a estar bien –me aseguró-. No voy a permitir que te vayas.


Entonces escuché más voces, ya no estábamos solos.


-¡Bella! –alguien se arrodilló junto a mí.


Cuando giré la cabeza, me di cuenta que era Jacob.


El rey licántropo tomó mi mano entre la suya y me vio a los ojos.


-No puedes, Bella, no…


Su voz parecía distorsionada por la angustia.


-Ella no va a morir –dijo Edward.


Jacob lo miró fijamente por unos instantes.


-¿Hay una forma de salvarla? –le preguntó.


-Sí


El rey licántropo se quedó sin habla unos segundos.


-No me importa las consecuencias que tenga –dijo Edward entre dientes-, la convertiré quieras o no.


-Hazlo –dijo Jacob-, sólo quiero que viva, es lo único que me importa. Aún cuando para salvarla tengas que volverla tuya.


Edward asintió y se inclinó hacia mí.


Su boca gentilmente se posó en mi cuello, y momentos después sentí sus colmillos perforar mi piel. Mi sangre fluyó libremente hacia sus labios, me olvidé de todo el dolor que sentía, y no me importó nada más que sentirlo otra vez cerca de mí.


Pero cuando se separó, todo el sufrimiento se intensificó.


Edward mordió su muñeca, haciendo un corte, por el que su sangre salió y comenzó a derramarse por su brazo.


Puso su herida en mis labios.


Su sangre comenzó a oler maravillosa para mí, pero a pesar de que mi cuerpo ansiaba probarla, ya no me quedaban fuerzas para nada más.


Mis ojos comenzaron a cerrarse.


-Por favor Bella –rogó Edward.


Jacob apretó mi mano, que todavía estaba aprisionada entre las suyas.


-No me dejes –dijo el rey licántropo.


Mis labios se abrieron y dejaron paso a la sangre de Edward, que pasaba dulce y cálida por mi garganta. El líquido vital, entró en mí y me hizo sentir mejor, pero no pudo borrar el agotamiento dentro de mí.


Edward retiró su mano y me acunó entre sus brazos.


-Todo va a estar bien, mi amor.


Me estremecí.


-Tranquila –Edward me acercó más a él y besó mi frente.


Contra mi voluntad, mis ojos se cerraron.


Todo se volvió completa oscuridad a mi alrededor y supe que dejaría de ser humana para siempre.