Cap.4. Tal Vez.
Las semanas pasaban y yo poco a poco iba ganándome la confianza y el cariño de mi hija.
Hoy se cumpliría un mes ya desde que regresé a Fork. Disfrutábamos de la tarde, el clima estaba de nuestro lado. El sol se mostraba distante, no obstante la temperatura era ideal, la calidez se hacía perceptible en el aire.
Hoy se cumpliría un mes ya desde que regresé a Fork. Disfrutábamos de la tarde, el clima estaba de nuestro lado. El sol se mostraba distante, no obstante la temperatura era ideal, la calidez se hacía perceptible en el aire.
— ¡Papi! — la oí llamarme. No supe que actitud tomar, obviamente la emoción no cabía en mi pecho, pero me había pillado de imprevisto.
Me giré a observar a mi pequeña que a duras penas corría riendo en mi dirección, sus mejillas sonrosadas producto de su agitación, sus rizos moviéndose al compás de sus torpes y débiles pasitos. En un mal movimiento mi pequeña cayó, provocándose una leve herida.
— ¿Tienes que ir a Seattle este sábado de verdad o es sólo una excusa para no tener que dar una negativa a tus admiradores?
—Todavía no te he perdonado por el asunto de Tyler, ya sabes. Es culpa tuya que se haya engañado hasta creer que le voy a acompañar al baile de gala.
—Oh, hubiera encontrado la ocasión para pedírtelo sin mi ayuda. En realidad, sólo quería ver tu cara. Si te lo hubiera pedido, ¿me hubieras rechazado?
—Probablemente no, pero lo hubiera cancelado después, alegando una enfermedad o un tobillo torcido.
— ¿Por qué?
—Supongo que nunca me has visto en gimnasia, pero creía que tú lo entenderías.
— ¿Te refieres al hecho de que eres incapaz de caminar por una superficie plana y estable sin encontrar algo con lo que tropezar?
—Obviamente.
—Eso no sería un problema. Todo depende de quién te lleve a bailar
Me dediqué a curar su pequeña herida, tan inocente, tan torpe, tan adorable. Tan… Idéntica a su madre.
Dejé de respirar para evitar contratiempos, pero nuevamente la vida me sorprendió con un milagro. Aquella esencia que me confundió la primera vez que la vi ahora no estaba. Carlie sangraba, mas su aroma no se me hacía para nada deseable. ¿Cómo era esto posible? Entonces me percaté de que mi pequeña sonreía, seguramente leyó el desconcierto pintado en mi rostro.
—¡Papi! — repitió tal cual lo había hecho antes de caerse. Solo en ese entonces fui conciente del acontecimiento que se estaba dando. ¡Santo cielo! Ella me llamó papá…
Mi niña me llamó papá.
— Cariño, ¿Qué has dicho?
— Pa-pi — de haber sido humano mis ojos se encontrarían ahora inundados de lágrimas. Mi pequeña no solo me hablaba sino que me había dicho papá y aquello no tenía precio.
No existen palabras suficientes para expresar la sensación que de la que era preso en este instante. Durante todos los años que llevaba vagando solitario por la tierra nunca imaginé que podría experimentar algo así.
— Carlie ¿Amor por que me llamas así?
— Abuelito Charlie me dijo que tu eras mi papi ¿Tú no me quieres?
—Bella, no quiero que me acompañes
—¿Tú... no... me quieres?
—No.
—Bien, eso cambia las cosas
—En cierto modo, te he querido, por supuesto, pero lo que pasó la
otra noche me hizo darme cuenta de que necesito un cambio. Porque me
he cansado de intentar ser lo que no soy. No soy humano
He permitido que esto llegara demasiado lejos y lo lamento
—No. No lo hagas.
— Mi vida claro que te quiero. Nunca dudes de eso ¿me escuchaste? Nunca. Sólo pregunté por que me sorprendió eso es todo.
— Entonces ¿puedo llamarte papi?
— Claro mi vida. De hecho no puedes imaginarte lo feliz que me haces al llamarme así.
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— Papi ¿estás seguro?
— Por supuesto amor
— No lo sé tal vez no sea buena idea
— Carlie Cullen Swan ¿que es exactamente lo que te preocupa?
— Nada papi. Es solo que desde que abuelito Charlie se fue a ver a mamá tu pasas todo el tiempo conmigo y ahora que vendrán mis tíos ya no tendrás tiempo para mí y…— mi pequeña tenía sus ojitos brillante y una pequeña lágrima amenazaba con escaparse. Desde la muerte de Charlie hasta la fecha habían pasado solo tres meses, pero aquello había bastado para que Carlie y yo nos volviésemos dependiente el uno del otro. Tal cual lo había sido Bella para mí, lo más parecido al oxígeno para un humano, una razón de ser. Un motivo para vivir.
— Hija presta mucha atención a lo que te voy a decir: Tu y sólo tu eres mi razón de ser, Renesme tu eres lo que me motiva a permanecer en este mundo. No existe nada ni nadie que pueda hacer que te ame menos o que te deje de lado. Mi vida tú eres todo lo que me queda de tu madre. Eres un pequeño trocito de ella. Un pedacito de Bella. Eres el fruto de nuestro amor bebe.
No porque vengan tus tíos querrá decir que voy a dejarte de lado. Por el contrario, Cariño conocerás a tus abuelos. Amor ellos se mueren por conocerte. ¡Dios! Si hasta en lo insegura te pareces a tu madre!
—Mentí para salvarte, pero no funcionó. Lo siento
»Pero ¿cómo pudiste creerme? Después de las miles de veces que te dije lo mucho que te amaba,
¿cómo pudo una simple palabra romper tu fe
en mí?
—Vi en tus ojos que de verdad creías que ya no te quería. La idea más
absurda, más ridícula, ¡como si hubiera alguna manera de que yo pudiera
existir sin necesitarte!
—Bella ¡Dime de una vez qué es lo que estás pensando!
—Lo sabía .Sabía que estaba soñando...
—Eres imposible. De qué manera te puedo explicar esto para que me creas?
No estás dormida ni muerta. Estoy aquí y te quiero. Siempre te he querido
y siempre te querré. Cada segundo de los que estuve lejos estuve
pensando en ti, viendo tu rostro en mi mente. Cuando te dije que no te
quería… ésa fue la más negra de las blasfemias.
—No me crees, ¿verdad? Puedo verlo incluso con esta luz. ¿Por qué te crees la mentira y no
puedes aceptar la verdad?
—Nunca ha tenido sentido que me quisieras. Siempre lo he sabido.
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Sólo anhelaba su roce. Sus caricias, Dios, como le dolía recordarla, sin embargo se torturaba rememorando cada momento en su compañía. Buenos y malos, aquello no importaba, mientras en ellos estuviese presente el rostro de su ángel a él le bastaba.
No podía continuar así y lo sabía, mas no tenía otra opción ¿a quién acudiría?
Fue por eso que cuando contestó el llamado de Alice lo primero que hizo fue mandar un beso al cielo, simulando que a su mujer le llegaba. Parecía un niño abrazado a su madre, pero no era un niño. Era Edward Cullen, aferrando a la tumba de su amada, agradeciéndole su ayuda divina. Declarándole su infinito amor incondicional. Recordándole que aquel sentimiento era eterno. Lo sería para ambos, él se encargaría de que así fuera.
Para la pequeña Renesme fue difícil aceptarlo. Era comprensible, Edward era todo lo que le quedaba, su madre le había dejado, luego Charlie. La pequeña al menos tenía el consuelo de que su padre era un vampiro inmortal, no podría morir. Sin embargo podía dejarlo, sí que podía…Motivos no le faltaban. Tener el cielo y el infierno, Amor y dolor, un sabor agridulce … todo ello en una sola persona era mucho, demasiado incluso para Edward. Por otra parte aquello podría ser un buen indicio. Tener tías y abuela sería lo más cercano a tener una madre, Carlie no tenía una figura femenina a quién seguir y Edward estaba seguro de que su madre y sus hermanas estarías más que dispuestas a ayudarle en la crianza de su pequeña y él les estaría enormemente agradecido, por que les necesitaba, Dios… ¡cuanto les necesitaba!
Mientras la pequeña Renesme dormía en la cama que alguna vez ocupo su mujer, por que aquel cuarto no había sido remodelado, no. Todo en aquel lugar permanecía intacto, le aterraba el hecho de al quitar algo de su lugar se perdiese la esencia de su ángel. Estaba siendo ridículo y lo sabía, pero no le importaba, por eso mismo cuando llegó Carlie a su vida no dudo un segundo en entregarle aquel cuarto. Cómo si de un altar se tratase al entregárselo a Carlie hizo casi un ritual. Para Edward aquel sitio era sagrado. En aquel sitio habían concebido a su hija, en aquel lugar se habían entregado en cuerpo y alma. Y ahora en esa misma cama descansaba su pequeña niña…
Unos suaves golpes a la puerta de su cabaña lo salvaron de caer en aquel tormentoso mar de recuerdos nuevamente.
“No entiendo por que tocamos si no necesitamos la puerta para entrar”
Los pensamientos de Emmet le indicaron quién llamaba. Los Cullen habían vuelto y con ellos tal vez, sólo tal vez un poco de equilibrio a su vida… Por mucho que su pequeña le diese las más grandes alegrías también le hacia rememorar sus más dolorosos y bellos momentos…
No todo debía ser Doloroso, El amor no debía siempre estar atado a la melancolía… Tal vez con ayuda de su familia Edward podría comenzar a vivir el presente y dejar de estar atado a su pasado. Tal vez, sólo tal vez vendrían mejores tiempos.
Tal vez.
Sorry por la demoraa niñaas:)
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