Hola mis angeles hermosos aqui les dejo mas vicio , les mando mil besitos
Angel of the dark
*************************************************************************************
Capítulo 4: Deja Vu
Tuve un sueño…Un sueño realmente extraño…
Bella…
Alguien me llamaba… una conocida voz…
Bella…
¿Quién eres?
“¡Bella!”
Salté violentamente de mi asiento al escuchar la voz de Brenda llamarme…
“Hola, Dennis, Brenda ” – saludé – “No las vi llegar”
“Bella, hemos estado a tu lado tiene varios minutos” – informó Brenda con una sonrisa – “Estas muy distraída, ¿Te pasa algo?”
“No” – mentí – “supongo que son los nervios de comenzar un nuevo año escolar”
“Hablando de nuevos años escolares” – comenzó a decir Dennis, en medio de cuchicheos – “Se esta corriendo el rumor de que unos vampiros vendrán a estudiar a esta escuela… Solo espero que sea mentira. Yo no estoy dispuesta a compartir ninguna clase con monstruos”
Bajé la mirada, ¿Qué pasaría si mis amigas supieran que tenía como amigo a un hombre lobo?
Había conocido a Jake tenía no más de dos meses. Me había salvado de ser atropellada por una descontrolada motocicleta. Era un buen chico y una muestra clara para demostrar que era mentira todo lo que se decía acerca de los no humanos… al menos, si de licántropos se trataba.
“Creo que no te quedará otra opción” – murmuró Brenda, con voz entrecortada.
Dennis y yo levantamos nuestras miradas, y la guiamos hacia la misma dirección, encontrándonos con cinco figuras que, obviamente, no se trataban de simple mortales... Aquella gracilidad tan exagerada y perturbadora no podía considerarse como algo normal.
Uno de los tres hombres me miró por un momento y, sus dorados ojos me traspasaron como una corriente eléctrica, que se volvió en una extraña sensación de Deja vu. Una repentina oleada de melancolía me invadió y, de manera completamente inconciente y repentina, tuve muchos deseos de llorar.
“Bella, ¿Qué te pasa? Estas completamente pálida” – señaló Brenda cuando, con un movimiento violento de mi rostro, me deshice de ese par de pupilas
“¿Todavía lo preguntas?” – repuso Dennis – “¡La pobre esta completamente asustada!”
No. No era eso… No era miedo, ¿O si?
Volví a levantar mi mirada para verlos. Ya no estaban.
Todo el mundo estaba completamente alborotado. Y los malos rumores se alzaron entre el viento. La campana sonó, anunciando el inicio de clases.
Entré al salón con la mirada inclinada hacia abajo y no la levanté hasta que Dennis detuvo su marcha de manera violenta. Miré a mí alrededor y, al instante, supe cuál era el motivo. Con un rápido movimiento, alejé mi atención de aquel joven vampiro que tanto me había perturbado hacía pocos minutos.
“¿En qué esta pensando el gobierno?” – comenzó a decir mi compañera una vez estuvimos en nuestros lugares – “Mira que el permitir que estas bestias tengan derecho de adentrarse a una escuela es una barbaridad”
“Dennis, ya basta” – ordené de manera tajante, sin siquiera planearlo – “¿No te parece suficiente que ya todos estén calumniándolos?”
“Se merecen eso y mucho más… Ellos no deberían estar entre nosotros, ¡Son un peligro, lo peor que en este mundo puede existir!”
Suspiré pesadamente y preferí dejar que siguiera con su injurioso parloteo. No pude evitar dirigir, durante toda la clase, mi mirada hacia el vampiro y me pareció ver un gesto de dolor en sus pálidas facciones. No me sorprendió, después de todo, ¿Qué persona, siendo humana o no, se sentiría bien al estar rodeado de tanto desprecio?
Un fuerte golpe de dolor llegó a mi pecho poco después… ¿Por qué?
Las clase de Matemáticas terminó prontamente. Cabe destacar que hasta los catedráticos se mostraban ofensivamente cautelosos y distantes con el muchacho. Y, aunque luché por no darle importancia, no pude evitar sentir cierta pena por él.
Me despedí de Dennis al salir, ya que las clases que se avecinaban nos tocaban por separado. Mientras caminaba hacia el otro salón sentí aquella extraña presencia… como si alguien estuviese cuidándome, siguiéndome. Volví mi rostro y mis ojos se dilataron al ver que él venía detrás.
Sus ojos penetraron los míos de la misma manera que en la mañana e, inexplicablemente, mi corazón comenzó a latir de manera desbocada. No me había dado cuenta que había dejado de caminar hasta que Mike llegó a mi lado y, tomándome del brazo, me jaló de manera violenta, llevandome lejos del pálido chico.
“Bella, recuerda que no debes acercarte a esos monstruos, pueden hacerte daño…”
“No era necesario el que casi me llevaras arrastrando por todo el pasillo” – dije, soltándome de sus manos.
“Te hubieras visto” – continuó, ignorando mi comentario – “Te encontrabas perdida mientras le veías. Recuerda lo que se dicen de ellos: hipnotizan a sus presas para después beber su sangre”
Decidí, al igual que lo había hecho con Dennis, no discutir más sobre el tema. Al fin de cuentas, ¿Por qué habría yo de pelear con mis amigos solamente para defender a un vampiro al cual ni siquiera conocía?
Mentira, dijo una voz en mi mente y no entendí a qué se refería…
“Solamente espero que la junta de firmas ayude en algo” – murmuró, atrayendo de nueva cuenta mi atención.
Pude percatarme de la forma tan displicente que le dedicó al muchacho inmortal en cuanto entró sigilosamente al salón…
“¿Qué junta de firmas?” – pregunté para distraerme ¿Por qué su presencia me llamaba tanto como un fuerte imán?
“Se ha hecho un oficio, en el cual se pide la expulsión de estos aborígenes, al igual que la abnegación absoluta de inscripción para cualquiera que no sea humano ¿Firmarás a favor de su exilio?”
“No” – contesté rápidamente. Un impulso del cual me arrepentí casi al instante
“¿Me vas a decir que eres de esas personas que están con ellos?” – preguntó de forma retadora.
Antes de que pudiera contestar, una señora con traje se asomó a la entrada del salón y preguntó por mí. Anunciando que se me requería en la dirección. Caminé hacia ese lugar demasiado extrañada, preguntándome constantemente cuál sería el motivo ante la solicitud de mi presencia.
Traspase la puerta y me sorprendí de ver a mi madre en la pequeña oficina. Por su gesto, supe que estaba realmente enojada
“Mamá” – susurré – “¿Qué haces aquí?”
“Tome asiento, señorita Swan, para que le expliquemos qué es lo que pasa” – indicó el señor de avanzada edad y voz amable. Accedí, sin poner resistencia, ya que la situación era demasiado extraña – “Verá, Señorita Isabella” – comenzó a decir el anciano, mientras veía un paquete de papeles ordenados – “Como seguramente usted ya ha de estar enterada, un grupo de vampiros se ha inscrito en la escuela” – asentí, aún sin comprender qué tenía que ver yo en todo el asunto – “Estos casos son demasiados extraños y generalmente se dan más en las universidad debido al intelecto que estos seres poseen, así que decidí mejor investigar acerca de ellos y me encontré con este detalle demasiado interesante”
Me tendió un oficio de tamaño ligeramente más grande que una hoja común, el cual leí rápidamente.
“Es la orden de alejamiento que mi madre levantó hace años contra un vampiro” – reconocí
“Así es, y va dirigida hacia Edward Cullen” – agregó el señor, quien hizo una pausa dramática – “Quien se encuentra estudiando ahora mismo en este lugar”
Tensé mi cuerpo ante las palabras dichas y supe, sin necesidad de más información, que Edward Cullen era el mismo muchacho de cabello cobrizo que estaba en mi clase de matemáticas y español. No tuve ninguna duda.
“¡Ese monstruo esta obsesionado con mi hija!” – exclamó mi madre – “La ha seguido desde que es una niña…”
“Tranquila señora” – interrumpió el director – “Tal vez estamos mal interpretando las cosas. Puede que el joven este aquí por buena voluntad ”
“¿Joven?” – repitió mi progenitora con voz mofa – “¡Bestias, Demonios! ¡Así es como debe llamárseles. Deberían sacarlos a patadas de aquí”
El director endureció el gesto. Era claro, por su actitud, que era de las pocas personas que estaban de parte de los vampiros
“Siento no poder complacerla. Le recuerdo que la ley no prohíbe el derecho de la educación a los no humanos”
“Pues debería”
“Mamá, ya basta” – interrumpí la discusión
“Si” – apoyó el director – “Ya es suficiente. Lo único que podemos hacer en este caso es prevenirla a usted, señorita Swan, que tenga mucha cautela al tratar con el joven Cullen, solo por si las dudas. Tenga mucho cuidado de no mantenerse a solas con él”
Asentí, mientras el anciano me dedicaba una sonrisa.
Cuando mi madre se fue y regresé a mi jornada escolar, me sentí repentinamente ansiosa. Había escuchado de algunas cuantas historias muy similares a lo que se suponía la mía: vampiros obsesionados con la sangre de sus victimas, a las cuales persiguieron durante años por el simple placer de estar cerca de ese olor, hasta que hubo un momento en el que no pudieron controlar su instinto y…
Estaba claro que dentro de mis prioridades no estaba el ser comida de vampiro, así que estaba dispuesta a tomar el consejo del director muy en serio.
La inquietud se agrandó al notar que él estaba en todas mis clases, volviendo mis movimientos más torpes de lo habitual. Me encontraba caminando, a paso rápido, rumbo a la cafetería al mismo tiempo que acomodaba mis libretas dentro de mi mochila (estaba tan ansiosa de huir de aquel salón – más bien, de aquel vampiro – que había salido de ahí sin siquiera detenerme a ordenar mis cuadernos)
Como era de esperarse, mi maravillosa habilidad hizo de las suyas y, por tener la atención fija en los objetos escolares, no me fijé del pequeño escalón que se levantaba frente a mí y tropecé. Me aferré inmediatamente a la pared para no caer, dejando que mi mochila volará a unos cuantos metros de mí y, cuando recobré el equilibrio, me dispuse a cogerla. Fue ahí cuando un par de manos níveas se movieron más rápidamente que las mías y me tendieron los objetos anteriormente caídos.
No tardé mucho el saber de quién se trataba. Solamente uno de ellos era capaz de exhalar ese tipo de aliento tan peligrosamente embriagante. Inconcientemente, levanté la mirada para encontrarme con la suya y, tal como había pasado en la mañana, un extraña sensación me invadió al perderme en el ocre derretido de sus pupilas.
No es que jamás hubiera visto a un vampiro con ojos dorados – aunque ciertamente no eran muy comunes, la mayoría había optado la donación de sangre humana – pero no recordaba jamás haber visto algo tan hermoso en mi vida.
Tal vez se deba lo que anteriormente me había dicho Mike, pensó una parte conciente de mi cabeza. Tal vez lo veo tan hermoso, tan magnifico, debido a que se encuentra ejerciendo sobre mi un efecto hipnótico
Si era así, debía admitir que era realmente bueno empleando el papel de cazador seductor ya que, en ese momento, me importó poco el hecho de que se extendía ante mi la probabilidad de morir (es más, en ningún momento llegué a sentir ese tipo de aflicción), solamente me importaba aquella mirada melancólica que era demasiado profunda, demasiado difícil de interpretar y, al mismo tiempo, viejamente conocida…
“¿Te encuentras bien?” – preguntó, logrando que el suave sonido de su voz me confundiera aún más…
¿Dónde había escuchado aquella voz que se me hacía tan familiar?
“Si” – logré contestar mientras tomaba mis cosas – “muchas gracias” – agregué antes de dar media vuelta, lista para alejarme lo más rápidamente posible de él.
“Espera, Bella” – pidió y, como si de una irrevocable orden se tratara, mis pies frenaron su marcha, sin dejar de darle la espalda
Bella…
Mis ojos se dilataron al momento en el que recordé
“Bella”
“¿Cómo sabe mi nombre?”
Siempre supe que mi madre había levantado una orden de alejamiento pero jamás, ni de lejos, tuve la oportunidad de ver cara a cara a mi vampiro acosador y, desde luego, nunca imaginé que ese vampiro acosador fuera el mismo “humano” (a quién, hasta ese momento logré recordar) que con tanta delicadeza había pronunciado mi nombre aquella tarde, hacía diez años…
Eso significaba también que, el par de ocasiones en que había visto una borrosa sombra cerca de mí, no había sido producto de mi imaginación como había supuesto, si no que se trataba de él, de Edward Cullen…
Las palabras de mi madre adquirieron más veracidad que nunca: un vampiro me acechaba día y noche y, no podía haber otra justificación de semejante actitud, que no fuera el obsesivo deseo que, seguramente, sentía por mi sangre.
Aún así, lejos de que el miedo me invadiera, solo fui capaz de sentir confinada corazonada de que había un detalle que estaba olvidando… un detalle muy sutil y a la vez muy importante. Antes de que pudiera esforzar mi mente para descubrir qué era lo que retenía con tanto recelo, la voz de Dennis resonó por todo el pasillo
“¡Bella!” – gritó, mientras llegaba corriendo hacia mi, seguida por un numeroso grupo de estudiantes. Fue hasta ese momento en el que me percaté que el pasillo había estado habitado solamente por el vampiro y yo – “¿Te encuentras bien?” – preguntó y solamente me limité a asentir.
“¡Bella!” – llamó también Mike – “¿Te ha hecho daño este monstruo?”
“No” – contesté, levantando la mirada hacia Edward quien me miró fijamente por un segundo, antes de dar media vuelta e irse, ignorando todo lo que de él se decía a sus espaldas.
Ignoré el deseo que nació en mi de seguirle, de hablarle, al igual que intenté – fallando completamente al instante – el no sentir el incompresible dolor que su alejamiento me había dejado.
***********************************************************************************
Capítulo 5: Confianza
“¡Asquerosos chupasangres!” – Exclamó Jacob, mientras su fuerte mano rompía una gruesa roca que yacía frente a él.
No pude evitar sobresaltarme un poco, después de todo, el que tu amigo tenga la fuerza suficiente como para partir un árbol, sin mucho esfuerzo, dudo que pueda pasar desapercibido para cualquiera.
“Jake, tranquilo” – dije. De un momento a otro, ya no se me había hecho tan buena idea el haberle contado sobre mi vampiro acosador – “No pasa nada”
La idea no le había caído nada bien.
“¿Qué no pasa nada?” – repitió, con aquella acides a la cual comenzaba a adaptarme – “¡Vamos, Bella! Me acabas de contar que un vampiro te esta siguiendo ¿Y dices que no pasa nada?”
Bajé la mirada al recordar de nuevo aquel par de ojos dorados, preguntándome una vez más el por qué se me hacían tan familiares
“Bella, lo siento” – dijo Jacob, mal interpretando mi semblante, lo cual agradecí. No quería ni pensar el cómo se tomaría si, a todo lo que le había dicho, agregaba que aquel vampiro ejercía, sobre mí, una extraña sensación – “Suelo ser muy idiota pero no quiero que algo malo te pase”
Levanté la mirada cuando sus manos tocaron las mías. El calor sobrenatural de su cuerpo era reconfortante y me gustaba. Le sonreí y él correspondió el gesto al instante.
“Gracias, Jake. No sabes la falta que me hacía el platicar contigo hoy, que han pasado tantas cosas. Siempre sueles aparecer para ayudarme en los momentos más difíciles”
“Estaré ahí cada vez que me necesites, Bella” – prometió – “Y no tengas miedo” – agregó, sustituyendo la suavidad de su voz por la furia pura – “Estaré cuidándote de esa sanguijuela. No permitiré que te haga daño”
Él jamás me haría daño
Pegué un respingo al escuchar aquel gritó proferido por mi mente.
“¿Pasa algo?” – preguntó mi amigo.
Parpadeé numéricamente para deshacerme de la turbación que aquella vocecilla me había dejado y, cuando pude conectar mis ideas lejos de lo que acababa de escuchar en mi conciencia, contesté, ignorando su reciente pregunta.
“Gracias, Jake, pero no es necesario el que me cuides. Recuerda que estamos rodeados por una sociedad anti – licántropos y, si te ven merodeando cerca de mi todo el tiempo, te meterás en problemas.
“No pienso dejar que me vean” – discutió – “Es muy fácil engañar a los humanos” – agregó con suficiencia
“Como sea” – repliqué, dejando pasar su comentario despectivo hacia mi especie – “No quiero que mi madre levante un acta de alejamiento contra ti. Ya bastante incomodo es tener que venir a escondernos al bosque”
Su carcajada se levantó con un sonido ronco y varonil
“Esta bien, esta bien” – accedió – “pero prométeme que te vas a cuidar. Prométeme que no te le acercaras, que ni si quiera le dirigirás una sola mirada”
Quise, lo deseé con todas mis fuerzas, el poder decirle “Si, te lo prometo” pero aquella vocecilla volvió a gritar con un fuerte “¡No!”, volviendo mis palabras mudas y mi promesa vacía. No quería mentirle a mi amigo, así que rápidamente busqué algo con lo cual distraerle. Por suerte, al alzar la mirada hacia el cielo, supe que la llegada del crepúsculo se avecinaba
“Jake, ¡Mira que tarde es!” – exclamé, tal vez aparentando estar más ansiosa de lo real – “Mi madre me va a matar si llego tarde” – aseguré, mientras tomaba mis cosas y me ponía de pie
“Te acompaño…”
“Jake, mi madre esta como loca por lo que pasó hoy en la mañana” – recordé – “Puede que su sobreprotección crezca mucho más a partir de hoy. No quiero ni imaginar si, aparte de saber que tengo un vampiro acosador, tengo a un amigo licántropo”
Mi amigo suspiró, admitiendo su derrota.
“Este bien. Solo… cuídate, ¿Lo harás?”
“Si, Jake, tranquilo” – volví a decir y, al pasar unos cuantos segundos en silencio, noté un rasgo vacilante en su rostro, por lo que pregunté – “¿Qué pasa?”
El licántropo bajó la mirada para encontrarla con la mía y sus ojos negros, cubiertos de espesas pestañas, me miraron fijamente. No me di cuenta que, al mismo tiempo en que me miraba, su mano había jugueteado dentro de su mochila hasta sacar algo a lo que no le hallé forma al principio.
“Te parecerá estupido pero… lleva esto contigo” –
Mis ojos se dilataron al poder ver claramente el objeto que me tendía. Aquella vocecilla interior gruñó fuertemente al ver la estaca envenenada, uno de los instrumentos que se usaban para matar a los vampiros y que, según, solamente el gobierno, y la seguridad de éste, tenían derecho a portar ya que solamente eran ellos los que tenían el derecho de matar a las demás especies.
Una furia repentina me invadió tan solo al imaginar que ese objeto, de apariencia tan insignificante, era suficiente para acabar con él… con Edward
Edward…
“¡No!” – solté, con la ira embargando mis palabras – “¡Estas loco! ¿Cómo se te ocurre…? ¿Cómo…?”
“Bella, Bella, cálmate por favor” – interrumpió mi amigo – “Solamente es por precaución. Por favor, acepta, harás que me sienta más tranquilo”
Su mirada y voz suplicante desvaneció poco a poco mi furia y, con un profundo suspiro, tomé la daga entre mis manos (ignorando el fuerte bramido que aquella voz interior profirió) y la metí en uno de los bolsillos traseros de mi pantalón
“Espero que estés contento” – repliqué, con frialdad – “Ahora, si no hay más armas contra vampiros que me tengas que dar, me voy”
Él ya no discutió. Solamente se limitó a regalarme una de sus enormes sonrisas y, después de dejarme a orilla del bosque, salir corriendo hacia éste y desaparecer entre la espeses de los árboles.
Al salir de nuestro escondite me percaté de que, en realidad, ya era mucho más que tarde. Las calles comenzaban a estar vacías y la temperatura comenzaba a descender. Me cubrí el cuerpo con los brazos para proporcionarme calor y aceleré el paso lo más que pude.
No llevaba ni diez minutos solas cuando sentí aquella presencia que me tranquilizaba y me hacía sentir protegida. Sin embargo, antes de que pudiera pensar alguna otra cosa, una figura varonil y alta se plantó frente a mí. Aunque la calle no hubiera estado alumbrada por la débil lámpara de luz bronceada, hubiera sabido perfectamente de quién se trataba. Inconcientemente, di dos pasos hacia atrás de manera rápida y, controlando lo mejor que pude mi voz, me dispuse a retarle.
“¿Qué es lo que quieres? ¿Por qué me sigues todo el tiempo?” –
El vampiro no contestó y, a pesar de que sus pasos eran completamente inaudibles, mis ojos contemplaron como sus pies se movieron, recorriendo la distancia que yo había separado. Volví a retroceder y, con un movimiento completamente inconciente, llevé mis manos hacia atrás de mis pantalones y extraje la daga que Jacob me había dado momentos atrás y la puse delante de mí.
Su pálido rostro se contrajo en un gesto claro de dolor, el cual me perturbó por un momento.
“Aléjate. Déjame en paz. No quiero hacerte daño” – la última oración fue la única que, supe, era verdad. No quería hacerle daño, ni el más mínimo, y, sin embargo, mi mano no desistía en soltar el arma que con tanto ahínco sostenía.
Él siguió sin mencionar palabra alguna y se mantuvo completamente inmóvil por un lapso de tiempo, el cual no supe deducir, pero se me hizo eterno.
“Vete” – volví a decir, esta vez con menos fuerza.
La voz interior protestaba fuertemente dentro de mi cabeza y decía miles de cosas que no lograba entender… palabras y más palabras que me resultaron incoherentes y me confundieron mucho más.
Entonces, todo pasó demasiado rápido. En lo que duró uno de mis parpadeos, lo tuve frente a mí, con su rostro increíblemente hermoso a poca distancia del mío y con la daga rozando la parte central de su pecho
“Hazlo” – dijo con voz suave, pero firme – “Si piensas que te soy capaz de hacerte daño, hazlo”
Levanté la mirada para verle y el pecho se me contrajo al encontrarme con aquel par de ojos dorados y, de pronto, me desconecté de la realidad.
“Bella, te presento al señor Edward Masen y a su esposa, Elizabeth”
“Edward, cariño, ven y saluda a Bella”
“Hola”
**********
“Edward es muy guapo”
“Solo somos amigos”
“Pero a ti te gusta”
“S-si…”
**********
“Bella, te quiero”
“No hagas ese tipo de bromas, no son graciosas”
“No estoy bromeando. Lo digo en serio, te quiero”
“¡Oh!” – jadeé cuando las ilusiones se desvanecieron así con la misma brusquedad con la que llegaron
“Sabes que no te haré daño. Lo sabes perfectamente” – comenzó a decir y su voz era un apresurado murmullo – “Tu injusto desprecio me envenena más cruelmente que cualquier invento del hombre para exterminarnos. Dime, Bella, ¿Crees que te he seguido durante todos estos años solamente para lastimarte?”
NO...
“No” – musité y la daga resbaló de mis manos – “Edward” – dije aquel nombre de manera inconciente, al pasar varios minutos en completo silencio – “Algo me grita y me dice que has sido siempre parte de mí…"
“Solamente dame una oportunidad de acercarme a ti y, no me temas" - interrumpió, de manera delicada - "Te he esperado tanto tiempo, Bella. No me pidas estar lejos de ti por que no podría cumplir esa promesa. Preferiría que me enterraras ahora mismo ésta y miles de dagas más sobre mi cuerpo, que el tener que soportar una más de tus ausencias.”
“Sus brazos eran el mejor remedio para cualquier tipo de intranquilidad. Era mi mejor cura, mi mejor consuelo y mi mayor anhelo…”
“Abrázame” – supliqué, movida por aquel extraño sentimiento de necesidad hacia él y, cuando cerré mis ojos, pude sentir el contacto de su frío cuerpo que me resultó demasiado natural, demasiado cómodo, demasiado congénito.
Fue como si, durante mis cortos dieciséis años, hubiera estado buscando algo y, hasta en ese momento, lo hubiera encontrado. Me sentí realmente completa en medio de aquella tranquilizante y gélida piel. Me sentí Bella…
*********************************************************
Capítulo 6: Enfrentamiento
“Abrázame” –
No fue una orden, ya que su voz fue un ligero susurro que casi y se perdió con el viento, pero qué fuerza tuvo sobre mí. Mis oídos apenas y la escucharon y mis pies y manos se movieron de manera automática para rodearla con mis brazos.
Ahh…
Placer tan más exquisito el que sentí al tener su calor traspasando mis entrañas. Fue tanta la dicha, el sentimiento de sublimidad que, de haber podido llorar, lo hubiera hecho a cantaros por la satisfacción.
Su cabeza se recargo sobre mi pecho y, con un movimiento que pensé había quedado en el olvido, incliné mi rostro hacia sus cabellos. Inhalé su aroma, único, inmejorable, deleitante…
Cerré mis ojos y volví a suspirar. Bendita esencia tan tranquilizante…
Apreté más mis brazos entorno a ella y olvidé por completo todo lo que antes había pasado. No recordé ni un solo momento que no fuera aquel instante. Toda la soledad, la amargura, el dolor, la tristeza, no tuvieron lugar en mi corazón. Solamente estuvo ella, y la certeza de que estaba a mi lado y que, sin saber cómo ni por qué, de un momento a otro había comprendido que jamás le haría daño.
No, ya no. Ya mucho le había lastimado en el pasado. Y, cuando la perdí, esa había sido mi promesa: el jamás volverle a herir y, si para eso bastaba dejar me de despedazaran parte por parte, lo aceptaría gustoso y sin ninguna protesta. La razón de me existencia solamente se había extendido para esperarla y compensar lo que en un pasado no fui capaz de darle. La razón de mi existencia radicaba en el simple hecho de que, algún día, pudiera llegar a sentirla de nuevo junto a mí. Y ese día había llegado justamente hoy.
“Bella” – musité, rompiendo el cómodo silencio que entre nosotros se había formado.
Pasé lentamente mis manos por sus cabellos, volviendo a complacer mí tacto con lo suaves que eran y, pude sentir como ella suspiraba profundamente y apretaba su rostro mucho más hacia mi pecho.
De repente, con un pequeño sobresaltó, se alejó de mí. La miré en completo silencio y absoluta inmovilidad, con un miedo inmenso penetrando en mi alma. ¿Qué había hecho mal? ¿Qué había recordado ella? ¿Era acaso que todas mis suposiciones no eran ciertas y Bella no había renacido para amarme, si no, para hacerme pagar una condena que aún no terminaba?
Su mirada se centro en la mía. Había mucha confusión en sus pupilas al principio y, conforme los segundos transcurrieron, esa confusión fue reemplazada por un brillo de reconocimiento.
Me recordaba. Tal vez ella no lo sabía a ciencia cierta, pero había una parte en su interior que me reconocía. ¿O no? ¿Acaso era que yo así lo quería creer?...
Ese dilema me impidió hablar. Lo único que era capaz de hacer era esperar a que ella dijera algo, lo que fuera, cualquier palabra que me rescatara de aquella incertidumbre.
Habla, Bella, di algo… y, como si fuera ella la que pudiera leer las mentes, al fin articuló.
“Mi mamá. Ya es noche…”
“Oh. Lo siento, no es mi intención el que tengas problemas por mi culpa…”
“No” – interrumpió, de manera rápida – “No me importa lo que mi madre me diga… yo…” – paró de hablar por un momento y, tras bajar la vista y levantarla hacia mi dirección un par de veces continuas, agregó, con mejillas encantadoramente sonrojadas – “Me preocupa lo que puede llegar a levantar contra ti si…”
La volví a cubrir entre mis brazos. Fue un movimiento reflejo, provocado por la necesidad.
“Que me condenen al mismo centro del infierno si es necesario, no me interesa. Lo único que quiero es estar contigo” –
Un fuerte bramido se levantó entre el viento, provocando que, con un sobresalto, Bella y yo nos separamos. No necesité de mucho tiempo para darme cuenta de quién se trataba. ¡Maldición! ¿Cómo no pude percatarme antes?
“Jake” – susurró Bella al tener frente a nosotros al muchacho que, con su mente y mirada, me maldecían de todas las menaras posibles.
“¡Aléjate de ella, maldito chupa sangre!” – siseó y su rostro parecía diabólico a causa de la furia.
Rápidamente, cubrí a Bella con mi cuerpo al notar que la figura que teníamos al frente comenzaba a convulsionarse.
“¡Para!” – indiqué, tratando de controlarme para no acceder a lo que mi instinto me pedía e ir contra él para iniciar una batalla – “¡Tranquilízate!”
“¡No me digas lo que tengo que hacer!” – bramó – “Bella, ven” – pidió con voz suave, pero con la mirada furiosa puesta en mí.
Instintivamente moví mi cuerpo de manera para que éste cubriera completamente a la muchacha que estaba detrás de mí y levanté ligeramente mi brazo derecho, en una clara señal de que no la dejaría ir con él.
“¡Asquerosa sanguijuela! ¡Déjala ir!”
“No, Jacob” – repliqué, lo más calmado que pude – “Por favor, vete… no le pienso hacer daño a Bella”
“¡Mierda!” – exclamó y, a los pocos segundos, tuve frente a mí a un enorme lobo de pelaje rojizo.
Escuché detrás de mí el pequeño gemido de Bella mientras me agazapaba para atacar.
El licántropo se abalanzó contra mí con un movimiento ágil y rápido, los cuales esquivé ya que podía leer sus intenciones en la mente. El enorme lobo bramó de frustración y se volvió a lanzar contra mí, sin embargo, esta vez sus desplazamientos fueron más rápidos que su mente y logró tocar, con una de sus patas, el lado derecho de mi cuerpo, lanzándome contra la gruesa barda, la cual se rompió con el impacto
“¡Edward!” – escuché que susurró Bella.
Me levanté rápidamente y corrí de nuevo hacia él, que, a su vez, también ya se encontraba corriendo en mi dirección. Nuestros cuerpos se impactaron fuertemente, lanzándonos a ambos hacia atrás. Aproveché los dos segundos que tuve de ventaja a la hora de incorporarme y me lancé de nuevo hacia él. Tomé al enorme lobo por la espalda y, mientras le sujetaba fuertemente del cuello, abrí la boca para morderle
“¡No!” –
Su grito fue lo que me frenó instantáneamente. Giré mi rostro, aún sin soltar al lobo, y le vi… estaba preocupada por el perro que tenía atrapado.
– “No le hagas daño, por favor”
Fue una súplica. La más grande e infinita de las apelaciones…
Liberé al enorme perro de mis brazos, aún sin comprender muy bien, y dejé caer mis brazos a los costados. La enorme masa de pelo y músculo cayó al suelo, casi inconciente y emitiendo pequeños gruñidos. Bella corrió hacia él y, con voz desesperada le comenzó a llamar.
“¡Jake! ¡Jake! Contéstame…” – pedía con voz entrecortada – “¡Jake!”
“Bella…” – murmuré mientras me acercaba y, como si de un monstruo se tratara, levantó la mirada para frenar mis pasos con ésta
“Lo ibas a matar” – acusó, aún con sus ojos color chocolate mirándome de manera denunciante.
No pude negar lo que había hecho, por que así era. Yo estaba dispuesto, más que dispuesto, a matarlo y…
“Lo siento” – dije y, después, el sonido de unas sirenas se comenzaron a escuchar muy a lo lejos – “La policía viene en camino” – anuncié y pude escuchar como los latidos del corazón de Bella comenzaban a latir frenéticamente a causa del miedo.
Lo entendía, las peleas entre licántropos y vampiros estaban estrictamente prohibidas y castigadas y, en ese justo momento, ella estaba se encontraba en medio de una.
“Tienes que irte” – respingué al escucharla – “¡Tienes que irte!” – volvió a repetir – “¡Es más probable que te culpen a ti de dar inicio a esta pelea! ¡Además, recuerda que estas a mi lado, teniendo una orden que indica todo lo contrario!
“¿Y tú qué?” – pregunté – “No puedes quedarte con un hombre lobo inconciente en tu regazo…”
“No importa” – interrumpió – “¡Vete antes de que te miren! ¡Vete!”
“No” – dije, de manera rotunda – “No pienso dejarte sola”
“Te pueden matar…” – recordó y sus ojos se llenaron de lágrimas – “Sabes perfectamente que los de mi especie busca cualquier pretexto para condenar a la tuya. No quiero que nada te pase. ¡Vete!”
Tuve tantos deseos de decirle miles de cosas… Estaba preocupada por mí y no por lo que le pudiera pasar a ella. Bella mía, ¿Cuándo dejarías de ser tan poco egoísta?
“No” – volví a decir y, antes de que pudiera discutir, agregué – “Mejor ayúdame a despertar a tu amigo para que nos podamos marchar todos”
Fue una suerte que el lobo no estuviera del todo inconciente ya que, en cuanto terminé de hablar, comenzó a incorporarse en sus cuatro patas emitiendo aullidos que, supe yo, no eran del dolor físico, si no, más bien, emocional.
Había escuchado cada una de las palabras que Bella me había dicho y se sentía traicionado. Además de que, también, le enfurecía y le rasgaba el orgullo el que yo le hubiera ganado y que, solo por que Bella me lo había pedido, no lo había matado.
“Es hora de irnos” – dije – “Bella, ven conmigo, te llevaré a casa”
El perro volvió a gruñir, mostrándome los afilados dientes
“¡Primero muerto antes de permitir que vaya contigo, maldito animal!”
“Creo que tienes suficientes emociones por hoy, Jacob” – dije, de manera fría – “Recuerda que Bella está aquí y se verá igual o peor involucrada en todo esto si nos descubren”
A pesar de la enorme rabia que le carcomía y los deseos infinitos que tenía de matarme, el licántropo accedió y, con un fuerte y desgarrante bramido, dio media vuelta, no sin antes acribillarme con la mirada y con la mente, y comenzó a caminar.
“¡Jake!” – llamó Bella y sus patas frenaron al instante.
¿Qué quieres, Bella? Fue lo que pensó, aunque sabía que ella no le entendería.
“¿Estarás bien?” – preguntó la muchacha
Su mente quedó en blanco por un momento
Discúlpame…
Pidió, y la suplica se reflejó en la mirada, antes de echarse a correr. Bella se quedó plantada, mirando la dirección en la que la enorme figura rojiza se había perdido
“Bella, debemos de irnos” – recordé y ella pegó un respingo al escuchar mi voz.
Me observó fijamente por unos segundos y no supe interpretar qué sentimiento había en su mirada. A esas alturas, el sonido de las sirenas se escuchaba ya más cerca, a no más de un kilómetro de distancia. Alcancé mi mano para que la tomara. Ella la miró, con leve gesto de incredibilidad
“Vamos a tener que correr” – expliqué
Pude sentir como titubeó antes de aceptar subirse sobre mi espalda pero, cuando ya sus brazos y piernas enrollaron mi cuerpo, pude apreciar, por la forma en que estos se ajustaron a mí (Idénticamente a como lo había hecho en un pasado) que el miedo y la desconfianza se disiparon al instante.
Comencé a correr, ocultándome entre los callejones oscuros y, cuando faltaban pocas calles para llegar a su casa, me detuve. Esperé y la ayudé a que se bajara de mi espalda y, cuando supe que sus pies se encontraban ya en el suelo, di media vuelta para despedirme.
“Supongo que no me debe sorprender el que sepas donde vivo”
Se adelantó a decir y, antes de que pudiera contestarle, las sirenas y los helicópteros comenzaron a inundar parte de ese territorio
“Se han dado cuenta de que hubo una pelea” – murmuré, mientras la jalaba hacia una parte más oscura. Su corazón volvió a latir fuertemente – “No te preocupes” – intenté calmar – “Huimos a tiempo, pero ahora me tengo que ir” –
Levanté mi mano para rozar la suave piel de sus mejillas. El movimiento fue lento, por si quería rechazarlo, más no lo hizo, y las yemas de mis dedos se reconciliaron con aquel cálido contacto.
“Descansa” – dije, a modo de despedida, al mismo tiempo en que mi mano se alejaba de su rostro.
Mis ojos se dilataron en el momento en que ella impidió el movimiento, apretando una de sus manos contra la mía y acercándola de nuevo hacia su mejilla.
“¿Estarás bien?” – preguntó y aquella preocupación me supo deliciosa.
Llevé la otra mano y capturé, ente las dos, su fin semblante.
“No te preocupes. Estaré bien” – le aseguré. Mi mirada se clavó fijamente, por un segundo, en aquellos labios entreabiertos, los cuales se mostraban tentadores
Respiré profundamente y desvié mi vista hacia sus ojos para borrar aquel deseo, que no estaba dispuesto a obedecer en esos instantes
“Que tengas buena noche” – murmuré, al adquirir un poco de concentración y, después, salí corriendo de ahí.
***********************************************************************************
Por fiss mis Angeles dejen sus comentarios no sean malas
martes, 12 de enero de 2010
Renacer
Publicado por Angel of the dark en 11:57 2 comentarios
Etiquetas: Renacer
Suscribirse a:
Entradas (Atom)