Dark Chat

sábado, 22 de enero de 2011

Destellos de Oscuridad

Buenas noches mi angeles hermosos !! aqui les dejo un capitulo mas de este fic , por fiss dejenle muchos comentarios a nuestra querida escritora , y a leer mis nenas.
les mando mil besitos a todas
Angel of the dark

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Capítulo 13

Lazo de sangre

-Haré todo lo que quieras, Dominic, sólo regrésame a mi hermana –las palabras brotaron pegajosas, llenas de un sonido cortado, emocionado; Bella apenas podía respirar y la sola mención de Amy le provocaba una tortura.

-Debiste decir eso anteriormente, cuando yo no me encontraba tan molesto… Ya ves a lo que he llegado, secuestrar a una simple mortal…

-Por favor… no le hagas daño, te lo suplico.

-…Afortunadamente para ti –el continuó como si no la hubiera escuchado- ya te he perdonado. Ahora todo lo que tienes que hacer es obedecerme en todo lo que yo te diga y cuando esté seguro de que eres completamente mía, entonces liberaré a tu pequeña humana.

-Sí, sí, lo que tú quieras –dijo Bella, su voz ya casi no tenía voluntad, las palabras salían frías; sabía que, de ahora en adelante, todo lo que diría no sería más que por la voluntad de Dominic.

Entraba apenas una brisa, que se asemejaba más a una caricia triste en los pómulos de la vampiresa que algún consuelo perdido en el exterior. Era una habitación destrozada, la cama deshecha rebelaba la lucha y el olor metálico de la sangre subía hasta sus narices. Ella continuaba con el celular pegado a su oreja, la voz grave, sarcástica y satisfecha lograba propagarse poco a poco sobre la destrucción. De aquella escena, sólo se enmarcaba la mirada angustiada de Bella y sus labios temblorosos, que emanaban sonidos resignados, apoyados por asentimientos de cabeza, innecesarios y completamente sumisos. Se hizo un eco de podredumbre deprimente que se expandió con un último sí; Bella destrozó el aparato, ahogando la risa estridente de su manipulador y con la mano en el corazón, se lanzó por la ventana, para encontrarse con él y poder salvarla.

Jamás había experimentado el escozor de su propia sangre en su nariz, en su boca, hasta ese día que se encontraba tendida en el pasillo del hospital, pintando el piso blanco de un escarlata brillante, mientras sentía que toda la energía se le escapaba en un derramar cálido y constante. Quería que el techo se borrara de su visión y reemplazarla por el rostro de Emmett, aunque sabía que su rostro no se vería complacido como ella se lo imaginaba, sino cubierto en angustia… No tardaría en saberlo, no tardaría en llegar hasta ella; estaban unidos por un lazo tan fuerte que sería difícil que él no supiera dónde se encontraba, así como ella sentía su presencia y sabía que se encontraba bien. Eso era lo único que la alegraba, después de todo el dolor y de ese amargo sabor en los labios… el saber que estuvo a punto de traicionar a Bella y, por consiguiente, a muy poco de destrozar el corazón de su hermano. A pesar de todo, en verdad se arrepentía de aquel arrebato de debilidad.

Alice apenas tuvo tiempo de destruir al último vampiro, antes de correr por los pasillos hasta encontrarse con Jasper. Sus brazos lo rodearon, su respiración se relajó enormemente… Lo observó de pies a cabeza, buscando algún daño, mientras los ojos de él hacían lo mismo sobre su cuerpo, nunca se había sentido tan aliviada, ni tan tranquila como cuando sus labios se unieron a los de ella. Tenía que aceptarlo, había algo casi egoísta en la naturaleza de los vampiros que tenían compañeros; ella misma, al sentir el peligro no había hecho otra cosa que asegurarse que él, su otra mitad, estuviera completamente bien y, ahora que lo estaba, su corazón se abrió para preocuparse por su familia.

Por eso, cuando vio a Emmett pasar cerca de ellos, con la cara destrozada en una angustia asfixiante, su interior se colapsó, imaginando el sufrimiento de su hermano. Y el reflejo de su dolor la golpeó con mayor fuerza, cuando lo vio volver con el cuerpo de su amada goteando preciosa y brillante sangre de su abdomen. Lo escuchó llamar con voz rota ha Carlisle, mientras las rodillas de él se doblaban y chocaban con el suelo; tendió a Rosalie en el pasillo y le tomó la mano. Ella ya no abría los ojos.

Alice intentó calmarlo, pero no parecía escuchar a nadie y, cuando Jasper quiso tocarlo para transmitirle tranquilidad, él le mostró los colmillos y le impidió que se acercara.

-Ni siquiera lo intentes, no necesito de tú compasión.

Alice tomó del brazo a su compañero y lo alejó de su hermano, era mejor dejarle su espacio.

-Está sufriendo demasiado –soltó, con su rostro sin emoción.

-Lo sé –Alice acarició su cabello. Ella sabía que Emmett se estaba muriendo junto con Rosalie y, estaba segura, a pesar de que Jasper mantuviera su rostro sin expresión, que él también lo hacía; su habilidad le permitía sentir las emociones ajenas, aunque a veces él no quisiera experimentarlo.

Carlisle llegó pocos segundos después, envuelto en escombros y sangre seca que aún se lucía en su blanca y destrozada bata de hospital. Se acercó con un velo de dolor a Rosalie, pues para él y eso lo sabía con certeza Alice, ella y todos, eran como sus verdaderos hijos.

-Necesita tu sangre, mucha de ella.

-Pero no despierta –salió la voz desollada de Emmett.

Con cuidado, Carlisle le abrió los labios a Rosalie y le pidió a Emmett que se cortara la muñeca. Sin siquiera un segundo de vacilación, el vampiro encajó sus colmillos en sus venas y dejó que la sangre goteara entre la boca de su amada. Carlisle le hizo una señal para que se detuviera y él alejó su brazo un poco.

Los ojos de la vampiresa se abrieron y, a pesar de tener más próximo a ella a Carlisle, el primero que vio fue a su compañero. Una expresión de felicidad iluminó su rostro.

-Emmett necesito hablar con…

Pero él no la permitió continuar, sino que colocó su muñeca sobre sus labios, y la herida debía haberla vuelto hambrienta, porque Rosalie abrió los ojos desmesuradamente y sus colmillos se extendieron, enterrándose en la piel de su compañero.

Mientras se escuchaban los tragos de ella, Carlisle le rompió la parte baja de la blusa, revelando la cantidad de carne abierta, que se iba cerrando lentamente conforme la vampiresa bebía la sangre de Emmett.

Cuando la herida estuvo a muy poco de cerrarse, Carlisle los separó gentilmente, Emmett protestó, a pesar de verse algo cansado.

-Ella necesita…

-Ya no, su cuerpo hará el resto –le aseguró Carlisle-, y es mejor que descanses un poco, porque ella ha tomada demasiada sangre de ti.

Emmett asintió pero, a pesar de verse un poco agotado, no dejó de apretar la mano de Rosalie ni se movió de su lado.

-Gracias –le dijo ella, acariciando amorosamente su rostro.

-Te amo, Rose.

-Yo también –sonrió ella, antes de que sus ojos vagaran por toda la habitación-. ¿Dónde está Edward?

Como si lo hubiera invocado, el vampiro apareció ante ellos; otra vez Alice pudo ver la pérdida reflejada en los ojos de uno de sus hermanos.

-No la encuentro…

Cerca del centro de la ciudad, había una calle oscura, poco transitada por los humanos; como si hubiera sido olvidada por ellos, las casas eran viejas y con un alama de soledad que apenas se entraba en la calle, se sentía el abandono, pesado sobre el pecho. Ahora sólo se veía una silueta femenina caminando, buscando, desesperada alguna dirección. Por fin, sus ojos encontraron una casa enorme, con una puerta que la esperaba, abierta. Se adentró en la boca negra y se dejó envolver por el ambiente nocturno, mortífero… Sólo se podía apreciar las lenguas de luz plateadas, que emanaban de una boca lunar, adentrándose por la ventana.

Alguien tomó su mano y la besó.

-Otra vez junto a mí –ronroneó Dominic.

-¿Dónde está ella?

El vampiro le señaló una habitación y la condujo hasta la puerta. Por la rendija, se podían ver los cabellos dorados descansar sobre la almohada y, para alivio de Bella, se veía el pequeño pecho subir y bajar, acompañado por el dulce sonido de la respiración infantil.

Bella quiso entrar, pero la mano que la asía poderosamente se lo impidió. Los dos regresaron a la sala.

-Para que te permita verla, necesitas convencerme…

Bella se tragó su odio y su orgullo, enterrándolos y conteniéndolos para proteger a Amy.

-Te lo suplico…

-Me temo que las palabras ya no son suficientes.

Antes que ella pudiera preguntar qué más quería, él se acercó a ella y la besó. Bella cerró los ojos y apretó los puños, esperando, soportando…

Lo escuchó gruñir.

-Creo que si en verdad amas a esa pequeña mortal vas a tener que hacer algo mejor que eso.

Entonces se dio cuenta, había estado apretando los labios con ira. Intentó controlarse y cuando él volvió a posar su boca sobre la de ella, dejó que sus labios se abrieran e hizo un esfuerzo por corresponderle. Dominic soltó un gemido de victoria y metió las manos debajo de su blusa, recorriendo su espalda y su cintura.

-Mucho mejor –dijo intentando sonar indiferente y sin conseguirlo; su voz se había enronquecido y sus ojos ahora estaban completamente oscuros. Se relamió los labios-. Todo lo que hace falta es que te haga mi compañera…

No parecía poder soportarlo más, porque ni siquiera se permitió terminar cuando su lengua ya recorría el cuello de Bella. Sus colmillos se enterraron antes de que ella pudiera prepararse para soportarlo.

-Edward necesito decirte algo –suplicó Rosalie desde el suelo.

Pero él la ignoraba, sus ojos inspeccionaban las habitaciones y después de buscar por un rato, se dispuso a irse, haciendo caso omiso de todas las voces que le pedían que se quedase.

-Es como si ya no estuviera –dijo con voz hueca.

-¡Es sobre Bella! –gritó Rosalie.

-¿Sabes dónde está? –le preguntó él, una parte de su interior lo sabía, pero aún no quería aceptarlo…

-Primero escúchame, por favor –rogó ella.

Edward asintió.

-Dominic… él me pidió que lo ayudara a alejarla de ti…

Rosalie, algo débil, se interrumpió, pero fue un mal momento para hacerlo, porque el rostro de su hermano se cubrió de desprecio. Sus colmillos se extendieron.

-¿Qué hiciste?

Pero justo cuando salió ese rugido, otro emergió de la garganta de Emmett mientras se interponía entre su hermano y su compañera.

-Ni siquiera te atrevas a tocarla, Edward –gruñó.

Él estuvo a muy poco de protestar, pero la voz débil de Rosalie los interrumpió.

-¡No, Emmett! ¡Déjenme terminar! –logró exclamar.

Alice se acercó a Edward y colocó una de sus manos sobre su hombro.

-De acuerdo –soltó éste.

-Yo lo rechacé pero… -Rosalie se cubrió el rostro, algunos sollozos escaparon de sus labios- ¡Por un momento lo consideré…! ¡Lo siento, lo siento tanto! ¡Perdóname…!

-Eso no importa ahora –la interrumpió Edward-, sólo dime todo lo que te dijo Dominic…

Rosalie asintió, entre sollozos.

-Él sabía que era muy difícil acercarse a Bella porque tú y el lobo la cuidaban, pero dijo que si no lograba llevársela él mismo, iría tras la niña y haría que Bella fuera hasta él…

En este punto, la vampiresa no pudo continuar y Emmett la envolvió entre sus brazos, advirtiéndole a Edward con una mirada fulminante, que desistiera del interrogatorio.

Emily y Jacob llegaron en ese momento, angustiados. Ella lloraba profusamente y sólo detuvo sus gemidos para soltar unas débiles palabras:

-Amy no está…

El licántropo estaba furioso y en sus ojos brillaba una tristeza pura y sincera.

-Bella tampoco –completó por Emily, quien seguía ahogándose en sus lágrimas.

Edward soltó un rugido de dolor y de rabia.

-Dominic las tiene.

-Déjame verla –soltó Bella, su cabeza estaba inclinada hacia atrás, las manos de Dominic la sostenían y ella no podía más que soportar el odioso sonido de la succión y la sensación de ser vaciada poco a poco.

-Ya que termine –murmuró él separando sus labios y pasando su lengua por la herida.

Ella se estremeció cuando sintió que Dominic conducía su cabeza hacia la curva de su cuello. Sus labios hicieron contacto con la odiosa piel, no los abrió.

-Muérdeme –dijo él, en lo que parecía más una súplica que una orden.

Bella dudó, pero cuando las manos de Dominic se apretaron en sus caderas, supo que no tenía otra opción.

Y dejó que sus colmillos se extendieran y que la sangre entrara en su boca. Dominic soltó un suspiro y la acercó todo lo que pudo a su cuerpo. El cambio fue instantáneo, algo frío ligaba su interior al de él, ya no podría escapar…

-Quiero verla –le pidió al separarse.

Dominic acarició su cabello.

-Por supuesto.

Dejó que se alejara de él y entrara en la habitación, Bella estaba ansiosa y no se tranquilizó hasta que se sentó a un lado de su hermana, en la cama.

Amy se despertó y le sonrió, abrió sus brazos.

Bella la acercó a su pecho.

-Ya sé quien es tu otra mitad, Bella –le dijo la niña-, es el vampiro, sí, Edward, él te cuidará por mi…

Amy empezó a temblar, Bella se levantó.

-Todo va a estar bien, te llevaré a…

-Te quiero mucho, Bella.

Estaba pálida, fría… no había notado lo mal que se encontraba hasta ese momento…

Amy cerró los ojos y la mano que tenía aferrada al cuello de Bella, cayó, mortalmente pesada… Ya no se escuchaba su pequeño corazón en la habitación, ni la hermosa respiración…

-¡Despierta! –gritó y gritó hasta que ya no le quedó nada más, hasta que se dio cuenta que por más que lo hiciera no podría hacer que abriera los ojos.

-¿Qué ocurre?

Bella dejó el cuerpo de Amy en la cama y lo besó amorosamente en la frente. Después se volvió hacia la voz y hacia el vampiro que más odiaba… La ira bullía, insoportable, en su interior. Se acercó a Dominic, con toda la intención de herirlo pero, en lugar de ello, cayó de rodillas ante él. No podía hacerlo, algo se lo impedía…

-No puedes lastimar a tu compañero, nuestro lazo es muy fuerte –le sonrió él, respiró profundamente-. Era mejor así, mi amor, la niña nos estorbaría en un futuro…

-Te odio –rugió ella.

Dominic se inclinó y la tomó entre sus brazos, Bella ni siquiera pudo rechazarlo, algo le impedía a su cuerpo hacerlo.

-Pronto dejarás de hacerlo –le murmuró, antes de besar su cuello.