Dark Chat

viernes, 19 de noviembre de 2010

Phonography

CAP. 9 En tu cruz me clavaste




— ¿Tú qué? —balbuceo confundido Jacob cuando me vio hacer la maleta, se quedo en la mitad de la que hasta hacia un par de semanas era "nuestra" habitación sin poder creer lo que pasaba a su alrededor.

— Bella, espera —exclamó pasmado sujetándome por el brazo luego de unos minutos de consideración — ¿Qué demonios paso en Hawai? —me preguntó confuso por mi actitud, por mi repentino regreso, porque ahora estaba Rose esperándome abajo y yo haciendo mis maletas para irme y "dejarlo".

Tomé aire, lo que diría no era bueno, no había justificación, no iba a ser menos doloroso que lo que había vivido ya con Edward, bueno, tal vez esta vez me dolería menos a mí pero para Jake, para el hombre parado frente a mi con cara de interrogación iba a ser devastador. Hasta ahora yo era su novia incondicional, él me amaba a pesar de todo lo hacía y yo… pues yo había dejado de amarlo y hoy se enteraría no solo de eso, sino que mi traición tenía un fruto aunque esa confirmación fuera una ilusión más que una realidad. Mi sexto sentido me decía que ese hijo que yo llevaba en el vientre era del hombre que yo amaba lo cierto era que habían dos posibilidades, para mi desgracia ambas, de igual condición. Era un 50% a favor de Jake y un 50% a favor de — mi amante —.

Tomé aire, porque necesitaba reunir valor, un valor que no había tenido cuando todavía podría haberse evitado un desenlace como el que vendría a continuación. Sola, nadie más que yo, era la que se había metido en esta posición incomoda y lo afrontaría, tenía que hacerlo, era tiempo de asumir mis culpas, pagar por mis errores aunque ese precio fuera el más doloroso e injusto.

— Estoy embarazada —confesé y los ojos negros de Jake brillaron desconcertados. Su cuerpo tendió a alejarse unos cuantos centímetros de mí seguro producto de la sorpresa. El agarre que hasta ahora había tenido conmigo fuerte y firme se debilito, sentí como su mano cobriza dejo de jalarme con la misma intensidad que hasta unos segundos atrás.

— ¿¡Qué! —preguntó saliendo del transe causado y lo hizo con un hilo de voz.

—Yo… conocí a alguien —comencé y no tenía idea de cómo continuar.

Todavía no se me ocurría como podía explicar mi infidelidad. No tenía el ¿cómo? menos doloroso así que actúe por instinto. Mi madre siempre había dicho que en las conversaciones siempre es bueno partir por el comienzo y eso haría o al menos trataría aunque ya había comenzado por el final.

Miré como sus labios se separaron y seguro tenía mil y una interrogantes pero por la mirada que me estaba dando sabía que no podía escoger con cual arremeter primero. Le habían confesado lo impensable. A juzgar por la expresión de su rostro sabía que no podría darle una estocada mejor que esa. No había nada más doloroso que yo pudiera confesarle al hombre parado frente a mí distinto a un — Estoy embarazada —contrario a lo que creería cualquiera yo en verdad no quería continuar con el resto de la realidad.

¡Lo siento! ¡No fue mi intención!

Eran dos cosas que le grité sin que él se diera cuenta, la cobardía de exteriorizarlas me ganó. Enmudecí. No fui capaz de pedir perdón tan abiertamente y preferí guardar silencio. Que mejor que yo para saber en carne propia que se siente que te destrocen la ilusión y que te mancillen el corazón.

Yo misma estaba deshecha por el abandono que había sufrido hacía un par de horas y hoy seguía sintiéndome tan miserable como cuando le vi partir. No era necesario que Jacob me dijera nada, yo sabía a ciencia cierta como se sentía, esa pesadumbre que se instaló en su rostro la compartíamos ambos, él la sentía por mí y yo por Edward.

— ¿Cuándo? —fue el monosílabo que se sintió al cabo de unos minutos de tenso espera.

Apretó su mandíbula cuando lo dijo, incluso pude ver a través de su ropa como los músculos de su cuello, hombro y brazos también se habían endurecidos. Estaba rígido completamente entero frente a mí. ¡Éramos tan distintos!

— Hace un par de meses —confesé y entonces un bufido se sintió de sus labios. Su cuerpo se balanceó y noté como puso sus manos en la cintura.

Su expresión de sorpresa cambio a otra difícil de definir.

— ¿quién? —preguntó al segundo y entonces supe que en cierta medida él lo sospechaba, muy en el fondo, siempre lo había sospechado.

No hablé de inmediato y eso lo impaciento llevándolo a comportarse como cualquier hombre despechado. No podía reclamarle algo ¿Acaso yo no hubiera actuado igual si hubiera sido al revés?

— ¿Quién? —insistió con los dientes juntos y apretados mirándome directo a los ojos. Otra vez mi corazón se contrajo, de pronto no sentí mis piernas. ¡Cobarde! Me grito la conciencia.

¿Era necesario decirle el nombre?

— Eso… ¿Qué importa? —y no sabía si hacía bien o mal pero prefería que por ahora su odio se concentrara en mí, yo era la traidora.

— ¿Quién? —increpó y noté como su respiración se agitó producto de la rabia que ahora lo embargaba.

— ¿Acaso hace alguna diferencia que te lo diga? —contesté y volví a tomar lo que faltaba por meter a mi maleta.

Tenía sobre la cama unas cuantas mudas de ropa, varias poleras, unos cuantos jeans, otros tantos objetos personales. No hice sin mirarlo y mientras recogía impaciente y asustada lo que faltaba mis ojos se humedecieron con temor. Sabía que debía controlarme y traté de hacerlo tomando aire pero era prácticamente imposible, mis dedos estaban entumecidos y temblaban. Si bien ahora yo no le amaba no podía negar que tantos años juntos los años me hacían sentir un aprecio, un cariño especial. Uno no tan profundo como es el amor pero afecto al final y al cabo. Me dolía verlo sufrir, me dolía haber sido tan egoísta e insensata pero ya era demasiado tarde. ¡No debes llorar! ¡No puedes llorar!

— ¡¿Quién! —gritó exaltado

— ¡Maldita sea! —intensificó la mirada

— ¡Dímelo! ¡Merezco saber! —reclamó

— ¡¿Quién?¡ —insistió desesperado.

Me quito la ropa que tenía entre las manos y cerró la maleta de un golpe seco. Me quede petrificada, en todo el tiempo que llevábamos juntos Jacob jamás había sido violento. No pude evitar sobresaltarme del susto que me infundieron sus ojos y su actitud, que si bien era justificada, igualmente estaba siendo excesiva y demasiado ruda.

— Jake… no te…. —fue todo lo que alcancé a decir porque me interrumpió.

— ¿Quién? —repitió y esta vez lo hizo a centímetros de mi rostro, con los dientes apretados de furia.

— ¿Para qué?, no tiene sentido —discrepé en un susurró ¿Haría algún tipo de diferencia saber con quién?

— Me lo debes, merezco saber con quien se revolcaba MI MUJER —espetó furioso.

No contesté.

— No juegues conmigo Bella, dime ¿Quién es? —y entonces perdió toda la compostura que yo le conocía y que aún tenía. Me sujetó por el brazo con fuerza — ¿Con quién te revolcabas? ¿Dime a quién si le aceptabas sus caricias? —exhortó con cierta brusquedad, sus ojos parecían salirse de sus orbitas, me intimido.

— Me lastimas —repliqué — Jake… por favor…—articule a duras penas tratando de soltarme de su apremió cosa que no logré.

— ¡Dime! —rebatió — ¡Maldita sea! ¡¿quién! —exigió en un gritó.

— Ya no importa —respondí suave.

— ¡Dímelo! — insistió zarandeándome y entonces asustada, lo solté.

— Edward —confesé en un murmullo.

Apenas escuchó el nombre de aquel que había logrado lo que él no me soltó. Yo miré hacía un costado evitando confrontarlo entonces un silencio se instauró entre nosotros, fue tan profundo aquel silencio que de pronto se me oprimió el corazón, me faltó el oxigeno y jure que caería allí en la mitad del suelo. Desesperada encaré su mirada, Jake permanecía en la misma posición que antes, su mandíbula estaba apretada y su mirada permanecía al frente, mirando hacía el vacío, era un hecho lo había sorprendido. En vano traté de justificarme sabía que él no me escucharía y que aquello no iba a remediar en nada el dolor que yo estaba causándole ahora, aún así lo intente.

— Jake… no me lo propuse… todo paso de repente, te juro que… no fue intencional, es solo que… —pero él no me observó ni siquiera se inmutó. En su semblante no había una gota de tristeza, su rostro tostado era confuso pero no estaba triste en lo absoluto sino más bien herido.

— ¿Sabe que estas embarazada? —preguntó pasando saliva y su mirada se desvió hasta encontrar la mía.

A pesar que su voz salió completamente clara e inmutada, podía ver en aquella mirada oscura que su cuerpo estaba allí junto a mí pero su mente en otro lugar muy distante… Jake probablemente estaba sorprendido pero por sobre todo desilusionado.

Tomé aire y aunque traté de acercarme él, se alejó instintivamente.

— Sí —confirmé en un aulló casi imperceptible.

— Supongo que te irás con él —comentó serio

— No

— ¿Qué? ¿Ahora que te dejo embarazada el muy canalla ya no te quiere? —replicó con ira.

— Es más complicado que eso —exclamé con pesar.

La canalla era yo que no tenía idea de quién era el padre y lo peor es que al igual que él, Jake no me creería sí se lo decía. Inspiré aire para evitar llorar.

— ¿Complicado? Logró lo que quería ¿No? No que es tan hombre bueno entonces que afronte sus "consecuencias" ¡Él muy imbécil! —reclamó al aire. Se quedo observándome unos minutos, su mirada era tan fuerte que me hizo desistir de sostener la mía. La bajé avergonzada. En realidad estaba buscando en mi mente las palabras justas para terminar de confesar la verdad. Aún me faltaba un pequeño pero gran punto — La Paternidad —y no tenía idea de cómo iba a decirlo.

— Me iré con Rose —y fue lo único que atiné a decirle.

Me acerque a la cama lentamente y tome la maleta. Camine lentamente hasta la puerta, contrario a todo esta vez no me detuvo. Cuando llegue a esa gran puerta blanca tomé el pomo para abrirla.

— No se quién es el padre —y sentí que otra vez mi pecho se contraría. Aguardé en silencio entonces cuando creí que no le importaba resignada tomé el impulso necesario para abrir la puerta entonces su mano tostada la cerró.

— ¿Yo podría ser el padre? ¿A que estas jugando Bella? —me preguntó más sereno pero igualmente dolido.

— La fecha —balbucee.

— ¿Qué fecha?

— El día que concebí a mi hijo —comencé y quise girarme para encararlo pero la vergüenza fue mayor — me acosté con los dos —exclamé.

— ¡Brillante! —espetó al segundo — ¿Cómo demonios no sabes quién es el padre? No creo que sea tan difícil saber quién fue el primero porque evidentemente alguno de los dos tuvo que ser el primero —exclamó sarcástico.

— No es tan simple —refuté

— Eres increíble Bella ¡Increíblemente estúpida! —gritó furioso — ¿Qué haremos ahora? ¿Dividirnos la paternidad? —preguntó con ironía.

— No —contesté sentí como brotaron lágrimas de la comisura de mis ojos.

Nos separaban unos cuantos pasos de distancia, la misma que él había puesto entre nuestros cuerpos, mis ojos se fueron automáticamente hacía la alfombra sin poder evitarlo y se quedaron allí por largos minutos.

No solo había destruido mi relación con Jake, no solo había destruido al hombre frente a mí sino que me había destruido a mi misma, yo había tenido poco respeto por todos pero por sobre todo por mí. No me sentía victoriosa por confesar que no tenía idea quién había logrado hacer que ocurriera la magia. Era verdad no tenía idea cual de los dos había logrado lo impensado, ¡lo que yo no me proponía! y como odiaba haberme involucrado en algo tan insano, en algo tan ¡estúpido!

— ¿Cómo se que no hay alguien más aparte de ese actor de pacotilla? ¿Cómo se que soy yo y no alguien más? —increpó y sus ojos se solidificaron como dos rocas negras y profundas, soltó un bufido cuando no le contesté — ¿Cómo estar seguro que no le engañaste también? Después de todo eres una experta mentirosa ¿No? —conjeturó sarcástico — ¿Tan difícil era mantener las piernas cerradas por "eso días" Bella —exclamó grosero logrando que alzara mi vista para encararlo.

— No es necesario que me ofendas —le respondí seria. Sentí un nudo en la garganta. Era cierto, yo lo había engañado pero no era necesario que me tratara así. Me miró.

— ¿Cómo quieres que te crea? —me preguntó — cuando solo fue UNA VEZ en todos estos ¡Malditos meses! —se defendió alzando la voz — ¡No soy tan estúpido cómo me crees! —gritó al aire si mirarme.

— Probablemente tienes razón pero aquel día tu insistencia fue a tal punto que no pude negarme como había estado haciéndolo durante todos los días anteriores —expliqué pero no esperé que refutará nada seguí con mi pequeño monologo — ¡Perdón por haberte complacido!… ¡perdón por no haber mantenido mis piernas cerradas!… ¡perdón por haberme dejado llevar! ¡Perdón por traicionarte! ¿contento? —espeté llorando de plano.

Me armé de valor y abrí la puerta. Corrí literalmente hasta la puerta de salida del departamento pero justo cuando iba a abrirla para irme me sujetó con fuerza impidiéndomelo.

— ¿dónde crees que vas? —me preguntó pero ya no estaba tan iracundo como hasta hace unos minutos

— Me voy o acaso no es evidente -sollocé.

— No te irás a ningún lado, a ninguno diferente a un hospital, necesito saber si ese hijo que llevas es mío —resolvió en un grito.

Se me contraría el estomago cada vez que miraba en algún escaparte ropa de bebe. Sentía como que todo me daba vueltas y lo peor me sentía sola. Terriblemente sola. Una lágrima traicionera rodó por mi mejilla pero la seque con disimulo.

— ¿Bella? —exclamó Rose sacándome de mis pensamientos

— Rosalie —le salude y se me volvió el cuerpo al alma.

Habíamos quedado de juntarnos a almorzar. Ella era la única que me había tendido una mano y si no fuera por ella probablemente no podría haber continuado con vida. Me hubiera sumido en una tristeza demasiado grande y no sabía que hubiera pasado. Con Edward las cosas iban de mal en peor, dos días después que volví de Hawai, muy temprano en la mañana había recibido su visita y tenido la primera y única conversación luego que aquel día me abandonará en aquel hospital.

— ¿Qué haces aquí? —le pregunté confundida.

— ¡Quiero esa prueba! —exigió y no se anduvo con rodeos, ni siquiera me saludo. Simplemente exigió algo que, también me había exigido Jacob en su oportunidad.

— No —contesté dispuesta a cerrar la puerta pero la sostuvo con fuerza. Esa respuesta había sido la misma que había obtenido Jake.

— ¡Tengo derecho a saber sí ese hijo es mío! —exclamó con vehemencia.

— ¿Acaso te harás cargo? —contraataque. Aún no entendía ese deseo tan machista de saber quién había prevalecido sobre quién. Porque no había otro motivo detrás de esa petición, no les interesaba sí era realmente suyo.

— Sí es mío por supuesto o ¿Quieres que también me haga cargo del problema de otro? —refutó con ironía

— No necesito ni de ti ni de él —aclaré y esta vez sí logré cerrarle la puerta en las narices.

— ¡Sabre si ese hijo es mío por las buenas o por las malas Bella! ¡Eso te lo aseguro! —gritó golpeando la puerta.

Después de aquella discusión no había tenido noticias de él y eso me entristecía. Podía entenderlo, en mi infinito amor podía entender lo dolido que estaba. Sin embargo, no podía entender que me obligarán a satisfacer una curiosidad arriesgando la vida de alguien inocente. ¿Qué sucedía si complacía a los "supuestos padres" y a cambio mi hijo moría? ¿No había cometido ya suficientes errores para sumar otro por mero capricho?

Suspiré y entonces Rosalie se dio cuenta de mi batalla interior.

— ¿Bella que sucede? —me preguntó tomando mis manos

— Nada —respondí tratando de fingir.

— Vamos ¿Qué no soy tu amiga? —me preguntó con dulzura.

— Ed… —comencé a decir y me corregí — Ellos quieren que me haga el test de paternidad —solté en un suspiró.

— ¿Tú no quieres? —preguntó con sutileza.

— No es eso, lo que pasa es que recién tengo once semanas y media sin contar que tuve un intento de aborto, entonces no es aconsejable… ya lo pregunte —expliqué.

— Pues entonces no te tortures —aconsejó.

— No solo ellos quieren saber, yo también. Esta angustia me tiene mal, sueño todos los días y pronto será peor… tendremos que volver a estar juntos —exclamé recordando que en un par de días tendría que volver al "trabajo" junto a él.

— Lo sé —me dijo estrechándome entre sus brazos.

Al mal paso no demorarlo. Esa era y seguía siendo mi filosofía. Sí decía que no estaba asustada sería una garrafal mentira. Me sudaban las manos y me temblaban sin control.

— No es aconsejable —objetó el médico en cuanto yo le pedí que me practicará el dichoso test pero estaba tan decidida que ya nadie me haría cambiar de opinión.

— Lo sé pero aún así quiero hacerlo —necesito hacerlo pensé.

Marque el número de teléfono que antes era mío. Esperé que contestara el teléfono, dio varios ring hasta que finalmente y cuando creí que no estaba en casa contesto. Su voz adormilada lo delató.

— ¿Bueno? —tomé valor para hablar.

— Necesito que vayas al hospital universitario, necesitan una muestra de tu ADN —exclamé.

— ¿Te harás el test? —preguntó incrédulo.

— Mañana —confirmé

— ¿A que hora debo estar? —su voz sonaba distante.

— A cualquier hora, no es necesario que lo hagamos juntos… solo tomarán una muestra de tu ADN —expliqué y nos embargó un silencio finalmente fue él quien habló.

— Bien, entonces mañana estaré allá —exclamó.

— Gracias —finalmente dije ¿Debía decirle algo más?, dudé — Jake… —me callé. En realidad no sabía que decirle o si debía decirle algo más… a este punto las palabras parecían sobrar.

— Nos vemos mañana Bella, buenas noches —se despidió cortes pero distante. No alcance a decir nada más lo siguiente que sentí fue el sonido característico del teléfono siendo cortado.

Me sentaron en esa incomoda camilla, la habitación estaba totalmente iluminado de paredes blancas impolutas, no había ni un solo cuadro. Solo había un reloj en la mitad que anunciaba el paso de los minutos de manera irrebatible. Me dedique a observar el transcurso de los largos segundos que tuve que esperar por el especialista que tomaría la muestra. Vestida con una bata completamente desnuda estaba allí vulnerable por segunda vez. La primera había sido justamente cuando me había enterado de su existencia. No pude evitar llevarme la mano a mi para nada abultado vientre. Aún no se notaba, tenía tan solo dos meses. Era imperceptible pero tan presente que me sonreí. Las nauseas no habían mejorado, y el sueño ¡Uf! Eso era lo más marcado de su existencia, apenas podía mantenerme en pie por las mañana… mi pequeño y gran milagro se había apoderado por completo de mí. Me sonreí pero esta sonrisa se apagó cuando la puerta se abrió. Un señor vestido completamente de blanco entró. Me miró gentil y se acercó. Encima de la mesa se encontraba mi ficha clínica la que observó por unos instantes…

— ¿Cuándo se tomará la muestra del presunto padre? —me preguntó girándose hacía mí.

— Hoy, quedo en venir hoy —respondí

— Bien, no dolerá solo sentirá una incomodidad… necesito que este muy relajada…—anunció.

El examen en sí no fue nada. Estaba todo perfecto hasta que salí de la consulta. Allí al salir me encontré con quien menos quería. Estaba Jake firmando unos papeles, no me vio puesto que yo estaba detrás de él. La enfermera del mesón estaba dándole unas indicaciones, luego le entregó un folleto explicativo y entonces se giró. Yo estaba petrificada en la puerta de salida. Sentí como un vacío se apoderaba de mí, mi garganta se puso amarga y las nauseas aparecieron en gloría y majestad.

— ¿Se encuentra usted bien? —me preguntó la enfermera que venía detrás de mí.

— Estoy bien —respondí y entonces su mirada negra se encontró con la mía.

No nos dijimos nada, simplemente me contempló a la distancia. Entonces otra enfermera le llamó. Lentamente se acercó hasta mí.

— Me tomarán la muestra —anunció con la voz ronca

— Lo sé, ya me la tomaron a mí —contesté.

— No creo que demore tanto, si quieres… —miró a todos lados — puedes esperarme y te llevaré a tu casa —me dijo amable pero evitó mirarme directamente.

— Rosalie vendrá por mí, no es necesario gracias —contesté

— ¿Él no vendrá? —preguntó de repente.

— No —contesté y sentí como mi corazón se oprimió.

— Sí el bebe es mío… —comenzó a decir pero su voz se apagó.

— No estás obligado a nada —le aclaré.

Entonces cuando iba a decirme algo la enfermera insistió.

— ¿Jacob Black?

— Sí soy yo —habló él mirándola.

— Pase por aquí por favor —y le mostró la entrada.

Nos miramos pero finalmente él tuvo que entrar. Ese día Rose llegó al cabo de unos minutos a buscarme. Me fui y creo que era mejor así.

— siento haberme demorado pero tú sabes las pruebas de vestuario

— Lo sé —balbucee. Aún con la vista al frente, el automóvil se detuvo en un semáforo en rojo.

— ¿Cuándo tendrás los resultados?

— El viernes —respondí melancólica.

Por fin el viernes sabría quien era el padre de mi bebe. Por fin se acabaría este calvario tan grande de sentirme una cualquiera. Acabaría con la agonía para bien o para mal. Aunque sospechaba que iba a ser para mal, de todas formas, con ambos las cosas estaban agonizando por no decir muertas.

— ¿Se lo dirás? —inquirió otra vez y entonces supe que no hablaba de Jake. Él lo sabría sin que yo se lo dijera.

— ¿Marcaría la diferencia en algo?

— Perdió la sonrisa que lo caracterizaba… Bella, él ya no es el mismo… creo que en verdad esta arrepentido… —comentó en un suspiró volteando su mirada hacía mí.

Quise preguntar pero no lo hice. Guardé silencio sin embargo Rosalie leyó mis deseos. Sonrió mientras volvía a poner en marcha el vehiculo.

— Lo vi hoy… de hecho, hablamos… —agregó.

— ¿Sobre? —la pregunta salió involuntariamente de mis labios. Me retracté en el preciso instante que noté el brillo suspicaz en los ojos de mi amiga.

— Digamos que quiso saber de ti pero lo disimulo con un repentino interés en mi departamento —rompió a reír.

— Sabes hoy, por casualidad, alcance a ver tu vestido de novia —exclamó resuelta giré mi rostro deformado a mirarla.

— ¿Perdón? —cuestioné sin habla… ella rió.

— Bueno, el vestido que usará tu personaje… Edward lo estaba admirando… y se veía demasiado ilusionado para ser utilería

— Estas equivocada… Edward jamás querría casarse conmigo… mucho menos sí… —refuté angustiada.

— ¿Y sí es de él, te casarías si él te lo pidiera? —me preguntó Rosalie. Y entonces me afligí.

¿Podríamos volver a como éramos antes?

La semana transcurrió sin mayores problemas hasta que, llegó el día. Se me apretó el estomago, sentía como millones de mariposas revoloteaban en mi interior, una angustia se apoderó de mí cuando llegué al mesón.

— ¿Puedo ayudarla?

— Vengo a buscar un resultado

— Apellido por favor

— Swan, Isabella Swan

Exclamé y la enfermera rebuscó entre los millones de sobres que tenía. Los minutos parecieron eternos hasta que finalmente sacó la flamante verdad. La enfermera digitó algo en la pantalla antes de entregarme el sobre. Iba a tomarlo cuando ella me previno.

— ¿Le entregó a usted todos los resultados o vendrán ellos de manera personal? —me preguntó y entonces me sorprendí.

— ¿Ellos? —cuestioné dudosa.

— Los presuntos padres —corrigió y que hablará en plural me aterró.

— Disculpe pero no la entiendo —y era verdad. ¿Edward? ¿Cómo se había enterado?

— Aparecen tres pacientes bajo el mismo resultado —me explicó y pasé saliva.

— ¿Tres? —y el cuestionamiento fue demasiado alto, atraje la atención de un par de personas a mi alrededor. Me sonrojé.

— El Sr. Cullen se tomó la muestra recién ayer por la mañana pero de igual manera pudo compararse con las otras sobre todo porque ya había arrojado un negativo —explicó y entonces desesperada al escuchar "negativo" abrí el sobre sin más.

Deslicé mis ojos por sobre las líneas hasta dar con el resultado — concluyentemente positivo para la muestra número dos… certeza de un 97%: Edward Cullen —y quede sin respiración.

Llegue de vuelta al departamento como un zombie. Tenía una sonrisa extraña en el rostro, por primera vez estaba descansando, ya no sentía esa angustia tan fuerte pero aún así mi corazón no estaba tranquilo. Él era el padre de mi bebe… Mi pequeño era hijo del hombre al cual yo amaba… entonces cuando me percaté de las consecuencias de aquello respiré apesadumbrada.

¿Edward me querría ahora?