Dark Chat

sábado, 18 de diciembre de 2010

Phonography

Cap.12 Demasiado enamorada de ti


Sí pensaba que él había sido el único que había tenido que contenerse estaba equivocado las ganas me mataban y saber que no podía hacerlo había sido peor, sumado a las hormonas, los cambios de animo que parecían latigazos era como el síndrome premenstrual acumulado y sobredimensionado en mala pero para mi suerte y la de él todo había acabado ya.

Abrí mis ojos y estaba pegado a mi cuerpo con su mano rodeando mi cintura y apretando mi vientre que había vuelto a ser plano otra vez. Y como había cambiado mi vida, parecía que tenía un reloj automático afinado desgarradoramente puntual, eran exactamente las cinco de la madrugada y yo tan lucida como si fueran las once del día, lo que me sorprendía hace exactamente nueve meses antes las sabanas no me abandonaban hasta pasadas la una de la tarde. Me giré para quedar frente a su rostro tratando de no despertarlo y lo contemple brevemente porque había alguien que reclamaría mi presencia en cuestión de segundos. Apague el monitor para bebes sobre la mesa de noche y camine hasta la pieza de nuestro hijo que estaba a continuación de la nuestra.

Aunque los primeros días no habían sido del todo buenos ni para él ni para mí, esto de ser madre era más complicado de lo que me había imaginado, ahora extrañamente las cosas funcionaban como de maravilla casi con la precisión de un reloj suizo. No podía negar que el cambio había sido del cielo a la tierra, de andar preocupada de otras cosas que tenían que ver conmigo misma a estar preocupada por otra personita era la sensación más intimidante pero a la vez la más sobrecogedora de toda esta experiencia.

Contemplar las facciones de mi pequeño hijo durmiendo pacíficamente me hacía olvidar tantas cosas que había pasado mientra estaba embarazada incluyendo algunas que en circunstancias normales no las hubiera dejado pasar. Aún estaba intrigada de cómo Edward había sobrevivido tantos meses sin sexo y al principio me martirice pensando en que me había engañado ahora simplemente era incapaz de poder tener un sentimiento de rencor o sospecha con el padre de mi pequeño milagro.

Lo saque de la cuna y era un rito hermoso, aún no entendía como algunas mujeres reniegan tanto de amamantar a sus hijos cuando es la conexión más pura y perfecta que alguien pueda alguna vez establecer. Estuve así al menos una hora contemplando a mi pequeño hijo, acariciando su piel suave y sus finos y rubios cabellos.

Miré el amanecer desde el ventanal sosteniéndolo entre mis brazos y cuando apuntaron los primeros y tímidos rayos de sol me decidí a volverlo a la cuna. Hoy sería un largo y maratónico día, no solo para él sino para mí.

Entre devuelta a nuestra habitación y Edward aún dormía, iban a ser las siete de la mañana. Su rostro tranquilo y pacifico se contrastaban con la ansiedad que había notado antes, lo que me hizo volver a cuestionarme algo que había decidido esconder en lo más oculto de mi corazón, trate de ahogar las sospechas corriendo un mechón de su rostro — él no hubiera sido capaz —me dije a mi misma, yo también había sufrido el stress de mis hormonas maternales cuyos efectos habían magnificado mis deseos libidinosos durante la época del embarazo, el Dr. Mason sin querer durante esos meses se había transformado en mi enemigo publico numero uno.

Me acerque lentamente a su cuello y aún se sentía la esencia de su perfume impregnado en sus poros. Lo que me despertó el deseo por sentirlo de una manera más intima; sin poder controlarme roce mis labios contra su piel para suavemente despertarlo mientras lo besaba.

Me tomó desprevenida su respuesta, estaba casi completamente lucido y dejándose llevar, esto debía ser efecto de algo — tal vez un sueño mojado —aventuré riéndome. Me sujeto contra su cuerpo y me aprisiono con sus brazos creando una prisión exquisitamente tentadora.

— ¿Qué es lo tan divertido? —me preguntó abriendo sus ojos, esa mirada cautivante de niño inocente me dejo sin habla. Otra vez estaba perdida en aquel mar esmeralda tan basto y condenadamente sexy. Lo besé nuevamente mientras me subía completamente a la cama, me senté ahorcajadas y acomodé mi pelo detrás de la oreja.

— Esta durmiendo profundamente —exclamé cambiando de tema, enarque una ceja sugerente y sus ojos se iluminaron. Con suerte tendríamos tal vez tres horas sin que se despertara y reclamará atención nuevamente. Los minutos eran escasos ahora así que sin perder tiempo me tumbo contra la cama y enterró sus labios en mi cuello besándome hasta la base de este.

Sentí sus manos deslizarse por mi cintura avanzando hacía mis pechos, cerré los ojos ante sus caricias y como había echado de menos que sus manos recorrieran mi piel. Abrí mis ojos acercándome a su rostro para besarlo y transmitirle todo ese amor tan grande que estaba sintiendo en ese momento. Jugué con sus cabellos mientras nos besábamos, sus labios tersos y húmedos se movían hábilmente en el interior de mi boca, deslice lentamente mis manos por su cuello acariciándolo mientras el beso se volvía desenfrenado a tal extremo que me dejo sin aire.

De pronto mi respiración se hizo más rápida y errática en ese minuto sentí sus dedos recorrer mi espalda con una precisión macabra apretando aquellas partes que me volvían loca, estaba logrando excitarme en cuestión de segundos. Mi temperatura comenzó a elevarse y por primera vez desde hacía un mes y medio estaba volviendo a ser la mujer y no la madre. Con sus caricias estaba logrando que mi mente dejara de estar fija en la aprehensión que me había inundado desde que ese pequeño ser había nacido, ya no tenía la ansiedad por saber si estaba respirando, si estaba despierto o si tenía frió. Literalmente estaba pérdida en sus caricias, absorta en su cuerpo y en las sensaciones que estaba logrando hacerme sentir.

Sentí que suavemente se alzo de la cama y puso su cuerpo sobre el mío, mis piernas se abrieron automáticamente para calzar perfectamente como dos piezas hechas para esto. Sus labios tibios bajaron por mi hombro dando pequeños besos hasta trazar un camino por entre mis pechos para llegar al comienzo de mi estomago. De allí sentir la punta de su lengua acariciar la piel expuesta de mi vientre y detenerse sensualmente en mis caderas. La tibieza de su halito contra mi piel me hizo estremecerme, eran pequeños choques de corrientes cuando Edward exhalaba su respiración tibia donde recién había dejado húmedo que me hacía contraerme. Una sonrisa que no pude evitar se dibujo en mi cara al sentirlo tirar de la parte inferior de mi pijama luchando por sacarlo y dejarme desnuda sobre la sabanas.

Se cernió nuevamente sobre mí y comencé a acariciar su espalda mientras sentía como me acariciaba mis pechos desnudos mientras jugaba con el lóbulo de mi oreja lamiéndolo levemente. Comencé a jadear al sentir su cuerpo ardiente sobre el mío, quería sentirlo en mi interior, su piel estaba ardiente lo que me excitó como nunca antes.

Casi como una invitación apreté mis piernas alrededor de su cintura y ayudada por las manos tironee de su pantalón para que su masculinidad se liberara. Cuando finalmente entro en mi cuerpo apreté sus abrazos ante el dolor placentero que estaba sintiendo y que tanto había extrañado. Mientras lo sentía entrar y salir deslice mis dedos por su espalda acariciándolo y él coloco sus manos apoyadas en la cama para ayudarse mientras sus movimientos se hacían más rápidos pero exquisitamente celestiales. Tal vez por mi deseo contenido o por las hormonas que aún estaba alteradas llegue primero al orgasmo pero fue exquisito mirar las facciones de su rostro mientras me besaba con fuerza conteniendo el gemido cuando finalmente lo hizo él.

— Te amo Bella —susurró entre cortado mientras yo aún trataba de controlar mi ritmo cardiaco comprobando que nunca me cansaría de hacer el amor con él.

Cuando llegamos no había tantos periodistas pero me intimidó que hubiera tantos fotógrafos a la salida de la clínica donde había llevado a nuestro hijo a control. Tape su rostro y lo que menos quería era una fotografía de él como portada en alguna revista. Para mi suerte la madre de Edward me había acompañado, y sujeto la puerta mientras emprendíamos el rumbo devuelta al vehiculo y agradecí que ella estuviera hoy aquí sino creo que no hubiera podido lidiar con toda la parafernalia que estaba produciéndose frente a mí. Los flashes no dejaron de esperarse y todos gritaban cosas sin sentido poniéndome nerviosa. Desde que se había sabido que estaba embarazada y que él era el padre las cosas se habían salido un poco de control y el acoso se había magnificado notablemente pero nunca me había imaginado que a este extremo. Estaba a punto de llegar al vehiculo cuando uno de los periodistas me ataco directamente con una pregunta que me dejo helada.

— ¿Piensas perdonarlo? —y me voltee a mirarlo confundida. ¿A quién?, me pregunte aun observándonos anonadada.

— Disculpa no te entiendo —le contesté y no se por qué un presentimiento me embargó.

— ¿Te pregunté si piensas perdonar su infidelidad? —agrego y el aliento se me escapó por los labios — infidelidad —era la palabra que se repetía una y otra vez en mi mente. La madre de Edward me trajo de regreso a la tierra cuando me sujeto de un brazo para sacarme de encima al periodista.

— Vamos cariño no le hagas caso —exclamó pero el periodista insistió

— Parece que el destino te esta devolviendo la mano —agrego divertido y me paso una revista.

Era una secuencia de fotografías que partían con él bajando de su auto en un estacionamiento, entrando a un hotel y subiendo en el ascensor, hasta cuando había salido despidiéndose en el estacionamiento de una muchacha a la que estaba besando. Mis ojos se abrieron como plato cuando en la fotografía siguiente se enfocaba muy claramente de quién se trataba.

— ¿es tu asistente no? —preguntó aguijón y yo alce mi vista.

En ese minuto la madre de Edward se interpuso y me quito al niño de los brazos poniéndolo en la silla y luego me hizo entrar al automóvil, yo aún seguía en shock con la revista en la mano. El ruido de la puerta al cerrarse me hizo entender que esto estaba pasando realmente y no era un mal sueño. Yo aún tenía la vista perdida en las fotografías y ahora todo encajaba.

Las contantes salidas de Ángela y las coincidentes desapariciones de él sumado a su repentino cambio de humor y aparente felicidad.

— Yo no lo críe así —comento su madre furiosa y después de eso todo el trayecto fue en silencio. Leí el reportaje completo y se me apretó el estomago cuando me di cuenta que ese engaño no había sido solo una vez sino que se había mantenido durante el tiempo ¿Todavía me engañaría?, fue la pregunta que no pude no hacerme recordando que habíamos tenido relaciones intimas por la mañana. Me baje del automóvil pensando en como iba a enfrentarla a ella que de seguro estaba en la casa.

— Edward me va a oír —murmuró su madre tomando el celular apenas miró las fotografías de la revista. La verdad no quería entrar ni siquiera quería pensar, tampoco sabía como reaccionar técnicamente él no había cometido un pecado, nuestros lazos no eran legales sino más bien afectivos y si estábamos juntos era porque ambos queríamos.

¿En que minuto dejo de querer?, me pregunté y al mirar a mi hijo dormido en mis brazos me di cuenta que estaba conmigo por una responsabilidad más que por un sentimiento.

Entre a la casa por inercia y subí las escaleras lentamente mientras sentía que en parte mi corazón se estaba congelando. Con él había sido distinto todo había partido como un juego, uno excitante y divertido que había cambiado radicalmente a una metida de patas con consecuencias que respiraban. Pero no había sido yo la que había dicho "te amo" en primer lugar pensé tratando de buscarle una justificación. Sentí unos pasos presurosos y mi corazón se acelero ante la posibilidad que fuera él, cuando sentí que se abrió la puerta enterré mi rostro contra mi hijo y era demasiado enfrentarlo ¿tenía moral para reclamar algo que yo misma había hecho con él en su oportunidad?

— Bella yo… —balbuceo nerviosa y cuando me di cuenta que era ella. Mi corazón se calmo.

— No quiero —le dije interrumpiéndola —saber cuándo, ni cómo, ni los por qué, no me interesan —le dije fríamente mientras me volteaba a mirarla. Bajo su vista avergonzada.

— No tengo moral para reprochar nada porque yo también lo hice en su oportunidad pero no significa que permita que te burles de mí en mi propia casa. Nuestra relación laboral se termino al igual que la necesidad de tener tus servicios al menos por mi parte —exclame decidida y sentía una doble pena en realidad le había tomado cariño y confianza. — Te haré llegar el resto de tus honorarios. Buenos días Ángela —finalice dándole la espalda. En ese minuto la puerta se volvió a abrir y supe de quién se trataba por el comentario que no se reservo.

— Eres una desvergonzada —le gritó la madre de Edward y aunque yo ahora era la victima ese mismo comentario podría haberse aplicado cuando yo engañe a Jacob. — ¿Qué esperas una invitación para largarte de esta casa? Ya hiciste bastante daño, ¡fuera!. —agrego tomándola por el brazo para hacerla salir. Quise detenerla pero el orgullo pico más fuerte y finalmente no intervine.

Agradecí que al menos estuviera ella para encargarse de eso, porque la verdad aún estaba sorprendida y dudosa. Ensimismada en mis pensamientos de cómo enfrentarlo a él sentí a lo lejos que mi celular vibró y el estomago se me apretó de la ansiedad, no sabía si acercarme para contestarlo temiendo que fuera él finalmente me decidí y respiré poco aliviada cuando noté que era mi madre — ya lo sabe todo el mundo —reflexione y no era agradable que medio país se enterara de mis problemas afectivos.

— Espero que ahora si lo pongan en su lugar, él no te merece a ti ni a mi nieto —exclamó y parecía incluso más enojada que yo.

— Madre no necesito el sermón —le previne y trate de mantener la perspectiva. Ella estaba preocupada por mí y dolida porque me hubieran estado viendo la cara en mi propia casa.

— ¿Calma? ¿Estas drogada o qué? ¿Esta en la portada de una revista saliendo de un hotel con alguien que no eres tú y tu me pides calma? —grito aún más histérica y yo suspiré.

— Voy en este preciso momento para allá. Tú no te quedarás en esa casa ni un minuto más —anunció decidida. Me reí al constatar que mi madre siempre estaría allí cuando la necesitará pero en realidad no podía huir tenía que enfrentarlo. Y al mirar la fotografía que estaba, de nosotros, en la mesa de noche supe exactamente lo que le diría.

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