Dark Chat

martes, 11 de enero de 2011

Máscara de odio

Cap.22.Isabella Swan

- ¡BELLA!, ¡BELLA!-

Mi cabeza, sin fuerza en el cuello para ser sostenida cayó y se hundió en el agua no me importaba ya que hacía casi dos minutos antes que había dejado de respirar.

La hora de mi muerte había llegado.

Lo último que registro mi cabeza fue el sordo sonido de la puerta del piso de abajo al chocar contra la pared y luego mi nombre en un angustiado grito.

Pronunciado por la voz que no quería oír pero que ni siquiera en mis últimos momentos de vida era capaz de sacar de mi cerebro

La voz de mi propio infierno personal. Mi ejecutor. Mi verdugo.

Mi muerte.

Edward Cullen, irrumpiendo nuevamente en mi vida….para atormentarme.

¿Pero que podía ser peor que ese dolor que me consumía el alma?

¿Porque el hecho de notar que su voz estaba teñida de la misma desesperación de la que fui presa cuando él mismo me mando al diablo hacia que me sintiera casi amada, casi como si esta muerte no fuera la tortura que estaba siendo?

Pero no.

No había amor en mi vida, eso estaba más que comprobado. Sentía dolor en el pecho cada vez que me atrevía a intentar respirar, así que no lo hice, el dolor siguió en aumento, por lo que deduje que respirara o no allí se quedaría, no quería vivir, pero mi cuerpo, por voluntad propia, instinto de sobrevivencia, pensé irónicamente, quería salir a la superficie, pero no podía moverme con desesperación por que las pastas para el sueño habían hecho lo suyo, relajando cada parte de mi pero no mi sensibilidad a todo lo demás.

Morir ahogado era una cosa terrible… sentía que la cabeza me daba vueltas mientras el pecho parecía estarse destrozando…sentía frio. Mucho frio, pero era algo que había buscado voluntariamente.

Así que tenía que soportar todo en silencio.

La muerte.

El dolor en la cabeza, en los ojos, en los pulmones llenándose de agua con una última y profunda respiración, mi corazón también doloroso golpeando en mis oídos y mi pecho como si el si quisiera vivir y quisiera abandonar mi cuerpo para salir solo a flote…tanto como mi cuerpo….y la voz, la voz que creí que se encontraba solo en mi conciencia.

El no podía estar ahí…no tenía por qué estar ahí, como me había dicho millones de veces antes, todo había terminado.

Al menos para mí.

Grite en mi inconsciente rogando por que terminara pronto y tuviera que irme a donde sea que tuviera que ir. Al infierno. Al cielo. Al medio. Algún sitio.

Luego, de un momento para otro todo fue silencio.

Silencio absoluto, demoledor, y oscuridad, como en la peor de mis pesadillas, esperaba que por lo menos tuviera oportunidad de ver a mis ángeles una vez más antes de irme al que considere mi destino cuando entendí la gravedad de lo que había hecho… el infierno por lo que había hecho con mi propia vida.

En mi ingenuidad pensaba que Dios podría perdonar mi acto en pago por todo lo que había tenido que soportar, pero que incauta y crédula era. Eso era menos que posible.

Había enloquecido, eso era seguro.

Pero estar en el mundo de los vivos era una tortura demasiado poderosa como para soportarla y yo, que siempre había puesto la cara para todo en esto, me desvanecí cuando el último castigo cayó sobre mí.

Como si estuviera maldita había perdido lo último y único que me había importado de verdad desde que me separe de Edward. A mis hijos.

Que doloroso podía llegar a ser pensar en su nombre. Porque pensar en ese nombre en esos momentos solo me traía mas oscuridad. Más desesperanza y desolación.

Seguía dando pasos ciegos hacia donde estos me llevaran. Podía estar inconsciente, o Alice podía estarme enterrando en este momento.

¿Que mas daba?

Pasos y más pasos, ¿que más podía hacer?

Ah sí…

Dios…

No pedí por mí…a pesar de todo daba gracias por mi corta existencia, porque había vivido….

Había amado…

Y había muerto…aunque desde principio a fin todo hubiera sido una mentira.

Ore en silencio por la salvación de mis hijos, yo ya estaba condenada, creí estarlo desde el día en que nací. Mi madre no me quiso, me dejo abandonada, estuve a punto de morir bajo manos corruptas, Emmerald, mi primera y única amiga antes de Alice, también se fue, fui el juego de pasar de un hombre que fingió amarme y al final de todo me dejo también… y por ultimo mis hijos.

Querida Alice, espero que me perdones. Espero que no llegues a sufrir por que yo haya dejado de existir, eres una buena persona y te deseo lo mejor en la vida al lado de tu amor, Jasper.

Edward… espero que tengas la vida que siempre quisiste.

Espero que todos consigan la felicidad que a mí me fue negada.

La que me…robaste.

Jacob…. Que feliz hubiera podido ser con el si no hubiera caído en la trampa de Edward.

Cuan diferente hubiera sido todo si me hubiese inclinado un poco por él, no sería totalmente feliz, pero me habría evitado otra humillante decepción como la que tuve.

Una claridad invadió mi espacio personal haciéndome casi daño en los imaginarios ojos. En esta luz tampoco podía ver así que era casi lo mismo que seguir dando pasos en la oscuridad. Luego la claridad fue atenuándose y mis ojos intentaron enfocar en entorno.

Un mareo desconocido me invadió y me di cuenta de que ya no me encontraba de pie sino acostada. Mis ojos estaban abiertos solo a la mitad por lo que intuí que quien me viera desde fuera pensaría que estaba drogada o algo por el estilo, y la luz estaba sobre mí.

- está entrando en paro nuevamente…- murmuro alguien.

-¡CARGA A 200!- decía una voz desconocida y que se escuchaba como si estuviera a mil kilómetros de distancia. Luego sentí que algo parecido a la corriente me golpeaba en el pecho y se distribuía a todo mi cuerpo de manera casi uniforme pero rápidamente.

Un pitido se escuchaba parecido a cuando te encuentras viendo películas y el que está muriendo tiene el pulso muy débil.

-no responde doctor- el pulso sigue descendiendo, lo siento en mis oídos completamente saturados de agua…lo siento en mi cuerpo laxo y cayendo…cayendo…

-¡llame a terapia respiratoria enseguida! ¡La secuencia de reanimación continua…!- la voz estaba preocupada…

Luego esa voz se me hizo un poco más conocida, pero no podía recordar donde la había escuchado antes.

Sentí que alguien me manipulaba los brazos pero no podía sentir que estaba haciendo por que el cuerpo lo sentía y tenía adormecido. Un roce en mi brazo derecho y los ojos, por voluntad propia terminaron de cerrarse. No sabía si estaba respirando o no, no sabía si la sensación de que estaba viviendo todo desde fuera era real o no, no sabía nada…

Esperaba estar presenciando la reanimación de otra persona y no la mía, yo no podía sobrevivir a esto, no podía. Mi propósito debía ser cumplido quería morir y Dios no poda negarme esto. No después de todo por lo que había pasado.

Que no se escuche como un reclamo, pensé rápidamente. No tengo derecho a reclamar nada, pero lo pido Señor, por favor no dejes que me lleven de vuelta…si quedo viva…no podría soportarlo.

Y luego otra vez de pie otra vez. Caminando por el paisaje negro, sin nada que se atravesará y nada que ocurriera. Y luego luz, nuevamente. Solo que esta vez sí estaba de pie y lo que se visualizo ante mi fue un campo. Hermoso, debía admitirlo lleno de verdor y las plantas…

Algo parecido a un golpe volvió a pegarme en el pecho pero lo asocie vagamente a la emoción más que otra cosa, aunque aun así seguía preguntándome si, ya que había muerto, ¿porque tenía que tener emociones y sensaciones?

Era mi jardín, estaba en mi jardín…bueno, en realidad nunca fue mío, era el jardín de la madre de…

Edward… El jardín por el que vele y el que me trajo tanta alegría transitoria. Me acerque dando unos cuantos pasos solo para percatarme de que había alguien allí, alguien vestido de blanco. Enfoque mis ojos en medio de la luz que despedía cada flor de color hasta que pude distinguir formas de cuerpo. Era una mujer…Una niña.

Mire alrededor escuchando los sonidos naturales que rodeaban esta escena tan extraña, extraña por qué no sabía qué demonios hacia allí principalmente por que no veía ese jardín hace meses.

Lo que no reconocía tampoco era a la niña vestida de blanco. Me acerque más para tener una mejor perspectiva pero cuando ella se dio la vuelta y vi el rostro perlado de Emmerald casi me da un infarto, técnicamente ya que según lo que había escuchado, y si se trataba de mi, había tenido un paro cardiaco menos de diez minutos antes.

Di un paso hacia atrás y casi me caigo porque alargue demasiado las piernas para dar la zancada, cuando mire hacia abajo vi que mis piernas tenían menor longitud y…me toque el pecho y las caderas dándome cuenta de que tenía el mismo cuerpo que tenía cuando era de 13 años. Era como si hubiera retrocedido en el tiempo.

Bueno, esto si era algo loco. ¿Pero que mas daba?, sería mejor no hacer nada para saber a dónde me llevaría esto. Devolviéndome hacia donde Emmerald me miraba me acerque hasta quedar casi al lado de ella.

- mira Bella – rio ella señalando una flor particularmente blanca que crecía en medio de los rosales y la cual sobresalía por su color.

-Emmerald…- murmuro mi voz de niña, sin poder creer que me reunía con ella después de que había muerto…y menos con estos aspectos…- Emmerald…- no sabía que decirle, no sabía qué hacer, que preguntar.- ¿eres tú?- bueno, la pregunta era demasiado obvia…-

- Tonta Bella – rio ella otra vez poniéndose de pie lo cual también me sorprendió porque, aunque tenía el mismo aspecto que cuando la conocí su condición decía que no estaba enferma en absoluto como ese entonces. – ven aquí…tenemos mucho que hacer- Dio un par de saltos en mi dirección.

No sabía que decirle, como abordar el tema de nuestra muerte, tal vez ella se había quedado en el limbo y yo la seguía….Dios solo estoy pensando sandeces.

¿Debería decirle que ambas estábamos muertas?

- Emmerald- volví a decir sin poder contenerme – ¿qué hacemos aquí?-

La cara de ella cambio súbitamente a una de seriedad, como si le hubieran asestado un golpe invisible, pero no parecía enfadada conmigo, parecía absorta y muy decepcionada.

- no deberías estar aquí Bella. – murmuro luego de un momento.

- ¿por…que? – pregunte nuevamente sin entender y sintiéndome de pronto tan rechazada como hacía seis meses no me sentía.

- no deberías estar aquí….creí…te pedí que no volvieras atrás…que vivieras….que no volvieras a mirar cuando yo me iba… ¿y ahora estas aquí?- Lagrimas de cristal llovieron sobre los ojos de Emmerald y me sentí tan mal como si hubiera sido yo misma la que hubiese provocado su muerte.

Luego ella cambio súbitamente a como la última vez que la vi.

El dolor que me produjo ver el cambio de su porte saludable al casi moribundo fue algo tan aterrador que me obligue a caer de rodillas y taparme la cara con las manos mientras irrefrenables sollozos comenzaban a brotar de mi garganta y boca.

-lo siento, lo siento, lo siento – lloraba yo mientras entendía de repente lo que ella quería preguntarme de verdad y lo que en su voz parecía estar reclamándome… yo había tenido oportunidad de vivir….ella no. Había dejado el mundo involuntariamente y yo había aportado mi propia muerte.

Si, aunque lo sentía no me arrepentía, de mil amores le hubiera dado a Emmerald mi vida de haber sabido lo que me esperaba…

La mano de ella se poso en mi hombro de manera suave. Yo seguía llorando como la desalmada que era sin sentirme mal por mi sino por ella.

- no llores… has llorado lo suficiente en toda la vida…- dijo con esa voz, la misma voz con la que me dijo que me fuera de su lado y la dejara morir sola.

- pero…- valbucí sin poder contener un hipido infantil de sollozo.

Ella no dijo nada mas, dejo que llorara a mis anchas hasta que me sentí tan seca como una piedra. Luego me hizo levantar el rostro hacia ella.

-Ven…hay algo que debes ver. – dijo ella ofreciéndome la mano para levantarme.

Me puse de pie con la ayuda de ella, así enferma como se veía, venía a ayudarme, solo que aunque parecía enferma sus movimientos seguros y decididos atestiguaban otra cosa, esa era la única diferencia que podía notar.

Me apreté el estomago mientras los sollozos remitían de manera lenta. Se suponía que en la muerte el dolor se iba, pero el mío seguía allí, como si nada hubiera pasado, la tragedia de mi vida seguía atormentándome de la misma manera en que hubiera hecho si hubiese decidido quedarme viva. Seguí a Emmerald por donde me llevaba, sobre la extensión de jardín que conocía bien. Pasando por el mismo recodo donde Edward me había pedido que me casara con él, ahí donde había estado recibiendo su falso beso había otra rosa de color blanco.

No entendía ni esperaba que esas rosas representaran algún tipo de simbolismo, había dejado de creer en muchas cosas desde que había empezado mi lucha contra el mundo que me atacaba. Si, necesitaba ayuda… tenía demasiada autocompasión en mí pero…era algo inevitable.

Después de un rato y cuando estaba a punto de decirle a Emmerald que a dónde íbamos unas puertas blancas de materializaron de la nada, al lado de ellas había mas pasto, era como si estuvieran en medio del jardín pero postradas como si alguien debiera cruzarlas.

Ella las abrió y se puso a un lado para esperar que yo siguiera adelante.

Esto bien podía ser la engañosa entrada al infierno, o al purgatorio. No sabía qué hacer excepto seguir y confiar en alguien por primera vez después de meses. La última traición que podía llegar a soportar era la de Emmerald.

El escenario cambio en el mismo momento en que puse un pie cruzando la entrada blanca. Ahora me hallaba en el mismo baño en donde había perpetrado mi muerte y yo estaba ahí. Mi otra yo. La que parecía contemplar todo desde fuera como un espectador critico.

La mire impasible mientras tomaba una tras otra las pastillas, tomaba el cuchillo abría sus manos y con ellas sangrantes se perdía en el agua.

Luego todo fue bruma y mi visión se hizo borrosa.

Nuevamente aparecí en el jardín solo que esta vez había dos sillas y sentado en una de ellas estaba un hombre al que no conocía, de mediana edad, o eso decían sus rasgos, lo que no podía concordar con la treintena que podía ponerle era la larga y blanca barba que cubría la mitad de su rostro.

- Isabella Swan? - pregunto con voz profunda y de barítono

Asentí sin saber que mas hacer, escuche pasos detras de mí y me di cuenta de que Emmerald había entrado tras de mí y permanecía de pie esperando que me sentara.

Así lo hice mirando fijamente a la persona sentada frente a mí y perdiéndome en la sencillez que parecía emanar de cada poro de su tez.

- ¿que te trae por aquí? -

¿No lo sabía?, podía estar mintiendo. Moví mis manos nerviosamente sin saber exactamente qué contestar y con miles de pensamientos taladrando mi cerebro de manera profusa. El hombre volvió a hablar.

- no deberías estar aquí…tu vida no término en ese baño…-

-yo…. ¿morí?- pregunte sin saber exactamente que preguntar y sin saber qué respuesta esperar, deseando que fuera afirmativa, pero sospechando dolorosamente que no lo seria.

-no… dijo el hombre sonriendo- pero qué cantidad de deseos de muerte tienes en tu espalda muchacha…

- tengo…mis motivos- dije no muy segura.

- ah sí,- volvió a hablar el hombre, era la conversación más extraña que había iniciado hasta ese momento, moría por comenzar a vomitar las preguntas que comenzaban agolparse en mi cabeza.- y si…¿vivieras?- inquirió levantando una ceja de color blanco.

- no tengo nada por lo que vivir…yo… he perdido todo…- confesé con ese dolor en el pecho nuevamente como si me estuvieran dando ahí con una maza.

- es un sonido bastante incomodo el que traes consigo…- dijo el hombre sacudiendo la cabeza con incomodidad.

- ¿que quiere decir con eso?- pregunte sin entender y siguiendo la conversación sin siquiera preguntarle quien era.

- los sonidos de los que tratan de salvar tu vida.- en ese momento me miro tan fijamente a los ojos que sentí que podía leer desde los recodos de mi cerebro hasta las venas de mis pies y dedos.

Esa percepción si me hizo callarme y sentirme algo extraña, como si algo halara de mí en una dirección desconocida.

- no debes estar aquí – volvió a decir el hombre, repitiendo las palabras de Emmerald, mientras chasqueaba los dedos.

El patio volvió a dejar de existir, la oscuridad volvía a reinar, solo yo estaba iluminada... y luego el estaba de pìe y yo también y el estaba de pie al lado de un par de cunas de color blanco parecidas en muchas cosas a un sueño, una pesadilla que circundo mi cabeza una vez.

El horror volvió a hacer que retrocediera sin miramiento cuando él empezó a mecer a lo que sea que hubiese en cada cuna arropado con sendas cobijas.

Los bebes que tenía a su lado…que de repente se me antojaron tan parecidos a los míos, al menos como lo debieron ser si hubieran nacido bien.

Las lágrimas ahondaron mis ojos otra vez… ¿que era todo esto?

- pero…pero...- las palabras no salían, no salían por que no podía pronunciarlas, esto era demasiado extraño para ser cierto, y ni sabia si era cierto o no.

- no debes preocuparte. Ellos están bien Tu por el contrario…no debes estar aquí…- seguía diciendo eso y yo seguía perdiéndome más en la confusión.

-¿que es este sitio?- pude preguntar antes de ahogarme en la tristeza.

- es la o del mas o menos, el slash en la mitad de cada palabra, el espacio existente entre todo, el ni aquí ni allá…- por su tonada bien parecía que podía seguir definiendo con símiles qué era ese lugar en donde nos encontrábamos en ese momento.

- y… ¿que hago aquí? – la primera pregunta que debí hacer.

- francamente no lo sé…yo custodio las puertas blancas y tu…no puedes cruzarlas si llevas consigo esos sonidos…técnicamente estas viva y no puedes cruzar si lo estas…

No entendí ni papa, pero decidí echar atrás mis sollozos y preguntarle lo que me parecía más importante en esos momentos.

- esos…son mis…mis…- no pude pronunciar la última palabra.

-si…son unos bebes muy interesantes…te quieren aquí…pero al mismo tiempo quieres que vuelvas…

¿Qué?...no… ¿mis hijos también estaban rechazándome?...

- no…no lo están haciendo…- dijo leyendo mis intrincados pensamientos - pero debes volver porque….no mereces morir…-

Eso no lo sabía a ciencia cierta, pero no ahonde en el asunto, como había pensando antes, tenia cosas más importantes que atender….

- no…puedo quedarme con ellos?- pedí en voz baja

- no – negó el rotundamente - lo siento. Tú debes volver…

- no tengo a nadie…a nada…mis…amigos sabrán como superarme…- rogué apasionadamente comenzando a sentirme tan mareada como cuando estaba en la tina muriéndome

- nadie los menciono a ellos…tu estas destinada a una persona…y debes volver de inmediato o serás oficialmente declarada muerta y las consecuencias serán severas… te estamos dando la oportunidad de no ser parte de…el infierno…-

- espera por favor, ¡por favor!- rogué dando un paso hacia él, no se movió de su sitio – ¿quien eres? ¿Porque tienes a mis hijos?-

- no…recuerdo mi nombre, aunque muchos lo han preguntado…creo que nunca lo he dicho realmente. -

- todos lo saben e igual no lo puedes decir – murmuro Emmerald detrás de mí.

Me había olvidado olímpicamente de su presencia, pero me di la vuelta para mirarla y ella me miraba a mí.

-¿que hago?- le pregunte esperando que me diera una respuesta que fuera coherente…me volví hacia el "sin nombre" cuando Emmerald susurro detrás de mi…

-despedirte –

Repentinamente supe que debía volver, pero no entendía de donde salía tanto empeño si al fin y al cabo lo que había hecho era luchar para morir, ¿qué podía llevarme de vuelta a todo el sufrimiento que había vivido…?. Me acerque al "sin nombre" y me incline para quitarme un poco de estatura y poder mirar a los bebes.

Que hermosos eran…ambos de cabellos cobrizos como los de Edward….color de piel como la de Edward…

El de la derecha abrió los ojos y los fijo en mi…mis mismos ojos me devolvieron la mirada de manera inocente y trágica a la vez…las lagrimas seguían desbordando mis ojos mientras la pequeña manita se levantaba de esas mantas blancas y suavemente dibujaba el trazado de mi nariz.

-apresúrate - murmuro el "sin nombre", su voz me golpeo como un latigazo enorme.

- perdóname Samantha- susurre mientras la bañaba en mis lagrimas…- siento no haber sido más fuerte…haber sucumbido al deseo de muerte….perdóname…-

Samantha desapareció en cuanto murmure el ultimo perdóname, esta vez me volví hacia Samuel quien hizo exactamente el mismo movimiento que su hermana…solo que sus ojos, a diferencia de los de ella, manaban de color amarillo verde…tan parecidos, tan iguales a los de su padre….

Y desapareció…el sin nombre me miraba con compasión pero yo no necesitaba eso, deseaba desaparecer con ellos.

- Tu destino es vivir Bella. – dijo él mientras retrocedía…- encontraras que tu amor por tus hijos te ha salvado de una condena muy alta…ya te dije a donde irías si no regresabas…

No dije nada, la voz se me había ido y no sabía que hablar.

La luz se fue dejándome a oscuras. Solo se venía un pequeño cuadro de claridad al que corrí sin dudarlo esperando, por fin, conseguir el poco de paz que siempre quise….desde que nací.

Un sonido tenue, constante y bastante molesto penetro por mis orejas de modo claro y altamente doloroso.

Tenía los oídos sensibles y ese ruidito, como de pasos estaba haciendo lo suyo conmigo.

Intente abrir los ojos pero me resulto tan pesado que pase de la tarea a cambio de tratar de mover el resto de mi cuerpo. Mis manos no respondían como tampoco lo hacían mis piernas.

Intente forzar a mi memoria para lo que había ocurrido, pero no podía recordar nada que no fuera tener a un par de pateadores dentro de mi barriga…

Qué extraño…me sentía extrañamente vacía, sin peso como si…ellos ya no estuvieran allí, intente inhalar pero me di cuenta de que algo estaba obstruyendo la entrada de aire a mi garganta…aun así estaba respirando solo que con la cadencia equivocada….

Desesperadamente comencé a mover mis brazos y manos para tratar de sacarme esa cosa tan incómoda que estaba comenzando a ahogarme…mis manso seguían sin responder, mi cuerpo se movía, despaciosa y pesadamente pero se movía. El pitico insistente comenzó a sonar más rápido, como atestiguando mi desesperacion por respirar con normalidad. Seguí retorciéndome contra la cama esperando que la lasitud de mis miembros se resolviera antes de que el aparato que tenía en mi boca y garganta terminara por ahogarme. Apreté los ojos con fuerza preparándome físicamente para abrirlos y lo que estuviera frente a mi me diera la cara.

Abrí los ojos, pero estos se encontraban tan pesados como el resto de mi cuerpo, aunque seguía liviana.

Quise gritar por ayuda, pero lo que tenía en la garganta me hizo admitir que no podría pronunciar ni un suspiro. Decidí quedarme quieta mientras el tórax se me expandía sin voluntad llenando de aire mis pulmones sin yo ordenarlo. Que incomoda sensación de llenura, mis respiraciones, seguramente, no eran tan profundas.

Seguí quieta mientras la lasitud se iba tan lentamente como una tortuga con muletas, intente levantar mi mano para tocarme la panza y acariciar a mis hijos cuando algo parecido a una sensación de presentimiento me asalto.

No, la última vez que fui consiente estaba tan liviana como ahora, como si algo hubiera sido arrancado de mi ser sin más preámbulos.

¿Que era esa extraña sensación?

Ya basta con que algo más respire por mí. Volví a sacudirme sin pronunciar palabra, necesitaba respirar por mí misma.

- hay que sedarla- murmuro una voz que creía haber escuchado antes, como si conociera de algo al portador.

Forcé a mi memoria a conectarse con el pasado pero vagamente la podía asociar a algo que estaba en un hospital…un hospital…. ¿conocía yo este hospital?

Algo parecido a un piquete me "pico" en el pliegue del brazo derecho y la lasitud volvió por más que intente luchar con ella. Con ella llego la inconsciencia otra vez.

Risas, muchas risas de niños pequeños perlaban mis oídos, no sabía cuánto tiempo había pasado pero bien esperaba que no muchos…aun tenía que tocar a mis hijos.

Unas imágenes no pedidas comenzaron a plagarme la mente, de manera intermitente pero clara.

Donde estaba Alice? ¿Y su novio? ¿Porque estaba aquí?

Hacía seis meses… unos meses atrás había tenido…

Edward.

Poca claridad ofreció el hecho de recordad que era Edward cuando no tenia sino…imágenes vagas de el… ¿habíamos...?

Ah sí….Edward era él…

"¿no entiendes? que bien, me dejaras explicártelo, de repente me encuentro muy cansado de ti como muy bien lo supusiste ese día que me acosté contigo. Estoy aburrido y quiero acabar de una vez con todo, y que crees, me has dado una perfecta razón para hacerme entender que también te aburrías conmigo, así que te estoy abriendo las puertas."

Esa cantidad de palabras penetraron por mi conciencia en el mismo momento en que comencé a respirar y me di cuenta de que no tenía la obstrucción en la garganta, más bien algo me estaba haciendo presión en el pecho mientras la cabeza terminaba de llenárseme de recuerdos vagos y precisos a la vez de quien era Edward y el impacto que había tenido en mi vida.

Y en medio de la inconsciencia por que antes de que pudiera evitarlo volvieron a pincharme el brazo, me aferre a lo que mi cerebro estaba tratando de mostrarme tan soberanamente…yo estaba en un hospital….porque había…. atentado contra mi vida….

¿Pero qué locura había hecho?... ¿como podía haber hecho lo que hice si…tenia a mis hijos…?

Pero no podía tocarme el vientre para corroborar que así fuera.

Quise llorar cuando finalmente pude recordar cada retazo de la última conversación que había tenido con Edward y cuando recordé los motivos que me habían llevado a…

¿Porque?, ¿porque había tratado de suicidarme…?

Finalmente pude abrir los ojos sin nada que me lo impidiera más me quede quieta por si algún sinónimo de movimiento alertaba a quien fuera que me pinchaba el brazo quien parecía deseoso que me quedara en la inconsciencia. Mire a cada cosa que me rodeaba sintiendo súbitamente como si hubiera acabado de salir de un útero, como si el mundo que viera fuera nuevo y debiera aprender desde caminar hasta mirarme.

Al menos todas mis extremidades funcionaban, hace un repaso mental de todas ellas mandando órdenes de movimientos sencillos desde mi cerebro. Todos los músculos parecían funcionar bien.

Quise comenzar a gritar, quise empezar a pedir por información fuera la que fuera, necesitaba saber de todo… pero aun me sentía demasiado soñolienta para hacerlo, aun sentía la fuerza de lo que sea que me pusieran viajando por todos mis tejidos y aunque podía sentirlo todo, apartemente todo no me podía sentir a mí.

Mire hacia el techo blanco de lo que parecía ser la habitación en la que me encontraba. Otra vez volvía a sentir los parpados pesados y con ganas de dormirme pero algo me mantenía atada a la realidad. Tal vez era mi deseo de saber de una vez por todas que era lo que habia pasado y que dejaran de mandarme al mundo de los sueños cada vez que se les diera la gana.

Seguí mirando hacia el techo encontrando fascinantes y a la vez obtusas imágenes en el. Casi quería levantar las manos y apartarlas de un tirón para comenzar a hacer diseños de mi propia creación.

Mis miembros nuevamente se quedaron laxos cuando lo que me mantenía quieta volvió a vagar por ellos, debía salir de allí pronto pero primero debía descifrar los dibujos del techo….

- señora Cullen? – pregunto una voz cerca de mi oído pero no pude direccionar mis ojos hacia él. Podía sentir que de haberlo deseado realmente mis ojos responderían, no había nada mal con mi cerebro excepto tal vez que definitivamente me había vuelto loca y los dibujos en el techo me parecían más interesantes que cualquier cosa que se me pudiera atravesar , parecía que me había vuelto niña otra vez…pero era imposible.

Una luz, como de linterna ilumino mis ojos, y con esta novedosa recepción casi pude sentir como mis pupilas se contradilataban para alejar esa luz.

El hombre que hablaba me puso algo frio y redondo en el pecho, solo tuve percepción de su temperatura, luego con un pequeño martillo comenzó a pegarme en las articulaciones de las rodillas, ambas saltaron voluntariamente, por lo que dejó de hacerlo.

Quise decirle que me dejara tranquila y que quitara lo que sea que había hecho que me tuviera en este estado, quise hablarle y preguntarle en donde estaban mis hijos, y porque me sentía tan vacía como si ellos no estuvieran aquí.

Era como si supiera que algo les había pasado, algo malo, pero me negaba a indagar mas allá de los dibujos…aquellos que curiosamente estaban tomando la forma de dos bebes hermosos.

Loca.

¿Había perdido la cabeza?

Si, podía ser.

Debí volverme a quedar dormida por que cuando volví a abrir los ojos la luz detrás de la ventaba se hallaba más oscura…y los dibujos en el techo seguían siendo los mismos…de niños. Los mire fijamente hipnotizándome con la perfección de sus formas, recordando vagamente haberlos visto una última vez en sus cunas al lado de un barbudo que no conocía… debía ser algún tipo de medico excéntrico, yo que sabia…

Unos pasos lentos, largos y pesados doblaron su sonido hacia mis oídos, súbitamente alerta, como si de alguna manera esa parte de mi cuerpo reconociera la cadencia de esos pasos. Un olor también demasiado conocido, a loción de hombre también entro por mi sentido del olfato trayéndome una esencia que no había olido en mucho tiempo pero que, sin embargo, cada parte de mi cerebro conocía como si la hubieran marcado con fuego…

Esta vez, como si ellos ahora también tuvieran voluntad propia, se volvieron a mirar a quien sospechaba, por todo lo que había identificado, era el portador del olor. Los mantuve quietos en su rostro…demasiado perfecto, masculino y tenso de algo parecido a la preocupación mezclado con la ansiedad…bebí esa imagen como una sedienta en un desierto, como si esta pudiera darme alivio aunque algo, muy en el fondo de mi sabia que él no era alivio para mí en absoluto…no era ningún alivio…mas bien era algo malo…demasiado malo… ¿donde estaba mi memoria?

- ¿Bella?-

Oh Dios!

Esa voz, había soñado con esa voz miles de veces, ello estaba mi memoria saludándome, trayéndome mas y mas imágenes recuerdos de esa voz y lo que había vivido con ella, mis ojos no podían desprenderse de el por qué temía que hubiera tres y no dos personas en esa habitación, temía haberme vuelto loca de remate…

El dio más pasos hacia mí, y quise pedirle que se detuviera, que no se acercara, que no me mirara así como lo hacía, pero sentía que no podía pedirle nada porque yo misma estaba mirándolo con demasiada fijeza para ser educada.

Podía ver cada arruga de preocupación de sus ojos cuando se inclino lentamente sobre mí, podía contar cada cabello que crecía de color cobre en su cuerpo cabelludo, podía ver cada poro de su límpida piel deseando poder tocarlo pero refrenándome de hacerlo por que tenía miedo…el me producía miedo…el había hecho algo conmigo….algo imperdonable…aun tenía que recordar que era. No podía apartarlo, esa cercanía me ayudaría a recordar porque sentía que él era peligroso para mí…

Sus labios me besaron la frente, estaban fríos y tensionados como si los hubiera tenido apretados demasiado tiempo… cuando sus labios hicieron contacto más imágenes y recuerdos comenzaron a acentuarse en mi memoria.

Yo había besado a este hombre…lo había abrazado… lo había…

-Bella…- dijo él con voz baja, pronunciada y ronca. – no sabes cuánto… cuanto… me alivia que estés bien, cuanto necesitaba verte…sentirte…- volvió a besarme y yo me comencé a preguntar acerca de esa necesidad que describía, esa misma que parecía sentir en el interior de mi cuerpo de una manera anodina y a la vez nada pacifica. – te amo… te amo…

Alguien más entro a la habitación mientras el se erguía y yo seguía mirándolo mientras las imágenes mas oscuras comenzaban a obrar claridad en mi cerebro, que me decía que no debería haberlo dejado acercarse tanto…el era Ed…Edward…

Mis ojos aunque abiertos no pudieron evitar que mi mente retrocediera al día cuando lo vi por última vez… cuando casi sentí haber muerto en vida…

-¿como lo conseguí? veras querida, resulta que conozco gente a la que le gusta descubrir a las lombrices tramposas y mira que nos hemos encontrado aquí…a la mas rastrera de todas.

Era como si alguien estuviera describiéndome la escena en el oído de tanta claridad con la que la recordaba…el dolor era el mismo…la sensación de pérdida y decepción…. Podía haber sido esa la razón de mi muerte….no aun tenia a mis chicos… ¿donde estaban?

- - Edward, eso no es…esto no es…-

Yo….era yo…mi voz se oía desesperada…necesitada…pero era una voz que no podía reproducir en esos momentos….no podía hablar…temía que si lo hacía comenzaría a morirme nuevamente en el mismo momento en que abriera la boca…

- no es… me parece que más bien es, es todo lo que necesitaba para desenmascararme de verdad y a ti de paso. No quiero volver a verte

- - no entiendo…-

- - ¿no entiendes? que bien, me dejaras explicártelo… de repente me encuentro muy cansado de ti como muy bien lo supusiste ese día que me acosté contigo, estoy aburrido y quiero acabar de una vez con todo, y ¿que crees?, me has dado una perfecta razón para hacerme entender que también te aburrías conmigo, así que te estoy abriendo las puertas -

Estaba hablando de Jacob…ahora lo comenzaba a recordar… pensaba que teníamos algo y yo había tratado de explicárselo.

- - no es lo que crees –

- - creo que te voy a confesar una cosa ¿sabes porque me case contigo? Hace 19 años nació en el Hospital Estatal una niñita sin padres ni nada por el estilo, vivió hasta los dos meses en ese hospital. ¿Y qué crees? Un medico cualquiera, que resulta ser mi padre, se encuentra conmovido por su falsa carita de ángel, y le asigna dinero a esa chiquilla incluyendo unas miserables acciones de ese mismo hospital, del que era dueño, acciones que al pasar el tiempo se vuelven dinero en efectivo, mucho dinero. La chiquilla desaparece, para aparecer a los trece años en un orfanato. Desaparece, vuelve a aparecer cuando tiene 18 años y me entero de que mi padre heredo a la zarrapastrosa con dinero que es mío.

Ahí estaba la razón por la que mi instinto quería que me alejara de el…el me había besado…habíamos estado juntos…y me había destruido y usado de la peor manera posible.

- me encuentro con que si quiero acceder al dinero que por ley me pertenece tengo que encontrar a esa niña y hacer que se case conmigo, hacer que firme unos papeles en donde me cede, como esposo, todo el dinero que mi padre le heredo y del que no sabía nada, no habiendo otra opción decido traerme conmigo a la zarrapastrosa a vivir a mi casa y hacerla mi esposa durante el tiempo en que las implicaciones legales así lo estipulan, ahora cuando se cumplen tres meses de casados el documento es válido, yo tengo todo su dinero y ella quiere irse a pasear a un perro. Es una linda historia, ¿verdad?…. en realidad esto ese aburrido para mí. No soporto la idea de estar contigo un día más. Ni andarte repitiendo lo que pareces haber asimilado con la suficiente rapidez.

A alguien, en algún momento de esa inconsciencia le había prometido no llorar, pero no pude evitarlo porque mi mente traía los recuerdos como si me lo hubieran acabado de echar todo encima y era demasiado difícil de soportar, como lo fue contener el nudo en mi garganta que exploto en un doloroso sollozo elevándome el pecho e manera alarmante. Era demasiado doloroso, casi como si….

- sal de aquí en este momento o me veré obligado a llamara a seguridad –

Mis hijos…donde estaban mis hijos… mas recuerdos continuaban cayendo sobre mi pero una sola cosa permanecía en mi mente, una que iba mas allá de Edward…donde estaban ellos?.

- ve a llamar al médico Emmet…- dijo una voz femenina, la que segundos después reconocí como la de Alice.

Mire a Edward por unos momentos, ya que mirarlo era tan doloroso como recordar lo que me había hecho, había tal expresión de dolor y tortura en su rostro que por unos segundos, solo por un segundo me sentí conmovida…pero todo pasó a segundo plano. Comencé a retorcerme en la cama mientras mis manos buscaban afanosamente la curva de mi vientre inexistente, y en medio de eso comenzaban a halar todos los cables a los que estaba conectada.

- - Bella… cálmate –

Ni siquiera la cadencia calmante de esa voz femenina consiguió realizar lo que me había pedido, no podía calmarme ya había estado dormida demasiado tiempo. Si esas cosas que se conectaban a mi eran las causantes de estar dormida pues hacia bien en quitarlas.

Unos momentos después entraron cuatro personas a la habitación el que parecía ser más grande y quien me pareció más conocido me miro a los ojos como pidiéndome el silencio pero seguí retorciéndome contra lo que me mantenía sujeta sin esperar nada más que salir de ahí a buscar a mis hijos….

El resto eran enfermeros los cuales comenzaron a sujetarme mientras el mayor de ellos se acercaba con una aguja…

Mi silencio bocal continuo, quería gritarles que pararan, que no me hicieran eso por favor, que no tenía la culpa de nada, pero mi boca permaneció cerrada, porque en el fondo sabia que nada iba a conseguir…había vuelto…pero había vuelto para seguir sufriendo… me quede quieta de repente entendiendo que era lo que querían calma…calma…calma…

Comencé a tararear una nana para mi mente mientras la fuerza que me sujetaba comenzaba a flojearse y el personaje de la aguja, quien parecía querer estar en cualquier otra parte menos aquí, comenzó a alejarse…parecía que si intervención no sería necesaria….pero deposito el contenido de la aguja de lleno en la bolsa de suero a la que estaba conectada…

Me quede mirando el techo, lo único que me ofrecía tranquilidad. Pero ya lo sabía todo…ya lo había recordado todo…excepto a mis hijos….por los cuales planeaba averiguar tan pronto como estuviera sola.

Lo que sea que me hubieran puesto hizo lo suyo, seguía concentrada en el techo pero solo la mitad de mis ojos estaban abiertos. Y luego volví a dormir.

Soñé que estaba en un estrado, de esos en los que se juzgaba a los presos, los que había tenido oportunidad de ver esporádicamente en las también esporádicas películas las que alguna vez había asistido. A mis oídos llegaban las voces casi censuradas, y casi entendibles de los que supuse que estaban rodeándome, aun seguía grogui y estaba más dormida que despierta, que fuerte era lo que me daban que me desconectaba del entorno incluso más de lo que normalmente pude hacerlo cuando dormía de corrido.

Aun seguía sin poder calcular cuánto tiempo pasaba entre cada retazo de conciencia que tenia, podían haber pasado años desde la última vez que desperté, podía ser una anciana cuando finalmente el letargo terminara por irse de mi cuerpo. Estaba angustiada, si, pero físicamente no podía mostrar mi angustia…solo podía retorcerme en la cantidad de recuerdos que estaban pasando por mi cabeza todos relacionados con mi intento de suicidio y con el hecho de que algo muy grave había pasado, algo que me negaba a creer pero que sin embargo sabía que estaba ahí, aun no podía recordar que era y eso era lo más frustrante, era como si mi propio inconsciente se negara a creerlo…

Después de más y más tiempo sentí que volvía a tener dominio de mi cuerpo nuevamente. Era una sensación lenta y a la vez esperanzadora por qué pensaba nuevamente en las mil maneras en la que se podía evitar ser drogada de nuevo. Intente sacudir mi cabeza la cual respondió de manera autómata, pero la estaba moviendo lo que me confirmo que mis actividades motoras estaban recuperándose nuevamente.

Cuando abrí los ojos enfoque el conocido techo solo que esta vez, sobre el no había ni dibujos ni nada que se le pareciera, oscuridad si había esa que luego se fue transformando en luz y luego en la tenuidad de mi habitación, la misma que había visto la última vez que estaba despierta…

- Ah, esta despierta…qué bien…eso lo hará mucho más interesante. –

La voz penetro por mi conciencia como lo hacían las de todos los demás, trayendo consigo recuerdos a mi memoria que estaba tratando de aferrarlos todos. Pero esa voz, tal como la de Edward solo me hablaba de cosas malas, cosas que no debieron pasar pero que, sin embargo, ocurrieron, y todas ellas eran tan dolorosas como si una aplanadora pasara una y otra vez sobre mí.

Esta persona que hablaba me había causado un daño casi irreversible. Mis peores temores se confirmaron cuando mis ojos retrocedieron hacia la derecha y enfocaron al hombre que se inclinaba sobre mi…tenia cara de…me daba pena admitirlo pero parecía un ratón, y en medio de mi temor me entraron unas estúpidas ganas de reír, pero de alguna manera conocía sus intenciones, para este hombre me había convertido en una obsesión desde que me negué a tener relaciones con el de manera voluntaria…

Acaso había sido salvada para que el me matara, podía seguir siendo todo así de injusto…pero bueno que sabía yo de justicias de la vida…

Mi boca se preparo para gritar pero en el momento en que sentía el temor terminar de inundar cada parte de mi cuerpo, mi voz retrocedió como si ella mandara…como si el gritar no fuera a ser suficiente, porque no lo seria, si esa almohada que se veía tan burdamente letal en las manos de ese hombre tenía la intención de ahogarme mi voz no serviría de nada. Estaba segura que la expresión de mi rostro no cambio, pero el centro de mi cuerpo, mi corazón se apretó con angustiante resignación…

- ya que no me diste tu apreciada virginidad… me darás tu vida…maldita perra…

Yo escuchaba sus palabras pero no podía actuar más que quedarme quieta esperando y rogando porque algo pasara, algo diferente a lo que el había planeado para mi, ya conocía la sensación de ahogamiento y aunque no temía a la muerte, temía a esa particular manera de morir.

Mis manos actuaron como protección involuntaria tapándome el rostro aunque seguía sabiendo que no servía de nada. Pero mis oídos captaron un movimiento diferente a lo que debió ser el hecho de que Ben…el desgraciado y desventurado Ben me plantara una almohada en la cara.

- ¡APARTA TUS MANOS DE ELLA, CABRON! –

Después de escuchar esa explosión de palabras y sonidos de lucha no pude quitar mis manos de mi rostro, era demasiado ruido para que mi recién encontrada tranquilidad lo lograra asimilar. Quería salir de ahí, quería irme lejos y no enterarme de nada mas, quería saber tantas cosas…

Estuve escuchando los sonidos por varios minutos cada vez más desesperada por salir corriendo pero sin lograr que mi cuerpo respondiera del todo, hice un intento para sentarme pero caí pesadamente contra la almohada mientras escuchaba el sonido de puños y gruñidos con gemidos….

- DETENGASE MALDITO, SOY AMIGO DE BELLA -

Amigo…no eso era imposible, si él fuera mi amigo yo no tendría pánico de mirarlo a la cara… no me hubiera sentido tan miserable y vulnerable como unos minutos antes…

- Se quién eres, pedazo de mierda inservible…- un sonido seco – eres el maldito que viola muchachas, eres quien destruyo mi matrimonio por no haberte podido acostar con mi mujer, eres el piojo más sucio y vil que una vez piso la tierra y voy a acabar contigo…por el simple placer de ver cómo te retuerces como mariquita… -

Había tal vehemencia en esa voz, que tarde reconocí como la de Edward, que por un momento casi creí que se trataba de otra persona, pero ni esa pasión que mostraba podía aislar de mis recuerdos todo lo que el había hecho conmigo antes. Solté un sollozo cuando el eco de su voz se coló por mis sentidos haciéndolos ansiarlo de una manera desconocida y brutalmente poderosa, pero esta vez me iba a contener…si caía en sus redes nuevamente iba a morir, y esta vez sí sería completamente.

Los gruñidos se duplicaron lo cual me dio la ligera idea de que alguien más entraba a la habitación, en un segundo estaba con los ojos cerrados y con las manos sobre el rostro retorciéndome en la cama y dos más tarde alguien me tomo en brazos y me aparto de la cama, aun con los ojos cerrados la esencia de la persona me resulto vagamente familiar pero no podía asociarla a nada de mi memoria, y luego seguía escuchando a medias lo que decían…

Mientes, pedazo de mierda, lo sé todo, periodista de pacotilla, tú… tú tuviste la culpa de todo…

La culpa… ¿estaría hablando de mí…? Por unos breves segundos me permití dudar, pero un nuevo sentido común me ayudo a no hacerlo…nunca más.

Pasos pesados, ruidos desconocidos, abrí los ojos finalmente y me encontré con una escena de lo más peculiar, y tan peliculesca como lo había imaginado oyendo todo el tropel en mi cabeza. Una serie de personas uniformadas entraron a la habitación apuntando con armas a todo aquel que estuviera moviéndose…mire hacia arriba antes de concentrar la vista en ellos otra vez y vi que quien me sostenía era el novio de Alice, Jasper. ¿En dónde estaba ella?

- NO HICE NADA, NI SIQUIERA LA CONOZCO, ENTRE AQUÍ POR EQUIVOCACION Y ESTE PELADO ME COMENZO A GOLPEAR SIN MOTIVO – gritaba el cara de ratón Ben, lo mire intensamente, llenándome de una ira y odio que jamás había conocido, quise gritarle que deseaba que me hubiera matado cuando tuvo oportunidad pero mi voz se negaba a obedecerme, luego Edward volvió a hablar y su voz volvió a causarme demasiados estremecimientos como para sentirme cómoda….

- ¡MIENTE!, intentaba matarla- Edward tenía las manos en la nuca pero hizo un gesto para señalarme y sus ojos conectaron por unos momentos con los míos, aun desde la protección de los brazos de Jasper sentí tantas emociones mezcladas que comenzó a darme miedo. – Hace años, desde que ella era pequeña, ha intentado contactarla…estuvo en un orfanato e intento violentarla en una ocasión, lo tengo todo documentado y puedo probarlo, tiene conductas homicidas y violentas y al no poder cumplir con el cometido de violarla a ella se dedico a buscarla todos estos años, pasivamente, para tomar venganza en cuanto pudiera encontrarla…

Mi estomago se encogió cuando el revelo toda esa información que se detallaba en mi sistema nervioso, ¿como había podido el saber todo eso? Como había podido conocer cada detalle de esa horrible etapa de mi vida

- será llamado a declarar, señor, su información será tomada en cuenta para juzgar al detenido con las pruebas que manifiesta usted tener – dijo uno de los uniformados dirigiéndose hacia Edward y abriendo lo que supuse que eran sus esposas, el estaba de espaldas, pero al momento se dio la vuelta y clavo las dos esmeraldas que tenia por ojos en mío figura arropada en los brazos de Jasper. Había demasiada tortura en su mirada, según pude leer, pero también había ansiedad, preocupación y algo parecido al… deseo.

Sin poder evitarlo mi cuerpo ardió, pero hice lo posible por evitar que la sensación se diseminara aun más.

Lo mire de vuelta y me empine en los brazos de Jasper para que me escuchara claramente lo que quería decirle… me esforcé al máximo por encontrar mi voz, la que no quería dejarse usar, y la que inexplicablemente en ese momento, decidió aparecer…

- no quiero…- me escuche a mi misma gangosa y lengua de sopa, pero intente seguir hablando, sentía el aire a través de mis cuerdas vocales, pasando, creando sonido…y aun así…no entendía nada - volver a verlo….- me mordí la lengua y la moví en círculos para intentar que me facilitara el habla.- en mi vida…- esperaba que entendiera que estaba hablando de Edward…pudo haber entrado en mi defensa, pero de ninguna manera podía resarcir lo que había pasado…

Para ser las primeras palabras que lograba articular…no estaba del todo mal

Ahora quería saber donde estaban mis hijos, y en cuanto salieron y Jasper comenzó a depositarme en la cama me desprendí de su cuello para hablarle…pero…no pude encontrar en mi cerebro el nervio que me había hecho hablar antes.

- ¿Estas bien, Bella? – su inquirir se escuchaba con sincera preocupación

Lo mire a los ojos esperando que entendiera lo que quería decirle…que si estaba bien, pero que necesitaba saber algo mas… moví mis dedos en dirección hacia uno de sus bolsillos, desde donde sobresalía un lapicero de color negro, el cual tome sin su permiso, pero no me dijo nada de ello.

Busque algo con los ojos contorsionándome en la cada hasta que halle una servilleta…

Antes de que me arropara como si fuera mi hermano mayor, conseguí escribir en una letra espantosa la palabra "Donde…" pero las manos comenzaron a temblarme sin control, como si no las hubiera usado en demasiado tiempo, quizá años, aun no había preguntado a nadie cuanto tiempo había pasado desde que…

Mis manos parecieron no lograr reunir el suficiente valor para preguntarle, escribirle o dibujarle en donde estaban mis hijos pero…continúe intentándolo mientras los dedos comenzaban a dolerme….

Alcance a dibujar de manera precaria la palabra "hijos" sobre la servilleta

La mirada le cambio a una de pánico, avasallador…y supe que definitivamente algo andaba mal, en el momento en que Jasper abrió la boca para contestarme, cuando la puerta se abrió nuevamente y entro por ella una mujer de aspecto cansado, pero increíblemente hermosa…

- Dra. Hale…- dijo Jasper apartándose de mi…

- Señor Withlock- respondió ella asintiendo con la cabeza, luego su rostro se contrajo al ver todo el desaguisado en mi habitación – No se preocupe…el Dr. Brandon tuvo la amabilidad de explicarme que paso… ¿era por eso todo ese alboroto de hace unos momentos? –

- Si, una riña entre…- Jasper se detuvo e hizo un gesto a la Dra. Hale que, en medio de mi ya casi superado sopor, no pude entender

- su esposo…comprendo…me pareció bastante territorial… ya le dije que el Dr. Brandon me conto…- dijo ella asintiendo con la cabeza.

- ese hombre no es mi esposo – solté rápidamente como un acto reflejo cuando la palabra esposo me perforo las entrañas y con ellas cada una de las memorias de los días en los que creí que había sido feliz, me volví a ella mirándola a ella fríamente, ella correspondió mi mirada con otra casi igual lo que me quito nuevamente mi pobre valor. Jasper y la Dra. Hale se volvieron a mirarme como si no hubiera comprendido por que había comenzado a hablar tan de repente. Yo también me hacia la misma pregunta si veníamos al caso, pero era algo desconocido, como había dicho antes, era como si mi voz tuviera voluntad propia, y en los momentos menos pensados decidiera salir a flote, de manera gangosa y casi inentendible, como unos segundos antes.

- Señor Withlock… ¿cree que podría dejarnos solas? – murmuro ella después de un momento dándole una de sus miradas.

Estuve a punto de rogarle a Jasper que no lo hiciera pero él se retiro sin más dejándome aun con mis dudas…

- Buenas Noches nuevamente, Señorita Swan – note la ligereza de su tono a cuando hace un momento me había interpretado como...Señora Cullen… - me llamo Rosalie Hale y soy médico psiquiatra…

Genial, justo lo que me había imaginado, aunque me desagradara la idea de hablar sabia que lo necesitaba…vaya si lo hacía…Miro el lapicero que sostenía en mis manos y luego a la servilleta, luego se llevo una mano a uno de los bolsillos delanteros de su bata y saco una libreta de apuntes que me alargo de manera amable, algo que contrastaba profundamente con su mirada de hace unos momentos.

Moviendo mis dedos, cada vez con menos dificultad, escribí mi pregunta con ortografía impecable, pero con el pulso temblándome como si tuviera cinco años

"que hace aquí" escribí, luego le pase lentamente el cuaderno de notas a ella para que leyera mi pregunta.

Aunque creía tener idea de por qué una loquera me estaba hablando en ese momento, pero aun sentándose en una de las illas que había quedado indemne de la pelea y mirándome fijamente a los ojos, la charla iba para largo. Sacudí inconscientemente mis manos mientras cada vez me sentía más libre para moverme a voluntad.

- fui llamada a interconsultarla por que usted trato de quitarse la vida…-

Perdí todo sentido de la ironía y cualquier cosa que se me hubiera ocurrido cuando empleo ese tono suave, y esas palabras también suaves para describir lo que había hecho días antes, ¿o meses? Mi rostro debió cambiar porque ella comenzó a hablar repentinamente.

- no estoy aquí para cuestionar sus actos, querida, ni regañarla, ni mucho menos intentar justificarla, cada persona es librepensadora y dueña de sus actos hasta ciertos puntos…

Le hice un gesto para que me pasara la libreta y seguí escribiendo sintiendo picazón y cosquillas dolorosas en los dedos de la mano derecha.

"sí, creo ser uno de esos" – escribí lentamente mirándome las manos mientras lo hacía… intentando moverlas con mas ligereza…pero sintiendo los dedos tan pesados como una piedra y tan temblorosos como una gelatina, el lapicero resbalo de mis dedos en dos oportunidades.

- ¿por qué no empieza por decirme cual es su edad? -

Hice trabajar a mi cerebro para recordarlo… mi cumpleaños no era algo que hubiera celebrado nunca y no sabía si la información de mi partida de nacimiento, acerca del día era siquiera cierta…que extraño que solo ahora me percatara de eso…

"18 o 19 años…no lo sé…"

El hecho de que no supiera exactamente mi edad podía hacerla pensar a ella que no quería decírselo" vi la necesidad de explicarle.

- no se preocupe – dijo ella cuando leyó mi escrito sonriendo tan luminosamente y de repente que me quede mirando su bello rostro por mucho tiempo más .- vamos a dejarlo en 18 y medio, para evitar confusiones. – quise seguirla en la sonrisa pero no tenía motivos para hacerlo…

Alargue la mano en un gesto suave para que me devolviera el cuaderno y escribí "y usted Dra. Hale, ¿cuántos años tiene?" quise saber antes de que ella siguiera hablando, sus ojos hablaban de sabiduría pero su físico hablaba de juventud

- tengo 23 años…- dijo ella sacudiendo la cabeza, mirando mis letras, como si no se esperara que yo le preguntara eso.

Asentí pensando en cuan inteligente debía ser, si hubiera tenido una educación privilegiada hubiera podido seguir sus pasos, a mí siempre me había gustado ayudar a la gente, pero estaba claro que era otra de las muchas injusticias de la vida… y que necesitada sonaba para mí misma.

- Bueno…ya que nos conocemos un poco mejor…y dado que soy médico y puede estar segura de que contarme cosas a mi será como contárselas a un sacerdote en secreto de confesión…podría empezar a escribirme…como fue la infancia en su orfanato, lo que recuerde, no tiene que contármelo todo, solo lo que quiera…

Alargue mi mano lentamente hacia la libreta y aferre el lapicero de Jasper…por confiar estaba donde estaba así que me sentía bastante reacia a dar por terminada la sesión de confesión…por otro lado yo no conocía a la Dra. Hale y ella a mi tampoco…podíamos ser un par de desconocidas que comenzaban a decirles sus secretos así sin más…

Mis dedos se movieron por voluntad propia y comenzaron a relatar mi vida en escritos de la manera ella que comenzaba a recordar…

Escribí y escribí sin detenerme a pensar, la Dra. Hale acerco al silla a mí de manera que a medida que yo escribía ella iba leyendo, supuse que para ahorrar tiempo, aunque no me parecía una historia digna de ser leída continúe escribiendo sin detenerme a pensar en consecuencias ni en dolores…escribí y escribí y antes de lo que tenía planeado le escribí todo lo que me había pasado con Edward, desde el día en que lo conocí hasta el día en que me entere de todo, parecía como si el hecho de estar escribiendo mi propia historia fuera la terapia física que necesitara mi mano por que en cuanto seguí escribiendo las palabras parecieron fluir del lapicero de manera más rápida y ordenada.

Finalmente llegue a los puntos suspensivos en donde mi vida, tal como la recordaba, se había detenido, donde mis recuerdos se habían detenido…desde donde no podía recordar nada…de lo que llevaba dentro de mi…podía recordar a Edward llamándome lo peor, podía recordarme a mi misma cortándome las venas, tomando medicamentos y hundiéndome en la oscuridad de mi propio dolor y miedo…pero no podía recordarlos a ellos... ¿por qué?

Así lo escribí en la libreta como última pregunta, la Dra Hale bien podía saber, o no saber…me miraba impasible...como si sospechara algo que yo no sabia, como si ella supiera mas, esa era la impresión que me daba de todo el mundo pero no por eso era algo agradable de sentir…quise girtarle que me dijera todo lo que sabia

- No sé donde se encuentran en este momento – dijo ella con su mirada impasible…

Baje los ojos y comencé a llorar silenciosamente…nadie me iba a decir nada…era algo que tenía que descubrir por mí misma.

- lo siento… no puedo ser de más ayuda…a menos que usted de autorice a algo…

No escribí ni hice ningún movimiento…seguía matándome las neuronas tratando de recordar que había pasado con ellos….

- ¿Me autorizaría a enviarla a una clínica de reposo mientras recupera la memoria…?

Mi subconsciente proceso la información de manera más rápida cuando entendí a que se refería, pero por mas loca que pudiera parecer la idea no me molesto en absoluto…era como si me estuviera convenciendo a mi misma que necesitaba un tiempo a solas, para pensar para poder recordar sin la intervención de nadie…

No supe que responder, y así lo escribí en la libreta para que ella leyera.

- no se preocupe…no la voy a presionar y tenga por seguro que lo que paso entre nosotras se quedara así…pero debo insistir en que piense y reflexione sobre mi propuesta…Le ayudara a aclarar su mente y a descubrir las cosas por si misma…

Mi temor más grande era descubrir que aun después de haber sobrevivido tuviera que pasar por más tragos amargos, pero suponía, casi llegaba a concluir que para eso había sido hecha mi vida…para ser llenada de tragos amargos.

Por ahora debía comenzar a tranquilizarme y buscar en mi memoria todo lo que pudiera…algo que me trajera las respuestas que necesitaba.

La Dra. Hale se despidió.

Yo volví mi mirada hacia la ventana mientras miles de pensamientos bullían en mi cabeza. Me parecía que la decisión más sabia para mí era irme a donde la Dra. Hale me estaba recomendando, pero por otro lado no sabía que pudiera pasarme ahí. ¿Podían llegar a autorizarme para vivir allí eternamente?

Escuche que la puerta se abrió y por ella entro una sonriente Alice. Intente sonreírle de vuelta pero no me funcionaron los músculos.

Se sentó en la silla y me toco el revés de la mano suavemente.

- Espero que estés mejor. – comento señalándome entera.

Asentí por que no tenía nada más que decirle, mire lo que tenía en la mano y sentí que la garganta se me contraía un poco cuando recordé el contenido de esa bolsa. Alice, entendiendo mi silencio me la acerco a las manos y las mías seleccionaron al azar un par de sweaters de lana, uno rosa y uno azul.

Sentí mucho dolor, y mucha pena, porque algo me decía que no iba a poder volver a verlos. Pero aun tenia esperanza…aun podría encontrarlos. Aun podía buscar en mi memoria el sitio exacto donde los había dejado.

Me volví hacia Alice y la contemple en silencio. Luego tome la libreta que me dejo la Dra. Hale y escribí esperando haber tomado la dirección correcta de mis decisiones.

"Me voy a una Clínica de Reposo. No quiero saber de nada más"