Capítulo Décimo Séptimo: Transformación
Un calor agradable me hizo reaccionar, lo primero que vi fue el brillo de mi anillo de bodas en mi dedo, los destellos eran cegadores, lentamente abrí mis ojos tratando de enfocar la imagen. Había una quietud tal en la habitación que de pronto pensé que todo había sido solo un mal sueño, una pesadilla y de las peores.
Pero al concentrarme en mi mano me di cuenta que mi piel no resplandecía como diamante a pesar que el sol estaba dándole directo. No… no era un sueño, me levante abruptamente de la cama y moví mis manos al sol histérica esperando que brillará pero no sucedía. Me examine mis brazos en una esperanza que mi piel fuera tan blanca como debía ser pero descubrí que los moretones aún estaban ahí.
Levante mi vista cuando sentí su presencia junto a mí, este se acerco y su piel brillo cuando el sol tomo contacto con su cuerpo. Extendí mis brazos y me aferre con todas mis fuerzas a su cuerpo, necesitaba su protección. Pero su piel estaba tan fría como la nieve y su pecho se había vuelto tan duro como una roca, en ese momento constante la verdad. De pronto las explicaciones sobraban, sabía perfectamente que algo no estaba bien. Comencé a temblar sin soltarlo y murmure la pregunta con los ojos cerrados por el pavor de la respuesta.
- ¿Qué me ha sucedido?
Pregunte y él apretó mi cuerpo fuertemente sin emitir palabra alguna. Entonces comencé a gemir y fueron las lágrimas rodando por mis mejillas quienes gritaron lo evidente. Recordé sus palabras: No hay segundas oportunidades para ser humano Bella, me había dicho él hace años atrás, cuando le había rogado que me convirtiera en lo que él era.
- Dime que no es verdad
Le pedí mientras lo miraba a los ojos, apenas podía hablar a causa del llanto, pero solo obtenía como respuesta su mirada
- por favor… esto no puede estar pasando… esto no es real… es un sueño… dime que es un mal sueño del que voy a despertarme
Chille histérica al no ver respuesta de su parte. Edward limpio mis lagrimas con sus dedos, su mirada estaba perdida en mi rostro, jamás había visto la expresión que tenia en su rostro ahora, decir que reflejaba miedo era poco.
- Cálmate por favor.
Me suplicó pero mis lágrimas seguía aflorando y de pronto comencé a llorar descontroladamente. Después de un par de minutos, tome aire y lo miré debía saber que estaba sucediéndome.
- ¿Qué esta pasando?
Volví a preguntar entrecortado sin quitar la vista de su rostro.
- Te estas convirtiendo en mortal otra vez.
Confeso su voz era fría tan fría como su piel. Mi respiración se comenzó a acelerar nuevamente y me atoré tratando de hablar, mi esposo trataba infructuosamente de limpiar las lágrimas que habían vuelto a salir sin control.
- No voy a vivir sin ti… no otra vez… no voy a pasar por esto otra vez.
Grite de repente levantándome de la cama. Edward no pudo evitar que me metiera al baño y cerrara la puerta con pestillo tras de mí.
- Vamos a arreglarlo… te lo prometo, pero abre la puerta.
Me pidió forcejeando con la cerradura.
- ¿¡Cómo! ¿Vas a matarme nuevamente?
Pregunte esperanzada pero él no contesto.
- Isabella por favor.
Murmuro entre dientes, su tono de voz se hizo severo.
Miré desperada a todos lados pero no tenía un plan, nisiquiera sabia porque me había encerrado en el baño, de pronto tome la jabonera y la arroje contra el espejo, este se partió en mil pedazos y tome uno de los que cayeron al suelo entre mis manos.
– ¡Abre la puerta!
Grito histérico al sentir el ruido y luego hizo una pausa
– voy a tumbarla si no la abres
Amenazo pero yo no conteste. Se sintió un ruido estrepitoso, de un golpe había reventado la cerradura y la puerta estaba abierta de par en par. Me miró con pavor cuando se percató que tenía un pedazo de espejo entre mis manos.
- No voy a vivir sin ti…
Balbucee sin sentido, él se acerco y me quito el pedazo de espejo de entre mi mano, me levanto y puso bajo el agua, mi mano. Vi como escurría la sangre. Me giré hacia él.
– tienes que convertirme otra vez… tienes que hacerme vampiro nuevamente
Le pedí poniendo mi muñeca en su boca pero el retiro la mano, tomo la toalla y la puso en la herida cerrando mi puño para detener la hemorragia.
- Sí pudiera lo haría, créeme pero solo conseguiría matarme en el intento
Me explico pero yo lo miré confundida
– Tu sangre esta contaminada Bella, hasta donde sabemos eres la única de nuestra especie que ha sobrevivido al veneno que te inyectaron los Volturi
Su tono de voz era apagado sin expresión alguna hizo una pequeña pausa y continuo
– además no te has convertido en mortal del todo
Me hizo ver.
Era duro constatar que nuestro amor estaba destinado al fracaso, no importará cuanto tratará de permanecer junto a él, estaba escrito que no íbamos a ser felices nunca, de pronto mi cuento de hadas estaba desmoronándose como una torre de naipes y me pregunté por qué entonces Dios había permitido que me enamorará de él en primer lugar.
La resolución del clan Cullen había sido permanecer en Volterra pero en un lugar diferente, uno que los Volturí no conocieran. Nos habíamos trasladado al corazón de la ciudad, según Jasper era la mejor estrategia, ellos estarían tan ocupados buscándonos en lugares alejados y escondidos que no sospecharían que estábamos a escasos dos edificios de su propia guarida. Tenerlos tan cerca me ponía nerviosa.
El lugar donde estábamos era un departamento en el decimoquinto nivel de un edificio lujoso, y esté era del tamaño de todo el piso. Yo permanecía a sugerencia de Carlisle confinada en una cama sin moverme, según él mientras menos lo hiciera mas lento el veneno actuaría, lo cierto era que hace un par de horas había desarrollado otro síntoma además de los moretones en mi piel, tenia fiebre y mucha, tanta que a ratos deliraba, por lo que las instrucciones de mi médico personal era que debía permanecer bajo la ducha con agua fría el mayor tiempo que mi cuerpo pudiera resistir.
Edward se turnaba con Alice para mantenerme bajo el agua, pero lo cierto era que yo no sentía el frío de esta y no servia de mucho. Lo que sí podía sentir era el cansancio que estaba teniendo el permanecer tantas horas de pie.
- Necesito descansar.
Le dije a Edward sacando mi cabeza de su pecho.
- Solo unos minutos más.
Me indicó este mientras Alice se acercaba a medir mi temperatura.
- 39 y medio, es demasiada Edward, tenemos que bajarla.
Comentó apagando cualquier posibilidad que pudiera salir de ahí.
- Lo sé… pero no se cómo… nada parece funcionar.
Le respondió compungido.
- Necesito dormir, por favor.
Insistí tratando de zafarme de sus brazos, pero estaba tan débil que apenas podía luchar con su fuerza.
Añoraba poder tenderme en una cama, el sueño había vuelto a mí de forma inesperada casi como la fiebre, eso daba cuenta que el veneno seguía haciendo su efecto a cada hora que pasaba. Alice puso en mis hombros una toalla y me envolvieron con está. Edward me tomo en brazos y me deposito en la cama, iba a separarse cuando lo sujete por la camisa.
– No me dejes sola por favor –
Le suplique aferrando mis dedos entre los pliegues del genero. Él tomo mis manos y se recostó junto a mí, comenzó a tararear mi nana para que yo me quedará dormida, cerré mis ojos instantáneamente y sentí a lo lejos el sonido de la puerta cerrarse, supe que Alice se había ido. Era increíble que hubiera pasado exactamente una semana desde mi matrimonio y sólo habíamos tenido intimidad una noche, mi luna de miel se había acabado tan pronto como había comenzado.
Me quede pensando en eso un largo rato, según había logrado escuchar a Carlisle, no estaban seguros si yo finalmente sobreviviría a la transformación cuando esta estuviera completa. Nisiquiera sabían si iba a convertirme en mortal completamente o si en vez de eso estaba muriendo de una extraña y cruel manera. Lo que me hizo aún más añorar sentir su cuerpo otra vez, pero si se lo pedía de seguro él iba a negarse. Podía escuchar su voz diciéndome si a caso había perdido la razón a causa de la fiebre.
- Sí pudieras concederme un último deseo, ¿lo harías?
Le pregunté en la penumbra. Agradecí que la luz estuviera apagada pues estaba camuflando mi vergüenza.
- No estas muriendo.
Me replicó con voz dura.
- Eso no lo sabes, pero supongamos una situación hipotética.
Insistí tímidamente.
- Supongo que sí.
Me respondió confundido por el tema de conversación que estaba desarrollándose. Mantenía deslizando sus fríos dedos por mi espalda de forma constante.
- Quiero que me hagas el amor.
Le dije de repente con tono seguro pero tímido, sus dedos se detuvieron al instante y se levanto de la cama. Yo lo seguí y tome sus manos evitando que pudiera pararse de ella.
- No sabes lo que estas diciendo.
Me dijo tratando de controlar el tono de voz que había pasado de calmada a la irritación.
- Lo sé perfectamente, y si voy a morir, de una forma permanente, al menos lo haré feliz.
Argüí mirándolo a los ojos. Dudo unos momentos, y yo aproveche esa duda para acercarme, podía ver en ellos que él me deseaba incluso más que yo pero estaba teniendo una batalla interna con la razón y la lógica. Aposte que el deseo iba a ganar y me acerque a sus labios y los bese de forma provocadora y desesperada, me separe un momento y me quite el camisón que llevaba puesto dejando mi cuerpo desnudo. Cuando vi el fuego en sus ojos supe que la batalla se había terminado, y que el deseo había ganado a la razón, para suerte mía, al menos en eso me servia ser un imán para el peligro.
Para variar mi mente había colapsado nuevamente, cuando me desperté todo me daba vueltas, y solo fui conciente de lo que había pasado la noche anterior cuando traté de pararme de la cama. En ese momento descubrí que existían huesos que en mi vida había sabido que existían. Las clases de anatomía no eran suficientes pensé a juzgar por el dolor intenso que sentía era de seguro que había olvidado memorizar un montón. Traté de no mostrarle que me había lastimado apenas me percate que me observaba interesado en mi reacción, sonreí disimuladamente mientras me hacía la valiente y me paraba con fuerza evitando contraer mi cuerpo, camine hasta el baño sin agacharme aunque el dolor se asemejaba a puñales que me atravesaban de lado a lado.
Una vez dentro del baño, me relaje y caí al suelo de rodillas sentí una necesidad imperiosa de vomitar y apenas pude abrir la tapa del retrete cuando la descarga se hizo evidente, entre en pánico cuando vi que lo que salía sin control por mi garganta era sangre. Mala señal, tenía una hemorragia interna como odiaba haber decidido estudiar medicina en vez de otra carrera. A juzgar por la cantidad de sangre que estaba botando y considerando que lo hacia de manera automática y descontrolada, me iba a desangrar en pocos minutos más si seguía de esa manera.
Traté de controlarme cuando sentí su voz
– Estoy bien
Susurré a duras penas mientras tiraba la cadena para ocultar la evidencia, pero él estaba realmente frenético y lo sentí abrir la puerta incluso antes que yo pudiera hacerlo. Le di mi mejor cara, pero él me miraba desconcertado
– estoy bien… en serio
Le volví a insistir para que se tranquilizará. De pronto sentí la urgencia nuevamente y esta vez no pude controlarme, vomite encima de él, y sus ojos se abrieron como platos cuando vio que era sangre lo que estaba expulsando de mi cuerpo. Me flaquearon las piernas y caí a sus brazos su camisa estaba manchada de sangre.
- Bella mi amor
Me dijo con la voz quebrada tratando de mirarme pero yo no conteste, tenia mi vista en el suelo, y esté se me hacía borroso a cada segundo que pasaba
– ¡Carlisle!
Grito perturbado, y eso fue lo último que pude escuchar puesto que nuevamente un negro profundo inundo mi conciencia.
martes, 26 de julio de 2011
Vida: Dulce Inmortalidad
Publicado por anita cullen en 21:23 1 comentarios
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