Dark Chat

viernes, 15 de octubre de 2010

Phonography

Cap. 5 Otra vez


Nos vestimos en silencio, me encontraba apoyada con mis dos manos contra el lavatorio frente a mí, miraba el reflejo de ambos, Edward estaba detrás de mí, sus manos estaban subiendo el cierre de mi vestido, se acercó hasta mi hombro desnudo y lo beso, fue allí cuando su mirada agua marina se encontró con la mía, que no perdía detalle de lo que él hacía. Me giré para besarlo una vez más, ¿Lo amaba?, no lo tenía muy claro, en realidad sabía que debía ser amor lo que yo sentía por él, no había otra explicación para no importarme la presencia de Jacob a unas cuantas habitaciones de distancia por otro lado tenía claro que no era sólo mi cuerpo el que reclamaba por sus caricias sino que también era mi alma y mi corazón. Ahora tenía latiendo fuertemente en la mitad de mi pecho un corazón dividido. Tomé entre mis manos su rostro, sujete con fuerza su quijada y la giré un poco, bajé mis manos hasta su corbata desanudada y comencé a atarla nuevamente. No tarde demasiado, siempre había sido una experta en atarlas, lo había hecho con mi padre, y luego con Jake, ahora lo hacía con él. Me separé pensando en como demonios íbamos a lograr salir de ese cine sin que nadie se diera cuenta que salíamos juntos. Desvié mi mirada hacía la puerta del baño y fue entonces cuando Edward apretó sus facciones preocupado.


— Si salimos juntos él se enterará —me hizo ver y suspiré.


¿Quería mantener esto en secreto? ¿Quería convertirlo a él en el otro?, me beso la frente con dulzura y me acerco a su cuerpo rodeando el mío con sus brazos. Había hecho esto una infinidad de veces atrás, en cada una de esas veces Edward había representado un personaje pero esta vez estaba representándose a él mismo. Enterré mi rostro en su hombro, ya habían pasado al menos un cuarto de hora desde que había entrado a ese baño, la película debía estar por finalizar.


— Saldré primero, habitación 1702, Ten —exclamó entregándome la llave de su dormitorio.


Sonreí a medias, estaba claro que no iba a poder encontrarse conmigo en mi dormitorio, la razón una que respiraba. Me beso en los labios por última vez y murmuro algo contra ellos que hubiera preferido no escuchar. ¿Por qué tenia tanto miedo a admitir lo que mi corazón estaba gritando? ¿Realmente estaba gritándolo? pensé mientras veía cerrar la puerta tras él. Me moje la cara y de mi cartera saque el lápiz labial, me pinté los labios y arregle el pelo – eres actriz puedes hacerlo – me dije mientras abría la puerta para enfrentarme a mi realidad, una que no estaba gustándome tanto a esta altura del partido.


Camine por los pasillos del cine e iba a entrar nuevamente a la sala cuando el público salió impidiéndomelo, la película había terminado. Noté entre la multitud la cara de mi novio quien sonreía feliz, demasiado feliz, me acerque a él era hora de enfrentarlo. Me beso en los labios con urgencia y sin que pudiera evitarlo, sutilmente lo separé un poco tratando de aparentar que me sentía mal.


— Mi amor donde te metiste, te perdiste toda la película —notó decepcionado.


— Lo sé, estaba en el baño no me siento bien —argumenté iniciando la mentira que me permitiría irme al encuentro con Edward.


— ¿Enferma? ¿Qué te duele? ¿Quieres irte?, porque si quieres podemos irnos ahora —me sugirió preocupado y la culpa a este punto era demasiada para soportarla en mis hombros, la voz de mi conciencia gritaba: No merece esto.


Lo miré nerviosa y la verdad no tenía excusa para que me dejara ir, cómo iba a conseguir que él se quedara aquí para el After Party sin mí. De pronto miré a un costado y allí estaba mi esbelta y rubia amiga: Rosalie, ella era la solución, ella tenía que ayudarme.


— Me das un minuto, vuelvo enseguida —le pedí quitando sus manos de mi cintura y me acerque a mi amiga. Rosalie estaba distraída mirando a todos lados, buscando de seguro a Emmett que ni siquiera notó cuando me acerque, claro que, al hacerlo me miró preocupada cuando la saque hacía un lado donde no había nadie.


— ¿Qué pasa? —preguntó intrigada por mi comportamiento.


— Necesito un favor —susurré mirando a Jacob de reojo, quién permanecía parado a unos cuantos pasos de distancia, se había acercado un par de personas de la producción a hablar con él y este parecía muy distendido hablando con ellos.


— Claro dime —exclamó dispuesta y suspiré sabía que ella y Emmett irían a la fiesta y tenía que lograr que Rosalie convenciera a Jacob de ir aún sin mí.


— Rose, no me siento bien, me duele la cabeza pero no quiero que Jacob se pierda el After Party ¿podrías ayudarme? —le pedí sonando a suplica.


— Claro, yo encantada pero ¿cómo hacemos eso?, Bella tu novio no te va a dejar volver al hotel sola, menos si estas enferma —me hizo ver objetando un poco mí petición, me puse aún más nerviosa y la miré desesperada, tanto que sentí como mis ojos se inundaron de lágrimas que traté de contener. Estaba a un segundo de estallar en el llanto profuso y solo se debía a la culpa que estaba sintiendo.


— Rose… por favor, de verdad necesito tu ayuda —magullé entre dientes.


Y está enarco una ceja y miró hacía Emmett que estaba dando una entrevista luego volvió su mirada dorada hacía mí, me sujeto de la mano haciéndome caminar aún más lejos de dónde estábamos, me apartó del tumulto de gente que incluía a unas suspicaces y persistentes periodistas de la farándula, cuando estuvimos fuera del alcance de cualquiera, me habló.


— ¿Esto tiene que ver con Edward verdad? —cuestionó suspicaz y baje la vista avergonzada por haber sido descubierta, mi obviedad era demasiada a este punto pensé.


— ¿Por qué piensas eso?, para nada, solo me duele la cabeza —insistí sin mirarla


— Si quieres mi ayuda tendrás que decirme la verdad —resolvió Rose sin despegarme la mirada penetrante de encima. Suspiré por lo bajó.


— Está bien, sí, tiene relación con él —confesé dando otro suspiro mientras encaraba su mirada.


— Lo sabía —exclamó alzando la voz, cuando se dio cuenta de aquello miró a todos lados y luego con la voz más baja continuó — sabía que eras tú la muchacha con la que se subió al taxi en Canadá —dilucidó satisfecha pero un tanto preocupada.


La miré confusa por aquella observación ¿Rosalie nos había visto?, miré hacía un costado y mi estomago se contrajo al ver como Jacob estaba siendo entrevistado por la misma periodista que me había entrevistado a mí hacía ya unos meses atrás, entré en pánico y Rosalie lo notó — Espero que sepas lo que haces —concluyó y se acerco a Emmett. Le habló algo al oído y yo me acerque a mi novio.


— ¿Cómo te sientes? —me preguntó al tenerme ya cerca de él. Menos mal que esa pregunta me la hizo cuando la periodista nos dejo solos, sino hubiera sido un maldito titular mañana en todas las revistas y eso ya no podría soportarlo. Me acercó a su cuerpo y me besó la frente mientras deslizaba una de sus manos a mi cintura desde donde me sujeto con fuerza.


— Creo que me dará una jaqueca tremenda, se me parte la cabeza —contesté llevándome la manos hacía la frente, estaba ahondando la mentira. De pronto un presentimiento me hizo mirar desesperada a todos lados, por alguna extraña razón, sentía la presencia de Edward allí pero no había señales de él por ningún lado. Me tranquilice mentalmente y no podía sumarle a mi actuación una crisis de pánico, sí me daba una no habría manera de hacer que Jacob me permitiera volver al hotel sola.


— Entonces vámonos, no creo que sea necesario que vayas a la fiesta, siempre esta Edward para que acapare la atención, a él le fascina aquello —acotó decidido alce mi mirada hacía él, sin poder detenerlo, mi corazón comenzó a latir furioso ¿Qué haría Jacob cuando se diera cuenta que Edward no estaba allí, y que evidentemente no iría a la fiesta? ¿Uniría las piezas?.


Cuando Jacob dio el paso certero para enfrentar la salida del cine me desesperé y perdí la cordura del momento y del lugar.


— ¡No! —solté en un grito pavoroso tomando con fuerza sus manos para detener su andar.


Jake me miró un tanto extrañado por lo que tomé aire en un profundo suspiro para bajar el rubor que seguro había inundado mis mejillas al verme acorralada por esa férrea decisión de acompañarme


— es decir —argumenté bajito — no quiero que te pierdas la fiesta por mi culpa es solo una estúpida jaqueca, puedo irme sola al hotel, no es necesario que te devuelvas conmigo —le aseguré y no sé si parecí convincente o no pero a juzgar por la expresión que me dio iba a necesitar más que esa excusa para hacerlo desistir de su rol de "novio ejemplar".


— Qué cosas dices, para mí no es ninguna molestia, nada que tenga relación contigo lo es —manifestó acariciando mi mentón — me iré contigo, a menos ¿Qué tu no quieras? —inquirió dándome una sonrisa que me encegueció, se acerco y roso su nariz contra la mía.


Usualmente Jake no era de mostrar su afecto en público pero extrañamente hoy estaba demasiado cariñoso conmigo y eso hizo que la culpa se sobredimensionará. Me sentí sucia y demasiado malvada, me sentí la bruja del cuento de hadas y usualmente la villana termina mal, ¿Acaso yo terminaría mal en esta historia?, no pude evitar preguntarme.


Era lógico que Jacob estuviera preocupado y dispuesto a pasarse velando mi sueño después de todo era mi novio y en cierta medida eso era parte de su rol de pareja pero hoy necesitaba que su lado egocéntrico se activara, no necesitaba compasión de su parte, necesitaba su egoísmo, necesitaba que no le importara dejarme sola encerrada en la pieza de un hotel mientras él se divertía.


Estaba maquinando aquello cuando esa mirada tierna que me profirió me hizo sentirme, otra vez, la persona más maldita del planeta. Él estaba dispuesto a irse a dormir conmigo, yo en cambio, estaba contando los segundos por irme a la cama con otro. ¿Cómo era posible que yo tramará para engañarlo?, él no se merecía aquello pero era algo inevitable, lo había sido desde el minuto en que me había involucrado con un completo extraño del cual no conocía ni el nombre. Para mi suerte ese misterioso desconocido había resultado ser Edward.


— No se trata de eso —contesté aturdida por su pregunta, Jacob sonrió.


— Entonces no hay nada más que decir, iré por tú abrigo y nos vamos, no te preocupes por nada, nadie lo notará —me aseguró guiñándome un ojo, acaricio mi mano con sus enormes dedos morenos y torció sus labios voluptuosos en una perfecta sonrisa amorosa.


Se alejo de mí tan solo unos pasos, pero al verlo tan decidido y al verme tan acorralada por segunda vez me desesperé, de manera torpe e improvisada lo llamé apenas salió de mi alcance, no lo deje caminar ni diez pasos cuando otra vez grité su nombre y él se acercó, no tenía idea que decir o que otra mentira darle pero aún así lo hice.


— Bella ¿Qué sucede? —preguntó contrariado


— Mi amor —enuncié y él me miro intrigado, a cambio, yo lo miré culpable — Creo que no soy buena compañía hoy —musité mirando el piso. Él aguardo respetuoso por mi discurso completo — En realidad no quiero ser una molestia además, sé que tenías ganas de ir a la fiesta, no es necesario el sacrificio después de todo solo me iré a dormir —argumenté a duras penas y con esto las escusas oficialmente se había terminado.


— Bella, mi amor —suspiró apenas me nombro, sus ojos negros me miraron con resignación — Es cierto —coincidió — estaba entusiasmadísimo de ir pero porque tu irías conmigo —explicó — No seas tontita, para mí no es ninguna molestia verte dormir, al contrario me fascina todo lo que tú haces, incluso esos periodos de inactividad biológica —insistió riendo — verte dormir es fascinante —aclaró besando la punta de mi nariz, me sonreí claro que la mirada angustiosa no pude acallarla.


— Sabes, no es que no lo agradezca, es sólo que —articule tomando aire — considerando que son recién las diez de la noche creo que no soy un panorama demasiado atractivo cuando tengo jaqueca —replique tratando de mantener la calma.


Mi novio no perdía detalle de mi insistente monologo, como nunca antes, me miró pacientemente y no hubo ningún tenso comentario al respecto. A cambio y luego de considerar lo que yo le había dicho, abrió sus labios formando una mueca, iba a hablarme y seguramente iba hacerlo para darme más excusas de por qué debía irse conmigo y no quedarse. Así que decidí tomar la ventaja. Me acerque cariñosa y puse mis dedos sobre sus labios para acallarlo, acercandome a su rostro — En consideración que insistes en acompañarme te diré la verdad —anuncié y Jacob abrió sus ojos sin entender — Debo confesar que mi intensión no es tan altruista como la tuya, solo quiero evitar que sufras mi mal humor —revele con dulcurá mientras me acercaba a su cuerpo para abrazarlo en un intento de quitar la culpa. Enterré mi rostro en su cálido y fuerte cuello, mis narices se impregnaron de su perfume — Mi amor por favor, quiero evitar que discutamos como sucedió la última vez que tuve jaqueca ¿Lo recuerdas? —murmuré cerca de su oído recordando la pelea que habíamos tenido hacía unos meses atrás, cuando producto de mi jaqueca me había puesto "mañosa" como él me había gritado ofuscado.


— Bella, ya te pedí perdón por aquella vez —comenzó a decir pero su voz se vio acallada por unos pasos que sentimos a nuestro alrededor. Separé mi cuerpo del cuyo y giré mi rostro.


Frente a nosotros estaban Rosalie y Emmett, de hecho esté último carraspeo para hacer notar su presencia.


— ¿Nos vamos? —preguntó inocente mirando a Jake y a mí de reojo dándome una sonrisa picarona que no supe cómo interpretar. ¿Le habría dicho algo Rose?


— Creo que no, en realidad Bella se siente un poco indispuesta y voy a acompañarla devuelta al hotel —señaló Jake y suspiré mirando desesperada a mi amiga. Sí vas a hacer algo, este es un buen momento, le dije con la mirada y esperé de todo corazón que ella leyera mentes.


Tenía la mano de Jake aferrada como garfio a la mía que sudaba producto de los nervios. Millones de mariposas revoloteaban en el fondo de mi estomago al imaginar a Edward y a Jacob bajo el mismo techo, aunque, obviamente sería en pisos diferentes, no quería ni pensar que pasaría si uno llegaba a saber de la existencia del otro. Es más, solo pensar en que Edward podría estar esperándome en el lobby del hotel o tal vez fuera de la puerta de mi habitación, hacía que los colores de mi rostro se perdieran al imaginarme una pelea campal entre ambos. Definitivamente esto pintaba mal, ¿qué haría si no lograba convencer a mi novio oficial de que se fuera sin mí?


— Mi amor, ya te dije que no es necesario que me acompañes —protesté entre dientes.


— No iré a la fiesta, no si tu estas enferma —replicó tajante.


— ¿Cómo que no irán? ¿Ninguno? —interrumpió Emmett


— En realidad solo seré yo la que se devolverá al hotel —expliqué pero obviamente no había ganado la guerra.


— Bella, no te dejaré volver sola ¿Qué clase de novio crees que soy? —me preguntó irritado por mi terquedad.


— El más amoroso y preocupado que existe justamente por ello me dejarás ir —aseguré haciendo mi mejor interpretación nunca vista, con ello descoloque no solo a Jacob, sino a Emmett y a Rose. Cuya mirada inquisidora no se dejó esperar.


Aunque jamás le había agradado del todo Jacob tampoco lo odiaba y su pensar un tanto moralista, podía a Jake como el favorito de los dos, claramente Edward había perdido puntos con ella al interponerse en mi "relación oficial" — Cariño, no lo tomes a mal pero quiero estar sola —concluí decidida.


El tenso momento que se había generado entre Jacob y yo, fue distendido otra vez por Emmett, quién como buen amigo, no sé si mío o sus barras iban por otro lado, intervino en mi rescaté.


— En realidad no estará tan sola —exclamó atrayendo la atención no solo mía sino de todos — al menos no durante el trayecto, Jasper también se devolverá al hotel, podrían irse juntos —propuso divertido por la expresión que le había dado al comienzo de su frase "no estará sola".


— Lo ves, me iré con Jasper y te esperé en el hotel, solo serán un par de horas —advertí con una sonrisa mentirosa.


Finalmente y gracias a la insistencia de Alice, que se sumó a la conversación, Jake acepto ir a la dichosa fiesta. Claro no sin antes acompañarme a la limosina que me llevaría junto a Jasper de regreso al hotel.


— ¿Segura que quieres irte sola? —preguntó y en su rostro había un atisbo de esperanza, deseaba que le pidiera que se fuera conmigo pero claramente mis deseos eran otros.


— Estaré bien, créeme la jaqueca me mata —argüí seca.


— No me agrada pero respetaré tu voluntad —murmuro resignado rozando sus labios contra los míos. Sujete su rostro mirándolo a los ojos.


— Divierte por mí —contesté dándole un pequeño beso en los labios mientras me subía al automóvil ignorando su último comentario, cerró la puerta como todo un caballero, la ventana estaba abierta, a través de ella le susurré un "gracias". Jake medio sonrió despidiéndose con la mano alzada en el aire, entonces el automóvil emprendió el rumbo y dejamos atrás a la muchedumbre.


Apoyé contra el asiento mi espalda y Jasper me sonrió. El trayecto lo hicimos en silencio, ni él ni yo hablamos lo que agradecí, en realidad, estaba muy nerviosa y difícilmente saldrían palabras de mis labios con coherencia. Suspiré cerrando mis ojos unos momentos motivada por el peso de la conciencia, tenía claro que lo que estaba haciendo no era correcto pero esto era un sentimiento enfermizo del cual no podía escaparme.


Apenas entramos al hotel, subimos al ascensor, Jasper me siguió de cerca pero se bajo en el séptimo piso.


— Buenas noches Bella —susurró al salir.


— Buenas noches Jasper —me despedí.


Las puertas se cerraron y fue entonces cuando abrí mi cartera con premura y saque la tarjeta de la habitación que Edward me había entregado hacía un rato atrás en el cine. Me recargue impaciente en la pared interior del ascensor mientras me dirigía a mi habitación.


Apenas entre a está me saque el tedioso vestido de gala y lo deje regado en el piso sin tomarme la molestia de colgarlo, ya iba tarde, se me habían pasado valiosos minutos entre el tira y afloja con Jacob para que me dejará ir que no dilataría más nuestro encuentro. Seguramente Edward estaría ya en su habitación.


Hice lo mismo con los zapatos que tiré lejos de manera desordenada, los tacones me mataban, como los odiaba. Busque entre mis maletas algo cómodo: saque una polera negra, unos jeans, zapatillas y un chaleco. Me tomé el pelo en una coleta y me dirigí al baño, de allí tomé mi perfume y me rocié con él, generalmente no usaba pero esta noche quería oler bien para él.


Me reí entre dientes al notar como Edward sacaba mi lado femenino a flote, era realmente extraño en mí. De hecho incluso en la elección del vestido que había usado había estado presente él. Quería impresionarlo y lo logré en toda la extensión de la palabra, verle la cara cuando me vio vestida con el no tenía precio. Sus ojos verdes se habían encendido hasta transformarse en un rojo furioso, claro, lo había disimulado muy bien en el lobby del hotel pero me lo había demostrado con creces en el baño.


No tarde ni diez segundos en hacer todo aquello, incluido, el retoque de maquillaje que había realizado frente al enorme espejo del baño. Pero justo cuando me disponía a salir al encuentro furtivo, entendí que había algo que debía hacer sí o sí. Tenía que explicarle a Jacob porque no estaría cuando él volviera, así que tomé un lápiz y le deje una nota en la mesa de noche.


Salí a dar una vuelta, necesitaba tomar aire. Volveré antes que te des cuenta.


Te amo Bells


Fue lo que escribí y otra vez me sentí miserable por hacerle esto pero que otra opción tenía, estaba enceguecida. No podía negar lo innegable, quería estar con Edward esta noche y no me importaba el costo. Suspiré resignada mientras cerraba la puerta de mi habitación y me dirigía a las escaleras de servicio.


La habitación de mi príncipe de película se encontraba en el piso inmediatamente superior al mío. Miré de reojo al abrir la puerta de servicio solo por si había alguien, temía que algún periodista infiltrado u otra persona estuvieran en los pasillos y que se pudiera fijarse en mí. Camine temerosa enfrentando un hecho que sería irrefutable después de hoy: Apenas pisará esa habitación ya no habría vuelta atrás.


¿Acaso habría después de esta noche opción de arrepentirse? ¿Es más Acaso quería arrepentirme?. Todas esas preguntas tenían una sola respuesta y muy en el fondo de mi corazón y alma tenía claro que, no quería arrepentirme, que no habría arrepentimientos al menos de mi parte.


Suspiré cuando di con el número de la habitación que él me había indicado, deslice la tarjeta por la cerradura y la luz verde me indicó que estaba abierta. Entré y miré alrededor un tanto asustada. La pequeña sala de estar estaba completamente vacía y en penumbras.


¿Habría llegado?


Me pregunté mientras colgaba el letrero de no molestar en la manilla de la puerta de entrada. La cerré procurando no hacer ruido y me adentre en la habitación.


Frente a mí y poco andar dí con una puerta corredera, que hacía la función de separar ambientes. La abrí, me sorprendió ver que la luz del dormitorio estaba encendida y que la puerta del baño entreabierta.


Por ella se colaba el sonido del agua de la regadera. Un rubor inundó mis mejillas apenas me hice la imagen mental de Edward bañándose. Con picardía y un tanto mordaz me saque las zapatillas y camine descalza hasta la puerta.


La terminé de abrir y ahí frente a mi estaba mi dios personal, se encontraba de espaldas metido bajo la ducha, me sonroje aún más al contemplar como el agua escurría por su fornida y bien delineada espalda.


Mi cuerpo enteró se tiñó de un rojo furioso y además la temperatura corporal aumento dramáticamente mientras observaba su cuerpo desnudo, estaba completamente embobada admirando los músculos de su espalda y sus piernas bien definidas cuando tope, sin querer, con la puerta que emitió un crujido.


Inmediatamente Edward se giro hacía donde provenía el ruido, sus ojos verdes se encendieron cuando notó que yo estaba observándolo. Baje la vista avergonzada y era primera vez que lo tenía frente a mi completamente desnudo admirando su cuerpo de esa manera. Nuevamente sentí mis mejillas hirviendo, y mi cuerpo temblar. En realidad todo mi cuerpo estaba repentinamente acalorado. Se quedo perplejo mirándome con esa sonrisa torcida dibujada en sus labios, el agua escurría por sus hombros en gloria y majestad, bañaba su dorso desnudo como cascadas sin control y probablemente hubiera estado observándolo el resto de la noche si no hubiera sido por su invitación.


Abrió la puerta de cristal de la ducha y me tendió la mano. Me mordí el labio mientras me quitaba el chaleco, a tientas me quité la polera, y con trabajo los jeans, solo me detuve en la ropa interior, dudé pero finalmente la quité.


Completamente desnuda entré junto a él. Se acerco acorralando a la presa y con su mano mojada y tibia me sujeto con fiereza del cuello atrayendo mi rostro hacía el suyo, me beso lentamente en los labios y el aroma de su piel mojada me intoxicó. El agua tibia de la ducha comenzó a caer sobre mi cuerpo cuando me giró haciendo que fuera yo ahora la que quedará bajo el chorro de agua caliente. Seguimos besándonos mientras sentía sus manos recorrer cada parte de mi cuerpo desnudo.


Sentí algo helado en mi espalda, y solo en ese minuto, fui consciente de que Edward me había recargado contra la pared de vidrio que oficiaba de puerta. El beso que nos estábamos dando se hizo más profundo y desesperado. Al cabo de unos minutos y por la necesidad de aire, rompí ese maravilloso beso, di un impulso al cual él atento correspondió ayudando a que mis piernas se cruzaran en su cintura, me sostuvo en el aire. Mi respiración aumento y un gemido totalmente fuerte y audible se sintió cuando comenzó a hacerme el amor. Nuestros cuerpos danzaban al unísono y sentía mi piel arder producto de la pasión, la tibieza del agua que seguía recorriendo nuestros cuerpos se fundió con el calor propio de la pasión y la temperatura aumento desproporcionadamente.


Durante todo el rito nuestras miradas se encararon, me dedique a observar esas dos orbes aguamarina mientras hacíamos el amor, quite unos mechones mojados de su rostro mientras lo sentían embestir con mayor ímpetu en mi interior.


Sus ojos verdes eran como dos esmeraldas iluminadas y esa piel blanca exquisita ahora había adquirido un tono rosáceo producto de la fricción. Sus gemidos se hicieron más seguidos, sentía el latir errático de mi corazón en mi garganta, trague saliva mientras sentía que me perdía en ese placer infinito que él estaba regalándome. Llegamos al orgasmo junto y en ese minuto murmuré contra sus labios.


— Te amo, y lo hago como jamás pensé amar a alguien


Esa confesión salió desde el fondo de mi alma. Era un hecho, estaba irrevocablemente enamorada de Edward. Sonrió victorioso al escucharme confesar aquello. Hicimos el amor varias veces más entre que nos secábamos y llegábamos hasta la enorme cama que adornaba su habitación. No supe cuando caí rendida en un sueño profundo.


Apoyada contra su pecho, enredada entre sus piernas, me encontraba descansando con pereza cuando el sonido de mi celular me trajo de regreso de mi mundo de fantasías.


Traté de no despertarlo pero era imposible, sus brazos habían creado una prisión difícil de rehuir, estaban ceñidos a mi cuerpo con fiereza. Lentamente erguí mi cuerpo un poco y separé sus brazos de mi cuerpo, me incline con sutileza hasta la mesa de noche para tomar entre mis manos el aparato celular que había dejado allí. Hubiera deseado que ese aparato no sonará pero contrario a mis deseos, en la pantalla se anunciaba la llegada de un mensaje de texto, uno que hubiera preferido no leer, uno que me hizo sentir la mujer más desdichada sobre la faz de la tierra: ¿Dónde estás? Era el mensaje de Jake y miré la hora: cuatro y media de la madrugada, habían vuelto comprobé. Iba a levantarme cuando sus brazos me hicieron sentarme a horcajadas sobre su regazo.


— No te vayas… quédate conmigo —me pidió en la penumbra mientras me acariciaba el rostro.


— Sabes que no puedo —le respondí y Edward me beso desesperado.


Recorrió con sus tersos labios mi garganta y cuando sentí sus labios en mis pechos tome sus manos que estaban en mis caderas y las pase por su cabeza, no era que pudiera hacerlo pero se dejo. Recargue su cuerpo contra la cama y comencé a besar su dorso desnudo mientras volvíamos a ser uno.


Comencé a mover mis caderas mientras lo contemplaba cerrar sus ojos producto del placer que yo estaba entregándole, mi cuerpo se movió con mayor holgura una y otra vez hasta que el placer fue mutuo, entonces solté sus manos y estas se fueron a mis caderas tomándolas con fuerza haciendo que se movieran a su ritmo.


Acaricie con la yema de mis dedos su pecho hasta que colapse contra él. Cuando me beso la frente, y aún con mi mejilla pegada a su pecho sudoso caí en cuenta de algo que hasta ahora no me había parecido importante.


De todas las veces, incluida la de ahora, en que habíamos hecho el amor, en ninguna nos habíamos cuidado.